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Nos atacan a todos y por eso…
¡Lucha aislada es lucha perdida!
La crisis económica del capitalismo mundial es cada vez más aguda. A diferencia de otras sociedades pasadas en las que el origen de la crisis era la escasez, en el capitalismo se trata de la abundancia… a fin de cuentas, como dice en el “Manifiesto del Partido Comunista”, las contradicciones del capitalismo explotan: Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Pero esta abundancia no sólo no satisface las necesidades humanas, además limita al objetivo de incrementar la ganancia capitalista, es por ello que la clase en el poder no tiene más salida que el de reforzar las medidas de explotación.
Bajo estas circunstancias la burguesía en todo el mundo ha establecido como política general la instrumentación de medidas que afectan a las pensiones y al salario, que facilitan el despido e incrementan las cadencias de trabajo. Ya sea que se presenten como “planes de austeridad” o como “reformas laborales” el objetivo es el mismo: aumentar la explotación.
La “reforma laboral” abarata la fuerza de trabajo y amplía la explotación
En México se ha impuesto la “reforma laboral” como parte de un viejo proyecto que la burguesía nacional –independientemente del partido que le toque gobernar– ha venido aplicando paulatinamente. Esta reforma que hoy se presenta como una novedad está en continuidad con la aplicación de los sistemas de pensión individuales (AFORES) y la “ley del ISSSTE” que fueron un severo golpe al salario indirecto (servicios médicos y jubilación). Pero como para la ganancia capitalista apenas fueron un respiro, los ataques se amplían para imponer mayores ritmos de trabajo y menor salario.
Por eso, para aliviar la ganancia de los patrones, todos los partidos en unión sagrada acordaron sacrificar más a los trabajadores. Y por más que la propaganda oficial hable del eterno futuro prometedor –que nunca llega–, la realidad es que sólo se puede esperar mayor explotación y mayor miseria.
Esta condena no es únicamente para un grupo de asalariados. La burguesía ataca lo mismo a los trabajadores en activo que a los jóvenes futuros vendedores de fuerza de trabajo. Están en la mira tanto los trabajadores del sector público como los del privado, de la industria o de los servicios… ¡Todos, tarde o temprano han de ser golpeados directamente por las rabiosas leyes laborales!
Y si el Estado no ha generalizado la aplicación de las medidas es para evitar la unión de los trabajadores, por eso las aplica sector por sector. Así, cada vez que avanza, el Estado crea un ambiente de desprestigio, calificando a los trabajadores del sector afectado, como “flojos y privilegiados”. Lo hicieron con los trabajadores de Luz y Fuerza, lo hacen ahora con los maestros y así lo harán con los que sigan.
Todos los trabajadores debemos reflexionar el caso de los maestros porque con ellos comienza la generalización de los ataques a nuestras condiciones de vida.
La reforma educativa (laboral) es un golpe a todos los trabajadores
La aplicación de la “reforma laboral” inicia como “reforma educativa” –o sea, atacando a los trabajadores de la educación– no por una cuestión de azar. Ha sido una elección cuidadosa de la clase dominante. Los maestros son un sector con tradición de lucha pero también –y por eso mismo donde el poder de la estructura sindical “oficial” y “disidente” se encuentra muy fortalecido. Esto ha asegurado que pese a su combatividad, sea fácilmente controlado. Estas características facilitan la realización de ejemplares trampas sindicales en dos frentes, el SNTE y la CNTE. Pero además, si las medidas pasan, la derrota se usará como mensaje contra el resto de explotados de que nada vale luchar y de que nada podría parar los ataques que vendrán.
De forma astuta el Estado pretende mostrar preocupación por el mejoramiento de la educación y bajo el camuflaje de que se trata de una “reforma educativa”, cuela la “reforma laboral”. Las nuevas leyes laborales que buscan aplicarse –inicialmente– a los maestros, anuncian sin cortapisas la eliminación de la permanencia laboral y la intensificación brutal de los ritmos de trabajo.
Intentan maquillar con palabrería el rostro feroz de estas medidas pero no han logrado hacerlo. El descontento de los proletarios del sector educativo se ha expresado, aún si la confusión que se alienta por el SNTE y la CNTE ha impedido que el coraje y la combatividad de los trabajadores se consoliden.
¡A luchar todos contra las divisiones y las trampas!
Ante la escalada de ataques la combatividad de los explotados se ha dejado sentir, pero para fructificar no debe verse atrapada por las maniobras que orquesta la burguesía a través de la estructura sindical. La primera de estas trampas es promover el uso del amparo como forma de lucha para hacer creer que por los buenos oficios de jueces y enterneciendo el corazón de diputados, la clase dominante se conmoverá y abjurará de sus leyes, ¡leyes que ella misma controla en su exclusivo beneficio! El clásico engaño legaloide fue lo que permitió pasar fácilmente la “ley del ISSSTE”. También dispersó la solidaridad que en un inicio se mostraba hacia los trabajadores despedidos de Luz y Fuerza. Ahora este esterilizador de luchas que es el amparo y la confianza en las instituciones burguesas, se vuelve a usar.
Como contraparte de la misma trampa se encuentran las medidas que aparentan radicalidad, como el cierre de carreteras o la toma de edificios. Estas acciones aunque son expresiones de descontento aíslan la lucha pues impiden que el combate sea reconocido como propio por otros trabajadores. Más importante aún, esta “radicalidad” basada en la espectacularidad y el accionar desesperado, impide la reflexión y la solidaridad que son la base de la extensión y generalización del combate. Sin espacios abiertos de reflexión amplia, el conjunto de trabajadores será incapaz de movilizarse masiva, autónoma y conscientemente en su lucha.
Los sindicatos de todo pelaje llaman a movilizarse pero su objetivo es desmovilizar y aislar, extendiendo la desmoralización e impidiendo la unidad con otros trabajadores. Por eso el único camino que tenemos los proletarios para enfrentar los ataques es la reflexión, la organización y la movilización masivas:
¡A la lucha, pero no detrás de los sindicatos!
Revolución Mundial, Mayo 2013