Enviado por Revolucion Mundial el
Un intento desesperado para estabilizar la situación en Irak
Es un hecho innegable de que Faluya va a ser necesariamente reconquistada por el ejército americano. En un primer momento la ciudad ha sido tomada bajo un diluvio de bombas y obuses. Luego el asalto se llevó a cabo. El 8 de noviembre se desencadenó esta operación denominada “furia fantasma” para cercar a Faluya. Esta ofensiva contra la ciudad rebelde comenzó después de que el mismo primer ministro irakí Iyad Allaoui atizara el fuego, ministro de un gobierno interino instalado en el poder y apoyado por Estados Unidos. La ciudad de Faluya está hoy reducida a ruinas, pero al parecer la población civil (según los medios de comunicación burgueses) salió totalmente ilesa de todos los bombardeos intensivos y el asalto progresivo de casa en casa. Es verdad que la mayor parte de la población, aterrorizada con justa razón por los anuncios de la ofensiva de la armada americana sobre la ciudad, había huido masivamente hacia los campos de los alrededores. A la vuelta de su éxodo, cuando la ofensiva terminó, esta población civil no encontró más que una ciudad totalmente destruida, donde el caos y la guerra continuarán desarrollándose. Este asalto de la armada americana garantizada ideológicamente por la participación de algunos miles de soldados irakies reclutados a cambio de unos cuantos dólares, ha necesitado el cierre de las fronteras con Siria y Jordania. En un editorial de Los Angeles Times se afirma que “peor hubiera sido no hacer nada, y entregar la ciudad a la guerrilla que la habría erigido en ejemplo para las otras ciudades irakies”. Así el estado mayor de la armada americana habría tomado la opción menos mala al atacar la ciudad sabiendo que “esta operación originaría victimas, tanto entre civiles como entre los combatientes, y podría levantar las reacciones apasionadas e inflamadas con los árabes más allá de Faluya y de Irak” (Ibid).
Las raíces profundas de esta ofensiva aparecen claramente en la carta del primer ministro irakí enviada a Kofi Annan, secretario general de la ONU, en la cual afirma que su ”gobierno no tiene otra opción que la de tomar medidas firmes y radicales para terminar con la violencia que arriesga con llevar al país hacia confrontaciones que comprometan la celebración de las próximas elecciones”. En efecto, es de una extrema importancia para el imperialismo americano que las elecciones que se celebrarán en unas semanas puedan desarrollarse en una aparente serenidad y seguridad permitiéndolas aparecer junto al gobierno elegido como legítimos. Eso permitiría a Estados Unidos dar toda la credibilidad ideológica posible a su intervención militar. De hecho, la perspectiva de la evolución de la situación en este país es completamente opuesta a la pacificación y estabilización. La guerra civil permanente que reina en el triángulo sunita, la repetición de las ofensivas militares como las que se han visto estos últimos meses, la ofensiva sobre Samara en el mes de octubre, no han aportado alguna tregua durable. La invasión de Faluya ha provocado por otra parte inmediatamente una respuesta violenta con escaramuzas militares en Mosul así como atentados terroristas y tomas de rehenes. El Heralde Tribune no esconde la realidad: “La celebración de elecciones es cada vez más incierta...Los insurgentes se hacen cada vez más fuertes y audaces. Si esta dinámica no puede ser revertida, Washington tendrá que dar marcha atrás y reexaminar completamente sus objetivos de fondo”.
Contrariamente a lo que afirma la prensa burguesa, es más que probable que el hundimiento del imperialismo americano en el lodazal irakí y su debilitamiento irreversible en tanto que primer potencia mundial le empujen hacia una huida militar hacia adelante más incontrolable. Es de prever que la Conferencia Internacional sobre Irak en Egipto, que debe celebrarse el 25 de noviembre próximo y reunirá a todos los actores regionales, los representantes de la organización de la conferencia islámica, Rusia, los estados europeos así como Estados Unidos, no será más que una engañifa, tras los discursos diplomáticos oficiales se expresarán los apetitos feroces y divergentes de cada uno de los participantes. El Estado irakí está inmerso en un proceso de descomposición irreversible, reflejo del caos que gana al conjunto de la región. La ejecución macabra de 49 reclutas del pseudo “nuevo ejército iraki” el 29 de octubre es una dramática concretización de esto. El capitalismo en su conjunto, en Costa de Marfil, en Irak y en un número creciente de regiones del mundo es el único responsable de este hundimiento de partes enteras del planeta en un caos más y más sangriento.
Ante el desencadenamiento de un caos sangriento, el futuro está en la lucha de la clase obrera
El fracaso histórico de este sistema moribundo no puede más que producir situaciones como en Irak, en Costa de Marfil o Medio Oriente. Este proceso dejado a su dinámica no puede más que continuar sumergiendo a otros países de la región, tales como Siria o Irán. La clase obrera y el conjunto de la humanidad no tienen nada que esperar de parte de este sistema en plena putrefacción. El único futuro que nos han reservado, es de una barbarie creciente. No existe más que una sola perspectiva que puede poner definitivamente un término a la locura mortal del capitalismo: la destrucción de este sistema decadente y la construcción de otra sociedad, sin clases y sin explotación. Una sociedad que, aboliendo las fronteras nacionales, pondrá fin a la guerra y a las masacres. Una sociedad que sólo el proletariado mundial está obligado a edificar. Porque es una clase explotada e internacional, una clase que no tiene patria y que sufre todos los efectos de la crisis insoluble del capitalismo, el proletariado tiene entre sus manos el futuro de la humanidad. No es más que unificando sus luchas, desarrollando su solidaridad sobre su propio terreno de clase que el proletariado podrá cumplir su tarea histórica de enterrador del capitalismo.
El infierno cotidiano en el cual se hunde a las poblaciones en Irak como en Medio Oriente constituye un llamado a los obreros de los países de Europa occidental. Es con el desarrollo de sus combates, en estos países situados en el corazón del capitalismo, que puede surgir una dinámica de luchas revolucionarias hacia el derrocamiento del capitalismo. En este sentido, la única solidaridad que los proletarios del mundo entero podrán aportar a sus hermanos de clase de los países azotados por la guerra, es llevar el combate contra los ataques que les inflige su propia burguesía nacional, contra la explotación , el desempleo y la miseria.
Ante la guerra y la crisis del capitalismo, más que nunca, la clase obrera debe hacer vivir su grito de combate: “¡Proletarios de todos los países, uníos!“.
Tino, 19 de noviembre