México: Huracán Otis, una muestra del carácter destructivo del capitalismo

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De nuevo la burguesía de todos los signos políticos, parada sobre los cadáveres, el desamparo, la desesperación y el sufrimiento de centenares de miles de personas en su inmensa mayoría trabajadores, vuelve a mostrarse con toda su bajeza y ruindad con ocasión del huracán Otis que golpeó durante dos horas particularmente a Acapulco y su zona conurbada (con alrededor de un millón de habitantes), con una fuerza de 250 km/h, todo lo que estaba en su paso.

El estado de Guerrero y especialmente el municipio de Acapulco, es una región que concentra zonas de turismo en las que se instalan hoteles y condominios lujosos, pero al mismo tiempo, se extienden desordenadamente colonias, en donde habitan los trabajadores y una gran masa depauperada que, ante la carencia crónica, se vuelve presa fácil de los ofrecimientos de las mafias que operan con la droga en colusión con el gobierno y “respetables” empresarios. Los datos oficiales, aun cuando presentan categorías de clasificación social mistificados, son posibles de usar para mostrar la situación que vive la población que con su trabajo crean las ganancias de los empresarios. Datos de 2022 presentan que 52% de los habitantes de Acapulco son pobres y el 16.7% están en el umbral de la pobreza extrema1. Es justamente esa población la que ha sido en mayor medida afectada, por eso, Otis ha puesto en evidencia el carácter destructivo de la burguesía, que se muestra en la degradación a la que ha llevado al medio ambiente, en su incapacidad para prevenir y luego paliar un poco los efectos, pero también en la hipocresía con la que actúan, utilizando políticamente la desgracia de los proletarios y demás explotados.

El capitalismo, destructor del ambiente

El huracán Otis tuvo una magnitud de grado 5, por lo que es considerado un fenómeno anómalo, que rompió con el comportamiento promedio y las estimaciones calculadas. Las instituciones dedicadas al seguimiento de estos fenómenos estimaban que la “tormenta Otis”, pasaría a huracán categoría 1, pero en poco tiempo alcanzó la categoría 5. Aunque los estudios para entender y explicar cómo se formó este fenómeno no están culminados, científicos como Suzana Camargo, de la Universidad de Columbia, Matthew Cappucci y Jason Samenow del National Hurricane Center, o Jim Kossin, de la First Street Foundation, entre otros que han expuesto de forma muy rápida sus análisis, coinciden en que existen evidencias de que en el origen de este huracán se encuentra el cambio climático. Pero, además coinciden en presagiar que fenómenos como Otis se han de repetir con más frecuencia, lo que implica que el calentamiento global, (negado por cierto por personajes y sectores de la burguesía, como Trump) imprime a las tormentas tropicales un comportamiento impredecible con resultados altamente destructivos (regularmente el océano debería estar a 26° centígrados y… estaba a 31°), lo que coloca a la población en una indefensión mayor. Hay sin embargo una limitación en los argumentos de estos científicos cuando refieren al fenómeno del calentamiento, como un “producto del hombre”2, es limitada esta afirmación porque deja de lado que la destrucción del ambiente es resultado del modo en que se produce en el capitalismo.

Ya hemos expuesto en otras ocasiones que, “El capitalismo ha contaminado siempre el ambiente, desde el siglo XIX cuando aún era un factor de progreso. […] La acumulación del capital es el fin supremo de la producción capitalista y no importa en absoluto la suerte reservada a la humanidad o al medio ambiente… ¡si es rentable, es bueno! […]

Pero cuando este sistema entra en su fase de declive histórico desde principios del siglo XX, la destrucción del medio ambiente toma otra dimensión, se hace implacable, a imagen del combate sin piedad que libran entre sí las ratas capitalistas para mantenerse en el mercado mundial. Reducir los costes de producción a su mínima expresión para ser lo más competitivo posible se ha convertido ahora en una regla de supervivencia inevitable. En ese contexto, las medidas para limitar la contaminación industrial son evidentemente un gasto insoportable.”3

Es ya evidente que el calentamiento global y en general la crisis medioambiental, es una amenaza contra la humanidad. El propio secretario de la ONU, Antonio Guterres (en su mensaje de septiembre de 2022), reconoce que “la crisis climática nos está matando”, lo que nunca dirá, es que es el capitalismo quien ha generado esa crisis.

Un huracán impredecible y una indolencia del Estado

Aprovechando el hecho de que hay un cambio de comportamiento repentino en lo que inicialmente fue una tormenta, el gobierno justifica su falta de prevención, y luego, la magnitud de la destrucción que generó incomunicación, al afectar las carreteras, los aeropuertos y las señales telefónicas, así como la energía eléctrica, es usada para justificar el retraso de su accionar en el rescate de la población que perdió no sólo muebles y ropa sino además la vida de familiares.

Testimonios que han recogido algunos medios de divulgación, muestran el abandono en que se ha encontrado la población de los barrios y colonias en las que habitan los trabajadores, aun cuando eran varios días los que habían pasado. El gobierno que presume atender “primero a los pobres”, envió a militares, marinos y guardia nacional para atender con prioridad las zonas que son relevantes para el capital. “Mientras las autoridades trabajaban arduamente para restablecer el orden en el centro turístico de Acapulco —abrían paso entre árboles caídos frente a hoteles de gran altura y restauraban el suministro eléctrico—, los más pobres de la ciudad, […] dijeron que se sentían abandonados…” (www.latimes.com/espanol).

Ha sido en esas casas, en las que siempre los servicios son precarios, donde se han acumulado más muertos y desaparecidos y donde el desabasto ha llevado al hambre y la especulación extrema sobre todo con los alimentos, por ejemplo, un kilo de tortilla, que es el alimento base de la población, a una semana del accionar de Otis, se está vendiendo hasta por 150 pesos (8.5 dólares), cuando antes costaba alrededor de 20 pesos.

Hipocresía y rapiña del gobierno de izquierda y sus opositores

Como si fuera un regalo, la derecha opositora del gobierno ha recibido la noticia de la destrucción y muertes generadas por el paso de este huracán. Aunque hipócritamente lloriquean y fingen dolor, celebran que justamente sea en campaña electoral cuando se ha presentado Otis, porque les permite utilizar la negligencia del gobierno para mostrarse “críticos y responsables” y granjearse simpatías, pretendiendo que se olvide que el PRI y el PAN cuando han estado en el gobierno, ante situaciones semejantes se han comportado con igual desprecio a la vida, después de todo, aunque López Obrador afirme, pretendiendo distinguirse de sus opositores, “no somos iguales”, sí lo son, porque tanto derecha opositora, como izquierda gobernante, accionan en defensa y protección del capital sin importarles las vidas humanas. Tan solo como ejemplo, vale recordar que, en el terremoto de 1985, en los barrios fabriles, los militares impedían los intentos espontáneos de rescate de los obreros atrapados en los escombros, porque la prioridad era el cuidado de la maquinaria y las cajas fuertes...

Es hipocresía y ambición lo que destilan en cada discurso y en cada acto que realizan gobierno y opositores, por eso los trabajadores no pueden rendir su voluntad y alimentar su esperanza en alguno de los bandos burgueses que se encuentran en pugna, pues al igual que cualquiera de las facciones de la burguesía en el mundo, su verdadero objetivo es la búsqueda de perpetuar este sistema de explotación.

El escenario de hambre y muerte que la burguesía impone por el mundo con guerras y desastres ecológicos, avanza como un torbellino destructivo que no deja duda del peligro que representa el capitalismo para la humanidad.

Aquello que decíamos en 2005, ante la situación que expuso el huracán Katrina, hoy es más claro y más urgente de reflexionar por el conjunto de los explotados: “La guerra, el hambre y los desastres ecológicos son el futuro que nos reserva el capitalismo. Si hay alguna esperanza para el futuro de la humanidad, es que la clase obrera desarrolle la conciencia y la comprensión de la verdadera naturaleza de la sociedad de clases, y asuma su responsabilidad histórica de acabar con este anacronismo, de destruir el sistema capitalista y reemplazarlo por una sociedad revolucionaria, controlada por la clase obrera, en la que la auténtica solidaridad humana, y la satisfacción de las necesidades humanas sean el principio rector.”4

RM, 2-noviembre-2023

1 Definen los estratos de la pobreza sobre principios técnicos, de forma que son “pobres” las personas que cubren precariamente sus necesidades básicas de alimento y servicios, mientras que la “pobreza extrema” la representa la población que sus ingresos no le permiten cubrir sus necesidades mínimas de alimentación y aún menos de otros servicios básicos.

2 Este aspecto fue particularmente resaltado por Cappucci y Samenow.

3 Ver en nuestro sitio web: Cambio climático: el responsable del calentamiento del planeta es el capitalismo

4 Huracán Katrina: El capitalismo es el responsable de la catástrofe social. Revista Internacional #123, 4o trimestre 2005.

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