Amenaza de guerra entre Corea del Norte y Estados Unidos: la loca irracionalidad del capitalismo

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Hace 72 años, en agosto de 1945 las dos primeras bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki. A raíz de los niveles masivos de destrucción ya perpetrados durante la Segunda Guerra Mundial con todo tipo de armas, en particular las bombas incendiarias, el uso de las armas nucleares marcó el comienzo de una nueva etapa de destructividad potencial, amenazando toda la vida en el planeta.

El 9 de septiembre de 2017, con motivo de la conmemoración del establecimiento del régimen de Corea del Norte, los medios de comunicación nos mostraron una gran fiesta organizada por el estado con un sonriente Kim Jong-un elogiando la bomba de hidrógeno del país como "un logro extraordinario y una gran ocasión en la historia de nuestro pueblo".

Corea del Norte había realizado con éxito una explosión nuclear, que en gran medida había superado cualquiera de sus pruebas anteriores. Corea del Norte se ha sumado al exclusivo club de las potencias nucleares del mundo. Las noticias de este último paso del descenso de la sociedad burguesa en la barbarie, no llegó de la nada. El macabro triunfo de la tecnología de destrucción masiva por parte del régimen estalinista de Pyongyang es un punto de la culminación de meses de amenazas mutuas entre los Estados Unidos de América y la República Popular Democrática de Corea. Corea del Norte ya ha llevado a cabo 17 pruebas de misil este año -más que todas las anteriores juntas. Con las amenazas de atacar la isla Guam del Pacífico de los Estados Unidos, o blancos en el continente americano, con misiles sobrevolando Japón, y la amenaza de defenderse con las armas nucleares en caso de un ataque de Estados Unidos, el enfrentamiento entre Corea del Norte y Estados Unidos ha alcanzado una nueva etapa. Los EEUU amenaza con responder con todo su arsenal de armas militares, económicas y políticas: el presidente Trump habla de visitar Corea del Norte con "fuego y furia" si los Estados Unidos o cualquiera de sus aliados son atacado por el régimen. El riesgo del uso de armas nucleares pone las apuestas mucho más altas que nunca y supone una amenaza directa para algunas de la más grande metrópolis de Asia -Seúl, Tokio, etcétera. Las recientes medidas militares por los EEUU y sus aliados Corea del Sur y Japón (en particular la instalación de los nuevos sistemas de misiles THAAD en Corea del Sur) han afilado la confrontación entre EEUU y China y empujan a otros países aún más en esta vorágine.

¿Cómo podemos explicar estos acontecimientos en Corea y lo que significan para la humanidad?

Corea del Norte espera sobrevivir gracias a la bomba

Durante décadas, durante la guerra fría, fueron principalmente las grandes potencias las que estaban armadas con bombas nucleares. Pero después de 1989 otros varios países han ganado acceso, o están tratando de ganarlo, a la bomba nuclear, lo que hace aún más impredecible la amenaza de destrucción mutua. Diferentes factores deben tenerse en cuenta para entender por qué los "oprimidos" como Corea del Norte han estado desarrollando la capacidad de lanzar amenazas nucleares. Estos desarrollos sólo pueden entenderse en un contexto histórico e internacional.

A raíz de la devastación de la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea que siguió sólo unos pocos años más tarde, tanto el Norte como el Sur debían contar para su reconstrucción con sus "protectores". Corea del Norte se volvió dependiente de China y Rusia, dos países gobernados por regímenes estalinistas, que eran incapaces de competir en el mercado mundial, ya que ellos estaban a la zaga los países capitalistas más avanzados. Rusia se había convertido en un líder de bloque tras la derrota de la Alemania Nazi, pero había sido severamente agotada por la guerra y ahora tenía que dedicar la mayor parte de sus recursos a la nueva carrera armamentista de la Guerra Fría. El sector civil fue quedando décadas detrás del sector militar. El contraste entre los bloques fue resumido por el hecho de que una Rusia exhausta tuvo que desmantelar fábricas en Europa oriental y Central, mientras que los EEUU vertían grandes cantidades de dinero (el plan Marshal) específicamente en la reconstrucción alemana y de Corea del sur.

La reconstrucción de Corea del Norte siguió el modelo estalinista. Aunque más desarrollado económicamente que el Sur antes de 1945, y mejor equipado con materias primas y recursos energéticos, el Norte sufrió un atraso similar -típico de regímenes asfixiados por el militarismo y manejados por una camarilla estalinista. De la misma manera que la Unión Soviética no pudo ser económicamente competitiva en el mercado mundial, y era pesadamente dependiente del uso, o amenaza del uso, de sus capacidades militares, Corea del Norte ha sido incapaz de competir a nivel económico en el mercado mundial. Sus principales productos de exportación son las armas, algunas materias primas, y recientemente textiles baratos, así como partes de su fuerza de trabajo, que el régimen norcoreano vende en forma de "contratación de trabajadores" a las empresas en otros países[1].

Al mismo tiempo la dependencia de sus defensores, China y Rusia ha aumentado tanto que el 90% del comercio de Corea del Norte se hace con China. Gobernado por una dictadura de partido que mantiene estricto control sobre el ejército, y donde se han eliminado cualquier fracción burguesa rival, el régimen tiene las mismas debilidades congénitas que todos los regímenes bajo el control estalinista[2], pero ha sobrevivido a través de décadas de escasez, hambre y represión. Los militares y el aparato policial han sido capaces de evitar cualquier alzamiento de la población, en particular de la clase obrera. En comparación con la larga década de gobierno de otras dinastías en otros países atrasados, Corea del Norte mantiene el récord de una sola dinastía de más de sesenta años aterrorizando a la población (Kim Il-sung[3]Kim Jong-il, Kim Jong-un ) y obligándolo a inclinarse ante el culto más grotesco a la personalidad.

Frente a las ambiciones nacionalistas del Sur, cara a los intereses imperialistas de los EEUU, sin poder contar con cualquier fuerza económica, el régimen sólo puede luchar por su supervivencia con la feroz represión dentro y a través de chantaje militar hacia el exterior. Y en la era de armas nucleares el chantaje tiene que ser suficientemente aterrador para disuadir a sus enemigos.

Kim Jong-un, ve la bomba nuclear como su seguro de vida. Kim Jong-un mismo ha declarado en público, que ha sacado la lección de lo ocurrido en Ucrania y Libia, por un lado, en Pakistán por el otro. Después de la desintegración de la URSS, el recién formado Estado ucraniano se vio obligado -bajo la presión masiva no sólo de Moscú sino también Washington- a transferir armas nucleares de su territorio a los rusos. En cuanto a Libia, acordó abandonar sus intentos de adquirir una bomba atómica a cambio del fin del aislamiento internacional del régimen Gadafi en Trípoli. Un destino similar tuvo Irak, donde el régimen de Saddam Hussein abandonó su programa nuclear después de las amenazas sobre todo por parte de los EEUU. [4] Pakistán, por el contrario, tuvo éxito en la adquisición de "la bomba". Lo que llama la atención de estos ejemplos es cómo diferentes países tienden a ser tratados, dependiendo de si poseen o no una capacidad nuclear. Hasta este día, los EEUU nunca antes han amenazado a Pakistán militarmente. Y esto a pesar de que el régimen en Lahore es un prominente partidario de los talibanes en Afganistán, que amparó a Bin Laden, y se ha movido cada vez más cerca hacia China, el principal rival de los EEUU. En contraposición a esto, Ucrania, despojado de sus armas nucleares, fue atacado militarmente por Rusia, y Libia por Francia y Gran Bretaña (con los EEUU en el fondo). La lección es clara: a los ojos de sus líderes, "la bomba" es quizás el medio más eficaz para las potencias más débiles, de evitar ser demasiado empujado hacia afuera o incluso ser derrocado por los más fuertes. Esta política se considera, por supuesto, inaceptable por las grandes potencias, que han estado disponiendo de los arsenales nucleares durante décadas y utilizaron ellos mismos la amenaza nuclear para sus propios intereses imperialistas. A pesar de que la Guerra Fría estaba terminando, todas las potencias nucleares existentes (EEUU, Rusia, China, Francia, GB) mantienen un gigantesco arsenal de armas nucleares --un estimado de 22.000 bombas nucleares. Y los EEUU -como la única superpotencia restante, aunque debilitada y cuestionada en todas partes en el mundo- ha permitido a su antiguo aliado de Israel o a un país como la India dotarse de la bomba nuclear, siempre y cuando éstos se consideren respaldados por los EEUU (como en el caso de la India, que es visto como un contrapeso a China y Pakistán). Así los EEUU mismos contribuyeron a la proliferación de armas nucleares. Entre las potencias nucleares existentes, hasta ahora solamente misiles rusos y chinos pueden alcanzar el territorio de EEUU, los misiles iraníes (estén equipado con ojivas nucleares o no) no pueden. Corea del Norte sería el primer estado “gamberro” de ser capaz de hacerlo. Esto es insoportable para los Estados Unidos.

Durante la época de la guerra fría, la amenaza del uso de las armas nucleares se limitaba a las grandes potencias. Desde 1989 la proliferación nuclear ha significado que más países han ganado acceso a las armas nucleares, o podrían producirlas rápidamente y nadie puede excluir el peligro de que esas armas podrían caer en manos de grupos terroristas. La amenaza de un holocausto nuclear "bipolar" ha sido sustituida por la mayor pesadilla de un genocidio nuclear "multipolar".

Pero la nueva escalada no puede explicarse sólo por las particularidades del régimen norcoreano y su lucha por la supervivencia. El conflicto en Corea mismo tiene otra cualidad debido a la posición geoestratégica de Corea y su importancia para los EEUU y China en la agudización de sus rivalidades imperialistas globales.

Corea en el tablero de ajedrez imperialista

Corea siempre ha sido el blanco de las ambiciones imperialistas de sus vecinos. Como escribimos nuestro número especial de la Revista Internacional dedicada al Lejano Oriente, «Las razones son obvias: rodeada por Rusia, China y Japón, la posición geográfica de Corea la hace un trampolín para una expansión de un país hacia otro. Corea se encuentra inextricablemente colocada en un cascanueces entre el imperio japonés de la isla y los imperios de Rusia y China. El control sobre Corea permite el control sobre tres mares -el mar japonés, el mar Amarillo y mar de China Oriental. Si está bajo el control de un país, Corea podría servir como un cuchillo en la espalda de otros países. Desde la década de 1890, Corea ha sido el blanco de las ambiciones imperialistas de los grandes tiburones en la zona, inicialmente sólo tres: Rusia, Japón y China -con el respectivo apoyo y resistencia de los tiburones europeos y de EEUU actuando en segundo plano. Aunque, en particular, la parte norte de Corea tiene algunas materias primas importantes, sobre todo es su posición estratégica la que hace al país una piedra angular tan vital para el imperialismo en la región"[5].

Especialmente desde la guerra de Corea, Corea del Norte ha estado sirviendo como amortiguador entre China y Corea del sur y de este modo, entre China y los EEUU. Si cayera el régimen en el Norte, no sólo tropas sur coreanas, sino también tropas estadounidenses serían estacionadas más cerca que nunca a la frontera China, una pesadilla para China. Así China está condenada a apoyar al régimen en Corea del Norte para defender sus propias fronteras sobre todo contra los EEUU. Dada la tendencia para el régimen de Corea del Norte a actuar de una manera impredecible y rebelde, China tiene que avanzar junto con ciertas sanciones contra Pyongyang, pero se opone al estrangulamiento completo del régimen. Para China la política agresiva del régimen de Corea del Norte es una espada de doble filo: por un lado, provoca una fuerte respuesta militar de EEUU, Corea del sur y Japón, debilitando la posición de China en su flanco Norte, pero posiblemente dejándole más espacio de maniobra en su flanco meridional (por ejemplo, el mar de China del Sur). Pero el colapso del régimen Coreano del Norte sería mucho más vulnerable frente a los EEUU y su archienemigo Japón. Y las consecuencias de un posible colapso del régimen de norcoreano y la ola de refugiados huyendo a, o a través de China son extremadamente desalentadores para Beijing.

Aunque amenazada y socavada en su posición, los EEUU pueden -paradójicamente- al mismo tiempo, beneficiarse de las amenazas norcoreanas porque son una justificación bienvenida para el fortalecimiento de su propia presencia militar o de sus aliados alrededor de China. Podemos asumir que, si Corea del Norte no hubiera actuado tan provocativamente, los EEUU no podrían haber instalado tan fácilmente el nuevo sistema de armas THAAD en Corea del sur. Cualquier arma estacionada en Corea del Sur puede ser utilizada fácilmente contra China, por lo que se presenta como un arma "defensiva" para Corea del Sur al mismo tiempo es un arma "ofensiva" contra China.

El conflicto entre el Corea del Norte y del Sur y los EEUU se agrava por la nueva constelación en el Lejano Oriente. Casi simultáneamente con su ascenso económico desde la década de 1990, China también comenzó a desarrollar nuevas ambiciones imperialistas. Así hemos visto la modernización de su ejército, el establecimiento de las bases navales "Cadena de perlas" alrededor de su territorio y en las aguas del Océano Índico y el sudeste asiático -una especie de ocupación militar de por lo menos de algunas partes del Mar de China meridional; la construcción de una base militar en Djibuti; mayor peso económico en África y América Latina; maniobras combinadas con Rusia en el Mar Báltico, el Mediterráneo y en el Lejano Oriente, etcétera. EEUU ha declarado a China la amenaza número uno. Por esta razón el proceso de rearme de Japón (tal vez incluso permitiéndole bombas nucleares), como los mayores esfuerzos militares en Corea del Sur, son parte de una estrategia global tanto para proteger a Corea del Sur como para contener a China. Por supuesto esto ha dado un impulso adicional a la industria de armamentos de EEUU. Junto con Arabia Saudita, Corea del Sur se ha convertido en uno de los más importantes clientes de la industria de armamentos de EEUU. Su contribución a la financiación del enorme aparato militar de los EEUU en hoy muy considerable.

Al mismo tiempo, dado el hecho de que Corea del Norte tiene ahora la capacidad de ataques nucleares, esto hace que sea mucho más difícil para el imperialismo de EEUU golpear de nuevo militarmente en esta zona y es probable que intensifique su voluntad de reaccionar contra China en otros puntos.

Cualquier confrontación militar directa con Corea del Norte provocaría una cadena de destrucción de ambos lados. La mitad de la población de Corea del Sur vive en el área de Seúl y muchos de los 250.000 norteamericanos en Corea del Sur viven en esta área, todos a poca distancia de los misiles norcoreanos. Las amenazas de "fuego y furia" de Trump no sólo conducirían a la muerte de un número muy elevado de coreanos, sino también de muchos ciudadanos de los EEUU. La aniquilación del régimen en el Norte sólo puede alcanzarse a costa de enormes destrucciones en Corea del Sur -para no hablar de la escalada que esto significaría a nivel imperialista mundial.

La visión dominante de estos desarrollos en la prensa convencional es que son la consecuencia de tener un loco en el poder en Pyongyang, o del correspondiente narcisismo y de la irracionalidad tanto de Kim Jong-un como de Donald Trump. Es cierto que ambos presentan muchas características interesantes para un estudio psicoanalítico, y que su manera de hablar y actuar da a la escalada un tono espectacular y casi histérico. Pero ya hemos visto que, desde el punto de vista de la defensa de su capital nacional, las políticas nucleares de Kim Jong-un tienen una buena dosis de sentido. La irracionalidad real se encuentra en una profundidad mayor -en la irracionalidad de la competencia nacional en una época de decadencia capitalista avanzada. La carrera de armamentos en el Lejano Oriente es solamente una expresión del cáncer del militarismo que se esparce, a su vez un producto necesario de un sistema social atrapado en un callejón sin salida histórico. Ningún político, sea cual sea su perfil psicológico, puede evadir la lógica mortal de este sistema. El muy inteligente y elocuente Barack Obama prometió reducir la participación desastrosa del gobierno de Bush en Medio Oriente, y aún si retiró a tropas de Irak o Afganistán se vio obligado a aumentar su presencia en el Lejano Oriente. Trump criticó a sus predecesores por su incapacidad para evitar la implicación en “guerras extranjeras”, especialmente en el Medio Oriente, pero ahora ha tenido que aumentar la presencia militar estadounidense en casi en todo el mundo, incluyendo en el Medio Oriente. En realidad, tanto Obama como Trump han demostrado que el agarre del militarismo es más fuerte que las declaraciones o deseos de los políticos individuales.

Diferencias de China con Corea del Norte

La historia ha mostrado que China ha pagado un alto precio en la lucha sobre Corea. En la guerra de Corea las tropas de Mao Tse-tung organizaron su primera invasión extranjera, sufriendo pesadas pérdidas, y desde la Segunda Guerra Mundial y aún más tras la guerra de Corea los EEUU han sido capaces de utilizar la amenaza China para justificar el mantenimiento de grandes bases militares en la región. Además, hay rivalidad de China con Japón. En este contexto, cuando no se trata de que China esté empleando armas contra Corea del Sur, se trata de jugar la carta económica. Su objetivo es hacer que Corea del Sur, tanto como sea posible, sea dependiente de la economía China. Ya en la actualidad, el principal mercado de exportación de Corea del Sur es China (alrededor del 23%), y no los EEUU (alrededor del 12%). Y Corea del Sur es el cuarto mayor mercado de exportación para productos chinos. El símbolo del grave revés que ha sufrido esta política es la instalación del sistema antimisil THAAD en Corea del Sur. Beijing se sintió obligado a reaccionar inmediatamente con la amenaza de sanciones económicas contra Seúl. La política de Beijing hacia Pyongyang desde hace algún tiempo ha sido tratar de persuadir a seguir el ejemplo de la propia China o de Vietnam: privatización de las empresas estatales y la apertura a las inversiones extranjeras, manteniendo el partido estalinista en el poder. Kim Jong-un ha demostrado ser mucho más abierto a tal idea que su padre. Entre el 30% y 50% de la economía se dice que está hoy en manos privadas, que, como experiencia de los países europeos orientales, Rusia y China han demostrado, significa principalmente que está en manos de grupos pertenecientes al partido o leales al partido, y del ejército mismo. A pesar de que estas privatizaciones no son oficiales (no tienen ninguna base legal, por lo que puede ser revocadas en cualquier momento), sí parecen haber hecho ciertas ramas de la economía más eficientes. Incluso se ha establecido (con la ayuda de una compañía egipcia) un sistema de teléfono móvil propio, con 1 millón de usuarios. Pero a pesar de todo esto, las relaciones entre Beijing y Pyongyang han empeorado progresivamente en los últimos años, y el grado de influencia que tiene el primero sobre este último ha estado menguando claramente. La principal zona de conflicto es el programa nuclear. Yendo, en cierta medida, en acuerdo con las propuestas de China para el desarrollo económico, Kim Jong-un ha insistido siempre en que su primera prioridad es "la bomba", no la economía. Para él, la bomba es la garantía de la supervivencia de su régimen. Una vez que esto se ha logrado, dice, vamos a ver la economía. La bomba de Kim, así, no es sólo el símbolo de los límites de la influencia China; también muestra cuánto los intereses militares son de mayor peso que los de la economía.

Debido a que China no es un líder de bloque y no puede imponer cualquier "disciplina" en Corea del Norte, esto añade otro elemento, donde la tendencia hacia el "sálvese quien pueda" hace la situación aún más imprevisible. Por último, debe destacarse que mientras que Kim Jong-un y su ejército apuestan por su supervivencia con la ayuda de la bomba, no contar con la voluntad de los EEUU para evitar un conflicto nuclear, muestra un cálculo que nunca ha evitado que los gobernantes del capitalismo lleven a cabo una política de tierra quemada y arriesgar su propia aniquilación para aferrarse al poder, o por un deseo meramente de venganza. ¿Hitler tenía alguna duda acerca de ordenar masacres y ejecuciones hasta su último aliento; Assad no ha estado aceptando la destrucción de grandes zonas de su país para permanecer en el poder?

En el Lejano Oriente, así, podemos ver una agudización de las tensiones entre los principales rivales de EEUU y China, con Rusia y Japón colgando detrás de estas dos principales potencias. Pero ninguna de estas principales potencias ha agrupado a un bloque militar detrás de ellas. Japón y Corea del Sur apoyan a EEUU en la medida en que los EEUU puedan ofrecer cierto nivel de protección contra Corea del Norte y China, pero no son lacayos de EEUU y constantemente buscan su propio espacio para maniobrar. Y Corea del Sur y Japón también tienen conflictos territoriales entre ellos sobre ciertas islas. Mientras tanto otros países que en el pasado apoyaron a EEUU, tales como las Filipinas que se cuenta con el apoyo militar de EEUU para luchar contra los terroristas de todo tipo en el país, han amenazado con tomar partido con China en el conflicto en el Mar de China meridional; y Duterte también ha vociferado acerca de la posibilidad de comprar armas de Rusia y China en lugar de las enviadas por los países occidentales. Y en Corea misma, aunque EEUU siguen siendo una escolta indispensable, los americanos no pueden contar con la lealtad incondicional de las fracciones gobernantes de Corea del Sur, algunas de los cuales sienten que son sólo una pieza en el tablero de ajedrez de los EEUU.

Los intereses nacionales de la clase gobernante en Corea del Sur

Debido a que ambos sirven como amortiguadores vitales contra rivales más grandes, todos los tiburones imperialistas de la región tienen el interés en mantener a Corea dividida. Lo mismo ocurre con el régimen de Pyongyang. Sin embargo, la clase gobernante de Corea del Sur siempre ha soñado y periódicamente ha estado animada con la reunificación. La llamada "Política del brillo de sol" de promover la creciente cooperación con Pyongyang es un intento de allanar el camino hacia algún asentamiento a largo plazo con la esperanza final de la unificación.

Este sueño dentro de la clase gobernante de Corea del Sur se hizo más fuerte después de la unificación de Alemania en 1990. Esto dio un impulso a que las aspiraciones del Sur a la unificación de Corea volvieran a la agenda de la política mundial. Siguiendo el ejemplo alemán, los políticos sudcoreanos comenzaron a formular su política de "Brillo de sol" como una especie de versión coreana de la Ostpolitik del canciller de Alemania Occidental Willy Brandt en la década de 1970. Su objetivo era crear una dependencia económica y "humanitaria" del Norte sobre Corea del Sur como un medio de preparar la reunificación. Una vez que los dos Estados coreanos se hubieron reconocido entre sí diplomáticamente, ambos llegaron a ser miembros de las Naciones Unidas en septiembre de 1991. Tres meses más tarde, el Norte y el Sur firmaron un acuerdo de "reconciliación, no agresión, comercio y colaboración". Aunque no era aún un Tratado de paz, este acuerdo finalizó oficialmente el estado de guerra entre las dos Coreas. Como el gobierno Sudcoreano señaló en su momento, el tratado de paz que había estado pidiendo, había sido evitado por la negativa de EEUU para reconocer diplomáticamente a Corea del Norte. Esta actitud de Washington socavó la política "del brillo de sol", de tal manera que un nuevo presidente, Kim Young Sam, con el apoyo del presidente estadounidense Bill Clinton, volvió a la política de contención agresiva del Norte. Esta política toma como modelo la llamada Doctrina Kennan desarrollada por EEUU contra la URSS en el curso de la Guerra Fría. Consiste en el cerco militar y el estrangulamiento económico de su enemigo, con el fin de poner a su régimen de rodillas. En 1994, en respuesta a los pasos de los norcoreanos para desarrollar armas nucleares, el presidente Clinton consideró un ataque preventivo contra las centrales nucleares del régimen. A pesar de la renuncia de las armas nucleares por Corea del Norte en el acuerdo de Ginebra del otoño de 1994, EEUU endureció su posición hacia Corea del Norte. La renovada agravación del conflicto interno-coreano que resultó, sin duda contribuyó a la gravedad de la hambruna que afligió a Corea del Norte entre 1995 y 1998. Esta catástrofe, a su vez, fue utilizada por los “del brillo de sol” para lanzar una nueva oferta por el poder.

Se dice que el fundador de la gigante corporación Hyundai, Chung Ju Yung, ha cuestionado la política de estrangulamiento económico del gobierno de Seúl en 1998 donando simbólicamente mil vacas al Norte. A principios del año 2000 Kim Dae-jung, el defensor más prominente de la política “del brillo de sol”, y que había ganado las elecciones presidenciales en base a esto, se reunió con su homólogo del Norte Kim Jong II (el padre de Kim Jong-un). La negativa del Norte a participar en esta "cumbre histórica" tuvo que superarse con la ayuda de un pago de 186 millones de dólares proporcionados por Hyundai, un trato hecho con la ayuda del jefe de los servicios secretos sudcoreanos. Esto fue seguido, en 2004, por una importante aventura económica: el establecimiento, en Kaesong, Corea del Norte, de una zona económica especial sobre el modelo chino, donde empresas sudcoreanas podrían invertir y explotar la barata fuerza de trabajo de Corea del Norte. Por su política del “brillo de sol”, Kim Dae-jung recibió el Premio Nobel de la paz. Pero también trajo con él y su sucesor Roh Moo-hyun, la oposición de sus rivales sudcoreanos, y de los EEUU.

Corea del Norte estaba furioso sobre el regreso triunfal de los del “brillo de sol” en el sur. Para entender por qué, sólo hay que mirar lo que sucedió en Alemania. Allí, la Alemania Oriental gobernada por estalinistas fue tragada, cerrada y barrida en 1990. En tal situación, los estalinistas de Corea del Norte se arriesgarían no sólo a perder su poder, como sucedió en Berlín del Este, sino también sus vidas. El enfoque más conciliador de Seúl fue incapaz de dispersar los temores de los estalinistas en Pyongyang detectando que esto podría ser el principio del fin de Corea del Norte. Las esperanzas de los del “brillo de sol” de que el régimen en el norte podría apoyar su política de "transformación a través de la cooperación" parecían haber sido frustradas. Y la política de "brillo de sol" no recibió ningún apoyo de Washington.

Después del intermedio del impugnado Park Gyun-he, que optó por un curso de confrontación hacia el Norte, Moon asumió el poder en 2017[6]. Moon llegó al poder como un defensor a ultranza de la doctrina de "Brillo de sol" de diálogo y cooperación en lugar de confrontación con el Norte. Él estaba al parecer indignado por la nueva escalada entre Corea del Norte y EEUU. Al menos inicialmente puso en cuestión la decisión de Donald Trump (tomada al parecer sin consultar con el gobierno de Moon) para instalar el sistema norteamericano antimisiles THAAD en Corea del Sur, un paso que había sido planeado ya bajo Park Gyun-he, el presidente impugnado. En lugar de tomar el lado de Donald Trump en el actual conflicto, el gobierno de Seúl inicialmente pedía moderación de ambos lados. Sin embargo, después de las más recientes pruebas nucleares y amenazas, de pronto Moon pidió el despliegue de armas atómicas de EEUU y aceptó la instalación de nuevos sistemas de misiles como el THAAD en Corea del Sur. Además, el radio de los misiles de Corea del Sur (hasta ahora limitadas a una distancia de 800 km) y su capacidad de carga de 500 kg puede ser incrementada significativamente. Es demasiado pronto para concluir que todo esto significa un abandono irreversible de su política de “brillo de sol”, pero sin duda la pone en riesgo.

El papel clave de la clase obrera

En todos estos países la clase dominante intenta jalar a la clase obrera a un terreno nacionalista. Pero la clase obrera debe negarse a ser atraídos a la trampa. Es cierto, la combatividad y la conciencia de la clase obrera en Corea del Norte son difíciles de evaluar. Frente a la vigilancia diaria y el terror, cualquier resistencia tendría que ser masiva e inmediatamente enfrentaría al Estado y sus fuerzas armadas y al aparato policiaco. Esto parece poco probable en este momento. Por otra parte, los efectos de las sanciones de la ONU no estrangularán el régimen de Corea del Norte; pero desean golpear a la clase obrera por encima de todo. Cada vez que sus gobernantes saludan el éxito de las pruebas de misiles, los trabajadores y campesinos saben que nuevas sanciones están en el horizonte para los que tienen que pagar la factura. Y saben que sus gobernantes no se preocupan por el riesgo de hambre.

Más peso, por lo tanto, se encuentra sobre los hombros de la clase obrera en Corea del Sur y China. A pesar de que décadas de "campañas anticomunistas" han distorsionado la visión de muchos trabajadores sobre el comunismo, los trabajadores de Corea del Sur y China en las últimas décadas se han comprometido en muchas luchas militantes y masivas, lo que es una indicación de que no estarán dispuestos a sacrificarse en una guerra imperialista por sus explotadores. Y sea cual sea el nivel de resistencia en la clase trabajadora, para hacer frente a deriva guerrera resulta esencial que esté presente dentro de la clase una voz defendiendo el principio más antiguo y el lema de la clase obrera -"Los trabajadores no tienen patria". Por esta razón apoyamos el folleto internacionalista que escribieron los camaradas del grupo Coreano Perspectiva Comunista Internacional y que publicaremos.

Tenemos algunas críticas a esta declaración, en particular su enfoque sobre la instalación del THAAD, que podría dar lugar a la idea de que las campañas monotemáticas son el equivalente de la lucha de los trabajadores para defender sus intereses frente a las exigencias de la máquina guerrera. No es al hacer campaña contra este o aquel sistema de armas que la clase obrera puede desarrollar su conciencia. La tarea de los revolucionarios es exponer el estancamiento de todo el sistema, mientras participa en las luchas por las demandas de clase que pueden destrozar las ilusiones de la "unidad nacional" y desarrollar una verdadera solidaridad con los trabajadores de otros países. Sin embargo, diferentes puntos de vista deben debatirse entre internacionalistas y no deberían impedirles unirse para defender sus principios comunes. Podemos recordar que Lenin y Rosa Luxemburgo, tras el estallido de la guerra mundial, lucharon juntos contra el conflicto imperialista, pero debatieron acaloradamente sobre la cuestión nacional. Así sin reservas estamos en solidaridad con los camaradas del ICP y todos aquellos que luchan por un verdadero internacionalismo en esta región.

Corriente Comunista Internacional

18/09/2017



[1] Los trabajadores ganan entre 120-150 dólares al mes, trabajando como esclavos con sólo uno o dos días libres por mes.

[2] Ver "Tesis sobre la crisis económica y política en los países del este", https:// https://es.internationalism.org/revista-internacional/201208/3451/tesis-...

[3] La lista de los títulos de los líderes es interminable. Ver https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_Kim_Jong-il%27s_titles

[4] El ministro de relaciones exteriores de EEUU, Powell y el primer ministro británico Blair, advirtieron que las armas nucleares ya estaban disponibles para Saddam Hussein; resultó que esto eran "falsas noticias" y un pretexto para la invasión de Irak en 2003.

[6] Las razones de la destitución de Park Gyun-he eran múltiples: por un lado, existía la lucha de poder entre los del "Brillo de sol" y los "confrontacionistas", y podemos suponer que este último jaló algunas de las cuerdas de la gran ola de protesta contra Park Gyun-he; al mismo tiempo la indignación en la población sobre el alto nivel de corrupción también contribuyó a su desaparición. En cualquier caso, todo esto se utilizó para dar lustre a la imagen de la democracia.

 

 

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