Balance de un año de guerra imperialista y la legitimidad de las posiciones de los internacionalistas

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La guerra imperialista ruso-ucraniana (OTAN) ha cumplido un año. Es necesario hacer un balance de las tareas de los revolucionarios e internacionalistas frente a esta guerra imperialista; un balance de las fuerzas de las potencias imperialistas y, lo que es más importante, de la posición de la clase trabajadora a raíz de esta guerra, para que podamos determinar el horizonte y la perspectiva internacionalista, mirando en retrospectiva el año pasado.

Algunos grupos dentro de la izquierda comunista internacional han declarado que los trabajadores no tienen patria que defender, y que la sangre de los trabajadores no debe ser derramada en un intento de definir las fronteras de la patria de los capitalistas. La lucha de los esclavos asalariados se enfrenta a la explotación y brutalidad del capitalismo global. Estos grupos han declarado su lealtad a la tradición de la Conferencia de Zimmerwald, una tradición política que ha luchado por el internacionalismo contra las guerras imperialistas (y continúa haciéndolo), y han emitido una declaración conjunta. La declaración conjunta enfatiza que, aunque las condiciones actuales son diferentes a las de 1915, los principios básicos del internacionalismo —adoptados en la Conferencia de Zimmerwald— contra el poder del imperialismo siguen siendo válidos hoy:

Ningún apoyo a cualquiera de los campos imperialistas; rechazo de todas las ilusiones pacifistas; reconocimiento de que solo la clase trabajadora y su lucha revolucionaria pueden poner fin al sistema basado en la explotación de la fuerza de trabajo, que genera perpetuamente guerras imperialistas.

En oposición a la retórica de los demagogos en los países democráticos, -que han declarado que el ataque de Putin a Ucrania constituye un ataque a la democracia, y han hecho llamados a defender la democracia contra la brutalidad de este dictador-, los fundamentos materiales de esta guerra imperialista deben ser expuestos al público. En una era de declive capitalista, la guerra se ha vuelto ineludible para muchos países, y no ha pasado un solo año sin alguna forma de guerra en algún lugar del planeta. Si dejamos de lado las mentiras de los demócratas, el objetivo de EE. UU. y la OTAN ha sido cercar a Rusia mediante la incorporación de antiguos países del Bloque del Este a la OTAN o lanzar “revoluciones de colores” en países que no eran anteriormente miembros de la OTAN. Después de la caída de la Unión Soviética, Rusia tardó en afirmar sus aspiraciones imperialistas como potencia mundial. Rusia no quería que Ucrania y Georgia se unieran a la OTAN; más bien, esperaba la retirada del  equipo militar de la OTAN en estos países y el fracaso del bloqueo de la OTAN, para que así Rusia pudiera expandir su esfera de influencia.

Tras el colapso del mundo bipolar, EE. UU. ya no pudo ejercer su hegemonía como lo había hecho durante la Guerra Fría. Por lo tanto, para mantener su hegemonía en el nuevo orden mundial y debilitar a sus rivales, EE. UU. intentó alinear a las otras potencias imperialistas detrás de sí, librando guerras aunque con discursos humanitarios.

En los últimos años, sin embargo, los países que conformaban el antiguo bloque occidental se han fragmentado más que antes. Aunque la OTAN se expandió después del fin de la Guerra Fría, con la incorporación de Francia y varios países de Europa del Este, las divisiones internas entre los estados miembros de la OTAN se intensificaron. El presidente francés Macron llegó a declarar públicamente que la OTAN ha sufrido una “muerte cerebral”[1]. EE. UU. ha tratado de minimizar su presencia en la OTAN, y John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump, declaró que si Trump ganaba las elecciones, EE. UU. optaria por salirse de la OTAN[2]. Italia, un importante miembro europeo de la OTAN y donde se encuentran bases con armas nucleares de EE. UU., ha mostrado interés en la Nueva Ruta de la Seda. EE. UU. ha impuesto sanciones a Turquía, que es miembro de la OTAN y también alberga armas nucleares estadounidenses. Las tensiones entre Turquía y Grecia -los dos miembros de la OTAN-, por la exploración y perforación de petróleo, escalaron hasta el punto en que Francia envió un buque de guerra al mar Mediterráneo con fines de “control regional”. Gran Bretaña se ha mantenido muy alejada de los otros países europeos.

Por otro lado, China es un gran competidor económico para EE. UU. La estrategia de tratar de contener a China comenzó mucho antes de la presidencia de Trump, y Biden ha seguido aplicando esta política. El examen de los acontecimientos ocurridos mientras la guerra en Ucrania causa estragos muestra que, en las nuevas condiciones, EE. UU., al alinear a la OTAN y a otros países detrás de sí, ha tratado de crear serios obstáculos al progreso de China y sus ambiciones imperialistas en nombre de la “Nueva Ruta de la Seda”.

Los eventos del último año también muestran que, a corto plazo, la operación militar rusa ha beneficiado a Estados Unidos, permitiéndole consolidar su hegemonía por el momento. Al cortar los lazos comerciales con Rusia, la Unión Europea se ha vuelto parcialmente dependiente de EE. UU. en el ámbito energético. Aparentemente Rusia malinterpretó  la humillante retirada de Estados Unidos de Afganistán y pensó que, dadas las diferencias entre los países occidentales, EE. UU. no sería capaz de organizar una resistencia contra Rusia, y que Rusia no solo podría aprovechar esas diferencias existentes, sino también avivarlas.

La OTAN ha aumentado significativamente su presencia en Europa del Este, y dos nuevos países, Finlandia y Suecia, se han unido a la alianza. El punto importante aquí es que Suecia fue un país “neutral” durante la Primera y Segunda Guerra Mundial y, sin haber entrado en ninguna guerra en los últimos 200 años, ahora siente la necesidad de unirse a la alianza militar de la OTAN. Esto muestra la nueva disposición de las potencias imperialistas en las nuevas condiciones mundiales.

Aunque EE.UU. ha alineado a los países miembros de la OTAN, Japón y Australia, entre otros, detrás de sí, formando aparentemente un frente unido, el frente de hierro de la OTAN ha tenido grietas desde el principio. Dos miembros clave de la OTAN, Francia y Alemania, persiguen abiertamente sus propios intereses imperialistas, y este problema amenazará la alianza de la OTAN a largo plazo. La revista estadounidense Politico publicó recientemente un artículo titulado “Berlín no confía en Washington”[3], discutiendo los desacuerdos internos de la OTAN con respecto al envío de tanques. Francia no habrá olvidado el reciente castigo impuesto por EE.UU. y el Reino Unido, que le obligó a poner fin a su contrato de submarinos con Australia. La objeción de Turquía a la aceptación de Finlandia y Suecia en la OTAN muestra la debilidad del frente unido. Turquía es miembro de la OTAN, pero recientemente, Ibrahim Kalin, portavoz de la presidencia turca, señaló que Turquía no apoya las sanciones occidentales contra Rusia, y declaró:

«Ankara no se unirá a las sanciones de Occidente contra Moscú, las cuales harían más daño a la economía de Turquía que a la de Rusia... la comunidad mundial no muestra suficiente deseo de crear las condiciones para negociaciones serias entre Rusia y Ucrania, lo que hace imposible negociar un acuerdo de paz sobre el conflicto ucraniano... Europa y EE.UU. también deberían participar en posibles negociaciones para la solución de la situación en Ucrania; al mismo tiempo, cualquier plan de paz con respecto a Ucrania estará condenado al fracaso si no se tiene en cuenta la opinión de Rusia.»[4]

Otro tema importante es que, mientras Rusia busca expandir su esfera de influencia a través de la guerra de Ucrania, Turquía también está expandiendo su influencia en Asia Central, considerada el "patio trasero" de Rusia. Turquía, con la ayuda de Azerbaiyán, quiere desarrollar una ruta alternativa para el petróleo y el gas de Kazajistán y Turkmenistán, sin pasar por Rusia. Esta interferencia en los intereses imperialistas sin duda se manifestará de alguna manera.

Hungría, otro país miembro de la OTAN y también miembro de la UE, expresó su oposición a las sanciones de la UE contra Rusia el año pasado. El Ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, afirmó:

«Queremos la paz, no otro paquete [de sanciones]. Somos un vecino directo de Ucrania. El impacto de la guerra sobre nosotros es inmediato y severo.»[5]

Un día después de la declaración del Ministro de Asuntos Exteriores húngaro, la UE intentó castigar a Hungría. Así, la presidenta de la Comisión Europea anunció que recomendaría la congelación de los pagos a Hungría provenientes del fondo de recuperación de la UE tras la pandemia, así como de los fondos de cohesión regulares de la UE, debido a la preocupación por el estado de derecho en Hungría[6].

Recientemente, el Ministro de Asuntos Exteriores húngaro ha vuelto a declarar que Hungría no apoyará ninguna sanción de la UE que limite la cooperación nuclear entre Hungría y Rusia. Respecto al nuevo paquete de sanciones planeado por la UE contra Rusia, dijo:

«No apoyaremos ningún paso, por pequeño que sea, que restrinja la cooperación nuclear húngaro-rusa... Las sanciones han llevado a la UE a un callejón sin salida. Las sanciones nos perjudican más a los europeos que a los rusos. Todo el mundo puede verlo. Esto no es una declaración política, es un hecho.»[7]

Históricamente, los países árabes de la región del Golfo Pérsico estaban unidos bajo la nfluencia de Occidente y seguían a EE.UU. Pero recientemente, contra la voluntad de EE.UU., la OPEP+ reforzó su decisión previa de no aumentar el nivel de producción de crudo, una decisión que equivalía a un rechazo a Biden, quien había visitado Oriente Medio. Esta decisión de la OPEP+ causó aún más insatisfacción de EE.UU., que la calificó como una forma de alineamiento con Rusia en la guerra de Ucrania. China, que se ha convertido en un rival económico de Estados Unidos, ha aprovechado las tensiones en las relaciones de Estados Unidos con los países del Golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudita, y quiere aumentar su influencia en Oriente Medio.

Mientras las relaciones entre Arabia Saudita y EE.UU. son particularmente tensas en lo que respecta a la seguridad energética, Xi Jinping realizó una visita de varios días a Arabia Saudita el 7 de diciembre, donde participó en reuniones, incluyendo la cumbre filtrada de “Jefes de Estados árabes y China”. Antes de su viaje, Xi Jinping publicó un artículo en el periódico saudita Al-Riyadh para preparar el terreno y lograr los resultados deseados. En este artículo, habló de la visión estratégica de China y del hecho de que las relaciones entre China y los países árabes se remontan a 2000 años, a las civilizaciones china y árabe. Xi Jinping enfatizó que la Ruta de la Seda hizo posible el intercambio entre civilizaciones.

Durante esta reunión, se firmaron docenas de memorandos y acuerdos entre las partes, siendo el más importante el documento sobre la estrategia para 2030 del Reino de Arabia Saudita respecto al Plan de la Belt and Road de China (Nueva Ruta de la Seda). El punto importante a destacar es que, en 2022, Arabia Saudita atrajo la mayor inversión china en todo el mundo en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. En el mismo año, el comercio entre China y Arabia Saudita creció aproximadamente un 30% y fue varias veces mayor que el comercio entre China e Irán; por otro lado, los medios iraníes informaron que «los chinos están dejando de invertir en Irán»[8].

Las diferencias surgidas tras la guerra imperialista en Ucrania incluso se han extendido a América Latina debido a los intereses imperialistas de las partes involucradas. A lo largo de la guerra en Ucrania, Argentina ha expresado su descontento con las sanciones impuestas a Rusia, afirmando que estas sanciones no contribuirán a resolver la crisis y tendrán un impacto negativo en su economía. Debido a las sanciones, el volumen de comercio entre Rusia y Argentina ha disminuido en un 30%.

Durante el estallido de la guerra imperialista, anunciamos que, aunque Rusia, China e Irán han encontrado una especie de convergencia en la oposición a EE.UU., cada uno de ellos persigue sus propios intereses imperialistas, que a veces entran en conflicto con los intereses de los demás. Contrariamente a la noción de que China considera a Irán como su aliado estratégico, la visita del presidente chino a Arabia Saudita y la declaración final de la cumbre conjunta de los líderes de China y seis emiratos del Golfo Pérsico en la capital de Arabia Saudita sorprendieron a todos y confirmaron la creencia de los internacionalistas de que cada uno de los gánsteres persigue sus propios intereses imperialistas. La declaración destacó el «expediente nuclear, misiles balísticos, drones militares y apoyo a grupos terroristas» de Irán como problemáticos para los países del Golfo en sus relaciones con Irán. La declaración instó a la República Islámica a abstenerse de «interferir en los asuntos internos de los países», a respetar los «principios de buena vecindad», a observar el «régimen de no proliferación» de armas nucleares y a cooperar con la Agencia Internacional de Energía Atómica. El presidente de China también pidió la resolución de las disputas de Irán con los Emiratos Árabes Unidos sobre las tres islas de Abu Musa, Gran Tunb y Pequeña Tunb. En otras palabras, el presidente chino incluso cuestionó la integridad territorial de Irán. Mientras Arabia Saudita lidera una coalición militar respaldada por Occidente en la guerra contra los hutíes apoyados por Irán, la declaración chino-saudí enfatiza que los hutíes deben comprometerse a un alto el fuego y cooperar con la ONU para establecer la paz.

Aunque Rusia mantiene estrechas relaciones con Irán, y este último ha ayudado recientemente a Rusia enviándole drones, los intereses imperialistas también son evidentes en la relación con Rusia. Irán no ha podido vender su petróleo debido a las sanciones que le han sido impuestas. China era anteriormente uno de los clientes petroleros de Irán, comprando su petróleo con un descuento especial. Sin embargo, tras la imposición de las sanciones rusas, la venta de petróleo ruso a China, a un precio con descuento, ha eclipsado la venta de petróleo iraní y ha limitado los ingresos de Irán, en detrimento de su economía. En línea con sus intereses imperialistas y su deseo de mantener algún tipo de relación con Azerbaiyán, Rusia ha arrestado recientemente a cinco ciudadanos de la República de Azerbaiyán, incluido Yusufov, quien quería formar un grupo religioso relacionado con la Fuerza Quds, llamado Unidad Musulmana de Azerbaiyán. Estos individuos fueron entregados a Azerbaiyán el 21 de diciembre de 2022[9]. Considerando la influencia de Israel en Azerbaiyán, este hecho fue un duro golpe para Irán.

Con el “visto bueno” de EE.UU., Israel ha llevado a cabo repetidamente ataques aéreos y con misiles a gran escala contra posiciones iraníes en Siria, y los "gánsteres" iraníes han permanecido en silencio y humillados. La información de Rusia sobre los ataques de Israel a posiciones iraníes en Siria y a posiciones sirias mismo, junto a la falta de esfuerzo por parte de Rusia para prevenir estos ataques, indica que Putin prefiere perseguir los intereses imperialistas de Rusia y mantener algún tipo de equilibrio en sus relaciones con Irán e Israel.

La Unión Europea está intentando aprovechar la situación actual (la participación de Rusia en la guerra de Ucrania) y expandir su influencia en Asia Central. En este contexto, la UE, con el apoyo de EE.UU., ha enviado a 100 observadores (EUMA:; European Union Mission in Armenia) a vigilar las fronteras de Armenia durante dos años. Rusia ha acusado a la UE de intentar alimentar el conflicto geopolítico en la región y de buscar expandir su influencia en ella[10].

Aunque existe una especie de sinergia entre Rusia y China, y algunas de las acciones militares de Rusia cuentan con el apoyo tácito de China, no debemos olvidar que cada uno de ellos persigue sus propios intereses imperialistas, a veces enfrentados. En este contexto, el Financial Times ha informado que las nuevas inversiones de China en el tramo ruso de la Nueva Ruta de la Seda se han reducido a cero tras la imposición de sanciones occidentales en protesta contra la guerra de Ucrania[11].

En consonancia con sus intereses imperialistas y una especie de balance de fuerzas en el tablero imperialista, China invitó recientemente al presidente iraní Raisi a China. El 14 de febrero de 2023, Raisi llegó a China para una visita de tres días. Previamente, funcionarios iraníes habían dicho que Raisi viajaría a China para poner en práctica el acuerdo de 25 años entre Irán y China, pero más tarde se anunció que se habían firmado 20 documentos de cooperación durante esta reunión. Los periódicos iraníes cuestionaron el viaje de Raisi antes de recibir una disculpa de China y escribieron:

«¿Por qué el presidente de la República Islámica de Irán visitó Beijing antes de que el presidente de China se disculpara o corrigiera su postura contraria a la integridad territorial de Irán durante su visita a Arabia Saudita en diciembre?»[12]

En la reunión entre los presidentes de Irán y China, Xi Jinping no mencionó las cuestiones planteadas en la declaración final de la reunión conjunta de los líderes de China y los seis emiratos de la región del Golfo y sólo enfatizó la soberanía nacional de Irán:

«Xi Jinping enfatizó que China apoya a Irán en la defensa de su soberanía, independencia, integridad territorial y dignidad nacional; respalda a Irán en su resistencia al unilateralismo y al acoso, y se opone a que fuerzas externas interfieran en los asuntos internos de Irán o socaven su seguridad y estabilidad.»[13]

China, ahora la segunda economía más grande del mundo, proyecta convertirse en la economía más grande del mundo para 2030, superando a EE.UU. Mientras el crecimiento económico de China fue inicialmente lento, los países occidentales (liderados por EE.UU.) apoyaron el crecimiento económico de China. Pero cuando China emergió como la segunda economía más grande del mundo, las tensiones tomaron un giro grave. El ascenso de China como potencia económica está directamente relacionado con el declive de EE.UU., que se encuentra en el centro de la crisis capitalista global. China presenta ahora un desafío serio para EE.UU.

El hecho innegable es que las tensiones actuales son un anticipo de futuras tensiones imperialistas. Los principales enfrentamientos serán entre EE.UU. y China. Estado Unidos quiere contener a China, que es un enemigo estratégico, y su estrategia de contención comenzó mucho antes de Trump. Biden continúa esta política, queriendo crear problemas serios para frenar el progreso imperialista de China y frustrar sus ambiciones en nombre de la Ruta de la Seda. La Nueva Ruta de la Seda, con su infraestructura, permitirá a China acceder a los confines de la tierra y expandir su poder imperialista en todas partes.

En décadas anteriores, el dominio de los recursos petroleros podía ser una herramienta para la hegemonía, pero los semiconductores y los chips ahora rivalizan con la supremacía del petróleo. Quien controle esta industria tendrá el poder económico. Estados Unidos ha sido un actor clave en la tecnología informática, pero su dominio ahora está siendo desafiado por China, que tiene la intención de desarrollar tecnología de semiconductores moderna (componentes de tamaño nanométrico)[14].

EE.UU. ha prohibido las ventas y exportaciones de producción de tecnología de semiconductores, incluida la mano de obra especializada. Los semiconductores modernos se diseñan en EE.UU., se fabrican en Taiwán, Corea del Sur y Japón, pero se ensamblan en China. La mayor parte de la tecnología moderna de semiconductores se produce actualmente en Taiwán, y China por sí sola compra más del 50% de los semiconductores fabricados a nivel mundial. El acceso a los semiconductores modernos no solo es deseable sino vital para el crecimiento económico de China, y Taiwán desempeña un papel vital tanto para China como para EE.UU.

La búsqueda de intereses imperialistas ha sido claramente visible tanto en el frente de la OTAN como entre los países que de alguna manera han convergido en oposición a EE.UU., y esta interferencia imperialista significa que seremos testigos de una nueva ronda de tensiones imperialistas y más caos en todo el mundo. La inestabilidad se extenderá desde Europa hasta el Oriente Medio, y desde el Cáucaso hasta el Sudeste Asiático.

A raíz de la guerra, muchos países han aumentado sus gastos de guerra (presupuestos de defensa) a un nivel sin precedentes. Naturalmente, los aumentos en los presupuestos militares tendrán un efecto dominó en los niveles de vida de la clase trabajadora. La clase trabajadora está, de nuevo, pagando el precio de la guerra, con una inflación galopante y la caída de los niveles de vida. La inflación ha alcanzado los dos dígitos, no en el capitalismo periférico, sino en las metrópolis capitalistas.

Una era de guerra imperialista no es un terreno favorable para el florecimiento y la expansión de las batallas proletarias, pero la crisis capitalista sí proporciona condiciones ideales para el crecimiento de la conciencia de clase y las luchas proletarias. Las condiciones de la clase trabajadora durante la guerra de Ucrania no son comparables a las de 1914; de hecho, la clase trabajadora se encontraba en una situación incluso más desesperada que en 1914. Sin embargo, los internacionalistas han declarado, con respecto a la situación actual, que los revolucionarios no deben esperar un movimiento de clase. Las actividades de los revolucionarios no se llevarán a cabo en el vacío y no serán en vano. Lo más importante es que esta guerra imperialista nos recuerda la necesidad de levantar la bandera del internacionalismo incluso si aísla a los revolucionarios de las masas de las clases trabajadoras. Esta es una de las doctrinas de Lenin y Luxemburgo, y esta doctrina sigue inspirando a los revolucionarios.

La izquierda comunista ha proclamado que los carnavales por la paz y las campañas anti-guerra en los países occidentales y europeos son parte de la propaganda de guerra de la OTAN, de acuerdo con los objetivos imperialistas de la OTAN. Mientras permanezcamos bajo el yugo del capitalismo, no habrá paz. Las llamas de la guerra seguirán avivándose. Solo la clase trabajadora puede ofrecer paz real a la humanidad, a través de la lucha de clases y desafiando al capitalismo.

Los internacionalistas afirmaron, en la misma declaración conjunta, que el internacionalismo proletario es una reacción a la guerra imperialista y que el proletariado internacional es la única fuerza capaz de detener la guerra imperialista. La clase trabajadora mundial, por su parte, debe seguir luchando contra el deterioro de los salarios y los niveles de vida.

Hoy, podemos ver confirmadas las predicciones de la declaración conjunta de hace un año. Estamos siendo testigos de protestas laborales masivas y huelgas de la clase trabajadora en defensa de los niveles de vida en todo el mundo, desde Europa hasta Asia y desde África hasta América. En otras palabras, estamos presenciando actualmente un resurgimiento de la lucha de clases en todo el mundo. Los internacionalistas declararon que la clase trabajadora se verá obligada a defender su nivel de vida, lo que probablemente implicará una confrontación con la guerra imperialista.

Sangre, inmundicia y lodo caen de pies a cabeza del cruel sistema capitalista. De la paz capitalista, solo prenderán las llamas de la guerra.

Mientras el capitalismo siga sin ser desafiado, la esclavitud asalariada, la guerra, las pandemias, etc., serán parte de nuestra vida diaria. Nuestros intereses radican en la lucha de clases, donde los trabajadores se unen y luchan por intereses de clase comunes. En lugar de ser carne de cañón en la guerra de los gánsteres, en lugar de continuar la barbarie, en lugar de adherirse al inmundo sistema capitalista, debemos luchar por la revolución comunista y poner fin a la perversidad y la miseria del capitalismo.

¡Viva la guerra de clases!

 

Internationalist Voice

26 de febrero de 2023

 

[1] Emmanuel Macron [BBC 7 November 2019]

[2] Bolton [“The Source" de CNN]

[3] Politico [02/01/2023]

[4] Ibrahim Kalın

[5] France 24 [25/11/2022]

[6] Vease nota 5

[7] Ministro de asuntos exteriores  Pedro Szijjarto

[8] Etemad on line

[9] Deutsche Welle

[10] Euronews

[11] Financial Times

[12] Donyaeeqtesad

[13] Embajada de China

[14] Los semiconductores más recientes son cerca de 3 nanómetros de tamaño, comparado con un cabello humano, cuyo grosor es de entre 50,000 y 100,000 nanómetros. Cuanto menor sea su tamaño, mejor será la calidad, ya que se pueden insertar más transistores.

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Boletín Discusión Izquierda Comunista 2