Enviado por CCI Online el
Estas palabras, que tienen ya más de siglo y medio, son hoy más válidas que nunca. Impulsado por la enésima crisis del capitalismo, que cada día da muestras más claras de su descomposición, el nacionalismo -arma favorita de la burguesía- vuelve a coger fuerza contra los trabajadores.
La izquierda del capital y sus fieles perrillos sindicales nos llaman a defendernos de Europa y Alemania, se cierran filas en torno al capitalismo de Estado venezolano (o sus opositores), los izquierdistas de Cataluña piden que se luche por que la burguesía catalana tenga un órgano de opresión propio... Y lo peor es que el proletariado está empezando a caer en la trampa.
Y es que ¿quién no se solidarizaría, por ejemplo, con la larga lucha del pueblo catalán por su independencia del yugo español?
Pero, ¿qué significa realmente para los trabajadores en Cataluña la constitución de un Estado independiente? Significa pasar de ser oprimidos por un órgano estatal a ser oprimidos por otro diferente. ¿Es eso un avance en la lucha de nuestra clase? ¿Acerca eso un ápice el final del capitalismo? No, y aún más: lo aleja.
Lo aleja porque luchar por una nación, tenga esta Estado o no, nos enfrenta a los trabajadores entre nosotros mismos, nos hace situarnos del lado de una burguesía nacional (¡nuestros explotadores!) y nos hace caer en falsas ilusiones de libertad, olvidando que lo único que puede hacernos libres es el derribo violento del capitalismo y la construcción de un mundo nuevo en el que la producción sea fuente de abundancia y no de esclavitud, hambre y guerra.
Por ello, en este 1º de Mayo (y siempre) debemos recordar que estamos más cerca de un obrero en Bangladesh que de un capitalista de nuestra ciudad, que los obreros de todo el mundo son nuestros hermanos, que formamos parte de una lucha histórica que no conoce barreras nacionales y que se libra a nivel mundial.
Debemos recordarlo sin dejarnos engañar más; no dejarlo en un papel o en buenos deseos, sino hacer-lo real.
La revolución será mundial o no será.
¡Proletarios del mundo, unámonos!