A propósito de la guerra en Ucrania

Printer-friendly version

– La naturaleza retrógrada del sistema capitalista se revela plenamente en la recurrencia de sus crisis, cuando las contradicciones acumuladas explotan con todas sus fuerzas. En estas circunstancias, la paradoja que surge del enorme desarrollo de fuerzas productivas que, en un momento determinado, ya no pueden garantizar una rentabilidad adecuada sobre el capital invertido, emerge con gran claridad. Esto resulta en una contradicción entre el constante aumento del valor producido y la propagación simultánea de la incertidumbre y de la pobreza entre los trabajadores y en la sociedad.

– Vivimos en una época histórica particularmente compleja que requiere un uso cuidadoso de la crítica a la economía política y el materialismo histórico para entender cómo las contradicciones de la economía más importante del mundo provocan una crisis mundial. De acuerdo al marxismo revolucionario, la guerra es siempre el resultado de las contradicciones del capital y la crisis económica. Puesto que el capitalismo representa la forma principal económica y social a una escala internacional, las guerras son libradas en nombre y beneficio de los intereses del capital. La guerra es siempre una guerra del capital librada contra los intereses del proletariado. Estas declaraciones de principios, obviamente siempre ciertas a lo largo de la historia del capitalismo, no nos autorizan a proponer de nuevo escolasticamente elaboraciones teóricas llevadas a cabo por el movimiento revolucionario durante su historia centenaria.

– El imperialismo no es una política de la burguesía sino el resultado del proceso de acumulación que obliga al capital a ampliar constantemente su base reproductiva. La guerra imperialista se inserta dramáticamente en el ciclo del capital: expansión, crisis y guerra que son los tres momentos diferentes de cada ciclo de acumulación que han caracterizado la vida del capitalismo en su fase imperialista. Además, cuando finalmente se materializa, al destruir el capital excedente, permite restablecer condiciones económicas y políticas más ventajosas destinadas a iniciar un nuevo ciclo de acumulación a una escala cada vez mayor. Por eso se reprodujo a escala mundial simultáneamente con la crisis del primer y segundo ciclo de acumulación: es decir, se ha producido de manera cíclica.

– En la era de la supremacía del capital ficticio, la guerra se ha convertido en factor permanente puesto que las razones que empujan a las potencias imperialistas a desencadenar conflictos por defender sus intereses de clase son permanentes.

– La guerra ya no representa una momento del ciclo económico, como fue el caso bajo la forma imperialista basada exclusivamente en la exportación de capital financiero, sino que se ha convertido en una forma constante en la que el capitalismo se manifiesta en la reciente fase imperialista, porque la conservación del control de la producción de capital ficticio requiere constantemente el uso de la fuerza.

– La burguesía norteamericana acapara una gran parte de la plusvalía arrancada al proletariado a escala internacional (gracias al papel desempeñado por el dólar en la economía mundial). Este desplazamiento de la plusvalía hacia Estados Unidos es el tributo que otros países deben pagarle al imperialismo norteamericano y es un precio cada vez más alto a medida que la crisis económica empeora. Dentro un contexto donde dominan las formas de apropiación parasitaria a través de la producción de capital ficticio y donde otras potencias imperialistas, como los países de la zona euro, intentan ponerse al mismo nivel que Estados Unidos, la guerra se ha convertido en una constante en el modo de existencia del capital.

– En nuestro tiempo, cualquier guerra, incluso disfrazada de guerra de religión o de liberación nacional, de guerra “humanitaria” para la defensa de los derechos humanos y respeto al derecho internacional, etc., es siempre un momento de esta guerra imperialista permanente que ha estado arrasando durante décadas alrededor del mundo, sembrando muerte, hambre y destrucción.

– El discurso que marca la distinción entre “agredidos ” y “agresores” es una miserable estratagema para ocultar la verdadera naturaleza de la guerra imperialista y enrolar en el frente de la guerra a sus verdaderas víctimas, a saber los millones de proletarios obligados luchar, morir bajo las bombas o huir de sus casas para no acabar bajo un montón de escombros.

– La guerra en Ucrania representa un paso cualitativo: la diferencia con guerras pasadas recientes no reside sólo en el hecho de que tenga lugar en el corazón de Europa o que ponga en contacto peligrosamente a las dos superpotencias nucleares, sino también en el contexto económico y social en que se lleva a cabo. El Capitalismo conoce desde hace varios años una crisis histórica, que la pandemia no hace más que agravarla sin haberla generado. Una crisis estructural cuyas razones radican en buscar en las contradicciones cada vez más acuciantes del sistema capitalista. Una inmensa masa de capital ficticio ya no puede ser remunerada adecuadamente, lo que alimenta extremadamente la tendencia a la guerra de los detentores de este capital. Esta es la razón que hizo de la guerra un factor permanente en el modus operandi del capitalismo, hasta el punto de que el conflicto ucraniano actual representa sólo uno episodio trágico de una historia mucho más amplia y compleja.

– En esta guerra, Estados Unidos, Rusia y China comparten un interés común para impedir que la Unión Europea tenga una política exterior y un ejército comunes, para poder competir con ellos en el escenario geoestratégico mundial en igualdad de condiciones.

– Con el conflicto ucraniano, el imperialismo estadounidense, tal vez incluso de forma inesperada, persigue ciertos objetivos estratégicos: 1) empantanar a Rusia en un conflicto de larga duración, lo que desgastaría al oso ruso mientras crea problemas internos para el propio Putin; 2) romper el eje que se creó entre Moscú y Europa occidental durante los últimos quince años y que corre el riesgo de reducir la presencia de Washington en el viejo continente; 3) poner en dificultades a las principales economías del viejo continente, Alemania e Italia in primis, debido a su dependencia del gas ruso.

– En cuanto a las ventajas inmediatas, no hay duda que hay un reparto, al menos entre Rusia y Estados Unidos, para que en el mercado mundial el precio del gas y el petróleo sea el más alto posible, dado que Rusia y Estados Unidos son países productores y exportadores.

– Este reparto sin embargo, se detiene cuando se trata de determinar si, en el mercado internacional, este precio debe ser indicado en dólares, euros, rublos, yuanes o cualquier otra moneda: hasta la fecha, la mayor parte del petróleo y el gas extraído en el mundo es vendido a través del dólar. Esto “da” a Estados Unidos enormes ingresos financieros, pero Rusia empezó a vender una buena parte de sus productos energéticos a cambio de euros, rublos, yuanes o monedas de cuentas especiales; China hace lo mismo con sus mercancías: disminuye el uso del dólar y, en consecuencia, los ingresos que de él derivan también disminuyen.

– El conflicto en Ucrania también demuestra que Estados Unidos está dispuesto a poner en juego al máximo su poder militar para defender el dominio del dólar en los mercados mundiales. Un soborno impuesto al resto del mundo que se vuelve cada vez más vital para Estados Unidos, que también se confronta con una crisis económica y social interna sin precedentes en su historia. Cuanto más amenaza la situación interna explotar socialmente, más agresivo se vuelve Estados Unidos sobre el plano internacional, porque sólo el privilegio del dólar podrá garantizar los recursos necesarios para contener los disturbios sociales y al mismo tiempo reafirmar su dominación imperialista.

– Alemania se vio obligada a posponer sine die la puesta en marcha del North Stream 2 tan odiado por Estados Unidos, quien no podría hacerlo mejor: consiguió lo que quería prácticamente gratis y amore Dei. El revés de la medalla es que esta guerra podría dar una fuerte aceleración al proceso de integración de la Unión Europea, tan odiada por Norteamérica.

– En lo que respecta a Rusia: debido a la no apertura del North stream 2, el precio del gas podría llegar a los 2 000 euros por metro cúbico. En este caso, Rusia percibirá de Europa la misma cantidad de euros que hoy solo vendiendo la mitad del gas que actualmente está vendiendo, para desviar el excedente a China. Además, excepto si sufriera una derrota militar total e improbable, anexionará definitivamente las autoproclamadas repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, es decir la zona más industrializada y rica del Donbass: en definitiva, incluso para Moscú, teniendo en cuenta los efectos negativos de las sanciones, que son normalmente más perjudiciales para quienes las imponen que para quienes las sufren, podría haber una buena jugada. También aquí, por supuesto, hay otra cara de la moneda. Una vez cerradas todas las puertas a Occidente, corre el riesgo de encontrarse sin posibilidad alguna de liberarse de las garras del dragón chino.

– El dragón chino es un espectador interesado de la masacre perpetrada con la sangre de los proletarios ucranianos. China no apoya militarmente a Moscú, pero al mismo tiempo lo apoya políticamente, y este apoyo político dará como resultado entregas de materias primas desde Rusia a precios garantizados y ventajosos.

– No se excluye que la guerra se generalice, poniendo en peligro la supervivencia de la propia humanidad, debido a de la fuerte inestabilidad de los actuales equilibrios interimperialistas y del enfrentamiento en curso por sus redefinición, con el declive de Estados Unidos y el ascenso en potencia de China.

- El conflicto en Ucrania demuestra una vez más que la guerra es generada por los mecanismos contradictorios del sistema capitalista y que las verdaderas víctimas de los desastres de la guerra son ante todo los proletarios: el proletariado entero, el proletariado ucraniano como el proletariado europeo, el proletariado ruso como el proletariado norteamericano, el proletariado ruso y el proletariado del mundo entero.

- La degradación de las condiciones de vida y la falta de perspectivas de una sociedad radicalmente opuesta al capitalismo, sin explotación y sin clases sociales, ha conducido a muchos proletarios en la trampa y a los brazos de los partidos reaccionarios y populistas del capital. El control ideológico de la clase dominante no puede en ningún caso resolver las gigantescas e insolubles contradicciones del modo de producción capitalista. No puede seguir mistificando la naturaleza un sistema basado en la explotación y transformación de todos los aspectos de la vida humana en dinero.

– Pero el proletariado se encuentra en un estado de desarme político, ideológico y organizativo total, de modo que le resulta más fácil permanecer enredado en la lógica de guerra imperialista tras tal o cual fracción de la burguesía

Internacional que levantarse contra la guerra y las causas que la provocan.

– Es necesario señalar que se han producido tantos cambios en la organización y en la división internacional del trabajo que es simplemente imposible superar tanta subalternidad permaneciendo anclados en el mismo marco teórico y organizativo de la Tercera Internacional. Hay que decirlo claramente: el camino que, en 1917, condujo a la Revolución de Octubre en Rusia no puede repetirse en sus términos específicos, ya que el propio desarrollo capitalista ha superado muchas de sus presupuestos particulares.

Es necesario notar esto y proceder a una nueva sistematización de todos los elementos inherentes a la condición del proletariado moderno, y desde allí, identificar los caminos para desarrollar el proceso de construcción de un nuevo partido comunista a escala mundial, sin el cual la misma consigna de “derrotismo revolucionario” (a pesar de toda su imperiosa relevancia) está destinada a permanecer vacía de significado.

Istituto Onorato Damen.

Rubric: 

Boletin Discusion n 1 Izquierda Comunista