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diciembre 2015

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A nuestra camarada Bernadette

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Nuestra camarada Bernadette murió el miércoles 7 de Octubre, tras una larga y dolorosa enfermedad: cáncer de pulmón. Bernadette nació el 25 de Noviembre de 1949 en el sudeste de Francia. Su padre era un trabajador cualificado en una fábrica de ingeniería y su madre no tenía un trabajo pagado porque tenía que cuidar de sus 8 hijos. En otras palabras, esta era una familia de medios modestos, una auténtica familia de clase obrera. Así, Bernadette tenía una experiencia directa de la realidad de las condiciones de los trabajadores desde una edad muy temprana. También desde una edad muy temprana poseía una ardiente pasión intelectual, un deseo de entender el mundo y la sociedad. Se interesó en la literatura, y le encantaba leer en general. Tras graduarse en el instituto, entró en la Universidad de Toulouse y obtuvo un master en lingüística y literatura. Después consiguió un trabajo como empleada del ministerio de educación.

Era aún una estudiante cuando, por casualidad, se encontró con un militante de la CCI, a mediados de los 70. Este camarada, viendo lo que preocupaba a Bernadette, le dijo que se leyese el Manifiesto Comunista. Para ella esto fue como una revelación: por primera vez encontró una respuesta clara y coherente a las preguntas que se hacía. “Esto es, esto es exctamente” es como, 40 años después, ella describía la forma en que se sintió tras leer este texto. Leer los textos de la CCI, a la que después quiso conocer más en profundidad, le produjo una impresión similar.

Decidió rápidamente que la CCI (a diferencia de otros grupos que se llamaban a sí mismos revolucionarios e incluso comunistas, como los maoístas y los trotskistas, que ella también encontró) era una verdadera heredera de la tradición marxista; y una vez que se comprometió a luchar en sus filas, nunca se desvió de su convicción de que la militancia revolucionaria, dedicándose uno mismo a la construcción de la organización revolucionaria y de la CCI en particular, es un factor absolutamente esencial en la liberación del proletariado. Bernadette estuvo presente como miembro en nuestro II Congreso Internacional.

Bernadette contribuía a la vida de la CCI en muchos niveles. Tenía una percepción aguda de la situación internacional, las maniobras de la burguesía y los avances y retrocesos de la lucha de clases; su habilidad para escribir sobre ellos y su maestría del idioma francés le llevaron a trabajar en la comisión de publicaciones para la sección francesa. También era capaz de explicar nuestras ideas en el nivel más básico, “en las calles”, pero también a la gente que se encontraba en circunstancias varias, como los conductores de ambulancia que, cada semana, le llevaban al hospital para sus sesiones de quimioterapia y que nos dijeron: –Bernadette no tiene un carácter fácil, pero es extraordinariamente interesante discutir con ella. En las manifestaciones, asombraba a los camaradas que vendían a su lado por el número de publicaciones que era capaz de vender, porque siempre encontraba las palabras y el tono necesarios para convencer
a los manifestantes de que merecía la pena leer nuestra prensa.

Pero su fuerza más grande era innegablemente su comprensión de los principios organizacionales de la CCI, y en particular de la necesidad de defender nuestra organización de todos los ataques y calumnias. Bernadette estuvo siempre convencida de que la organización revolucionaria es un cuerpo extraño en el capitalismo. Por eso, fue siempre intransigente en lo que concernía a respetar los estatutos de la organización y, en particular, a la cuestión de la seguridad.

Bernadette era una de las camaradas de la vieja generación que más abierta estaba a la herencia política del camarada MC, nuestra ligadura viva con las fracciones comunistas del pasado.  Aunque perfectamente capaz de plantear sus preguntas y desacuerdos con MC, no tenía interés en la ideología pequeñoburguesa de contestación a la “generación más vieja”, que era una debilidad particular del movimiento estudiantil que surgió a partir de Mayo del 68. Lo que tomó de él fue su consciencia de la importancia central de la cuestión organizacional como una cuestión política por derecho propio, y de la necesidad de adhesión a unos principios rigurosos –a una moral proletaria, de hecho– en la relación que tenía que ser construida entre militantes y la organización y entre los propios militantes.

Bernadette militó en varias secciones de la CCI: Toulouse, París, Marsella, Londres, y trabajó de cerca por un tiempo con la sección suiza. Pero siempre se vio a sí misma en primer lugar como militante de la CCI, y los camaradas en Suiza y Londres pueden testificar su habilidad para limpiar el polvo del localismo abriendo una ventana en la CCI como una organización internacional.

Como todos los seres humanos y militantes, Bernadette por supuesto tenía sus defectos que podían exasperar a algunos camaradas, especialmente cuando sus facultades críticas parecían salirse de control y funcionar como una ametralladora disparando en todas las direcciones, una expresión de su carácter fiero y apasionado. Pero sus defectos eran también sus cualidades: su fuerza de voluntad, la determinación de hierro que llevó a uno de los médicos que le cuidaban a describirle como una “fuerza de la naturaleza”, le hicieron extremadamente tenaz en su lucha contra el cáncer que finalmente se llevó su vida. En los últimos dos años, Bernadette asombró al equipo médico permaneciendo viva mucho más tiempo de lo que ellos hubieran creído posible, con toda su consciencia, su capacidad para la reflexión y su deseo de entender. Estaba luchando contra su enfermedad no solo para continuar su lucha militante sino también para beneficiarse del mayor regalo ofrecido por su hijo: su pequeña nieta. El nacimiento de su nieta, el apego de esta última a su abuela y su “joie de vivre” fue una enorme ayuda para Bernadette a la hora de lidiar con los dolores de su enfermedad.

Bernadette nunca vio su militancia como algo estrictamente político en el uso de “sentido común” del término. Al contrario, llevó a otras áreas de su vida la misma pasión y compromiso. Tomó “Flora” como su “nombre de guerra” en la CCI, reflejando su amor por las flores y también porque era una gran admiradora de los libros de Flora Tristan. Tenía la sensibilidad del artista: le encantaba la pintura, la literatura, la poesía. Estaba igualmente dedicada al arte de cocinar que gustaba de compartir con los camaradas de la CCI y sus amigos personales, a quienes siempre acogía con calidez y generosidad. Tenía un ojo natural para la belleza, que se reflejaba en la forma en que organizaba y embellecía el espacio en que vivía y los regalos que escogía para su familia, amigos y camaradas.

A lo largo de su enfermedad, Bernadette mantuvo su gusto por la lectura, y esto a cambio le ayudó a lidiar con el dolor del cáncer y los durísimos tratamientos que pasó. Hasta el final de su vida, continuó leyendo los clásicos del movimiento obrero, Marx y Rosa Luxemburg en particular, y trató lo máximo que pudo de asimilar los textos y contribuciones generados por los debates internos de la CCI, tomando posición en ellos, aunque fuese brevemente, cuando sus fuerzas se lo permitían.

Bernadette tenía un sentido de la solidaridad muy profundo. Aunque sufría mucho a causa del cáncer y sabía que no había cura, continuaba preocupándose por la salud de todos los camaradas, ofreciéndoles consejo, urgiéndoles a tomar pruebas médicas y no descuidar su salud. Así que los camaradas de todas las secciones de la CCI se movilizaron para expresar su solidaridad a lo largo de su enfermedad, escribiéndole, visitándole, dándole todo el apoyo que necesitaba para dejar la vida tan serena como fuese posible.

Bernadette no temía su propia muerte, incluso amando la vida apasionadamente. Sabía que cada ser humano es un eslabón en la larga cadena de la humanidad y que aquellos que queden continuarán el combate. Dio directrices claras a los médicos que le cuidaban: quería morir en dignidad física, intelectual y moral y  rechazaba cualquier terapia ralentizadora dirigida a meramente mantenerle viva. Quería terminar sus días pacíficamente, rodeada por sus camaradas en la lucha, y por el afecto mostrado por su hijo y nieta. Sus deseos fueron respetados. Bernadette nos dejó en plena consciencia. Tres semanas antes de su muerte, se forzó a sí misma a leer los periódicos y seguir la situación internacional. Es porque sentía en sus huesos todo el sufrimiento del capitalismo del proletariado que dijo al médico que le cuidaba al final de su vida: “es necesario acabar con mi dolor y es necesario acabar con la barbarie del capitalismo”.

Hasta el final, Bernadette demostró un coraje ejemplar, militancia y lucidez. Realmente era una fuerza de la naturaleza. Y esta fuerza la obtenía de la profundidad de su convicción militante, su devoción a la causa del proletariado y su inquebrantable lealtad a la CCI. A su hijo y nieta, a su sobrina y toda su familia, la CCI manda toda su simpatía y solidaridad.

CCI, 15 de octubre de 2015

Personalidades: 

  • Bernadette [1]

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Homenaje

El capitalismo es la guerra y las alambradas de espinos

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Desde que se redactó este editorial la situación se ha ido agravando para los refugiados, cada vez más numerosos, que huyen de las zonas devastadas por la espiral guerrera: Hungría ha cerrado totalmente la ruta de los emigrantes con un muro de “concertinas”, con lo que la nueva ruta que han tomado, por Eslovenia, será para ellos una verdadera catástrofe humana; Eslovenia intenta contener el fenómeno y amontona en sus campos cerrados y en condiciones dramáticas a miles de personas que duermen sin mantas por los suelos e intentan calentarse quemando plásticos tóxicos. Desde el 17 de octubre, más de 90.000 emigrantes han transitado por este pequeño país del Este. Austria también ha manifestado su voluntad de echar el cierre a la frontera con Eslovenia...

Desde que se redactó este editorial la situación se ha ido agravando para los refugiados, cada vez más numerosos, que huyen de las zonas devastadas por la espiral guerrera: Hungría ha cerrado totalmente la ruta de los emigrantes con un muro de “concertinas”, con lo que la nueva ruta que han tomado, por Eslovenia, será para ellos una verdadera catástrofe humana; Eslovenia intenta contener el fenómeno y amontona en sus campos cerrados y en condiciones dramáticas a miles de personas que duermen sin mantas por los suelos e intentan calentarse quemando plásticos tóxicos. Desde el 17 de octubre, más de 90.000 emigrantes han transitado por este pequeño país del Este. Austria también ha manifestado su voluntad de echar el cierre a la frontera con Eslovenia. Tras el folclore de la minicumbre de la Unión Europea del 25 de octubre en Bruselas y pese a sus evidentes divisiones respecto a los refugiados, aparece un punto de acuerdo unánime en el seno de la burguesía: la necesidad de reforzar el control policial y encerrarse a cal y canto, montar un nuevo muro y campos en el entorno para frenar a los “indeseables”, o sea a los mismos a quienes esos mismos Estados pretendían hipócritamente querer acoger. Así que levantan un verdadero muro y se monta urgentemente un extenso campo de “acogida” de 100 000 personas en los Balcanes. Más de 400 policías se pondrán en pie de guerra. En Grecia, el gobierno de Tsipras participa también en esta nauseabunda empresa. En resumen, los Estados capitalistas se blindan al mismo tiempo que alientan los populismos y la xenofobia. Alemania endurece ahora drásticamente las condiciones de entrada en su territorio y organiza el rechazo a gran escala de quienes son tratados de “refugiados económicos”. Hoy más que nunca las palabras de Rosa Luxemburg expresan bien la realidad mortífera y bárbara de un capitalismo decadente en su fase de descomposición: “En la actualidad, nada reviste una significación tan decisiva, en cuanto a la conformación global de la vida social y política actual, que la abierta contradicción entre este fundamento económico que, por un lado, une cada día de manera más estrecha y firme a todos los pueblos y países en una gran totalidad; y, por el otro, la superestructura política de los Estados que trata de dividir artificialmente a los pueblos en otros tantos sectores extraños y hostiles entre sí, mediante puestos fronterizos, barreras aduaneras y el militarismo. ”[1].

La existencia de fronteras como tantas otras delimitaciones de la propiedad privada es tan antigua como la existencia de la propiedad misma, pues, sencillamente, no existe propiedad reconocida sin demarcación y sin defensa. Con el establecimiento de los grandes imperios tales como Roma o China se levantaron murallas para defender sus fronteras: el Muro de Adriano, los Limes, la Gran Muralla China. Así pues la existencia de muros fronterizos para defender un imperio contra la invasión de los rivales no es nada nuevo.

Sin embargo, hasta que el planeta no quedó “repartido” completamente entre los principales rivales capitalistas, las fronteras no estuvieron suficientemente protegidas y su delimitación podía cambiar según los tratados que se firmasen “en la mesa de negociaciones”. Todavía en 1884, en la Conferencia de Berlín, las fronteras de África pudieron fijarse con la regla sobre un mapa. A comienzos del siglo XIX un territorio tan grande como Alaska fue vendido por el Zar de Rusia a Estados Unidos. Durante el siglo XIX la frontera entre México y EEUU apenas si estaba vigilada. Y en el momento de la Primera Guerra Mundial las fronteras en Europa no estaban aun estrechamente vigiladas.

Tuvo que llegar el siglo XX, una vez que los principales rivales capitalistas se hubieron repartido el mundo, para que la defensa de los territorios se convirtiese en el objetivo más importante. Incluso aunque en la Primera Guerra Mundial se libraron grandes batallas por defender los territorios (como la guerra de trincheras en Bélgica y Francia con su terrible coste en vidas humanas y en material), las fronteras permanecieron singularmente “abiertas” tras la guerra. Las reparaciones impuestas a los países vencidos por el tratado de Versalles fueron: o una merma relativamente pequeña de territorio (El Sarre alemán “abandonado” a Francia o las antiguas colonias alemanas que cambiaron de propietario) o una consecuente compensación financiera. Pero todavía no hubo particiones de países enteros ni fortificaciones de fronteras como las hubo después de la Segunda Guerra Mundial.

Con la intensificación de las rivalidades imperialistas, cambia cualitativamente la defensa de las fronteras y los territorios. Se trata de una lucha encarnizada por cada pedazo de territorio. Tras la Segunda Guerra Mundial fueron divididos un buen número de países (Alemania, Corea, China, Vietnam, India y Paquistán). Todos militarizaron sus fronteras, erizándolas de minas, barreras, alambradas, muros, agentes armados y perros. La formación del Estado de Israel en 1948 ocasionó el desplazamiento de centenas de miles de palestinos y la necesidad de parapetarse tras los muros más sofisticados. El muro fronterizo de Israel es ahora uno de los mejor guardados del mundo y, por decirlo así, es, simbólicamente, el nuevo muro de Berlín…, pero cuatro veces más largo y dos veces más alto (ocho metros) que aquel odioso icono de la Guerra Fría. En construcción desde 2002 está previsto extenderlo en 709 kilómetros a través de Cisjordania. “Una serie de planchas de hormigón armado, de zonas-tampón, alambradas de espinas, trincheras, vallas electrificadas, torres vigía, cámaras de vídeo, control térmico de la imagen, torreones con tiradores de élite, puntos de control militar y pistas para vehículos de patrulla;, han desmembrado las ciudades del lado Oeste y las han separado de la ocupada Jerusalén-Este (…). El muro ha costado más de 2 mil 600 millones de dólares hasta hoy, y el coste anual de mantenimiento es de más de 260 millones de dólares”. En suma, tras la Primera Guerra mundial todos los países son imperialistas y deben cumplir la ley de defensa de sus intereses por medio del control estricto de sus fronteras.

La reciente serie de guerras en todo el mundo ha mostrado cómo muchas fronteras han sido fortificadas para prevenir la infiltración de fuerzas enemigas, bandas terroristas muchas de ellas financiadas por diferentes Estados. Se ha puesto en pie todo un sistema de control de las personas que esperan un visado, y de instituciones de vigilancia similares a las del mundo descrito en el libro 1984 de George Orwell, tales como el Departamento de Seguridad Interior de EEUU, para detener a eventuales enemigos e impedirles entrar en el país.

Paralelamente, mientras que la emigración en el siglo XIX no estuvo significativamente dificultada por una compleja legislación y un sistema policial sofisticado, en el siglo XX las fronteras han adquirido una segunda función además de la función militar “tradicional”: impedir la entrada de fuerza de trabajo no necesaria. Esto contrasta con la demanda permanente de fuerza de trabajo en EEUU a finales del siglo XIX (verdadera razón de aquel llamamiento: “Enviadnos vuestros pobres… vuestras masas desheredadas”, incrustado en la estatua de La Libertad). Hoy EEUU hace como los demás países, cerrando sus fronteras meridionales contra las oleadas de proletarios de América Latina que huyen de la pobreza y la violencia.

En la década de 1960 apareció un nuevo fenómeno: muchos de los países dominados por el bloque del Este se enfrentaron a una dura penuria de mano de obra, en particular Alemania del Este. El Estado de este país erigió el muro de Berlín para impedir a su fuerza de trabajo salir del territorio; de ese modo, el “enano económico” cerró sus fronteras para encerrar dentro a sus obreros.

Actualmente las fronteras ejercen más que nunca y de manera simultánea esa doble función: además de la defensa militar clásica del territorio nacional, los sofisticados muros construidos les sirven para impedir entrada a los refugiados y para prevenir o filtrar a los “emigrantes económicos” no deseados.

Podemos pues decir pues que aunque el Telón de Acero fue destruido en 1989, el final de la confrontación entre los antiguos bloques no ha significado, ni mucho menos, el advenimiento de un mundo sin fronteras; ¡al contrario!

“Entre 1947 y 1991 se han construido once muros que han sobrevivido a la Guerra Fría: África del Sur-Mozambique, Corea del Norte-Corea del Sur, India-Paquistán, Israel, Marruecos-Sáhara Occidental, Zimbabue-Zambia”. Entre 1991 y 2001 se han erigido siete muros: alrededor de los territorios de Ceuta y Melilla, entre EEUU y México, Malasia y Tailandia, Kuwait e Irak, Uzbekistán, Afganistán y Kirguistán (Kirguisia). Desde 2001 han colocado veinte dos muros más: en la frontera de Arabia Saudí con Emiratos Árabes Unidos, Irak, Omán, Qatar, Yemen, entre Birmania y Bangladesh, Botsuana y Zimbabue, entre Brunei y Malasia, China y Corea del Norte, Egipto y la Banda de Gaza, Emiratos Árabes Unidos y Omán, India y Bangladesh, Irán y Paquistán, Israel y Jordania, Jordania e Irak, Kazajstán y Uzbekistán, Pakistán e Irak, Tailandia y Malasia, Turkmenistán y Uzbekistán, Israel y Egipto”[2]. Hay en el mundo unos doscientos países y les separan doscientos cincuenta mil kilómetros de fronteras: se trata de ¡una sociedad amurallada!”[3].

Esto demuestra el carácter totalmente irracional del sistema capitalista. Aunque el capitalismo no puede “prosperar” si no existe una libre circulación de mercancías y de fuerza de trabajo, resulta, sin embargo, que el movimiento ligado al trabajo humano está sometido a los controles y los obstáculos más brutales. Esto no solo significa un nivel inédito de violencia a lo largo de las fronteras sino además costes financieros desmesurados. Por ejemplo, el sistema masivo de protección de fronteras entre México y Estados Unidos cuesta un dineral: “Pero además eso acaba costando caro. Generalmente se estima que las inspecciones, las patrullas y las infraestructuras cuestan a los contribuyentes entre doce y dieciocho miles de millones de dólares por año; lo que representa un incremento en torno al 50% desde comienzos del año 2000, según The Journal que añade que los costes incluyen “todo: desde las vallas hasta los aviones militares, los navíos, los drones, los equipos de vigilancia, las torres para las cámaras de infrarrojos y los centros de detención.” Globalmente, el gasto en seguridad de las fronteras ha subido hasta los noventa mil millones entre 2002 y 2011, según revela Associated Press. Esta agencia de prensa informa que entre los costes anuales se pueden incluir también los perros detectores de droga (5.400 dólares cada ejemplar) o los cuerpos especiales del ejército (alrededor de 91.000 dólares por soldado)”[4].

Cuando vemos la imagen del número total de guardias desplegados a todo lo largo de las fronteras mundiales y su coste, comprobamos lo absurdo de todo esto, un hecho que muestra también, en concreto, hasta qué punto esta sociedad ¡despilfarra sus recursos![5]

Paralelamente a los controles fronterizos, cada vez más sofisticados, se construyen por todas partes “residencias protegidas” para los privilegiados, “dotadas de seguridad y alarmas”, con cerraduras y sistemas de protección armada. Barrios residenciales enteros han sido transformados en “zonas prohibidas” para los no residentes.

El caso es que los países industrializados no solamente están en camino de convertirse en verdaderas fortalezas sino que son también los mayores “agentes de deportación” de fuerza de trabajo. Si el número total de esclavos sacados a la fuerza del continente africano rondó los 10 o 20 millones entre 1445 y 1850, la política de deportación desarrollada por los países industrializados alcanzará probablemente el mismo número en un periodo de tiempo mucho más corto. Algunos ejemplos: más de cinco millones de emigrantes “ilegales” fueron deportados de Estados Unidos (2 millones durante el gobierno de G. W. Bush; casi 900 000 por el de Clinton y más de 2 millones el de Obama). En Europa las medidas son cada vez más draconianas, y hay ya alrededor de cuatrocientos centros de detención para los clandestinos en espera de expulsión. El propio México deporta a 250 000 extranjeros por año hacia América Central. Arabia Saudí deporta más de un millón de personas que viven y trabajan ilegalmente en el reino.

Frente a la reciente oleada de refugiados que huyen de las zonas de guerra en Oriente Medio (Afganistán, Siria, África del Norte,…), el sistema de protección de fronteras ha alcanzado un nuevo listón, las autoridades despliegan aún más tropas y más material para detener y deportar a los refugiados. Más de un cuarto de siglo después de la “apertura” del Telón de Acero, Hungría ha cerrado su frontera con alambradas “concertinas” para impedir a los “miserables” llegar a lugares más seguros y tiene la intención de poner en funcionamiento otra alambrada a lo largo de la frontera con Rumania. Medidas similares se han tomado en otros países europeos: las fronteras, anteriormente “abiertas” del espacio Schengen, están ahora controladas por la Policía de Fronteras: en Grecia y en Italia han montado centros de selección de refugiados con la intención de devolverlos al infierno de donde salieron. Igualmente se generalizan las avanzadillas para atrapar a los refugiados, incluso en África. Han dictado disposiciones para poner en funcionamiento controles fronterizos en las rutas de tránsito de los refugiados en África.

Las imágenes de las largas marchas de refugiados y de miles de detenidos o rechazados en los Balcanes y otros lugares, abandonados sin alimento y sin abrigo, nos recuerdan la manera en que la población judía fue tratada bajo el régimen nazi o el destino de los refugiados al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Son muestras de la continuidad de la barbarie de este sistema. Un siglo de refugiados, de guerras, de campos, de deportaciones, de telones de “acero” u hormigón, alambradas, migraciones ilegales y expulsión de quienes tienen el descaro de “venir solamente para llenarse la barriga”.

Han logrado levantar los muros más altos y más largos de todos los tiempos para impedir el acceso a los refugiados de guerra y a los emigrantes “económicos”, desesperados por entrar… pero no siempre van a poder contener la multitud de víctimas de los efectos combinados de la descomposición inexorable del capitalismo.

Al haber creado una economía global, el capitalismo también creó las condiciones para que pueda existir una comunidad humana mundial; pero su total incapacidad para realizarla queda hoy puesta de manifiesto por la fortificación internacional de sus fronteras. Los llamamientos bienintencionados a “la abolición de fronteras” de los grupos activistas son pues totalmente utópicos. Las fronteras solo podrán abolirse por la revolución proletaria internacional que desmantelará la prisión inhumana del Estado-nación.

World Revolution, órgano de prensa de la CCI en Gran Bretaña; setiembre 2015.


[1] Rosa Luxemburg: Introducción a la economía política, Cuadernos de Pasado y Presente nº 35, pág. 51-52. Ediciones Pasado y Presente. Córdoba. Argentina 1972.

[2] www.dandurand.uqam.ca/evenements/evenements-passes/440-fences-and-walls-... [2].

[3] Cada año se producen en el mundo medio millón de toneladas de alambres espinosos para levantar ocho millones de kilómetros de alambradas, lo que corresponde a 200 veces la circunferencia de la Tierra.

[4] Fuente: https://www.fool.com/investing/general/2014/08/06/the-migrant-crisis-could-cost-billions-but-border.aspx [3]

[5] La cifra total que deben pagar los refugiados a los traficantes de seres humanos alcanza igualmente cifras astronómicas nunca antes vistas.

 

Noticias y actualidad: 

  • inmigración [4]

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Proliferación de muros antiinmigrantes

Elecciones del 20-D – Una vez más: la mascarada electoral

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Una vez más somos llamados a las urnas. Una vez más, esta vez en las vísperas navideñas, nos repiten hasta la saciedad el cuento de que el voto de los ciudadanos es la única vía posible para decidir nuestro futuro.

Pero el destino que puede depararnos esta sociedad capitalista está más que escrito. Si no eliminamos la producción para la acumulación capitalista, sino liberamos las relaciones entre seres humanos de las leyes de las relaciones mercantiles, sino emancipamos la Tierra entera planeta entero de su sometimiento a los beneficios de la clase explotadora: el futuro no puede ser otro que más miseria y más guerras, más opresión y mayores catástrofes ecológicas.

Todos quienes participantes en esta “gran fiesta” de la democracia quieren convencernos en cambio que sí estamos decidiendo nuestro futuro, que sí es nuestra responsabilidad como gobernados elegir a los gobernantes, para otorgarles así su mandato procedente de la “soberanía popular”. Lo cierto, sin embargo, es que las elecciones suponen una enorme farsa de reclamos publicitarios en forma de promesas que nunca se cumplirán, de abstractas invocaciones a valores brillantes como el “bienestar”, el “cambio”, la “unidad”, que cuando se difuminan dejan el lodo ceniciento de una creciente degradación de las condiciones de vida de los trabajadores.

En las dos últimas legislaturas –la primera (2008-2011) encabezada por el “amable” Zapatero del PSOE, la segunda (2011-2015) dirigida por el “huraño” Rajoy del PP–, los salarios de los obreros españoles han caído un 25%. El “mileurismo” que al principio de la crisis era un síntoma de la escasa capacidad adquisitiva de muchos jóvenes se ha convertido hoy en el sueño inalcanzable para la mayoría de ellos. No es de extrañar. A pesar de todas las reformas laborales, y de todas las subvenciones a los empresarios (lo que no deja de ser un trozo de plusvalía extraída de la explotación que se les regala) para la contratación; el paro alcanza hoy oficialmente a más del 22% de la población activa; y en sectores como los menores de 25 años a más de la mitad. La inmensa mayoría de los contratos son eventuales (por semanas o meses a lo sumo) o a tiempo parcial (remunerando 4 horas diarias o tres días por semana, aunque el trabajador luego regale horas al empresario para “hacer méritos” y con seguir que le mantengan contratado…). De los parados registrados en las oficinas del INEM, el 50% no cobra ningún subsidio de desempleo. El gobierno PSOE dejó esa tasa ya en el 40%. Cuando Zapatero deja el sillón a Rajoy el 22% de los hogares del país vive por debajo del umbral de la pobreza. Rajoy legará a “¿?”, cerca del 30% de la población española en esas condiciones.

En realidad entre los gobiernos del P”S”OE y del PP no hay ninguna contradicción, sino una completa continuidad. La Reforma Laboral del PP es la versión corregida y aumentada de la implementada por Zapatero que abarató el despido en un momento de expulsión masiva de mano de obra. De igual forma el ataque a las pensiones del PSOE (prolongando la edad para la jubilación) se ha visto sucedido con el copago de las recetas o la liquidación del fondo de reserva de las pensiones (que a fecha de hoy no tiene existencia asegurada más allá de 2018). Otro tanto cabe decir de la exclusión de los trabajadores emigrantes de las prestaciones sanitarias decretada por Rajoy que encuentra su antecedente en la “regularización” de 2009 dictada por Zapatero sólo para aquellos que contaban con un contrato de trabajo. Es verdad que Rajoy quiere limitar drásticamente la llegada de refugiados, pero quien puso las alambradas en Ceuta y Melilla fue el gobierno del PSOE. Es cierto que el PP ha sido y es un partido descaradamente belicista, pero no es menos cierto que “Bambi” Zapatero reforzó la presencia de tropas españolas en Afganistán, Líbano en 2006, las costas de Somalia en 2008 o ya en 2011 con la participación en la operación en Libia, saltándose incluso la tradicional autorización parlamentaria. Ninguna de esas operaciones trajo la paz. Todas ellas han contribuido a esparcir el terror y la guerra por más y más regiones del mundo.

Todo ese sufrimiento acumulado y acrecentado en la población no es obra de unos políticos especialmente incompetentes o corruptos, como quieren hacernos creen quienes aspiran a relevarlos en las mismas poltronas del Estado capitalista. Es el resultado de la dominación de las leyes del capital sobre la supervivencia de la humanidad, dominación asegurada por el Estado, y más eficazmente por el Estado democrático. Por ello en otros países con gobiernos aparentemente más “decentes” o menos “señalados” por la corrupción, la situación de la población trabajadora también empeora. En el último año hemos visto al gobierno de un partido de nuevo tipo como Syriza en Grecia aplicar, en lo sustancial, el mismo programa que los viejos políticos de Nueva Democracia. Y hoy mismo vemos al futuro gobierno “socialista” portugués - respaldado por el Partido (anti) Comunista de Portugal y por ese otra “gran esperanza blanca” de los ultraizquierdistas en los últimos años, el llamado Bloco de Esquerdas –jurar lealtad al programa de rescate de la economía nacional portuguesa.

Pero si, gane quien gane las elecciones, no va a cambiar en lo sustancial el programa de gobierno de la clase explotadora los trabajadores: ¿para qué sirven entonces las elecciones?

Le sirven, en primer lugar, para sacar algo de lustre al aparato político del Estado democrático, intentando compensar el desgaste de sus partidos tradicionales. En las próximas elecciones del 20 de Diciembre, el capitalismo español, va a reforzar insistentemente esa campaña con la supuesta superación del “bipartidismo” mediante los supuestos proyectos “renovadores” de Ciudadanos y de Podemos. Los primeros, una organización que languidecía defendiendo el españolismo en Cataluña, han sido catapultados a segunda fuerza política del país como una especie de “PP sin corrupción”. En cuanto a Podemos y sus múltiples y poliédricas expresiones (Ganemos, En Común, Mareas,…), es el resultado de una operación de la burguesía española, gestada en los “laboratorios de ideas” de las universidades y con el apoyo de importantes sectores del Estado (entre otros de poderosos medios de comunicación), con el objeto de desfigurar y descarrilar todo lo que en el 15-M había de cuestionamiento al Estado democrático, del sistema de explotación, de inquietud por un futuro estremecedor,… (ver artículo sobre Podemos en este mismo número de AP). Pretenderán aparecer como “nueva política” pero representan la más vieja y rancia política de los explotadores. El liberalismo de Ciudadanos y su “ley invisible del mercado” es un principio burgués del siglo XVIII que ha servido de justificación de todos los recortes en materia de salario social en los últimos 30 años. En cuanto al “proyecto podemita”, y más allá de su lenguaje extraído de los manuales de autoayuda más pedestres, se trata del viejo engaño fundamental de la contrarrevolución estalinista: la identificación del socialismo con la propiedad estatal de los medios de producción. No es de extrañar que la “nueva política” haya caído rápidamente en los vicios de la vieja política: la reducción de ésta a un mero marketing publicitario en el que se utilizan todos los trucos (desde la presencia en los programas televisivos de máxima audiencia sea cual sea su contenido al airamiento de escándalos sobre consumos de drogas de sus rivales, etc.) para activar el botón de compra de la mercancía, en este caso del voto; la sustitución de los debates y las asambleas por el “quitaté tú para ponerme yo”, etc.

Le sirve también para retumbar con fuerza los tambores ideológicos con que aturdir a los explotados. La burguesía española recuerda con gratitud cómo este ruido sirvió para que el formidable movimiento de luchas que, en los años 70, puso contra las cuerdas al franquismo, pudo ser desviado con el famoso soniquete de “Libertad, Amnistía y Estatut de Autonomía” hacia los pactos de la Moncloa, la aceptación de las reconversiones industriales, y el levantamiento del hoy denostado régimen del 78. Y también de cómo, 35 años después, esas mismas mistificaciones democráticas de “Democracia Real Ya” han servido para descarrilar el “¡Que no nos representan!” del 15 M en el “Iglesias presidente” de nuestros días. De igual modo que se esfuerzan en rentabilizar hoy las divisiones en el seno de los explotadores para recabar la adhesión del proletariado a su propia burguesía nacional. No dudan para ello en presentar como el culmen del “anticapitalismo” a formaciones como las CUP en Cataluña que en realidad hacen bandera de las dos instituciones esenciales de la explotación capitalista: el Estado democrático y la Nación, reeditando el nauseabundo lema de la contrarrevolución estalinista: “el socialismo en un solo pais”.

El futuro de la humanidad no pasa por más Estado democrático que supuestamente nos protege de la barbarie que “otros” (los terroristas, los especuladores financieros, los belicistas…) generarían. Los Estados democráticos son los principales agentes del terror, la miseria y la guerra. Tampoco pasa por reforzar la unidad nacional entre los explotados y los explotadores de un país, sino por la disolución de todas las fronteras y todos los países, por la solidaridad de todos los explotados, por una lucha de clases internacional contra todos los explotadores.

Valerio, 2 de diciembre de 2015

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Elecciones del 20-D

La intervención de las grandes potencias amplia el caos

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¿Por qué millones de refugiados huyen de Siria, Irak, Afganistán, Libia y otros países de Oriente Medio, Asia Central y África? La causa es que la población está desesperada y trata de huir de un estado de guerra permanente, de una espiral infernal de conflictos sangrientos entre múltiples protagonistas que van desde ejércitos oficiales de gobiernos a bandas terroristas. Siria es la expresión más “avanzada” de este deslizamiento hacia el caos.

El gobierno de Asad, que ha preferido bombardear una Siria hecha ruinas antes que dejar el poder, no controla ahora sino el 17% del territorio. Regiones enteras del norte y del este se encuentran bajo el control de los fanáticos yihadistas del Estado Islámico. Otros lugares se encuentran en manos de lo que los medios de comunicación occidentales llaman, a veces, oposición “moderada”, pero que se encuentran cada vez más dominados por fuerzas yihadistas como Al Nusra, filial de Al Qaeda: los rebeldes “laicos y democráticos” del Ejército Libre Sirio, que han sido apoyados de modo potente por Estados Unidos y Gran Bretaña, parecen tener una influencia cada vez más marginal. Entre las fuerzas anti-Asad, existe un juego sin fin de alianzas, traiciones y luchas armadas.

 

La implicación creciente de las grandes potencias imperialistas

Pero la situación en Siria, como en otras guerras de la región, significa también un enfrentamiento entre las grandes potencias internacionales, sometidas a los efectos y a las consecuencias de la intervención directa de los aviones de guerra rusos. Desde el principio, Rusia ha apoyado al régimen de Asad mediante sus “consejeros”. Hoy sus propios combatientes bombardean objetivos “terroristas” porque el régimen de Asad está contra las cuerdas, lo que hace temer que la base rusa de Tartus, único acceso naval de Rusia en el Mediterráneo, sea invadida por el Estado Islámico. Según el punto de vista de Rusia, todas las fuerzas de oposición, incluyendo las apoyadas por Estados Unidos, son de naturaleza terrorista y sus recientes bombardeos aéreos han golpeado más a los rebeldes que a los propios yihadistas. Estados Unidos, que podría beneficiarse de la ayuda rusa y su campaña de bombardeos contra los yihadistas en Siria e Irak, ve muy claramente que el objetivo principal de Rusia no es tanto derrotar al Estado Islámico sino defender a Asad. Estas dos potencias están pues actuando en un mismo país, con intereses opuestos, aunque no se enfrenten directamente entre sí. Francia, por su parte, también se ha implicado abiertamente mediante ataques aéreos. Si éstos pueden traducirse en una eficacia inmediata pero relativa, no hacen en definitiva sino añadir tensiones y participan plenamente en la espiral infernal del caos. O sea, más o menos como la acción más burdamente espectacular de Rusia. Las acciones de Rusia en Siria marcan claramente una escalada en el conflicto, pero también una escalada en el caos. Se oponen a las posibilidades y esperanzas que albergan otras grandes potencias de llegar, en interés propio, a un acuerdo político tras cuatro años de guerra en Siria y así detener la marea de refugiados que huyen del país. Como tras la invasión americana en Irak, las grandes potencias no van a reestablecer la estabilidad en la región, sino generar una inestabilidad creciente. La ausencia de opciones políticas no hace más que abrir la puerta a las ambiciones de las potencias regionales. En Yemen, por ejemplo, al gobierno lo apoya el régimen saudí (en lucha contra los rebeldes apoyados por Irán, país que, a su vez, ha enviado fuerzas a Siria para defender a Asad). En la frontera turco-sirio-iraquí, Turquía ha utilizado el pretexto de la lucha contra el E.I (Daesh, ISIS)para intensificar sus ataques contra el PKK kurdo. Turquía apoya igualmente al grupo Ahrar al-Sham en Siria, mientras que Qatar y Arabia Saudí tienen sus propios protegidos islamistas, algunos de entre los cuales han recibido el apoyo de la CIA. Durante décadas, tras la II Guerra Mundial, el mundo vivió bajo la amenaza de destrucción nuclear por parte de dos bloques imperialistas controlados por Estados Unidos y la URSS. Esta “guerra fría” implicaba cierto tipo de disciplina, cierto orden, la mayoría de los países de menor importancia y las fuerzas nacionalistas debían obedecer a los dictados de uno u otro bloque. La caída del bloque ruso a principios de los años 90 del siglo XX provocó el rápido desmoronamiento del bloque americano y los ulteriores intentos de Estados Unidos por imponer su orden sobre esas tendencias centrífugas, lo que no ha hecho sino acelerarlas[1].

Sus fracasos en Afganistán e Irak son una clara prueba de lo anterior, sobre todo ahora que los talibanes, expulsados del poder por la invasión americana de 2001, se refuerzan en Afganistán, y hay regiones enteras de Irak que se derrumban en beneficio del Estado Islámico o caen bajo la influencia de Irán, que, a pesar de los recientes intentos de aproximación, no es precisamente un amigo de Estados Unidos. Tras estas experiencias muy negativas, Estados Unidos se muestra reticente a intervenir enviando abiertamente “tropas terrestres”. Pero el auge del Estado Islámico ha obligado a EE.UU a recurrir a fuerzas aéreas y a reforzar su apoyo a combatientes locales como el PKK (al cual antes consideraba como grupo terrorista) que ha demostrado su eficacia en la lucha contra el Estado Islámico. Esta estrategia ha conllevado también que Turquía aumente la puja de sus apuestas en su guerra contra los kurdos. La intervención americana en Siria corre el riesgo de estimular igualmente de modo indirecto al régimen de Asad y las ambiciones rusas en la región. Las contradicciones se amplifican sin que aparezca ninguna solución.

Sólo la revolución proletaria podrá acabar con la barbarie

En definitiva, ningún “gendarme del mundo” es capaz de imponerse. La irracionalidad de la guerra capitalista es cada vez más evidente: las guerras que inundan el planeta aportan beneficios durante un período breve para una minoría de capitalistas y gánsteres, pero suponen un pesado fardo para el sistema y no llevan en sí ninguna perspectiva de reorganización para la posguerra y la reconstrucción, como sí ocurrió al final de la II Guerra Mundial. Por eso ninguna de las fuerzas capitalistas, desde el poderoso EE.UU al más insignificante señor de la guerra, no puede permitirse quedar al margen, sumergiéndose plenamente en el militarismo y la guerra. Los imperativos subyacentes de la competencia capitalista e imperialista son demasiado fuertes. El coste financiero de una intervención militar puede ser exorbitante pero nada es peor que perder terreno en beneficio de los rivales. Y siempre habrá rivales.

Para la población de esas regiones, el precio que se paga es ser carne de cañón de los bombardeos, ser violados y decapitados por los ejércitos gubernamentales y las milicias de la oposición, casas en ruinas, siglos de patrimonio cultural e histórico destruidos, la elección entre el hambre en campos de refugiados fronterizos en zonas de guerra o emprender un viaje peligroso hacia Europa, hacia un supuesto “remanso de seguridad”. Para la humanidad en su conjunto parece que no existe otra perspectiva que no sea la propagación del caos militar a través del mundo, la huida hacia delante a un fatídico punto de no retorno.

Pero a este punto aún no se ha llegado. Si Europa aparece aún como un remanso de paz para los refugiados de todo el mundo, seguro que no es a causa de la bondad de la burguesía europea, sino porque la clase obrera de estos países sigue siendo una fuerza que debe tenerse en cuenta. La clase dominante no está en situación de aplastar a la clase obrera hasta el punto de arrojarla a la pobreza extrema o a movilizarla en favor de la guerra como sucedió en los años 30 del siglo XX, cuando la burguesía tenía ante sí a una clase obrera vencida. La situación en Siria ilustra la barbarie de la clase dominante cuando la clase obrera sigue siendo todavía una fuerza débil e incapaz de resistir la brutalidad del Estado. El problema para la clase obrera de los países centrales es que no es capaz hoy por hoy de reconocer su propia fuerza, no tiene confianza en su capacidad de responder, no ha vuelto a encontrar todavía una perspectiva independiente capaz de ofrecer un futuro para los explotados y los oprimidos. Y, sin embargo, esta perspectiva, la de la lucha de clases por una nueva sociedad, más allá de las fronteras, es la única esperanza auténtica para la humanidad.

Publicado en World Revolution, órgano de prensa de la CCI en Gran Bretaña, 4 de octubre de 2015.


[1] Para un análisis de este marco histórico ver nuestro artículo “Militarismo y Descomposición”, en Revista Internacional nº 64, /revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [6]

 

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Bombardeos en Siria

Trajes nuevos al servicio del emperador capitalista

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De creer el bombardeo mediático que llevan machacándonos en los últimos meses estaríamos en puertas de un terremoto que transformaría de arriba abajo el escenario tradicional de los últimos 30 años en que PP y PSOE se turnaban plácidamente al frente del gobierno sin que nadie les hiciera sombra. Ese tablero político se vería ahora perturbado por la irrupción de las “fuerzas emergentes”, y en especial la más novedosa de ellas: Podemos. Pero Podemos no representa ninguna novedad. 

Su programa político y su ideología son los clásicos de los regímenes stalinistas[1], defendidos por los P”C” (en realidad furiosamente anticomunistas) y sus acólitos izquierdistas de todo pelaje (trotskistas, sindicalistas de base, movimientos antiglobalización…)[2] que sostienen esta pantomima de la “nueva política”. Lo específico de Podemos, lo que justifica el apoyo que le ha prestado el capitalismo español, es que las huestes de Iglesias tienen una misión especial, muy importante para la burguesía española y también mundial: borrar las huellas del movimiento 15 M que sacudió las calles hace ahora 4 años y medio.

El “orgullo de España” de Iglesias contra el internacionalismo del 15M

Hace 4 años, grandes multitudes ocuparon calles y plazas no solamente en España sino igualmente en Grecia, Estados Unidos, Israel etc., «El movimiento de indignación se ha extendido internacionalmente. Ha surgido en España donde el gobierno socialista adoptó uno de los primeros y más draconianos planes de austeridad; en Grecia, símbolo de la crisis de la deuda soberana; en Estados Unidos, templo del capitalismo mundial; en Egipto e Israel situados en cada uno de los frentes del peor y más enquistado conflicto imperialista, el de Oriente Medio»[3] Hubo intentos, aún muy tímidos y embrionarios, de solidaridad internacional, «En España la solidaridad con los trabajadores en Grecia se expresó gritando “Atenas aguanta, Madrid se levanta”. Los huelguistas de Oakland (USA, noviembre 2011) decían “Solidaridad con el movimiento de ocupaciones a nivel mundial”. En Egipto se acordó la Declaración de El Cairo en apoyo al movimiento en Estados Unidos. En Israel se gritaba “Netanyahu, Mubarak, El Assad, son lo mismo” y se tomaba contacto con trabajadores palestinos» (ídem).

El internacionalismo que se vio latir, aún de forma embrionaria, en los momentos más álgidos del movimiento de los Indignados es algo peligrosísimo para la burguesía, pues esta justifica su dominación sobre el proletariado en la existencia de una supuesta comunidad de intereses entre los explotadores y los explotados de cada país. Así, desde sus orígenes, Podemos se ha caracterizado por lo que ellos llaman un discurso “transversal”, es decir dirigido tanto a los “desfavorecidos” como a los empresarios a los que, desde luego, no ha dejado de lanzar mensajes tranquilizadores. Pero esa supuesta comunidad es la que invocó el partido hermano de Podemos, el Syriza griego, para justificar su acatamiento a las exigencias de la Comunidad Europea que supusieron un redobla miento a los ataques a las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores griegos. En vez de solidarizarse con las víctimas, los Iglesias, Errejón, etc.se solidarizaron con el verdugo Tsipras.

En esa escalada patriotera, los “podemitas” llegan incluso a distanciarse de las propuestas de enviar tropas a las zonas ocupadas por el ISIS en Siria e Irak invocando que “podrían morir- hemos visto que frente al llamamiento del primero de enviar tropas a los lugares ocupados por ISIS (Siria e Irak) el segundo ha respondido que “pueden morir soldados españoles”. El “argumento” del señor de la coleta es muy incisivo, muy eficaz para inyectarnos en vena el nacionalismo, invitando a encerrarnos en el estrecho y endogámico mundillo de “la nación española”. ¿Qué mueren obreros y campesinos sirios e iraquíes? ¿Qué la población de Rakka –capital del califato ISIS- es sometida al triple terror de sus “gobernantes islámicos”, los bombardeos de Rusia, USA y Francia y los de las milicias de El Assad? ¿Qué en estos territorios se están convirtiendo en un agujero negro donde es imposible simplemente vivir? ¡Nada de eso debe importarnos según la filosofía nacional del señor Iglesias! ¡Lo único que debe importarnos es si algún compatriota muera allá! Será por eso que los “podemitas” se han adherido como “observadores” (¿?) al pacto antiyihadista suscrito por los invasores de Irak (PP), los invasores de Afganistán (PSOE) y los aspirantes de invadir cualquier cosa con tal de que se haga con la rojigualda por delante (Ciudadanos). Será por eso que Podemos ha garantizado a Rajoy todo el respaldo que necesite para hacer frente a los ataques terroristas como el sufrido recientemente por la de Kabul.

Si meten nuestros sueños en sus urnas, … será una pesadilla

Una de las consignas más reproducidas durante el 15-M fue el “Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”. En efecto el movimiento de los Indignados surgió con un fuerte componente de contestación a la política burguesa, a las elecciones[4], etc. En los movimientos de 2011 empezó a darse con grandes debilidades y vacilaciones un hecho que hoy, cuatro años después, nos parece insólito: “los trabajadores, los explotados, a los que se pinta como unos fracasados indolentes incapaces de tener iniciativas ni de hacer nada en común, han podido unirse, compartir iniciativas y romper la pasividad agobiante a la que nos condena la normalidad cotidiana de este sistema. Se ha dado los primeros pasos para que aparezca una verdadera política de la mayoría, alejada del mundo de intrigas, mentiras y turbias maniobras que caracteriza la política dominante. Una política que aborda todos los sujetos que nos afectan, no solo la economía o la política, sino igualmente la destrucción del medio ambiente, la ética, la cultura, la educación o la sanidad” (ídem).

La política burguesa preconiza por el contrario que cada uno de nosotros se encierre en sí mismo, que se vea –absurdamente– “soberano” frente a unos problemas que tienen causas y carácter social y que delegue la solución de ellos en el acto individual del voto a unos políticos profesionales, lo que a la larga se traduce en una mayor atomización y resignación. La trayectoria de Podemos es muy significativa. En sus inicios y para reforzar su visualización la “continuación” del 15-M, plagiaron como simple atrezzo las asambleas y los debates públicos para comprender las causas de nuestros sufrimientos, las posibles alternativas, etc. Hoy las “asambleas” de Podemos se han convertido en un “navajeo” indisimulado entre las distintas obediencias en concurrencia por los puestos en las listas electorales[5]. Otro tanto ha sucedido con los debates, reducidos hoy a la aprobación de la lista de recetas propugnada como programa electoral, y que serán moduladas a discreción en función de las necesidades electorales de Iglesias y su gang.

¿Y para qué sirve Podemos pues?

La organización “interna” de Podemos no es contradictoria con su función como quieren hacernos creer los representantes del ala crítica de dicha formación. Es, en realidad, plenamente congruente con la misión encargada por la burguesía a dicho partido: convencer a los trabajadores que todo movimiento de protesta, que todo cuestionamiento de los cauces establecidos por el Estado democrático para expresar – en su forma domada, o sea el pataleo - la indignación ante el futuro que nos depara el capitalismo, está destinada a morir en esos mismos cauces. Que es inútil pensar en luchar contra el sistema, porque el sistema capitalista acaba recuperándolo todo en una versión aún más grotesca que la original.

El movimiento de los Indignados en España, como el que meses después surgió en EEUU o en Israel, como otras expresiones de hartazgo de este sistema capitalista que convierte a los seres humanos en meras mercancías no consiguieron superar todo el entrampado que les tendió el Estado burgués, y especialmente sus organizaciones más dedicadas al sabotaje de todo movimiento de cuestionamiento del capitalismo. Lo cual no quiere decir que la posibilidad de una reflexión, de una búsqueda de las lecciones del porqué del agotamiento de esos movimientos no figure –aún en forma latente– como un proceso potencial de la actual situación. Los estímulos para dicha reflexión no van a faltar. El capitalismo se adentra cada vez más en el abismo de la miseria creciente de enormes masas de población, de multiplicación de focos de guerra y terror, de esparcimiento de los escenarios de la catástrofe ecológica. La clase explotadora necesitará siempre, y estará dispuesta a remunerar generosamente, a quién vaya proclamando por las calles que el rey no está desnudo, que sólo necesita nuevos ropajes, como los que ellos mismos, como Podemos, como la nueva izquierda en Gran Bretaña, está dispuestos a fabricarle.

Paolo, 13 de diciembre 2015


[1] Tal y como denunciamos en nuestro anterior número de Acción Proletaria. Ver /cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [7]

[2] De hecho gran parte de la mano de obra de la formación “podemita” está constituida por militantes de la llamada Izquierda Anticapitalista forjada con los detritus de las organizaciones izquierdistas de los años 80, y la enésima escisión “por la izquierda” del P”C”E.

[3] De nuestra hoja internacional de balance de los movimientos de 2011 De la indignación a la esperanza, https://es.internationalism.org/node/3349 [8]

[4] No en vano las asambleas en las plazas desafiaron descaradamente la orden de disolverse en la “jornada de reflexión” del 21 de Mayo.

[5] De los 380 mil simpatizantes de Podemos sólo el 15% tomo parte en las elecciones primarias y apenas el 4% se implicó en la adopción del programa electoral.

 

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Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/tag/20/686/bernadette [2] http://www.dandurand.uqam.ca/evenements/evenements-passes/440-fences-and-walls-in-international-relations.htm [3] https://www.fool.com/investing/general/2014/08/06/the-migrant-crisis-could-cost-billions-but-border.aspx [4] https://es.internationalism.org/tag/6/681/inmigracion [5] https://es.internationalism.org/tag/geografia/espana [6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [7] https://es.internationalism.org/cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [8] https://es.internationalism.org/node/3349 [9] https://es.internationalism.org/tag/6/637/podemos