Enviado por Revolucion Mundial el
La desgastada campaña de la burguesía sobre la «muerte del comunismo», lanzada luego del derrumbe del bloque estalinista, busca ser reanimada a partir de la insistencia de la formación de la «nueva izquierda». En este «nuevo esquema» se destacan como sus mejores representantes personajes como Negri, Saramago, Holloway, el guerrillero Marcos y el conjunto del «movimiento altermundista». Esta «nueva izquierda» pretende ser la expresión crítica y renovada de lo que consideran los «viejos principios del marxismo», no obstante, lo mismo que el estalinismo, el maoísmo, trotskismo y demás engendros ideológicos, sigue siendo una estructura dominada (e incluso creada) por la misma burguesía, por eso es que a través de un enredo ideológico busca golpear la conciencia de los trabajadores y someterlos en una dinámica interclasista, que desgaste y esterilice el descontento y coraje de clase, conduciéndolos a un callejón donde la única salida que ofrece es la justificación de la existencia del capitalismo.
Izquierda e izquierdismo armas de la burguesía contra la clase obrera
El la última década el EZLN se ha destacado como ejemplo de la «nueva izquierda», y para atrapar atención de los trabajadores ha recurrido a la apertura de un pretendido debate para definir lo que en los «tiempos modernos» es la izquierda. Así el EZLN y el resto de grupos que lo siguen fielmente, en su afán por desmarcarse del PRD, integrarán un «movimiento nacional de lucha de izquierda». Este movimiento, que resume ya su ideario en la «6ª declaración», no va más allá que hacer la defensa del capital nacional, de la democracia y las instituciones burguesas (como lo es la Constitución). Todo lo que plantea no son sino aspectos que ya hemos visto desatacar por el conjunto de grupúsculos que a lo largo del tiempo se han encargado de sabotear el proceso de reflexión de la clase trabajadora. El mismo argumento del EZLN sobre la defensa de la soberanía y las riquezas, es un argumento reciclado de los discursos lanzados durante los 60 y 70 lo mismo por los grupos estalinistas que los trotskistas; por ejemplo la consigna de nacionalización de la industria químico farmacéutica, la defendía lo mismo los estalinistas de «Punto Critico» (hoy fundido en el PRD) que los trotskistas del PRT. De forma que la defensa de la soberanía, de las empresas estatales y la lucha contra la globalización que el EZLN hoy proclama es el mismo discurso que levantaba el viejo estalinismo, es el mismo estribillo sólo que lo hace novedoso al presentarlo con un lenguaje radicaloide y sentimental. Pero aunque es el EZLN el que más ruido ha hecho respecto a la «nueva izquierda» al involucrar en su lenguaje «novedosas» creaciones «teóricas» de la misma burguesía (como el de la globalización), no es el único representante. En el mismo sentido se mueve el movimiento altermundista y sus «teóricos» que toman esas nuevas interpretaciones para justificar la existencia del capitalismo y la posibilidad de que este mejore, ensanchando así la visión mistificada sobre el mundo, pretendiendo con esto que los trabajadores extravíen el objetivo central de su descontento.
Es característico del movimiento anti globalización al mostrarse como ejemplo de la «nueva izquierda», insistir en su forma no organizada, existente casi de forma virtual, y con una actuación «incluyente» y alejado de «dogmas», lo que es fácil traducir como una proclama interclasista desesperada, que con su pretendida «apertura mental» termina defendiendo la posibilidad de una renovación del capitalismo. Baste citar para ejemplificar a Emir Sader, un conocido «intelectual» altermundista de Brasil, que define así lo que es ser de izquierda: «Definirse de izquierda -un gobierno, un partido, una persona- hoy significa luchar contra la hegemonía del capital financiero sobre la economía... Es luchar por el triunfo del mercado de la producción y del trabajo sobre el mundo de la especulación.» (La Jornada 18-06-03).
Podemos ver que la burguesía requiere para asegurar su dominio presentar no sólo una imagen dura y descarada que se aferre en la defensa del capitalismo, como lo hacen sus partidos (y gobiernos) de derecha, sino además requiere de un aparato de izquierda que de forma sutil e hipócrita se infiltre en el terreno de lucha de los trabajadores para sabotear y apuntalar el poder del capital. En ese sentido es que podemos afirmar que existe una izquierda del capital, que vive incrustada en el aparato de Estado (con curúles e incluso gobiernos), aunque hay otra parte de grupos y partidos más radicales, que no están directamente integrados a las instituciones de gobierno (e incluso pueden presentarse como críticos de los partidos involucrados en el poder) y sin embargo no son expresiones del esfuerzo y la conciencia de los trabajadores. Esa izquierda radical o izquierdistas también se integran al sistema, no de forma directa pero si orgánicamente, defendiendo en su práctica y discurso al sistema, por ejemplo llamando a defender a la propiedad estatal o a gobiernos a los que consideran progresista y que incluso los llaman socialistas.
Por ello es que podemos afirmar que la pretendida «nueva izquierda» (lo mismo que la izquierda y el izquierdismo) no deja de ser una estructura del capital. Por más que el EZLN critique al PRD, y marquen diferencias de forma, la esencia de ambos grupos es la misma, ambos, en su práctica y su discurso se empecinan en defender al sistema de explotación. Por más que el EZLN «critique» las elecciones próximas, no deja de ser una estructura ajena a los intereses de los trabajadores, así -mismo, el altermundismo, y su pregón de que otro mundo es posible encierra en verdad la esperanza que ese otro mundo sea el capitalismo «mejorado», «con rostro humano».
La Izquierda Comunista, verdaderos continuadores de la tradición marxista
Si la necesidad de la burguesía es crear su propia estructura, definiendo sus partidos de derecha y de izquierda, no se puede suponer que la clase trabajadora no es capaz de crear sus propios organismos de combate, los cuales han sido y son verdaderos esfuerzos de la clase para sistematizar su experiencia, construir su programa y dirigir sus combates. Mientras la «nueva izquierda» pretende mostrar su fuerza desechando al marxismo o combinándolo con las teorías sociológicas y económicas que la burguesía ha «descubierto» en los últimos años, la realidad viene a poner al descubierto la fuerza del marxismo, por eso la Izquierda Comunista, no duda en su defensa e insiste en mantener su tradición.
Cuando hablamos de la defensa de la tradición teórica del marxismo, no es una añoranza nostálgica o un aferramiento dogmático, es recobrar la experiencia histórica de la clase obrera, y sintetizar las enseñanzas que sus combates han dejado. Esta sistematización de la experiencia es lo que permite definir un marco de análisis para poder comprender cuando una propuesta, por más radical que se dibuje, se encuentra dentro o fuera de un terreno de clase. Intentando hacer un resumen apretado, delinearemos algunos elementos puntuales que definen los principios proletarios y que marcan la diferencia con el proyecto que defiende el aparato de izquierda del capital:
- Por el lugar que ocupan en el sistema productivo, el proletariado es la única clase con capacidad de transformar radicalmente al capitalismo.
Los regímenes estalinistas, tanto del pasado (como la URSS), o actuales (como Cuba) no son expresiones del comunismo.
- En el actual período de decadencia que vive el capitalismo, no existen ninguna fracción progresista en la burguesía, por tanto el proletariado no puede aceptar por ningún motivo algún tipo de alianza con alguna de ellas.
- El combate de la clase obrera es opuesto a todo tipo de propiedad, por ello los trabajadores no reivindican a la propiedad estatal, ni a la propiedad unida a formas de producción del pasado.
- La revolución proletaria no puede tomar forma sino a través de la revolución mundial, por ello la bandera del internacionalismo proletario es un principio fundamental, y es por tanto diametralmente opuesto al nacionalismo en cualquiera de sus expresiones.
- Los procesos electorales, y las instancias parlamentarias no son mecanismos que los trabajadores puedan usar en su lucha.
- Los sindicatos aún cuando en el siglo XIX fueron creaciones de los trabajadores para organizar sus luchas, desde inicios del siglo XX éstos se transformaron en instrumentos del capital.
- El militarismo y el terrorismo no son métodos de combate del proletariado, por el contrario, son opuestos a su práctica, en tanto su verdadera fuerza se encuentra en su conciencia, su organización y su actuación masiva.
- El marxismo no se desarrolla a partir de elucubraciones individuales de «iluminados» o «genios solitarios» sino a través de colectividades organizadas.
Estos elementos que sintetizan las enseñanzas de los combates pasados de la clase obrera, la «nueva izquierda» se empecina en presentarlos como antiguallas inútiles, con el fin de que extender la confusión y esconder a toda costa a los ojos de los trabajadores la necesidad y posibilidad que existe de la destrucción del capitalismo.
Tatlin, Octubre/2005