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El lunes 10 de septiembre, 26 mil profesores en Chicago se fueron a huelga por primera vez en 25 años, después de años de sufrir ataques en sus prestaciones, congelación de los salarios y cada vez más atroces y degradantes condiciones de trabajo.
La situación de los docentes
Esta huelga está en continuidad con aquellas que han surgido durante el verano llevadas a cabo por los trabajadores de Con Edison en Nueva York, los conserjes en Houston, los trabajadores de Palermo pizza en Milwaukee, Wisconsin –por mencionar sólo algunas de las huelgas más publicitadas– y mirando más allá de un año, en continuidad con la huelga de trabajadores de Verizon, en la ciudad de Nueva York y las movilizaciones de los trabajadores públicos de Mdison, Wisconsin. ¡Los maestros están reaccionando finalmente! Como parte de la clase trabajadora, los profesores no se han librado de la crisis económica y de los ataques implacables de la clase gobernante contra las condiciones de vida y de trabajo. Sin embargo, debido a su posición como parte del sector público a cargo de educar a las futuras generaciones de trabajadores, para satisfacer las necesidades de búsqueda de ganancia y la competencia del capitalismo, los maestros han sido particularmente denigrados y demonizado por una brutal campaña que tiene dos objetivos fundamentales:
1. Dividir a la clase trabajadora al poner a un sector de ella contra el otro.
2. Justificar los ataques draconianos en contra de las prestaciones de servicio médico, seguridad en el empleo y condiciones de trabajo, con el argumento de la imperiosa necesidad de una “reforma educativa”.
Estos ataques y campaña de los medios de información son un fenómeno internacional que tiene lugar en Francia, Grecia, España, Portugal, Holanda, Italia, Gran Bretaña, Alemania, Austria y el resto del mundo. Las reacciones a menudo han sido masivas, no solo en los países europeos, sino también en India, África (Swazilandia) y América Latina. La movilización de los profesores de Chicago se inscribe en el surgimiento internacional de la combatividad de la clase obrera contra los ataques de los patrones.
¿Por qué están en huelga los maestros?
Hay muchas razones para el descontento de los docentes. A pesar de la declaración del alcalde de Chicago Rahm Emanuel, de que la huelga no tiene ninguna causa económica y, sobre esta base ridícula su solicitud de que salga una orden legislativa en contra del sindicato que está en huelga ilegalmente, hay un montón de preocupaciones económicas que han movilizado a los maestros para entrar en huelga: días y años escolares más largos, congelamiento de las tasas de contribución estatal a los seguros de salud; la introducción de una nueva evaluación docente ligada a un examen de rendimiento de los estudiantes –es decir, un ataque a la seguridad en el empleo, especialmente en el contexto de amenaza de cierre de al menos 100 escuelas–, y mucho más. ¡El “aumento salarial” previsto por el contrato incluso ni siquiera sería suficiente para pagar la jornada y ciclo escolar ampliados, y lo llaman un aumento! ¿No son estos asuntos económicos? ¡Solo nuestros jefes y gobernantes, quienes no tienen preocupaciones económicas que los mantengan despiertos durante la noche, pueden concebir estos ataques como no-económicos! Pero por supuesto, los maestros están totalmente en lo correcto si van más allá de las cuestiones económicas. Los maestros encabezan la exigencia de respeto de todos sus hermanos de clase por luchar por su dignidad como seres humanos, al negarse a someter su pasión por la enseñanza a un asunto medible por pruebas estandarizadas; y al negarse a someter a sus estudiantes a la mentalidad y la práctica de los patrones que ven a los seres humanos como meros objetos para vender y cuantificar según la ley de ganancia y competencia capitalistas, reduciendo a los seres humanos a simple mercancía para vender o tirar. ¡Este, en esencia, es el significado de su tan cacareada “reforma” a la educación! Se trata de un cálculo actuarial: cuánto están los jefes dispuestos a “perder” en educación pública a la luz de la reestructuración de la mano de obra que se impone sobre ellos debido a la crisis económica implacable del capitalismo! Solo podemos decir a nuestros compañeros maestros: ¡admiramos y apoyamos tu coraje! ¡Son una inspiración para todos nosotros ya que estamos en sus mismas condiciones!
¿Cuál es la forma más eficaz de luchar?
En los medios de comunicación, la clase dirigente y los jefes expresan su preocupación por lo que esta huelga significará para la perspectiva de re-elección de un presidente demócrata frente a uno republicano. ¿Temen que la clase obrera cada vez más sea capaz de ver a través de sus mistificaciones de humo y espejo y que se de cuenta de que, pintado de azul o rojo, el tamaño, los objetivos y el contenido de los ataques es realmente el mismo? Si les preocupa que la clase trabajadora tenga en su cabeza que la verdadera lucha tiene que librarse en las calles, junto con otros trabajadores, y no en las urnas, la clase obrera haría bien en reflexionar sobre el papel que desempeña cada parte en la implementación de los ataques y por lo tanto, preguntarse: ¿quién es nuestro verdadero amigo? ¿A quién necesitamos recurrir para pedir ayuda? ¿Es la cúpula sindical la respuesta a esta pregunta? ¿Cómo puede ser la respuesta “sí”, cuando los dirigentes sindicales negocian con los jefes a puertas cerradas? ¿Cómo puede ser posible que ellos sean nuestros amigos cuando contrato tras contrato nuestro trabajo y las condiciones económicas y de vida se han deteriorado? ¿Cómo creer en ellos cuando gritan que es una “victoria” –con el argumento de que “podría haber sido peor”– lo que para todos los trabajadores es una derrota? ¿No es esto lo que Karen Lewis tuvo la desfachatez de decir cuando ella clamaba que Rham Emanuel redujo su propuesta de hacer que los profesores fueran evaluados sobre la base del rendimiento de la prueba de los estudiantes del 40 al 25 ? Pero, si no podemos confiar en los sindicatos, ¿qué más tenemos?
Llevar la lucha a la calle y las asambleas generales
La forma más eficaz para librar una lucha es estableciendo asambleas abiertas, como los trabajadores históricamente lo han hecho y re-aprender a hacerlo. Hemos visto estos primeros intentos de volver a tomar el destino de la lucha en nuestras propias manos en España, durante el movimiento de Indignados, y aquí, en los Estados Unidos, con el movimiento Occupy. Lo que estos movimientos puntualizan es la necesidad de crear un espacio para debates abiertos donde podemos libre y creativamente proponer soluciones reales a nuestros problemas.
Somos los únicos “expertos” y la rendición de cuentas de nuestras decisiones debe descansar únicamente en las propias asambleas generales de trabajadores, controlado por los propios trabajadores. ¡Cuando somos capaces de mantener la lucha en nuestras manos, es posible extenderla a otros sectores y otros trabajadores y, de esta manera, ganar verdadera fuerza, unidad y solidaridad, y romper el aislamiento en el que nuestros sindicatos nos entrampan!
La simpatía que esta huelga ha levantado en muchos otros trabajadores, incluso entre los padres que han tenido un millón de dificultades para encontrar cuidado para sus hijos, es un testimonio de la necesidad urgente de extender la lucha, de expresar solidaridad real, de confiar y apoyarse en el resto de la clase obrera. Esta huelga, por ahora, se ha ahogado en el aislamiento y los maestros han regresado al trabajo sin haber logrado nada en términos del contrato. Pero si los profesores son capaces de ganar en término de las lecciones acerca de cómo luchar más eficazmente en el futuro, acerca de quienes son sus verdaderos amigos de clase y quienes son sus enemigos, la lucha no habrá sido derrotada.
En las dos semanas antes de la ratificación final del contrato, los profesores deberían reunirse para discutir y extraer las lecciones de esta lucha y prepararse para romper el aislamiento impuesto por el sindicato saliendo a encontrarse con otros trabajadores y realizar foros de discusión abierta donde las decisiones pueden hacerse colectivamente y pueden permanecer en manos de los propios trabajadores.
Internationalism, 9 de octubre