LA Corriente comunista internacional ha celebrado recientemente su XIVº
Congreso. Publicamos en este mismo número un articulo sobre las
tareas y lo que debía zanjarse en este congreso. En él se
adoptó una Resolución sobre la Situación internacional
publicada aquí.
La finalidad de esa Resolución no es pronunciarse sobre los acontecimientos
inmediatos de la situación, sino dar el marco más general
y profundo posible para entenderlos. Además, ese documento se redactó
hace más de dos meses por lo que no están incluidos en él
los acontecimientos más recientes. Sin embargo, como habremos de
ver, esos acontecimientos han venido a ilustrar de manera patente el análisis
que se hace en la Resolución. Ésta, además, está
completada e ilustrada por extractos del Informe sobre la Crisis económica
presentado en el Congreso (1).
La Resolución sobre la Situación internacional del XIVº
Congreso de la CCI consta de tres partes: la situación económica
del capitalismo, los conflictos imperialistas y el estado de la lucha
de clases.
En la parte titulada "La lenta agonía de la economía
capitalista", la resolución señala que: "El 'boom'
[de la economía estadounidense durante los años 90] ya es
algo del pasado, hablándose cada día más de una caída
de Estados Unidos en la recesión. Ya no solo tienen dificultades
las 'punto.com', sino también amplios sectores de la producción.
A pesar de esas señales alarmantes, la burguesía sigue hablando
de 'booms' especiales en Gran Bretaña, en Francia, en Irlanda,
en España…pero sólo es para tranquilizarse a sí
misma. Al depender estrechamente de Estados Unidos los demás países
industriales, el final evidente de los 'diez años de crecimiento
de Estados Unidos' tendrá obligatoriamente serias repercusiones
por todo el mundo industrializado."
Esa previsión no ha tardado en verificarse, pues estamos asistiendo
últimamente a una serie de "profits warnings" (o sea,
bajas de ganancias en comparación con lo previsto) en gran cantidad
de empresas entre las más punteras, especialmente las de la "nueva"
economía, lo cual ha llevado a una caída continua de los
índices bursátiles (que han perdido casi 30% en un año).
Gigantes como Philips o Nokia, líder mundial de teléfonos
móviles, anuncian o el abandono de la fabricación de ese
producto o reducciones drásticas de su fabricación, todo
ello acompañado de despidos a mansalva. Incluso una empresa como
Alcatel, gigante francés de telecomunicaciones, anuncia que iba
a deshacerse ¡de más de cien de sus ciento veinte fábricas!
Al mismo tiempo, las previsiones para el crecimiento del PIB de 2001 son
regularmente revisadas hacia abajo en la mayoría de los países
europeos (cerca de un punto desde principios de año, o sea que
el crecimiento será 30% más débil de lo que estaba
previsto). En fin, las tasas oficiales de desempleo, que se han reducido
en los últimos tiempos están volviendo a incrementarse por
todas partes (en Alemania desde hace varios meses así como en Francia,
uno de los países alabados por sus "resultados" económicos).
En su parte "Caída hacia la barbarie", la resolución
indica que: "La dislocación de los antiguos bloques, en su
estructura y su disciplina dio rienda suelta a las rivalidades entre naciones
a unos niveles desconocidos, resultado de un combate cada día más
caótico, cada uno para sí, un combate que involucra desde
las grandes potencias mundiales hasta los más cutres caudillos
de guerras locales. Esto ha cobrado la forma de un incremento constante
de guerras locales y regionales, en torno a las cuales las grandes potencias
procuran adelantar sus peones en propia ventaja. (…) A lo largo de
esta década, la supremacía militar de Estados Unidos se
ha visto incapaz de poner coto a la aceleración centrífuga
de las rivalidades interimperialistas. En lugar de un nuevo orden mundial
dirigido por Estados Unidos, que en sus tiempos prometiera su padre, el
ahora nuevo Bush está confrontado a un desorden militar creciente,
a una proliferación de guerras por todo el planeta". Entre
los ejemplos de esta situación, la Resolución cita la agravación
del conflicto en Oriente Medio, el nuevo despegue de la guerra en los
Balcanes, en Macedonia ahora. Desde que se redactó la Resolución,
las cosas han ido de mal en peor. Cada día aporta su lista de muertos
en Israel y Palestina, sin que nada puedan hacer los esfuerzos diplomáticos
a repetición del "padrino" americano. Entre "tregua"
que nadie respeta y "alto el fuego" violado nada más
firmarlo, nada parece poner fin a la demencia bélica en esta parte
del mundo. Y para todos está claro que aunque hubiera algún
que otro receso, nunca desembocaría en paz verdadera, una paz que
se proponía el "proceso de Oslo" nada menos que a principios
de los años 90.
En cuanto a los Balcanes, cabe hacer una mención especial a lo
que acaba de ocurrir, el 28 de junio, con la entrega de Milosevic al Tribunal
penal internacional de La Haya por parte del Gobierno de Belgrado, inmediatamente
seguida por el desbloqueo de más de mil millones de dólares
por los países "donantes" para la reconstrucción
de Serbia. Tenemos ahí patente un buen ejemplo de la hipocresía
que puede desplegar la burguesía. Milosevic fue, a principios de
los 90, el amiguete de los americanos y de algunos otros países
europeos, como Francia y Gran Bretaña, que querían refrenar
las ambiciones alemanas en los Balcanes por medio sobre todo de Croacia.
Después, los norteamericanos cambiaron de chaqueta aportando su
apoyo a los bosnios, mientras que aquellos dos países europeos
seguían apoyando a Milosevic. Los EE.UU. necesitaron llegar a la
prueba de fuerza de la conferencia de Rambouillet a principios de 1999,
que hizo inevitable la guerra entre la OTAN y Serbia, para forzarlos a
alinearse con la potencia norteamericana durante los "bombardeos
humanitarios" sobre Serbia y Kosovo de la primavera de ese año.
Esta guerra, que pretendidamente era para "proteger" a la población
albanesa de Kosovo lo que hizo fue aumentar las matanzas antes de que
los supervivientes pudieran volver a una región transformada en
montón de ruinas.
La potencia estadounidense necesitaba un "happy end", el castigo
del "malo" para justificar la barbarie guerrera que ella misma
había desencadenado. Y así se ha hecho: el "bueno"
de antes transformado en "malo" por necesidades del guión,
está ahora en manos del sherif.
El conflicto en Macedonia, por su parte, no ha cesado de agravarse. Una
buena parte del norte del país está ya en manos de la guerrilla
proalbanesa del UCK. Y es ésta una nueva ocasión para las
grandes potencias de hacer surgir sus rivalidades, por mucho que todas
parezcan estar de acuerdo en que el UCK llegue a sus fines: ante el anuncio
de EE.UU. de mandar tropas de la OTAN para calmar los ánimos, la
diplomacia europea contesta nombrando a un "Especial Macedonia"
en la persona de F. Leotard, antiguo ministro francés de Defensa.
El que Solana haya escogido a un político del país tradicionalmente
más opuesto a Estados Unidos, da una idea de que en Macedonia como
en otras partes, los discursos de paz y las expresiones manifiestas de
"amistad" entre EE.UU. y sus ex aliados europeos, sólo
sirven de tapadera para lo contrario, o sea el incremento irresistible
de sus rivalidades. Esto quedó confirmado durante la visita de
Bush a Europa en junio: el presidente de EE.UU. no ha logrado ni mucho
menos "vender" a los europeos su proyecto de escudo antimisiles,
el cual es, como lo dice la Resolución: "Una gran ofensiva
por parte del imperialismo americano para convertir su ventaja tecnológica
en una supremacía planetaria sin precedentes. Ese proyecto es un
paso más en una carrera de armamento cada día más
aberrante que va a exacerbar el antagonismo con sus rivales".
Y, para terminar, la perspectiva de desarrollo de la lucha y de la conciencia
de clase no ha tenido, en esos últimos tiempos, una evolución
significativa. Vale sin embargo la pena subrayar, como lo hace la Resolución
en la parte "La clase obrera sigue teniendo en sus manos la llave
del futuro", la idea de que una de las maneras con las que valorar
la amenaza potencial que sigue siendo la clase obrera para el orden burgués
es "la enorme cantidad de tiempo y de energía dedicado a sus
campañas ideo lógicas [de la burguesía] contra el
proletariado, y entre ellas, las dedicadas a demostrar que éste
sería una fuerza totalmente agotada son de las más ruidosas".
En el próximo número de esta Revista escribiremos sobre
un ejemplo muy significativo de esas campañas, aquellas cuyo objetivo
es pervertir el significado verdadero de los movimientos sociales de los
últimos años 60. Para ocultar el hecho de que esos movimientos
fueron el final de la contrarrevolución, fueron el inicio de un
período en el que el proletariado iba a volver a ser capaz de desempeñar
un papel de actor en el escenario social; para incrustar la idea de que
nuestra clase "está acabada", los medios y los políticos
burgueses, como dice la Resolución, han desempolvado y sacado a
la luz a los "excombatientes" de las luchas estudiantiles de
entonces. Se trata para la clase dominante de hacer que se olvide que
las luchas obreras de entonces tuvieron una importancia sin comparación
posible con las estudiantiles. También quieren hacer creer que
al haberse integrado en el sistema (como el actual ministro alemán
de Exteriores) los pretendidos "revolucionarios" de entonces
habrían dado la prueba de que también ellos habían
comprendido que la revolución es imposible.
Lo que demuestran esas campañas, aunque la gran mayoría
de obreros no sea todavía hoy consciente de ello, es que los sectores
más lúcidos de la burguesía sí saben que la
revolución es posible. El proletariado deberá, en el período
que nos espera, alcanzar la conciencia de que la revolución es
posible y que el porvenir de la revolución está en sus manos.