Hace cincuenta años, Mayo del 68: la difícil evolución del medio político proletario (II)

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En la primera parte de este artículo, examinamos algunos de los hechos más importantes acaecidos en el medio proletario internacional después de los acontecimientos de Mayo del 68 en Francia. Comprobábamos que, aunque el resurgir de la lucha de clases dio un ímpetu significativo a la reactivación del movimiento político proletario y, por lo tanto, al agrupamiento de sus fuerzas, esta dinámica empezó a encontrar dificultades desde principios de la década de los 80. Retomamos la historia a partir de esta fecha. Esta "historia" no pretende ser exhaustiva y no vamos a disculparnos porque se haga desde la perspectiva "partidista" de la CCI. Podrá completarse en el futuro con contribuciones de compañeros con experiencias y perspectivas diferentes.

La huelga de masas en Polonia en 1980 demostró la capacidad de la clase obrera para organizarse independientemente del Estado capitalista, para unificar sus luchas en todo un país, para unir sus reivindicaciones económicas y políticas. Pero como dijimos en su momento: al igual que en Rusia en 1917, el problema pudo plantearse en Polonia, pero sólo podría resolverse a nivel internacional[1]. La clase obrera de Europa occidental, en particular, se vio ante un reto: el empeoramiento irreversible de la crisis capitalista exigía alcanzar las mismas cotas de autoorganización y unificación de sus luchas, pero al mismo tiempo ir más allá del movimiento en Polonia en cuanto a politización. Los obreros polacos, al luchar contra un régimen brutal que afirmaba que los sacrificios que exigía eran otras tantas etapas hacia un futuro comunista, no pudieron, en lo político, rechazar toda una serie de mistificaciones políticas, en especial la de que sus condiciones podían mejorar con un régimen democrático que permitiera a "sindicatos libres" organizar a la clase obrera. La tarea específica de los obreros de Occidente, conocedores durante muchos años de la amarga experiencia del fraude de la democracia parlamentaria y el papel de sabotaje de los sindicatos formalmente separados del Estado capitalista, era desarrollar una perspectiva verdaderamente proletaria: la huelga masiva que avanzaba hacia la confrontación directa con el sistema capitalista, lo cual es el objetivo de una sociedad verdaderamente comunista.

No cabe la menor duda de que los trabajadores occidentales estuvieron a la altura del reto luchando contra una nueva serie de ataques a su nivel de vida, ataques llevados a cabo por regímenes de derechas en el poder, dispuestos a imponer niveles masivos de desempleo para "reducir" el inflado aparato económico heredado del período keynesiano de la posguerra. En Bélgica, en 1983, los trabajadores dieron pasos importantes hacia la extensión de la lucha, no basándose en deliberaciones de dirigentes sindicales, sino enviando delegaciones masivas a otros sectores para invitarlos a unirse al movimiento. En los dos años siguientes, las huelgas de los trabajadores del automóvil, del acero, de la imprenta y especialmente de la minería en Reino Unido fueron la respuesta del proletariado al nuevo régimen "thatcheriano".

Aquellas huelgas llevaban en sí un potencial real de unificación, siempre que se deshicieran de la rancia idea sindical de que el enemigo capitalista podría ser derrotado resistiendo el mayor tiempo posible encerrado en un sector. En otros lugares de Europa -entre los ferroviarios y los sanitarios en Francia, o los de la educación en Italia-, los trabajadores fueron más lejos al intentar romper el control paralizante de los sindicatos, organizándose en asambleas generales con comités de huelga elegidos y revocables, y haciendo tímidos esfuerzos por coordinar esos comités.

Como hemos dicho en la primera parte de este artículo, era absolutamente necesario que las pequeñas organizaciones revolucionarias que existían en aquel entonces, incluso con sus medios limitados, participaran en esas luchas, hicieran oír su voz mediante prensa, volantes, intervenciones, en manifestaciones, piquetes y asambleas generales, hicieran propuestas concretas para extender y autoorganizar la lucha, desempeñaran un papel en la formación de grupos de obreros combativos que trataran de estimular la lucha y sacar las lecciones más importantes. La CCI dedicó gran parte de sus recursos en la década de 1980 a esas tareas, y entablamos una serie de polémicas con otras organizaciones proletarias que, en nuestra opinión, no habían captado suficientemente el potencial de aquellas luchas, especialmente porque carecían de una visión general e histórica de la "marcha" del movimiento de la clase[2].

Y sin embargo, como también hemos reconocido en otros lugares[3], nos ha faltado también a nosotros claridad sobre las dificultades crecientes de la lucha. Tuvimos tendencia a subestimar la importancia de las duras derrotas sufridas por sectores emblemáticos como el de los mineros del Reino Unido, a no calibrar bien la reticencia de la clase hacia los métodos y la ideología sindicales: incluso cuando había una fuerte tendencia a organizarse fuera de los sindicatos, la extrema izquierda de la burguesía creó sindicatos postizos, o incluso "coordinaciones" extra-sindicales para mantener la lucha dentro de los límites de la defensa de los intereses sectoriales y, en última instancia, del sindicalismo. Y sobre todo, a pesar de la determinación y la combatividad de aquellas luchas, no hubo muchos avances en el desarrollo de una perspectiva revolucionaria. La politización del movimiento permaneció, en el mejor de los casos, embrionaria.

Desde finales de los años 80, hemos defendido que tal situación -la de una clase obrera lo bastante fuerte como para resistir el empuje hacia otra guerra mundial, pero incapaz de ofrecer a la humanidad la perspectiva de una nueva forma de organización social- era una especie de callejón sin salida social que daba paso libre a lo que denominamos fase de descomposición social[4]. El desmoronamiento del bloque del Este en 1989, que marcó la entrada definitiva en esa nueva fase de la decadencia del capitalismo, fue como una alarma que nos hizo reflexionar profundamente sobre el porvenir del movimiento de clase internacional que se había manifestado en oleadas sucesivas desde 1968. Empezamos a comprender que el nuevo período plantearía dificultades considerables para la clase obrera, especialmente (pero no sólo) debido a la poderosa campaña ideológica desencadenada por la burguesía que proclamó la muerte del comunismo y la refutación final del marxismo[5].

En la primera parte de este artículo, observamos que, ya a principios de los años ochenta, el medio político proletario había pasado por una crisis importante, marcada por el fracaso de las Conferencias Internacionales de la Izquierda Comunista, las escisiones dentro de la CCI y la implosión del Partido Comunista Internacional bordiguista (Programme Communiste). Las principales organizaciones políticas de la clase obrera entraron así en ese nuevo e incierto período en un estado de debilitamiento y desunión. El fracaso general de la clase para politizar sus luchas también significó que el crecimiento muy significativo del medio político proletario a fines de los años sesenta y setenta había comenzado a desacelerarse o estancarse. Además, desde nuestro punto de vista, ninguna de las organizaciones existentes, excepto la CCI, disponía del marco teórico para comprender las características de la nueva fase de decadencia: algunos de ellos, como los bordiguistas, rechazaban más o menos totalmente el concepto de decadencia, mientras que otros, como Battaglia Comunista y la CWO –Communist Workers Organisation- ahora agrupados en el BIPR (Buró Internacional para el Partido Revolucionario), usaban un concepto de decadencia pero no estaban interesados en evaluar la relación de fuerzas histórica entre las clases (a lo que nosotros llamábamos la cuestión del "curso histórico"). De ahí que la idea de un impasse social no tuviera sentido para ellos.

El impacto de la descomposición

El peligro principal de la descomposición para la clase obrera es que gradualmente socava la base misma de su naturaleza revolucionaria, o sea su capacidad, en realidad necesidad fundamental, de asociación. La tendencia a "sálvese quien pueda" es inherente al modo de producción capitalista, pero adquiere una nueva intensidad, incluso una nueva cualidad, en esta fase final de la decadencia capitalista. Esta tendencia puede ser resultado de factores materiales e ideológicos - por la dispersión física de las concentraciones proletarias resultante de despidos y deslocalizaciones masivas, y por el esfuerzo deliberado de dividir a los obreros (por cuestiones nacionales, raciales, religiosas, etc.); por la competencia por el empleo o los beneficios sociales y por las campañas ideológicas sobre lo bueno que es el consumo o la democracia. Su efecto global es socavar la capacidad del proletariado de considerarse a sí mismo como una clase con intereses específicos, de unirse como clase contra el capital. Esto está estrechamente vinculado a la disminución de las luchas de la clase obrera en las últimas tres décadas.

La minoría revolucionaria, como parte de la clase, no se libra de la presión de un sistema social cuya ausencia de futuro es una evidencia patente. Para los revolucionarios, el principio de asociación se expresa en la formación de organizaciones revolucionarias y la participación en actividades militantes organizadas. La tendencia opuesta es la huida hacia soluciones individuales, la pérdida de confianza en la actividad colectiva, la desconfianza en las organizaciones revolucionarias y la desesperanza ante el futuro. Cuando se derrumbó el bloque del Este y comenzó a surgir la perspectiva de un profundo declive de la lucha de clases, nuestro camarada Marc Chirik, que había experimentado toda la dureza del período contrarrevolucionario y había resistido a su impacto mediante una actividad militante en las fracciones de la Izquierda Comunista, dijo en cierta ocasión: "Ahora se verá quiénes son los militantes de verdad". Por desgracia, Marc, que murió en 1990, ya no está aquí para ayudarnos a adaptarnos a unas condiciones en las que a menudo nadamos contra la corriente, aunque sí que hizo todo lo que pudo para transmitirnos los principios organizativos que son la mejor defensa contra futuras tempestades.

En la primera parte de este artículo ya hemos explicado que las crisis son un producto inevitable de la situación de las organizaciones revolucionarias en la sociedad capitalista, del bombardeo incesante de la ideología burguesa en sus diversas formas. La CCI siempre ha sido favorable a dar cuenta de sus propias dificultades y divergencias internas, aunque su objetivo sea presentarlas de manera coherente y no simplemente "poniéndolo todo encima de la mesa". También subrayamos que las crisis siempre deben obligar a la organización a aprender de ellas y, por lo tanto, a fortalecer su propio arsenal político.

La progresiva descomposición de la sociedad capitalista tiende a hacer que tales crisis sean más frecuentes y peligrosas. Así fue sin duda el caso en la CCI en los años noventa y a principios de este siglo. Entre 1993 y 1995, nos vimos en la necesidad de enfrentarnos a las actividades de un clan que tenía profundas raíces en el órgano central internacional de la CCI, una "organización dentro de la organización" que tenía un extraño parecido con la fraternidad internacional de los bakuninistas de la Primera Internacional, incluyendo el papel principal desempeñado por un aventurero político, JJ, impregnado de las prácticas manipuladoras de la francmasonería. Tal predilección por lo oculto era ya una expresión de la poderosa marea de irracionalidad que tiende a inundar la sociedad actual. Al mismo tiempo, la formación de clanes dentro de una organización revolucionaria, independientemente de su ideología específica, se relaciona con esa búsqueda de comunidades ilusorias y postizas, que es una característica social muy profunda de este período[6].

La respuesta de la CCI a esos fenómenos fue primero sacarlos a la luz y profundizar sus conocimientos sobre cómo se había defendido el movimiento marxista históricamente contra ellos. Por eso elaboramos un texto de orientación sobre el funcionamiento, un texto que se arraiga en las batallas organizativas de la Primera Internacional y del POSDR, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia[7], y una serie de artículos sobre la lucha histórica contra el sectarismo, el aventurerismo, la masonería, el parasitismo político[8]. En particular, estos artículos identifican a Bakunin como un ejemplo de aventurero desclasado que utiliza el movimiento obrero como trampolín para sus propias ambiciones personales, y a la Fraternidad Internacional como ejemplo temprano de parasitismo político: una forma de actividad política que, mientras en la superficie parece obrar por la causa revolucionaria, está, en realidad, llevando a cabo un trabajo de denigración y destrucción que sólo puede servir al enemigo de clase.

El propósito de esos textos no sólo era armar a la CCI contra los riesgos de infección por una moral y unos métodos de clase ajenos al proletariado, sino también estimular un debate en todo el medio proletario sobre esos temas. Desafortunadamente, recibimos poca o ninguna respuesta a esas contribuciones de grupos serios del medio, como el BIPR, que tendía a considerarlas sólo como extraños caballos de batalla de la CCI. Aquellos que ya eran abiertamente hostiles a la CCI -como los restos del Communist Bulletin Group (CBG)- las tomaron como prueba final de que la CCI había degenerado en una secta extravagante que había que evitar a toda costa[9]. Nuestros esfuerzos por dar un marco claro para comprender el creciente fenómeno del parasitismo político -las tesis sobre el parasitismo publicadas en 1998[10]- acarrearon el mismo tipo de reacción. Y muy rápidamente, la falta de comprensión de esos problemas por parte del medio no sólo se plasmó en una actitud de neutralidad hacia elementos que el único papel que desempeñan es el de destructores del movimiento revolucionario. Como veremos, todo eso llevó desde la "neutralidad" hasta la tolerancia, para acabar en cooperación activa con esos individuos.

El desarrollo del parasitismo político

A principios de los 2000, la CCI se enfrentó de nuevo a una grave crisis interna. Varios militantes de la organización, miembros también esta vez del órgano central internacional, que habían desempeñado un papel activo en la denuncia de las actividades del clan JJ, formaron un nuevo clan que retomó algunos de los temas del anterior, entre los cuales, el de atacar a los camaradas que habían defendido con más firmeza los principios organizativos, difundiendo incluso rumores de que uno de ellos sería un agente estatal que manipulaba a los demás.

La llamada "Fracción Interna de la Corriente Comunista Internacional" (FICCI) ha demostrado ampliamente desde entonces que a menudo existe una línea muy fina entre la actividad de un clan dentro de la organización y la de una organización parasita en toda regla. Los elementos que formaron la FICCI fueron excluidos de la CCI por actos indignos de un militante comunista, incluyendo el robo de fondos de la organización y la publicación de información interna sensible que podría haber puesto a nuestros militantes en peligro ante la policía. Desde entonces, este grupo, que más tarde cambió su nombre por el de Grupo Internacional de la Izquierda Comunista, ha dado nuevas pruebas de que encarna una forma tan feroz de parasitismo que es imposible distinguirlo de las actividades de una policía política. En 2014, nos vimos obligados a denunciar públicamente a este grupo que una vez más había logrado robar material interno de la CCI y que buscaba utilizarlo para denigrar a nuestra organización y a sus militantes[11].

Está claro que un grupo que se comporta de tal manera es un peligro para todos los revolucionarios, independientemente de las posiciones políticas formalmente correctas que defienda. La respuesta de un medio comunista que comprendiera la necesidad de solidaridad entre sus organizaciones sería excluir del campo proletario tales prácticas y a quienes las propagan; como mínimo habría que retomar las tradiciones del movimiento obrero en las que ese tipo de comportamiento, o las acusaciones contra la integridad de una organización militante o revolucionaria, requerían la formación de un "Jurado de Honor" para establecer la verdad sobre tales conductas o acusaciones[12]. Y en 2004 una serie de acontecimientos a los que llamamos el caso "Círculo" mostraron hasta qué punto el movimiento político proletario actual se ha alejado de esas tradiciones.

En 2003, la CCI entró en contacto con un nuevo grupo en Argentina, el Núcleo Comunista Internacionalista (NCI). Tras intensas conversaciones con la CCI, se produjo un acercamiento innegable a las posiciones de nuestra organización y se planteó la cuestión de la posible formación de una sección de la CCI en Argentina. Ocurría, sin embargo, que un miembro de este grupo, al que llamamos "B", poseía el monopolio del equipo informático disponible para los camaradas y, por lo tanto, de la comunicación con otros grupos e individuos, y durante nuestras conversaciones quedó claro que ese individuo se veía como una especie de gurú político que había asumido la tarea de representar al NCI en su conjunto. Durante la visita de la delegación de la CCI en 2004, “B” solicitó que el grupo se integrara inmediatamente en la CCI. Respondimos que estábamos interesados principalmente en la claridad política y no en la creación de “franquicias” y que se necesitaba mucha más discusión antes de que se pudiera dar ese paso. Al quedar así frustrada su ambición de utilizar a la CCI como trampolín para su prestigio personal, B dio un giro repentino: sin que lo supieran los demás miembros del NCI, se puso en contacto con la FICCI y, con el apoyo de ésta, declaró de buenas a primeras que el NCI había roto con la CCI debido a sus métodos estalinistas y había formado un nuevo grupo, el Círculo de Comunistas Internacionalistas. Gran alegría de la FICCI al publicar esa gran noticia en su boletín. Pero lo peor fue que el BIPR [que también se había puesto en contacto con la FICCI, sin duda halagado por la afirmación de ésta de que, ahora que la CCI había degenerado por completo, el BIPR se había convertido en el verdadero polo de agrupamiento de los revolucionarios] también publicó la declaración del Círculo en su sitio web en tres idiomas.

La respuesta de la CCI a ese lamentable caso fue muy detallada. Después de establecer los hechos -que el nuevo grupo era de hecho un puro invento de B, y que los demás miembros del NCI no sabían nada sobre la supuesta escisión con la CCI- escribimos una serie de artículos denunciando el comportamiento aventurero de B, la actividad parasitaria de la FICCI - y el oportunismo del BIPR, que estaba dispuesto a tragarse un montón de calumnias contra la CCI, sin el menor intento de investigación, y con la idea de demostrar que "algo se está moviendo en Argentina", lejos de la CCI y sí en dirección del BIPR. Cuando la CCI demostró formalmente que B era un impostor político, y cuando los propios camaradas del NCI negaron haber roto con la CCI, entonces el BIPR eliminó discretamente los documentos del Círculo de su sitio web, sin dar ninguna explicación y menos todavía haciendo alguna forma de autocrítica. Una actitud igualmente ambigua surgió más o menos al mismo tiempo cuando se hizo evidente que el BIPR había utilizado una lista de direcciones robadas por la FICCI cuando ésta había sido expulsada de la CCI para anunciar una reunión pública del BIPR en París[13].

Este caso demuestra que el problema del parasitismo político no es, ni mucho menos, un invento de la CCI, y menos todavía un medio para silenciar a quienes se oponen a nuestros análisis, como algunos han dicho. Es un peligro real para la salud del medio proletario y un serio obstáculo para la formación del futuro partido de clase. Esto es lo que concluyen nuestras tesis sobre el parasitismo:

- “Lo que era válido en tiempos de la AIT, lo sigue siendo hoy. La lucha contra el parasitismo es una de las responsabilidades esenciales de la Izquierda Comunista. Se entronca plenamente con la tradición de sus empecinados combates contra el oportunismo. Es hoy uno de los componentes básicos en la preparación del partido de mañana y por ello mismo condiciona, en parte, tanto el momento en que podrá surgir como su capacidad para desempeñar su función en las luchas decisivas del proletariado.”

La función de los grupos parásitos es sembrar la división en el campo proletario difundiendo rumores y calumnias, introduciendo prácticas ajenas a la moral proletaria, como el robo y las maniobras entre bastidores. El hecho de que su principal objetivo haya sido construir un muro alrededor de la CCI, aislarla de otros grupos comunistas y evitar que elementos emergentes se impliquen con nosotros, no significa que estén perjudicando únicamente a la CCI; su actividad debilita a todo el medio y su capacidad de cooperación para formar el partido del futuro. Además, dado que sus actitudes nihilistas y destructivas son un reflejo directo del creciente peso de la descomposición social, cabe suponer que estén cada día más presentes en los tiempos venideros, especialmente si el medio proletario sigue abierto al peligro que representan.

2004-2011: surgen nuevas fuerzas políticas y también nuevas dificultades

El artículo sobre nuestra experiencia con el NCI trata sobre la reactivación de la lucha de clases y el surgimiento de nuevas fuerzas políticas. La CCI había observado signos de esta recuperación en 2003, pero la prueba más clara de que algo estaba cambiando fue la lucha de los estudiantes contra la ley del Contrato de Primer Empleo (CPE) en Francia en 2006, un movimiento que demostró una capacidad real de autoorganización en asambleas y amenazó con extenderse a sectores asalariados, obligando así al gobierno francés a anular el CPE[14]. Ese mismo año, los siderúrgicos de Vigo, en España, adoptaron la forma asamblearia, mostrando además una voluntad real de integrar a otros a sectores en el movimiento[15]. Y tras el crac financiero de 2008, en 2010, fuimos testigos de una gran lucha por parte de los estudiantes universitarios y de secundaria sobre los gastos por matrícula y las becas en Reino Unido, y de un movimiento contra las "reformas" de las pensiones en Francia. Al año siguiente, 2011, irrumpió la "Primavera Árabe", una ola de revueltas sociales en las que la influencia del proletariado variaba de un país a otro, pero que, en Egipto, Israel y en otros lugares, dio al mundo el ejemplo de ocupar espacios públicos y celebrar asambleas regulares -un ejemplo tomado por el movimiento Occupy en Estados Unidos, por las asambleas de Grecia y, lo que fue más importante todavía, por el movimiento de los Indignados en España. Éste, en particular, sentó las bases para cierto nivel de politización mediante debates animados sobre la obsolescencia del capitalismo y la necesidad de una nueva forma de sociedad[16].

Aquella politización, a un nivel más general, vino acompañada por la aparición de nuevas fuerzas en busca de respuestas revolucionarias al estancamiento del orden social. Algunas de aquellas fuerzas se orientaron hacia las posiciones y las organizaciones de la Izquierda Comunista. Dos grupos diferentes de Corea del Sur fueron invitados a los congresos de la CCI durante ese período, así como el grupo EKS de Turquía y nuevos contactos de Estados Unidos. Y se iniciaron discusiones con grupos o círculos de discusión de Sudamérica, los Balcanes y Australia; algunos de estos grupos y círculos acabaron siendo nuevas secciones de la CCI (Turquía, Filipinas, Ecuador y Perú). La TCI también ha ganado nuevas fuerzas desde entonces.

También hubo un desarrollo significativo de una corriente internacionalista en el anarquismo, que se manifestó, por ejemplo, en discusiones en el foro de internet libcom, y en el crecimiento de nuevos grupos anarcosindicalistas críticos del sindicalismo "institucionalizado" de organizaciones como la CNT.

La CCI reaccionó lo más ampliamente posible ante esos hechos, algo absolutamente necesario: si no se transmite el legado de la Izquierda Comunista a una nueva generación, no habrá la menor esperanza de que surja un movimiento hacia el partido del futuro.

Pero hubo debilidades significativas en nuestra intervención. Cuando decimos que el oportunismo y el sectarismo son enfermedades del movimiento obrero, resultado de la presión constante de la ideología de otras clases sobre el proletariado y sus organizaciones políticas, no sólo criticamos a otras organizaciones, sino que también esa crítica nos sirve para evaluar nuestra propia capacidad de resistir a esa presión y mantener los métodos y las adquisiciones de la clase obrera en todas las dimensiones de nuestra actividad.

La sección turca de la CCI, integrada en 2009, dejó la CCI en 2015 para formar un grupo de corta duración, Pale Blue Jadal. En nuestro intento de hacer balance de este fracaso, hemos puesto de relieve nuestros propios errores oportunistas en el proceso de su integración:

- “Nuestra integración del grupo EKS como sección turca de la CCI ha sido un proceso infectado de oportunismo. No vamos a precisar aquí las razones de tal situación: baste decir que intentamos forzar el ritmo de la historia, y esa es una receta clásica del oportunismo.

Forzar el ritmo, por supuesto, lo decidimos nosotros; significó principalmente decidir acelerar las discusiones con el grupo EKS, que se convertiría en nuestra sección en Turquía. En particular, decidimos:

- 1. Reducir drásticamente el tiempo dedicado a las discusiones organizativas con los miembros de EKS antes de su integración, sobre la base de que el arte de construir una organización se aprende esencialmente con la experiencia.

- 2. Integrar al EKS como grupo y no como individuos. Aunque nuestros estatutos lo prevén, existe el peligro de que los nuevos militantes se vean a sí mismos, no ante todo como militantes individuales de una organización internacional, sino como miembros de su grupo de origen"[17].

Como argumentábamos en la primera parte de este artículo, el oportunismo y el sectarismo van a menudo de la mano. Y, retrospectivamente, algunos elementos de nuestra respuesta en el asunto del Círculo pueden ciertamente considerarse sectarios. Ante el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, por una parte, y ante las últimas pruebas de la dificultad del BIPR para comportarse según principios claros y el sectarismo rígido e inalterable de los bordiguistas, la CCI tenía cierta tendencia a concluir que el "viejo medio" ya estaba agotado y que nuestras esperanzas para el futuro debían basarse en las nuevas fuerzas con las que estábamos empezando a encontrarnos.

Ese fue el aspecto sectario de nuestra reacción. Pero una vez más, también tenía un cariz oportunista. Para convencer al nuevo medio de que no éramos sectarios, en 2012 hicimos nuevas aperturas hacia la TCI, abogando por la reanudación de las discusiones y el trabajo conjunto que se habían interrumpido desde el fracaso de las Conferencias Internacionales a principios de la década de los 80. Esto era correcto en sí mismo y era la continuación de una política que habíamos seguido, sin mucho éxito, durante las décadas de 1980 y 1990[18]. Pero para iniciar ese proceso, aceptamos sin más la explicación dada por la TCI sobre su conducta en el caso del Círculo: que era esencialmente obra de un camarada que había fallecido después. Aparte de la cuestionable moral de semejante explicación por parte de la TCI, no aportó la menor aclaración sobre su voluntad de renunciar a formar una alianza con elementos que realmente no tenían su lugar en el medio proletario. Y al final, las discusiones que iniciamos con la TCI se empantanaron rápidamente al discutir sobre el parasitismo, foso hasta hoy infranqueable, o sea saber qué grupos y elementos pueden considerarse como componentes legítimos de la Izquierda Comunista. Y ése no fue el único ejemplo de una tendencia de la CCI a dejar de lado esa cuestión vital al ser ésta claramente impopular en el medio proletario. También está el ejemplo de la integración del EKS, que nunca estuvo de acuerdo con nosotros sobre el tema del parasitismo, y ciertos acercamientos a grupos que nosotros mismos consideramos parasitarios, como el CBG (acercamientos que no llevan a ninguna parte).

Los artículos de la CCI de este período muestran un comprensible optimismo sobre el potencial de las nuevas fuerzas (ver por ejemplo el artículo sobre nuestro XVIII Congreso[19]). Pero al mismo tiempo se subestimaban muchas de las dificultades de los nuevos elementos que habían aparecido en esta fase de descomposición.

Como ya hemos dicho, de ese incremento de movimientos surgió cierta cantidad de personas que se inclinaron hacia la Izquierda Comunista, integrándose algunas en sus principales organizaciones. Al mismo tiempo, muchas de ellas no sobrevivieron por mucho tiempo - no sólo la sección turca de la CCI, sino también el NCI o el grupo de discusión formado en Australia[20] y una serie de contactos que surgieron en Estados Unidos. De manera más general, la influencia del anarquismo en esta nueva ola de elementos “en búsqueda” fue omnipresente, lo cual, en cierto modo, plasmaba el hecho de que el traumatismo del estalinismo y su impacto en la noción de organización política revolucionaria, seguía siendo un factor activo en la segunda década tras el desmoronamiento del bloque ruso.

El desarrollo del medio anarquista en aquella época no fue del todo negativo. Por ejemplo, el foro de Internet libcom, que fue objeto de numerosos debates políticos internacionales durante su primera década de existencia, estaba dirigido por un colectivo que tendía a rechazar el izquierdismo y los estilos de vida anarquistas y a defender algunos de los fundamentos del internacionalismo. Algunos de ellos provenían del activismo superficial del medio "anticapitalista" de los años noventa y habían empezado a ver a la clase obrera como la fuerza del cambio social. Pero esta búsqueda quedó bloqueada en gran medida por el desarrollo del anarcosindicalismo, que reduce el reconocimiento válido del papel revolucionario de la clase obrera a una perspectiva económica incapaz de integrar la dimensión política de la lucha de clases, y sustituye el activismo limitado a la calle por el activismo en el trabajo (la noción de formación de "organizadores" y "sindicatos revolucionarios"). Por paradójico que parezca, este entorno también se ha visto influido por las teorías de la "comunistización", que es una expresión muy explícita de la pérdida de la convicción de que el comunismo sólo puede lograrse mediante la lucha de la clase obrera. Pero la paradoja es más aparente que real, ya que el sindicalismo y la “comunistización” reflejan un intento de eludir la realidad de que una lucha revolucionaria es también una lucha por el poder político, y requiere la formación de una organización política proletaria. Más recientemente, libcom y otras expresiones del movimiento anarquista han sido aspiradas por diversas formas de esa política “identitaria”, o sea un todavía mayor distanciamiento del enfoque proletario[21]. Mientras tanto, otros sectores del movimiento anarquista han sido completamente absorbidos por las pretensiones del nacionalismo kurdo de haber establecido una especie de comuna revolucionaria en Rojava[22].

También hay que decir que el nuevo medio –al igual que los grupos revolucionarios establecidos- tenía pocas defensas contra la atmósfera deletérea moral de la descomposición y, en particular, contra la agresión verbal y las actitudes que a menudo infestan las redes sociales. En libcom, por ejemplo, los miembros y partidarios de los grupos de la Izquierda Comunista, y de la CCI en particular, tuvieron que luchar duro para romper el muro de hostilidad en el que se consideraban como algo evidente las calumnias de grupos parasitarios como el CBG. Y mientras que en los primeros años de libcom parecía haber algún progreso en la cultura del debate, la atmósfera se deterioró significativamente como resultado de la implicación del "colectivo libcom" en el escándalo del "Aufhebengate". En esta ocasión, la mayoría del colectivo adoptó una actitud de camarilla defendiendo a uno de sus amigos del grupo Aufheben, que había afirmado claramente haber cooperado con las estrategias policiales contra las manifestaciones callejeras[23].

Otros ejemplos de este tipo de decadencia moral que pueden darse entre quienes defienden la causa del comunismo, y uno de los más evidentes, es el de un miembro del grupo de “comunistizadores” griego Blaumachen, que se convirtió en ministro del gobierno de SYRIZA[24]. Pero los grupos de la Izquierda Comunista tampoco se han librado de esas dificultades: ya hemos mencionado las cuestionables alianzas que el BIPR ha establecido con algunos grupos parásitos. Y más recientemente, el BIPR se vio obligado a disolver su sección en Canadá, que había adoptado una actitud apologética hacia uno de sus miembros que había cometido abusos sexuales, mientras que un grupo de simpatizantes griegos adoptó de repente el nacionalismo más feroz ante la crisis de la inmigración[25]. Y el propio CCI experimentó lo que llamamos una "crisis moral e intelectual" cuando una de nuestras compañeras, entre las más decididas en su oposición a las políticas oportunistas que habíamos adoptado en algunas de nuestras actividades (y que anteriormente había sido blanco de clanes en la década de 1990), fue sometida a una campaña de la que fue "chivo expiatorio"[26]. Un "Jurado de Honor" formado en la organización consideró nulos todos los cargos en su contra.

Esos hechos demuestran que la cuestión del comportamiento, la ética y la moral ha sido siempre un elemento clave en la construcción de una organización revolucionaria digna de ese nombre. El movimiento revolucionario no podrá superar sus divisiones sin enfrentar este problema.

Problemas actuales y perspectivas

Las señales de un renacimiento de la lucha de clases que surgieron en 2006-2011 fueron eclipsadas en gran medida por una ola reaccionaria que hizo surgir al populismo y la instauración de una serie de regímenes autoritarios, en particular en un país como Egipto, que fue central en la "primavera árabe". El resurgir del chauvinismo y la xenofobia ha afectado a algunos de los mismos lugares en los que, en 2011, surgieron los primeros signos de un nuevo florecer internacionalista: así ha sido con la oleada de nacionalismo en Cataluña, allí donde antes había latido con fuerza el movimiento de los Indignados. Y si bien el auge del nacionalismo pone de relieve el peligro de conflictos imperialistas sangrientos en el período venidero, también pone de relieve la incapacidad total del sistema existente, desgarrado por la rivalidad y la competencia, para hacer frente a la creciente amenaza de la destrucción del medio ambiente. Todo esto contribuye a crear un clima generalizado de ceguera ante el futuro apocalíptico que nos depara el capitalismo, o, si no, de nihilismo y desesperanza.

En resumen, el sombrío clima social y político no parece propicio para el desarrollo de un nuevo movimiento revolucionario, que sólo puede preverse con la convicción de que es posible un futuro alternativo.

Y una vez más, se ha avanzado poco en la mejora de las relaciones entre los grupos comunistas existentes, donde parece que un paso adelante va seguido de dos pasos atrás: por ejemplo, mientras que en noviembre de 2017 la CWO aceptó la invitación de la CCI de hacer una presentación en nuestro jornada de discusión sobre la Revolución de Octubre, ha rechazado desde entonces sistemáticamente cualquier otra iniciativa de este tipo.

¿Significa esto, como dijo recientemente un miembro de la CWO, que la CCI está desmoralizada y es pesimista sobre el futuro de la lucha de clases y el potencial para la formación del partido del mañana?[27]

Cierto es que no le vemos ningún sentido a negar las dificultades muy reales que enfrenta la clase obrera y las de desarrollar una presencia comunista en su seno. Una clase que ha perdido cada vez más el sentido de su propia existencia como clase no aceptará fácilmente los argumentos de quienes, en contra de todas las expectativas, siguen insistiendo en que el proletariado no sólo existe sino que tiene la clave para la supervivencia de la humanidad.

Y sin embargo, a pesar de los peligros muy tangibles de esta última fase de decadencia capitalista, no creemos que la clase obrera haya dicho su última palabra. Todavía hay una serie de elementos que indican una posible restauración de la identidad y la conciencia de clase entre las nuevas generaciones del proletariado, como afirmamos en nuestro 22º Congreso en la “Resolución sobre la lucha de clases internacional”[28].

También estamos siendo testigos de un nuevo proceso de politización comunista dentro de una pequeña pero significativa minoría de la nueva generación, que a menudo entra en relación directa con la Izquierda Comunista. En Estados Unidos en particular, pero también en Australia, Gran Bretaña, Sudamérica, etc., han aparecido personas en busca de esclarecimientos, así como nuevos grupos y círculos. Es un verdadero testimonio de la capacidad del "viejo topo" del que hablaba Marx para seguir avanzando bajo la superficie de los acontecimientos.

Al igual que los nuevos elementos que surgieron hace unos diez años, este nuevo medio afronta muchos peligros, incluida la ofensiva “diplomática” de ciertos grupos parasitarios y la condescendencia de organizaciones proletarias como el BIPR hacia ellos. Resulta difícil para muchos de estos jóvenes camaradas comprender la naturaleza necesariamente a largo plazo del compromiso revolucionario y la necesidad de evitar la impaciencia y la precipitación. Su aparición expresa un potencial que sigue existiendo en las entrañas de la clase obrera, es vital para ellos reconocer que sus debates y actividades actuales sólo tienen sentido en el contexto de trabajo dirigido hacia el futuro. Volveremos sobre este tema en futuros artículos.

Las organizaciones de Izquierda Comunista existentes tienen un papel clave en la lucha por el futuro a largo plazo de esos nuevos camaradas. Éstos no son inmunes a los peligros, como ya hemos dicho sobre la ola precedente de "elementos en búsqueda". Deben evitar la búsqueda de una popularidad fácil realizada a base de esquivar temas difíciles o diluir sus posiciones con el fin de "ganar una audiencia más amplia".

Una tarea central de las organizaciones comunistas existentes es básicamente la misma que la de las Fracciones que se separaron de la Internacional Comunista en degeneración para sentar las bases de un nuevo partido cuando lo pongan al orden del día los factores objetivos y sobre todo los subjetivos de la situación: una lucha inflexible contra el oportunismo en todas sus formas, y por el máximo rigor en el proceso de clarificación política.

Amos

 

[2] Ver por ejemplo en la Revista Internacional n° 55, « Decantación del medio político proletario y oscilaciones del BIPR », Revista  internacional n° 56 (1989): "El medio político desde 1968 III". https://es.internationalism.org/revista-internacional/200902/2486/el-med...

[3] Ver, por ejemplo, “Resolución sobre la situación internacional 2016” en la Revista Internacional 156, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4151/resolu...

[6] Ver XIº Congreso de la CCI - El combate por la defensa y la construcción de la organización https://es.internationalism.org/revista-internacional/199510/1815/xi-congreso-de-la-cci-el-combate-por-la-defensa-y-la-construccion-

[7] Revista internacional n° 109, “Documentos de la vida de la CCI - La cuestión del funcionamiento organizativo en la CCI” https://es.internationalism.org/revista-internacional/200204/3283/documentos-de-la-vida-de-la-cci-la-cuestion-del-funcionamiento-org

[9] Revista Internacional n° 83, (1995) ‘‘Parasitismo político: el ‘C.B.G’ hace la faena de la burguesía”. https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1788/parasitismo-politico-el-cbg-hace-la-faena-de-la-burguesia

[11] Comunicado a nuestros lectores (2014) “La CCI atacada por une nueva oficina del Estado burgués”, https://es.internationalism.org/content/4021/la-cci-atacada-por-une-nueva-oficina-del-estado-burgues

[12] “The Jury of Honour: a weapon for the defence of revolutionary organisations (Part 1 and 2)” (2005), https://en.internationalism.org/icconline/jury_of_honour_01  y https://en.internationalism.org/icconline/jury_of_honour_02,

 

[13] Sobre lo de Circulo, puede leerse, por ejemplo, en la Revista internacional n°120 (2005), “El Núcleo Comunista Internacional, una expresión del esfuerzo de toma de conciencia del proletariado”, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/201/el-nucl... la Revista Internacional n° 121 (2005), “Polémica con el BIPR: una política oportunista de agrupamiento que no lleva más que a "abortos", https://es.internationalism.org/revista-internacional/200504/69/polemica...

[16] Ver nuestra hoja internacional 2011: de la indignación a la esperanza /content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza

[18] Por ejemplo, los llamamientos al medio proletario que hacíamos en nuestros congresos de 1983, 1991 y 1999; en estos dos últimos los acompañábamos de una propuesta de intervención conjunta contra las guerras en el Golfo y en los Balcanes ; y una reunión común sobre la Revolución rusa en 1997, etc.

[19] Revista Internacional n° 138: “XVIIIº congreso internacional de la CCI” (Hacia el agrupamiento de las fuerzas internacionalistas), https://es.internationalism.org/revista-internacional/200907/2630/xviii-...

 

[22] Ver Los anarquistas y el imperialismo kurdo /content/4160/los-anarquistas-y-el-imperialismo-kurdo

[23] Léase en inglés Aufhebengate

[24] En inglés: "Dialectical delinquents".

[26] Revista Internacional n° 154 (2015) “Conferencia internacional extraordinaria de la CCI: la "noticia" de nuestra desaparición es un tanto exagerada”, https://es.internationalism.org/content/4042/conferencia-internacional-e...

[27] "¿Y cuál es la situación actual de la CCI? ¿Es el vestigio desmoralizado y derrotado de una organización otrora más grande, construida sobre la ilusión de que la revolución estaba a la vuelta de la esquina? Hoy, se consuela hablando de caos y descomposición (lo cual es cierto, pero es el resultado del empeoramiento de la crisis capitalista y no de una parálisis de la lucha de clases como argumenta la CCI). Cuando la CCI dice que hoy son sólo una "fracción" (¡y miente abiertamente cuando dice que siempre ha sido sólo una fracción!), lo que dice es que no hay nada que hacer más que escribir polémicas estúpidas contra otras organizaciones (pero ese ha sido el método de la CCI desde 1975)". Artículo firmado por la redactora jefe del foro, Cleishbotham, en el foro del BIPR tras una discusión sobre la relación de fuerzas entre las clases con un simpatizante de la CCI: The Party, Fractions and Periodisation.

[28] Revista Internacional n° 159, "22º Congreso de la CCI: Resolución sobre la situación internacional”, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201711/4256/22-con...

Corrientes políticas y referencias: 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: