Enviado por Revolucion Mundial el
La muerte de 65 trabajadores de la mina Pasta de Conchos en Coahuila, sin duda encendió el coraje de mineros de la región y de familiares de los obreros muertos, sin embargo el descontento al quedar aislado fue sometido rápidamente. El testimonio de los mismos obreros puso en evidencia las terribles condiciones en que se llevaban a cabo los trabajos en la mina y como, en un solo frente, gobierno, patronal y sindicato, se aseguran que los trabajadores no protesten ante estas condiciones. La información que se ha difundido revela que el mismo día del derrumbe, los trabajadores protestaron por el peligro que representaba bajar a la mina con tales niveles de gas, e incluso proponían la realización de un paro de actividades, no obstante la clase dominante utilizó una vez más su mejor instrumento de control obrero, es decir el sindicato, para obligar a laborar en esas condiciones.
Como señalábamos en RM 91 mar-abr/2006, la muerte de los trabajadores pone al desnudo que la ganancia de la burguesía (y más aún la existencia misma del capitalismo) se obtiene de la agonía y muerte de los trabajadores, por lo que el proletariado debe de tomar conciencia que esto que pretenden hacer aparecer como un “accidente” fortuito, es una realidad cotidiana, un producto más de la existencia de un sistema basado en la explotación; por eso el implorar justicia, como lo viene haciendo el aparato de izquierda del capital, sindicatos, intelectuales y filántropos, no hace sino confundir y sembrar, en los trabajadores, la esperanza de que el capitalismo, causante directo de estas muertes, puede ofrecer algo más que no sea explotación y represión.
Movilizaciones y huelgas mineras: ejemplo de maniobras sindical contra los obreros
Aprovechando la atención puesta en los mineros, las autoridades laborales colocan a Elías Morales como representante sindical, destituyendo así al priísta Napoleón Gómez Urrutia (apodado “Napito”, porque su padre del mismo nombre y de la misma tradición mafiosa le heredó el cargo de secretario general en el sindicato minero), acusándolo de hurtar 55 millones de dólares que corresponden a la indemnización de 5 mil trabajadores despedidos de diversas minas durante 2005. Esto, aunque revela una pugna entre diferentes fracciones de la clase dominante, no deja de ser aprovechado para apagar o desviar el descontento por la forma en que se dieron las muertes de los 65 mineros de Pasta de Conchos. Así, el sindicato, mostrándose como verdadero campeón del sabotaje, a la vez que utiliza como carne de cañón a los trabajadores para enfrentar a la fracción opositora (en este caso representada por el gobierno federal), se ocupa de esconder cualquier muestra de combatividad y expresión de descontento, desviando toda atención hacia la defensa del “líder sindical” destituido. De manera que las manifestaciones que el sindicato de mineros ha realizado junto con la UNT (estructura sindical que se presenta como opositora al sindicalismo oficial de la CTM, y que encabeza Hernández Juárez), así como las huelgas en las minas de Sonora y Zacatecas llevan ahora como único objetivo la defensa de Napoleón Gómez… quedó así apagado el coraje y la solidaridad que entre los trabajadores empezaba a prender por la muerte de sus compañeros.
La burguesía ha aprovechado los sucesos de Pasta de Conchos para hacer salir sus diferencias contra el cacique sindical, y aunque los grupos burgueses agrupados en el sindicato han usado las movilizaciones y huelgas como instrumentos de presión, se cuidan muy bien que las fuerzas de los trabajadores no se salgan de su control, por eso estas maniobras dejan al desnudo que el gobierno, el patrón y el sindicato, es el mismo enemigo al que los trabajadores tienen que enfrentar.
El aparato de izquierda del capital refuerza la maniobra sindical
El aparato de izquierda del capital no ha dejado de completar el trabajo de confusión y sabotaje que la burguesía ha realizado aprovechando las muertes de los mineros.
El lenguaje radical con el que diversos grupos de la izquierda del capital se presentan, lo hacen para aparecer como una expresión de la clase obrera, sin embargo, este lenguaje tan sólo esconde su carácter burgués. El PRD, evidentemente, es la agrupación que ante la muerte de los mineros asume la más descarada defensa de la burguesía, al llamar a tener “fe y esperanza” en el sistema de explotación, por eso es que convoca a buscar “… relaciones obrero patronales en el marco de la legalidad, <para> que haya buenos salarios, y una verdadera representación sindical…” (La Jornada 24-02-06). Pero en un tono más escandaloso agrupaciones izquierdistas como El Militante en su versión de España (www.elmilitante.org), escribe: “Esta canallada criminal que sepulta a los trabajadores, en más de un sentido, bien puede servir como un salto cualitativo, como un aliento de claridad y fuerza contra lo que sistemáticamente divide…” hasta acá podríamos decir que es una correcta denuncia, y todavía le da un tono de mayor radicalidad cuando señalan: “No hay ‘capitalismo humano’ ni ‘reformismo’ que valga, no hay palabrería, legaloide que valga ni argumento de revólveres que frene a los trabajadores…” Pero si alguien se había espantado con tanto grito, rápido aclaran: “Para mañana queremos todo bajo el control de los trabajadores… Por ahora…” y sueltan enseguida algunas consignas como “Capacitación y aseguramiento de condiciones de seguridad a todos los trabajadores”, “…huelga general de 24 horas del sector minero para conseguir estas demandas” y otra palabrería del mismo estilo, que no define la necesidad de los trabajadores en poner la defensa de sus condiciones de vida y de su autonomía de clase, sino que los encajona en los sueños de lograr, para hoy, mejoras del sistema y los ata a un sectorialismo que es el mejor terreno para la maniobra sindical, pero además se encarga de presentar a la necesidad de la transformación radical como un capricho al que podemos dejar para mañana, o bien, como si fuera una ilusión alejada de las necesidades y luchas cotidianas del proletariado; y sin embargo solo hay separación formal entre luchas inmediatas y luchas revolucionarias, en tanto son dos momentos de un mismo combate, no es hoy y mañana, es la preparación de la transformación del mañana desde hoy, por eso los combates obreros del presente buscan su poesía en el futuro.
Los argumentos de El Militante en México (https://militante.org) son más burdos, en tanto se limita a defender a Napoleón Gómez y al sindicato minero, de los que dicen: “‘Napito’ nunca se ha reivindicado del sindicalismo clasista, pero el sindicato minero-metalúrgico ha logrado los mayores incrementos salariales a nivel nacional…” A tal grado llega su admiración por “Napito” que se atreven a decir, sin ningún rubor: “Esto ha provocado que los aumentos en los salarios directos y en prestaciones disminuyan los escandalosos márgenes de plusvalía que se lleva la patronal, ocasionando el enojo de los archimillonarios explotadores.” De lo que se deduce que los trotskistas de El Militante, suponen que el mísero salario que reciben los mineros y las condiciones infames en que laboran en las minas y que se evidenció con la explosión que dio muerte a 65 mineros, no es sino un mito.
El trabajo de confusión realizado por los grupos LTS-Contra Corriente, POS (ahora llamado MAS) y EZLN, coinciden. Los tres grupos, aunque exponen que las muertes de los mineros es un crimen del capitalismo, no dejan de rogar al mismo capital ofrezca justicia (la LTS-CC, añade incluso el ruego de “Castigo a los culpables”), y la justicia más radical que suponen pude alcanzarse es la “expropiación de la empresa” por parte del Estado y la entregue a los obreros. Esta propuesta del izquierdismo bien puede resumirse en el discurso que Marcos realizara en Querétaro (resumida y reseñada por el POS): “…En ese sentido, está la propuesta de exigir la expropiación de la empresa y que se le entregue a los trabajadores…” y más abajo completa “… porque, como dijo el compa aquí del POS, hay antecedentes [de que los obreros pueden administrar las empresas] y es eso lo que necesitamos conocer, [para demostrar] que es posible otra cosa, [un México sin capitalistas] como es el caso del Sindicato de Euzkadi o los compañeros de la Cooperativa Pascual…” De manera que aparentando hacer un discurso anti capitalista, no hacen sino confundir y atacar directamente la conciencia del proletariado al afirmar que el Estado al expropiar y cambiar la forma de propiedad privada a propiedad estatal, modifica en algo la esencia del sistema. Pero la solución al proceso de explotación no está en la eliminación formal del capitalista individual, sino en la eliminación de las RELACIONES SOCIALES. El capital puede despersonificarse y no representarse ya a través del capitalista individual, como en las sociedades anónimas, las corporaciones o las empresas estatales y sin embargo mantener la producción de MERCANCIAS y las CONDICIONES DE EXPLOTACIÓN. Por eso Lenin en su texto “Sobre las cooperativas” (1923) definía claramente: “Es indudable que las cooperativas en un Estado capitalista son instituciones capitalistas colectivas.”
Por más radical que pretendan hacer aparecer la expropiación de la mina de Pasta de Conchos, para que deje de pertenecer al Grupo México y pase a manos del Estado o bien se transforme en cooperativa, no es sino un discurso engañoso que aún cuando sea dicho con buenas intenciones, lo único que logra es alentar la idea de que no es necesario eliminar al capitalismo, sino tan solo “mejorarlo”, otorgándole mayor control económico al Estado o bien alentando la reproducción de las condiciones de explotación mediante las cooperativa o la autogestión.
Ante esta escalada de ataques que la burguesía viene realizando al tomar como pretexto la muerte de los 65 mineros, la clase obrera debe reflexionar que el capitalismo no puede ofrecerle sino explotación, miseria y penuria, y que para retardar su clarificación, su toma de conciencia y su accionar masivo, la clase dominante cuenta con el sindicato y aparato de izquierda, por lo que su combate debe pasar también por el enfrentamiento a estos saboteadores.
Tatlin/abril-2006