Enviado por CCI Online el
El 13 de mayo pasado la CCI publicó en su sitio web un artículo de los compañeros del Núcleo de Discusión Internacionalista de Ecuador ("Indigenismo y lucha campesina en América Latina"1). Esta contribución motivó un vivo debate en el cual han intervenido compañeros de varias latitudes. Queremos, ante todo, saludar la profundidad y la sinceridad que transpiran los comentarios2, en particular la voluntad de tratar de responderse unos a otros, de ir avanzando un pensamiento colectivo producto de un proceso de clarificación. El espíritu que debe animar todo debate en el campo proletario, en el campo de la clase portadora de la abolición de toda explotación, es un debate fraterno en el cual se excluye la "competencia intelectual", los adjetivos y las descalificaciones. Como dice uno de los participantes (Amadu): "En lo que estoy rotundamente en contra es la forma de opinar del compañero que los critica, de una forma tan simple, sin una opinión concreta al asunto, solo se digna a desacreditar el artículo que por lo visto resultó parte de un esfuerzo considerable y de debate previo. ¿Por qué tendrán algunos la mala costumbre de tildar a una organización de "izquierda del capital" tan gratuitamente? El compañero tendría que aprovechar el esfuerzo de los compañeros de Ecuador por haber escrito el artículo; primero analizarlo; y si está en contra por algún punto, o en todos, que lo exprese, por este medio como herramienta para elevar la conciencia del conjunto, pero no de decir lo que se le parezca, injuriando y hacer comentarios sin aportar nada para el debate."
En efecto, los comunistas no discuten ni para "ver quién sabe más" ni para "imponer puntos de vista", sus debates están ligados a la preocupación por clarificar, "para elevar la conciencia del conjunto". Por ello el desarrollo fraterno de argumentos es esencial para convencer a otros o para cambiar uno mismo sus posiciones. El proceso de toma de conciencia del proletariado está plagado de confusiones, lo cual es natural en una sociedad que lo mantiene alienado; los desacuerdos y la heterogeneidad son pues normales. Los debates en el campo proletario no son una enfrentamiento que opone a unos individuos contra otros, no se combaten personas, se superan ideas que antes creíamos justas, se precisan posiciones, se abandonan posturas, se adoptan otras...un proceso que va de la confusión hacia la clarificación donde todos aprendemos de todos y juntos forjamos las armas teóricas de la próxima revolución mundial.
Bajo estas preocupaciones queremos intentar avanzar algunos elementos para el debate.
1.- Las relaciones de clase en el campo
Para el marxismo, a diferencia de la sociología, se trata justamente de distinguir en el campo relaciones de clases. Así como el término "pueblo" es usado por la burguesía para esconder la lucha de clase así también usa el término "campesinado" para poner al mismo nivel al gran propietario agrícola, a los capitalistas de la agroindustria, con un asalariado agrícola, un jornalero o un "propietario" de un miserable trozo de tierra árido y sin tecnificar. Así, la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, sea en la ciudad o en el campo, es borrada de un "plumazo sociológico". El "campesinado" no es pues una clase sino un concepto donde se mezclan diversas "situaciones sociológicas". Para intervenir claramente en el seno de esta amalgama es necesario que los revolucionarios puedan distinguir cómo se constituye en su interior en cada contexto histórico.
Es por ello que compartimos los comentarios (Jacinto) que van en el sentido de distinguir las relaciones de explotación en el campo: "vemos que en el medio rural existen propietarios de fincas y empresas, medianos propietarios y propietarios de pequeñas tierras. Finalmente, vemos que, ligadas a esas tres formas de propiedad, están aquellos que no poseen nada y que trabajan como jornaleros. Ése es el proletariado que habita en el campo (...) El proletariado, en el campo y en la ciudad, independientemente de si va con overol o si va de corbata, si usa un tractor o utiliza arado, guadaña, hacha o pala, sale a pescar en un barco o en una pequeña lancha, cría vacas o pizca frutos, es la misma clase, y por su condición, al no tener propiedad sobre medios de producción, se enfrenta al capital de manera muy diferente, con una perspectiva muy diferente a la de los propietarios de la tierra o al comerciante en pequeño de las ciudades."
Los empresarios del campo, los productores a gran escala que explotan masas de jornaleros asalariados, todos ellos pertenecen a la burguesía y son parte entera de una clase social opresora que tendrá que ser derrocada.
El proletariado que es explotado en los campos agrícolas, integrado por todos aquellos que sólo disponen de su fuerza de trabajo para sobrevivir, es parte completa de la clase obrera. Sus intereses y su combate son uno mismo. A nivel semántico hacemos a veces distinciones formales ("proletariado agrícola", proletariado de países centrales, de la periferia, etc.) pero ello se debe entender que son sólo referencias para indicar dónde actúa el proletariado, en el fondo es una misma clase a nivel mundial que debe superar todas las divisiones y categorías que le impone el capital y sus secuaces (sindicatos, izquierda e izquierdistas, universidades y sus ideólogos, etc.).
Por otro lado, en el campo siguen existiendo enormes masas de desposeídos, pequeños propietarios arruinados por los créditos y el mercado y masas de excluidos (sobre todo en los países subdesarrollados), en su mayoría indígenas, que sobreviven en condiciones infrahumanas. Todas esas masas NO EXPLOTADORAS tendrán que ser ganadas por el proletariado para formar parte de la transformación revolucionaria del capitalismo. La clase obrera tendrá que ir desarrollando sus luchas y una vez que logre establecer una relación de fuerza contra la burguesía podrá indicar a esas masas el camino para liberarse de la opresión y de "la ilusión de que la propiedad privada sobre la tierra es la solución a la miseria" (Jacinto).
2.- Campo y ciudad
Como dice el Manifiesto de Marx y Engels, "la burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad". Es la producción de mercancías capitalistas la que predomina sobre el campo. El marxismo siempre ha denunciado esta "desigualdad" como un producto directo del capitalismo. Ninguna "reforma agraria" o "proyectos alternativos" plantearán los términos de la solución a este dilema. Así como el "subdesarrollo" es una marca congénita del capitalismo, la producción en el campo está bajo la férula de las necesidades de la gran industria capitalista. Esta situación ha sido siempre un terreno de preocupación y de denuncia por parte de los revolucionarios. Por ejemplo, en la II internacional se desarrollaron debates basado en un libro de Kautsky (La cuestión agraria) donde estudiaba el desarrollo de la agricultura europea y americana y planteaba que la tendencia del desarrollo era hacia la desaparición de la pequeña propiedad en beneficio de la grande, es decir, el sector industrial de la agroindustria terminaría aplastando a los pequeños productores. Kautsky veía que ese proceso conduciría a la proletarización de campesinos que serían transformados en proletarios agrícolas. Independientemente de la posterior traición de Kaustky y la Socialdemocracia esos debates contribuyeron a entender la relación del proletariado de la ciudad y del campo.
El comunismo deberá plantear, a un nivel superior, la unidad entre el campo y la ciudad. No pensamos que se trate de reapropiarse de la tierra o de los recursos naturales, pensamos que de lo que se trata es de abolir toda noción de "propiedad" y que el hombre recupere y desarrolle su verdadera naturaleza social y rompa con la alienada visión de "depredador de la naturaleza" y ésta sea cambiada por una visión de comunidad humana mundial responsable de su entorno.
Además, como diría Rosa Luxemburgo a propósito de la política de los bolcheviques durante la revolución rusa de 1917: "la apropiación directa de la tierra por los campesinos no tiene nada en común con la economía socialista (...) No sólo no es una medida socialista, es que además no permite encarar esas medidas: acumula obstáculos insuperables para la transformación socialista de las relaciones agrarias" (La revolución Rusa).
Podemos hacer una analogía: así como no se trata de "apropiarnos" de las fábricas sino de destruir la explotación asalariada, así mismo podemos decir que no se trata de "repartir la tierra" sino de abolir la ley del valor del mercado la cual excluye las necesidades humanas. Hay que agregar a esta analogía que este tipo de problemas no podrán ser resueltos en el plano local o nacional, sólo la revolución proletaria mundial puede plantear una solución histórica a esta cuestión.
A propósito de esta última idea queremos plantear una discusión: mucho se dice o piensa sobre el "progreso y la civilización". Para el marxismo el capitalismo plantea finalmente las condiciones materiales que hacen posible la abolición de toda explotación y, por fin, se crean también las condiciones para la construcción de una sociedad sin clase. Ello es posible ya que ha surgido una clase que condensa siglos de explotación, que es la productora de la riqueza social y cuya liberación conlleva a la liberación del conjunto de la humanidad: el proletariado. Afirmar lo anterior no debe hacernos suponer que seríamos partidarios de lanzar loas a la explotación asalariada, como si fuese algo "bueno en sí mismo". No podemos, en efecto, hablar de la "civilización y el progreso" en forma abstracta como algo bueno o malo en si mismos. Nos parece que puede haber en esta parte del debate un terreno amplio para la profundización. Invitamos a los compañeros a desarrollar argumentos para poder, entre todos, avanzar en la clarificación.
3.- El proletariado dirige y convence, no somete.
En los comentarios nos encontramos también con la siguiente intervención (Eli):
"No comparto el análisis a nivel general, si bien es cierto que el movimiento indígena no tiene perspectiva revolucionaria precisamente por sectorizar las luchas y no entender el problema en sentido de la liberación del proletariado todo (indígenas, mestizos, blancos, negros, etc.), en el fondo es el mismo análisis burgués de toda la extrema izquierda del capital que dice que la lucha de los "campesinos" (concepto puramente burgués y que fragmenta a nuestra clase) sólo tiene perspectiva si se dejan vanguardizar por el "proletariado" (ya que ellos no serían proletarios, sino "campesinos" o "lúmpenes" en el caso de haber emigrado a la ciudad) urbano, por la clase obrera industrial, de casco y overol, que es la llamada a hacer la revolución y que llevará detrás de sí a las pobres masas empobrecidas del campo y la ciudad."
El mejor ejemplo de la relación de las luchas campesinas y la clase obrera se ha dado en la Revolución Rusa de 1917 donde los bolcheviques se ganaron las simpatías y el apoyo de las masas del campo. Había consejos de "campesinos, obreros y soldados", había una representación proporcional de los campesinos en el congreso de los soviets. Si algo hay que criticar a los bolcheviques es el haber cedido demasiado a las ilusiones de "propiedad de la tierra" (ver arriba cita de Luxemburgo) lo que condujo a una desastrosa política de "colectivización" que terminó beneficiando a propietarios ricos.
Sin embargo, lo que hay que rescatar de la experiencia del 17 es la capacidad del proletariado para construir un mismo combate contra el capitalismo, una misma lucha donde todos los explotados tienen cabida.
En el comentario de Eli hay una preocupación real y un temor más que justificado: detrás de la idea de "dejarse vanguardizar" están las reservas ligadas a los esquemas de las revoluciones burguesas donde una minoría dirigía al resto en aras de sus propios intereses. Los "caudillos y héroes" son un viejo lugar común de la historia plagada de traiciones e intereses mezquinos. La clase obrera no es una nueva clase explotadora, sus intereses están ligados a la abolición de toda forma de explotación. "Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría" (Manifiesto Comunista). La revolución comunista mundial es la primera revolución masiva y conciente de la historia, el sujeto revolucionario es una clase explotada (a diferencia de otras clases en la historia que eran nuevas clases explotadoras; la burguesía es un buen ejemplo). Es por ello que compartimos con Eli esa preocupación: dejarse arrastrar o ser dirigidos sin saber por qué se da "la sangre y la vida" sería un error y un fracaso anunciado.
Además, la revolución comunista deberá romper con la supeditación capitalista del campo a la ciudad. Las próximas luchas deberán tender a la unificación, a la superación de las divisiones (en categorías, sectores, entre el campo y la ciudad, etc.) como condición para plantearse el inicio de una revolución que será mundial o no será. La relación entre el proletariado y otras capas no explotadoras no es de subordinación, el proletariado los debe convencer y elevar su conciencia a la necesidad de destruir el capitalismo. El proletariado no desprecia esos sectores no explotadores, los deberá en cambio incorporar a un mismo combate.
Esperamos que estas notas susciten nuevas intervenciones en un ánimo por contribuir a un debate crucial para la revolución.
CCI
1 Ver https://es.internationalism.org/node/2870
2 Han aparecido en total 5 Comentarios. Ver al final del artículo antes citado.