Correspondencia internacional: Guerra entre Perú y Ecuador

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Publicamos aquí un panfleto escrito y difundido por contactos ecuatorianos contra la guerra entre Perú y Ecuador, en Enero de 1981. Incluimos también nuestra respuesta.

LA GUERRA ENTRE ECUADOR Y PERÚ

Los acontecimientos bélicos que al momento ocasionan muerte y tensión entre las poblaciones del Perú y Ecuador no dejan de tener una explicación histórica y material. La paz, dentro capitalismo, no es otra cosa sino la continuación de la guerra por medios diplomáticos. Los Estados capitalistas se arman hasta los dientes para defender la base territorial y recursos sobre los que se genera el proceso acumulativo. En nombre de la soberanía nacional, las burguesías nacionales mandan al pueblo a que derrame su sangre para salvaguardar sus más claros intereses económicos.

No deja de ser una coincidencia que, a los pocos días que el imperio inicia el pilotaje del Estado con un gobierno conservador, se destapen los fuegos en estos países semicoloniales.  La  crisis del capitalismo es una crisis mundial que conduce localmente a las sociedades del capital hacia la guerra. Los EEUU de Norteamérica reciben el peso de la crisis con demasiada fuerza, pero tienen la capacidad política, el poderío militar y el poder económico para transferirlo hacia las sociedades dependientes de la periferia. Mucho hay de por medio. Las corrientes de democratización de los pueblos en América Latina, por mucho que se encubran bajo el manto de los derechos humanos, no dejan de constituir un desequilibrio para los planes y estrategias globales del imperio. Cuando las confrontaciones del capitalismo internacional, capitaneado por las dos grandes potencias, son enfrentamientos de bloque, el imperio yankee tratará de homogeneizar los gobiernos bajo regímenes  militares títeres, que pueden responder al unísono, a la voz del patrón del Norte. Por otro lado, la revitalización de la economía yankee, que al momento sufre por todos los efectos de la crisis capitalista: estrechez de la base acumulativa, inflación, saturación del mercado, competencia en la esfera productiva y en la del mercado, dificultades de inversión productiva, masivos desempleo y tensión, necesita consolidarse a través del comercio bélico. Así, la balanza de pagos de los yankees puede tender hacia el equilibrio, bañada en sangre de obreros y campesinos del Ecuador y el Perú.

En tiempos de guerra no hay ni agresor ni agredido. Cada Estado tratará de justificar la racionalidad de su lucha a través de la irracionalidad del enemigo. Bajo el nacionalismo, logrará cobijar al proletariado y lo lanzarán a defender sus recursos, los recursos de la burguesía. El territorio ecuatoriano y el territorio peruano no son ni de los ecuatorianos ni de los peruanos. PERTENECEN A LA BURGUESIA. Los soldados del pueblo, ecuatorianos y peruanos, deben coger las armas y disparar hacia arriba. El enemigo es el capital.

La crisis del capitalismo mundial se manifiesta con profunda gravedad en los pueblos de los países periféricos y dependientes del imperio yankee. Tal crisis es relativamente más profunda en el Perú donde la gente, particularmente en los centros urbanos, se aglutina en las calles en busca de empleos y comida. La inflación y el alto costo de la vida en Perú llevan a un estado de descomposición y tensión social que difícilmente puede controlarse sino por la represión y las armas. La burguesía peruana, influenciada por una política continental formulada mucho antes de que Reagan tome el poder del imperio, opta por lanzar al ejército peruano a la invasión. Así, las contradicciones que provocan el capital, la miseria  humana, hambruna, malnutrición, desempleo, pueden olvidarse temporalmente, en nombre de la UNIDAD NACIONAL.

La política del cowboy Reagan frente al Ecuador tiene también su explicación. Un gobierno social-demócrata de pañal, que se expresa débilmente en Roldos, contaminado por la democracia cristiana, aliada al imperialismo, llevó como bandera internacional, la bandera mistificadora de los derechos humanos. En el poco tiempo de vida democrática, los aliados externos del Ecuador son, en efecto, los países más débiles políticamente de Latinoamérica. El Salvador, Nicaragua, México no constituye un aliado directo, a pesar de que coinciden en algunas tesis con el gobierno capitalista ecuatoriano. Aislar al Ecuador, colocarlo en una situación de mayor dependencia, desestabilizar la falsa democracia que de todas maneras se coloca como barrera al plan de subordinación continental, es el plan del imperialismo. Así, el petróleo fluirá con mayor fluidez, las armas se venderán más, las transnacionales no tendrán ninguna relativa obstrucción al interior del Pacto Andino y, en lo político, el imperio podrá instaurar una democracia dictatorial capitaneada por los demócratas cristianos. El pueblo saldrá a las calles movilizado por los chinos y la derecha del capital. Se derramará mucha sangre si las negociaciones diplomáticas no resultan. En nombre del imperialismo, el nacionalismo y la bendición internacional del Papa, que sin duda alguna llamará a la paz de los pueblos.

Los proletarios del mundo no tienen patria, su verdadero enemigo es el capital. Este es el momento de tomarse las tierras y las fábricas, en Perú y en Ecuador.

RESPUESTA  DE  LA     C.C.I.

Los amos de los medios de comunicación, en el Este como en el Oeste, airean sistemáticamente, desde hace años y años, el tópico publicitario de que en Latinoamérica, la revuelta contra la miseria es siempre e inevitablemente una revuelta patriótica, nacionalista. El artista más simbólico de este montaje parece que sigue siendo Guevara, impreso en camisetas y ceniceros.

Y sin embargo, si hay una parte del mundo en donde, desde 1968, la clase obrera ha empezado a  levantar cabeza, situándose en su propio terreno de clase, oponiéndose no sólo al imperialismo yankee, sino también a "su" capital nacional, a los "patronos patriotas" y a los explotadores "autóctonos", esa parte es América del Sur. Las luchas masivas y violentas de los obreros del automóvil en Argentina en 1969, las huelgas de los mineros chilenos bajo el gobierno Allende (huelgas que, por cierto, Fidel Castro intentó parar con su presencia, en nombre de la "defensa de la patria"), las huelgas de los mineros bolivianos, las de los obreros del textil y del hierro en Venezuela, las luchas de los obreros petroleros y del hierro en Perú a principios de 1981, la reciente huelga masiva de los metalúrgicos de Sao Paulo en Brasil, he ahí algunos de los más fuertes movimientos de la clase obrera en ese continente.

Esas luchas proletarias han puesto en entredicho el nacionalismo, más de manera intrínseca, en los hechos (por la negativa a distinguir entre capitalismos del país y foráneos), que de manera explícita y clara. No existe por ahora la fuerza política proletaria con suficiente entidad para poder defender e impulsar de manera explícita el contenido internacionalista que llevan en sí las luchas obreras. Tanto más por cuanto es en las organizaciones políticas más especializadas en el encuadramiento de los trabajadores, en donde se reclutan los elementos más nacionalistas.

A finales de Enero de 1981, estalla una "guerra" entre Perú y Ecuador. La razón estriba en el control de territorios que podrían tener petróleo y, de puertas para dentro de cada país, en el intento de restablecer el "entusiasmo nacionalista" y el látigo de las leyes militares, un mínimo de unidad nacional, violentamente sacudida particularmente en Perú por las luchas obreras de finales de 1980. Como de costumbre, todas las fuerzas políticas "nacionalistas", desde los militares hasta los sindicalistas más radicales, llamaron, tanto en Perú como en Ecuador, a los proletarios y campesinos, a defender "su" patria.

En tal contexto, no hace falta resaltar la importancia que tiene la voz, por muy débil que sea, que se levanta en uno de los países beligerantes y grita: "En nombre de la soberanía nacional, las burguesía nacionales mandan al pueblo a que derrame su sangre para salvaguardia de sus intereses económicos....Los proletarios del mundo no tienen patria, su verdadero enemigo es el capital". Una voz así expresa el movimiento real y profundo que está madurando en las entrañas de la sociedad capitalista mundial y cuyo principal protagonista es el proletariado.

El panfleto que hemos reproducido fue redactado y difundido en Ecuador durante los acontecimientos. Fue firmado con el nombre C.C.I., pero no se trata de un panfleto de nuestra organización. Los camaradas que lo hicieron quisieron, sin duda, manifestar con esa firma la adhesión que tienen a nuestras ideas y, en ningún caso, porque pertenecen a la organización.

Pero, lo esencial del panfleto está en su clara postura internacionalista. El documento aborda también otras cuestiones, y entre ellas, la de la "democracia" en Latinoamérica y sus relaciones con el imperialismo USA. A este respecto, se puede leer "....desestabilizar la falsa democracia que de todas maneras se coloca como barrera al plan de subordinación continental, es el plan del imperialismo". Esta fórmula da  entender que  la instalación, en países de Latinoamérica, de mascaradas democráticas iría en contra de los "planes del imperialismo" USA en aquel continente.

En el período actual y en los países semicoloniales, el problema número uno para la metrópoli del imperio USA es el de asegurar un mínimo de estabilidad: del país bajo la bota del bloque, estabilidad social, entre otras cosas para disminuir el riesgo de "desestabilización" por infiltración de partidos prosoviéticos en los movimientos sociales.

En los países subdesarrollados, en donde el ejército es la única fuerza coherente y centralizada a escala nacional, las dictaduras militares son el medio más sencillo para formar una estructura de poder. Pero cuando se despliegan movimientos sociales, obreros, "incontrolados" ...., que ponen demasiado en peligro el orden social, entonces los EEUU también saben instalar regímenes "más democráticos", que permitan esencialmente que aparezcan a la luz del día verdaderos aparatos de encuadramiento de los trabajadores (partidos de "izquierda", sindicatos). En general, esas democracias no son más que decorados que tapan el poder real de los ejércitos. Los estrategas del capital del bloque USA responsables de la estabilidad de la región pueden arreglárselas tanto con los regímenes militares más duros como con las "democracias", por lo demás tan duras como aquéllos, desde el instante en que les parece que eso puede contribuir al mantenimiento del orden.

Quizás sólo sea sencillamente un problema de formulación poco preciso en el texto. Unas líneas más lejos, por ejemplo, se hablan de "democracia dictatorial capitaneada por los demócratas cristianos" como "plan del imperialismo". Pero entonces, ¿por qué todas esas explicaciones sobre los países "aliados" del Ecuador?.

Si el nacionalismo es una trampa para los obreros de Latinoamérica, la democracia burguesa lo es también. Los obreros chilenos conocen el precio que tuvieron que pagar por las ilusiones en Allende y sus llamamientos a que se mantuvieran fieles al ejército nacional "democrático"[1]

Por todo eso, es necesario que no quede ambigüedad alguna sobre esa cuestión.



[1] Tras la primera intentona fracasada de golpe de Estado, Allende convocó a mítines masivos, llamando a  la población a que se mantuviera tranquilla y que obedeciera a las tropas fieles. En su propio discurso, en el balcón del Palacio de la Moneda, Allende pidió aplausos para el fiel Pinochet, entre otros...

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