La Reforma Laboral: ataque cínico a los trabajadores

Printer-friendly version

En el contexto de la crisis económica mundial, los discursos del presidente de México tratan de convencer de la necesidad imperiosa de aprobar las reformas: en telecomunicaciones, energética, hacendaria, laboral, etc., "para permitir incrementar la competitividad, acelerar el crecimiento y alcanzas mayores niveles de desarrollo" puesto que "la recuperación del ritmo de actividad no será suficiente para alcanzar las metas propuestas de crecimiento y desarrollo humano". Si bien la oposición de algunos partidos o de sus fracciones y de empresarios a la agenda de reformas muestra las divisiones que existen en el seno de la burguesía y cómo defiende cada fracción, como buitres tras la carroña, sus intereses particulares, esta oposición es, principalmente, parte del circo que monta la burguesía para esconder sus intereses comunes de clase explotadora y su objetivo de hacer caer sobre las espaldas de los trabajadores el peso de la crisis. Por ejemplo, las declaraciones de los representantes del PRI, sobre que "No vamos con una reforma en que se cancelen los derechos laborales, sino cambios de fondo que permitan una justicia laboral más expedita, ligar los salarios a la productividad, que mejoren el nivel de vida de los trabajadores..."[1] son mentiras cínicas que sólo pretenden atraer votos jugando el papel de partido opositor y populista aprovechando la situación para llevar agua a su molino y así favorecer a sus grupos de poder dentro del Estado.

 

Lejos de las mentiras que nos quieren hacer tragar, sobre que "ya tocamos fundo y que estamos saliendo de la crisis", la crisis seguirá profundizándose y la burguesía buscará los medios de que los trabajadores paguen las consecuencias de este sistema moribundo. Junto con el aumento de impuestos y de precios a la canasta básica, la reforma laboral es otra de las medidas con las que la burguesía intenta exprimir más a los trabajadores para reducir las pérdidas en sus cuantiosas fortunas. Esta reforma laboral[2], como es el objetivo de todas las de su tipo, viene a facilitar aún más la explotación capitalista legalizando, por ejemplo, el trabajo "por temporada" que exime a los patrones de hacer pagos por antigüedad, prestaciones como seguro social o vacaciones, indemnización, etc. aunque los trabajadores sean recontratados hasta completar muchos años. La reforma legaliza también la contratación ‘outsourcing', que se está extendiendo en el mundo, la cual es realmente una subcontratación mediante empresas intermediarias que tienen más posibilidad de evadir el pago de salarios y prestaciones, siendo estas últimas en realidad parte del salario y de ninguna manera regalos de privilegio como les gusta decir a los corifeos del capital. Con lo que se genera así una doble explotación al trabajador, pues un patrón roba directamente la plusvalía y otro lo despoja de parte de su salario.

 

La reforma legaliza también el llamado trabajo de "capacitación inicial" o "periodo a prueba", que permite al patrón explotar a los jóvenes y nuevos trabajadores por un periodo hasta de 6 meses, también sin ninguna prestación y compromiso por parte del patrón, con el pretexto de "verificar que el trabajador cumple con los requisitos y conocimientos necesarios para desarrollar el trabajo que se solicita", causando mayores niveles de explotación a los jóvenes  trabajadores los cuales, al final, son despedidos con aún menos posibilidades de encontrar trabajo por haber sido marcados como no aptos para el trabajo. Este tipo de reformas se asemejan mucho a las que fueron promulgados en Francia en el 2006 bajo el nombre de Contrato de Primer Empleo (CPE) que permitía a las empresas hacer trabajar a recién egresados de las universidades sin ningún pago para verificar su competencia en el trabajo, lo que significaría, para muchos de los nuevos trabajadores ser "calificados" por la empresa como "despedido".

 

No nos hagamos ilusiones. Ni el presidente, ni la cámara de diputados y senadores, ni ningún partido, sindicato u organización gubernamental o no gubernamental hará algo para mejorar nuestra situación en ningún sentido, ni lo hará aún menos con los millones de pobres que no tienen siquiera qué comer y que aumentan cada día. Ellos sólo defienden los intereses de la clase en el poder. Por ello, los trabajadores tenemos que defender nuestros intereses como clase, con la fuerza de nuestra unidad, desarrollando nuestra lucha autónoma, fuera y en contra de los sindicatos, que son la principal arma del Estado capitalista contra el proletariado.

 

Con ocasión, del CPE, los jóvenes futuros trabajadores desarrollaron una movilización para oponerse a esa reforma que afectaría negativamente su futuro y el de sus hijos y lograron evitar su puesta en marcha. Sin embargo, el cerrarle las puertas a la entrada de condiciones de trabajo aún más despiadadas, no fue la mayor victoria de esos futuros proletarios. La mayor victoria consistió en dejar lecciones para el conjunto de la clase obrera y que junto con la experiencia acumulada de otras luchas pasadas y recientes en diversas partes del mundo indican el camino que han de seguir las luchas que tenemos que desarrollar para evitar los despidos y más golpes a nuestras condiciones de vida y de trabajo.

 

La única forma de oponernos a la cargas mayores de explotación por parte de la clase dominante es desarrollar la lucha en nuestro propio terreno como clase trabajadora: desarrollando la más amplia solidaridad con otros trabajadores y generaciones, como lo hicieron los jóvenes en Francia al invitar a trabajadores de cualquier empresa, jubilados y desempleados a sus asambleas masivas y abiertas en donde se discutía y se decidían los pasos a seguir en la lucha. Oponernos a la división y al encierro en la fábrica, sector o zona y otras formas de sabotaje que promueven los sindicatos y organizarnos de manera autónoma fuera de ellos. De esta manera, se irá construyendo paso a paso la unidad y la conciencia que logre plantear la necesidad y posibilidad de destruir este sistema y construir una comunidad humana mundial que tenga como objetivo el desarrollo pleno de todos los hombres y no la acumulación de ganancia en unas pocas manos a costa de guerra, miseria, muerte y destrucción generalizada.

 

Con todo el cinismo del mundo la burguesía llama a los trabajadores a apretarse aún más el cinturón para ¡ayudarles a mejorar la terrible situación que ya de por sí están soportando desde hace ya varios años! En realidad, bajo este discurso lo que realmente busca es mantener su riqueza, lujos y privilegios a costa de más sacrificios de todos los explotados (ver artículo sobre la crisis en México en esta misma edición). Ya no podemos creer en las mentiras de la burguesía y no podemos caer en sus chantajes. Los trabajadores no podemos seguir pagando el costo de mantener vivo un sistema que se pudre desde sus raíces y está llevando al planeta y a sus habitantes a la destrucción. ¡No permitamos más ataques a nuestras condiciones de vida y de trabajo! ¡Retomemos las experiencias de las luchas de nuestros hermanos de clase por todo el mundo y luchemos unidos para evitar más despidos y reducciones a nuestros salarios! ¡Hagamos nuestra la consigna que nos identifica como trabajadores! ¡Proletarios de todos los países uníos! 

Héctor / octubre de 2009.

 

 


 

[1] Declaración del presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados, Tereso Medina Ramírez.

www.diario.com.mx/nota.php?notaid=061ffcc98063d0b079275c8e45f46164.

[2] "Hacia una Reforma Laboral Para la productividad y la Previsión Social" resultado del Foro "México Ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?", 2 de febrero de 2009.

Situación nacional: