La campaña por Hasél defiende dos armas de la dominación capitalista: la democracia y el antifascismo

Printer-friendly version
AttachmentSize
PDF icon hasel_2.pdf219.52 KB

Durante las últimas semanas hemos asistido a movilizaciones y disturbios repartidos en varios puntos de la geografía, ligados a la acusación de injurias y enaltecimiento del terrorismo (y posterior encarcelamiento) del rapero Pablo Hasél. Estos disturbios, protagonizados por gente joven y en general simpatizante del discurso del izquierdismo, han puesto en el centro del foco mediático la figura de un rapero en el que parecen converger las pasiones de todos los comentaristas políticos de todos los signos, ya sea en negativo o en positivo.

El caso de este elemento, Pablo Hasél, con cuyo historial lidiaremos más adelante, forma parte de una campaña orientada a encauzar HACIA LA DEFENSA DEL ESTADO CAPITALISTA Y SUS ENGAÑOS el descontento generalizado y, a su vez, mistificar el endurecimiento de la represión estatal con el que piensan contestarlo, un endurecimiento de la represión del que lleva ya dando avisos desde hace tiempo y en el que seguirá ahondando una vez se asiente el polvo sobre este caso.

Desde que se proclamaron la Ley Corcuera[1] y la Ley Mordaza[2] (leyes ambas que el gobierno progresista no tiene la más mínima intención de abolir), desde la respuesta que se dio a movilizaciones como las del 11-M, sobre todo en Barcelona, desde la respuesta que dio la policía a los que confundieron sus intereses con los de la fracción independentista de la burguesía catalana el día del Referéndum de 2017[3]… y un largo etc., venimos asistiendo a la concreción de un fenómeno mundial en la actuación de la burguesía española: un fortalecimiento del aparato represivo del Estado capitalista que responde a la cada vez mayor pérdida de control y perspectivas que tiene la burguesía en su conjunto en todos los países, que frente a un sistema capitalista en plena descomposición histórica[4] (agravada por la crisis y la pandemia) no tiene más opción que preparar y afinar sus elementos de intimidación frente a las posibles respuestas que pueda dar, en especial, la clase obrera, ante una situación general que se degrada cada vez más.

La campaña anti- represiva y por los “derechos democráticos” de la que se reclaman, incluso, elementos del mismo Gobierno que está al timón del aparato represivo del Estado, no viene sino a subrayar la necesidad que ha tenido la burguesía de matar dos pájaros de un tiro en esta situación, cubriendo una doble necesidad típica de su clase:

  • Canalizar hacia el terreno burgués de la Democracia y el Antifascismo el aguante, la paciencia y la resistencia física y mental de muchos trabajadores para los que esta situación se vuelve cada vez más insostenible. .
     
  • Cubrir de un velo de neblina mistificadora los métodos que la burguesía ha empleado siempre y seguirá empleando frente a un panorama de inestabilidad social: una de cal y otra de arena, un ala del Parlamento llamando a la defensa de los “derechos” y de la ideología democrática… y la policía de la democracia repartiendo golpes a manos llenas en la calle y encarcelando.

A esto último es a lo que se han expuesto los jóvenes que, comprensiblemente hastiados de la pésima situación que atraviesan todos los trabajadores, han salido a la calle a montar un espectáculo y a destrozar todo lo que puedan, cayendo en una de las típicas trampas que son marca de la casa del izquierdismo y el antifascismo: creer que la violencia ciega e individual y el saqueo tienen la más mínima utilidad para nada que tenga que ver con la “lucha obrera” de la que dicen reclamarse (sino que más bien, precisamente, permiten justificar la represión), así como hacer suya la causa de las mistificaciones democráticas y patrioteras de la burguesía, esta vez encarnadas en la figura de un estalinista desquiciado y viejo conocido de sectores nacionalistas de la burguesía catalana: Pablo Hasél.   

Pero ¿quién es Pablo Hasél?

Se trata de un elemento que, durante muchos años, como muestra en sus “canciones”, se ha mostrado cercano a grupos como el GRAPO, la ETA y sobre todo el PCE-r, asumiendo una retórica que toma ciertos elementos difusos del estalinismo y el maoísmo, así como los métodos propios de estos y otros grupos de guerrilla y terroristas en general, como demuestra su canción “No me da pena tu tiro en la nuca”. Sumado a este ya de por sí elocuente historial, desde hace ya un tiempo Hasél parece haber hecho muy buenos amigos en los medios nacionalistas de la burguesía catalana: ha salido en su defensa Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, con quien se cartea desde prisión. 

Pero el motivo por el que Hasél ha ocupado hoy el centro de la escena mediática no son sus opiniones sobre la trayectoria que debería seguir un tiro, sino el resultado de la trayectoria típica que suelen recorrer estalinistas como él: de la línea dura del “anti -revisionismo” y la “justicia proletaria” (- Pablo Iglesias dixit, señor Vicepresidente del Gobierno) directos a una especie de actitud servil y encorvada de abogado de Estado, en defensa pública y razonable de todo lo democrático, respetuoso, civil y de derecho que puede haber en el trastornado mundo político de la burguesía. Y no es que a los verdaderos revolucionarios les sea indiferente que el Estado refuerce su capacidad represiva. El movimiento obrero está plagado de luchas de huelguistas y diversos sectores de la clase obrera para frenar maniobras represivas de los capitalistas, frenar sus campañas de quema de imprentas y prohibición de publicaciones, pedir la liberación de trabajadores en lucha y exigir la retirada de las penas con las que el Estado suele responder a los impulsos de lucha de los obreros de todo el mundo. Pero el problema, en este caso, es doble:

1- Que estamos hablando de un elemento que, como demuestra su propia trayectoria vital y como denuncian nuestros camaradas en otro artículo anterior[5], no tiene absolutamente nada que ver con la lucha del proletariado.

2- Que desde un primer momento ha habido una campaña de sectores importantes de la burguesía para apoyarle, destacar su caso, construir en torno a él un polo de atracción de las energías de tantos jóvenes hartos de la situación general, que hemos visto desatadas en las calles de tantas localidades, y por supuesto, como siempre, orquestar un falso debate en torno a este caso para imponer un ambiente ideológico favorable a la burguesía, cuya tónica esta vez es: ¿debería el Estado encarcelar o no debería encarcelar en situaciones así?

Tenemos que ver lo que hay tras esta campaña política y esta propaganda: Hasél no pertenece a nada que se parezca siquiera a una caricatura de la tradición del movimiento obrero, como jamás pertenecerán a ella ni los métodos ni la ideología del estalinismo ni del terrorismo, ni ninguna otra ideología burguesa, democrática o no. Y defenderlo de forma violenta en la calle solo sirve a objetivos de la burguesía: tanto la burguesía españolista de disfraz “progresista” como la catalanista que también lo patrocina.

El “caso Hasél” en el marco del doble juego del Estado y la situación general

¿Qué reflexiones sacar ante el hecho de que miles de jóvenes que se llaman “antifascistas” se manifiesten diariamente y durante días de forma violenta en defensa de la “libertad de expresión” de alguien como Hasél?

¿Qué hay detrás de esta expresión violenta de una juventud desmoralizada, sin una perspectiva que le pueda ofrecer un sistema capitalista al que por enésima vez se nos presenta como el terreno en el que hay que defender las libertades individuales y la lucha por una “democracia perfecta”? Porque esa, y no otra, es la consigna del momento en cuyo símbolo han convertido a Hasél sus colegas y correligionarios políticos, viéndose nuestro rapero en la honrosa situación, lo quiera o no, de pasar de pantomima de guerrillero romántico del estalinismo a icono liberal.

¿Qué papel cumple el elemento Hasél en esta explosión, un individuo conocido hasta ahora solamente por sus admiradores y el nacionalismo reaccionario que lo ha encumbrado y alimentado?

Por mucho que pueda haber una rabia genuina de fondo en el impulso de muchos jóvenes de salir a la calle a “echar vapor”, este tipo de manifestaciones no sólo no tienen nada que ver con los métodos de la clase obrera, sino que desde un primer momento están destinadas a fracasar y a justificar la represión, además de estar marcadas por el nihilismo y la falta total de perspectivas. Al Estado totalitario del Capital, dotado de amplio instrumental democrático, no le faltan barómetros para medir la presión que agobia a los obreros, sobre todo en este caso los más jóvenes, que ante una situación pandémica han visto hundirse sus ya mermados ingresos y la mínima estabilidad que pudieran haber conseguido en el periodo de recuperación ínfima de la crisis que ha precedido a la pandemia. Saben que cosas como lo que ha ocurrido en Linares, aunque se trate de disturbios sin orientación clara, marcados por el interclasismo y por el dejarse llevar por la rabia y la impotencia, sí que representan un verdadero estallido de hartazgo acumulado ante el enésimo ultraje, que ha ocurrido en el enésimo día que vivimos de falta total de seguridad económica y de perspectivas. No se ha vuelto a oír nada de Linares desde que estallaron los disturbios por Hasél, no se ha visto a los grandes medios comentar que el juez que llevaba el caso de la agresión policial a un hombre y su hija, que fue la chispa que encendió la situación en Linares, ha imputado al susodicho por atentado contra la autoridad[6].

Ya a mediados de enero, los principales instrumentos de este barómetro que mencionábamos antes, los sindicatos, anunciaban la amenaza de convocar huelgas en febrero por toda la geografía si el Gobierno no cumplía sus promesas de derogación de la anterior reforma laboral y de subir el SMI[7]. Una amenaza ciertamente inofensiva, al estilo al que acostumbra el sindicalismo, pero que bien puede ser indicador de que la burguesía sabe que la situación y los ánimos empeoran, y está dispuesta a contenerlos lo máximo posible y encauzarlos al servicio de su política justo cuando estén a punto de estallar. La figura de un rapero, ya conocido por conflictos previos con la justicia, se trae al frente de la escena con una provocación (pues no deja de ser cierto que las acusaciones contra él, en términos legales, lo parecen) y al día siguiente tenemos ya lista la campaña para polarizar la opinión y concentrar el sentimiento de indignación, de rebeldía (¡y de “lucha obrera”, incluso!) en el “ultraje” que se estaría cometiendo contra la democracia burguesa en la persona de nuestro rapero “antisistema”, al que uno de los burgueses catalanes más prominentes saluda en sus cartas con un “Carissimo Pablo”[8].

¿A qué tradición pertenecen Hasel y sus correligionarios?

Pero no llamemos ladrón a nadie por robar una vez. Sus fans más afectos podrían argumentar que, quizá, ésta cercana relación con una destacable figura de la política burguesa es algo colateral, una simpatía no buscada ni requerida por un honesto revolucionario que se ha visto arrastrado al centro del escenario político sin quererlo.

El problema, y es un grave problema sin duda, es que Hasél lleva ya varios años (desde antes de 2018, al menos) relacionándose abiertamente con Òmnium Cultural, sin contar con su constante apoyo de siempre a organizaciones como la ETA, GRAPO, Terra Lliure… No es este el lugar para analizar en detalle el carácter de estos grupos, pero lo que está claro es que alguien que se reclame de organizaciones terroristas que defienden lo opuesto a los métodos conscientes y masivos del proletariado no formará parte nunca de la lucha de la clase obrera.

Porque, ¿cuál es la tradición histórica a la que pertenecen verdaderamente este tipo de organizaciones del antifascismo y sus métodos?

La defensa del caso Hasél se ha centrado, sobre todo, en el plano ideológico, en la defensa de los derechos democráticos, o la democracia en general, y el antifascismo. Las referencias ideológicas del mismo Hasél no andan muy lejos, su apoyo a varias organizaciones de corte antifascista es bien conocido. Hablamos de organizaciones que tienen el honor de haber nacido en un seminario inspirado por el nacionalismo racista al estilo de Sabino Arana, como la ETA; o que asumen métodos de guerrilla en los que la acción de masas del proletariado no cuenta para absolutamente nada, como los del GRAPO, cuya simbología y consigna principal: la república popular y federativa, apuntan a algo muy cercano a ese espantajo de régimen burgués que, bajo un gobierno de coalición republicano-socialista, respondía a obreros y campesinos en huelga con tiros a la barriga. Un año y medio después y gracias a una ingeniosa trampa tendida por el PSOE, esa República cuya memoria honra cada vez que puede el medio en el que se mueven este tipo de organizaciones metía a Franco, la Legión y el Ejército en Asturias, contra los obreros insurrectos, asesinándolos en masa al grito de ¡Rendíos al Gobierno de España! ¡Viva la República![9]

El GRAPO, además de gustarle también el asesinato a sangre fría, es además un grupo inspirado en sus orígenes por el maoísmo, la ideología burguesa que se ha esforzado con más insistencia en hacer pasar los métodos y la acción de un ejército imperialista como cualquier otro por algo que puede sustituir a la revolución proletaria y sus órganos de acción de masas (las asambleas y consejos obreros)[10]. Sin duda es algo que está en plena sintonía con la misma ideología antifascista de las facciones burguesas que tienen a su cuenta el alistamiento de millones de obreros para la guerra mundial, y que no solo toleraron durante un tiempo considerable las atrocidades de la burguesía alemana bajo el régimen nazi o las de la burguesía japonesa, sino que más tarde se escudarían en ellas para justificar las atrocidades propias que cometieron, por solo mencionar algunas, en la represión estalinista o en los bombardeos masivos de Dresde, Tokio, Osaka, Hiroshima, Nagasaki… ese es el mundo político al que pertenece Hasél y al que pertenece el “antifascismo”, en cuyo fondo se da la mano con todas las demás ideologías burguesas de derecha e izquierda: es el mundo de la burguesía y sus métodos de asesino que busca esconderse a plena luz.

Conclusión

No hay nada que interese a nuestra clase en lo que defienden aquellos que, de nuevo, ayer como hoy, inducen a la juventud a sacrificar sus energías (y a poner en riesgo sus vidas) defendiendo la que definen como la “auténtica” democracia y el antifascismo. Este sacrificio solo beneficia a quienes los han alentado, a quienes detentan el poder en el sistema capitalista y sus propios intereses presentes y futuros en una lucha terrible por mantener su pequeña parcela de poder en un sistema corrupto, descompuesto y sin nada que ofrecer a la sociedad sino hambre, paro, miseria, enfermedades y caos.

Los jóvenes que participan en estas algaradas son, en gran parte, jóvenes hartos de verse marginados, explotados y sin futuro; jóvenes que se han visto persuadidos por el humo que venden los líderes de la sociedad burguesa y sus promesas irreales. Jóvenes manipulados por programas políticos vacíos para nuestra clase y cuyo corto o nulo recorrido ha puesto en evidencia la historia. La defensa de la democracia y el antifascismo fue el tótem guerrero de la burguesía para alistar a los obreros en la última gran guerra imperialista mundial. Nuestra clase debe recuperar esa lección, como tantas otras.

La burguesía solo puede ofrecer que este tipo de “hazañas” se reproduzcan hasta el hartazgo en la televisión y otros medios de su propaganda cínica, dando espacio a esperanzas vanas e ilusiones de protagonismo que durarán lo que les convenga a los manipuladores profesionales de la burguesía.

La participación en disturbios como estos no va a garantizar a ningún obrero, joven o no, ningún avance, ni en la conciencia respecto a su papel verdadero en la sociedad ni en la conciencia de las formas de organización necesarias para que la lucha de su clase pueda salir triunfante, sino que les desvía de poder retomar una lucha por la auténtica defensa de una perspectiva revolucionaria, cuyo objetivo únicamente se logrará con el derrocamiento de este sistema de explotación y barbarie.

En Paris, en 2006, miles de jóvenes emprendieron luchas en defensa de sus intereses contra el Contrato de Primer Empleo, coincidiendo con los intereses inmediatos del proletariado. Sus reivindicaciones y formas de lucha y la extensión de ésta se definían en asambleas masivas y abiertas a todos los trabajadores[11]. No pusieron a ningún esperpento como líder, ni fueron a buscar el apoyo de un individuo que en lugar de limitarse a “cantar” se dedica a escupir sandeces y amenazas, amparado y defendido por miembros de la burguesía, del Gobierno central y del Govern catalán.

Jamás echaremos en cara a ningún obrero, de la edad que sea, el hartazgo y las ganas de echar abajo el paisaje físico mismo que el capital ha diseñado para contener el tiempo que pasamos en este mundo, entre sus edificios-jaula, para ser explotados la mitad del día y emplear la otra mitad en recuperar a medias nuestras fuerzas para repetir lo mismo al día siguiente. Pero la fuerza y la verdadera perspectiva vital de nuestra clase yacen en el potencial de convertir ese rechazo y esa rabia en una acción de masas internacional, que sea consciente y que beba de lo mejor de los métodos revolucionarios de la tradición del movimiento obrero. El saqueo y la destrucción ciega son “el vapor que se dispara sin pistón”, en palabras de Trotsky, algo que ya de entrada pone inútilmente a sus protagonistas en la mira de la represión, y que esencialmente están en las antípodas de los métodos de organización históricos de nuestra clase. Métodos estos que, frente a todos los payasos de circo como Hasél, Iglesias y sus amigos burgueses, deberá recuperar para plantar cara a un mundo capitalista degradado que no tiene ya razón histórica de existir.

Discutir estas cuestiones, desarrollar un terreno de respuesta proletarias contra estas trampas e ideologías, reapropiarse de las experiencias y posiciones de la historia de nuestra clase que ya tiene más de 3 siglos y expresada hoy por la lucha de la Izquierda Comunista, esa es la tarea del momento.

Gauta y Valeria 22-3-21

 

 

[1] Esta ley fue aprobada el 21 de febrero de 1992 por el Gobierno PSOE, fue conocida también como “ley de la patada en la puerta” y aumentaba considerablemente las facultades de la policía con lo que los “derechos democráticos” reconocidos a los “ciudadanos” quedaban considerablemente restringidos en toda una serie de situaciones definidas muy ambiguamente. Es el método democrático para endurecer la represión dando la impresión de que la ley “protege” a los súbditos del capital. Es de destacar que el principal animador de esta ley infame era el ministro del Interior, el antiguo sindicalista Corcuera. Es una prueba mas de como los sindicatos forman parte del Estado Capitalista y sus dirigentes participan de la represión.

[2] Esta ley fue establecida en 2015 por el gobierno Rajoy endureciendo todavía más los criterios de intervención de la policía y sus atribuciones. Esta ley muestra la continuidad y complicidad entre la Derecha (PP) y la Izquierda (PSOE y hoy el gobierno de coalición “progresista”). Ver al respecto la Serie Los Gobiernos de Izquierda en defensa de la explotación capitalista  https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i , https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos y https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta

[3] Ver entre otras tomas de posición Cataluña, España ¡Los proletarios no tienen patria! https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4262/cataluna-espana-los-proletarios-no-tienen-patria y Enfrentamientos en Cataluña: El pasado reaccionario está en la democracia y la nación, el futuro está en el proletariado https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4240/enfrentamientos-en-cataluna-el-pasado-reaccionario-esta-en-la-democrac

Situación nacional: 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

Cuestiones teóricas: