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La magnitud de la movilización de los "Chalecos amarillos" pone de manifiesto la inmensa cólera que se agita en las entrañas de la sociedad y particularmente dentro de la clase obrera, frente a la política de austeridad del gobierno de Macron.
Frente a los ataques de la burguesía...
Según los datos oficiales de la burguesía, el ingreso disponible anualmente en los hogares (es decir lo que les queda después de pagar impuestos y contribuciones) fue recortado en un promedio de 440 euros entre 2008 y 2016. Esto es sólo una pequeña parte de los ataques sufridos por la clase obrera. Al aumento generalizado de los impuestos de todo tipo, se suma el aumento del desempleo, la generalización de los empleos precarios, incluso en el sector público, la inflación que afecta particularmente a los precios de los productos de primera necesidad, el inasequible precio del alquiler, etc. La pauperización empeora inexorablemente y, con ello, el miedo por el futuro de nuestros hijos. Los más afectados por esta creciente miseria, son los trabajadores activos, los precarios, los jubilados que no pueden llegar al fin de mes.
Los medios de comunicación y el gobierno han dado mucha importancia a la destrucción y los actos de violencia en los Campos Elíseos para hacer creer que toda lucha contra la carestía de la vida y la degradación de las condiciones de existencia de los explotados sólo puede conducir al caos y a la anarquía. Los medios de información, a las órdenes de la burguesía, especialistas en amalgamarlo todo, quieren hacernos creer que los "Chalecos amarillos" son "extremistas" que quieren también "machacar al policía", cuando la realidad es que ¡las fuerzas de represión son las primeras en agredir y provocar! En París, el 24 de noviembre, los disparos de granadas lacrimógenas fueron incesantes, al igual que las cargas de los CRS (Compañías Republicanas de Seguridad) sobre los grupos de hombres y mujeres que caminaban tranquilamente por los Campos Elíseos.
... ¿por qué el movimiento de los "chalecos amarillos" no puede hacer retroceder al gobierno?
A pesar de la ira legítima de los numerosos proletarios que no pueden “llegar a fin de mes”, este movimiento, por sí mismo, no tiene ninguna perspectiva y no puede hacer retroceder los ataques del gobierno y de la patronal. Una parte de la clase obrera se ha colocado a remolque de los pequeños empresarios y de los autónomos (camioneros, taxistas, ambulancias…) encolerizados por el aumento de los impuestos y del precio de los carburantes, con métodos de lucha que llevan a callejones sin salida (como la propuesta que se le ocurrió a Priscila Ludosky, la idea del bloqueo y la sugerencia de ocupar las rotondas preconizada por Éric Drouet). No es casualidad que entre los ocho portavoces de los "Chalecos amarillos", designados el 26 de noviembre, se encuentre una aplastante mayoría de pequeños empresarios o contratistas.
Pero, aún peor, los que lanzaron el movimiento han embarcado a los trabajadores en la nave de la ideología burguesa del nacionalismo y del "ciudadanismo"; y de entre estos, a los más pobres los han movilizado como "ciudadanos" del "pueblo de Francia", como “despreciados" y "ninguneados” por “los de arriba" y no como miembros de la clase explotada.
El movimiento de los "Chalecos amarillos", tal y como está concebido, es un movimiento interclasista y por lo tanto un movimiento en el que están mezcladas todas las clases sociales y capas intermedias y explotadas de la sociedad que no defienden los mismos intereses. Se encuentran, juntos, proletarios (trabajadores, desempleados, precarios, jubilados) y pequeñoburgueses (artesanos, profesiones liberales, pequeños empresarios, emprendedores, comerciantes, agricultores asfixiados por los impuestos). Los trabajadores más pobres se movilizan contra su creciente miseria, contra la pobreza, los ataques económicos sin freno, el paro, la precariedad del empleo; mientras que los pequeños patronos protestan únicamente contra el aumento en el precio del carburante y de los impuestos. Focalizada sobre el aumento de los impuestos, la ira de los pequeñoburgueses está motivada únicamente por el hecho de que el Gobierno Macron, favoreciendo a la gran burguesía, les ha dejado de lado, particularmente con la abolición del impuesto sobre el patrimonio. Buen número de pequeños empresarios no están interesados en que se aumenten los salarios, ¡concretamente el salario mínimo interprofesional de crecimiento -SMIC! y utilizan, de esta manera la cólera de los trabajadores, con chalecos amarillos, para ejercer presión sobre el gobierno y sacar tajada: la bajada de los impuestos que están asfixiando su negocio. Por esta razón Marine Le Pen, aunque apoya de forma escandalosa el movimiento desde que empezó, ha afirmado claramente desde los platós de televisión que está contra el aumento del salario mínimo ¡para no penalizar a las PME (pequeñas y medianas empresas)!
Este movimiento de revuelta "ciudadana" es una trampa donde la mayor parte de los partidos del aparato político de la burguesía se presentan como sus "hinchas". Desde Marine Le Pen hasta Olivier Besancenot, pasando por Mélenchon y Laurent Wauquiez (¡e incluso Brigitte Bardot!), "todo el mundo" está ahí para apoyar este movimiento interclasista y su veneno nacionalista. Los trabajadores deben rechazar la unión sagrada de todas las camarillas políticas "anti Macron" pues estos partidos burgueses manipulan la cólera de los "chalecos amarillos" para arrastrar el máximo de votos a las elecciones y defender el capital nacional llamando a los proletarios a reunirse ¡tras la bandera tricolor de sus explotadores! Si todos estos partidos utilizan a los "chalecos amarillos” para debilitar a Macron, es porque saben perfectamente que este movimiento no fortalece en nada la lucha del proletariado contra su explotación y su opresión.
Para luchar eficazmente ¡los proletarios deben afirmarse como clase independiente!
En este movimiento como si dijéramos "apolítico" y "no Sindical", los métodos de lucha de la clase obrera están completamente ausentes. ¡No hay ningún llamamiento a la huelga ni a su extensión a todos los sectores! Ningún llamamiento a las asambleas generales soberanas en las empresas para que los trabajadores puedan debatir y reflexionar juntos sobre las acciones a realizar con el objetivo de desarrollar y unificar la lucha contra el deterioro de sus condiciones de vida; discutir y reflexionar sobre consignas unitarias y ¡sobre el futuro! Por tanto, ¡únicamente estos métodos de lucha de la clase obrera pueden frenar los ataques y hacer retroceder al gobierno y a la patronal!
La lucha de los obreros no es la lucha de "todos pobres" contra los “ricos”. Es la lucha de una clase explotada, que vive de la venta de su fuerza de trabajo, contra la clase burguesa que realiza sus beneficios mediante la explotación de la fuerza de trabajo de los proletarios. ¡Esta explotación es lo que está en el origen del creciente empobrecimiento de la clase obrera!
La clase obrera debe defender sus condiciones de vida en su propio terreno, como una clase autónoma, independiente de otras clases y estratos sociales como la pequeña burguesía. Cuando la clase obrera se afirma como clase autónoma, desarrollando una lucha masiva, atrae tras ella una parte cada vez más amplia de la sociedad que sigue sus mismos métodos de lucha, sus mismas consignas unitarias y, en definitiva, su mismo proyecto revolucionario de transformación de la sociedad.
En 1980, en Polonia, un inmenso movimiento de masas surge en los astilleros de Gdansk tras la subida de los precio de las mercancías de primera necesidad. Para enfrentar al gobierno y hacerle recular, los trabajadores se agruparon, se organizaron masivamente como clase frente a la burguesía "roja" y su estado estalinista. Las demás sectores de la población se unieron ampliamente a esta lucha masiva de la clase explotada.
Cuando el proletariado desarrolla su lucha como clase independiente, son las asambleas generales masivas, soberanas y abiertas a "todo el mundo" las que están en el corazón del movimiento. No hay entonces lugar para el nacionalismo; al contrario, los corazones vibran por y para la solidaridad internacional porque "los proletarios no tienen patria", como afirma el movimiento obrero desde sus orígenes en el siglo XIX. Los trabajadores, deben pues negarse a cantar la Marsellesa y ondear la bandera tricolor, la bandera de los versalleses que ¡asesinaron a 30.000 proletarios durante la Comuna de París en 1871!
Frente al sabotaje de los sindicatos...
Hoy, los proletarios quieren expresar su profundo enojo pero no saben cómo luchar eficazmente para defender sus medios de subsistencia frente al aumento de los ataques de la burguesía y su gobierno. Muchos jubilados han olvidado sus propias experiencias de lucha, su capacidad de unirse y organizarse sin esperar instrucciones de los sindicatos, como lo hicieron en Mayo de 1968. Los jóvenes trabajadores no tienen aún suficiente experiencia en lucha de clases y todavía tienen dificultades para desbaratar las trampas de los defensores del sistema capitalista.
Muchos trabajadores con “chalecos amarillos” reprochan a los sindicatos su "inercia", que no "hacen su trabajo". Por eso la CGT, para competir con los "chalecos amarillos", trata de devolver el golpe llamando a una nueva "jornada de acción" para el 1º de diciembre, el mismo día de la tercera reunión de los "chalecos amarillos" en los Campos Elíseos. Ante la desconfianza hacia los sindicatos que está comenzando a resurgir en la clase obrera, podemos estar seguros de que la CGT y otros sindicatos, van ahora a "hacer su trabajo" (con la complicidad de los trotskistas de la NPA y de "Lucha Obrera"): encuadrar, desviar, dividir, sabotear y agotar la combatividad obrera para impedir todo movimiento espontáneo y unitario de los proletarios en su terreno de clase.
No olvidemos todas las maniobras sindicales para sabotear la lucha, como ya se ha visto con la larga "huelga escalonada" en la SNCF dirigida por los sindicatos. No olvidemos sus múltiples "Jornadas de acción" estériles y sus manifestaciones ahogadas en la dispersión y la división, como la movilización, contra la política del gobierno el 9 de octubre pasado, verdaderamente plana e intrascendente; seguida, a la semana siguiente, por la de los jubilados y tres días después, por la huelga en la Enseñanza pública.
El profundo descontento de muchos trabajadores hacia los sindicatos fue aprovechado por los que iniciaron el movimiento de los "chalecos amarillos", con el apoyo activo de todos los partidos políticos burgueses. El mensaje que, todos los hipócritas en "chaleco amarillo" "partidarios" de los trabajadores, nos tratan de colar, es el de que los métodos de lucha de la clase obrera (huelga, manifestaciones masivas, asambleas generales soberanas con delegados elegidos y revocables en todo momento, comités de lucha, de huelga...) no conducen a nada. Y que lo que ahora sería necesario es confiar en los pequeños patronos para encontrar otros métodos de lucha, supuestamente radicales, y reunir a "todo el mundo", a todos "los ciudadanos", a todo el "pueblo de Francia" contra el "dictador" y "presidente de los ricos", Macron.
...¡los proletarios no deben confiar más que en sí mismos!
La clase obrera no debe delegar o confiar su lucha ni a las capas sociales reaccionarias, ni a los partidos que pretenden apoyarla, ni a los sindicatos que son sus falsos amigos. Todo ese guapo mundo, cada uno con su credo, ocupa y encierra el terreno social para impedir que los trabajadores se movilicen masivamente y desarrollen una lucha autónoma, solidaria y unida contra los ataques de la burguesía; unidos tras consignas comunes a todos: contra la "vida cara", contra el desempleo y la pobreza, contra el aumento de los ritmos de trabajo, contra la disminución de los salarios y de las pensiones de las jubilaciones, etcétera.
Para poder desarrollar su lucha, para construir una relación de fuerzas capaz de detener los ataques de la burguesía y hacerla retroceder, la clase trabajadora debe confiar sólo en sí misma. Debe encontrar su identidad de clase y no disolverse en el "pueblo francés". Debe recuperar la confianza en sus propias fuerzas, comprometiéndose en la lucha en su propio terreno, más allá de todas las divisiones corporativistas, sectoriales y nacionales.
Para preparar las luchas futuras, todos los trabajadores combativos que son conscientes de la necesidad de la lucha proletaria deben intentar reagruparse para discutir juntos, sacar las lecciones de los últimos movimientos sociales tomando como referente la historia del movimiento obrero. ¡No deben: ni dejar el campo libre a los sindicatos ni dejarse adormecer por los cantos de sirena de las movilizaciones “ciudadanas”, “populares”, populistas e interclasistas de la pequeña burguesía!
¡A pesar de todas las dificultades del proletariado, el futuro pertenece todavía a su lucha de clase!
Révolution Internationale, sección en Francia de la Corriente Comunista Internacional
29 de noviembre de 2018