Enviado por CCI Online el
Presentación de la CCI:
Publicamos a continuación una muy interesante contribución de un compañero que firma Gracchus y con la cual nos sentimos muy de acuerdo.
Muchas de sus afirmaciones nos parecen válidas especialmente cuando subraya:
- la base científica de la teoría revolucionaria del proletariado
- el hecho de que la ciencia -aún estando dominada por la burguesía y puesta globalmente a su servicio- contiene elementos de conocimiento, método etc., que no podemos rechazar sino que debemos integrar en la lucha revolucionaria.
- Pese a las contradicciones en su uso y los limites que en última instancia el control capitalista le impone, el progreso real experimentado por la ciencia incluso en la época de decadencia del capitalismo
- la necesidad de integrar los aportes de diferentes disciplinas científicas -incluidas las sociales- al terreno de la teoría y la conciencia revolucionarias.
Compartimos igualmente la corrección que el compañero hace al subtítulo del artículo que es efectivamente erróneo.
Hay un punto en el que discrepamos del compañero y que podría ser objeto de un debate más desarrollado.
El compañero dice "solo puedo constatar la ausencia efectiva de una ciencia de la transformación social, entendiendo por efectiva no solo su justicia y coherencia teórica, sino su influencia real entre las masas: las minorías revolucionarias resultan muy reducidas no solo para tener un efecto sino para incluso ser conocidas"
Es totalmente cierto que las posiciones revolucionarias tienen una influencia extraordinariamente reducida en el conjunto del proletariado y que incluso resultan desconocidas para la inmensa mayoría. No podemos aquí indagar sobre las causas de esta realidad innegable.
Sin embargo, que sean muy minoritarias y sin influencia no niega su existencia. La conciencia de clase del proletariado -y como componente fundamental de la misma, la teoría revolucionaria- posee dos dimensiones inseparables: su profundidad y su extensión. Su profundidad se refiere a su capacidad para comprender de manera científica el ser del proletariado, de sus objetivos y de los medios para alcanzarlos. Esta es una labor permanente que sobre todo realizan -aunque no exclusivamente- las minorías revolucionarias del proletariado.
La extensión, la otra dimensión, se refiere a la amplitud que toma dicha conciencia revolucionaria en el conjunto del proletariado que durante la mayor parte del tiempo es muy reducida, solamente en momentos revolucionarios esa dimensión se hace muy grande hasta abarcar a una importante mayoría de las filas proletarias.
La dinámica, el movimiento y la interrelación entre ambas dimensiones es un hecho muy complejo como lo demuestra la historia de la lucha de clases.
Contribución del compañero
Queridos camaradas:
Antes que nada aclarar que el entrecomillado de "marxismo" no tiene ningún sentido irónico o de cuestionamiento, sino corresponde a mi punto de vista sobre el Socialismo Científico: en cuanto a científico, no debería de estar tan apegado al nombre de sus fundadores. Reconozco que a veces se utilice en un sentido militante por reivindicación de una escuela de pensamiento y praxis determinada.
Acerca de la naturaleza de la ciencia, su método y su relación con otras estructuras de la sociedad de clase, estimo que en vuestro artículo hay una serie de incomprensiones que me gustaría matizar.
En primer lugar, los resultados obtenidos por los científicos del laboratorio Gran Sasso de los Abruzzos se deben todavía confirmar, y en este sentido se están pronunciando los científicos de proyecto, si bien están divididos acerca de la pertinencia de su publicación. "Grandes realidades requieren grandes evidencias" como decía Carl Sagan. Por cierto, el título del artículo puede inducir a confusión, pues los neutrinos ya están descubiertos, lo desconcertante es la posibilidad de que viajen más rápidos que la velocidad de la luz en el vacío (c) cosa que desafiaría la mecánica relativista de Einstein.
En segundo lugar, de confirmarse los resultados serían evidentemente revolucionarios y obligarían a replantearse en menor o mayor medida varios fundamentos de la Física actual: nos encontraríamos ante un "cambio de paradigma" o "revolución científica" en la terminología de Thomas Kuhn. No obstante, dichos cambios de paradigma no son una novedad en la historia de la ciencia, se han producido varias veces y en diferentes ciencias, entre las que figura por ejemplo la evolución darwinista. Por poner un ejemplo "reciente" y que compete al tema del artículo: la atrofia y sustitución de la Física clásica de raíz Newtoniana y mecanicista por las Teorías de la Relatividad de Einstein y por la Mecánica Cuántica (Einstein, Bohr, Heisenberg, Schrödinguer, Pauli, Dirac etc.). Casualmente esta "revolución científica" podrían estar en sintonía con la crítica de Marx o Engels al materialismo vulgar, mecanicista, determinista y carente de flecha temporal representado por un marqués de Laplace, en el cual la "ley científica" desempeñaría el papel del Dios newtoniano (incluso del Calvinista) No obstante, fue la ciencia "académica", es decir burguesa, la que supo salir al paso de una serie de contradicciones, no de forma definitiva, sino provisional y no por ello menos brillantemente: el tema de la flecha del tiempo permanecía irreductible. Se percibe pues un genio creador de unos seres humanos, que a pesar del limitado horizonte espiritual de la sociedad burguesa consiguen dar un paso adelante, aparte de un método de trabajo a la vez riguroso, relativamente adogmático y productivo.
Ya Marx apuntaba al carácter histórico y dialéctico del conocimiento científico, a diferencia de aquel materialismo vulgar estilo Diderot o Laplace, que la burguesía triunfante del S XIX tenía como estandarte y espejismo de un supuesto "dominio de la naturaleza". Esta ciencia naciente tan segura de sí misma y sus aplicaciones técnicas que se imponían a ritmo de máquina de vapor (o de generador eléctrico después) se cree atemporal y objetiva irónicamente. Esta crítica marxiana no cayó en saco roto y de hecho influyó en filósofos y científicos revolucionarios como Dietzgen o Pannekoeek.
No obstante la misma burguesía del final del siglo XIX es consciente de las limitaciones de su propia ciencia; es más del peligro que supondría para ella una ciencia social que avanzase al ritmo de la natural. De ahí el "malestar en la ciencia" de que se hace eco Pannekoeek en su "Lenin filósofo", que provoca una serie de impugnaciones de conceptos básicos entre la misma ciencia y filosofía burguesas que, a pesar de su tendencia a la recaída en el "idealismo" y el "subjetivismo", no podemos dejar de subrayar en cuanto a lucidez y nivel de autoconciencia (léase Mach, Avenarius o Poincaré).
Lo que queremos destacar en este artículo es que, nos guste o no admitirlo, la ciencia natural burguesa en gran medida supo franquear las aporías en que se vio envuelta y, más aún superarlas, con la aplicación a todos los terrenos del nuevo paradigma einsteniano-cuántico incluidas sus aplicaciones prácticas: desarrollo del transistor, microscopia electrónica, efecto túnel, etc. Es más, en relación a las Ciencias Naturales y sus aplicaciones, no podemos dejar de constatar su exponencial desarrollo durante el siglo XX, aparte de lo ya mencionado (ampliación del horizonte de la cosmología con el descubrimiento de la existencia de galaxias externas a la nuestra y su expansión relativa, descubrimiento de la estructura del ADN y de las proteínas así como de los mecanismos de expresión genética, ingeniería genética y estudio del genoma humano, descubrimiento y desarrollo de los antibióticos, así como de las vacunas, los trasplantes y conocimiento del sistema inmunitario, desarrollo de las telecomunicaciones y de la informática).
Todo ello no excluye la trágica contradicción y ambigüedad del desarrollo de la ciencia y la tecnología: no solamente aumenta la capacidad de producción sino también de destrucción en la misma medida: no olvidemos el potencial destructor de dos guerras mundiales, lo tercera guerra "fría" y las guerras. Por no hablar de la contradicción entre el enorme potencial productivo y la fundamentación del capitalismo en la productividad: poblaciones subalimentadas mientras se destruyen cosechas, monopolio letal de las patentes de medicamentos por parte de multinacionales... Todos son argumentos que nos llevan a plantearnos la necesidad de una nueva sociedad, ahora bien, no nos lleva a ningún sitio no hacer un balance objetivo de la situación y no constatar que la ciencia ha progresado desde principio del siglo XX, además ha progresado exponencialmente, como nunca en la historia. Y es este trampolín uno de los pivotes de cualquier nuevo proyecto de sociedad, de donde debe tomar el impulso junto con la conciencia transformadora del proletariado. Ya que el socialismo no puede ser un "reparto de la pobreza", al menos en el sentido que propugnaba Marx, como superación del capitalismo.
Por otra parte, señaláis la "competitividad" que existe en el mundo de la ciencia burguesa, lo cual es innegable, pero me temo que estáis confundiendo dos conceptos:
- La ciencia como método de comprensión de la realidad es un método dialéctico, no es un método inductivo, que en base a unos resultados experimentales "dados" se constituye como reflejo objetivo de la realidad (a la guisa del mecanicismo). Por eso como señala Thomas Kuhn, que en línea con Marx subraya el carácter histórico del conocimiento científico, no elaboramos el conocimiento solo en base a la experiencia, sino que existe un elemento creativo, quizá no siempre consciente, donde tiene lugar la emisión de hipótesis en las cuales inevitablemente se hacen presentes nuestras creencias, prejuicios.... Como consecuencia la ciencia es un conocimiento en continua mutación más no arbitraria o infecunda: sus resultados son interpretables y los enfoques plurales, sin embargo siempre en base a un método, no a cualquier opinión arbitraria. Es decir, no cabe un resultado monolítico y determinado, la pluralidad es un componente epistemológico del conocimiento, no un mero "buen-rollismo" democrático. Es algo que es autoconsciente para la mayoría de los científicos y eso supone un cierto grado de madurez epistemológica.
- Las diferencias teóricas en una sociedad basada en la competencia pueden en muchas situaciones ser vehículo de desavenencias, amargos desencuentros, etc. Ese hecho es innegable, sobre todo cuando la financiación de las diferentes líneas de investigación es un maná por el que se compite y que no se reparte de forma desinteresada por parte del Estado y las empresas. Pero esto no puede obviar la innegable madurez metodológica de las ciencias (al menos las naturales) ni de sus progresos obvios. Lógicamente, podemos pensar que en una sociedad socialista las cosas podrían funcionar mejor y que las diferencias de opinión no deberían implicar luchas cainitas. Pero el principal de los problemas más que una cuestión de método es quién controla y quien se beneficia de los resultados, como señalábamos antes.
Dice el artículo "ningún descubrimiento científico, por brillante que sea, podrá sacar hoy a la humanidad de la oscura prehistoria en la que la encierra un capitalismo a punto de expirar" a lo cual convendría matizar que cualquier alternativa a la sociedad actual tendría que fundamentarse en un conocimiento científico de la realidad comparable "al menos" al alcanzado actualmente, lo cual supone un desafío de proporciones gigantes. Y ante ello solo puedo constatar la ausencia efectiva de una ciencia de la transformación social, entendiendo por efectiva no solo su justicia y coherencia teórica, sino su influencia real entre las masas: las minorías revolucionarias resultan muy reducidas no solo para tener un efecto sino para incluso ser conocidas.
Aparte desarrollar esta ciencia supone no solo reivindicar críticamente el legado teórico, frente a las falsificaciones estalinistas, sino desarrollar aún más este para ser una alternativa viable. He aquí el vacío teórico que explica que a pesar de que "los de abajo" luchen, de momento, no encuentran el camino para luchar por sí mismos y no caer en mistificaciones: el "democratismo", el islamismo, etc. Y por otra parte es ese vacío teórico el que lleva al desaliento y a la parálisis, al conformismo:"virgencita, que me quede como estoy".Y acometer ese desarrollo teórico, como labor titánica que es, no es simplemente una cuestión de voluntad, es una cuestión de creatividad, creatividad que solo se consigue (uuuuuuuuuuf) equivocándose 999 veces y acertando 1. Y ha de ser un trabajo colectivo, pues la capacidad intelectual de cada cerebro individual es limitada (así como ilimitada la capacidad de delirio de una mente aislada de la realidad). Y en este sentido la labor creativa de los mejores científicos, no obstante la sociedad de clases, no deja de ser un ejemplo de creatividad humana y un modelo metodológico a seguir.
PD: No paséis por alto los interesantísimos desarrollos teóricos de las teorías de Caos y de la Complejidad, que están en buena sintonía con la dialéctica de naturaleza tal como la expresaba Engels y dan respuesta concreta a las reglas de la indomable flecha del tiempo y al determinismo, así como al elemento subjetivista e idealista que se podría extraer de la interpretación de la Mecánica Cuántica. ¡Si Heráclito y Engels levantaran la cabeza y pudiesen verlo!.
Aclaraciones sobre el papel de los científicos en la sociedad de clase
No querría por supuesto dar la impresión ingenua de que los científicos profesionales sean seres angelicales, ajenos a la sociedad de clase en que viven. Los proyectos en que participan están, sobre todo a partir del siglo XX estrechamente controlados y estructurados por el Capitalismo de Estado, que planifica la investigación como una estrategia a medio o largo plazo, de la que espera obtener un beneficio competitivo económico, militar o ambos. Esto es especialmente importante en los países más competitivos como EE.UU, los principales países Europeos, Japón, China... donde incluso se permiten promover la "ciencia básica" (es decir conocimientos absolutamente sin ninguna aplicación en la actualidad). No podemos dejar de recordar la multitud de Agencias Estatales de Investigación (CSIC en España (si bien de poca entidad), el Instituto Max Planck (Alemania), la NASA en EE.UU), de proyectos de I+D financiados por el Estado, en colaboración con líneas de investigación (de la Universidad o otras instituciones) y empresas. Y dentro de esta colaboración es la militar una de las que destaca cualitativa y cuantitativamente. No olvidemos el proyecto Manhattan, la influencia del Complejo Militar Industrial (que subrayaba Truman) o proyectos del estilo de la "Guerra de las Galaxias" en los 80, o el actual del paraguas antimisiles de la OTAN.
Sobre el carácter de clase de los científicos que dirigen las líneas de investigación tampoco me engaño, independientemente de que muchos vivan de un sueldo, su implicación en los proyectos les compara a un alto funcionario de estado capitalista. Ello no quiere decir que tengan "cuernos y rabo", algunos investigaran en proyectos potencialmente beneficiosos para la humanidad y creerán en ellos, otros todo lo contrario, otros serán funcionarios grises de la investigación que no aportan gran cosa de provecho. Señalar, sin embargo, un fenómeno nuevo: los investigadores "precarios", que malviven a base de becas o cuyo futuro está sometido a la incertidumbre del recorte de una línea de investigación (pero ese es otro tema que podría ser un interesante tema de indagación). Sobre su catadura moral, podemos ver una amplia gama de posicionamientos, desde el que investiga proyectos para la industria militar, o hace "test de inteligencia" cara a obtener justificación de políticas eugenésicas, hasta el que se posiciona críticamente hacia la sociedad (eso sí más bien en términos reformistas) como Einstein, Margulis, Stephen Gould; no obstante de que sus resultados sean revolucionarios en el área que investigan.
La cuestión es la siguiente: la burguesía más competitiva es capaz de permitir en su seno un ámbito donde tiene que aceptar la creatividad y el pensamiento relativamente libre (que en absoluto promueve en la esfera pública ni en la cultura idiotizante de los mass media), aplicado por supuesto a los campos a que ella le interesan. Si permite este coto privado es porque espera obtener unos resultados prácticos que no le va a ofrecer ningún predicador, ningún adivino, ni ningún periodista de la telebasura. El método de trabajo, comunicación, discusión y contraste de los resultados parece ser bastante adecuado; por supuesto, para el estrecho segmento de la realidad que investiga y sin negar el elemento de la competencia entre líneas de investigación. Por lo tanto, no sería una mala idea que la ciencia de transformación de la sociedad, la teoría revolucionaria aprendiera un tanto de esta metodología, aceptando que una posición de clase y militante no puede ser una "ciencia objetiva" y que los sistemas sociales son de una complejidad tal que no se pueden reducir a los sistemas relativamente sencillos de las CC. Naturales.
Otro tema son las Ciencias Sociales, ya que en la medida en que puedan desvelar el carácter de clase y de dominación de la sociedad "democrática", verán su desarrollo lastrado por la burguesía. Aparte un sistema social es de un grado de complejidad muy elevado y el investigador es a la vez observador y objeto de estudio, hechos que constituyen una dificultad epistemológica intrínseca. No obstante, no podemos afirmar que toda la Ciencia Social sea un páramo: se han hecho bastantes avances en el terreno de la Psicología, la Lingüística, la Filosofía de la Ciencia, la Lógica, etc. de los que un proyecto de transformación socialista de la sociedad haría bien en aprovechar, no obstante, de forma crítica.
Gracchus