Luchas obreras en España

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En los últimos dos meses se han producido algunas luchas obreras en España: Nissan y Alcoa contra los despidos; Navantia en Cádiz contra el peligro de pérdida de puestos de trabajo; las trabajadoras de la limpieza del hospital Gregorio Marañón de Madrid contra la degradación de sus condiciones laborales implementada a través de un cambio de su estatuto laboral; celadores y enfermeras en diversos hospitales; los trabajadores MIR en toda España ante unos contratos infames; en el hospital Sant Pau de Barcelona etc.

Se anuncian nuevas luchas para el mes de agosto. Los trabajadores de las ITV de Asturias en respuesta a la obligación que se les ha impuesto de ir a trabajar los sábados. También en Asturias, los trabajadores de ENCE decidieron en asamblea ir a la huelga en protesta por el trato degradante que un encargado infligió a 5 compañeros.

Primero que nada, queremos expresar nuestra solidaridad con estas respuestas que, pese a sus debilidades -que luego analizaremos- al luchar por la defensa de sus condiciones de vida se sitúan en un terreno de clase. A pesar de que son luchas aisladas, no sólo a causa de la pandemia, sino aisladas a nivel internacional y nacional, muestran que en sectores del proletariado existe combatividad, espíritu de lucha. Con pandemia o sin pandemia, hay intentos en el proletariado de romper con la pasividad, de luchar por sus necesidades.

Las lecciones que hoy se sacan de estas luchas, tanto de sus fuerzas como de sus debilidades, serán una experiencia y, por tanto, una contribución para las futuras luchas que tendrá que llevar.

Pandemia y crisis económica

Las luchas obreras no pueden encerrarse en mundo mezquino de la empresa, el sector, la ciudad, la región. Deben verse en un marco internacional e histórico, pues son una respuesta a fenómenos de dimensión mundial y consecuencias históricas. Las luchas obreras enfrentan políticas de tal o cual gobierno o de tal cual partido, acciones crueles de tal o cual compañía, pero eso sería quedarse en lo secundario y particular, perdiendo de vista lo esencial: la pandemia y la crisis económica.

Las luchas que vemos en España hacen frente, como el resto de los obreros del mundo, a una pandemia de proporciones muy graves (a 3 de agosto, según el instituto Hopkins había 714.994 muertos y más de 19 millones de casos[1]) y a la escalada de una crisis económica que los economistas anuncian como más grave que la de 1929. Dos datos elocuentes: 1º) “El Banco de España calcula una caída del PIB en el segundo trimestre de hasta el 21,8%. España entra en recesión con la mayor contracción nunca experimentada en tiempos de paz. La tasa de paro superará el 20% y alcanzará el 26% si la recuperación se está ralentizando[2]. 2º) El PIB de USA en el segundo trimestre de 2020 ha caído en un 32,1%, el peor dato de toda su historia y el desempleo puede llegar al 25%[3]

La vida de los obreros y de las futuras generaciones está seriamente amenazada y sus condiciones de vida se degradan a gran velocidad.

La semilla de las luchas en Francia del pasado invierno

Contra una brutal reforma de las pensiones se produjeron huelgas y manifestaciones masivas en Francia[4]. Dijimos que esas luchas no eran un hecho aislado, sino que anunciaban un cambio progresivo en el estado de ánimo de los trabajadores en los países industrializados: desarrollo de la combatividad, planteamiento en un terreno de clase etc. Eran solamente un primer paso, pero integraban experiencias de solidaridad que habíamos visto en Finlandia (huelga de trabajadores de correo y solidaridad en otros sectores obreros) y de combatividad (en USA, en las fábricas de GM[5]).

Durante la pandemia hubo luchas contra el sacrificio que hacía el capital de las vidas obreras con peligro de contagio también de sus familias[6]. Pensamos que las luchas obreras que se dan actualmente en España forman parte de ese esfuerzo de la clase obrera por recuperarse y desarrollar su lucha, por ir descubriendo su identidad de clase.

El interés de la empresa es antagónico al interés de los trabajadores

Los trabajadores han mostrado una fuerte combatividad. Las compañeras limpiadoras del Gregorio Marañón han hecho huelga y han convocado concentraciones. A estas se han unido enfermeras, celadores y los MIR en huelga. En una carta pública, que parece fue adoptada por una asamblea de trabajadoras se dice: “los MIR, o ahora las y los celadores, están comenzando a organizarse y están saliendo a la lucha. Su lucha y la nuestra es la misma, ¡y por eso debemos golpear todos juntos!”. Una asamblea de trabajadores precarios de distintos sectores se celebró en las puertas del hospital Gregorio Marañón en apoyo de las trabajadoras de la limpieza. Estas expresiones de solidaridad, por limitadas que sean, expresan preocupaciones existentes en sectores obreros por unirse y comprenderse dentro de una lucha común.  

Los trabajadores de los MIR en toda España se han movilizado. Han tratado de implicar a compañeros de los hospitales y han puesto mesas para explicar su lucha a los pacientes y a sus familiares. Pese al corporativismo, su planteamiento es claramente por reivindicaciones obreras: “Los MIR reclaman la mejoría de sus salarios de miseria, algunos por debajo del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) si no llegan a hacer guardias. También mayor control y supervisión para que no terminen realizando tareas para las que no están formados ni psicológicamente ni profesionalmente. Además, denuncian que la Administración Pública les utiliza como mano de obra barata con la que se intenta cubrir los agujeros del sistema sanitario. Durante la cuarentena esta situación se agudizó y estos trabajadores-estudiantes fueron llevados hasta límites insoportables. Con jornadas continuadas de más de 24 horas en muchos casos y sin apenas días de libranza, ahora mucho de este personal en primera línea ni siquiera tiene asegurado un puesto de trabajo fijo[7]

En Cádiz, la manifestación de los trabajadores de Navantia se ha visto acompañada por trabajadores de Airbus y otras empresas. En Nissan se han realizado numerosas manifestaciones, pese a que los sindicatos han logrado encerrar la lucha en las cuatro paredes de la empresa. Una minoría de trabajadores protestó contra esta política diciendo que no se debía ir a la factoría de la empresa en Corrales de Buelna (Cantabria), sino extenderla en Barcelona, aunque no lograron imponer su criterio.

Denunciamos las trampas que sindicatos, gobiernos autonómicos y grupos izquierdistas han desarrollado para desviar la lucha obrera y llevarla a la derrota.

La primera trampa es HACER PASAR EL INTERES DE LA EMPRESA COMO INTERES DE LOS TRABAJADORES. Así en Navantia, los sindicatos piden “carga de trabajo”, o sea, que se le den más barcos a la empresa. Con ello, dicen, los trabajadores tendrán trabajo y podrán vivir.

Ahí hay gato encerrado. Se le pueden dar más contratos de barcos a la empresa, pero estos se van a hacer con MENOS TRABAJADORES, es decir, yendo unos a la calle y los que quedan TRABAJANDO MAS. El interés de la empresa es aumentar las ganancias y la acumulación y ello exige despidos, menos salarios, más horas de trabajo, ritmos más fuertes. Son intereses opuestos y antagónicos. Los sindicatos al presentar el interés de los trabajadores ligado a que haya “más contratos para la empresa”, lo que hacen es ATAR A LOS OBREROS AL CARRO DEL CAPITAL.

En la Primera Internacional, dentro de los sindicatos ingleses se expresaron ya esas ideas: “si la economía inglesa prosperaba los obreros también saldrían ganando”. Weston se hizo portavoz de estas ilusiones diciendo que la economía inglesa era como una sopera que cuando más grande fuera más sopa habría para los obreros, Marx demostró la falacia de tales argumentos: “El ciudadano Weston, a su vez, se olvida de que la 13 sopera de la que comen los obreros contiene todo el producto del trabajo nacional y que lo que les impide sacar de ella una ración mayor no es la pequeñez de la sopera ni la escasez de su contenido, sino sencillamente el reducido tamaño de sus cucharas[8].

Sanidad pública y sanidad privada ambas al servicio de la explotación capitalista

El gobierno regional de la señorita Diaz Ayuso ha tendido a las compañeras de la limpieza del Gregorio Marañón una trampa siniestra. Pretende que dejen de trabajar con contratos públicos para que trabajen con contratas privadas. Mediante esta jugada quiere imponerles condiciones de sueldo, horario etc., mucho peores.

Esta maniobra ha dado pie a una maniobra complementaria protagonizada por sindicatos, trotskistas, el sindicato radicaloide CGT etc.: desviar la lucha a la defensa de la sanidad pública contra las privatizaciones.

Privada o pública toda la sanidad está en manos del Estado capitalista. Directamente cuando es de titularidad pública, indirectamente a través de contratos, auditorias y controles, si es de propiedad privada. En la decadencia del capitalismo se desarrolla el CAPITALISMO DE ESTADO y éste controla por diferentes medios el conjunto de la sociedad.  Pública o privada es la misma explotación.

La sanidad no escapa a ello. Es una herramienta fundamental que tiene el Capital para reparar rápidamente la fuerza de trabajo y evitar epidemias que provocan grandes daños en la economía, es decir, EN SUS GANANCIAS Y SU ACUMULACION. Precisamente, la pandemia del COVID 19 se ha producido porque desde la crisis de 2008 el capital en todos los países respondió con brutales RECORTES en sanidad y otros sectores, esto ha degradado tan violentamente los mecanismos de control sanitario que el capital se ha visto obligado a imponer una medida propia de la edad media, el confinamiento, para evitar que la pandemia provocara muchas más muertes.

En la carta pública antes mencionada se dice: “la sanidad no se vende, se defiende”. Es verdad que, con las privatizaciones de áreas de la sanidad, grupos capitalistas hacen negocios suculentos. Pero ¿Dónde está realmente el “negocio” para el Capital en su conjunto, para todo el Capital Nacional? Pues en que toda la sanidad, pública y privada, sea lo más barata posible para que el capital pueda explotar a los trabajadores, imponiendo peores salarios y peores condiciones de trabajo.

Por ello, “defender la sanidad pública” es un engaño, es luchar por el INTERES DEL CAPITAL que es tener un sistema sanitario que le permita que sigamos trabajando, aunque estemos enfermos, no se colapsen los hospitales y no se produzcan situaciones de parálisis de la economía.

Pública o privada la sanidad no es un “servicio a las personas” sino una HERRAMIENTA DE LA EXPLOTACION CAPITALISTA. Lo que necesitan las trabajadoras de la limpieza es defender sus salarios, defender sus condiciones de trabajo, luchar junto con los demás trabajadores. Con la trampa de la sanidad pública, los sindicatos y los izquierdistas atan a los obreros al carro del Capital nacional, traducen con “argumentos paternalistas” lo que defiende Vox, que es “por España, todos sacrificarse por España”. En nombre de lo público sindicatos y Estado sacrifican a los trabajadores.

La nacionalización de empresas defiende el interés del Capital, no el de los trabajadores

En Alcoa sindicalistas y trotskistas proponen “nacionalizar la empresa”, “rescatarla de la multinacional canadiense”, dicen que con ello se “mantendrán los puestos de trabajo”.

¡Es un engaño! Les vamos a responder con lo que decían en 1938 unos revolucionarios de la Izquierda comunista en México, el Grupo de Trabajadores Marxistas que ante la comedia de las nacionalizaciones del petróleo y los ferrocarriles realizadas por el gobierno “progresista” del general Cárdenas denunciaron:

“¿Cuál es, entonces, según el marxismo, el alcance y significado de la "expropiación" de la propiedad de las compañías petroleras? En palabras sencillas: esta propiedad ha pasado de las manos de un grupo de explotadores (las compañías petroleras) a las manos de otro (el Estado mexicano). Nada más ni menos, la naturaleza de esta propiedad no ha cambiado en nada: queda propiedad capitalista como antes. Los trabajadores quedan en la misma posición de proletarios: tienen que vender su fuerza de trabajo al propietario de los instrumentos de producción, es decir, al dueño de los campos petrolíferos, de la maquinaria. del aparato de distribución, y el propietario (hoy el Estado mexicano) se queda con la plusvalía producida por los trabajadores, es decir, les explota. En otras palabras, la industria petrolera mexicana se ha convertido en una sola gigantesca Petromex, con capataces y especialistas "nacionales" en vez de extranjeros, y la tarea principal de esta Petromex grande es exactamente la misma que antes de la Petromex chica: Impedir o romper huelgas, como lo hizo en la huelga de protesta del año pasado[9]

Con Alcoa en manos del Estado español (o de su sucursal autonómica gallega) los despidos serán incluso muchos más porque, nos dirán, “ahora la empresa es del pueblo” y para que funcione “hay que hacer sacrificios”. Pedirán aún más sacrificios: rebaja de salarios, más ritmos, renunciar a prestaciones sociales etc. Es lo que ha pasado con las cajas de ahorros que fueron nacionalizadas en 2011-2012: el Estado las saneó, despidió a numerosos trabajadores, impuso condiciones laborales peores… y, finalmente, las entregó a las manos privadas.

Contra las ilusiones reaccionarias de que “el Estado nos salve” debemos recordar lo que dicen los compañeros de México: “El Estado moderno es la organización que se da la burguesía para defender sus intereses colectivos, sus intereses de clase, contra los ataques de los obreros por un lado y de los capitalistas individuales por otro (en primer lugar contra aquellos capitalistas y compañías que no quieren sacrificar parte de sus intereses individuales en favor de la defensa de los intereses colectivos de toda la clase burguesa contra los trabajadores). Todas las actividades del Estado capitalista, aunque se llame "obrerista", sirven para un solo fin: el reforzamiento del régimen capitalista. En la fase de la expansión del capitalismo, el reforzamiento de éste tenía un carácter progresivo, a pesar de la opresión creciente que de ello resultó, porque en aquellos tiempos, la historia todavía no había puesto la revolución proletaria en el orden del día. El único progreso posible era el capitalista. Hoy. En su fase de descomposición, es decir en la fase imperialista que vivimos, el reforzamiento o la "reforma" del capitalismo tiene un carácter sumamente reaccionario y contrarrevolucionario, porque hoy solamente la destrucción del capitalismo puede salvar a la humanidad de la barbarie. El rol actual del Estado es defender al capitalismo contra la revolución proletaria. En la fase imperialista, el Estado capitalista, cualquiera que sea su forma, es la verdadera encarnación de la reacción y contrarrevolución. Hoy no hay ni puede haber un Estado capitalista progresivo. Todos son reaccionarios y contrarrevolucionarios”.

Los sindicatos contra la clase obrera

En el estado capitalista los sindicatos son un aparato que colabora con las empresas, los gobiernos etc., para imponer el orden capitalista en el trabajo. Sin embargo, su función principal es sabotear desde dentro la lucha de los trabajadores. Ya hemos visto las banderas ideológicas que agitan (el bien de la empresa; la sanidad pública; las nacionalizaciones), pero también debemos ver cómo sabotean la lucha.

Encierran la lucha dentro de la empresa o del sector. Con ello los trabajadores quedan aislados y todos los instrumentos del Estado capitalista se abalanzan sobre ellos imponiéndoles finalmente la desmoralización y la derrota. En Nissan impidieron que los trabajadores se dirigieran a compañeros de otras empresas y desviaron las acciones a apedrear escaparates de concesionarias de Nissan o hacer un viaje agotador a Corrales de Buelna donde previamente la empresa había prometido mantener la producción oponiendo a los trabajadores de esa factoría contra sus compañeros de Barcelona.

Desde el año pasado, Nissan tenía previsto despidos y los sindicatos no hicieron nada: “Cabe recordar que Nissan Motor anunció que desde 2019 y hasta el primer trimestre de 2023 se desprenderá de más de 12,500 trabajadores en el mundo para mejorar la eficacia de su línea de producción[10]. En junio de 2020, Nissan en Aguascalientes – México, añadió 200 despidos más tomando como excusa la situación actual de la pandemia con el apoyo total de los sindicatos.

En Alcoa los sindicatos reducen la lucha a cortes de carreteras que molestan a gente que tiene que ir con su coche, furgoneta o camión a ganarse el pan, con lo que crean un enfrentamiento entre trabajadores y hacen la lucha impopular.

En la limpieza del Gregorio Marañón los sindicatos desvían hacia la “no privatización”, añadiendo que si se mantienen en lo público entonces habrá que aceptar “algunos sacrificios”. ¿Cuáles? No lo aclaran, por lo que están ofreciendo al gobierno los palos para golpear a los trabajadores. Por eso, la carta de las trabajadoras de la limpieza desarma a los trabajadores al pedir que “el Comité de Empresa del Hospital, y los distintos sindicatos presentes en el mismo, deben organizar asambleas a comienzo de septiembre de todo el personal sea cual sea su función, y sea cual sea su categoría, incluyendo aquellos servicios que ya estén externalizados”. ¡Es como si pidiéramos el zorro que cuide a las gallinas!

Perspectivas para futuras luchas

Por eso decimos NO. No ponerse en manos de los sindicatos, pues ponerse en manos de los sindicatos es ponerse en manos del enemigo capitalista. La lucha de la clase obrera debe hacerse fuera y contra los sindicatos[11]:

  • Tomando la lucha en manos de todos los obreros a través de Asambleas Generales donde todos están unidos, piensan y deciden juntos;
  • Extendiendo la lucha a las demás empresas y sectores proponiendo manifestaciones unidas y acciones conjuntas;
  • No atarse de pies y manos al capital, rechazando por tanto las trampas de la sanidad pública, reclamar pedidos para la empresa, nacionalizaciones etc.
  • Rechazar las propuestas de los grupos izquierdistas que, de forma “crítica” y con consignas “radicales” defienden a los sindicatos y al Estado. Ante los primeros niegan la autoorganización de los trabajadores proponiendo limitarse a ser “la base” que reclama a “los dirigentes”. Ante el segundo, piden una “industria nacional en manos del pueblo”.

Los compañeros que quieren impulsar una lucha obrera autónoma que no se vea condenada al fracaso deben crear comités de lucha, como decía nuestro artículo sobre las luchas en Francia: "Los trabajadores más combativos y decididos ya sean activos o desempleados, jubilados o estudiantes, deben tratar de formar 'comités de lucha' interprofesionales abiertos a todas las generaciones para prepararse para futuras luchas. Debemos aprender las lecciones de este movimiento, entender cuáles han sido sus dificultades para poder superarlas en futuras luchas".

Marjane y Omar 5-8-20

 

[6] Ver Covid-19: a pesar de todos los obstáculos, la lucha de clases trata de forjar su futuro https://es.internationalism.org/content/4569/covid-19-pesar-de-todos-los-obstaculos-la-lucha-de-clases-trata-de-forjar-su-futuro 

Situación nacional: 

Geografía: 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

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