Enviado por Revolucion Mundial el
Elecciones en México, Perú...
Trampas contra los trabajadores
Ya sea en México o en Perú, las expectativas en torno a las elecciones próximas son amplificadas al máximo por todos los medios de comunicación para mantener el interés de los trabajadores fijo en los temas que convienen a la burguesía y que en esta región son los mismos: que si tal o cual partido es el mejor para acabar con la crisis o la inseguridad, que si mejor convendría tal o cual alianza de partidos para alcanzar acuerdos que permitan llevar a cabo las reformas legales necesarias para los negocios capitalistas pero que invariablemente son presentadas como benéficas "para los pobres", en fin, las campañas en última instancia giran en torno al culto de la personalidad de los diferentes candidatos cuyos atributos tendrían que valorarse a la hora de votar; ahí están, por ejemplo, los personajes de los principales partidos en México (PAN, PRI, PRD) que están compitiendo en estos meses en varios estados del país por las gubernaturas principalmente o las candidaturas en el Perú que alrededor de personajes como Ollanta Humala o Keiko Fujimori (hija del expresidente Alberto Fujimori), por nombrar los más populares, renuevan en las masas trabajadoras y oprimidas la esperanza de que ahora sí tenemos la oportunidad de salir de la crisis, de la pobreza, de solucionar el problema de la delincuencia desatada, del narcotráfico y de un largo etcétera, solamente con un recurso mágico... el "voto democrático". Efectivamente, esta mistificación es la misma en todos los países aún si hay algunas particularidades a veces un poco estrafalarias o relacionadas con formas de organización de los procesos electorales que hacen que en países como México sólo haya una campaña o "vuelta" y que en el Perú esté instaurada la "segunda vuelta" por si fuera necesaria ante resultados poco claros o muy cerrados, lo que puede fomentar una mayor expectación e interés en algunos casos.
La estafa ideológica de la igualdad y el poder ciudadano
La democracia capitalista no podría funcionar sin la mistificación ideológica de las elecciones libres y democráticas por medio de las cuales, supuestamente, "los ciudadanos en igualdad de circunstancias pueden decidir por quién votar y pueden además influir en la elección de sus gobernantes o representantes en el parlamento"; uno de los fraudes más grandes del accionar estatal en la etapa de la decadencia capitalista cuando es desde el propio Estado que se crean los diferentes partidos con caretas ideológicas de derecha, centro o izquierda y se fomenta la participación ciudadana a la que se induce a votar por tal o cual opción mediante variados mecanismos de manipulación propagandística a cargo de los medios de difusión en manos de ese mismo Estado. Un engaño colosal además por cuanto también esconde que no hay tal igualdad en los votantes y que es la clase dominante la que decide qué candidatos compiten y, al final de cuantas, qué candidato o equipo de gobierno se hará cargo de tal o cual puesto en un determinado periodo.
La burguesía mantiene esta institución democrática inyectándole masas inmensas de dinero pues es la columna vertebral de su dominación; es a través de ella que, principalmente las masas trabajadoras, mantienen todavía la ilusión de que sólo por medio del voto pacífico y de lo más solitario y atomizado en una urna de cartón puede verdaderamente influir para que sus penurias al menos disminuyan. De esta manera, el accionar de los partidos políticos, los sindicatos, los medios masivos de comunicación, etc., logran distraer la atención de las masas trabajadoras de sus verdaderos intereses como clase, es decir, de la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo.
Por ejemplo, en Perú la orgía electorera ha ocultado intencionalmente las noticias de algunas luchas que se han estado dando paralelamente: mineros, estibadores, azucareros, y que en algunos casos se han generado enfrentamientos entre trabajadores y las fuerzas represivas de ese mismo Estado que organiza las elecciones y que han producido varios heridos y algunos muertos. O como en México, donde se ofrece el sacrosanto voto ciudadano para evitar que el proletariado centre su atención en las verdaderas causas de su miseria creciente, para evitar que busque una solución al desempleo que abruma a sus familias, para que se oponga activamente a los ataques inmisericordes del capital que lo siguen degradando hasta estadios por demás insoportables.
Para los trabajadores no se juega nada en las elecciones democráticas. Sólo habría que recordar un poco los resultados de las elecciones de los últimos años cuando han arribado al gobierno "diferentes alternativas" que en los hechos han aplicado las mismas medidas necesarias para el desarrollo de los negocios capitalistas y eso invariablemente se ha traducido en planes de austeridad contra las masas explotadas. La diversidad política con la que nos quieren drogar no son más que caretas que esconden la división del trabajo entre la derecha, centro e izquierda para ofrecer todas las opciones a los votantes pues el triunfo de esa campaña es llevar a las urnas a la mayor cantidad posible de personas que así son enganchadas al Estado.
La burguesía cultiva el fetiche del "ciudadano con derechos y obligaciones que participa en una comunidad y que se desenvuelve a través de la acción autorregulada, inclusiva, pacífica y responsable, con el objetivo supremo de optimizar el bienestar público", es decir, fomenta una visión acorde a sus intereses pues esconde la realidad de que este "interés común" no es más que el de la economía y el orden político y social de la burguesía organizada en la nación capitalista y preservados por medio del Estado que ejerce la dictadura de una minoría sobre la inmensa mayoría. Los trabajadores, para afirmarse como clase, deben sacudirse también esa mistificación y pensar más en términos de clase, de sus intereses comunes, desarrollar la conciencia de que, al contrario, al nivel individual no son nada y que deben buscar la solidaridad y la unidad para lograr que la cantidad inmensa que representan en la sociedad cobre su peso específico a través de sus propios métodos de organización y de lucha. Un escenario completamente opuesto a la mascarada de las elecciones democráticas burguesas.
RR/Abril del 2011