SABEMOS ahora que los atentados de Nueva York
han causado más de 6000 muertos. Más allá de esta
cantidad - espantosa ya - la destrucción del World Trade Center
significa un giro en la historia cuyo alcance no podemos hoy calibrar.
Es el primer ataque contra territorio estadounidense desde Pearl Harbour
en 1941. El primer bombardeo de su historia en el territorio americano
de Estados Unidos. El primer bombardeo de una metrópoli de un país
desarrollado desde la Segunda Guerra mundial. Ha sido un indudable acto
de guerra como dice la prensa. Y como todo acto de guerra ha sido un crimen
abominable, un crimen cometido contra una población civil sin defensa.
Como siempre, ha sido la clase obrera la principal víctima de ese
acto. Secretarias, barrenderos, obreros almacenistas, oficinistas, la
amplia mayoría de los muertos eran de los nuestros, de nuestra
clase.
Negamos todo derecho a la burguesía hipócrita y a la prensa
a sus órdenes a lloriquear por los obreros asesinados. La clase
dominante es responsable de ya demasiadas matanzas: la espantosa carnicería
de la Primera Guerra mundial; la todavía más atroz de la
Segunda, en la que por vez primera, los civiles fueron sus blancos principales.
recordemos de qué ha sido capaz la burguesía: bombardeos
de Londres, de Dresde y de Hamburgo, de Hiroshima y Nagasaki, millones
de muertos en los campos de concentración nazis y en los gulags
estalinistas.
Recordemos el infierno de los bombardeos sobre poblaciones civiles, y
del ejército iraquí huyendo durante la Guerra del Golfo
en 1991, y sus cientos de miles de muertos. Recordemos las matanzas cotidianas,
de hoy de ayer y de mañana, en Chechenia, perpetradas por la burguesía
rusa con la complicidad plena de los Estados democráticos de Occidente.
Recordemos la complicidad de los Estados belga, francés o norteamericano
en la guerra civil en Argelia, las matanzas horribles en Ruanda.
Recordemos en fin que hoy, la población afgana, aterrorizada por
los inminentes bombardeos estadounidense, ha sufrido veinte años
de guerra ininterrumpida, que han dejado dos millones de refugiados en
Irán, dos millones más en Pakistán, más de
un millón de muertos, y la mitad de la población dependiente
de abastecimientos de la ONU o una ONG.
Son esos solo unos cuantos ejemplos de los desmanes de una capitalismo
hundido en una crisis económica sin salida, en una decadencia irremediable.
Un capitalismo en el atolladero.
El bombardeo no es un ataque "contra la civilización",
sino, al contrario, la mismísima expresión de la "civilización"
burguesa.
Hoy, cínica, hipócrita, la clase dirigente de este sistema
putrefacto, se planta ante nosotros, con las manos chorreando todavía
la sangre de tantos obreros y desventurados asesinados bajo sus bombas,
lloriqueando por unas personas de cuya muerte es ella la responsable.
Las campañas actuales de las democracias occidentales contra el
terrorismo son especialmente hipócritas. No solo porque la destrucción
perpetrada contra poblaciones civiles por el terror estatal de esas democracias
es mil veces más carnicero que el peor de los atentados (millones
de muertos, citando solo las guerras de Corea o de Vietnam). No solo porque,
so pretexto de combatir el terrorismo, esas mismas democracias se asocian
con Rusia, entre otras potencias, de la que han denunciado en varias ocasiones
los actos de guerra contra su propia población en Chechenia. No
sólo porque nunca vacilaron en usar el golpe de Estado y las dictaduras
más bestiales para imponer sus intereses (como Estados Unidos en
Chile, por ejemplo). Son hipócritas porque ellas mismas nunca han
hecho ascos al uso del arma terrorista, al sacrificio de vidas civiles,
si esos métodos podían servir a sus intereses del momento.
Recordemos algunos ejemplos de la historia reciente:
- En los años 80, la aviación rusa derriba un Boeing de
la Korean Air Lines en el espacio aéreo de la URSS; después
se supo que el desvío había sido provocado por los servicios
de inteligencia de EE.UU. para estudiar las reacciones rusas ante la incursión
en su espacio aéreo.
- Durante la guerra Irán-Iraq, EE.UU. derriba un avión de
línea iraní que sobrevolaba el golfo Pérsico. Fue
una advertencia al Estado iraní para que se mantuviera tranquilo
y no desencadenara la guerra en los Estados del Golfo.
- Mientras llevaba a cabo sus pruebas nucleares en Mururoa en el Pacífico,
Francia mandó a sus servicios secretos a Nueva Zelanda a que dinamitaran
y hundieran el navío "Rainbow Warrior" de Greenpeace.-Un
atentado en la estación italiana de Bolonia que mató a unas
cien personas en los años 70 se achacó durante mucho tiempo
a las Brigadas Rojas, para acabar reconociendo que fueron los servicios
secretos italianos. Estos mismos servicios estuvieron involucrados en
toda la madeja mafiosa de la red Gladio instalada por EE.UU. en Europa
entera y de la que se sospecha toda una serie de ataques asesinos en Bélgica.
- Durante la guerra civil en Nicaragua, el gobierno Reagan organizó
el transporte de armas y dinero para los guerrilleros de la "Contra".
Fue una acción ilegal, ocultada al Congreso y financiada con la
venta de armas a Irán (ilegal también) y el narcotráfico.
- El Estado tan democrático de Israel prosigue hoy una campaña
de asesinatos y atentados en territorio palestino contra dirigentes del
Fatah, de Hamas y otros (1).
No podemos hoy afirmar con certeza que haya sido Osama Ben Laden el responsable
del ataque a las Torres Gemelas, como lo acusa el Estado norteamericano.
Si esta hipótesis se confirmara, se trataría de un señor
de la guerra vuelto incontrolable por sus antiguos dueños. Ben
Laden no es un simple terrorista fanático ahíto de Islam.
Su carrera, al contrario, se inició como eslabón de la cadena
del imperialismo americano durante la guerra contra la URSS en Afganistán.
Perteneciente a una pudiente familia saudí apoyada plenamente por
la familia real, Ben Laden fue reclutado por la C.I.A. en Estambul en
1979:
"La guerra de Afganistán acaba de estallar. Estambul es el
lugar de tránsito escogido por EEUU para conducir a los voluntarios
hacia la guerrilla afgana. Osama Ben Laden se convierte en intermediario
financiero del tráfico de armas, financiado a partes iguales por
EE.UU y Arabia Saudí, hasta 1200 millones de $ por año.
En 1980, llega a Afganistán en donde permanecerá hasta la
retirada de las tropas rusas en 1989. Se encarga de repartir el tesoro
entre las diferentes facciones de la resistencia, función clave,
eminentemente política. En aquel entonces, goza del apoyo total
de los americanos y del régimen saudí, gracias a su amigo
el príncipe Turki Ben Faysal, hermano del rey y jefe de los servicios
secretos saudíes, y a la familia de éste. Transforma dinero
"limpio" en "sucio" y después hará lo
contrario" (Le Monde, 15 de septiembre).
Según este diario francés, Ben Laden construyó una
red de tráfico de opio junto con su amigo Gulbuddin Hekmatyar,
jefe talibán apoyado también por EE.UU. Quienes ahora se
tratan mutuamente de "gran Satán" o "terrorista
mundial nº 1" y otras lindezas, cual si fueran enemigos irreductibles,
eran ayer mismo en realidad aliados indefectibles (2).