El Salvador: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) , de guerrilla estalinista a partido de gobierno

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Desde la firma del acuerdo de paz entre el FMLN[1] y el gobierno del Salvador en enero de 1992 que sancionó la conversión del otrora famoso FMLN a partido político legal de oposición, con una participación amplia y central en la policía nacional civil, esta fracción burguesa se ha empleado a fondo en la construcción de la democracia pluripartidista tan necesaria para el control de la clase trabajadora y que no existía antes en el país (a semejanza del conjunto de América Latina). Ahora, los exguerrilleros con su candidato Mauricio Funes[2] se presentan a sí mismos como la mejor alternativa electoral para ser votada en las próximas elecciones presidenciales del 15 de marzo del 2009 frente al candidato Rodrigo Ávila del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Marketing de colorido, discursos de esperanza, actos masivos de proselitismo, para lo cual se erogan miles de millones, sirve de marco para que esta izquierda electoral logre arrastrar al mayor número de trabajadores a las urnas con la ilusión de que "su voto" logre el milagro de mejorar sus condiciones de trabajo y de vida. El contexto económico y social en el país (con una población de poco más de 7 millones) es similar al que se vive en el resto de esta región del mundo; la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores es también insoportable no sólo por la miseria material que soportan dada la reducción alarmante de sus ingresos y también a consecuencia del crecimiento espeluznante del desempleo, sino también por la descomposición social que afecta a todos los ámbitos de la sociedad: incremento de la delincuencia y la violencia entre pandillas, la proliferación de asaltos y secuestros, los abusos de la policía y el ejército, etc. Frente a este panorama, la burguesía está ofreciendo que mediante el voto todos los sectores del país hagan el compromiso nacional de trabajar codo con codo para salir de esta situación.

Es decir, después de haberse ocupado en las labores de pacificación y reorganización de la economía, la política, el aparato represivo, ahora los exguerrilleros andan en pos de la silla presidencial para refrendar su compromiso, como lo establecieron hace diecisiete años en el Castillo de Chapultepec de la Ciudad de México; según las palabras de Chafik Handal, el papel del FMLN era: "...modernizar el Estado y la economía, a conformar un país pluralista... que permita a los salvadoreños emplear a fondo su proverbial laboriosidad y creatividad para hacer despegar el desarrollo..." (16-01-1992), es decir, fortalecer la economía burguesa mediante la explotación despiadada de la clase obrera y a fungir como el principal guardián del sistema de explotación capitalista.

 

FMLN, ayer y hoy instrumentos al servicio del capital

El FMLN no "traicionó sus orígenes y sus objetivos revolucionarios", su accionar actual tiene continuidad con su origen, su ideología y su práctica guerrillera de cerca de doce años. Su origen y su ideología son las de las llamadas Fuerzas Populares de Liberación Nacional, y otros organismos que junto al Partido Comunista Salvadoreño de corte estalinista formaron un coktel de organizaciones campesinas y urbanas con una gran influencia e inspiración en la mal llamada "revolución cubana"; sus banderas eran las de la recuperación de la tierra o la democratización del gobierno contra el fraude electoral o la dictadura militar, y al radicalizarse desilusionados de la legalidad y de la represión estatal, deciden asumir una lucha guerrillera. Se trata del accionar de la pequeña burguesía que en América Latina ha pretendido "rescatar un proyecto de desarrollo nacional en contra de las fracciones nacionales apátridas y del imperialismo norteamericano"; su nacimiento está completamente fuera del terreno del movimiento obrero, como lo atestigua su plataforma programática que pugna por "el derrocamiento de la dictadura neofascista" y el establecimiento de un "gobierno de corte socialista-revolucionario", que traducido a la realidad no era sino la repetición del escenario pintado por el sandinismo nicaragüense, y que representaba la defensa pura y llana del régimen de la burguesía y su economía nacional.[3]

Su práctica política también es completamente burguesa pues como guerrilla, el FMLN expresaba una actuación propia de las capas y clases desesperadas y sin porvenir, que con acciones armadas de minorías pretenden (producto de la desesperanza, cuando no auspiciadas por alguna fuerza imperialista para debilitar a la fracción dominante en la región) sustituir la practica masiva y conciente de los trabajadores. La derivación actual del FMLN, como partido de izquierda colocado como parte importante del engranaje estatal, es entonces completamente coherente con su pasado. No hay nada de "traición" ni "extravío" de "su esencia"; sólo se adapta a los nuevos tiempos para continuar sirviendo al capital.

 

El FMLN, como los Sandinistas en Nicaragua, negoció su futuro político para no desaparecer de la escena

La orfandad que produjo en una multitud de movimientos guerrilleros en América Latina (como también en otras latitudes y además en países enteros como Cuba en esta región o de otras naciones en África o Asia) la caída del bloque imperialista de la URSS es el marco que explica las negociaciones de paz entre el FMLN y el gobierno del Salvador mediante la intermediación comedida de países como México y otros que pugnan también por una posición protagonista en medio de los nuevos reacomodos imperialistas, sobre todo en el patio trasero del Tío Sam.[4] Disminuido el patrocinio económico, militar e ideológico del bloque ruso los farabundos deciden negociar y así asegurar su pervivencia en la búsqueda de la toma del poder, aunque ahora desde el esquema de la participación política democrática en el juego parlamentario y electoral. Lo mismo pasó con los sandinistas en Nicaragua quienes habiendo establecido mediante un golpe militar (1979) un gobierno de izquierda, deciden entenderse con sus rivales mediante una negociación encubierta por un proceso electoral, después de una década de "guerra de baja intensidad" (1980-1990) y pasar a la oposición.[5]

 

Las luchas de liberación nacional: el enfrentamiento de las potencias por intermediarios durante la guerra fría

La aureola romántica de las guerrillas en América Latina (y en el resto del mundo) surgidas en particular durante el periodo de la guerra fría después de la segunda guerra mundial, no resiste la evidencia histórica de que fueron simples peones interpuestos patrocinados por los estalinistas de la ex URSS cuya cabeza de bloque, Rusia, siempre pretendió asentar algunas puntas de lanza en el traspatio norteamericano que reforzara a Cuba que jugaba ese papel de manera abierta, con el cálculo manifiesto de que si bien no era posible disputar de manera considerable el liderazgo de la potencia americana sí que era posible provocar alguna desestabilización en su coto de caza con el fin de hacerlo distraer recursos, esfuerzos, etc., de algunas zonas estratégicas del mundo donde realmente se jugaban los intereses geopolíticos de las cabezas de bloque. La política exterior de los EU en ese periodo logró un saldo favorable al hacer fracasar esos intentos y reducir el foco de riesgo sólo a la isla mítica del Castro.

Para los trabajadores ese enfrentamiento siempre significó los peores sacrificios al quedar atrapados entre los dos bandos de la burguesía quienes los utilizaron sistemáticamente como carne de cañón y defendiendo siempre los intereses de sus propios explotadores. Y cuando algunas de esas fuerzas de liberación nacional lograron acceder al poder estatal, la experiencia fue igualmente trágica pues esos campeones del nacionalismo organizan las instituciones del Estado con una máscara socialista y populista para convencer a los obreros de aceptar aún más sacrificios en aras de la economía nacional burguesa y cuando esos trabajadores se lanzan a la lucha contra esas condiciones de sobrexplotación insoportables, esos regímenes se encargan de impedirla y romperla a sangre y fuego.

El largo historial de este tipo de organismos pretendidamente "amigos" de los trabajadores es una enésima demostración del carácter burgués no sólo de su ideología, de su programa y su práctica "guerrillera" que por años esterilizó las energías obreras y a tantos jóvenes campesinos y proletarios que se enrolaron en sus filas, en un terreno completamente podrido para la lucha de clases sino también de su accionar actual como promotores de la democracia electoral burguesa que han venido a dar un nuevo brillo al "voto" haciendo gala de su "pasado glorioso" como herederos de la antigua "vía armada", frente al agotamiento acelerado de los viejos partidos tradicionales de derecha e incluso de izquierda a los que se les dificulta cada vez más lograr arrastrar a las urnas a los trabajadores.

Estos elementos de reflexión deben estar presentes entre los proletarios de todo el planeta. Grandes masas de explotados centroamericanos quedaron cercados durante los ochenta en el ataque económico, militar e ideológico del gobierno democristiano y la guerrilla, por eso las generaciones que sufrieron ese accionar contrarrevolucionario, lo mismo que los obreros de las generaciones más jóvenes, debe sacar las lecciones de ese pasado, reconociendo el carácter burgués (pese a su disfraz y discurso radical) que antes representó el FMLN y que hoy reafirma como partido opositor o, en su caso, como gobierno.

RR/febrero 2009



[1] Se fundó a finales de 1980 y tomó su nombre de Agustín Farabundo Martí, uno de los organizadores del levantamiento campesino e indígena de 1932 (cuyo análisis no corresponde a este artículo) donde también participó el estalinizado Partido Comunista del Salvador.

[2] Un personaje carismático y popular aunque no ha militado en el Frente. Una práctica muy socorrida por todos los partidos de derecha, centro o izquierda, que catapultan por igual a cómicos, a vedetes, a respetables líderes de opinión, etc., para tratar de convencer a los trabajadores de sus buenos oficios.

[3] Ver RM núm 19 mar-abr 1994, "Guerrillas en América Latina. Un instrumento de la burguesía, no del proletariado".

[4] Recuérdese al famoso grupo "Contadora" surgido en 1983, dentro del cual no sólo había la influencia de las potencias sino también contaban los intereses imperialistas de los pequeños tiburones del área como México, Colombia, Venezuela y hasta Panamá que participaban en este esquema.

[5] A la vuelta del siglo XX estos mismos sandinistas han vuelto al gobierno mediante las elecciones. .Ver RM núm 96 ene-feb 2007. "Nicaragua: regresan los sandinistas al gobierno para dar continuidad a la explotación y opresión.

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