Enviado por Revolucion Mundial el
Es una constante de la burguesía intentar involucrar a los trabajadores en sus pugnas. En la actualidad la burguesía en México expresa diferencias en cuanto a la forma de utilización de PEMEX. Es evidente que el conjunto de la clase dominante tiene como sueño el relanzamiento de la acumulación utilizando a PEMEX para lograr, por lo menos, paliar en alguna medida la magnitud de la crisis, el mismo Estado norteamericano, que ganara en realidad el control del petróleo mexicano con la nacionalización de 1938, está preocupado por las dificultades de esta industria, de manera que no es extraño que la burguesía en su conjunto ponga tanta atención en el petróleo... no obstante el acuerdo, existe una marcada diferencia sobre como ha de distribuirse la renta petrolera. Mientras que el sector que se encuentra actualmente en el gobierno busca cerrar filas con grupos de corporaciones españolas y norteamericanas a las que podría vender, dar o ampliar las concesión (que ya tienen) en algunas áreas de la producción o distribución, otras fracciones buscan retener los privilegios definidos por años (como los que obtiene a través del sindicato y otras concesiones que ha obtenido) y otras más buscan atraer algo de esas ganancias; de manera que la disputa expresa diferencias reales entre la burguesía, aún cuando todas ellas mantengan la preocupación por encontrar los mecanismos que enfrenten la crisis, pero la misma agravación de esta, agudiza la competencia y las ansias por obtener una mejor colocación para asegurar su ganancia, incluso estos intereses se cruzan con los requerimientos económicos de los EUA que exigen la adecuación de la industria petrolera mexicana para integrarse en mejor forma a su escenario de control y organización económica y política.
Por eso lo que encontramos en el "debate" de la política petrolera, es una pugna burguesa en la que pretenden hacer que los trabajadores tomen partido por un bando u otro, y para ello (de un lado y de otro) utilizan los argumentos nacionalistas, invocando a la defensa de la patria o de la economía nacional, de manera tal que en la campaña mediatizadora la izquierda y derecha parecen hacer un relevo de fuerzas, buscando ganar adeptos y simpatías, que en lo concreto resulta en un sometimiento del descontento presente entre los explotados por la degradación existente de sus condiciones de vida. Por eso, es un camino falso plantearse la defensa de PEMEX o la de las políticas privatizadoras. La tradición marxista ha denunciado estos falsos dilemas que la burguesía en sus pugnas presenta para utilizar y confundir a los trabajadores. En 1938, la clase dominante, y fundamentalmente su aparato de izquierda alentaba todo un ambiente patriotero para someter ideológicamente a los explotados, logrando incluso que masas de explotados entregaran algunas de sus pertenencias al Estado, con lo que pretendidamente formaron un fondo para pagar a los empresarios expropiados.
En ese entonces el aparato de izquierda de la burguesía "explicaba" su apoyo a las medidas de Cárdenas porque eran "progresistas", en la actualidad, la defensa de PEMEX (e incluso el apoyo a López Obrador) lo justifican con el mismo discurso, sin embargo ni en 1938, ni ahora este argumento es válido, el sistema capitalista con la apertura de la Primer Guerra Mundial (1914) mostraba que entraba en su fase decadente, cerrando la posibilidad de encontrar fracciones progresistas en la burguesía, y por tanto, tampoco lo pueden ser las políticas económicas que aplican.
¿Qué significado tienen las nacionalizaciones en el capitalismo?
Es menester para comprender el significado de las nacionalizaciones, ubicar que existe una diferencia a las realizadas en la fase de ascenso capitalismo y en la fase decadente. En el siglo XIX, los procesos de nacionalización podían considerarse progresistas en tanto fortalecían al sistema al impulsar la concentración de capital, acelerando el sometiendo de las formas de producción anticuadas y ayudando así a la burguesía a cumplir su misión histórica, es decir, a desarrollar las fuerzas productivas y extender el dominio capitalista por todo el planeta. Es así que afirmado el dominio del capital, el carácter progresista de la burguesía termina, abriéndose con ello la posibilidad material de la transformación social (y donde el accionar de todas de las fracciones de la burguesía se vuelve reaccionario).
Marx señalaba que: "Una formación social jamás perece hasta tanto no se haya desarrollado todas las fuerzas productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente..." (Prologo a la Contribución a la critica de la Economía Política), si tomamos esa idea para dar marco histórico al análisis del significado de las nacionalizaciones, podemos entender que en el siglo XIX las nacionalizaciones ayudaron al crecimiento y expansión del capitalismo, y eran por ese motivo(y sólo por ello) progresistas, pero en la fase de decadencia expone las dificultades del sistema para impulsar la acumulación, justamente ese es el motivo que conduce a que el Estado en la fase de decadencia tiende a afirmar su dominio en el ámbito económico y social, asumiendo el sistema en esta fase la forma de Capitalismo de Estado. Bajo esa comprensión del desarrollo histórico resulta falso concebir a las nacionalizaciones llevadas por Cárdenas como progresistas, y menos aún lo son las realizadas por Echeverría o las que lleva en la actualidad el gobierno de Hugo Chávez.
Al respecto, Trotsky[1], que reconocía (auque con deficiencias) que el sistema se encontraba en su fase de decadencia, comete serios errores al ubicar a la nacionalización petrolera de 1938 como una acción progresista. Aún cuando define claramente que "El proletariado internacional no tiene ninguna razón para identificar su programa con el programa del gobierno mexicano..." supone que desterrando el dominio del imperialismo británico del petróleo mexicano podría ganar el Estado de la región "independencia nacional y las condiciones elementales de la democracia" lo que fortalecería al proletariado. Siguiendo ese mismo argumento, hace una falsa comparación de sucesos del siglo XIX y del XX, concluyendo que hay una similitud de Cárdenas con Washington y Lincoln, y por tanto del accionar de la burguesía en la fase de ascenso del capitalismo con la realizada en su fase decadente (cfr: México y el imperialismo británico)... Lo que Trotsky pierde de vista es que en la decadencia, como Rosa Luxemburgo lo había clarificado, "La política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo..." (La crisis de la socialdemocracia), lo que significa que no contempla todas las preocupaciones imperialistas en juego. Porque no solo el capital británico tenía intereses en el petróleo mexicano, también el norteamericano, por eso ese momento lo aprovecha para desterrar la presencia británica, pero también están presentes los intereses imperialistas del Estado mexicano, que busca integrar en las mejores condiciones posibles a la economía mexicana a la cadena productiva de los EUA. Por eso es falso que fuera progresista y propulsor de soberanía. La Izquierda Comunista, representada por el Grupo de Trabajadores Marxistas[2], marchando a contracorriente de la campaña ideológica explicaba: "¿Cuál es, entonces, según el marxismo, el alcance y significado de la «expropiación» de la propiedad de las compañías petroleras? En palabras sencillas: esta propiedad ha pasado de las manos de un grupo de explotadores (las compañías petroleras) a las manos de otro (el Estado mexicano)..." (Comunismo 1, 1938).
Es bajo el marco explicativo desarrollado por el marxismo, y alejados de la ideología nacionalista extendida por la burguesía, que es posible reflexionar el significado de las nacionalizaciones, pero también comprender lo que representan las privatizaciones.
Políticas neoliberales y privatizaciones, expresión de la aceleración de la crisis capitalista
Si durante un tiempo la burguesía pensó que concentrando medios de producción en manos del Estado podía establecer un control mayor de la economía, el avance de la crisis le hace ver, por una parte, que era un simple paliativo temporal, pero además, que lo que suponía una solución se transforma en una carga, por ese motivo, bajo un ambiente de desesperación, la burguesía echa mano de las políticas neoliberales.
Es justo con la aceleración de la crisis capitalista que estas políticas, sustentadas en la privatización, toman dominio, pero hay que resaltar, que aunque el Estado se va adelgazando al privatizar empresas que estaban bajo su dominio, no pierde el control de la economía, por el contrario, la forma de Capitalismo de Estado se consolida. La afirmación de Engels, en el sentido de que el Estado moderno es el "capitalista colectivo ideal", a pesar de que pretende velarla el discurso liberalista de la burguesía, se torna más evidente, en tanto es la misma estructura estatal quien ordena y conduce los procesos privatizadores, además de fortalecer los instrumentos de vigilancia de la ganancia y control de la economía, por ejemplo, subsidiando, rescatando con inyecciones crediticias, o transferencias y agudizando los mecanismos para controlar y abaratar la fuerza de trabajo.
De la misma forma que con las nacionalizaciones el Estado buscaba empujar el proceso de acumulación, con las privatizaciones pretende "abrir" zonas de acumulación; es decir, al despojarse de las propiedades que tenía bajo su control el Estado supone que libera zonas económicas que el capital privado pudiera ocupar, sin embargo, esta medida aunque puede favorecer temporalmente a algunos capitalistas individuales, no logra impulsar el desarrollo del sistema, por el contrario, el mismo Estado ha tenido que entrar al "rescate" de empresas que habían sido privatizadas. En ese sentido la propuesta de Calderón, que desea dar en concesión áreas de PEMEX, no lograría mejorar sustantivamente la actividad de esta industria, y menos aún reactivar al conjunto de la economía, si puede en cambio definir una nueva distribución de la renta, y esto es justamente lo que está en conflicto.
La burguesía busca a toda costa que los trabajadores olviden su condición de clase, se dispongan a defender a la patria y a la economía nacional y dejen en un segundo plano la defensa de sus condiciones de vida. La forma más adecuada que la burguesía tiene para someter a los asalariados bajo la ideología patriotera son los sindicatos y su aparato de izquierda. Es una pena que incluso grupos proletarios como el Buró Internacional para el Partido Revolucionario (BIPR) haga eco de esta campaña. Aún cuando denuncia claramente que "El nacionalismo no es más que una vía para someter a los trabajadores a las burguesías de cada país, haciendo pasar como «intereses de la nación» mayores sacrificios salariales..." y reconoce que "Someterse al liderazgo político de AMLO es abandonar la lucha clasista e independiente..." Terminan concluyendo, sin dar una explicación que: "Los trabajadores están obligados a resistir frente al proceso de privatización, porque en ello están en juego sus condiciones de trabajo y su empleo..." (1° de Mayo en México: Nacionalismo petrolero o internacionalismo proletario, www.ibrp.org. El subrayado es nuestro). De manera que el BIPR olvida la explicación que Engels señalara del significado del Estado moderno, el cual, nos dice "... no es más que la organización que se da la sociedad burguesa para defender las condiciones materiales del régimen capitalista de producción contra los ataques así de los obreros como de los capitalistas individuales..." Suponer que la existencia de la propiedad estatal determina el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, es lanzar a los trabajadores a la búsqueda de una política económica "buena", cuando de lo que se trata de la destrucción de este sistema de explotación.
Es evidente que los trabajadores deben tener presente que la defensa de la patria o de las empresas estatales es una trampa de la misma clase que lo explota a diario y lo mantiene en la miseria.
Tatlin, junio del 2008
[1] Es preciso señalar que cuando criticamos los errores de Trotsky no pretendemos igualarlo con los grupos actuales que se definen como troskistas. Mientras que Trotsky presenta errores, explicables en la práctica de todo revolucionario, el trotskismo ha pasado a ser una corriente burguesa, no sólo por la defensa de un programa ajeno al proletariado (como por ejemplo la defensa de los llamados países socialistas, que eran y son, como en el caso de Cuba, tan solo expresiones del mismo capitalismo), sino por su práctica, que bajo un supuesto internacionalismo terminan llamando a los trabajadores a la defensa del Estado-nación.
[2] El GTM es un pequeño grupo animado principalmente por revolucionarios alemanes que se vieron obligados a emigrar por la persecución a la que fueron sometidos los comunistas. Entre 1937-38, publicaron "Comunismo", algunos textos y comentarios sobre la Izquierda Comunista Mexicana puede verla en nuestro sitio: https://es.internationalism.org/libros/1936/cap3/2_preICM, y el texto al que hacemos referencia lo colocamos (sólo en Internet) como Anexo de este artículo.