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En efecto, como ha revelado el Financial Times: “Es preferible confiar las operaciones militares a las fuerzas iraquíes a fin de minimizar las consecuencias políticas” y así se puso ya en práctica en la toma de Samarra (ciudad a 100 Km al norte de Bagdad). En esta operación tuvieron lugar encarnizados combates casa por casa y calle por calle, y en la que mujeres y niños perecieron asesinados aunque, sin estadística fiable alguna, no puede darse una apreciación exacta del calibre de la masacre. Pero Samarra no fue más que el aldabonazo de la ofensiva sobre Falluja. En esta ciudad más de diez días de bombardeos artilleros y aéreos, con los tanques disparando contra hospitales, arrasando barrios enteros,... se han producido, una vez más según estadísticas “oficiales”, más de 500 muertos y más de 200 mil “desplazados”, en lo que ha constituido la matanza más sangrienta desde que, en Mayo del pasado año, se diera por “concluida” la guerra de Irak. Desde entonces en este país dominado por la anarquía se han producido, como mínimo, 2300 ataques contra las fuerzas de la coalición, la policía iraquí y la población civil, en una vasta zona geográfica que va desde Mosul en el norte, pasando por el Kurdistán y el “triángulo sunnita” (Tikrit, Samarra, Bacuba, Ramadi, Falluja y Bagdad), hasta Basora al sur.
El lodazal iraquí es de tal magnitud que países que tienen allí tropas desplegadas se están planteando cada vez con menos tapujos el seguir manteniéndolas. Así el ministro polaco de defensa, Jerzy Somajdzinski, ha anunciado en una entrevista en Gazeta Wybotez, una posible retirada de las tropas a principios de 2.005. Por su parte el ministro italiano de defensa declaraba hace poco al diario La Stampa: “Una vuelta anticipada de nuestras tropas respondería a la demanda del primer ministro iraquí Allaui”(citado por Courrier International del 19 de octubre). Ni uno sólo de los estados imperialistas embarcados hoy en la guerra de Irak al lado de las fuerzas angloamericanas, esta a salvo del callejón sin salida en que se ha metido el imperialismo norteamericano.
Esta nueva ofensiva militar no va a frenar en absoluto la pérdida de control de la situación por parte de Estados Unidos. Es más: el estallido de la futura entidad iraquí aparece como una perspectiva cada vez más probable. De hecho, la ofensiva sobre Falluja ha supuesto el abandono del gobierno provisional por parte del partido sunnita, y la exacerbación de los llamamientos a la “guerra santa" por parte de clérigos de esa confesión. En Mosul, la situación también se deteriora muy rápidamente e insurgentes sunnitas se están dedicando a atacar sedes de partidos kurdos. Al norte de Irak, la ciudad de Kirkuk es actualmente reivindicada, de manera cada vez más agresiva y belicosa por árabes, kurdos y turcomanos. Pero lo que resulta aún más significativo es que tres provincias del Sur amenazan permanentemente con la secesión. “Los miembros del consejo municipal de Basora, segunda ciudad de Irak, de mayoría chiíta, habrían entablado negociaciones con sus homólogos de las ciudades vecinas, Maysan y Dhicuar, con el fin de considerar la creación de una región federal en el sur” (Courrier International del 9 de octubre). Aunque en Irak no se haya materializado aún ese estallido, lo bien cierto es que en todos aquellos sitios donde la guerra imperialista hace sus estragos, estamos asistiendo cada vez más a un desmantelamiento de las entidades nacionales burguesas. Si el control del petróleo, como arma estratégica y militar, es importante, hay que darse cuenta de lo que representan las veleidades “autonomistas” de estas regiones del sur donde se hayan precisamente el 80% de las reservas petroleras de Irak. Y en esta zona los chiítas están bajo la influencia de Irán. La evolución real del caos en esta región del mundo lleva a dudar de la capacidad del imperialismo americano de acabar controlando las zonas petrolíferas iraquíes.
Las elecciones en Irak no resolverán nada
Pero la actual ofensiva guerrera de Estados Unidos tiene un objetivo prioritario e inmediato. La burguesía americana tiene una débil esperanza de que las elecciones previstas para el 31 de enero próximo estabilicen momentáneamente la situación, y en ello empeña todos los medios a su alcance. Sin embargo incluso la celebración misma de esas elecciones se ve hoy comprometida. Las propias autoridades iraquíes y los representantes de Naciones Unidas, que se esfuerzan en organizarlas, creen que será muy difícil que puedan hacerse. Un miembro del comité organizador declaró recientemente: “Los Balcanes en comparación a esto parecen Noruega”. La Casa Blanca se conformaría incluso con que se celebraran tales elecciones sólo en las zonas seguras. Ante el desprestigio de los comicios, las autoridades iraquíes se han visto inmediatamente obligadas a reaccionar asegurando, como ha hecho el ministro iraquí Iyad Alaui, que no serán en ningún caso elecciones parciales. Pero este deseo tropieza con la realidad de una creciente pérdida de control de cada vez más zonas del país por parte de Estados Unidos. Para limitar los estragos, además de la ofensiva militar, Estados Unidos se ha visto obligado a inyectar discretamente 100 millones de dólares en “la educación de los electores” (Courrier International). Además, el Estado americano ha pedido más ayuda a Gran Bretaña: “Para ir en ayuda de los americanos las tropas británicas han sido desplazadas a una de las zonas más violentas de Irak... 650 soldados del batallón Black Watch han debido tomar posición en la ciudad de Iskandariya situada al sur de Bagdad, donde los extranjeros y las fuerzas oficiales iraquíes son regularmente el blanco de los rebeldes”. (The Independant).
Los sondeos muestran que solamente el 2% de los iraquíes consideran al ejército americano como los liberadores. Actualmente los chiítas están a la expectativa, puesto que al ser mayoritarios en Irak esperan aprovecharse de este proceso electoral. El odio que, en Irak y en el mundo árabe en general, existe contra Estados Unidos se debe a la política imperialista que éstos han desarrollado en esta parte del mundo. Hasta 1.967 y la Guerra de los Seis Días, era más el imperialismo francés el que concentraba las iras de la población habida cuenta de sus matanzas en Argelia, su participación en la agresión militar a Egipto, y al hecho de ser entonces el principal proveedor de armas del estado hebreo. Las alianzas imperialistas hoy han cambiado sin duda. El debilitamiento del liderazgo americano alcanza hoy tal punto que, sea cual sea el grado de control o de “credibilidad” de las elecciones de enero próximo en Irak, no es que no vaya a cambiar nada; es que todo irá a peor.
“Ningún gobierno iraquí podrá durar mucho tiempo después de la salida de las tropas americanas si antes no hadado pruebas de oponerse a la ocupación”. (John V.Whisbeck en el diario Asharq al-Awsat).
El proletariado, la única fuerza capaz de oponerse a la barbarie capitalista
Los atentados terroristas que acaban de tener lugar en el Sinaí en Egipto marcan una agravación clara del caos en Oriente Medio. Esta región balnearia de Egipto se había convertido en el último lugar donde árabes y judíos podían convivir sin riesgos de violencia o atentados. Estos últimos atentados, cualesquiera quienes sean sus autores, manifiestan abiertamente que no hay ningún santuario protegido de la barbarie y del horror capitalista. Para los israelíes Egipto es un “aliado” cada vez menos fiable: aparecía como un aliado cada vez menos fiable:“No necesitábamos haber sufrido la grosería, la indolencia, la indiferencia rayana en hostilidad que han indignantemente han demostrado las autoridades egipcias la noche de los atentados, para darnos cuenta que la seguridad de Israel y de los israelíes no figura entre las prioridades de los egipcios”. (Martin Sherman en el Yediut Aharunut). Egipto que desde hace años aparecía como uno de los países más cercanos a las tesis norteamericanas, que ha sido también durante muchos años interlocutor privilegiado de Israel en el mundo árabe, y que sin embargo es el refugio de organizaciones terroristas como la Hamás palestina, vuelve a estar hoy en el centro de los enfrentamientos, haciendo de todo Oriente Próximo un hervidero de conflictos. La continuación de la ofensiva militar israelí en la banda de Gaza y en Cisjordania con su cortejo de masacres cotidianas, muestra igualmente la vorágine belicista en que se adentra, imparablemente, el capitalismo en plena quiebra, así como la total irracionalidad de este sistema nauseabundo.
La muerte de Arafat, un servidor incondicional de los intereses de la burguesía palestina, peón de todos los conflictos imperialistas de la zona desde los años 50, responsable directo del alistamiento de la población palestina como carne de canon en estas peleas de gángsteres imperialistas, va a suponer además un factor añadido de conflictos entre las diferentes fracciones palestinas lo que, sin duda, intentarán aprovechar por su parte otras burguesías de la zona y también las principales potencias imperialistas del mundo.
Para empeorar más si cabe la situación, el país que se ha convertido indiscutiblemente en la bestia negra de Tel Aviv, Irán, va a poder aprovecharse de las consecuencias de los enfrentamientos de mayor o menor calado que, desde hace diez años, sacuden esta región. La caída de los talibanes en Afganistán y el hundimiento del régimen de Saddam Hussein, le han despejado el camino de concurrentes religiosos y militares. En un momento de ascenso del caos y el “cada uno a la suya”, cuando ninguna potencia puede imponer su ley de forma duradera a otros Estados imperialistas, Irán esta buscando a cualquier precio hacerse con un arsenal nuclear, armamento del que ya disponen países vecinos y rivales como son Israel y Pakistán. “Los responsables de los servicios de seguridad israelíes se enfrentan pues a una situación paradójica: por un lado se sienten satisfechos de la desaparición de un enemigo jurado gracias a la invasión americana de Irak, pero se muestran cada vez más inquietos por las oportunidades que esto proporciona al otro enemigo. Están viendo bascular Oriente Medio de un estado de rivalidades convencionales a otro, infinitamente más peligroso, de rivalidades nucleares”. (Stevens Erlanger, The New York Times). Esto explica las declaraciones cada vez más beligerantes de altos funcionarios israelíes que no debemos tomar como unas declaraciones altisonantes más de políticos burgueses, sino como una amenaza más de barbarie y descomposición capitalista. Por su propia dinámica esta perspectiva es tan inevitable como la del riesgo de una guerra nuclear entre India y Pakistán.
El proletariado no puede “acostumbrarse” al horror y la barbarie capitalistas que una y otra vez aparecen en las pantallas de televisión del mundo. Es necesario que reaccione con indignación frente a esta oleada de masacres, atentados y otros enfrentamientos guerreros imperialistas. La aceleración del debilitamiento del liderazgo americano es un estímulo para que sus principales rivales pongan todos los medios de que dispongan al servicio de la defensa de sus propios intereses imperialistas. Esto aguijonea aún más a cada Estado, e incluso a cada señor de la guerra, hacia cada vez más violencia. La clase obrera, la única clase que puede unirse y organizarse a escala mundial, es la única fuerza que puede ofrecer otra perspectiva a la humanidad. Para ello debe tomar conciencia de la naturaleza capitalista de los enfrentamientos imperialistas en curso, en Irak y en todo Oriente Medio. El proletariado debe oponer la revolución comunista a la barbarie capitalista.
Adaptado de Révolution Internationale (órgano de la CCI en Francia). nº 351,