Enviado por Revolucion Mundial el
La «otra campaña» que se sustenta en la 6ª declaración del EZLN, es una peligrosa trampa para el proletariado, en tanto pretende atraparlo en una ideología reaccionaria que complementa el trabajo de confusión que la burguesía lleva con el proceso electoral en marcha. En RM 88 ya hemos denunciado la forma en que el llamado de Marcos se vuelve un ataque contra la conciencia de los trabajadores. El círculo «Comunismo o Barbarie» profundiza la reflexión sobre ello, haciendo una clara defensa de las posiciones marxistas de frente a los ataques ideológicos de la burguesía. Reproducimos el texto, eliminando, solo por problemas de espacio, algunos extractos, aunque el documento completo puede solicitarlo escribiendo a nuestra caja postal, o al correo electrónico.
¿Defensa de la «patria» o destrucción del capital? Por qué el proletariado debe rechazar la «Sexta Declaración» y todo programa burgués
«La nacionalidad del obrero no es francesa, ni inglesa, ni alemana; es el trabajo, la esclavitud en libertad, la venta voluntaria de sí mismo. Su gobierno no es francés, ni inglés ni alemán; es el capital. Su cielo patrio no es el francés, ni el inglés, ni el alemán; es la atmósfera de la fábrica. El suelo que le pertenece no está en Francia, ni en Inglaterra, ni en Alemania; está bajo tierra, a unos cuantos palmos de profundidad» Karl Marx (1845)
(...) Hoy como ayer, los discursos de la burguesía y la pequeña burguesía se dirigen a los sentimientos y emociones del proletariado para obstaculizar la reflexión y para hacer una defensa encubierta del capitalismo, del capitalismo en una de sus formas. Castro, Lula, Chávez, Kirchner, pero también Obrador y el EZLN dicen ofrecer una «alternativa al capitalismo» (...)
EZLN: apología y defensa de la «patria»
Desde sus orígenes, el EZLN ha sido un paladín del Estado nacional: «Las autonomías no son separación, son integración de las minorías más humilladas y olvidadas en el México contemporáneo. [...] Hoy lo repetimos: NUESTRA LUCHA ES NACIONAL»[1]
(...) Se dirá que el EZLN ha corregido sus errores, que ve ahora las cosas con los ojos del proletariado, que ha dado un viraje (¡repentinamente!) hacia la izquierda, que solamente hay «algunas cosas» que le hacen falta a la Sexta declaración, que no hay que ver la forma de los términos sino su contenido, que «patria» debiera ser entendida como «los intereses de los explotados», etc. (...)
La larga y difícil experiencia del proletariado ha puesto muy en claro que no tiene ningún interés en común con la burguesía, que el beneficio del capital se sostiene en el perjuicio de los trabajadores; sin embargo, el EZLN equipara la ruina de la burguesía y la pequeña burguesía con la miseria del proletariado del campo y de la ciudad: «...los gobernantes que tenemos [y que] están destruyendo lo que es nuestra Nación, nuestra Patria mexicana ... hacen leyes como las del Tratado de Libre Comercio, que pasan a dejar en la miseria a muchos mexicanos, tanto campesinos y pequeños productores, porque son «comidos» por las grandes empresas agroindustriales; como los obreros y pequeños empresarios porque no pueden competir con las grandes transnacionales que se meten sin que nadie les diga nada y hasta les dan gracias, y ponen sus bajos salarios y sus altos precios.»
De esta manera, el EZLN «olvida» que la relación fundamental del capitalismo, la oposición capital-trabajo, se reproduce a una escala general. No importa el tamaño de esta relación antagónica entre los trabajadores y capitalistas; allí donde un individuo posee medios de producción y compra fuerza de trabajo a uno o varios proletarios, se está generando ya una relación de explotación de los capitalistas sobre los asalariados, se está comprando por parte del capital una mercancía capaz de generar un valor mayor que el que se está pagando; se está generando a partir de esta relación un plusvalor que es arrebatado al proletariado. ¿Debe entonces el proletariado basar su programa en una alianza con los «pequeños productores» o los pequeños empresarios que reproducen esta relación; allí donde el proletariado no tiene futuro ni perspectiva alguna de solución real a su miseria y sufrimiento?
(...) El proletariado es una clase explotada por el capital, grande o pequeño; explotada independientemente de su color de piel, de su sexo o de la región que habite. La burguesía sólo puede obtener ventajas al remarcar las diferencias (...) pues esto permite que el proletariado no pueda reconocerse como clase y se diluya en los frentes interclasistas, es decir, bajo programas y causas que le son ajenos, pero sobre todo, porque a través de este recurso se le impide al proletariado que vea lo que le hace ser la única clase revolucionaria capaz de destruir el capitalismo: que está privada de todo medio de producción y de vida, que no tiene más que su fuerza de trabajo y que, a diferencia de la burguesía y del resto de las clases que se enfrentan a ella, el proletariado no tiene patria que defender.
El EZLN infla el concepto «globalización» para hacer una defensa del capital nacional
«Algunas de las bases económicas de nuestro México que eran el campo y la industria y el comercio nacionales, están bien destruidas y apenas quedan unos pocos escombros que seguro también van a vender.»[2]
Cabe preguntarse si esas bases económicas a las que se refiere el zapatismo como la industria y el comercio eran menos capitalistas que las actuales. Tal afirmación es más bien una apología ese esquema del «Estado benefactor», caduco ya para el capitalismo actual, y que fue producto de la adaptación del capital a las circunstancias generadas por el fin de la segunda guerra mundial, donde partiendo de teorías burguesas como el keynesianismo, se pretendió dar oxigeno al capitalismo de posguerra.
Para el EZLN, el problema estaría en «unas empresas extranjeras... que tienen al campesino bien jodido» y en las maquiladoras «que son del extranjero y que pagan una miseria por muchas horas de trabajo.»[3]
(...) Desde la lógica del zapatismo, las empresas extranjeras serían las únicas que generan pobreza, desempleo, miseria y deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores en México. Pero, ¿acaso Vitro, Cemex, Bimbo, Telmex, y demás empresas «orgullosamente mexicanas» no cumplen el mismo papel contra el proletariado que aquellas que «son del extranjero»? (...)
Defensa del capitalismo estatal
Que el sistema de «seguridad social», o la capacitación de la fuerza de trabajo y el adoctrinamiento ideológico que le acompaña (el proceso conocido como «educación»), necesarios para el proceso de producción capitalista, reciban la categoría jurídica de «público» o que los recursos como el agua, se denominen «propiedad de la nación», no significa en lo más mínimo que no sean mercancías. (...) Lo que debe verse es que a pesar de la forma jurídica que adopta el capital, en los hechos, el proletariado se encuentra privado de medios de producción: «[...] la transformación del capital en sociedades por acciones (o trust) o en propiedad estatal, no cambia la naturaleza capitalista de las fuerzas productivas [...] El Estado moderno, independientemente de las formas que asume, es esencialmente el Estado de los capitalistas, una máquina al servicio de los capitalistas, la personificación ideal de todo el capital nacional. Así, cuanto más fuerzas productivas quedan bajo su posesión más se convierte en un capitalista nacional real y más explota a los ciudadanos. Los proletarios permanecen en su condición de asalariados y las relaciones sociales típicas del capitalismo no se descomponen.»[4]
Los servicios de salud, incluso en el antiguo esquema, son mercancías, y su costo sigue recayendo sobre el salario que los trabajadores perciben socialmente (...) Por eso afirmamos que el llamado del EZLN a defender «la soberanía nacional con la oposición intransigente a los intentos de privatización de la energía eléctrica, el petróleo, el agua y los recursos naturales»[5], no es sino un llamado a defender el capitalismo en una de sus formas, pues, como Marx lo planteaba acertadamente, «allí donde el Estado es el mismo productor capitalista, como ocurre en la explotación de las minas, los bosques, etc., sus productos tienen el carácter de «mercancías» y poseen, por tanto, el carácter específico de toda otra mercancía.»[6] (...)
Defensa de la legalidad y de las instituciones burguesas.
Basta un ejemplo para ver lo que el EZLN opina sobre la legalidad burguesa en la «Sexta declaración»: «...la Constitución ya está toda manoseada y cambiada. Ya no es la que tenía los derechos del pueblo trabajador, sino que ahora están los derechos y las libertades de los neoliberalistas para tener sus grandes ganancias.»[7]
La defensa de la legislación se vuelve un mecanismo cada vez más eficaz en el aseguramiento del control del capital sobre los trabajadores. Lo que la ley considera lícito es aquello que tenga por objeto «armonizar los derechos del trabajo con los del capital» (...) El proletariado debe defender sus necesidades, sus intereses, frente a los del capital, no las leyes de la burguesía.
(...En ese sentido, es que) El capitalismo nunca ha representado el bienestar para los trabajadores, sin embargo, durante su fase ascendente, el capitalismo permitía en ocasiones la realización de algunas reformas que los trabajadores obtenían tras duras batallas y en las que podían ver una mejora relativa de sus condiciones de existencia. El capitalismo es ya un sistema decadente, no puede ya realizar tales reformas ni mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. (...) Lo que está puesto a la orden del día en esta época del capitalismo en descomposición es la revolución proletaria y no un programa de reformas. Para los defensores del capital (vestidos bajo cualquier disfraz), el proletariado «no está apto para un programa radical», por lo que ha de contentarse con el «programa mínimo» de reformas, con «programas democráticos», con «proyectos de nación» o «programas nacionales». (... Pero) la burguesía es la única clase que tiene un interés nacional. El proletariado, sea en el campo, sea en la ciudad, debe romper con todo programa que incluso presentado como «anticapitalista» no signifique más que la defensa del Estado nacional, esto es, del Estado burgués. La tarea del proletariado es organizarse bajo su propio programa, defendiendo sus intereses de clase.
(...) En marzo de 2001, Marcos hacía mofa del marxismo ante miles de universitarios a quienes decía no querer aburrirlos con la revolución mundial, sino hablarles de un niño «indígena». Para nosotros el proletariado no es ni «mexicano», ni «francés», ni «indígena», ni «negro» o «blanco», ni «extranjero». No somos ni una «nación», ni una «raza», ni una «etnia»; somos una clase explotada mundialmente. Para nosotros los proletarios las únicas fronteras que existen son las que ha creado la burguesía y es ella y sólo ella, quien tiene interés por perpetuar su existencia.
Al proletariado no le corresponde defender las fronteras nacionales, sino abolirlas.
El proletariado tiene un solo programa que no es nacional sino internacional: destruir la sociedad burguesa, abolir la propiedad privada.
Para nosotros, como miembros del proletariado, la Revolución no es una ni una broma ni una idea inalcanzable, es una necesidad y una posibilidad que se sostiene en condiciones materiales que hoy existen.
La revolución mundial para el EZLN puede ser cuestión de broma o una aspiración abstracta, para nosotros es la única bandera donde la victoria está asegurada.
Comunismo o Barbarie, diciembre 2005
[1]Tercera declaración del EZLN, enero de 1995
[2]Sexta declaración del EZLN.
[3]Ibid.
[4]F. Engels, Anti-Dühring
[5]Sexta declaración del EZLN.
[6]K. Marx, Glosas marginales al «Tratado de economía política» de Adolf Wagner.
[7]Sexta declaración.