Enviado por CCI Online el
La crisis capitalista, en su paso por España, está haciendo que las contradicciones y antagonismos sociales que recorren la sociedad capitalista se muestren de una forma mucho más descarnada y clara, y que el Estado capitalista, tras su fachada democrática, aparezca de forma cada vez más evidente como lo que es: la máquina encargada de mantener las relaciones sociales y de producción capitalista que requiere la burguesía para su dominio sobre la población en general y sobre la clase proletaria en particular.
La situación se acerca a lo insostenible: aumento brutal de la pobreza y el hambre, paro masivo, miles de desahucios, aumento de la precariedad y la explotación, drásticas reducciones salariales, recortes o eliminación de servicios básicos (sanidad, educación, lucha contra incendios, etc).
En este contexto, la función principal de la mal llamada “clase política”, que no es otra que mentir, sembrar ilusiones y dar legitimidad “democrática” a la dominación capitalista, obviamente sufre un gran desgaste, por lo que es importante para la clase burguesa el preparar piezas de recambio, tanto en lo referente a los partidos e individuos que directamente asumen la función de gestión y aplicación de las medidas que el capital manda, como en los encargados de contener y canalizar el malestar social.
Y algo similar sucede con los sindicatos. Ante la gravedad de la situación, el capital y su Estado debe contar en la reserva con aparatos sindicales capaces de controlar y canalizar hacia puntos muertos las luchas y protestas cuando los “oficiales” CC.OO. , UGT u otros se muestren incapaces.
El caso es que el pasado 7 de agosto el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores), previa llamada a los medios, organizó “asaltos” simbólicos a varios supermercados en la región andaluza “para denunciar la situación de miseria de muchas familias en Andalucía”. Los medios burgueses han situado estas acciones en portada durante varias días con dos objetivos, aparentemente contradictorios pero perfectamente complementarios: primero, el intento de criminalizar y asociar toda lucha y movilización con violencia hacia personas y trabajadores, utilizando de forma hipócrita y cínica las lágrimas de una cajera nerviosa a raíz de un pequeño rifi-rafe durante la acción, y así sembrar dudas en aquellos proletarios que sientan el impulso de lanzarse a la lucha en el futuro; y segundo, darle una inestimable publicidad al SAT, de paso a Izquierda Unida, y de forma general a toda la izquierda del capital.
Es bien conocida la férrea censura y blackout imperante en los medios “democráticos”: lo que no interesa a sus dueños es ocultado, o si es imposible por su amplitud, convenientemente tergiversado y manipulado. Desde luego las acciones simbólicas podrían haber sido, como tantas otras veces en casos similares, ocultadas o minimizadas por los medios; si no lo fueron es por las razones arriba señaladas. Y como decíamos, la publicidad al SAT y a IU ha sido enorme, con presencia de miembros del sindicato en múltiples platós televisivos (con la vedette y diputado andaluz por IU Sánchez Gordillo a la cabeza) soltando libremente todo su discurso, junto con sectores de IU que han tenido la oportunidad de mostrar su apoyo a la acción, con el respetable parlamentario Gaspar Llamazares como elemento mediático destacado, y así ponerse por un momento el disfraz de “combativos”.
Pero la cuestión fundamental que subyace de estos “eventos mediáticos” va más allá del SAT, o de tal o cual sigla o personaje; la clase dominante busca a corto y medio plazo el alimentar 3 elementos fundamentales para dificultar la reaparición histórica de la lucha de clase del proletariado a nivel masivo y mantener su poder: alimentar ilusiones sobre el parlamentarismo y las farsas electorales; fomentar la idea de que el sindicalismo (en sus distintas versiones, “oficial” o “de base”) sería una herramienta eficaz de protesta y lucha para los explotados; y espolvorear todo el arsenal de confusión con posiciones políticas y reivindicaciones reaccionarias y ajenas a la lucha proletaria.
La burguesía ha tratado de transmitir que, pese a todo, el parlamento representaría al pueblo, y que hay parlamentarios que sí se preocupan de “los ciudadanos” (su distinguida señoría Llamazares ha aprovechado bien la ocasión para hacerse la foto y se ha erigido en defensor de los pobres). En definitiva, que existiría alguna esperanza de lucha transformadora en el seno de ese cascarón vacío y podrido, lleno de cotorras mentirosas a sueldo del capital, sin otro fin que legitimar la dominación capitalista y alimentar ilusiones “democráticas” y electorales de cambio, que es el parlamento burgués.
De la misma forma, la clase dominante ha pretendido dar oxígeno al sindicalismo, y más concretamente al sindicalismo “de base” o “alternativo” (cuyas diferencias con el sindicalismo “oficial” serían más de forma que de fondo, siendo en general los “alternativos” meros apéndices críticos de los “oficiales”, como pudimos comprobar una vez más en la última “huelga general” del 29-M). ¿Los métodos de estos sindicatos “alternativos”?: acciones simbólicas para llamar la atención de los medios, marchas a pié, aislar y centrar los conflictos en una empresa o zona geográfica, acciones espectaculares (ocupaciones, bloqueos de carreteras, etc), movilizaciones a toque de corneta de los sindicatos grandes, suplicar en la puerta del político de turno, etc. Lejos de lo mínimo que la clase proletaria requiere hoy día: espacios de encuentro, solidaridad, reflexión y debate donde romper el aislamiento; la extensión de los conflictos y las protestas más allá de la empresa o área geográfica particular; el uso de las movilizaciones desmovilizadoras de los sindicatos “oficiales” para contactar y debatir con compañeros y no para ser una mera comparsa chillona.
A la vez, dándole publicidad al SAT, lo que la burguesía ha pretendido es difundir lo máximo posible el arsenal de confusionismo y posiciones reaccionarias que este sindicato comparte con la mayoría de la izquierda y extrema izquierda[1] (y con gran parte del aparato político e ideológico burgués). Este sindicato tiene sus propias peculiaridades ideológicas (entre las más reaccionarias estarían su extravagante nacionalismo andaluz, que identifica la solución a todos los problemas “de Andalucía” -así, en general- con su independencia de España; la caduca y estéril reivindicación de “reforma agraria” para el problema del paro jornalero en Andalucía, como si fuera un problema separado del conjunto del proletariado; o sus reivindicaciones especialmente humillantes y más propias de Cáritas como la de que los supermercados entreguen comida a punto de caducar a la gente necesitada...) pero, como decimos, estas son algunas posiciones de la izquierda en general que es necesario denunciar:
- La utilización del aparato político burgués (la “clase política”) como taparrabo del sistema al que culpar de la crisis (“malas políticas”, casos de corrupción, los sueldos y privilegios de los políticos, etc), y así no señalar al sistema capitalista como un todo, y al aparato político y su corrupción como expresión de este. Mientras la indignación se dirija y limite a los políticos la burguesía puede estar tranquila.
- La utilización de los bancos y el sector financiero también como chivos expiatorios “culpables de la crisis” como si estos no fueran organismos estrechamente ligados al Estado capitalista y al sistema como un todo, y como si el hundimiento del sector financiero no fuera otra cosa que la expresión del derrumbe de una parte de la economía capitalista. Vuelta a la vieja cantinela antiglobalización, hoy retomada por los restos del 15M y la izquierda de que “el poder financiero se está cargando la democracia” (¡!).
- La utilización de sus acciones dirigidas a “llamar la atención del gobierno” y evitar la “helenización de España”, y a que este “haga políticas a favor del pueblo”. Por supuesto sus acciones no van dirigidas al conjunto de explotados, a que el proletariado gane en fuerza, autoorganización, unidad, solidaridad y capacidad política para el combate contra la burguesía.
- Denuncia de que “Bruselas” y “Merkel” estarían acabando con “nuestra soberanía”, discurso que exime a la clase capitalista española (y andaluza) y a su sistema de toda culpa en los ataques a las condiciones de vida. Como se ve, el reaccionario y antiproletario nacionalismo andaluz (que reivindica para crear empleo, entre otras cosas, que no se lleven la industria a Cataluña...) es perfectamente compatible con el reaccionario y antiproletario nacionalismo español (que se esfuerza en señalar a “Alemania” y “Bruselas” como los ladrones de “nuestra soberanía”...).
- Soluciones mágicas para la crisis: que el BCE preste dinero barato (¡cuando precisamente el crédito excesivo para crear una demanda ficticia que diera salida a las mercancías ha sido la causa inmediata de la crisis!), que se hagan inversiones productivas, que se genere empleo, etc. Por lo visto aquí no hay lucha de clases, no hay antagonismos sociales, la burguesía y su Estado no mirarían por su propio beneficio sino por “el bien del pueblo”, no hay contradicciones en el sistema que lo llevan a crisis y convulsiones cada vez más profundas, sólo “buenas o malas políticas” en las que habría que acertar por el “bien del país”... ¿y la crisis?, sería mentira, “una estafa”.
La gravedad de la situación, los múltiples y sofisticados métodos y aparatos de confusión y canalización que posee la clase dominante y su Estado, la descomposición social y la atomización creciente, hacen absolutamente indispensable un mínimo de claridad política para luchar contra el capitalismo. No puede haber práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria, sin conocer el terreno que pisamos, la portería que defendemos y en la que nos toca marcar, a nuestros enemigos y a nuestros falsos amigos.
Los compañeros que honestamente tratan de luchar contra este sistema bajo la influencia de la izquierda y la extrema izquierda del capital tienen que hacer un esfuerzo y reflexionar acerca de la actividad y discurso de esas organizaciones e ideologías, cuyo fin (más allá de los honestos y combativos militantes que pudiera haber en sus filas) en la sociedad burguesa es el de contener, canalizar y debilitar la capacidad, teórica y práctica, del proletariado para luchar contra el capitalismo.
Draba 16/08/2012
[1] Para ver un pequeño listado de colectivos e individuos de la izquierda que han dado su apoyo al SAT: kaosenlared.net/component/k2/item/27597-artistas-intelectuales-movimientos-sociales-sindicatos-y-partidos-se-solidarizan-con-el-sat.html.