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En 6 artículos hace 170 años, fue publicado el Manifiesto del Partido Comunista: “…en el Congreso del partido en Londres, en 1847, Marx y Engels fueron encargados de asegurar la publicación de un programa teórico y práctico completo. Redactado en alemán, el manuscrito fue impreso en Londres en enero de 1848, unas semanas antes de la revolución francesa del 24 de febrero. Una traducción francesa apareció poco antes de la insurrección parisina de junio de 1848” (Prefacio de Engels a la edición de 1888).
Desde ese momento, ya no se pueden contar las publicaciones o traducciones de esta obra, una de las más célebres en el mundo. Hoy en día, con el relativo renovado interés que suscita en el seno de pequeñas minorías combativas en busca de una perspectiva revolucionaria, la propaganda oficial del Estado burgués tiene que continuar desacreditando, lo más posible, la idea del comunismo haciendo pasar al Manifiesto como la obra siniestra y trágica de una pasada revolución sangrienta[1]. Al comparar de forma fraudulenta y mentirosa la contrarrevolución estalinista a la llegada de un supuesto comunismo que habría ido a la quiebra, el Manifiesto, por tanto, encarnaría un proyecto “obsoleto”, incluso “peligroso”. Por último, como a los ojos de los peores reaccionarios del siglo XIX, el Manifiesto del Partido Comunista sigue siendo hoy “la obra del diablo”.
Un producto de la lucha de clases
En la cima de la oleada revolucionaria mundial de los años 1917-1923, es decir, mucho antes de la caída del bloque del Este y la supuesta muerte del comunismo, el Manifiesto ya fue calumniado y combatido armas en mano por la clase dominante que cercó la Rusia de los Soviets. En aquella época, el Manifiesto fue para los revolucionarios, más que nunca, una verdadera brújula que les permitió guiar al proletariado con el objetivo del derrocamiento del capitalismo para su proyecto revolucionario mundial. En las conferencias realizadas en 1922 por Riazanov sobre la vida y actividad de Marx y Engels, el Manifiesto era considerado como un producto puro de la lucha de la clase obrera. Eso es lo que muestra este pasaje citando a Engels mismo: “…los trabajadores se presentaron e invitaron a Marx y Engels a su reunión; Marx y Engels declararon que ellos no entrarían a menos que adoptaran su programa; los trabajadores acordaron con ello, y organizaron la Liga de los Comunistas e, inmediatamente, encargaron a Marx y Engels escribir el Manifiesto del Partido Comunista”. Este “acuerdo” no fue resultado de un convencimiento inteligente repentino, o una débil rendición ante una ‘crisis autoritaria’ y aún menos de una especie de “golpe de fuerza” por parte de Marx y Engels. Por el contrario, fue resultado de la maduración real de la conciencia obrera y fruto de un largo debate, un producto militante relacionado con la actividad organizada de la Liga de los Comunistas: “los debates duraron varios días, y Marx se tomó grandes dolores para convencer a la mayoría de la justeza del nuevo programa. Este último fue adoptado en sus líneas fundamentales y el Congreso encargó especialmente a Marx escribir en nombre de la Liga de los Comunistas no una profesión de fe sino un manifiesto” [2]. Es muy importante destacar que el manifiesto era ante todo un mandato que Marx y Engels recibieron del Congreso en tanto militantes y no un simple producto escrito de su propia pertenencia. En relación con esto, una carta enviada por el Comité Central al Comité regional de Bruselas, de fecha 26 de marzo, sobre la base de una resolución adoptada el 24 de enero, debía, serles transmitida para llamarlos a rendir cuentas sobre sus trabajos. Marx podría incluso ser sancionado en caso de que no asumiera a tiempo su mandato: “…el Comité Central, por este medio, pide al comité regional comunicar al ciudadano Marx que si el Manifiesto del Partido Comunista cuya redacción se ha asumido en el último Congreso no ha llegado a Londres el 1º de febrero del año en curso, se tomarán medidas en consecuencia contra él. En caso de que el ciudadano Marx no cumpliera su trabajo, el Comité Central pedirá la inmediata devolución de los documentos puestos a disposición de Marx”.
Marx y Engels, lo sabemos, lograron terminar su trabajo en fecha y hora. Al mismo tiempo, no había dejado de actuar en el sentido de desarrollar la unidad del proletariado haciendo también todo un trabajo organizativo ejemplar del cual el propio Manifiesto es a la vez el producto y la herramienta que le permite proseguirlo: Los historiadores no se dieron cuenta de este trabajo de organización de Marx, al que presentaron siempre como un pensador de gabinete[3]. Así pues, no vieron el papel de Marx como organizador, no han visto una de las partes más interesantes de su fisonomía. Si no se conoce el papel que Marx jugaba hacia 1846-47 como dirigente e inspirador de todo este trabajo de organización, es imposible comprender el gran papel que desempeñaría después como organizador de 1848-1849 y en la época de la Primera Internacional.
Todo este trabajo militante, al servicio de la unidad y del combate del proletariado, se encuentra en las propias formulaciones del Manifiesto que define la posición de los comunistas como ‘vanguardia’ y parte no separada de la clase obrera: “los comunistas no forman un Partido distinto (...) no tienen ningún interés que los separe del conjunto del proletariado”[4].
Una verdadera brújula para el movimiento obrero
Los bolcheviques también consideraban en su tiempo que el Manifiesto del Partido Comunista fue una verdadera ‘brújula’. Aquí está lo que el propio Lenin decía del Manifiesto: “este folleto vale volúmenes: inspira y anima hasta este día a todo el proletariado organizado y combatiente del mundo civilizado”[5]. La fuerza teórica del Manifiesto ha sido posible, aun considerando el genio innegable de Marx, sólo por el contexto que se relaciona con un momento decisivo en la historia de la lucha de clases, el de un período donde el proletariado comenzaba a constituirse como clase independiente en la sociedad. Esta lucha permitiría al comunismo mismo superar el ideal abstracto desarrollado por los utopistas para convertirse en un movimiento social práctico basado en un método científico, dialéctico, el del materialismo histórico. La tarea esencial era entonces desarrollar la verdadera naturaleza del comunismo, de la lucha de clases, y de los medios para lograr alcanzar este objetivo que debía ser formulado en un programa. Hace veinte años, afirmamos en relación con el Manifiesto: “no existe hoy ningún documento que preocupe más profundamente a la burguesía que el Manifiesto Comunista, por dos razones. La primera porque su demostración del carácter histórico temporal del modo capitalista de producción, de la naturaleza insoluble de sus contradicciones internas que confirma la presente realidad, sigue afectando a la clase dominante. La segunda, porque el Manifiesto, ya en su tiempo, fue escrito específicamente para disipar las confusiones de la clase obrera sobre la naturaleza del comunismo”[6].
El Manifiesto es un verdadero tesoro para el movimiento obrero
Al “avanzar sobre su tiempo”, da todas las armas necesarias para luchar contra la ideología dominante hoy. Por ejemplo, la crítica del socialismo "conservador o burgués" de la época, toda proporción guardada, se aplica absolutamente al estalinismo del siglo XX y permite comprender lo que realmente significa la abolición de la propiedad privada: “... Por la transformación de las condiciones materiales de vida, este socialismo no significa para nada la abolición de las relaciones de producción burguesa, que no puede lograrse más que por medios revolucionarios; entiende por ello únicamente reformas administrativas, que se cumplen sobre la base misma de estas relaciones de producción sin afectar, por lo tanto, las relaciones del capital y trabajo asalariado, y que, en el mejor de los casos, permite a la burguesía disminuir los costos de su dominación y aligerar el presupuesto del Estado”. Más allá de estos elementos críticos que se pueden utilizar como un arma siempre actual, el Manifiesto afirma también varios elementos esenciales que siguen siendo totalmente válidos para orientar la lucha de hoy:
- El primero es demostrar la crisis del sistema capitalista, la realidad de la “sobreproducción”, el hecho que el capitalismo y la sociedad burguesa están condenados por la historia: “La sociedad ya no puede vivir bajo la burguesía; es decir que la existencia de la burguesía y la existencia de la sociedad se han hecho incompatibles”.
- El segundo elemento esencial, mientras que la burguesía no cesa de decir falsamente que el proletariado ha “desaparecido” y sólo son válidas las reformas “democráticas” burguesas, pretendidamente “para el pueblo”, el Manifiesto desprende, al contrario, una perspectiva revolucionaria destacando claramente esto: “sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria”. Expresión de una clase universal por naturaleza a la vez explotada y revolucionaria, trabajando de manera asociada y solidaria en las relaciones capitalistas de producción, su combate se inscribe y desarrolla no sólo en relación con la necesidad sino también en la capacidad para llevar a cabo este proyecto. Una de las principales clarificaciones contenidas en el Manifiesto reside en el hecho de que afirma, mucho más claramente que antes, que la emancipación de la humanidad está ahora en las manos del proletariado. Este último debe enfrentarse inevitablemente a la burguesía sin ningún compromiso, no puede hacer causa común con ella. Un aspecto que era no tan claro hasta 1848 y que, por otra parte, no siempre lo ha sido posteriormente. Recordamos que el lema de la Liga de los Justos –“Todos los hombres son hermanos”– expresaba aún la confusión que prevalecía en el movimiento obrero. El Manifiesto afirma, al contrario, el irremediable antagonismo entre el proletariado y la burguesía. De esta manera, es de hecho, la expresión de un paso decisivo franqueado en la conciencia de clase.
- El tercero aporta sobre la naturaleza y el papel de los comunistas que deben ser “la fracción más decidida...que incluye a todas las demás: teóricamente tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de una clara comprensión de las condiciones, de la marcha y de los fines generales del movimiento proletario”.
- El último punto, aunque no menos importante, es la afirmación del carácter internacionalista del combate de clase: “los trabajadores no tienen patria” que siempre ha sido y sigue siendo más que nunca, la piedra de toque de la defensa de las posiciones de clase, totalmente lo contrario del nacionalismo del enemigo de clase. El hecho de que el Manifiesto termina con esta llamada vibrante: “¡Proletarios de todos los países uníos!”, es la expresión más fuerte que traduce la dimensión intrínsecamente internacionalista del combate proletario y de la defensa de su principio fundamental.
Todavía podríamos destacar otros aspectos importantes ya presentes en el Manifiesto, pero nos gustaría concluir este breve homenaje militante volviendo a sus primeras líneas, la de la no menos famosa fórmula, también siempre actual según nosotros: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. De hecho, afirmamos que a pesar de las dificultades que conoce y atraviesa hoy, el proletariado internacional siempre mantiene sus capacidades y la fuerza para poder derribar el orden capitalista para sustituirlo por una sociedad sin clases, sin guerra ni explotación. ¡Este “espectro”, sin ofender a los burgueses, de hecho, todavía está presente!
WH /3-junio-2018
[1] Así es deformada la revolución de 1917 cuya realidad es otra. Ver por ejemplo el Manifiesto del 22º Congreso de la CCI sobre la Revolución de 1917: https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4237/manifiesto-de-la-corriente-comunista-internacional-sobre-la-revolucion
[2] Este texto se puede encontrar en https://www.nodo50.org/ciencia_popular/articulos/Riazanov.pdf
[3] Para desmontar esta falsa imagen de Marx y reivindicar su acción militante y combatiente ver 100 años después de la muerte de Marx el marxismo es el porvenir, Revista Internacional nº 33, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200803/2195/cien-anos-despues-de-la-muerte-de-marx-el-marxismo-es-el-porvenir
[4] La versión digital del Manifiesto Comunista se puede encontrar en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
[6] Ver 1848: el manifiesto comunista una brújula indispensable para el porvenir de la humanidad. Revista Internacional nº 93, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1201/1848-el-manifiesto-comunista-una-brujula-indispensable-para-el-por