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Hace 60 años: una conferencia de revolucionarios internacionalistas
La CCI celebró su XVIIo Congreso en 2007. Por primera vez desde 1979, en él participaron delegaciones de otros grupos internacionalistas venidos de varias partes del mundo, desde Corea a Brasil. Como lo pusimos en evidencia en el artículo que da cuenta de los trabajos de dicho Congreso ([1]), la CCI no inventaba nada cuando mandó esas invitaciones: ha repetido el modo de hacer con el que la propia CCI se constituyó, un método heredado, como veremos, de la Izquierda comunista, en particular de la Izquierda comunista de Francia (GCF). De ahí la importancia del artículo que aquí publicamos: se trata del Informe publicado en el no 23 de Internationalisme (publicación de la GCF) de una conferencia internacionalista que se celebró en mayo de 1947, 60 años exactamente antes de nuestro decimoséptimo Congreso.
La iniciativa de la Conferencia de 1947 fue de Communistenbond "Spartacus" de Holanda, grupo "comunista de consejos" que sobrevivió a la guerra de 1939-45 a pesar de la represión brutal que sufrió por su participación en movimientos obreros durante la Ocupación ([2]). La Conferencia se celebra en un momento particularmente difícil para los pocos revolucionarios que seguían fieles a los principios de internacionalismo proletario y se negaban a luchar por defender la democracia burguesa y la "patria socialista" de Stalin. En 1943, una oleada de huelgas en el Norte de Italia reanimó las esperanzas de ver la Segunda Guerra mundial acabarse como había acabado la Primera, por una sublevación obrera que se extendería de un país a otro y que sería capaz esta vez de barrer definitivamente el capitalismo y su séquito de bestialidad. Desgraciadamente, la burguesía había aprendido de la experiencia de 1917 y la Segunda Guerra mundial se acabó por el aplastamiento sistemático del proletariado antes de que pudiera sublevarse: el aplastamiento por el ejército alemán de la sublevación de Varsovia con la complicidad de su adversario soviético ([3]), el bombardeo masivo de los barrios obreros en Alemania por la aviación norteamericana y británica no son sino unos cuantos ejemplos. La GCF comprendió que la vía revolucionaria no estaba abierta en lo inmediato durante ese periodo. Contestó al Communistenbond, en una carta de preparación a la Conferencia:
"Resulta en cierta forma natural que la monstruosidad de la guerra abra los ojos y haga surgir nuevos militantes revolucionarios. Así es como se formaron en 1945, en varios lugares, grupos que a pesar de su inevitable confusión e inmadurez política presentan, sin embargo, en su orientación elementos sinceros hacia la reconstrucción del movimiento revolucionario del proletariado.
"La Segunda Guerra no se acabó como la Primera por una oleada de luchas revolucionarias de la clase. Al contrario. Tras unos débiles intentos, el proletariado ha sufrido una derrota desastrosa, abriendo en el mundo un curso general reaccionario. En estas condiciones, los pequeños grupos que surgieron en los últimos momentos de la guerra corren el riesgo de perderse o quedar desmembrados. Ese proceso ya se puede constatar en el debilitamiento de esos grupos y en la desaparición de otros, como los "Communistes révolutionnaires" en Francia" ([4]).
La GCF no se hacía la menor ilusión sobre las posibilidades abiertas por la Conferencia:
"En un periodo como el nuestro de reacción y de retroceso, no se puede tratar de formar partidos o una Internacional -como pretenden hacer los trotskistas y demás- puesto que el truco de semejantes construcciones artificiales nunca ha servido sino para nublar el cerebro de los obreros" (ídem).
Pero no por eso consideraba que la Conferencia fuese inútil; todo lo contrario, puesto que se trataba de la supervivencia misma de los grupos internacionalistas:
"Ningún grupo posee la exclusiva de la «verdad absoluta y eterna», y ningún grupo sabría resistir por sí solo y aisladamente a la terrible presión del curso actual. La existencia orgánica de grupos y su desarrollo ideológico están directamente condicionados por los lazos que sepan establecer, por el intercambio de puntos de vista, la confrontación de ideas, la discusión que sepan mantener y desarrollar a escala internacional.
"Esta tarea nos parece de primera importancia para los militantes hoy y por eso nos pronunciamos a favor y estamos decididos a obrar y apoyar cualquier esfuerzo que tienda a establecer contactos, multiplicar encuentros y correspondencias ampliadas" (ídem).
El contexto histórico
Fue importante esa conferencia por ser el primer encuentro internacional de revolucionarios tras los seis años terribles de guerra, de represión y de aislamiento. Pero, al cabo, el contexto histórico - el "periodo de reacción y de retroceso" - fue ganando terreno sobre la iniciativa de 1947. La Conferencia no abrió el camino a otras. En octubre del 47, la GCF escribió al Communistenbond para pedirle que se hiciera cargo de una nueva conferencia así como de los boletines preparatorios de la discusión, de los que solo se publicó uno; la segunda Conferencia nunca se celebró. Los grupos que participaron en la primera desaparecieron poco a poco, incluída la GCF que se redujo a unos pocos compañeros aislados que mantenían algún que otro contacto epistolar ([5]).
El contexto de hoy es muy diferente. Tras décadas de contrarrevolución, la oleada mundial de luchas que siguió a Mayo del 68 en Francia confirmó la vuelta de la clase revolucionaria al escenario de la historia. Las luchas no lograron sin embargo ponerse al nivel exigido por la gravedad de los ataques del capitalismo durante los años 80. Sufrieron luego un violento frenazo con el hundimiento del bloque del Este en 1989, y empezó entonces un periodo muy difícil de desorientación y de desaliento para el proletariado y sus minorías revolucionarias durante los 90. Las cosas se animan de nuevo con el nuevo milenio: los últimos años han conocido luchas obreras que plantean cada vez más la cuestión de la solidaridad. Paralelamente, la presencia de grupos invitados al Congreso de la CCI demuestra una evolución que se amplificará en el futuro, la del desarrollo de una reflexión verdaderamente mundial entre las minorías que se reivindican de una visión internacionalista y que intentan establecer contactos entre sí.
Sigue pues viva en la situación actual la experiencia de 1947. Como una semilla que hubiera quedado oculta en un suelo invernal, esa experiencia llevaba en sí el florecimiento potencial para los internacionalistas de hoy. En esta corta introducción, queremos poner en evidencia las principales lecciones que pensamos que deben sacarse de la Conferencia del 47 y de la participación de la GCF.
La necesidad de criterios de adhesión
Desde 1914 y la traición de los partidos socialistas y de los sindicatos, más aun desde los años 30 cuando los partidos comunistas hicieron lo mismo y también los grupos trotskistas en 1939, existen montones de grupos y partidos que se reivindican de la clase obrera pero cuya función, en realidad, es la de apuntalar la dominación de la clase capitalista y de su Estado. En ese sentido, la GCF escribió, en 1947:
"No se trata de discusiones en general, sino de encuentros que permitan discusiones entre grupos proletarios revolucionarios. Eso implica obligatoriamente una diferenciación basada en criterios políticos ideológicos. Resulta entonces necesario precisar lo más posible esos criterios, para no hablar con vaguedades y evitar equívocos" (ídem).
La GCF identifica cuatro criterios esenciales:
1) Exclusión de la corriente trotskista por apoyar al Estado ruso y por haber participado de hecho en la guerra imperialista de 1939-45, del lado de las potencias imperialistas democráticas y estalinistas;
2) Exclusión de los anarquistas (en ese caso de la Federación anarquista francesa) por haber participado en el Frente popular y en el gobierno capitalista republicano español en 1936-38, así como en la Resistencia de 1939-45 bajo las banderas del antifascismo;
3) Exclusión de todos los demás grupos que, con cualquier pretexto, participaron en la Segunda Guerra mundial;
4) Reconocimiento de la necesidad de la "destrucción violenta del Estado capitalista" y, en ese sentido, del significado histórico de la Revolución de Octubre de 1917.
Los criterios propuestos en la carta de octubre del 47 por la GCF se resumen en dos:
1) la voluntad de obrar y luchar con vistas a la revolución del proletariado, mediante la destrucción violenta del Estado capitalista por la instauración del socialismo;
2) la condena de cualquier aceptación o participación en la Segunda Guerra mundial imperialista con todo lo que pudo conllevar de corrupción ideológica de la clase obrera, tal como las ideologías fascista y antifascista así como sus apéndices nacionales: los maquis, las liberaciones nacionales y coloniales, su aspecto político: la defensa de la URSS, de las democracias, del nacionalsocialismo europeo.
Como se puede ver, esos criterios se centran en las cuestiones de la guerra y la revolución y, a nuestro parecer, siguen siendo hoy perfectamente actuales ([6]). Lo que sí ha cambiado es el contexto histórico en el que se plantean. Para las generaciones que llegan hoy a la política, la Segunda Guerra mundial y la Revolución rusa son acontecimientos lejanos apenas estudiados en la escuela. Esas cuestiones siguen siendo críticas para el porvenir revolucionario de la clase obrera y determinantes para un compromiso profundo en la vía revolucionaria. Pero la problemática de la guerra hoy se plantea a las generaciones actuales a través de la necesaria denuncia de todas las guerras que proliferan en el planeta: Irak, conflicto árabe-israelí, Chechenia, pruebas nucleares en Corea del Norte, etc.; en lo inmediato, la cuestión de la revolución se plantea más en la denuncia de los simulacros de "revolución" tipo Chávez que con respecto a la Revolución rusa.
Tampoco existe hoy un peligro fascista contra el que alistar masivamente a la clase obrera para un conflicto imperialista, a pesar de que en ciertos países (y particularmente del ex bloque del Este), haya bandas fascistizantes más que menos manipuladas por servicios del Estado que siembran el terror entre la población y plantean un problema real para los revolucionarios. De ahí que en las circunstancias actuales, el antifascismo tampoco pueda ser uno de los principales medios de alistamiento ideológico del proletariado para la defensa del Estado democrático burgués, como así ocurrió con la guerra del 39-45, aunque esa ideología antifascista siga siendo utilizada contra el proletariado para intentar desviarlo de la defensa de sus intereses de clase.
La actitud con respecto al anarquismo
Una discusión importante, tanto durante la preparación de la Conferencia como durante su celebración, se refirió a la actitud que adoptar con respecto al anarquismo. Para la GCF, quedaba claro que:
"el movimiento anarquista, así como los trotskistas u otras tendencias que participaron o participan en la guerra imperialista en nombre de la defensa de un país (de la URSS) o de una forma de dominación burguesa contra otra (defensa de la República o de la democracia contra el fascismo) no tiene sitio que ocupar en una conferencia de grupos revolucionarios".
Esa posición "fue apoyada por la mayoría de los participantes". La exclusión de los grupos anarquistas no se determina entonces por su referencia al anarquismo, sino por su actitud ante la guerra imperialista. Esa precisión, de la mayor importancia, se ilustra perfectamente por el hecho de que la Conferencia fue presidida por un anarquista (relatado en un "Rectificativo" al Informe publicado por Internationalisme no 24).
Hoy, la heterogeneidad de la corriente anarquista no permite que la cuestión se plantee tan sencillamente. En ella encontramos tanto a grupos que no se distinguen del trotskismo más que sobre la cuestión del "partido" pero que apoyan todas sus reivindicaciones (¡hasta el apoyo a un Estado palestino!) como también a grupos verdaderamente internacionalistas con los que es posible para los comunistas no solo discutir sino entablar una actividad común sobre una base internacionalista ([7]). No se trata entonces hoy de negarse a discutir con grupos o individuos por el hecho de que se reivindiquen del "anarquismo".
Algunos puntos suplementarios
Para terminar, queremos poner de relieve tres elementos significativos:
- El primero, es la ausencia de declaraciones rimbombantes y vacuas por parte de la Conferencia, que supo ser modesta sobre su importancia y capacidades. Eso no significa que la GCF rechazara toda posibilidad de adoptar posiciones comunes. Pero tras seis años de guerra, la Conferencia no podía ser mas que una primera toma de contacto con la que, inevitablemente, "las discusiones no fueron lo suficientemente avanzadas para permitir y justificar el voto de resolución alguna". Los revolucionarios hoy han tener una visión clara de la inmensidad de sus responsabilidades, conservar una gran modestia sobre sus capacidades y medios y una comprensión clara del trabajo que les espera.
- El segundo, es la importancia dada a la discusión sobre la cuestión sindical. Aunque desde nuestro punto de vista, la cuestión sindical esté zanjada desde hace mucho tiempo, no lo estaba todavía para la GCF que, en 1947, apenas acababa de apropiarse las posiciones de las Izquierdas holandesa y alemana sobre el tema. Pero en 1947 como hoy, detrás de la cuestión sindical se plantea la cuestión mucho más amplia de "cómo luchar". Esta cuestión y la actitud que adoptar frente a los sindicatos es muy de actualidad para cantidad de obreros y de militantes del mundo entero ([8]).
- Y por fin, queremos repetir la cita que reproducíamos al empezar este articulo:
Ningún grupo posee la exclusiva de la «verdad absoluta y eterna», (...). La existencia orgánica de grupos y su desarrollo ideológico están directamente condicionados por los lazos que sepan establecer, por el intercambio de puntos de vista, la confrontación de ideas, la discusión que sepan mantener y desarrollar a escala internacional."
Este será nuestro lema para los años venideros y por ello la CCI ha dado tanta importancia a la cuestión de la cultura del debate, en particular en su XVIIº Congreso ([9]).
CCI, 6 de enero de 2008
Una conferencia internacional de agrupaciones revolucionarias
Una Conferencia internacional de contacto entre agrupaciones revolucionarias se ha celebrado el 25 y 26 de mayo de 1947. No fue solo por razones de seguridad si ésta no fue anunciada con bombo y platillo, a la manera estalinista o socialista. Los participantes en la Conferencia tenían plena conciencia del terrible periodo de reacción que está atravesando el proletariado así como de su propio aislamiento, inevitable en un periodo de reacción social. Por eso no le dieron ese tono pomposo y espectacular al que son tan aficionadas las agrupaciones trotskistas.
Esa Conferencia no se fijó ningún objetivo concreto inmediato, imposible de realizar en la situación presente, del estilo de formar artificialmente una Internacional o lanzar proclamas incendiarias al proletariado. Su único objetivo era la de una primera toma de contacto entre grupos revolucionarios dispersos, de una confrontación de sus ideas respectivas sobre la situación actual y las perspectivas para la lucha emancipadora del proletariado.
Al tomar la iniciativa de esa Conferencia, el Communistenbond "Spartacus" de Holanda (más conocido por Comunistas de consejos) ([10]) ha roto el aislamiento nefasto en el que viven la mayoría de grupos revolucionarios, haciendo posible la clarificación de algunas cuestiones.
Los participantes
Estos grupos estaban representados en la Conferencia y participaron en el debate:
- Holanda: el Communistenbond "Spartacus";
- Bélgica: los grupos emparentados con "Spartacus", de Bruselas y de Gand;
- Francia: la Izquierda comunista de Francia y el grupo Le Prolétaire;
- Suiza: el grupo "Lutte de classe".
Participaron además en los debates de la Conferencia, directamente por su presencia o mediante posicionamientos escritos, algunos camaradas revolucionarios no organizados.
Señalemos también una larga carta del Partido socialista de Gran Bretaña dirigida a la Conferencia en la que explica ampliamente sus posiciones políticas particulares.
La FFGC también mandó una breve carta en la que desea a la Conferencia que haga un "buen trabajo", excusándose por no poder asistir por falta de tiempo y ocupaciones urgentes ([11]).
Los trabajos de la Conferencia
Éste fue el orden del día adoptado en la Conferencia:
1) La época actual.
2) Las nuevas formas de lucha del proletariado (de las antiguas a las nuevas).
3) Tareas y organización de la vanguardia revolucionaria
4) Estado - Dictadura del proletariado - Democracia obrera
5) Cuestiones concretas y conclusiones (acuerdo de solidaridad internacional, contactos, informaciones internacionales, etc.)
Ese orden de día se reveló demasiado importante para poder ser mantenido en una Primera conferencia insuficientemente preparada y limitada por el tiempo. No fueron abordados efectivamente más que los tres primeros puntos. Cada uno permitió un intercambio interesante de ideas.
Sería evidentemente presuntuoso pretender que ese intercambio de enfoques acabó en unanimidad. Los participantes en la Conferencia no tenían semejante pretensión. Sin embargo se puede afirmar que los debates, a menudo apasionados, revelaron una comunidad de ideas más importante que lo que se podía pensar.
Sobre el primer punto del orden del día, el análisis general de la época actual del capitalismo, la mayoría de las intervenciones rechazaba tanto las teorías de Burnham sobre la eventualidad de una revolución como la de la continuación de la sociedad capitalista por un desarrollo posible de la producción. La época actual fue definida como la del capitalismo decadente, de la crisis permanente, siendo el capitalismo de Estado su expresión estructural y política.
La cuestión de saber si los sindicatos y la participación en campañas electorales, como forma de organización y de acción, podían seguir siendo utilizados por el proletariado actualmente dio lugar a un debate muy animado e interesante. Es lamentable que las tendencias que siguen preconizando esas formas de la lucha de clases - sin darse cuenta de que esas formas superadas y caducas ya no pueden expresar hoy sino un contenido antiproletario -, y particularmente el PCI de Italia, no estuviesen presentes en la Conferencia para defender su posición. La Fracción belga y la Federación autónoma de Turín estaban presentes, pero su convicción en esa política, que todavía compartían hasta hace poco, es tan inestable e insegura que prefirieron no defenderla.
El debate no fue entonces sobre la posibilidad de defensa del sindicalismo y de la participación electoral como formas de lucha del proletariado, sino exclusivamente sobre las razones históricas y el porqué de la imposibilidad de utilizar ambas formas de lucha en el periodo actual. A partir de los sindicatos, el debate se fue ampliando hacia las formas de organización en general, que no es, en fin de cuentas, sino algo secundario, pero que hizo que se plantearan los objetivos que determinan esas formas: la lucha por reivindicaciones económicas corporativistas y parciales, en las condiciones actuales de decadencia del capitalismo, no pueden realizarse y menos aun servir de plataforma para la movilización de la clase.
La cuestión de los Comités o Consejos de fábrica como nueva forma de organización unitaria de los obreros alcanza todo su significado y se entiende si se vincula inseparablemente con los objetivos que hoy se plantea el proletariado, que ya no son de reformas económicas en el marco del sistema capitalista sino de transformación social contra el régimen capitalista.
El tercer punto, las tareas y la organización de la vanguardia revolucionaria, que plantean los problemas de la necesidad o no de la constitución de un partido político de la clase, del papel de ese partido en la lucha emancipadora de la clase y de las relaciones entre clase y partido, lamentablemente no pudo ser profundizado como era de desear.
La discusión, breve, no permitió a las diferentes tendencias más que exponer a grandes rasgos sus posiciones respectivas. Todos sabíamos que ahí se tocaba una cuestión decisiva tanto para un acercamiento eventual entre los diferentes grupos revolucionarios como para el porvenir y los éxitos del proletariado en su lucha por la destrucción de la sociedad capitalista y la instauración del socialismo. Esa cuestión, fundamental a nuestro parecer, apenas si fue tocada y exigirá todavía muchas discusiones para profundizar y precisar. Es importante señalar, sin embargo, que en la Conferencia, aunque han aparecido divergencias sobre la importancia del papel de una organización de militantes revolucionarios conscientes, nadie, ni tampoco los Comunistas de consejos, negó la necesidad de la existencia de ese tipo de organización, se llame o no partido, para el triunfo final del socialismo. Es un punto común importante que debe ponerse de relieve.
El tiempo faltó para que la Conferencia pudiera abordar los demás temas al orden del día. Una corta discusión se entabló al terminar la Conferencia sobre el carácter y la función del movimiento anarquista. Al reflexionar sobre los grupos a los que habría que invitar a las próximas Conferencias, pusimos de relieve el papel social-patriotero del movimiento anarquista que, a pesar de su fraseología revolucionaria, participó durante la guerra de 39-45 en la lucha partisana por la "liberación nacional y democrática" en Francia, en Italia y actualmente todavía en España, continuación lógica de su participación en el gobierno burgués "republicano y antifascista" y en la guerra imperialista en España de 36-39.
Nuestra posición, o sea que el movimiento anarquista, así como los trotskistas u otras tendencias que participaron o participan en la guerra imperialista en nombre de la defensa de un país (de la URSS) o de una forma de dominación burguesa contra otra (defensa de la República o de la democracia contra el fascismo) no tienen sitio en una conferencia de grupos revolucionarios, fue apoyada por la mayoría de los participantes. Solo el representante de le Prolétaire se hizo el abogado para que se invitara a ciertas tendencias no ortodoxas del anarquismo y del trotskismo.
Conclusión
Como dijimos, la Conferencia se acabó sin agotar el orden del día, sin tomar decisiones prácticas y sin votar ningún tipo de resolución. Así tenia que ser. No tanto, como decían algunos compañeros, para evitar reproducir el ceremonial religioso de todas las conferencias que consiste en la adopción final obligatoria de resoluciones que no significan nada, sino más bien, a nuestro parecer, porque las discusiones no avanzaron suficientemente para permitir y justificar el voto de cualquier tipo de resolución.
"Entonces, la Conferencia no fue sino una discusión más y sin mayor interés...", pensarán escépticos y astutos. Totalmente falso. Al contrario, consideramos que la Conferencia fue muy interesante y que su importancia seguirá haciéndose sentir en el porvenir en las relaciones entre los grupos revolucionarios. Hace 20 años que éstos viven aislados, compartimentados, en su mundo, lo que inevitablemente ha provocado en algunos de ellos una mentalidad de secta; tantos años de aislamiento también han determinado en cada grupo una forma de pensar, de razonar y de expresarse que los hace incomprensibles a los demás. Esa es una de las explicaciones de tantos malentendidos e incomprensiones entre ellos. La Conferencia tuvo la cualidad de poner en evidencia la necesidad de saber escuchar las ideas y argumentos de los demás y de someter sus propias ideas a la crítica. Es una condición esencial de lucha contra el embotamiento dogmático y por el desarrollo continuo del pensamiento revolucionario vivo.
Se ha dado el primer paso, el menos brillante pero el más difícil. Todos los participantes en la Conferencia, incluida la Fracción belga que acabó participando tras muchas vacilaciones y con mucho escepticismo, expresaron su satisfacción y se felicitaron de la atmósfera fraterna y de lo serio de las discusiones. Todos han expresado también su voluntad de participar en una nueva Conferencia más amplia y mejor preparada para proseguir el trabajo de clarificación y confrontación común.
Es un resultado positivo que permite esperar que perseverando por esa vía, militantes y grupos revolucionarios sabrán superar la fase actual de dispersión y lograrán trabajar así mas eficazmente por la emancipación de una clase cuya misión es salvar a la humanidad entera de la terrible y sangrienta destrucción hacia la que lleva el capitalismo decadente.
Marco
Notas de la redacción de la Revista internacional
1) Una "Rectificación" publicada en Internationalisme no 24 indica la presencia también de la Sección autónoma de Turín del PCI (o sea del Partito Comunista Internazionalista y no el PC de Italia, estalinista). Esa Sección escribe, entre otras cosas para corregir la impresión dada por el Informe, sobre algunas de sus posiciones, que "se declara autónoma precisamente por divergencias sobre la cuestión electoral et la cuestión clave de la unidad de las fuerzas revolucionarias."
2) La pretendida Fracción francesa de la Izquierda comunista rompió con la GCF con bases políticas bastantes confusas que mas parecían rencores y resentimientos personales que desacuerdos políticos de fondo. Véase el folleto la Izquierda comunista de Francia para más detalles.
[1]) Véase Revista internacional no 130.
[2]) Véase nuestro libro la Izquierda holandesa, en particular en penúltimo capitulo. El Communistenbond Spartacus tiene sus orígenes en el "Marx-Lenin-Luxemburg Front" que participó enérgicamente en la huelga de los trabajadores holandeses en 1941 contra la persecución de los judíos por el ocupante alemán y repartió hojas llamando a la confraternización lanzadas incluso dentro de los cuarteles alemanes durante la guerra.
[3]) Churchill dijo que había que "dejar a los Italianos cocer en su propia salsa". Stalin frenó durante varios meses el avance de los ejércitos soviéticos ante Varsovia, del otro lado de la Vístula, esperando a que se acabara la represión alemana.
[4]) Publicado en Internationalisme no 23. Las palabras en negrita lo están en el original. Los "Communistes révolutionnaires" eran un grupo cuyos orígenes remontan a los RKD, un grupo de trotskistas austríacos refugiados en Francia. Fueron los únicos delegados en oponerse a la fundación de la IVa Internacional en el Congreso de Périgny en 1938, considerándola como "aventurista".
[5]) No es éste el lugar para escribir la historia del Communistenbond Spartakus en la posguerra (véase el ultimo capitulo de nuestro libro la Izquierda holandesa). Nos limitaremos a señalar los hechos significativos: muy rápidamente tras la Conferencia de 1947, el Communistenbond adoptó una orientación mucho mas "consejista" en la línea del antiguo GIC (Groepen van internationale communisten) en el plano organizativo. En 1964, el grupo se dividió y se formaron el Spartacusbond y el grupo en torno a la revista Daad en Gedachte (Actos y pensamiento) inspirado particularmente por Cajo Brendel. El Spartacusbond se lanzó al activismo después de 1968 y acabó desapareciendo en 1980. Daad en Gedachte fue hasta el final de su lógica consejista y acabó desapareciendo en 1998 por falta de redactores.
[6]) Es el mismo enfoque que adoptamos en 1976 cuando el grupo Battaglia Comunista lanzó su llamamiento a conferencias de la Izquierda comunista sin plantear el más mínimo criterio selectivo. Les contestamos positivamente precisando: "Para que sea un éxito esa iniciativa, para que sea un verdadero paso hacia un acercamiento de los revolucionarios, es de primera importancia establecer claramente los criterios políticos fundamentales que han de servir de base y de marco, para que la discusión y la confrontación de ideas sean fructuosos y constructivos" (Revista internacional no 40, "Un bluff oportunista").
[7]) La CCI, por ejemplo, ha iniciado varias veces discusiones y hasta un trabajo común con el grupo anarcosindicalista KRAS (ligado a la AIT) en Moscú.
[8]) Véase el artículo en nuestro sitio Internet sobre las luchas en el MEZPA en Filipinas.
[9]) Véase en particular los artículos « XVIIo Congreso de la CCI : un reforzamiento internacional del campo proletario » y « La cultura del debate, un arma de la lucha de clases, en las Revista internacional nos 130 y 131.
[10]) Podemos leer en le Libertaire del 29 de mayo un artículo muy imaginativo sobre esta Conferencia. El autor, que firma AP y pasa por ser en la redacción el especialista en historia del movimiento obrero comunista, se permite realmente muchas libertades con la historia. Así, presenta esa Conferencia - a la que no asistió y de la que no sabe nada - como de Comunistas de consejos cuando éstos, que efectivamente la convocaron, solo participaban al igual que las demás tendencias. No solo AP se permite muchas libertades con la historia del pasado, sino que se considera autorizado para escribir en pasado la historia del futuro. Como aquellos periodistas que describieron de antemano y con muchos detalles el ahorcamiento de Goering, sin suponer que éste tendría el mal gusto de suicidarse en el último instante, el historiador del Libertaire anuncia la participación en la Conferencia de grupos anarquistas cuando ninguno estuvo presente. Le Libertaire había sido invitado, es verdad, pero con razón, a nuestro parecer, no vino. La participación de los anarquistas en el gobierno republicano y en la guerra imperialista en España en 1936-39, la continuada política de colaboración de clases con todas las formaciones políticas burguesas españolas en el exilio so pretexto de lucha contra el fascismo y contra Franco, la participación ideológica y física de los anarquistas en la Resistencia contra la ocupación "extranjera" hacen de ellos, en tanto que movimiento, una corriente totalmente ajena a la lucha revolucionaria del proletariado. El movimiento anarquista no tenía en realidad su sitio en esta Conferencia, y su invitación fue de todas formas un error.
[11]) Las "ocupaciones urgentes" de la FFGC denotan bien su estado de ánimo en lo que concierne sus relaciones con los demás grupos revolucionarios. ¿De qué sufre exactamente la FFGC? ¿De la falta de tiempo o de la falta de comprensión y de interés por los contactos y las discusiones entre grupos revolucionarios? A no ser que sea la falta de continuidad en su orientación política (a veces a favor y a veces en contra de la participación electoral, a favor y en contra del trabajo en los sindicatos, a favor y en contra de la participación en los comités antifascistas, etc.) lo que le impide venir a confrontar sus posiciones con otros grupos.