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Revolución Mundial nº 82, Septiembre-Octubre

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Venezuela, referéndum del 15 de Agosto: Chávez y la oposición, enemigos por igual de los trabajadores

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El referéndum convocó a escoger entre dos opciones burguesas: la fracción chavista o la opositora, para que en adelante se encargue de continuar con la explotación de los trabajadores. Además de ser una oportunidad de la burguesía para darle credibilidad y oxigenar su dictadura democrática, es el resultado de una profunda crisis política en las filas de la burguesía venezolana que se ha agudizado de manera progresiva desde el ascenso de Chávez al poder en 1999, que ha llevado a la polarización de las diversas fracciones que componen al capital nacional en dos bandos: una oficialista agrupada alrededor de la figura de Chávez, y otra, que se le opone, agrupada en la llamada Coordinadora Democrática, logrando dividir a buena parte de los trabajadores y de la población en general en “chavistas” o “anti-chavistas”. Independientemente del resultado, que por el momento ha dado el triunfo a Chávez, encierra un gran peligro para los trabajadores ya que puede recrudecer los enfrentamientos violentos y sangrientos dado el nivel de exacerbación de las luchas intestinas de la burguesía.

¿Qué está a la base de esta confrontación?

La actual confrontación política es un resultado de la descomposición que vive el sistema capitalista a nivel mundial, que lleva a la sociedad a una situación de impasse, de bloqueo([1] [1]). En algunos países, como es el caso que nos ocupa, la descomposición se ha expresado a nivel político por la implosión de los partidos tradicionales de la burguesía, tanto de izquierda como de derecha, el incremento de tensiones entre facciones de las burguesías nacionales que ocasionan una situación de convulsión, caos e ingobernabilidad([2] [2]). Las nuevas fuerzas políticas emergentes, necesarias para el control obrero y social, actúan en un contexto de mayor crisis y caos mundial. Es así que emerge el gobierno izquierdista y populista de Chávez sobre las ruinas de los partidos del “Pacto de Punto Fijo”, principalmente del socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano COPEI, carcomidos por sus luchas internas, la corrupción, el clientelismo político y el abandono de las necesidades básicas de la sociedad. Chávez, exmilitar, uno de los líderes del golpe de estado de 1992 contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, apoyado en su carisma y en su extracción popular, logra capitalizar a su favor el descontento social y la pobreza reinante, hasta llegar al poder en diciembre de 1998; inmediatamente se rodea de los militares que le apoyaron en su movimiento conspirativo y junto con elementos de la vieja izquierda (dentro de ellos el PCV) y organizaciones y elementos izquierdistas (muchos de ellos exguerilleros de los años 60 y 70), derrotados y excluidos de los factores de poder de los gobiernos anteriores, apoyado en una amplia popularidad, toma por asalto las instituciones y poderes del Estado con un objetivo central: desarrollar una “verdadera burguesía nacionalista», viejo anhelo de la izquierda del capital y de la pequeña burguesía izquierdista. Entonces, emprende un feroz ataque contra los sectores de la burguesía que se beneficiaron de los gobiernos anteriores, tratando de excluirlos de la vida económica, política y social, lo cual ha provocado la peor crisis política que ha vivido Venezuela desde comienzos del siglo pasado.

Pero también hay que integrar la injerencia de las potencias extranjeras en este conflicto (ver artículo relacionado en este número). Efectivamente, sobre todo en los últimos tres lustros (desde la desaparición de los bloques imperialistas en 1989) hemos venido evidenciando, los intentos de las potencias europeas y Japón también para disputarle el control casi hegemónico a los EU en América Latina mediante el coqueteo con las burguesías nacionales y regionales más contestatarias que a su vez buscan también la oportunidad para hacer valer sus propios intereses frente al Gran Padrino. Es precisamente este factor el que ha jugado fundamentalmente en las conmociones de los últimos años en Venezuela pues Chávez representa un factor de desestabilización en la región de El Caribe y Sudamérica al inclinarse peligrosamente hacia la colaboración “latinoamericanista” y “antiyanqui” sumándose a Cuba pero también proponiendo liderazgos regionales emergentes peligrosos ya que de inmediato e inevitablemente se subordinan ante los poderes enemigos de los EU; por ejemplo, ha promovido relaciones estrechas con Libia e Irak (parte del eje del mal), ni que decir del intenso cabildeo hecho por Chávez entre las potencias imperialistas hostiles al Policía del mundo. Es por ello, también, que las facciones burguesas de oposición con el apoyo evidente de los EEUU han implementado una serie de medidas para intentar sacar a Chávez del poder: paro empresarial de diciembre del 2001; golpe de Estado de abril del 2002, que mantuvo a Chávez fuera del poder por sólo 48 horas; paro petrolero de diciembre 2002-enero 2003. Después de fracasar en esos intentos, cambiaron la estrategia de pretender sacar a Chávez por la fuerza, y recurrieron a la figura del revocatorio presidencial, contemplado en la nueva constitución aprobada en 1999 por el chavismo para darle sustento jurídico a su “revolución”.

La perspectiva es mayores ataques para los trabajadores

El gobierno de Chávez, gobierno capitalista, es decir que se sustenta sobre la plusvalía extraída a la clase obrera, independientemente de su verborrea “revolucionaria” ha proseguido el camino de los gobiernos de Caldera y CAP, un ataque sistemático y sin cuartel a las condiciones de vida de la clase obrera: los “aumentos” de salarios no compensan la acelerada alza de los alimentos; los niveles de desempleo abierto se ubican en un 22%-25%, de una fuerza laboral de alrededor de 12 millones; de ésta, un 57%, es decir, cerca de 7 millones viven en el subempleo y en la llamada “economía informal”; a las cargas impositivas del Impuesto al Débito Bancario y del IVA (16%), hay que añadirle los niveles de inflación mas altos de América Latina (del 30% para este año) que devoran el salario de los trabajadores; cerca de un 85% de la población vive en condiciones de pobreza; el salario mínimo oficial de Bs. 321.235 (alrededor de 160 dólares), no llega a cubrir el costo de la canasta básica alimentaria de Bs. 545.361; el deterioro de los servicios públicos de salud, educación, transporte, etc. es inocultable, a pesar de las campañas mediáticas del gobierno; en fin, la pauperización de la sociedad se expresa a través de un crecimiento de la mendicidad infantil, la desnutrición y la prostitución juvenil.

La perspectiva es clara, el resultado del referéndum no cambiará en nada las condiciones para la clase obrera, al contrario; por ejemplo, ahora Chávez sustentará su “revolución” no sólo en un ataque ideológico contra la clase, sino en un ataque a sus condiciones de vida; su triunfo le dará carta blanca para acentuar los ataques contra los trabajadores, principalmente los empleados públicos, con el cuento de que “la embestida de los ricos requiere sacrificios para salir de las dificultades actuales”. La campaña, ahora relanzada como nunca, anuncia que “la democracia es la alternativa” a las dificultades del mundo. Ideólogos de las más variadas corrientes políticas pero con el denominador común de ser demócratas defensores del orden capitalista se regocijan por los “logros del pueblo venezolano”, de la “gran lección democrática de Venezuela” pero jamás dirán que los resultados de la gran campaña nacionalista y democrática orquestada apuntalan el reino de la burguesía pues aunque estos acontecimientos están marcados profundamente por los efectos de la descomposición social del capitalismo lo cierto es que el capital sabe aprovechar muy bien el aspecto de la campaña contra la conciencia de los obreros. En medio de este marasmo, la injerencia de las potencias imperialistas se suma como un elemento más que evidencia la utilización del proletariado y el resto de las capas no explotadoras como carne de cañón por parte de la burguesía. En adelante, los riesgos contra el proletariado siguen vigentes ya que si bien, por el momento, los EU aún lamiéndose las heridas hace un tímido reconocimiento al triunfo de Chávez, la realidad es que busca disimular su total intervención en los sucesos a la vez que se prepara, seguramente, para tomar la iniciativa en mejores condiciones.

El futuro depende de la lucha de los trabajadores

El proletariado es la única clase social que puede poner fin a la barbarie capitalista, sin embargo, para lograrlo debe recuperar su independencia, su solidaridad e identidad de clase; para ello, debe impedir que sus movilizaciones queden atrapadas en el interclasismo de las luchas del “pueblo” o los “ciudadanos”. Colocándose en su terreno de clase (de la lucha contra el desempleo, la defensa del salario) puede darle un sentido, un rumbo, a las luchas y manifestaciones de indignación que a diario muestran las otras capas sociales no explotadoras de la sociedad. Este es el reto que hoy tiene planteado el proletariado mundial, y en particular los trabajadores en Venezuela para no dejarse arrastrar por los cantos de sirena de la burguesía y en particular por los impulsores de la llamada “revolución bolivariana” que no es más que un proyecto capitalista promovido por un sector del capital nacional y nada tiene que ver con los intereses de la clase obrera, Esta ideología de izquierda e izquierdista tiene consecuencias nefastas para la clase obrera tal como hoy se vive en Venezuela.

Agosto del 2004/P, RR

1 [3]Ver nuestras tesis sobre la descomposición en RINT N° 62 y los números subsiguientes.

2 [4]Las convulsiones que se dieron en Perú con Fujimori, en Ecuador con Bucaram, y recientemente en Haití, Argentina y Bolivia, se inscriben dentro de la situación de caos creado por los efectos de la descomposición en América Latina y El Caribe.

Geografía: 

  • Venezuela [5]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Chavismo [6]

En México como en Europa el desmantelamiento de la Seguridad Social muestra la quiebra del capitalismo

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Este ataque masivo a la asistencia sanitaria necesita una respuesta masiva y unitaria del conjunto de la clase obrera (empleados, desempleados y jubilados); pero los sindicatos y sus cómplices izquierdistas y «altermundialistas» desvían la reflexión obrera sobre la quiebra del capitalismo hacia medidas ilusorias para «salvar la seguridad social». Este ataque frontal a la cobertura social significa que desaparece un nuevo sector del «Estado del bienestar» bajo los golpes de la crisis económica; pero nuestros defensores de la Seguridad social lanzan una y otra vez la misma mentira: «La Seguridad social es una conquista de la lucha obrera, ganada a finales de la II guerra». Frente a esta nueva falsificación de la historia que llevan a cabo el conjunto de fuerzas de la izquierda, izquierdistas y sindicatos, es necesario restablecer la verdad, apoyándose en una breve apreciación histórica del establecimiento de la asistencia social, y después del significado de la creación de la Seguridad social en 1945, desde el punto de vista de las necesidades del capitalismo. Esta reafirmación del análisis marxista, permite comprender que lo que pretende la burguesía blandiendo los oropeles de la Seguridad social, es ocultar al proletariado la quiebra histórica del «Estado del bienestar».

De la solidaridad política del proletariado a su encuadramiento ideológico por el Estado capitalista

Durante la segunda mitad del XIX, en la fase de desarrollo del capitalismo, el proletariado desarrolló sus propios «fondos de huelga» o «de socorro», sus mutualidades para los casos de enfermedad o despido, al principio para poder mantener la lucha por sus reivindicaciones (reducción de la jornada laboral, prohibición de la explotación de los niños y del trabajo de noche para las mujeres, etc.). Los sindicatos obreros, a menudo, gestionaban la práctica de esa solidaridad económica en el seno de la clase obrera. Pero esa solidaridad tenía un sentido político, ya que en el curso de las luchas por arrancar una mejora de sus condiciones de vida y reformas políticas, el proletariado se constituye en clase y plantea la perspectiva, cuando maduren las condiciones económicas, de la toma del poder político y la construcción de la sociedad comunista.

Con el desarrollo de la masacre de la Iª guerra mundial el capitalismo sella el fin de su expansión económica y su entrada en una fase de decadencia, que se caracteriza por una absorción de la sociedad civil por el Estado. La burguesía tiene que imponer su dominación de clase sobre el conjunto de la vida económica, social y política, y el Estado va a encargarse de eso.

Frente a este cambio de periodo, los sindicatos van a convertirse en una fuerza de encuadramiento de la clase obrera, al servicio del capital.

«El Estado mantiene las formas de organización de los obreros (sindicatos) para encuadrarlos y mistificarlos mejor. El sindicato se convierte en un engranaje del Estado, y como tal, se interesa por desarrollar la productividad, es decir, por aumentar la explotación del trabajo. El sindicato fue el órgano de defensa de los obreros mientras la lucha económica tuvo un sentido histórico. Vaciado de su contenido antiguo, el sindicato se convierte, sin cambiar de forma, en un instrumento de represión ideológica del capitalismo de Estado y de control sobre la fuerza de trabajo.» («Sobre el capitalismo de Estado», Internacionalismo 1952, retomado en la Revista Internacional nº 21, 2º trimestre 1980).

Así el Estado se apropia directamente, o por medio de su policía sindical, de los diferentes fondos de socorro y mutuas obreras y vacía de su contenido político la noción misma de solidaridad obrera.

«La burguesía retiró la solidaridad política de manos del proletariado para transferirla como solidaridad económica en manos del Estado. Al dividir el salario en una retribución directa por parte del patrón y una indirecta por parte del Estado, la burguesía ha consolidado la mistificación que consiste en presentar al Estado como órgano por encima de las clases, garante del interés común y de la seguridad social de la clase obrera...» ( Revista Internacional 115).

No solamente la burguesía hace aparecer al Estado como defensor de las clases trabajadoras, sino que la tentativa de organizar los primeros seguros sociales también tiene por objetivo encuadrar al proletariado.

En la década de 1920-30, lo que impulsa el proyecto de asistencia social es la voluntad de instaurar la paz social a través de la participación de los obreros en la gestión nacional, como señala el informe Cerinda: «En los consejos de administración de los seguros sociales se verán realizados el acercamiento y la colaboración fraternal de clases; asalariados y empresarios no defenderán intereses antagónicos; estarán unidos por un mismo pensamiento: combatir los dos grandes azotes de los trabajadores, la enfermedad y la miseria. Este contacto permanente preparará la asociación cada vez más estrecha del capital y del trabajo.» (citado por Bruno Palier, Gouverner la Sécurite sociale, ediciones PUF).

Década de los 40: la creación de la Seguridad social, una mistificación al servicio de la reconstrucción nacional

En el curso de la segunda carnicería mundial, la burguesía, consciente de los millones de víctimas que va a provocar el conflicto militar, y de las destrucciones y daños para la economía mundial, se aplica a dar una justificación moral a su propia barbarie.

«En un mensaje solemne al congreso pronunciado el 6 de Enero de 1941, el presidente Roosvelt fue el primero en dar una justificación moral al conflicto, asignándole esencialmente el objetivo de “liberar de la necesidad” a las masas. Ese movimiento culmina en mayo de 1944 con la declaración de Filadelfia de la Organización Internacional del Trabajo, por la que los países miembros hacen de la realización de una verdadera seguridad social un objetivo prioritario de la posguerra. En consecuencia, la seguridad social ocupa un lugar importante en los fines de guerra definidos por los Aliados.» (Bruno Valat, Histoirie de la Sécurité sociale, 1945-1967, Ed. Economica)

Desde 1941, Inglaterra pone en marcha el desarrollo de subsidios familiares y el “plan Beveridge” en 1942; en plena guerra, crea una cobertura social estatal para sostener el esfuerzo de guerra y la moral de las tropas. En Bélgica, es en 1944 cuando se crea un sistema obligatorio de seguridad colectiva bajo control del Estado, a lo largo de los años 50 el “Generalisimo” Franco puso en marcha en España el desarrollo de un raquítico Estado “social”, e incluso México, involucrado en esa dinámica, fortalece su fachada de “Economía mixta” constituyendo el IMSS en 1943.

En Francia, mientras una parte de la burguesía está en el gobierno de Vichy, la otra parte, en el exilio, con el general de Gaulle a su frente, retoma esta preocupación y declara en Abril de 1942 en un mensaje solemne a la resistencia: «La seguridad nacional y la seguridad social son para nosotros objetivos imperativos y conjugados» (Bruno Valat, Ídem).

Así, lejos de ser una victoria obrera, lo que explica el origen de la generalización de los sistemas de protección social es sobre todo la capacidad de la burguesía internacional para prever el encuadramiento del proletariado al final de la guerra con vistas al esfuerzo de reconstrucción. Los años de posguerra son terribles para las condiciones de vida del proletariado. Los salarios están bloqueados desde la guerra y la inflación es galopante, dopada por un mercado negro floreciente; las cartillas de racionamiento, que existen desde la ocupación, se mantienen hasta 1950, incluyendo la electricidad y la gasolina. La ración de pan, que es de 200 g. en el verano de 1947, sólo llega a 250 g. en Junio de 1948. A los bajos salarios y la penuria alimentaria se unen unas condiciones sanitarias deplorables y una demografía catastrófica. La mortalidad infantil en 1946 es de más del 84% y la población adolescente sufre raquitismo. Frente a esta situación, la burguesía sabe que no podrá reconstruir el capital nacional con una clase obrera tan debilitada, tanto más si se tienen en cuenta las pérdidas de vidas humanas de la guerra, que hacen que la mano de obra escasee. La creación de la Seguridad social y la asistencia médico-sanitaria es pues el medio de suministrar una fuerza de trabajo y mantenerla, conforme a las exigencias de la reconstrucción. A cambio de una sobreexplotación (la duración del trabajo semanal es de 44 h. en 1946 y 45 en 1947), el proletariado va a tener acceso a una cobertura social que le permita reconstruir su fuerza de trabajo. Pierre Laroque, alto funcionario francés encargado de poner en marcha la Seguridad social con la ordenanza del 4 de Octubre de 1945, es explícito respecto a sus objetivos, aunque envuelva la mercancía en un celofán humanista: «El objetivo era garantizar a la masa de trabajadores, empezando por los asalariados, una seguridad en el porvenir. Esto iba parejo con una transformación social e incluso económica: el esfuerzo que se les pedía para poner en marcha la economía había de tener una contrapartida».

Frente a las críticas de ciertos parlamentarios, que estiman demasiado importante el costo financiero de la Seguridad social, el socialista Daniel Mayer, ministro francés de trabajo en 1949, responde: «Todo industrial considera como normal y necesario consignar en sus gastos las sumas indispensables para el mantenimiento de su material. La Seguridad social, en gran medida, representa el mantenimiento del capital humano del país, que es tan necesario para los empresarios como las máquinas. En la medida en que la Seguridad social contribuye a conservar el capital humano, a desarrollar ese capital, aporta una ayuda a la economía que no habría que subestimar.» (Bruno Valat, Idem).

Podemos calibrar pues la mentira de los sindicatos de que la creación del “Seguro” es una conquista obrera; cuando esta “concesión” se hace en realidad al precio de una sobreexplotación sin medida de la fuerza de trabajo. Así, en 1950, la industria francesa casi ha igualado el nivel de producción de 1929. Como en 1936, los estalinistas (PCF), gracias a su implicación en el seno de la resistencia, van a jugar un papel determinante en el enrolamiento del proletariado para la reconstrucción. Varios ministros “comunistas” van a estar presentes en el gobierno del general de Gaulle, llamando al proletariado por boca de su líder Thorez, a “arremangarse” para reconstruir el país y denunciando la huelga como “el arma de los monopolios”; igualmente, la CGT tendrá el monopolio de la presidencia de las cajas de seguro social hasta1947.

El fin del Estado del bienestar

Si en los años que siguieron a la guerra, la Seguridad social va a ampliarse al conjunto de la población, desde el comienzo de los años 70, los primeros signos de la crisis económica hacen doblar las campanas por esas políticas sociales. La Seguridad social en sí no podía funcionar mas que en la medida en que el capitalismo podía garantizar el “pleno empleo”. El desarrollo del desempleo hace que los gastos sociales aumenten más rápido que el PIB. Frente a esta situación, la burguesía responde con medidas Keynesianas de relanzamiento del consumo, particularmente aumentando y creando nuevas prestaciones para familias sin recursos. Desde el punto de vista de la gestión del capitalismo, esas medidas van a aumentar de manera considerable los déficits públicos. De ahí en adelante, de 1975 hasta hoy, la burguesía no va a cesar de correr tras los déficits, destacando particularmente el famoso “agujero del Seguro”, que parece un pozo sin fondo, a pesar de los aumentos permanentes de las cotizaciones sociales y de las repetidas disminuciones de las prestaciones sociales. A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, los gobiernos sucesivos de derecha e izquierda van a hacer gala de un ingenio sin límites para inventar todo tipo de impuestos, que se acompañan de múltiples recortes sucesivos, tanto de las prestaciones sanitarias, como de las pensiones y los subsidios de desempleo. ¡El balance es inapelable! No sólo la clase obrera que aún tiene trabajo ve recortada una parte cada vez más importante de su salario para financiar los déficits y para pagar mutuas complementarias, sino que además el sistema de prestaciones se degrada, tomando en cuenta las reducciones de efectivos en el sector de la sanidad y los repetidos planes de austeridad. Para el resto de la clase obrera y de la población, la perspectiva es más pauperización y exclusión social.

Así, lejos de ser una conquista obrera, la Seguridad social es, al contrario, un órgano de encuadramiento estatal real. Como los sindicatos participan en la gestión de los seguros de enfermedad junto a los patronos, y también en la de las pensiones y los subsidios de desempleo, esa gestión paritaria genera la ilusión de que se puede hacer una política que va en el sentido de los intereses de los trabajadores ([1] [7]).

Más que nunca, los nuevos ataques a las prestaciones sanitaria significan la quiebra del capitalismo, el fin del Estado del bienestar y del mito de una cobertura social “de la cuna a la tumba”. Si los revolucionarios somos solidarios con nuestra clase frente a los ataques, tanto al salario directo como al salario social, al mismo tiempo denunciamos con virulencia el mito de una Seguridad social producto del Estado que estaría por encima de las clases sociales y velaría por el bienestar de los obreros. La preocupación del capitalismo en 1945 era tener una mano de obra con buena salud, para llevar a cabo la reconstrucción. En 2004, ante una reserva sin fin de mano de obra, el capitalismo tiene que sacrificar una parte creciente de proletarios para mantener a bajo coste el precio de la fuerza de trabajo, aunque sea a costa de dejar morir a los demás.

«No es necesario señalar que, si la sociedad socialista defiende al individuo contra la enfermedad o los riesgos de la existencia, sus objetivos no son los de la Seguridad social capitalista. Esta sólo tiene sentido en el cuadro de la explotación del trabajo humano y en función de ese cuadro; no es mas que un apéndice del sistema.» (Internationalisme 1952, Op cit, tomado de la Revista Internacional nº 21).

Donald /20-junio-04

1 [8]No sólo los sindicatos son un engranaje del Estado; además viven de forma parásita a expensas de la clase obrera. De hecho una de las razones por las que los sindicatos se aplican tanto a preservar su participación en la gestión de las prestaciones sociales, es que el Estado les entrega las subvenciones consecuentes para eso, gracias a las múltiples cotizaciones que pagan los obreros. «El maná del seguro de enfermedad también toma una forma contante y sonante. El conjunto de los participantes recibe créditos a título de gastos para la formación de administradores y de secretaría técnica, y además los sindicatos cobran fondos para la formación en cuestiones de Seguridad social. En 1994, según cifras del tesoro nacional, la CGT ha recibido 10 millones de francos, FO 9,9 millones, la CFDT 9,3 millones, la CGC 6,2 millones y la CFTC 5,6 millones (con cerca de 3 millones para la patronal). En total, de 1991 a 1994, la CNAM ha derivado 181,7 millones a los agentes sociales, sin gran control sobre su utilización...» (Les Echos, 28-06-1995).

Situación nacional: 

  • Situación económica [9]

Geografía: 

  • Mexico [10]

Movimiento piquetero en Argentina I

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Publicamos a continuación un artículo de los compañeros del Núcleo Comunista Internacional de Argentina que han elaborado unas Pautas Programáticas ([1] [11]) muy próximas a las posiciones de la CCI y desarrollan actualmente discusiones con nuestra organización y con el conjunto de la Izquierda Comunista en una perspectiva militante e internacionalista. Los compañeros nos enviaron un primer artículo sobre la “cruzada Axel” (ver RM 81) y ahora presentan un trabajo muy importante sobre el llamado “movimiento piquetero”. Este “movimiento” es presentado dentro del “movimiento antiglobalización” y en numerosos medios jóvenes como una “auténtica alternativa revolucionaria”. La realidad, como podrá percibirse a través de la argumentación rigurosa y contundente de los compañeros, es que es una alternativa de la burguesía contra el proletariado. Los obreros, los revolucionarios, no tenemos ninguna necesidad de engañarnos con falsas quimeras, con mitos exóticos de “revolucionarismo”, sino que hemos de mirar la realidad cara a cara, rompiendo con todos los tinglados con los que la burguesía intenta desviarnos de la defensa de nuestros intereses y de la lucha por la liberación de la humanidad del yugo cada vez más insufrible de la sociedad capitalista. Dado el interés del documento de los compañeros se publicará por partes por lo que la continuación del artículo aparecerá en el siguiente número de RM

Introducción

Luego de lo acontecido en Argentina el 19 y 20 de diciembre ([2] [12]), ha ocurrido un fenómeno que podemos denominarlo de “moda”, que ha sido impuesto por los medios masivos de comunicación, sea radio TV, diarios, etc., con relación a los piqueteros, o sea a los trabajadores desocupados.

Este hecho tampoco pasó desapercibido para las corrientes izquierdistas, sean de corte estalinista, trotskista, guevarista, etc., tanto en el plano nacional e internacional, como tampoco para grupos o tendencias del Medio Político Proletario, como los camaradas del Buró Internacional para un Partido Revolucionario (BIPR).

Los primeros se dedicaron a engañar al proletariado con falsas expectativas haciéndole creer que los objetivos y los métodos de lucha del movimiento “piquetero” contribuyen a hacerle avanzar en su lucha. Los segundos, como consecuencia de un análisis basado en premisas equivocadas, llegan a conclusiones equivocadas con relación a la naturaleza de los movimientos piqueteros en la Argentina.

La burguesía, agradecida, pues entre los disparates que se han proferido, algunos han llegado al absurdo de anunciar el nacimiento de un nuevo sujeto revolucionario: “el piquetero”, y los burgueses felices, ya que con dichos disparates desvían y desvirtúan las luchas obreras, y la consiguiente unidad de la clase obrera a nivel internacional, al descalificar a la clase obrera como UNICO SUJETO REVOLUCIONARIO, o al intentar colocar a la Argentina, o a los países periféricos como centro de irradiación de la revolución mundial en desmedro de la clase obrera de las naciones industrializadas.

Es por ello que la presente nota tiene por objetivo desmitificar el fenómeno piquetero, buceando en el interior o en “la cocina” de dichas corrientes, ver sus lados oscuros, sus miserias, que la mayoría de las corrientes de izquierda y algunas del Medio Político Proletario ocultan, con la excepción de la Corriente Comunista Internacional.

Desde las manzaneras de Chico Duhalde hasta las asambleas piqueteras

Podría pensarse que estas corrientes de desocupados se han iniciado en estos últimos 5 ó 6 años, cuando la miseria, la desocupación y el hambre arreciaban en las grandes barriadas del Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba, etc. Ello no es así: las corrientes piqueteras por más que éstas se nieguen a reconocerlo o intenten re-escribir la historia, tienen un origen diferente, y son las llamadas “Manzaneras”que comandaba la esposa del entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, en la década de los 90.

Las llamadas manzaneras cumplían una doble función, una similar a los llamados comités de “defensa de la revolución” que impuso en Cuba el régimen capitalista de estado de Fidel Castro, a los efectos de un control social y político y tejer la capacidad de movilización de las amplias capas desesperadas a favor de la fracción burguesa que representaba Duhalde; y, por otro lado las encargadas del reparto de los alimentos a los desocupados (un huevo y medio litro de leche diaria), ya que por ese entonces no existían planes de desempleo, subsidios, etc.

Pero a medida que los índices de desocupación aumentaban geométricamente, y los esfuerzos del gobierno nacional para apagar los “incendios”se hacían cada vez más complicados, debido a las masivas protestas de los desocupados, las manzaneras de Chiche Duhalde – la esposa del gobernador -, comienzan a desparecer de la escena, cosa no muy difícil de hacer ya que estas carecían de estructura orgánica y solamente respondían a las órdenes directas que emitía aquella. Poco a poco fueron reemplazadas por un ramillete de organizaciones que decían representar a los trabajadores desocupados, siendo la mayoría de éstos manejados, sea por la Iglesia Católica, las corrientes políticas izquierdistas, etc.

Cuando estallaron las primeras luchas de los desocupados, la mayoría de ellos antiguos obreros petroleros de las provincias patagónicas (Neuquen) y del norte argentino (Salta), una pequeña corriente dependiente del maoísta Partido Comunista Revolucionario, la llamada Corriente Clasista y Combativa, comienza a introducir en la agenda política el tema de los desocupados y, a pesar de su comienzo tímido, poco a poco comenzó a abrirse paso, y la brecha que abrió fue lo suficientemente grande para que tendencias antagónicas entre sí, como el trotskista Partido Obrero, pudiera conformar su propio aparato de desocupados - el Polo Obrero - y sucesivamente las demás corrientes.

Estas primeras organizaciones hicieron su bautismo de fuego en Buenos Aires, a nivel masivo, con los cortes de ruta sobre la estratégica ruta 3, que une Buenos Aires con el extremo Sur de la Patagonia, lejos quedaban pequeños cortes de rutas que eran rápidamente reprimidos por las fuerzas de seguridad.

Es así que los “planes trabajar” ([3] [13]), y los distintos subsidios que otorga el gobierno a los desocupados, y que son administrados u otorgados, sea por los consejos consultivos de las municipalidades, sea “arrancados” en las movilizaciones de desocupados controladas por organizaciones piqueteras, permitieron a la burguesía ejercer un control social y político de los desempleados a través de ellas, sean éstas de corte peronista, trotskista, guevarista, estalinista o sindical a través de la C.T.A.([4] [14]).

Estas corrientes comenzaron a esparcirse a través de las barriadas obreras duramente castigadas por la desocupación, el hambre y la marginación, y fueron aquellas las que comenzaron sea a través de encuestas de desocupados, o cuando aquellos se acercaban al local del movimiento de desocupados, sea por la existencia de un comedor, o de un merendero infantil, como las más diversas organizaciones comenzaron a tejer su estructura, y todo ello con el dinero del estado burgués.

A los adherentes, para poder recibir el subsidio y los bolsones de comida (5 Kg), se les exigía: movilizarse tras las banderas de la organización, participar en sus actos políticos si ésta poseía una estructura política, levantar la mano votando favorablemente las proposiciones de aquel grupo al cual “pertenecía” y, además, participar en las marchas, actos etc., organizados por la corriente correspondiente. El cumplimiento de estas obligaciones queda consignado en libretas y el que falla o emite opiniones de disconformidad corre el peligro de perder los míseros $150 pesos, o 50 dólares. Además, las organizaciones extraían de los desocupados un porcentaje o una suma fija de dinero en concepto de “cotización”, este dinero es para pagar rentados([5] [15]) de las corrientes, pagar locales en donde funcionan tanto la corriente de desocupados como el grupo político de quien depende la primera, etc. La entrega de esta cotización es de carácter obligatorio, y para tales fines, los llamados “referentes” de cada local barrial de los diversos movimientos de desocupados acompañaban a los desempleados al mismísimo banco en donde luego de cobrar, éstos últimos debían entregar el dinero.

La naturaleza burguesa del Movimiento piquetero

El año 2001 es el año de la mistificación piquetera y corrientes del medio político proletario como el BIPR([6] [16]) contagiadas de la propaganda izquierdista creyeron ver un nuevo sujeto revolucionario - el piquetero -, y a las asambleas que realizaban como embriones de soviets o de consejos obreros. Nada más lejano a la realidad, la posición de dicha corriente – BIPR - en nada se diferencia con las del trotskista Partido Obrero y su Polo Obrero, a pesar de las enormes diferencias que existen entre los camaradas del BIPR, que pertenecen al campo proletario  y dichas corrientes políticas que pertenecen al aparato político del capital.

En dicho año, previo a las jornadas interclasistas del 19 y 20 de diciembre, la llamada “asamblea piquetero” estaba dominada por el Polo Obrero, la maoísta Corriente Clasista y Combativa, y la Federación de Tierras, Vivienda y Hábitat. Hoy la primera da un apoyo crítico al gobierno burgués de Kirchner, y la segunda es de absoluta genuflexión ante la burguesía.

Las posiciones sustentadas en dichas asambleas, y las siguientes por venir, demostraron claramente la naturaleza de los diversos movimientos piqueteros, como aparatos al servicio del estado burgués. Dicha naturaleza no ha desaparecido posteriormente cuando se produjo la ruptura de la asamblea piquetera de La Matanza, entre el Polo Obrero y las otras dos corrientes, ocasionando la conformación del Bloque Piquetero.

Es necesario realizar una crítica a las posiciones adoptadas por algunas corrientes políticas con respecto al llamado “fenómeno piquetero”, el cual algunas puede estar cruzadas por posiciones oportunistas, como es el caso del BIPR, y otras por posiciones típicas del izquierdismo, como es el PO, y otras por posturas “semi-anarquistas” como es el caso del GCI. Es cierto que hay muchas más posiciones que es necesario analizar, pero consideramos éstas como las más importantes.

Las caracterizaciones que se le dan a los desocupados, o al “SUJETO PIQUETERO” como gusta decir el Partido Obrero, es de una inmensidad tal que ya en la publicación semanal del Partido Obrero, Prensa Obrera, en su editorial firmada por su “líder máximo” –Jorge Altamira – se afirma que: «El movimiento piquetero es la expresión histórica más profunda que ha producido el movimiento obrero argentino, por lo menos desde el Cordobazo..»([7] [17]) y, continúa expresando dicha nota: «...El movimiento piquetero es una fuerza de vanguardia, más si tenemos en cuenta en ella solamente a sus agrupamientos independientes de la burguesía, como el Bloque Piquetero nacional y la asamblea nacional de trabajadores» ([8] [18]).

Pero el editorial del Partido Obrero, demuestra lo correcto de la posición de la CCI como la que entonces defendimos, cuando calificaba los sucesos del 19 y 20 de diciembre como una revuelta interclasista, cuando expresa en la misma nota de Prensa Obrera que el objetivo del movimiento piquetero es convertirse en un movimiento de masas, entendido esto como de la masa de desocupados, de obreros activos y de todos los sectores medios que son empujados a la clase obrera y de los desposeídos. Es decir, y siguiendo el razonamiento dado por el P.O., la clase obrera debe insertarse en un amplio frente interclasista, y debe luchar no en su propio terreno sino en un campo que le es totalmente ajeno.

Así también en el XIIIº Congreso del Partido Obrero, en un párrafo sin desperdicio, da a entender cual es su posición, la cual para todos aquellos que piensen que hay diferencias entre el izquierdismo, o las corrientes piqueteras más mediatizadas y el estado burgués, podrán constatar claramente lo falso de dicha premisa, cuando se dice: «El que controla la comida de las masas controla a las masas...» ([9] [19]), o sea que a pesar de las declamaciones del P.O. por impedir que la burguesía controle a las masas al controlar los alimentos, plantea en realidad la misma actitud que la burguesía, es decir controlar los planes sociales, controlar los bolsones de comida, para poder así controlar a los desocupados. Esta actitud no es privativa del P.O., sino del conjunto y de la totalidad de las corrientes, grupos y /o agrupaciones piqueteras.

Pero también en el informe del XIIIº Congreso del PO, se denuncia algo que sirve para desmitificar a los movimientos de desocupados, cuando dicen: «El Movimiento Teresa Rodríguez acaba de aceptar un préstamo del Banco Mundial (...) una de las fracciones del Bloque piquetero acepta préstamos de entidades privadas para construir carpinterías, comedores...»([10] [20]). Ello no es novedad alguna. Todas las corrientes aceptan préstamos bancarios, donaciones de la burguesía, como es el caso reciente del Movimiento Territorial de Liberación, ligado al Partido Comunista Argentino, que ha aceptado un millonario crédito del Banco Ciudad para la construcción de “viviendas populares”.

Estos pequeños ejemplos sirven para demostrar que los movimientos de desocupados que han ocupado los medios masivos de comunicación, sea en el plano nacional como internacional, y que llevó al imaginario de la pequeña burguesía radicalizada a pensar en el inicio de “una revolución”, de la existencia de “consejos obreros”, etc., es una falacia absoluta.

Prueba de ello son las resoluciones políticas que emanan de las llamadas Asambleas Nacionales de Trabajadores Ocupados, Desocupados, Jubilados, que aglutina al Bloque Piquetero ( Polo Obrero, Movimiento Teresa Rodríguez, CUBa, etc.) en las distintas Asambleas Nacionales de Trabajadores (ANT), y especialmente la VIª, en donde se plantea la necesidad de un frente único que abarque a los trabajadores ocupados, desocupados, pequeña burguesía, etc., todo ello en consonancia con los constantes actos públicos que dichas organizaciones realizan con federaciones patronales, y como surge asimismo de las citas transcriptas más arriba.

Pero volviendo atrás es un despropósito las manifestaciones vertidas por el P.O. al considerar que el movimiento piquetero es el hecho más significativo del movimiento obrero desde el Cordobazo, ya que éste último así como también las luchas de carácter netamente obreras que tuvieron lugar en aquellos días no fue una rebelión popular o de neto corte o tinte interclasista, todo lo contrario, fueron combates obreros que desarrollaron comités obreros, que tuvieron a su cargo las más diversas funciones, como comités de defensa, solidaridad, etc.

Los errores del BIPR ante el Movimiento piquetero

Existe asimismo una analogía en las posiciones de las corrientes piqueteras con el BIPR, producto esencialmente de las erróneas tesis elaboradas por esta fuerza del Medio Político Proletario, que plantea un carácter más revolucionario a las naciones periféricas en detrimento de las más desarrolladas cuando expresan que: «...que la opresión y represión política..., lleva a una potencial radicalización de la conciencia en los países periféricos»([11] [21]). Dicha posición llevó al BIPR a considerar erróneamente los sucesos del 19 y 20 de diciembre como una lucha proletaria y no como en realidad ha sido un levantamiento interclasista.

Pero la analogía no concluye aquí, la VIª ANT hace un llamamiento a la “unidad socialista de América latina”, y un grupo integrante del BIPR, el Círculo Comunista Internacionalista ([12] [22]), plantea en una nota: «por la organización de las masas proletarias latinoamericanas» ([13] [23]).

El planteo indicado en los dos últimos párrafos tiene una simetría, a pesar de la diferencia existente entre el P.O. y sus socios izquierdistas del Bloque piquetero, y dicha analogía hay que buscarla en la subestimación que ambas organizaciones realizan al proletariado de los países avanzados.

La consigna lanzada en la VIª Asamblea Nacional de Trabajadores en el año 2004 en Argentina, al igual que los camaradas del Buró Internacional por un Partido Revolucionario en sus tesis, emiten declaraciones de neto tinte nacionalista, ya que no existe diferencia alguna entre el apartado intitulado “La ruta de la insurrección boliviana y el proceso de rebelión de los pueblos latinoamericanos” que plantea: «… por un gobierno de los trabajadores y el pueblo, ni ALCA ni MERCOSUR, por la unidad socialista revolucionaria de América latina…»([14] [24]), y la emitida por el Círculo Comunista Internacionalista cuando expresa, en consonancia y en forma homogénea con las posiciones políticas del BIPR: “por la organización de las masas proletarias latinoamericanas.”

Estas declaraciones generan una división artificial entre los trabajadores del mundo. No existe diferencia alguna entre los trabajadores de América Latina y de los países periféricos, con los de las naciones capitalistas más avanzadas, todos somos uno, todos tenemos el mismo enemigo - el capitalismo -, y para que la revolución proletaria triunfe ésta, indefectiblemente, debe tener un carácter mundial, no existen ni las excepciones nacionales ni regionales, el sólo hecho de plantear dicha consiga significa pura y llanamente una división artificial de la clase productora, en beneficio de los explotadores del trabajo obrero.

Pero las similitudes no acaban solamente con respecto a este punto. Todo lo contrario, leer las declaraciones del Bloque Piquetero y sus resoluciones en la VIª ANT, es como leer asimismo las posiciones que expresan lamentablemente los camaradas del BIPR. Veamos las mismas:

El Buró Internacional por un Partido Revolucionario plantea: «... La Argentina se ha revelado como uno de los eslabones más débiles de la cadena del capitalismo internacional, demostrando de manera elocuente el fracaso de las recetas monetaristas llevadas a cabo adelante ante todo por el imperialismo USA y su brazo armado el FMI. La furibunda explotación de la clase trabajadora argentina, la rapiña de los ahorros de tantos trabajadores y pequeño burgueses»([15] [25]).

Esta declaración publicada en enero de 2002 en el sitio web del BIPR, pudo haber sido fácilmente adoptada por la VIª ANT dominada por los partidos izquierdistas, que son si utilizamos el lenguaje de los camaradas del BIPR el “brazo izquierdo de la burguesía”, pero lo expresado en las resoluciones y en la convocatoria a la VIª ANT no se alejan en nada del espíritu de lo dicho en el párrafo precedente, lo cual puede ser un motivo de “satisfacción” para el BIPR, cuando dicen: «…llamamos a romper con el FMI, fijando la estrategia del gobierno de los trabajadores y nos pronunciamos por la independencia y la lucha frente a la burguesía y su gobierno». Continúa manifestando: «... establecimos una agenda de lucha real fundada en un pliego de reclamos. Este pliego planteó el aumento general de salarios del 50%, un salario mínimo equivalente a la canasta familiar, la extensión de los planes de empleo a todos los desocupados,… la creación de puestos de trabajo mediante la anulación de la flexibilidad laboral, la reducción de la jornada horaria y planes masivos de viviendas populares y obras públicas (…), ruptura con el FMI, desconocimiento de la deuda externa, nacionalización de la banca y expropiación de las empresas vaciadas, sin pago…»([16] [26]).

Estas manifestaciones están motivadas por dos hechos totalmente diferentes, los camaradas del BIRP no toman en consideración que la sobreproducción mundial que acompaña la crisis del capitalismo, particularmente en su época de decadencia, lanza a una parte creciente de la clase trabajadora fuera del proceso productivo. Es por lo tanto fundamental para una organización revolucionaria que busca intervenir en la clase trabajadora, el clarificar y comprender todo el problema del desempleo dentro de la lucha de clases ([17] [27]).

Asimismo, las identidades que intentan establecer tanto el BIPR y las declaraciones políticas del ANT acerca de la pequeña burguesía, como capas sociales “agredidas” por el imperialismo, y que por ende son aliados del proletariado implica necesariamente desconocer las diferencias sociológicas de la pequeña burguesía, es decir su procedencia y su objetivo, así también, esta capa social lleva consigo la ideología de la burguesía con lo cual se intenta infectar al proletariado.

Cabe destacar que no se ha tomado en consideración, con excepción de la CCI, que el capitalismo mundial se halla en una fase de descomposición, y Argentina no constituye ninguna excepción, por lo que es correcto lo planteado que: “…el hecho de que partes significativas del proletariado hayan sido arrastradas en estas revueltas es de gran importancia, porque marca una pérdida profunda de la autonomía de clase. En vez de verse como proletarios con sus propios intereses obreros en Bolivia y Argentina, se ven a sí mismos como ciudadanos compartiendo intereses comunes con la pequeña burguesía y las capas no explotadoras”([18] [28]). Pero también cabe afirmar que este hecho se produce fundamentalmente tal como rezan las Tesis sobre la Descomposición del capitalismo ([19] [29]), dado que ideologías extrañas al proletariado han sido inyectadas en las venas de los trabajadores desocupados: como nacionalismo, la “patria grande latinoamericana” y una dosis de socialismo, eso sí todo bajo el paraguas de un gobierno obrero y popular, que no es más que una reedición remozada del burgués PT de Lula.

Un censor podrá criticarnos diciéndonos que está bien, que esa es la posición de las direcciones de los movimientos y organizaciones piqueteras, pero que lo que importa es la dinámica del proceso o del fenómeno piquetero, sus luchas, sus movilizaciones, sus iniciativas. La respuesta es sencilla. A quienes nos censuren de esta manera debemos responderles al igual que lo hicimos con el BIPR con relación a la crítica que en Revolución Comunista nº 2 ([20] [30]), se realizó con relación a sus posiciones relativas al “Argentinazo” del 19 y 20 de diciembre: que las posturas que aquella corriente adoptó son simples deseos de carácter idealista. Las organizaciones piqueteras son sus líderes, sus jefes, nada más. El resto, los piqueteros con rostros cubiertos quemando neumáticos, son prisioneros de los $150 mensuales y de 5 Kg. de alimentos que el Estado burgués les otorga vía las organizaciones.

Y, como se dijo más arriba, todo ello debe ser realizado so pena de perder dichos “beneficios”. En síntesis: las corrientes piqueteras no significan en absoluto desarrollo de la conciencia, todo lo contrario es retaso en la conciencia obrera, ya que aquellos imprimen una ideología ajena a la clase obrera. Asimismo lo expresado por el P.O. de que quien maneja la comida maneja la conciencia, hace mención a una posición de la burguesía, a su lógica perversa que solamente puede llevar a la derrota de la clase obrera y de los desocupados, ya que la función del izquierdismo es eso: DERROTA DE LA CLASE OBRERA, Y LA PERDIDA DE LA AUTONOMIA DE CLASE, por más consignas “revolucionarias” que puedan adoptar.

Julio del 2004/NCI

Continuará...

1 [31]Ver www.geocities.com/ncomunistainternacional/ [32]

2 [33]Se refiere a las revueltas interclasistas que tuvieron lugar en esas fechas del año 2001. Ver Revista Internacional nº 109 el artículo “Revueltas populares en Argentina” y también en el número 117 “Revueltas populares en América Latina”.

3 [34]Planes Trabajar: “Ayudas a desocupados” disfrazadas de planes de empleo organizadas por el Estado argentino.

4 [35]Central de los Trabajadores Argentinos.

5 [36]Liberados, es decir, burócratas que trabajan para la organización.

6 [37]BIPR: Buró Internacional por el Partido Revolucionario, organización proletaria. Para ver sus posiciones se puede consultar: https://www.internazionalisti.it/BIPR/spagnolo/plataforma.htm [38]

7 [39]Prensa Obrera nº 832, 7-1-04. “Piqueteros: de vanguardia de la lucha a movimiento de masas”.

8 [40]Ídem anterior.

9 [41]Informe XIIIº Congreso del Partido Obrero.

10 [42]Ídem anterior

11 [43]“Tesis de la táctica comunista en los países periféricos” (ver sitio web www.ibrp.org [44]).

12 [45]Ver https://www.internazionalisti.it/BIPR/spagnolo/circulo/circulo.htm [46]

13 [47]“El proletariado Argentino se ha erguido” (sito web www.ibrp.org [44])

14 [48]ANT: ver sitio web PO – www.po.org.ar [49]

15 [50]Ídem nº 6.

16 [51]Resolución Política VIª ANT .

17 [52]Revista Internacional nº 14: “Desempleo y Lucha de clases”.

18 [53]Revista Internacional nº 117

19 [54]Ver Revista Internacional nº62.

20 [55]Ver www.geocities.com/ncomunistainternacional [56]

Situación nacional: 

  • Argentina [57]
  • Movimiento piqueteros [58]

Pensiones y jubilaciones en el IMSS: Patrones, Sindicato y gobierno, unidos para golpear a los trabajadores

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Pero en realidad estas medidas impuestas son apenas la preparación del golpe que tomará dimensiones superiores –como amenaza Sojo, el coordinador del gobierno de las políticas públicas– al aplicarlo a otros sectores de trabajadores (como ya se ve venir a través de la “ley del ISSSTE”). De manera que el problema no puede esconderse en los embustes legaloides que centran la atención en la “modificación jurídica” al contrato colectivo y a los procedimientos constitucionales, como sindicatos y el aparato de izquierda del capital lloriquean, la verdadera agresión se encuentra en la afectación a las condición de jubilación de un sector y la preparación de ese mismo mecanismo para generalizarlo hacia el resto de la clase. Pero, si el avance de las medidas han podido pasar hasta ahora, es justamente porque la potencialidad de la fuerza contenida en el descontento de los trabajadores fue desviada y contenida por el sindicato. Por eso para que los trabajadores puedan enfrentar la cascada de ataques que se han iniciado, no basta con desatar movilizaciones ciegas y desesperadas como lo induce la estructura sindical, de seguir ese camino lo único que lograrán es potenciar la magnitud de la derrota. Los “plantones”, cierres de calles y “megamarchas” que el sindicato impone (en donde lo más importante para un trabajador es “pasar lista” para evitar represalias del sindicato), sólo han desgastado e impedido el desarrollo de la reflexión, y por tanto impide la organización autónoma y la extensión de la lucha. En este momento se hace necesario sacar las lecciones de los acontecimientos que se han sucedido, no sólo por parte de los trabajadores del IMSS, sino por el conjunto de la clase, atendiendo los aspectos en los que hasta ahora se ha centrado la maniobra. Se precisa tener en claro que estas medidas buscan extenderse hacia el resto de los asalariados, pero, para evitar que el descontento confluya, no sólo se confunde llamando a unos los “privilegiados” y a otros las “víctimas” de éstos (o separando jóvenes y viejos, parados y activos...), sino además se busca extender la desmoralización y dar la “lección” de que ante los ataques del capital nada se puede hacer. Por ello para poder concretar una verdadera respuesta a estos golpes, se vuelve indispensable comprender que la “radicalidad” que el sindicato pretende mostrar, no es sino un maquillaje que le permite ganar la confianza de los trabajadores y así cumplir mejor su labor de sabotaje. ¿Es que se puede encontrar una diferencia entre la estructura sindical de la CTM y la UNT?

Es evidente que para lograr culminar con su ataque, la clase dominante necesita no sólo hacer creíble su campaña sobre el hecho de que los trabajadores son los causantes de las dificultades económicas de la institución médica y los responsables directos del mal servicio que ofrecen, y convencer que estos son sujetos “privilegiados” que se apropian de las cotizaciones del resto de los asalariados inscritos al IMSS, sino además, y ante todo, requiere reforzar el dominio que los sindicatos mantienen sobre los trabajadores, para poder imponer movilizaciones huecas que desgasten, desvíen aún más el descontento y generalicen la desmoralización.

Ante la agudización de la crisis la burguesía se unifica para golpear a la clase obrera

Pese a que la burguesía en la región desde hace tiempo se encuentra fracturada (cómo se puede ejemplificar con los enfrentamientos entre sus diferentes fracciones, presentes no sólo entre partidos, sino incluso en sus interior, ha encontrado un punto que le permite alcanzar un acuerdo: el incrementar el peso de la crisis en las espaldas del proletariado. Toda la burguesía, aunque use diversos tonos para describirlo, mantiene acuerdo en que la crisis que azota al sistema capitalista requiere del uso de mecanismos que permitan un “respiro” de la economía; y la “salida” que la clase dominante encuentra (en México como en el resto del planeta; véase en este mismo número el artículo sobre el des­mantelamiento de la seguridad social) es la disminución, e incluso la eliminación, de los servicios que se presentan como parte del salario, en particular, lo referente a los servicios médicos, así como a las pensiones y jubilaciones, lo que en los hechos significa la degradación directa de los salarios.

Estos gastos “sociales”, son en realidad parte del salario, en tanto son porcentajes de la plusvalía retenida por el Estado y retornada en forma de servicios a los trabajadores; y aunque fueron utilizados en su momento para cumplir las necesidades del capital, centrados fundamentalmente en asegurar la salud de la masa de asalariados y afirmar el control de los trabajadores a través del dominio sindical, el peso de la crisis hace que hoy se le presenten como un lastre, por lo que desesperadamente busca eliminarlos, aún y cuando tenga que deshacerse de la careta benefactora, mostrando, sin ningún velo ya, su rostro y su práctica salvaje, arreciando los ataques contra las condiciones de vida de la clase obrera... No es nada extraño que en México, el IMSS, se formara en la década de los 40, justo en la aceleración del proceso de industrialización de la región, durante la llamada “sustitución de importaciones” (posibilitada por la guerra y la reconstrucción), y en el marco de la “tregua” entre el sindicato y Estado, que significó la prohibición de la huelga y el congelamiento de los salarios([1] [59]), y menos extraño es que estas “reformas de segunda generación”, que tienen en su base la intensificación de los niveles de explotación, requieran, para ser implementadas, de una actividad de sabotaje abierta por parte del sindicato, que es a fin de cuentas, el bastión permanente que la burguesía mantiene dentro de las filas proletarias. No hay que olvidar que son estas mismas reformas las que el SNTSS venía promoviendo desde el 2003 y si hoy éste (junto con partidos de la burguesía como el PRD y sectores del PRI) se presenta como defensor de los trabajadores es por la existencia de fracturas internas en la clase dominante que los lleva a usar su “disidencia” como medio de presión, sin embargo cuando se trata de comprimir las condiciones de vida obrera y someter el descontento mantienen un acuerdo, por eso la “radicalidad” de Galina o Hernández Juárez, no son sino el complemento del ataque...

Se ha perdido una batalla, pero la guerra continúa

La incipiente combatividad que en octubre del 2003 mostraban los trabajadores del IMSS ante el anuncio de la aplicación de la “reforma”, fue rápi­damente “atendida” por el SNTSS, esterilizando el coraje y saboteando los intentos de los trabajadores por tomar en sus manos la lucha. El Congreso sindical, que es presentado por el izquierdismo y el “sindicalismo de base” como un momento de triunfo, fue en realidad el momento en que el sindicato sometió y disciplinó el descontento al encajarlo en una dinámica sin salida, anulando la disposición de combate que había. Cuando los trabajadores iniciaban con muchas dificultades el trabajo de reflexión y de organización por encima (e incluso en contra) del sindicato, se sabotea su accionar al anunciar al Congreso extraordinario y promoverlo como un verdadero lugar de discusión colectiva. Es este momento en que la trampa sindical empieza a madurar, porque, pese a que las disposiciones presentadas por la dirección sindical son votadas en contra en ese congreso, y muchos trabajadores se alegraban de que “habían detenido a Galina”, en realidad es el sindicato el que avanzó, ganando mucho más que una votación, ganó la confianza de los trabajadores de que es posible luchar en (y tras) el sindicato. Esto, por supuesto, posibilitó que su labor de sabotaje encontrara el camino fácil para impedir que los trabajadores tomaran en sus manos la lucha y la extendieran hacia otros sectores.

En este momento pese a la verborrea radical de la estructura sindical (ante el SNTSS, como el conjunto de sindicatos asociados en la UNT), su práctica muestra que buscan hacer que el golpe asestado no tenga la posibilidad de ser revertido y más aún que la desmoralización se extienda hacia el resto de la clase y facilite el camino a la generalización del ataque. Si bien los trabajadores deben ser claros que esta batalla se ha perdido por el momento, es necesario también sacar las lecciones, porque el combate continúa y los pasos que habrán de seguirse dando tendrán que tomar en cuenta los errores que se han cometido para no volver a tenerlos. Es esencial que la reflexión de los trabajadores tome en consideración que mientras el sindicato controle su descontento, las potencialidades de los trabajadores será anulada, porque es la combatividad y la conciencia lo que el sindicato siempre temerá. Es natural que luego de asestar un golpe de esta magnitud la clase dominante busque extender la confusión empujando la formación de nuevas estructuras sindicales (de “base”, asamblearios, o frentes) previniéndose de los relevos que atrapen a aquellos trabajadores a los que no lograron convencer las acciones del sindicalismo oficial... esa verborrea radical y las amenazas de movilizaciones masivas no tienen más objetivo que maquillar su accionar de saboteadores. La misma huelga, que es indudablemente una importante expresión de la lucha de la clase, si es empujada y controlada por el sindicato a lo único a lo que puede llevar es a una derrota grandilocuente que la burguesía sabrá usar como “lección” en contra del proletariado. Por ello ante la dinámica del sindicato (por más radical que se presente) que pretende envolver en una lucha en “defensa del IMSS”, es necesario imponer como bandera de lucha la defensa de las condiciones de vida, y ante todo empujar a la reflexión colectiva a través de Asambleas Generales, teniendo en claro que la verdadera fuerza del proletariado se encuentra en su actuación masiva y consciente... La derrota a la que hasta ahora el sindicato ha llevado a los trabajadores, es tan sólo una batalla perdida de la que se deberá sacar las lecciones necesarias que permitan recobrar fuerzas para la continuación del combate en mejoras condiciones.

Cloe/11-agosto-04

1 [60]Cualquiera que cuente con la mínima voluntad de entender la historia notará que la “seguridad social” tan pregonada como un “logro de la lucha”, se impone justamente cuando hay un profundo retraso en el desarrollo de la lucha de clases.

Situación nacional: 

  • Mexico [61]
  • Situación económica [9]

América Latina: Desde el siglo XIX, patio trasero del imperialismo norteamericano

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La guerra de independencia de los EUA, que culminara en las últimas décadas del siglo XVIII, indudablemente ayudó a la cohesión de la nueva clase burguesa norteamericana, a la definición del Estado nación, y por tanto, a la aceleración del paso en el desarrollo capitalista. Es la consolidación del modo capitalista de producción, y con ello la necesidad de la extensión del mercado, lo que conlleva a que la burguesía norteamericana perciba como enemigos a vencer (tanto en el terreno económico, como en el político-militar) a las potencias colonialistas europeas, presentes como fuerzas dominantes, en ese entonces, en el continente Americano. Es en este contexto de la dinámica capitalista que EUA plantea la doctrina Monroe (1823), con la que prepara el argumento diplomático para respaldar a los procesos de independencia de los Estados latinoamericanos, pero en los hechos, será una amenaza a los viejos colonizadores, en tanto que, con la declaración: “América para los americanos”, la burguesía norteamericana define al continente americano como territorio de su dominio, marcando desde entonces a América Latina (AL) como su “patio trasero”.

Es evidente que el dominio de los EUA en el continente, se debe, a las dificultades económicas presentes en AL, que impidieron que la dinámica de acumulación se condujera con la misma velocidad y características presentes en el norte, pero además, hay que señalar, que ese retraso tiene que ver con las diversas dificultades políticas, que impedían la cohesión de la burguesía y la conformación de un proyecto que permitiera la consolidación de los Estados-nación latinoamericanos. Tal era el grado de dispersión que, todavía a mediados del siglo XIX, en gran parte del territorio latinoamericano existían conflictos internos que desgarraban el tejido social e impedían que el sistema capitalista pudiera avanzar destruyendo los vestigios de las formas antiguas de producción. En la comprensión del retraso que provocan esos conflictos en el desarrollo de la historia, Engels (siguiendo la misma idea expuesta por Marx en “Revista Comunista” nº 1, Londres-1847) en su texto “Los Movimientos revolucionarios de 1847”, escribe: “Hemos presenciado también, con la debida satisfacción, la derrota de México por los Estados Unidos. También esto representa un avance. Pues cuando un país embrollado hasta allí en sus propios negocios, perpetuamente desgarrado por guerras civiles y sin salida alguna para su desarrollo (...) cuando este país se ve arrastrado forzosamente al progreso histórico, no tenemos más remedio que considerarlo como un paso dado hacia adelante. En interés de su propio desarrollo, convenía que México cayese bajo la tutela de los Estados Unidos...”

“Política del gran garrote”: expresión de la decadencia capitalista

Así pues, el desarrollo capitalista de Norteamérica y el retraso del resto del continente posibilita que desde la fase expansiva del capitalismo([1] [62]) se afirmen los lazos de dominio del Tío Sam. De esta manera, para fines del siglo XIX, los EUA ya habían ampliado su extensión territorial a través de la invasión militar del territorio mexicano, y afirmado el dominio de Puerto Rico y Cuba con el tratado de París (1898)... sin duda, esta tendencia es reforzada cuando el sistema capitalista entra en su fase de decadencia, la cual va definiéndose en las primeras décadas del siglo XX. Es en esa tendencia que, para justificar su derecho de invadir los territorios latinoamericanos en los que considere está en peligro la propiedad de ciudadanos norteamericanos, aplica el “corolario Roosevelt” (1904), exponiendo así, de forma cada vez más abierta su actitud amenazadora y belicista, que se confirma en la extensión de su dominio económico y militar, por ejemplo en Panamá y su canal interoceánico.

De manera que si los EUA quedaron fuera de la primera carnicería imperialista iniciada en 1914, en cambio, terminaron de consolidar su poderío en toda América. Es con su participación en la segunda guerra cuando su poder puede ampliarse a nivel mundial, fortificando su dominio en el accionar del bloque occidental, que se expresa en la llamada “guerra fría”. En esta fase de las pugnas imperialistas concentradas en la lucha de bloques (EUA-URSS), la vigilancia y la actitud de agresión hacia sus “aliados”, los “pequeños imperialistas” latinoamericanos, no deja de exponerse, de manera que vigila con especial atención el que fuerzas imperialistas del bloque opositor (URSS) no se entrometan en el continente([2] [63]), es en esa vertiente que da forma a la Organización de los Estados Americanos (OEA), a programas como la “Alianza para el progreso”, pero también la estructuración de la “Escuela para las Américas” (fundada en 1946 en Panamá para el entrenamiento militar y de “enseñanza” de la tortura a soldados latinoamericanos), las incursiones militares, entre otras: Guatemala (1954), Dominicana (1965), Granada (1983)... sin olvidar, por supuesto, la larga lista de golpes de Estado comandados por los EUA en los países del sur de América durante los años 70. Pero si estas acciones eran justificadas por los EUA aduciendo el “peligro del bloque soviético”, cuando éste bloque se desploma, el nuevo “orden de paz” que auguraban, no llegó en AL, ni en el resto del mundo.

Plan Colombia: el Tío Sam, refrenda su poder en AL

La caída del bloque estalinista, a diferencia de lo difundido por la burguesía, no trajo el “reino de la paz”, por el contrario, la pérdida de argumentos para aglutinar a las fuerzas imperialistas en un bloque, hace prevalecer la tendencia del enfrentamiento continúo entre todos, sin tener un marco duradero para la cohesión. En este “nuevo orden” el liderazgo de los EUA, ha sido cuestionado y presionado por las diversas fuerzas imperialistas, al grado que han logrado tomar presencia en AL, “osando” violar el patio trasero del Tío Sam. Así desde la caída del bloque del Este se han visto proliferar expresiones anti-EUA dentro de la misma burguesía de AL; no sólo ha sido Fujimori y su apertura al imperialismo japonés, en el mismo sentido se encuentra la aparición del EZLN (sostenido por diversas fuerzas imperialistas de Europa), el apuntalamiento que el mismo capital europeo ha hecho de Cuba, y en los últimos tiempos H. Chávez de Venezuela, se ha convertido en un problema para los EUA, no porque su gobierno ponga en cuestión las relaciones de producción capitalistas, sino porque se convierte en cabeza de playa por la que pueden intervenir fuerzas imperialistas que rivalizan con los EUA.

Ante la amenaza continua de sus rivales imperialistas, los EUA pretenden recobrar su liderazgo mediante golpes de mano, como lo muestra su accionar en Irak, y aunque AL no guarda el mismo nivel de conflicto, de estrategia política, militar o económica como el medio oriente, y no requiere, por tanto, acciones de la misma magnitud, no deja de ser considerada la necesidad de reforzar su dominio. Por ello con el llamado Plan Colombia (Pl-Co,([3] [64])) pretende refrendar su dominio en el conjunto del continente.

Así, teniendo como pretexto el combate al narcotráfico y a la guerrilla colombiana (que vienen saliéndose de su control y abriendo pautas para el apoyo o intervención del capital europeo), el gobierno de los EUA ha implementado un proceso de militarización, con el que de paso “recordará” a la burguesía de la región cuál es la alineación política que debe seguir, porque esta presencia militar es una amenaza viva para las expresiones anti-EUA... Si bien no puede poner en acción a una gran cantidad de efectivos militares (sólo ha destacado, oficialmente, a 500 soldados), en tanto se encuentra clavada su atención y el uso del mayor número de sus fuerzas militares en el medio oriente, en cambio, utiliza a militares de Colombia, Ecuador, Perú y Panamá, en una unidad militar que busca mantener bajo control el cono sur, abriendo el cerco a partir de Colombia.

Este proyecto militar, evidentemente expresa la desesperación del capital norteamericano por recuperar el terreno perdido (o en peligro de serlo), pero sobre todo expone la barbarie a la que el capitalismo ha llegado, porque no sólo se activan bombardeos de poblaciones civiles (en niveles tal vez mayores a los realizados en El Salvador, durante su enfrentamiento con la guerrilla en los 80), sino que se llevan a cabo “fumigaciones” para eliminar los cultivos de la coca y amapola con productos químicos de alta nocividad([4] [65]), y ha llevado al desplazamiento de una numerosa masa de población, que ve agudizado con ello su proceso de pauperización.

La aplicación del Pl-Co, lleva una dinámica relativamente lenta, pero continua, que no se ha detenido a las impugnaciones que fuerzas imperialistas europeas han hecho de éste: en octubre del 2000, el vocero de la Unión Europea (UE), Renaud Vignal, en una abierta critica al proyecto norteamericano decía: “El plan Colombia no es mi plan... La expresión del gobierno francés y de la UE sobre el plan Colombia, es que no es nuestro asunto”. De la misma forma en la II Cumbre América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALCUE, 2002), en forma “sutil”, las fuerzas imperialistas europeas externaban su crítica al Pl-Co, llamando a la “solución negociada”. Ante esto, los EUA se han alertado, por lo que se adelantan a cubrir los flancos que pueden ser motivo de duda a su proyecto o de descontento en las filas de la burguesía latinoamericana. De manera que es en la misma III ALCUE (mayo-04), aún sin estar presente el gobierno de los EUA, hace notar su presencia por el anuncio de que el gobierno mexicano (que tradicionalmente ha cumplido el papel de su “hombre de confianza” en AL) establecerá un acercamiento con sectores de la guerrilla colombiana, fundamentalmente con el ELN para negociar el desarme (y no con las FARC, que han tenido mayor cercanía con la UE, al grado que cuando se llevan la mesa de diálogo, en el 2000: gobierno-FARC, la UE está de acuerdo en discutir con la guerrilla el uso de su apoyo financiero), lo que permite anular algunas fuerzas que se han dispersado de su control, pero al mismo tiempo prepara el terreno para un mejor desarrollo de su aventura militar.

Siendo AL el territorio tradicionalmente controlado políticamente por los EUA, requiere, para que así continúe, un reforzamiento de las medidas militares que paren “las posiciones radicales <que alimentan> sentimientos antiestadounidenses”, como lo ha señalado el informe (marzo-04) del militar J. Hill, jefe del Comando Sur.

De frente a ello el proletariado no puede tomar partido por alguna de las fuerzas imperialistas en disputa, como tampoco puede involucrarse en la defensa de la nación, la única alternativa que tienen los trabajadores ante esta aceleración de la barbarie guerrera en Latinoamérica, como en el mundo, es el combate contra el verdadero causante de los males de la humanidad: el capitalismo.

Tatlin/julio-2004

1 [66]Este proceso de dominio es producto de la naturaleza depredadora del capitalismo y no tiene una solución dentro de éste, por ello son falsas las ideas nacionalistas y “dependentistas” que postuló la “escuela económica latinoamericana” impulsada por la ONU a través de la CEPAL, en los años sesenta y setenta y que aún hoy, en una “nostálgica” añoranza es utilizada por el aparato de izquierda del capital.

2 [67]Hay que recordar que aún en la preparación de la 2ª Guerra, los EUA conducen (o por lo menos permiten de forma complaciente, usando el término con el que reclama el gobierno británico) la expropiación petrolera en México. Aunque se afectaba a empresas norteamericanas (principalmente al Grupo Sinclair Pierce), se despoja también a las empresas de origen británico, y por medio de la “política del buen vecino” se conecta a la producción petrolera mexicana en la economía de guerra de los EUA.

3 [68]El Pl-Co, inicialmente (1998) fue llamado “Plan de desarrollo del sur de Colombia”.

4 [69]Algunos articulistas han señalado que se arroja de forma indiscriminada “fusarim oxysporum”, el cual, dicen, provocó el “ébola” en África.

Geografía: 

  • América central y Sudamérica [70]

Cuestiones teóricas: 

  • Imperialismo [71]

Daimler Chrysler. En respuesta a la crisis capitalista: la solidaridad de los trabajadores

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Los empresarios parecen haber conseguido lo que querían. Millones de asalariados han sido despedidos durante las vacaciones del verano con la noticia de que la compañía industrial más grande de Europa, en la principal planta de Mercedes en Stuttgart-Sindelfingen, va a estar en poco tiempo “ahorrando” costos de producción a costa de sus empleados. Quieren mostrarnos que aún en las compañías donde están teniendo ganancias, los trabajadores son extremadamente propensos para ser chantajeados con la amenaza de la transferencia de las plantas de producción a cualquier parte, y con despidos masivos. Precisamente en el momento en que las fuerzas laborales se dispersan para el descanso de verano, cuando, de manera aislada, el sentimiento de impotencia es particularmente fuerte, lanzan el recorte. Un recorte a expensas de los trabajadores, el cual afecta no sólo la fuerza de trabajo en Daimler-Chrysler, sino a todos los esclavos asalariados.

La economía de mercado no ofrece nada sino pauperización, inseguridad y explotación creciente

Pocas semanas después de que el personal de la Planta de Siemens en Bocholt y Kamp-Lintfort fueron chantajeadas para aceptar la semana de 40 horas sin pago compensatorio; después de que en Bavaria habían tomado la cabeza al extender el día laboral, también en el sector público, tampoco sin ningún pago compensatorio, los empresarios han empezado a clamar –dependiendo de su situación- por la semana de 40, 42, e incluso 50 horas. En Karstadt, por ejemplo, (una cadena de tiendas departamentales) se les dijo a los trabajadores: o trabajan 42 horas por semana o se eliminarán 4000 puestos de trabajo. Por doquier se están implementando medidas similares. La experiencia de las semanas pasadas, confirman de esta manera cada vez más lo que los trabajadores empiezan a sentir: que la tan mentada “economía de mercado” no tiene nada que ofrecernos sino inseguridad y explotación creciente.

El eje de la solidaridad de los trabajadores

Pero además de reconocer esto, hay otras lecciones de los conflictos de semanas pasadas que tienen que ser asimiladas. La clase gobernante quiere que saquemos de la lucha en Daimler-Chrysler la conclusión de que no tiene sentido que pongamos resistencia; de que la lógica de la competencia capitalista se impondrá de una u otra manera, por lo que sería mejor rendirse desde el principio; que los explotadores y los explotados deben estar en el mismo barco para “mantener el empleo en Alemania”.

Pero desde el punto de vista de la población trabajadora las conclusiones son diferentes. Más de 60 mil empleados de Daimler-Chrysler a todo lo largo de Alemania han participado en los pasados días en huelgas y acciones de protesta. Los trabajadores de Siemens, Porsche, Bosh y Alcatel han participado en manifestaciones en Sindelfingen. Esta lucha ha mostrado que los trabajadores han empezado a regresar a la escena de la lucha. Tomando en consideración el sufrimiento y miseria en puerta para los trabajadores de todo el mundo en los años venideros, podemos comprender que la cosa más importante hoy, es que aun que una vez más los capitalistas han maniobrado para imponer su deseo, esta vez los ataques no fueron aceptados pasivamente.

Pero lo más importante de todo es lo siguiente: cuando Daimler-Chrysler amenazó a los empleados en Sindelfingen, Unterturkheim y Mannheim con la transferencia de las plantas de producción a partir de 2007, concientemente tenían el objetivo de enfrentar a los trabajadores de las diferentes plantas unos contra otros. El hecho de que los empleados en Bremen participaron en las acciones de protesta contra los cortes salariales, el aumento de horas de trabajo y por la eliminación de recortes en Baden-Wurttemberg, frustraron esta estrategia de los empresarios. Esto empezó al menos a poner en claro que nuestra respuesta a la crisis del capitalismo sólo yace en la solidaridad de los trabajadores. Esta solidaridad es la fuerza que hace nuestra lucha posible, y que le da su significado.

La clase dominante quiere darnos la impresión de que la lucha en Mercedes fue una acción sin importancia que no los impresionó en lo más mínimo.  Pero si se examinan los acontecimientos de los días pasado más de cerca, se puede concluir que la clase dominante está preocupada por el inicio de la resistencia de la clase trabajadora. Teme sobre todo, que se reconozca que la solidaridad no sólo es el arma más efectiva en la defensa de sus propios intereses, sino además que contiene el principio fundamental de una forma de orden social más alto.

Una “acción concertada” de la clase capitalista

El caso de Siemens se planeo para demostrar que, siempre que haya una amenaza de clausura de una planta, los trabajadores tendrán que aceptar seguir trabajando, no sólo con peores condiciones de trabajo y de pago, sino también con más horas de trabajo. Mercedes fue escogida para poner un segundo mensaje: que la extensión sin límites del régimen de explotación aplica no sólo donde la compañía o la planta tiene la espalda contra la pared. Puede aplicar donde sea. Esto fue por lo que Daimler fue seleccionada deliberadamente, precisamente porque es la mayor concentración de la clase trabajadora industrial en Alemania con cientos de miles de trabajadores. De esta forma, el mensaje de los capitalistas fue claro y fuerte. Este mensaje es que si dicho grupo fuerte de trabajadores, bien conocidos por su experiencia de lucha y su combatividad, no son capaces de evitar dichos ataques, los otros asalariados tampoco podrán oponer resistencia.

Los empresarios combinan sus fuerzas en las llamadas confederaciones para coordinar sus esfuerzos contra la clase trabajadora. Además, esas confederaciones están fusionadas con todo el aparato estatal. En este proceso, surge un tipo de división de trabajo entre el gobierno y las industrias. En realidad los ataques a estas empresas está relacionados con las "reformas" del gobierno federal. Los propios despidos son usados como chantaje para los que todavía siguen trabajando.

El nerviosismo de la clase gobernante de frente a la solidaridad de los trabajadores.

El hecho de que los ataques no iban a ser aceptados sin luchar se mostró con las protestas pero también con la reacción de la clase dominante. Los políticos, los sindicatos, el consejo empresarial y los empresarios se dieron cuenta que el conflicto en Daimler tenía que terminar lo más rápido posible. La sorpresa fue el entusiasmo con el cual participaron los trabajadores en las protestas. El espectro de la solidaridad de los trabajadores, considerado por mucho tiempo extinguido, amenazó con regresar. De frente a esto los representantes del capitalismo empezaron a ponerse visiblemente nerviosos. Nada es tan importante como la propia lucha de la clase para demostrar al mundo que ni la clase trabajadora ni la lucha de clases son cosas del pasado.

No queremos sobrestimar las luchas en Daimler. Estas luchas no fueron suficientes para evitar la penetración capitalista. Por un lado, porque el conflicto quedó limitado a los trabajadores de Daimler. La historia prueba que sólo la extensión de la lucha a otras partes de la clase trabajadora es capaz de detener, si bien temporalmente, los ataques de la burguesía. Por otra parte porque esta lucha nunca confrontó o al menos puso en cuestión el control sindical.

Los sindicatos dividen a los trabajadores y defienden los intereses de la empresa en contra de los trabajadores porque se han convertido en parte del capitalismo y su lógica. Esto significa que la solidaridad de los trabajadores y la extensión de sus luchas sólo puede ser lograda por los trabajadores mismos. Para esto se requieren asambleas masivas y soberanas y una forma de lucha dirigida hacia la unión de los diferentes sectores de empleados y desempleados. Esto sólo puede ser logrado independientemente y en contra de los sindicatos.

Estamos muy lejos de esa forma autónoma de lucha basada en la solidaridad activa. Sin embargo, hoy ya podemos encontrar las semillas de tales luchas futuras. Los trabajadores de Daimler estuvieron concientes de que ellos estaban luchando no sólo por ellos mismos, sino por los intereses de todos los trabajadores. A largo plazo, los esfuerzos de hoy, hacia la resistencia de los trabajadores, hacia el resurgimiento de la solidaridad, irá mano a mano con una reflexión más profunda que cuestione la barbarie de este sistema.

CCI/septiembre de 2004.

Geografía: 

  • Alemania [72]

Noticias y actualidad: 

  • Lucha de clases [73]

Pugnas interburguesas: Ante el fracaso del equipo de Fox, ¿qué candidato busca la burguesía?

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El llamado reciente a la “reconciliación” y a la “unidad nacional” así como a “terminar las pugnas entre los partidos y al interior de los mismos como base para lograr acuerdos y sacar adelante las medidas estructurales que el país necesita” (La Jornada, 13.08.04), arengas pronunciadas por conducto de Carlos Slim, el principal empresario del país y Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, un personaje que puede ser candidato, al que una parte de la burguesía no ve con malos ojos para proyectarlo a la Presidencia, ha rematado el cúmulo de llamados similares a lo largo del presente sexenio que se han quejado de la situación política tan inestable que no pocas veces ha amenazado con salirse del control producto del golpeteo político tanto entre los partidos como dentro de ellos.

Los efectos de la descomposición

En RM núm. 81 (jul-ago 2004) donde explicamos los escándalos alrededor del primer círculo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) recordábamos una tesis que hemos venido defendiendo desde hace tiempo: la causa fundamental de que la actual administración no haya, hasta ahora, alcanzado logros significativos con respecto a los retos que tenía particularmente relacionados con las reformas estructurales([1] [74]) a nivel económico y político, se debe, sobre todo, a “la división existente entre la burguesía que no ha logrado darse una fuerza de unidad para encauzar a las distintas fracciones en esa dirección.” (ídem). Esta división, si bien tiene un fundamento económico relacionado con la puja por la elección del equipo de gobierno federal más adecuado para continuar con la gestión de sus intereses como clase considerando las metas que todavía quedan por resolverse al menos en el corto y mediano plazos, el centro de gravedad de la pugna global, sin embargo, se ha trasladado desde hace varios años hacia el terreno político; es ahí donde se está dirimiendo actualmente el conflicto para tomar la decisión.

Estas pugnas políticas se caracterizan por una tendencia cada vez más omnipresente: el cada uno para sí, el afán faccioso de beneficiarse a costa de los otros grupos aún si se sabe que en esta dinámica destructiva siempre hay un saldo negativo para la burguesía tomada de manera global; es, como lo hemos documentado desde hace ya más de una década, el fenómeno de la descomposición que también afecta a los procesos políticos de la burguesía en la forma de descontrol, de incapacidad para consensar acuerdos, etc. Esto se ilustra en la carrera desenfrenada de las distintas fracciones burguesas que pululan al interior del Estado para posicionarse de la mejor manera para garantizar su pervivencia política que les reditúe los beneficios derivados de la influencia en la conducción de los negocios capitalistas. No hay diferencias de fondo en cuanto a la necesidad de las llamadas reformas estructurales como si existen de manera declarada en cuanto al reparto de los feudos de poder económicos y políticos; en medio de una profundización y extensión sin precedentes de la crisis económica que todo lo constriñe, la pelea es a muerte para disputar las cuotas de poder más jugosas.

De la modernización a... la cruda realidad

Esto es lo que ha sucedido, por ejemplo, en los últimos recambios políticos en algunos estados; en Oaxaca, sobre todo, donde como un laboratorio se manifestaron las tendencias profundas que dominan la política burguesa: los alineamientos generados alrededor de las dos candidaturas (con Cué-Diódoro Carrazco-Gordillo-Fox: PAN, PRD, Convergencia; con Ruiz-Murat-Madrazo: PRI estatal, PT, Verde Ecologista) disputaron precisamente las cuotas de poder engendrando alianzas coyunturales que ponen en entredicho el proyecto político de la burguesía para ordenar su juego de partidos para hacerlo más creíble a los ojos de la clase obrera. ¿Dónde queda la campaña democrática modernizadora, por ejemplo, ante el retorno de los grupos más oscuros del priísmo como se dio en Tijuana con el ascenso de Jorge Hank Rhon a la alcaldía?. Lo que importa es el cálculo inmediato, poniéndose en entredicho de manera irresponsable los intereses globales de los capitalistas como clase: el cada uno para sí, por si hubiera alguna duda. Y lo mismo se repite en todas partes.

La burguesía, no sólo tiene aquí un problema grave en cuanto a la falta de partidos políticos definidos ideológicamente como se suponía que iba a operarse mediante una reestructuración de los mismos (pues así lo calculó la burguesía) después del desplazamiento del PRI del poder central para hacer frente a un reparto de tareas frente a la clase obrera (los índices de abstencionismo superiores al 60 y 70% sin duda son un foco rojo para la capacidad de mistificación y control del Estado); tiene otro también muy grave en el plazo inmediato, y es que las disputas así gestionadas tienden cada vez más a amplificarse alejando en los hechos cualquier posibilidad de acuerdos de unidad que tanto necesita la clase capitalista para avanzar en sus proyectos.

Situación actual de las pugnas interburguesas

Frente a esta situación la burguesía ha intentado algunas salidas: -Efectivamente, negociando una mínima disciplina para sacar adelante algunas reformas, como la del seguro social por parte de los llamados dinosaurios del PRI, a cambio, por lo pronto, de respetar la integridad de la “gran familia” que gobernó por siete décadas, aún si el riesgo de descrédito de la campaña del “cambio” es inevitable([2] [75]). Por cierto, en esta circunstancia, el ejército, vinculado por múltiples lazos a la clase política priísta de rancio abolengo, ha logrado hacer valer sus prerrogativas exigiendo “perdón, olvido y unidad para que el país no se nos vaya de las manos” (Secretario de la Defensa, General Clemente Ricardo Vega García. El Universal, 18.07.04).

- Desmantelando el famoso “gabinetazo” que prácticamente se ha desgranado, sobre todo en los últimos meses, ante el fracaso de la administración federal, preparando las mejores condiciones para un relevo presidencial ahora sí más efectivo que el actual y sobre una base más firme que garantice la unidad nacional como premisa para lograr las metas de la burguesía.

- En medio de esta incertidumbre la llamada clase política del PRI se ha venido posicionando cada vez más fuerte como el mejor equipo para lograr la unidad y la disciplina general para sacar adelante los proyectos centrales del país: si bien resiente una división muy marcada en sus filas (Madrazo-Gordillo) que últimamente ha amenazado con la fractura y la creación de un nuevo partido liderado por la misma Elba Esther, secretaria del PRI. A pesar de todo esto, el PRI ha venido promoviéndose ante el conjunto de la burguesía como la única alternativa, que además ha probado una renovada recomposición política (ahí está su recuperación electoral creciente en varios estados del país), capaz de cohesionar a la burguesía alrededor de sus intereses fundamentales aún si eso signifique sacrificar a alguna fracción en disputa([3] [76]).

- En fin, como lo mencionábamos al principio, la fracción de la burguesía agrupada en torno al magnate Slim, la cual reclama cada vez más un liderazgo para superar el actual marasmo y estancamiento político, ha dado un fuerte golpe sobre la mesa para recordar al conjunto de sus compinches de clase que no sólo tienen la carta AMLO sino que disponen de varias alternativas para aportar de una vez por todas una solución a la situación actual. El rector de la Universidad Nacional, por ejemplo, ha representado en todo momento un recurso sólido dependiendo de la evolución de los acontecimientos. De manera más inteligente, este grupo ha demostrado habilidad para jugar con varios naipes a la vez con la única condición de que los ases bajo la manga sepan consagrarse a los sacrosantos intereses estratégicos y globales dela burguesía nacional.

Como vemos, los cálculos son netamente burgueses y la clase obrera no tiene interés alguno en apoyar tal o cual opción de sus enemigos de clase. Si la burguesía actualmente le convoca a inmiscuirse en la mejor elección es porque le interesa mantenerla uncida a la mistificación capitalista que consiste en ofrecer mejoras a las condiciones de vida y de trabajo a condición de que estas se gestionen a través de las instituciones democráticas capitalistas; en particular el parlamento y las elecciones que se ofrecen de nuevo como la oportunidad para elegir al mejor candidato en el 2006 no son sino la ocasión para que elijamos, efectivamente, al equipo gobernante que habrá de dirigir nuestra explotación en los próximos seis años. El proletariado no puede dejarse embaucar en este tipo de trampas, su terreno de combate está en otro lado desplegando su combatividad en la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo y jamás en la defensa de la nación.

Agosto del 2004/RR

1 [77]Un breve recuento general: el aeropuerto, la magna obra faraónica está en suspenso; la venta gradual del sector eléctrico no avanza; el cobro de IVA a alimentos y medicinas está en suspenso; los contratos de servicios múltiples en petróleo y también en electricidad se han quedado como medidas sólo de consolación para el gran capital; el acuerdo migratorio con EU fue un cuento... en fin, la burguesía en su conjunto a diario le envía mensajes de descontento por la ineficiencia de un gobierno que se pretendía más moderno y más capaz.

2 [78]Muy mal ha quedado la cacareada Comisión para investigar los crímenes de la llamada Guerra Sucia que últimamente no atina más que a justificar su ridículo trabajo con excusas del tipo de “se robaron el expediente”, “se integró mal la averiguación”, etc., etc.

3 [79]Una situación que no favorece a la burguesía pues el resurgimiento del PRI contradice la campaña democratizadora del Estado burgués, de ahí que haya las mayores reservas sobre la viabilidad de esta opción.

Situación nacional: 

  • Mexico [61]
  • Conflictos interburgueses [80]

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