Enviado por Accion Proletaria el
En la web del GCI, en la rúbrica de «novedades», con fecha de Marzo 2006 (firmado el día 21), puede encontrarse en francés e inglés, una hoja sobre el movimiento de luchas en Francia contra el CPE[1]. En esta hoja, el GCI, que habitualmente presume de desarrollar un análisis detallado de las fuerzas sobre el terreno…. ¡En Irak, o Bolivia, etc.! no solamente no suelta prenda sobre el desarrollo de los acontecimientos, sino que MIENTE canallescamente sobre las luchas, y ATACA y DENUNCIA lo que ha sido la fuerza del movimiento: la organización en asambleas masivas. Todo ello envuelto en un lenguaje super-radical de denuncia del CPE y de los sindicatos; sin embargo, cuando se ven sus propuestas para desarrollar las luchas, no son otra cosa que la «huelga general» y las «acciones violentas para bloquear la circulación de mercancías» (o sea, los bloqueos de carreteras, vías de tren, etc.)… ¡Métodos sindicalistas donde los haya! A la dinámica de huelga de masas que ha impulsado la lucha contra el CPE, el GCI opone la dinámica sindical de lucha ¡Y aún tiene la cara dura de (faltando a la verdad) criticar a los estudiantes por «desfilar tras los sindicatos»!
El GCI trata de culpabilizar a los estudiantes y obreros en lucha contra el CPE
Para empezar, la hoja confunde deliberadamente las tentativas de la burguesía para confrontar las luchas, con las iniciativas de los combatientes, y así atribuye a los estudiantes las convocatorias sindicales, o la confianza en las promesas electorales, y hasta el haberse dejado entrampar en enfrentamientos estériles con la policía: «¿Cómo se ha reaccionado? (contra el ataque del CPE –NdR-)… Desfilando como corderos tras los que rompen nuestras luchas, negocian nuestra miseria con nuestros explotadores y nos envían de nuevo al trabajo o a la escuela : ¡LOS SINDICATOS!... Acreditando las promesas de los políticos de todo pelaje que nos revenden el milagro de la alternancia para enterrar nuestras luchas en las urnas… Dejándose entrampar en enfrentamientos estériles en los que las fuerzas del orden burgués nos están esperando y por tanto son más fuertes» (Hoja del GCI).
Este movimiento de luchas ha pillado a contrapie a la burguesía francesa. El gobierno del Sr. Villepin, no había previsto el impacto que podía tener en las nuevas generaciones de proletarios el ataque del CPE, y por tanto, no se había tomado el tiempo de prepararlo políticamente, organizando una estrategia sindical y “de izquierdas” de acompañamiento[2]. Por esta razón, las diferentes fuerzas del Estado burgués, sindicatos a la cabeza, han tenido que reaccionar sobre la marcha, lo que ha dejado un margen de maniobra a la iniciativa de los estudiantes. De esta forma, de entrada hay que decir que no son los estudiantes los que han desfilado tras los sindicatos, sino éstos los que han tenido que acudir para tratar de encabalgar y encuadrar la lucha.
Prácticamente hasta las manifestaciones del día 18, los sindicatos no consiguen hacerse presentes en el movimiento imponiendo sus convocatorias. El día 7 de Marzo en París, cuando los estudiantes de la Facultad de Censier se concentran para acudir a una manifestación masiva, la CGT[3] trata de encabezar el cortejo son sus huestes y pancartas; la reacción de los estudiantes, que no quieren permitir que el sindicato tome la cabeza de la manifestación, es adelantarse por diferentes medios para desalojarlo, tomando la dirección de la manifestación e imponiendo consignas unitarias. El día siguiente, el líder de la CGT. Bernard Thibault, declaraba en TV : «nos enfrentamos a hechos desconocidos», y diferentes periodistas de los medios burgueses “analizan” que «la CGT ha sido humillada». Así pues, no son los estudiantes los que desfilan tras los sindicatos, sino literalmente éstos últimos los que se ven obligados a desfilar tras los primeros. Aún una semana después, el día 14, la principal manifestación en París es espontánea y no sigue ninguna convocatoria sindical.
Pero no es únicamente en la convocatoria de las manifestaciones donde se ha expresado una confrontación con los sindicatos. En primer lugar, en las propias facultades, se ha desarrollado un combate por asumir el control de las asambleas y la dirección del movimiento. El sindicato estudiante, UNEF, junto a los militantes de las organizaciones izquierdistas (principalmente trotskistas), han tratado de copar el presidium de las asambleas y las comisiones que surgían de ellas; no obstante en la mayoría de facultades ha acabado imponiéndose una mesa elegida cada día, en la que los estudiantes han desalojado a los sindicalistas.
También en el combate por la extensión de la lucha se ha producido una confrontación con los sindicatos. Las asambleas de las facultades enviaron delegaciones a los polígonos obreros, pero los sindicatos de los diferentes centros de trabajo evitaron cualquier contacto directo entre estas delegaciones y los trabajadores, ocupándose ellos mismos de recibir a los estudiantes y tratar de “torearlos”. Dándose cuenta de la maniobra, al menos las asambleas de las facultades más combativas, no renunciaron a la discusión directa con los obreros y enviaron sus piquetes a las estaciones de Metro y las paradas de autobuses donde los trabajadores acuden para ir al trabajo.
Otro tanto puede decirse de la afirmación del GCI de que el movimiento de luchas confía en las promesas de los políticos y se ha canalizado por la vía electoral. De hecho, la lucha misma es ya en sí un desmentido de que haya confianza en las promesas de la burguesía, puesto que el CPE forma parte de la llamada “Ley de igualdad de oportunidades”, que la misma burguesía ha presentado ante los estudiantes como una iniciativa para “mejorar el empleo”. No ha sido votando como los jóvenes han impuesto la retirada del CPE, sino luchando. Pero además, en todo el curso del movimiento de luchas, hasta que claramente se ha impuesto la retirada del CPE, ninguna fuerza política de la burguesía ha podido abanderar el movimiento, que ha permanecido autónomo en un terreno de clase. Únicamente con la desmovilización la burguesía se plantea recuperar el terreno perdido, lanzando una campaña ideológica que intente evitar que se saquen las lecciones de que sólo la lucha autónoma paga, desplegando en su contra el terreno electoral y democrático, tratando de llevar a los jóvenes individualmente a votar a la Izquierda del capital. Y es desde luego posible que, uno a uno, muchos jóvenes se dejen arrastrar a ese terreno, y que la burguesía francesa consiga canalizar el voto una parte de ellos hacia sus tentativas de recambio de la derecha en el gobierno. Pero lo fundamental, lo que tiene un calado histórico, lo que quedará de estos combates, son las lecciones de cómo luchar, cómo organizar las asambleas y manifestaciones, cómo discutir, cómo buscar la solidaridad, etc que ha ganado la nueva generación obrera. En ese sentido, la experiencia de estas luchas es comparable de todo punto a la incorporación de una nueva generación a la lucha que significaron las luchas de Mayo 68 en Francia, o 69 en Italia, o los años 70 en España[4].
Pero lo que ya resulta el colmo del cinismo es que sea el GCI quien achaque a las luchas «haberse dejado entrampar en enfrentamientos estériles con las fuerzas del orden»; precisamente este grupo, que no cesa de deslumbrarse con “enfrentamientos estériles” en Bolivia, Argentina o Irak, en los que la clase obrera es arrastrada a movimientos interclasistas o, en el peor de los casos, a enfrentamientos imperialistas[5]. Efectivamente los medias han estado insistiendo desde principios de Marzo en la violencia de las manifestaciones y sirviendo imágenes de choques con la policía, heridos, etc. El objetivo de esta verdadera campaña ha sido tratar de desmotivar a los indecisos para que no acudieran a las manifestaciones ni a las discusiones en las facultades.
Desde el principio del movimiento, el terreno de la violencia ha sido el terreno de la burguesía. Fue la burguesía quien organizó la provocación (con elementos ajenos al movimiento que entraron en la facultad y rompieron mobiliario, libros, etc) y el asalto a la Sorbona , ha sido ella, por medio de los sindicatos (que han retirado a tiempo sus servicios de orden) la que ha organizado los enfrentamientos al final de las manifestaciones, y también ha organizado y permitido que se desencadenaran los ataques de los banlieusards[6] contra los estudiantes. Pero es falso que los estudiantes se hayan dejado llevar a este terreno. Al contrario, una de las cuestiones que mejor expresa la conciencia del movimiento, su voluntad de unificación, su madurez, y su naturaleza obrera, es cómo se ha confrontado a esta maniobra de la burguesía y cómo ha abordado la cuestión de la violencia.
La noche del 10 al 11 de Marzo, durante el asalto a la Sorbona, los estudiantes más a la vanguardia en París, a pesar de que acudieron a llevar comida y solidaridad a sus compañeros encerrados en la Sorbona, denunciaron que se estaba gestando una trampa, y por eso se dirigieron a los CRS y trataron por todos los medios de impedir la represión y en enfrentamiento estéril; cosa que consiguieron sólo en parte, hasta la actuación de los provocadores, que fue la señal para el asalto a la Sorbona.
También el movimiento ha dado una respuesta a los enfrentamientos azuzados por la policía con los banlieusards. En muchos lugares, las asambleas de las facultades enviaron delegaciones a discutir a los barrios para plantear que la lucha era igualmente por la defensa de las condiciones de vida de los habitantes de los suburbios hundidos en el desempleo masivo y la exclusión.
«…De hecho, aunque quede mucho trecho antes de plantearse la revolución, y por lo tanto de reflexionar sobre el problema de la violencia de clase del proletariado en su lucha por echar abajo el capitalismo, el movimiento ha encarado implícitamente ese problema y ha sabido darle una respuesta en el sentido de la lucha y del ser mismo del proletariado. Este está enfrentado desde el principio a la violencia extrema de la clase explotadora, a la represión cuando intenta defender sus intereses, a la guerra imperialista y a la violencia cotidiana de la explotación. Contrariamente a las clases explotadoras, la clase portadora del comunismo no lleva en sí la violencia, y aunque no podrá evitar utilizarla, nunca se identificará con ella. La violencia que deberá usar para echar abajo el capitalismo y que deberá usar con determinación, es necesariamente una violencia consciente y organizada y deberá por lo tanto estar precedida por todo un desarrollo de su conciencia y de su organización a través de las diferentes luchas contra la explotación. La movilización actual de los estudiantes, especialmente por ser capaces de organizarse y abordar de manera reflexiva los problemas que se le plantean, incluida la violencia, está, por eso mismo, más cerca de la revolución, del derrocamiento violento del orden burgués, que pudieron estarlo las barricadas de Mayo del 68.»[7]
El GCI ataca las asambleas generales, el pulmón del movimiento
Pero donde la intervención del GCI resulta más canallesca es en su ataque a las asambleas. De una manera absolutamente injustificada y sin ninguna argumentación, su hoja dice: «ROMPAMOS el democretinismo de las AG (asambleas generales, NdR) “soberanas y masivas”, escupamos a los “delegados elegidos y revocables en permanencia”».
Sin embargo, precisamente han sido las asambleas generales (AG) las que confirman la naturaleza de clase de este movimiento, su apertura al conjunto de la clase obrera, su búsqueda de la extensión, su desarrollo de la discusión y la toma de conciencia. Son las AG lo que prueba que este movimiento de luchas se inscribe en el desarrollo de la huelga de masas que conducirá a enfrentamientos decisivos entre la burguesía y el proletariado.
En las AG, que no tienen nada que ver con las parodias de asambleas que convocan los sindicatos (aunque en algunas facultades o ciudades y al principio del movimiento puntualmente pudiera ser así), el movimiento ha tomado la lucha a cargo, responsabilizándose de las decisiones y las movilizaciones que decidía y discutiendo sobre todas las cuestiones. En las AG se ha confirmado en la práctica la búsqueda de la unidad de la clase obrera, unificándose en una sola asamblea las reuniones que al principio eran separadas del personal de servicios de las facultades (limpieza, administración, cocina), los profesores y los estudiantes. Y no solamente esto, sino que se han abierto igualmente a la intervención de padres de alumnos que han transmitido la experiencia de las luchas en las que habían participado en los años 60-70. Incluso jubilados han participado en las AG de los estudiantes, mostrando así en la práctica la unidad de diferentes generaciones de la clase obrera y la transmisión de experiencias.
En las AG se ha tomado conciencia de la naturaleza obrera del movimiento, llegando incluso a formar comisiones en las que se ha planteado discutir sobre la historia del movimiento obrero, y pidiendo igualmente a los mayores que contaran su experiencia para organizar las luchas.
En las AG se ha organizado la búsqueda de la extensión del movimiento, organizando manifestaciones y delegaciones a los polígonos y los barrios obreros.
Pero fundamentalmente las AG han permitido la participación y la implicación de todos y cada uno en el movimiento de luchas, interviniendo en las discusiones y haciendo proposiciones, participando en piquetes y delegaciones… Las AG son una experiencia política enorme para toda una nueva generación de proletarios que entra por primera vez en lucha de cómo tomar las iniciativas a cargo, de cómo centralizar el movimiento.
Y frente a todo esto, el GCI apunta como todo argumento que «La AG de Dijon se reunió 17 HORAS para decidir dos días de movilización».
No sabemos exactamente qué ocurrió en esta AG de Dijon, que en cualquier caso no puede considerarse el epicentro del movimiento; pero aún así y todo, la duración de una AG no resulta ningún argumento en su contra, de hecho mientras dura un movimiento de luchas, la única forma de tomarlo a cargo es mantener una AG permanente a través de la cual todos los obreros puedan responsabilizarse de la lucha. Por otra parte tampoco resulta ninguna crítica fulminante que se decidieran dos, tres o ningún día de movilización.
Así que la pregunta queda en el aire: ¿Qué tiene el GCI contra las AG?
Ya sabíamos por sus tomas de posición anteriores, que este grupo “prefiere” organizaciones minoritarias que preparen las luchas, como… ¡las Madres de Mayo! En Argentina, «verdaderas expresiones de asociacionismo obrero» según dicen[8]. Pero ahora en su hoja vemos una oposición frontal a las AG, y sus delegados elegidos y revocables como expresión de la lucha obrera.
Sin embargo, la lucha obrera en el s XX siempre se ha desarrollado por medio de AG y delegados elegidos y revocables, comenzando por las huelgas de masas de 1902, 1903, o 1905 y 1917 en Rusia. De hecho los Consejos obreros no son otra cosa que la unificación y la politización de las AG en un periodo revolucionario. E igualmente en nuestra época, ¿Cómo se organizaron las luchas en Polonia en 1976 o 1980, o en España –Vitoria 76-, etc? La huelga de masas, las AG y sus delegados elegidos y revocables es la forma que toma la lucha obrera en el periodo de decadencia del capitalismo, es la forma que garantiza la participación directa masiva y unificada de la clase obrera en sus luchas.
¿Qué alternativa plantea el GCI frente al rechazo de la huelga de masas, de las AG, de la participación directa de las masas en el curso histórico?
La alternativa sindical del GCI
Después de toda esa sarta de ataques y calumnias contra el movimiento de luchas en Francia, se apuntan tres propuestas “en positivo” para, como dice la hoja, «salir a la calle “de otra forma” (comillas nuestras) para conseguir la victoria»:
- «estrangular la dictadura de la economía como en Bolivia, Argelia, Argentina, Irak, etc»;
- «huelga general fuera y contra la mascarada sindical»;
- «organizar piquetes volantes para bloquear la circulación de mercancías en supermercados, estaciones, aeropuertos…».
Vamos a dejar de lado la alternativa de «estrangular la dictadura de la economía como en Bolivia, Argelia, Argentina o Irak…», sobre la que ya hemos expresado nuestra posición recientemente[9].
Si consideramos las otras dos propuestas, lo primero que hay que decir es que, efectivamente, como dice la hoja del GCI, significan salir a la calle “de otra forma” a cómo se ha desarrollado la lucha contra el CPE en Francia[10]. ¿De qué forma?
Mientras que la lucha contra el CPE en Francia ha surgido espontáneamente y ha ido creciendo y afirmándose a medida que se extendía y se ampliaba la participación directa de los estudiantes y obreros, a medida que tomaba conciencia de sí mismo y de sus objetivos, contando con la intervención de obreros de diferentes generaciones y de los revolucionarios, la huelga general se convoca para un día determinado y no requiere la implicación y el compromiso y la conciencia de los trabajadores sino como masa de maniobra a las órdenes de la convocatoria de una dirección política, de una minoría. Mientras en las luchas en Francia las minorías forman parte del movimiento, en el que confluyen con el conjunto de trabajadores como parte de una unidad, en la “huelga general” las minorías están separadas de la clase.
Mientras las delegaciones y los piquetes en la lucha contra el CPE emanaban de las AG y eran responsables ante ellas, y por tanto estaban respaldados y expresaban la fuerza de todo el movimiento, los piquetes para bloquear carreteras y estaciones que propone la hoja del GCI, o son minorías actuando cada una por su cuenta, o son, como en el caso anterior, decisiones impuestas por una minoría.
En pocas palabras, “la forma” de la lucha contra el CPE en Francia es la dinámica de la huelga de masas, mientras que “la forma” que propone el GCI es la lucha sindical.
Cualquiera que repase la experiencia de la lucha obrera los últimos 20-30 años, sin necesidad de ir más lejos, puede comprobar que las diferentes huelgas generales que por ej se han convocado en España (14D,20J, etc.), o los bloqueos de carreteras en el Naval o antes en la siderurgia son métodos de lucha sindicales.
Justamente la importancia del movimiento de luchas en Francia es que permite a la nueva generación de proletarios hacer una experiencia sobre cómo organizar y tomar las luchas a cargo, sobre cómo es la lucha del proletariado en el periodo actual.
Y eso es precisamente lo que ataca el GCI.
[1] GCI: «Grupo Comunista Internacionalista». Hemos tomado posición recientemente sobre su naturaleza parasitaria en la Revista Internacional nº 124: ¿Para qué sirve el GCI? (Rint124/GCI.htm); puedes encontrar su hoja: « CPE-CNE, CDI-CDD, RMI-RMA… Derrière ces sigles la même et innoble réalité capitalista: des conditions Pires d’exploitation!» (NdR: CPE-CNE, CDI-CDD, etc son las siglas de distintas formas de contratos y subsidios de precariedad) en: www.geocities.com/icgcikg/leaflets/cpe_tract.htm; desconocemos si, además de su publicación en Internet, esta hoja se ha distribuido en las manifestaciones o las asambleas en Francia; por nuestra parte no hemos visto ningún ejemplar en las diferentes ciudades y movilizaciones en las que hemos intervenido, ni hemos tenido ningún “feed-back” de ningún posible lector ¡Y no nos extraña! A la vista de las calumnias de su hoja, y su desprecio por las luchas, es muy posible que hayan barruntado que no tendría muy buena acogida entre los estudiantes, lo que no ha impedido sin embargo que hagan un llamamiento a que otros la reproduzcan y la distribuyan,
[2] Ver nuestro artículo: Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia de abril de 2006 (ccionline/2006_tesis)
[3] Sindicato estalinista
[5] No vamos a argumentar aquí sobre las posiciones del GCI a este respecto. Ver nuestro artículo reciente: «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm)
[6] Habitantes de los suburbios, que en Otoño de 2005 protagonizaron el movimiento que se hizo famoso por la quema de los coches
[7] Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia de abril de 2006, pto 14. (ccionline/2006_tesis)
[8] «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm)
[10] No estamos de acuerdo sin embargo en que “de esta otra forma” que propone el GCI se consiga ninguna victoria, sobre todo teniendo en cuenta que las luchas en Francia han conseguido una victoria, con la retirada del CPE y la experiencia de lucha para la nueva generación.