En
su último periplo que lo llevó por varios países
(Brasil, Uruguay, Argentina, India, Qatar y Francia), el presidente
Chávez no sólo hizo derroche de antinorteamericanismo,
sino que pregonó ante los auditorios previamente montados para
su visita, que no se podía superar la pobreza del Tercer Mundo
bajo el sistema capitalista de libre empresa, que para lograrlo
habría que inventar el «socialismo del siglo XXI».
Este
invento no tiene nada de nuevo representa una adaptación del
capitalismo de Estado a unas condiciones de mayor agudeza de la
crisis y sobre todo de mayores niveles de descomposición del
orden capitalista. Esta situación requiere de una readaptación
de las políticas económicas, así como de toda la
parafernalia ideológica que necesita desarrollar cada
burguesía nacional, para confundir e intentar someter al
proletariado. A cada burguesía nacional, con mas énfasis
en los países de la periferia, no le queda otro camino que
redistribuir la miseria, tal como lo pretende este «neo-socialismo»
propuesto por Chávez.