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Abril 2013

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Bárbara violación en Delhi

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Publicamos un artículo realizado por una simpatizante cercana a la CCI en la India, respondiendo a la violación y asesinato de una joven estudiante en Delhi. Le siguen comentarios de otras dos mujeres hindúes. La traducción ha sido realizada por una compañera simpatizante de nuestra sección en España a quien agradecemos el trabajo realizado.

Habían decidido casarse el 13 de febrero. Regresaban después de disfrutar de una sesión de cine. Estaban esperando el autobús en una carretera de la ciudad de Delhi. No murió de noche. En ese momento eran sólo las 21:30. Pero a esa hora de la noche en la Delhi metropolitana tuvo lugar el suceso más doloroso, una tragedia que nos desgarró el corazón. Subieron a un autobús vacío; justo después se dieron cuenta de su error. Pero ya los malhechores les habían atrapado. No había forma de salir de allí. Seis jóvenes delincuentes tomaron el autobús, golpearon severamente al compañero de la infortunada chica y lo dejaron inconsciente. Entonces esos animales saltaron sobre la chica y abusaron sexualmente de ella uno tras otro. No sólo eso. Golpearon con fuerza la parte inferior de su cuerpo con una barra pesada. Esto dañó seriamente sus órganos internos. La actividad inhumana no paró ahí. Los malhechores la dejaron inconsciente, la arrojaron a la vía y trataron de matarla atropellándola. Sin embargo ella todavía estaba viva, de alguna manera superó las graves agresiones físicas y sexuales. La llevaron a un hospital de la ciudad gravemente herida y traumatizada. Después de varios días en el Hospital AIIMS más avanzado (All India Institute of Medical Sciences) y después de varias operaciones quirúrgicas fue trasladada a un hospital en Singapur en una situación muy inestable. Allí, la infeliz muchacha falleció el 26 de diciembre de 2012.

Probablemente este suceso tan extremadamente bárbaro ha removido brutalmente lo que de humano tenemos cada uno en nuestro interior. Como miembro de la especie Homo Sapiens también estoy muy dolida, conmovida y entristecida. Como mujer que soy también estoy angustiada con una sensación de impotencia tremenda y de inseguridad. Desde el 16 de diciembre y durante bastantes días desvié voluntariamente mi mirada del televisor o de los periódicos. Como si intentara huir de todo ello. Mis ojos se llenan de lágrimas mientras trato de escribir esto. Una y otra vez se me viene a la mente la desgraciada estudiante de medicina de 23 años. Sus reacciones de infinito dolor y sus protestas contra la agresión aparecen ante de mí de forma claramente visibles. Estoy tratando de darme cuenta de la profundidad de su dolor y de su trauma. Muchas personas estarán ansiosas por ver la fotografía de la pobre víctima de tan enorme crueldad. Pienso decirles que se miren al espejo. Esto les permitirá ver su fotografía.

A cada momento nuestros sentimientos, emociones y autonomía están siendo violados. Nosotras no podemos transmitir la experiencia y la educación que queremos para las estudiantes. No podemos construir nuestra vida del modo en que nos gusta. No podemos ver el mundo con la forma y el contenido que queremos verlo. En mi opinión, esta represión constante de sentimientos, deseos y sueños no es más que otra forma de violación. Después de luchar contra la muerte durante diez días la muchacha falleció. El gobierno central la ha adornado póstumamente con algunos adjetivos bien elegidos y calculados para mostrar su preocupación 'humanitaria'.

En el centro de Delhi, la capital India, cientos de miles de personas agraviadas, particularmente jóvenes, se reunieron en las calles espontáneamente y se manifestaron contra este acto de inimaginable barbarie. Desde todos los barrios ha crecido la demanda de un castigo ejemplar para los culpables. Quizás se les castigue muy severamente. El gobierno, sus “sabios” y “expertos”, han presentado el caso dándole un gran “bombo” en los medios de comunicación. Los canales de televisión compiten en la realización de tertulias, repartiendo consignas sobre lo que “se debería hacer” o lo que “no se debería hacer”. Todo esto llegará a su fin tarde o temprano. Este atroz acto de barbarie culminará en "la historia" de un día. Y creo que otra vez se repetirá esta historia,

La ira acumulada durante tanto tiempo y las quejas estallaron de forma espontánea, con manifestaciones masivas en respuesta a este suceso. Mucha gente participó en una marcha silenciosa a la luz de las velas mostrando así su impotencia. También han surgido en otras zonas diferentes tipos de reacciones. El líder de la RSS (Rastriya Swayam Sevak Sangha), una organización ultra derechista militar, ha dicho que el estilo de vida occidental de la mujer es responsable de esos incidentes. Un gurú espiritual, Asharam Bapu dijo “ella podría haber parado el ataque coreando el nombre de Dios e implorando a los pies de los atacantes”. El año pasado ocurrió un incidente de violación en la zona de Park Street de Calcuta. En aquel momento el gobierno de Bengala Occidental dirigido por una mujer señaló que la mujer –que salió sola en Nochevieja– tenía muy mala reputación.

Pero en cualquier caso no hay ninguna duda de que el hecho es tan despreciable que no podemos dejar de denunciarlo a fondo y tan fuertemente como sea posible. ¿Pero es el primero? ¿Podemos clasificar los casos de violación en más o menos importantes? Todos los actos de violación son igualmente despreciables e igualmente condenables. Según el informe de 2007 de NCRB (Consejo Nacional de registro de crimen) el número de violaciones en la India es de 21.397 mientras que para Estados Unidos es de 89.241. Pero no es posible hacer una correcta evaluación y comparación basándonos sólo en números. En un país como la India, donde a las mujeres se les hace responsable de ser violadas, muchas mujeres prefieren no informar sobre las agresiones sexuales. Además, las quejas de las mujeres violadas que se atreven a ir a las comisarías de policía a menudo no son debidamente registradas por los policías. En el último mes una chica de 17 años de edad de una remota aldea en Punjab fue a la comisaría para presentar una denuncia tras ser violada. La policía se negó a registrar esa queja. Después de esto la chica se suicidó. Así se puede entender fácilmente que el número de violaciones en la India será mayor del que se dice. Cada 20 minutos ocurre una violación por término medio en este país. En 2011 se registró un número de brutales agresiones a las mujeres en Uttar Pradesh y según el informe de la Unión del Pueblo para las Libertades Civiles (PUCL) la mayoría de las agredidas fueron las mujeres pobres de zonas remotas, muchas de ellas Dalits ("intocables"). Partidos y líderes políticos utilizan estos hechos únicamente con fines políticos.

A pesar de todo esto, por la reacción del gobierno y el espectro político, parece como si esta violación de Delhi hubiera ocurrido por primera vez en la India. Todos los líderes y ministros han presentado reacciones aparentemente muy humanitarias. Han exigido un castigo para los culpables. La Ministra Jefe Shila Dikshit del partido gobernante del Congreso ha dicho que no tenía valor para visitar a la víctima. Sushama Swaraj, un líder del BJP, ha afirmado que los violadores deben ser colgados. Como si ahorcando a los violadores se pusiera fin a las violaciones en el futuro. Estoy confundida. No tengo claro qué tipo de castigo debe exigirse para los culpables. ¿Además a quién debemos exigir este castigo? ¿Pueden impartir Justicia personas inmersas en el mar de la corrupción, la delincuencia y la falsedad?

En diciembre de 2009 una mujer rusa fue violada por un político del estado, y Santaram Naik, un Diputado del Congreso de Goa hizo una defensa vigorosa de la violación, culpando a la víctima. En 2011 Bikram Singh Brahma, otro Diputado del Congreso de Assam fue acusado de violación en el distrito de Chirang. En 2004 en la región de Manipur, en el noreste de India, soldados indios raptaron en su casa a Manorama, una mujer de treinta y dos años, y la llevaron por la fuerza al campamento militar cercano, la violaron y luego la mataron. Más tarde la autoridad militar divulgó que fue asesinada en un 'encuentro' militar, alegando que pertenecía a un grupo extremista armado. La autoridad del estado y el gobierno nunca se cansan de entonar himnos de alabanza para su ejército porque participa en la defensa del país y la seguridad de las personas. Los militares representan el patriotismo interpretado por las autoridades y los medios de comunicación Este patriotismo no es más que una poderosa arma de la clase dominante para mantener intacto el sistema capitalista.

Por eso el ejército está violando y matando mujeres inocentes con la excusa de “choques” en zonas de la India donde existe un movimiento fuerte de protesta contra la explotación y la represión de la autoridad. ¿Podría juzgarse a alguien en estos casos de violación y asesinato cometidos por fuerzas del estado? ¿Podrían los culpables castigarse a sí mismos? ¿Hay una posibilidad de verdadera justicia para explotados y oprimidos en este sistema social? Si la decisión para castigar a los culpables se toma únicamente por quienes hacen el cálculo de pérdidas o ganancias políticas y por la condición social de los culpables, ¡nunca habrá ningún castigo debido sólo a la tremenda humillación y dolor mental causado a las mujeres violadas!. La clave para la persistencia del sistema es la destrucción de todos los sentimientos humanos, solidaridad social y confianza. Entonces ¿es posible que personas situadas en las más altas posiciones de autoridad se molesten por esos sucesos “insignificantes” como la violación de inocentes mujeres desconocidas e indefensas, cometida por su propio personal militar?.

Esta degradación extrema de los valores humanos no es más que la manifestación de la fase avanzada de la decadencia del sistema capitalista mundial hoy en día. No se puede mantener para siempre la lozanía de un árbol, un árbol cuyas raíces están podridas, simplemente rociando agua sobre sus hojas. Del mismo modo no es posible para el sistema social y sus diferentes partes, cuyas raíces también están podridas, realizar las cosas de forma correcta y justa. Los valores humanos siempre son violados por el sistema. Así que las raíces de problemas tales como la violación, la bárbara tortura bajo custodia policial, la privación de libertad o la muerte en combates o ataques terroristas muy a menudo subyacen a la estructura socio-económica, política, cultural y a la dinámica de esta sociedad, que atraviesa su avanzada fase de decadencia.

Esto comenzó a principios del siglo XX. Este sistema es absolutamente incapaz de proporcionar a las jóvenes generaciones una orientación positiva y una perspectiva de futuro. Así que en medio de su creciente desempleo, pobreza, miseria y angustia vital, la perversión sexual resulta ser la única orientación. Los medios de comunicación, impresos y digitales, mientras enfatizan de tal modo este suceso de violación, organizando reuniones de protesta en contra y ofreciendo sermones de gran resonancia para respetar los valores humanos y los derechos de las mujeres, no dudan en presentar las características físicas y las posturas de atractivas mujeres como mercancía con fines de lucro en sus páginas de publicidad. Estos roles contradictorios prueban que en realidad solo están preocupados por su propio interés sórdido y nada más. Esto puede llamarse "prostitución de los medios de comunicación".

Estos incidentes manifiestan nada más que la descomposición del sistema. Muy a menudo decimos que hay dos alternativas en el mundo de hoy: socialismo o barbarie. Nos estamos ahogando cada vez más profundamente en el amplio océano de la barbarie. ¿No es todavía suficiente para nosotros? Hasta ahora la única alternativa que nos queda es el socialismo. No hay otro camino que luchar para alcanzar la meta del socialismo, con toda nuestra capacidad física y mental, tiempo y energía. Se trata de la única forma de salvar a la humanidad de la destrucción total y poner fin a todo tipo de explotación, represión, agresiones sexuales y violencia, no sólo contra las mujeres, sino contra todos los seres humanos

Comentarios adicionales

K: ¿Por qué se envió a la chica herida y violada a un hospital de Singapur en una condición tan inestable? Algunos médicos de AIIMS han señalado que las modalidades de tratamiento médico adecuado y eficaz son igualmente buenas o mejores en AIIMS. ¿No es una mistificación cruel del gobierno de la India y de la clase dominante para mostrar que están muy interesados y preocupados por el estado de salud de la desventurada víctima enviarla al exterior para un mejor tratamiento? Este desplazamiento de la chica en esas condiciones empeoró mucho su salud y podría haber contribuido a su muerte. ¿Por qué no fue trasladada a un hospital en Europa o Estados Unidos desde el principio? No puede ser otra cosa que una mistificación. Todo se está haciendo para la ganancia política de la clase dominante. Es una situación muy traumática y trágica. No sólo son las mujeres están siendo víctimas sino todos aquellos que se relacionan con ellas, como los padres, esposos, hermanos… también ellos están siendo víctimas y son heridos o asesinados por los malhechores.

La clase dirigente debe mantener una relación muy estrecha con elementos antisociales. Partidos políticos, la policía y elementos antisociales están en una estrecha alianza. Hay una crisis profunda por todas partes y está deteriorándose cada día que pasa. La falta de seguridad no sólo de mujeres y niñas sino de todas las personas de la clase obrera está aumentando. Esta inseguridad se ha intensificado tanto que las mujeres no quieren tener niñas. Hoy la clase dominante no puede ya servir a la humanidad de ninguna manera. Dejan de seguir siendo seres humanos una vez que están en el poder y autoridad. Así que no importa si la persona del gobernante es un hombre o una mujer.

R (hija de K): por ser una chica siempre estoy preocupada por la situación de inseguridad. Una vez pensé que si hay algún compañero conmigo cuando salgo para estudiar, me puede salvar, pero la realidad es que nuestros compañeros también están siendo atacados por delincuentes y como en este caso, los atacan primero y los dejan inconscientes o los asesinan antes de atacar el objetivo real, la pobre chica desamparada.

Geografía: 

  • India [1]

Rubric: 

Social

Desnutrición y desperdicio de alimentos

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Mil millones de seres humanos sufren de desnutrición[1] [2]. A eso hay que sumarle la creciente miseria de un gran masa total de pobres, una mayoría de la población mundial. ¡A pesar del progreso técnico y capacidad productiva sin precedentes un gran número de personas todavía están muriendo de hambre!

¿Cómo explicar esta paradoja? La clase dominante tiene sus respuestas. Esta tragedia es vinculada a "la escasez de recursos"[2] [3]y la "explosión demográfica"[3] [4].

En realidad la escasez crónica de alimentos extendiéndose como una plaga es producto del sistema capitalista, de la ley de la ganancia. Esta ley lleva a un absurdo al propio mercado y a la humanidad: la sobreproducción de mercancías. Esta es la base de un fenómeno irracional y escandaloso que la burguesía mantiene en silencio: el desperdicio.

El informe de un estudio reciente revela que "se estima que de 30-50% (de 1,2 a 2 billones de toneladas de todos los alimentos) nunca alcanza un estómago humano"[4] [5]. Puesto que el estudio no puede sacar a la luz las causas profundas de los desperdicios sin poner en cuestión el sistema capitalista, se queda en la superficie del fenómeno, explicando que en Europa y EU los propios consumidores tiran la comida a la basura como resultado del producto empacado con fines de marketing (las promociones del tipo 'compre uno y llévese otro gratis'). El estudio no se atreve a revelar que el desperdicio sobretodo es generado por la sobreproducción y la búsqueda de ganancias a corto plazo, llevando a la industria a hacer un uso cada vez mayor de una infraestructura inadecuada y áreas de almacenamiento ineficientes con fallas importantes dela cadena de producción.

 Este estudio olvida mencionar que los productos de calidad cada vez más pobre no pueden ser vendidos por falta de compradores y se amontonan en lugares que se descuidan. Con el fin de economizar y ganar los especuladores capitalistas a menudo terminan deliberadamente por destruir las mercancías, especialmente alimentos. Por los mismos motivos "hasta 30% de los cultivos vegetales del Reino Unido nunca se cosecha". Así, los productos a menudo son destruidos para evitar la caída del precio del mercado. Por ejemplo, algunos productores que no pueden vender sus frutas y vegetales, incluso con pérdidas, utilizan gasolina para quemarlos para mantener artificialmente su precio.

El mismo fenómeno existe en los llamados países "en desarrollo", amplificado y agravado incluso desde el inicio de la cadena de producción. Aquí el "despilfarro tiende a ocurrir desde elagricultor-productor hasta el fin de la cadena de suministro" debido a la "ineficiente cosecha, transporte local insuficiente y deficiente infraestructura", lo que provoca pérdidas colosales. Las "deficiencias" pueden ser como "en los países del sudeste asiático, por ejemplo donde las pérdidas de arroz pueden ir desde 37% a 80% de la producción total, dependiendo de la etapa de desarrollo... En China, un país que experimenta un rápido desarrollo, la cifra de la pérdida de arroz es de alrededor del 45%, mientras que en los menos desarrollados Vietnam, las pérdidas de arroz entre el campo y la mesa pueden ascender hasta el 80% de la producción".

El informe subraya la sombría realidad: "acumulativamente esta pérdida representa no solo la eliminación de alimentos que de lo contrario podrían alimentar la creciente población, sino también una pérdida de valiosos recursos de la tierra, energía y agua. En el caso del agua por ejemplo, unos 550 billones de metros cúbicos se desperdicia a nivel mundial en el crecimiento de cultivos que nunca llegan a los consumidores..."

De acuerdo a los ingenieros que escriben este informe, una simple explotación racional de los recursos existentes crearía "el potencial para proporcionar 60-100% más de alimentos para el consumo... Además, debido a la gran demanda que la producción de alimentos pone sobre otros recursos naturales como la tierra, agua y energía, este enfoque ofrece ventajas significativas en términos de sustentabilidad y reducción del riesgo ambiental." Esta perspectiva de "sentido común" es imposible realizar dentro del sistema capitalista. El problema no radica en la falta de capacidad o de voluntad: se encuentra sobre todo en las contradicciones de un sistema económico que no produce para satisfacer las necesidades humanas, sino para el mercado, para obtener una ganancia. Esto lleva a los peores absurdos, anarquía completa e irracionalidad.

Uno de los ejemplos más escandalosos es la de los niños que sufren desnutrición grave en África subsahariana, mientras que las cuotas lácteas y retirada de las granjas se imponen en Europa. ¡Mientras tanto, las organizaciones de beneficencia y las ONG organizan costosas campañas basadas en sentimientos de culpa para recaudar fondos para la leche en polvo para los niños hambrientos, que están también sin... agua! Si esto no fuera tan trágico casi podría ser una broma de muy mal gusto.

El capitalismo es un modo de producción obsoleto que se ha convertido en una fuerza destructiva que amenaza la civilización. Genera y activa todas las pasiones mortales. Ante las crecientes tragedias que engendra, sus contradicciones exacerban los comportamientos más irracionales y antisociales. Hambre y desperdicio, pobreza y desempleo, como las guerras, son sus hijos. Pero dentro crece su negación, su sepulturero, la clase obrera, la clase explotada que solo tiene una perspectiva para el futuro. Sólo la clase obrera puede poner fin a este sistema podrido. Más que nunca, la alternativa es "socialismo o barbarie".

WH, enero de 2013

[1] [6]Esto significa nutrición diaria insuficiente para las necesidades físicas de una persona (2500 calorías diarias).

[2] [7]Todas las mentiras tienen una base de verdad. No es en sí, debido a la falta de recursos. Al contrario, el sistema capitalista conduce a su destrucción masiva.

[3] [8]Se predice habrá 9 mil millones de personas para 2050.

 [4] [9]Residuos globales de alimentos no, no los queremos. Publicado el 10 de enero de 2013 por la Institution of Mechanical Engineers. (IME). Todas las citas de este informe se pueden ver en https://www.imeche.org/news/archives/13-0110/ [10]. Un nuevo informe dice que 2 billones de toneladas de alimentos producidos terminan en la basura. Aspx.

 

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [11]

Rubric: 

Lo absurdo del capitalismo decadente

El deporte en el capitalismo decadente (desde 1914 hasta hoy)

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En el primer artículo de esta serie, vimos que el deporte era un producto genuino del capitalismo y que ha sido algo clave en la lucha de clases ([1]). En este segundo artículo veremos cómo en el período de decadencia de ese sistema, el deporte es un instrumento del Estado para sojuzgar y reprimir a los explotados.

Antes de la Primera Guerra mundial el deporte ya poseía una dimensión planetaria. Y en pocos años se convertiría en fenómeno de masas.

El capitalismo de Estado genera el deporte de masas

A partir de 1914, el Estado toma a su cargo de manera totalitaria la organización de los grandes eventos deportivos en cada nación del mismo modo que organiza la movilización tras sus banderas en los conflictos mundiales: “El deporte mundial como totalidad se ha convertido en una enorme organización y una estructura administrativa, un asunto nacional del que se encargan los Estados en función de sus intereses diplomáticos” ([2]). Y así, entonces, los Estados se ponen a construir y financiar infraestructuras faraónicas: complejos deportivos, estadios de 80 a 100 mil plazas los mayores de los cuales alcanzaron incluso 200 mil (Maracaná en Brasil), gimnasios, pistas, circuitos (el Indianapolis Motor Speedway, por ejemplo en Estados Unidos con sus 400 mil plazas) etc. Se erigen auténticos parques gigantes, catedrales de acero y hormigón, llenos de hinchas o casi “fieles”, por decirlo así, en Olimpiadas, en Mundiales de fútbol, en Grandes Premios automovilísticos, etc., siempre con una organización y una logística de tipo militar y un verdadero ejército para producir espectáculo. Los medios de transporte y de comunicación bajo control del Estado, hacen posible canalizar las muchedumbres hacia esos templos modernos. Y en el siglo XX se desarrolló toda una prensa deportiva especializada con la que cubrir el menor acontecimiento. La radio, después la televisión, se convierten en herramientas privilegiadas de la propaganda de Estado para popularizar la práctica deportiva, para promover los espectáculos-mercancía y las apuestas. Uno de los síntomas de eso es también la burocratización de unas instituciones deportivas tentaculares: “hasta el punto que hoy no se puede hablar de deporte en los sitios donde no exista organización deportiva (federaciones, clubes, etc.)” ([3]). Así pues, ese cambio de escala hacia el deporte de masas, desde los años 1920, se realiza en un contexto en el que el Estado capitalista “se ha convertido en una máquina monstruosa, fría e impersonal que ha terminado por devorar la sustancia de la sociedad civil” ([4]). Todos los grandes eventos deportivos son auténticas ferias comerciales de Estados y siempre con una cobertura mediática hipertrofiada. Es lo que explica que los efectivos de deportistas y de espectadores se hayan inflado hasta niveles insospechados, sobre todo en estos últimos años. En Francia, por ejemplo, sólo había un millón de inscritos en federaciones deportivas en 1914. Cuarenta años más tarde serían el doble. En el año 2000, más de 14 millones o sea ¡siete veces más que en los años 1950! ([5]) Hoy, acontecimientos como los Juegos Olímpicos pueden movilizar e hipnotizar a más de 4 mil millones de telespectadores en el monde!

Verdadero “opio del pueblo”

Los Estados capitalistas son los sumos sacerdotes de esta nueva religión universal, el deporte; un verdadero “opio del pueblo”, una droga inoculada desde hace varias décadas a elevadas dosis. En la Antigüedad, los poderes se consolidaban mediante la religión, “el pan y el circo”. En la era del capitalismo decadente y del desempleo de masas, el deporte-mercancía está ahora también dedicado a consolar, distraer y controlar a las familias obreras empobrecidas. Más circo y menos pan, ¡ésa es la realidad capitalista de hoy! Para las poblaciones y las masas obreras que tienen todavía la suerte de tener trabajo, sometidas a ritmos insostenibles de oficina o de fábrica, al infierno de la explotación y a la despersonalización de los grandes centros urbanos, el espectáculo deportivo o la práctica del deporte se han vuelto, gracias a la propaganda y al marketing, en “ocio indispensable”. El deporte es uno de los medios privilegiados para abandonarse uno mismo en brazos de las “fuerzas invisibles del capital”. Y así, las actividades deportivas, asimiladas al “tiempo libre” no se limitan finalmente a ser un simple medio de subsistencia y de conservación fisiológica: “al degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condición de medio, hace el trabajo enajenado de la vida genérica del hombre un medio para su existencia física” ([6]). Vivida como una especie de “relajación necesaria” por los asalariados, la práctica deportiva no es sino un medio de recuperación de la fuerza de trabajo, igual que dormir, beber y comer. El deporte permite además resistir físicamente a los ritmos infernales en el trabajo. Permite así hacer frente a la brutalidad de las condiciones de explotación, de “olvidar” un rato los padecimientos de la sociedad capitalista. La verdadera paradoja es que el propio deporte se asemeja a un trabajo arduo, cronometrado, con unos sufrimientos voluntarios que encadenan más todavía a los ritmos industriales y al rendimiento. Para muchos adeptos se ha convertido en una verdadera adicción. Hay asalariados que incluso se matriculan durante sus vacaciones en actividades deportivas colectivas cuyo contenido se parece más a cursillos de comando que a otra cosa. Repitámoslo, el deporte es expresión de una de las realidades de la alienación haciéndose, por lo masivo de su presencia, casi indispensable en la vida, acarreando al fin y al cabo una mayor sumisión al capital. Se sabe que el deporte permite incrementar la productividad y alienta el espíritu de competencia. En una vida laboral cotidiana en la que el trabajo heredado del taylorismo tiende a hacer sedentarios a los asalariados y a destrozarlos debido a los gestos repetitivos y a la “comida basura”, han surgido verdaderas campañas culpabilizadoras con discursos morales sobre la “salud” y la necesidad de “luchar contra la obesidad” mediante el deporte. Hay que ser ¡“competitivo”, “dinámico” y dar “buen rendimiento». Esos discursos están en perfecta coherencia con las necesidades de competitividad de las empresas, las cuales favorecen y patrocinan a clubes deportivos, a la vez que intentan vender sus porquerías “adelgazadoras” para el “bienestar” en general y demás mercancías valorizadas por la imagen del deporte. Durante el verano de 2012, por poner un ejemplo próximo, durante los JJOO de Londres, la capital británica se transformó en una feria comercial gigantesca, una especie de supermercado que nos inundó de productos comerciales de todo tipo. Por todas partes, en los estadios y demás recintos deportivos, en cada resquicio había carteles y pantallas publicitarias. Los deportistas eran hombres-anuncio cubiertos de eslóganes publicitarios de grandes marcas que procuraban salir en las fotos y ponerse ante las cámaras para exhibirlas mejor. Tal exhibición mercantil forma además parte íntegra de la estrategia de preparación, al igual que los ejercicios físicos y los entrenamientos. El deporte es una mercancía al servicio de una economía de casino, con sus derechos TV, sus productos derivados, sus managers, sus clubes cotizados en bolsa y demás. La multiplicación inflacionista de las competiciones se debe a que son los propios Estados y grupos comerciales los que se enfrentan directamente en un mercado saturado. Los deportistas ya no son personas, son mercancías de alto rendimiento, que se intercambian entre clubes de una federación a otra, a veces por cantidades astronómicas, casi sin pedirles opinión. La extrema comercialización a que se ha llegado con unos deportistas despersonalizados, o transformados en estrellas endiosadas, que incluso refuerzan las tendencias al culto a la personalidad, no son sino otras tantas expresiones del fetichismo de la mercancía. Convertido en un dios o en simple cosa, objeto de cambio o de explotación como capital, el deportista profesional está sometido de manera drástica a la ley del mercado y a la rentabilidad, con obligación de resultados. Y está constantemente forzado a la proeza extrema, estrujado y obligado a doparse, a la autodestrucción planificada (trataremos estos temas en el próximo artículo).

Esos deportistas-máquina robotizados, en un contexto en el que el Estado planifica la despolitización y la sumisión, nutren espectáculos grandiosos y descomunales, en una especie de glorificación, de apología del orden establecido y del poder. Los hombres de Estado acuden a todas las grandes manifestaciones deportivas, colocándose en los palcos de honor para recoger los frutos políticos de esos embrutecimientos programados a gran escala. Desde los grandes espectáculos hitlerianos hasta las exhibiciones estalinianas de antaño, y ahora los mega-shows de las democracias actuales, esos ceremoniales deportivos fabrican sueños, favorecen la idolatría, promocionando, mediante el músculo, esfuerzo y sacrificio. Sirven sobre todo para aturdir las mentes, igual que la religión, desviándolas de toda reflexión sobre las condiciones de explotación del capitalismo. Procuran muchas veces ocultar la verdadera actualidad, todo lo que pueda ser crítico o se refiera a la lucha de clases, y eso cuando no sirven para alistar en las guerras, como así ocurrió en los años 1930.

El deporte es claramente un desvío para toda forma de “subversión”, destinado en prioridad a la juventud, especialmente en las escuelas, para que se realice mejor el lavado y formateado de cerebros. Esto ya era evidente en los regímenes nazi y estalinista, pero sigue estando sutilmente presente en las democracias. Tras Mayo del 68 en Francia, “el efímero ministro de deportes M. Nungesser explicaba (…) que había que hacer obligatorio el deporte en la escuela” para mantener la paz social. En ese mismo sentido se expresaba J. Cornec, presidente de la Federación de padres de alumnos en 1969: “hace justo un año, Francia se vio trastornada por la rebelión juvenil. Todos aquellos que buscan soluciones a ese problema complejo deben saber que no se encontrará equilibrio alguno sin la solución previa del deporte escolar” ([7]). Con esa misma inspiración, los periódicos explicaban que era mejor “hacer deporte” que “enfrentar físicamente a la policía y Antidisturbios”. Domesticar, meter en cintura con el deporte, con sus símbolos y su mundo de supersticiones, todo eso entra muy bien en la óptica de la ideología democrática burguesa oficial por un verdadero control social, con unos educadores que deben promocionar el mito del “self made man”, el del deportista que puede salir del paso y “arreglárselas” individualmente gracias a unas cualidades obtenidas mediante una disciplina militar. Tal perspectiva igualitarista, en la que “cada uno tendría su oportunidad”, eso sí con trabajo y ascetismo, sirve para atontar los sentidos de quienes podrían buscar una crítica radical de la sociedad, de quienes intenten desarrollar un espíritu político para luchar contra el orden establecido.

El deporte al servicio de la represión

Además de contribuir en adormecer las mentes de esa manera, el deporte también prepara al mismo tiempo para la represión más directa. Los encuentros deportivos se han vuelto pretextos para desplegar fuerzas de policía cada vez más descomunales, so pretexto de defensa del “orden público” y de la “seguridad”. En un mundo en el que las poblaciones urbanas están ya sometidas a un control policial permanente, a una vigilancia total con presencia incluso militar patrullando ahora regularmente por los lugares públicos, como las estaciones por ejemplo ([8]), el reforzamiento de efectivos en los alrededores de los estadios puede parecer “normal”. Con la presencia regular de Antidisturbios y vehículos policiales, el Estado habitúa así gradualmente las mentes a aceptar la presencia masiva de unas fuerzas represivas cuyo monopolio posee. Cabe recordar lo que ocurría en los años 1970, cuando los Estados democráticos de Europa occidental estigmatizaban los “regímenes fascistas” y las “dictaduras de América latina”, precisamente porque eran demasiado visibles las fuerzas del orden y los militares en los lugares públicos, especialmente en el entorno de los estadios como se veía en aquel entonces en Argentina, Brasil o Chile. En 1972, en las Olimpiadas de Invierno de Sapporo en Japón, había 4 mil soldados nipones controlando el lugar. Y hoy, ya no es que esas mismas prácticas estén superadas con creces desde hace tiempo en los países democráticos tan propensos a dar lecciones, sino que se han reforzado con medidas más severas todavía. Con el pretexto de luchar contra el hooliganismo ya no es posible hoy acudir a un estadio sin tener que pasar por medio de un cordón sanitario de policías, sin que le registren a uno para luego ser “acompañado” por los llamados “estadieros” o sea, vigilantes “de estadio”.

Los últimos Juegos Olímpicos de Londres del verano de 2012 han sido una ilustración impresionante de todo eso, una imagen de auténtica situación de guerra. Había 12 mil policías en servicio y 13 500 militares disponibles, o sea ¡más que las tropas inglesas desplegadas en Afganistán (9500 soldados)! ¡Más que los 20 mil soldados de la Wehrmacht en Múnich en 1936! A ello hay que añadir los 13 300 agentes de seguridad privados. Y ya para no quedar cortos, instalaron un dispositivo ultrarrápido de misil tierra-aire encima de un edificio, en una zona densamente poblada, cerca del emplazamiento olímpico principal para con él rematar, por decirlo así, un escudo antiaéreo. En las calles se acondicionaron carriles especiales para los vehículos oficiales, prohibidos para la gente “ordinaria” (135 libras esterlinas –170 euros– de multa a quien se le ocurriera meterse por ellos). En fin, les controles de seguridad eran la típica expresión de la paranoia ordinaria de todos los Estados: registros sistemáticos al entrar en los ámbitos deportivos, prohibición de llevar agua dentro de las zonas controladas, prohibición de “tweetear”, de compartir o enviar fotos de lo acontecido por el medio que fuera ([9]).

Y en ese sentido, llama la atención, si se considera la historia con perspectiva amplia, que los recintos deportivos son como lugares neurálgicos que permiten encerrar a una parte de la población con fines represivos cuando no de aniquilamiento. Uno de los episodios más conocidos es el de la “Rafle du Vel’ d'Hiv’” ([10]) en París, organizada por la policía y las milicias francesas durante el verano de 1942. Aquel famoso velódromo sirvió entonces de campo cerrado adonde llevaron a los judíos para allí recluirlos hasta su deportación en el campo de exterminio de Auschwitz donde sufrieron el súmmum del horror. Tras la Segunda Guerra mundial, fueron numerosos los ejemplos de recintos deportivos al servicio de la muerte y de la represión estatal. En Francia, después de lo del Vel’ d'Hiv’, se utilizaron otras instalaciones deportivas cuando la matanza de oponentes argelinos en octubre de 1961. Se llevaron a unos 7 mil al Palacio de Deportes de Versalles y al estadio Pierre-de-Coubertin de París, donde les golpearon y a muchos de ellos los tiraron al Sena! En junio de 1966, en África, se ejecutó a adversarios al régimen de Mobutu ante la muchedumbre en el “Estadio de los Mártires” de Kinshasa. En América Latina, los estadios no sólo han servido de desfogue para poblaciones hambrientas. El Estadio nacional de Santiago de Chile, tras el golpe de Estado del general Pinochet de septiembre de 1973 sirvió de lugar de interrogatorios y de centro de “distribución” hacia campos de concentración o hacia la muerte. En Argentina, cuando la copa del mundo de 1978 con la junta militar en el poder, los gritos ampliados por los altavoces de las gradas servían para tapar los alaridos de los torturados. Hoy todavía muchos estadios siguen teniendo una historia macabra. En 1994, el estadio Amahoro de Kigali fue uno de los escenarios del genocidio ruandés, del que Francia fue, dicho sea de paso, cómplice de primer plano. Eso queda ilustrado en el testimonio del comandante R. Dallaire: “Cuando empezó la guerra, el estadio se llenó y en llegó un momento en que hubo hasta 12 mil personas, 12 mil personas que intentaban sobrevivir allí. Lo único que se ve son gente y ropa, pareciendo la situación estar fuera totalmente de control. Acabó siendo… una especie de campo de concentración... estábamos allí para protegerlos, pero durante todo ese tiempo lo que pasaba es que se iban muriendo en aquel gran estadio de Ruanda” ([11]).

Últimamente, el campo de fútbol de Kabul ha sido escenario de cantidad de horrores: ahorcamientos en las barras transversales de las porterías, mutilaciones por robo, lapidaciones de mujeres adúlteras en el campo, etc. ([12]). En África del Sur, el nuevo estadio de Ciudad de El Cabo, inaugurado para el Mundial de fútbol de 2010, posee incluso celdas para encarcelar a los “hinchas excitados”.

Si bien es cierto que la práctica deportiva no tiene por qué estar implicada, sí que existe un fuerte vínculo entre el control de las mentes por el deporte, las infraestructuras deportivas y la barbarie del capitalismo decadente. La agudización de las contradicciones entre las clases hace que los estadios son muy a menudo lugares de enfrentamientos violentos y de tensiones, incluso durante las pruebas deportivas. Se han visto auténticas matanzas y el estallido de motines en los campos de fútbol. A veces, como en Argentina, al menos los campos de fútbol han servido para mostrar desde las tribunas los retratos de los desaparecidos durante los encuentros. Pero lo que suele ocurrir es que en ellos se expresen las tensiones más virulentas, sobre todo en las salidas. Y son numerosas las situaciones en las que las peores ideologías, entre la xenofobia más brutal y el nacionalismo más desatinado, acaban llevando a los peores actos de barbarie.

En el próximo y último artículo de esta serie, volveremos a tratar algunos de estos aspectos y profundizar el análisis.

WH, 8 noviembre de 2012


[1] Ver /cci-online/201302/3635/el-deporte-en-la-fase-ascendente-del-capitalismo-1750-1914 [12]

[2] J-M Brohm, Sociologie politique du sport, 1976, reedición: Nancy (Francia), P.U.N., 1992.[existe una traducción en español, en Fondo de Cultura Económica, 1982].

[3] Ídem.

[4] Plataforma de la CCI, https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-ado... [13]

[5] C. Sobry, Socioéconomie du sport, col. De Boek.

[6] K. Marx, Manuscritos de 1844, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/index.htm [14].

[7] Citado por J-M Brohm, Sociologie politique du sport, 1976, redición, Nancy (Francia), P.U.N., 1992

[8] Esto ocurre en Francia de manera permanente con el dispositivo llamado “Vigie pirate” para “ahuyentar terroristas”, según dicen. Puede también mencionarse, en esta vigilancia permanente, la multiplicación en los últimos diez años de cámaras exteriores por todas las ciudades en una obsesiva carrera sin fin que, desde luego, tampoco solo sirven para “ahuyentar delincuentes”.

[9] Ver nuestro artículo sobre los JJ OO de Londres en nuestra página web https://es.internationalism.org/node/3446 [15]

[10] La « redada del Velódromo de Invierno » (Vel’ d’Hiv, en lenguaje popular)

[11] www.un.org/fr/preventgenocide/rwanda/pascal/img_4.shtml [16]

[12] www.amnestyinternational.be/doc/s-informer/notre-magazine-le-fil/liberte... [17].

 

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  • El deporte en el capitalismo [18]

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El deporte en el capitalismo - II

México: La “movilización” sindical es para hacer pasar los ataques

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En el contexto de un descontento generalizado que raya en el hartazgo y la desesperación por las condiciones de miseria en que se hunde día con día la clase obrera, se producen de nuevo las llamadas “acciones radicales” de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y toda la atención se orienta hacia esa sonoridad escandalosa que estamos presenciando prácticamente en vivo y por cadena nacional todos los días desde hace unas semanas (cierre de autopistas, enfrentamiento con la policía…) y, frente a todo esto, parecería que al fin habría un ejemplo a seguir para animarse a luchar. Pero no es así.

En este caso una reforma educativa instrumenta y concreta la reforma laboral (ver RM133) y el Estado lo que está haciendo es administrando los golpes sector por sector para evitar un ataque frontal que podría dar respuestas generalizadas de los trabajadores y esto se hace mediante una trampa que se ha echado a andar, por parte del Estado, desde hace algunos meses para evitar que los trabajadores asuman su propia defensa.

Un cuarto de año condensa una asquerosa maniobra sindical

No solo nos referimos a los sindicatos oficiales sino, sobre todo, a los sindicatos “independientes” y “democráticos” como la CNTE. El recuento de este accionar antiobrero puede verse de manera resumida en lo siguiente:

  • el mismo guión mediático: una campaña de desprestigio contra los trabajadores culpabilizándolos del “estado lamentable de la educación” que afectaría a “todos los ciudadanos” y principalmente al sacrosanto interés nacional ha sido una réplica de lo ya usado por décadas, por ejemplo, contra los trabajadores afiliados al IMSS a mediados de los 90 y de los dos mil, los afiliados al ISSSTE a mediados también de los dos mil, en fin, los electricistas de Luz y Fuerza del Centro a finales de 2009.
  • Una vez que el Estado, con su flamante gobierno federal elegido democráticamente, ha impuesto la reforma (laboral) educativa en el marco del “Pacto por México” (ver editorial de los dos RM anteriores), entra en escena el show de los diputados y senadores con sus “históricas” discusiones en los congresos federales y estatales sobre cada detalle del texto a reformar para aparentar que buscaban proteger a los trabajadores.
  • A la par, iniciando el 2013 estalla el activismo sindical de infinidad de organismos sindicales oficiales e “independientes” contra la reforma laboral, un protagonismo muy evidente de las cúpulas sindicales amenazando con la “huelga general” y, además, promoviendo cientos de miles de demandas de amparo contra la referida reforma, todo ello aderezado con incendiarios discursos, mítines vehementes, marchas “combativas”… Las cúpulas del SNTE (Sindicato oficial) y de la CNTE (sindicato independiente), presentaron, al parecer, términos semejantes en sus demandas de amparo.
  • Y esta trampa de los amparos judiciales ha surtido efecto en la infundada confianza de que el fallo favorezca a los trabajadores, resintiéndose todavía una fuerte influencia del veneno de la democracia burguesa cuya pretensión es engañarnos con que en esta sociedad todos son iguales, cuando es la burguesía la clase dominante y quien controla a todas las instituciones estatales y los trabajadores, siendo la clase explotada y oprimida, están condenados bajo este sistema a sufrir los ataques económicos y políticos y a soportar el accionar de todo el aparato estatal para que acepten los sacrificios impuestos. En fin, les hace ilusionarse con la esperanza de que el mismo Estado que les está dando la puntilla los va a defender de sí mismo. ¡Y la mata sigue dando!
  • Sigue vigente un periodo en el que la Suprema Corte de Justicia de la Nación está regalando, a discreción, “suspensiones provisionales” a cada ciudadano que ya suman cientos de miles de profesores, para que “no surta efecto el despido si eventualmente alguno resultara reprobado en las evaluaciones” consideradas en esta reforma (laboral) educativa. Claro está, sólo provisional y no definitiva pues con toda seguridad, a un determinado plazo, se va a argüir cualquier triquiñuela para garantizar que lo esencial de la reforma se cumpla. Así, lograrán evitar que cientos de miles de trabajadores busquen reunirse, discutir qué hacer, organizar un combate efectivo contra este ataque, ¡luchar!, pues estarán esperanzados en que las instituciones de la burguesía les favorezcan. ¡Todo está fríamente calculado! Como sucedió con resoluciones de la Corte sobre el amparo contra las sucesivas reformas a las leyes del IMSS y del ISSSTE que concedieron “beneficios” en determinados artículos muy marginales y que fueron cacareados estridentemente por los sindicatos como logros verdaderos cuando resultaron ser una burla indignante.

La división del trabajo entre el SNTE y la CNTE para sabotear la lucha obrera

  • La función del organismo oficial es impedir, intimidando con amenazas de sanciones veladas y abiertas, que los trabajadores se reúnan para discutir sobre la agresión de que están siendo objeto y, sobre todo, que se movilicen por su cuenta, ofreciendo “alternativas de acción” que son más bien de sumisión y resignación pues, aparte de presionar a sus agremiados para que entregaran documentos para el amparo, los ha estado obligando para asistir a trabajar en pretendidos programas socioculturales en las escuelas y plazas públicas los días de descanso para así ganarse a los padres de familia… en realidad para mantenerlos ocupados y engañados con la idea de que así están “haciendo algo” o ¡luchando!
  • En cuanto a la “combativa” CNTE, en estas últimas semanas los trabajadores de la educación continúan siendo llevados, de la mano de los sindicalistas democráticos e independientes, al espectáculo lastimoso de apilar decenas de cajas de amparos frente a los tribunales con la misma esperanza vana en la democracia y las leyes burguesas. El complemento aquí con respecto al accionar del SNTE consiste en ocuparse de aquellos trabajadores que no se convencen de las bondades de la “opción” que les ofrecen los sindicalistas oficiales para que encuentren en el activismo radical y en las “jornadas de lucha” de la Coordinadora un medio para que desfoguen su rabia y frustración potenciada además por la enorme desfachatez y arrogancia de la burguesía al implementar este tipo de medidas.
  • La remasterización del viejo arsenal de los métodos “radicales” de la CNTE en las últimas semanas nos hablan de la estrategia de movilizar para desmovilizar: bloquear vialidades, cerrar comercios “transnacionales”, caminar decenas, cientos o miles de kilómetros, hacer plantones frente a tal o cual oficina de gobierno, junto con las medidas legaloides del tipo de los amparos se han presentado por décadas como acciones “muy radicales” y “ejemplo” para el resto de trabajadores cuando lo que significan realmente, por un lado, es que los trabajadores de este sector están siendo “activados” para desfogar su combatividad y, por el otro, se está ofreciendo una “alternativa” al conjunto de la clase trabajadora (¡por algo la burguesía no bloquea esas noticias!) que en realidad es inofensiva frente al Estado capitalista, pues en lo más “tremendo” que terminan es en la represión, que se le facilita al Estado de esta manera.
  • La historia de estas formas de “lucha” de los sindicatos “independientes” ha demostrado que son totalmente estériles para el proletariado a pesar de su sonoridad dado que de esa manera no solo se provoca que los medios alimenten su campaña de desprestigio sino, sobre todo, se procura el aislamiento del resto de los proletarios por el encerramiento en las acciones “propias” de un sector de trabajadores y jamás se plantea el extender la lucha hacia otros sectores, empresas, etc., donde los trabajadores están resintiendo los mismos ataques.
  • Actuando así, no hay posibilidad de una solidaridad real entre la misma clase pues estas actividades son excluyentes para el resto de los trabajadores que no se reconocen en ellas. Van en contra de la dinámica proletaria que siempre requiere reunirse para discutir qué y cómo hacer, cómo llevar la lucha, cómo plantear la solidaridad con otros trabajadores, cómo mantener en sus manos el combate, qué objetivos se pueden plantear. En cambio, aquellas acciones radicaloides obstaculizan ese proceso y no han producido en décadas de implementación más que desmoralización y en muchos casos un rechazo y temor para animarse a luchar. La lucha de clases no es pacifista pero se asume desde siempre como una violencia masiva que se opone completamente a este tipo de frentes populares y su violencia minoritaria.

El engendro del Movimiento Popular de Guerrero (MPG): una mayor escala de la trampa

Esa radicalización prohijó un engendro más: el rimbombante MPG que se constituyó el diez de abril de este año integrando a la CETEG (Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero) dentro de un coctel izquierdista entre los que figuran, por ejemplo, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria, Sindicato Mexicano de Electricistas, Frente Único Estatal de Representantes Sindicales Autónomo, etc; la cual se presenta como un ejemplo de “unión” y cuya primera demanda fue la “renuncia del gobernador y la desaparición de poderes del estado de Guerrero”. Una patética reedición de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) creada en 2006 y que fue un enorme frente interclasista que se encargó de esterilizar el movimiento inicial de los profesores desviando el descontento y las ganas de luchar hacia el terreno burgués de las acciones radicaloides como esa de demandar la renuncia del gobernador, es decir, involucrándoles en las pugnas interburguesas (Ver RM N° 96, ene-feb 2007). Por cierto, también en el caso del MPG hay fuertes indicios en ese sentido cuando menos en dos vertientes, por un lado, se ve en los intentos de aquellas agrupaciones ligadas a grupos y partidos políticos enfrentados con los grupos que detentan el poder en la entidad y a nivel nacional y, por el otro, en las facciones sindicales que buscan el mejor acomodo dentro del SNTE.

Lo que se presenta como un gran logro con la formación del MPG, no es más que un gran golpe político a los trabajadores pues ese amasijo interclasista es una camisa de fuerza destinada precisamente a evitar cualquier atisbo de búsqueda de organización y formas de lucha propias por parte de los trabajadores, y a cambio se ofrecen: acciones violentas minoritarias, un control absoluto de las cúpulas de las organizaciones participantes, la “solidaridad” sindical, en fin, todo lo contrario a la necesidad de la lucha obrera en este momento que es retomar confianza en su capacidad autónoma para luchar, expandir la solidaridad al conjunto de la clase y reconstruir su identidad que tanto la burguesía como sus esbirros voluntarios e involuntarios se han encargado de destruir durante años.

No se trata de hacer cualquier cosa para sentir que se hace algo, sino que los trabajadores deben buscar reunirse en asambleas propias controladas por ellos mismos para decidir qué hacer y cómo hacerlo. La ilusión fatal de creer que un puñado de cientos o incluso de miles armados con palos o armas de fuego van a hacer que los ataques retrocedan se pagará con creces pues precisamente esa “estrategia” es muy favorable al Estado para facilitar la represión.

Como vemos, hay cuestiones centrales que los trabajadores de este sector y del conjunto del proletariado deben plantearse si desean asegurar su independencia y avanzar lo más lejos posible en su lucha para resistir a los ataques actuales del capital y también para orientarse en su objetivo final como clase. Para hacerlo, debemos apartarnos de la ruta envenenada que nos imponen las organizaciones de la burguesía y buscar la nuestra, la única que puede asegurarnos un éxito.

RR, abril de 2013

Geografía: 

  • Mexico [19]

Noticias y actualidad: 

  • reforma laboral [20]

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Reforma (laboral) educativa

Notas incompletas sobre internacionalismo y lucha revolucionaria

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Presentamos a continuación nuestra contribución a la 5ª Reunión de los Talleres de Debate de Alicante, una experiencia de debate sobre los problemas generales de la lucha de clases en la cual estamos participando activamente[1]. Se nos encargó la presentación del debate sobre Internacionalismo y este es el borrador de la presentación.

La cuestión del internacionalismo no pocas veces se aborda como una especie de “plus” o “añadido” a una lucha anticapitalista; un elemento político simpático pero no imprescindible, más relacionado con un sentimiento humanista general, que con una necesidad política, teórico-práctica, para la lucha. Sin embargo, el internacionalismo proletario encuentra su raíz como expresión lógica de la negación de la pretendida “comunidad nacional”, y de la necesidad de la unión y la solidaridad obrera por encima de divisiones y fronteras, elementos imprescindibles en la lucha de los trabajadores contra el capital y su Estado.

La nación, la patria, el país, etc., bajo la organización social capitalista no son otra cosa que el cortijo en el que las clases dominantes de los distintos Estados hacen posible su dominio sobre la sociedad. Es por eso necesario para las clase dominantes vendernos machaconamente la idea de que el país es de “todos”, que todos somos “ciudadanos iguales” de ese cortijo, que los “intereses nacionales” afectarían a todos los sectores sociales por igual, etc. Para luchar de forma efectiva en defensa de sus condiciones de vida, la clase trabajadora debe desprenderse de la idea de que formaría una supuesta “comunidad nacional” o de intereses con los dueños (o aspirantes a dueños) del cortijo estatal.

Los proletarios no tienen patria; las relaciones capitalistas los hacen absolutamente dependientes de cualquier capital que los quiera contratar para poder sobrevivir. El proletariado ni es dueño del territorio donde vive, ni de sus condiciones de existencia en él, ni la podrida economía capitalista le garantiza poder acceder a sus medios de vida en un determinado país de forma perenne. No pertenece a un territorio, a una historia y cultura (inventadas, manipuladas, moldeadas... en aras de la creación de un sentimiento de “comunidad nacional”; de supuesto hilo conector histórico que legitime el presente) sino a la clase capitalista en su conjunto, a los dueños de los medios de producción y vida. La clase trabajadora es, pues, una clase de emigrantes, tanto dentro de un Estado como saliendo de él, en busca de un comprador para su fuerza de trabajo. Es por esto que los inmigrantes suelen ser un chivo expiatorio de primer orden en la ideología de la burguesía contra los trabajadores, pues por un lado es una forma de dividir y enfrentar al proletariado, y por el otro fomenta una falsa comunidad nacional entre explotadores y explotados.

El proletariado sólo puede hacer valer de forma efectiva sus necesidades humanas contra el capital de manera colectiva y en oposición a los intereses de la burguesía, es decir, como clase opuesta al orden existente. Su “patria” son los que sufren como él y los que luchan contra el estado de las cosas: su “patria” es la clase obrera mundial y en un sentido más amplio, por la dimensión universalmente liberadora de su lucha contra el capitalismo, el conjunto de la humanidad oprimida. Dos proletarios separados por miles de Km. de distancia y otra lengua tienen muchísimo más en común en sus condiciones reales de existencia que lo que tienen con sus respectivas clases dirigentes “compatriotas”.

No existen “pueblos” en un sentido de comunidad de intereses y condiciones de existencia en el capitalismo moderno. En cada conjunto de población, cada clase dominante lucha por sus intereses, no por los intereses del “pueblo” en su totalidad. Tanto el nacionalismo abiertamente militarista y contrarrevolucionario tipo nazismo o estalinismo, como el nacionalismo de fraseología “popular” tipo bolivariano, guevarista, abertzale, irlandés, etc., comparten esa ficción de que existiría una “comunidad nacional” y un “interés nacional” por encima de los antagonismos sociales, y en un momento dado, como ya ha demostrado la historia, no dudarán ni un segundo en aplastar a sus “compatriotas” proletarios en lucha para defender ese “interés nacional” (como hemos visto de nuevo los últimos meses con la masacre de mineros por la policía del partido de Mandela, o en las huelgas y protestas en Cisjordania contra la Autoridad Palestina[2]).

De la misma forma que -y más en un contexto de crisis crónica del capitalismo- cualquier lucha requiere extenderse al máximo posible para hacer retroceder al capital, es necesario romper las artificiales barreras estatales para un combate contra el capitalismo. La dimensión internacional de las contradicciones del capitalismo y la profundidad de su crisis económica hacen absolutamente imprescindible el golpear todos juntos de forma internacional a un enemigo que ya lo hace coordinada e internacionalmente (pese a sus irresolubles contradicciones y antagonismos gangsteriles entre facciones), y sacar lecciones de las luchas también a nivel internacional. Negación de intereses y necesidades comunes con la clase capitalista “nacional”, y autoorganización y extensión de la lucha lo máximo posible por encima de fronteras y divisiones, son armas esenciales del proletariado frente al capital. La emancipación de los trabajadores será internacional e internacionalista, es decir, extendida, solidaria y anti-unión nacional, o no será.

El internacionalismo proletario no tiene pues nada que ver con el inter-nacionalismo que propugna el izquierdismo y sectores de la burguesía vinculados a él. El primero es la consecuencia lógica de la realidad del capitalismo: los proletarios no tienen patria, su patria es la humanidad explotada y oprimida. El segundo se enmarca en las alianzas imperialistas: Cuba como muñeco en su día de la URSS, Palestina o Siria como sangriento campo de batalla –con la población como rehén de gánsteres grandes y pequeños– de intereses imperialistas (Irán, Hezbolá, Egipto, Israel y las potencias occidentales, Rusia, etc.)... y en un sentido más amplio en la confusión y el desarme político del proletariado.

El imperialismo no es una característica ni un adjetivo de un Estado o gobierno particular, ni siquiera propiedad de los antiguos intereses coloniales. Es una fase del capitalismo en que cada Estado, e incluso cada proto-Estado o grupo armado aspirante a alguno cuota de poder, necesita estar preparado militarmente para defender sus intereses, ya sean económicos, políticos o territoriales; necesita defender sus intereses y seguridad más allá de sus fronteras, en un mundo en que los “amigos” de hoy son los enemigos de mañana, o incluso ambas cosas a la vez. El imperialismo son las relaciones internacionales entre Estados y sectores de poder en la decadencia del capitalismo, en el que la “paz” es la preparación para una nueva guerra. No existen Estados imperialistas opuestos a otros, supuestamente no-imperialistas, eso es una ficción propagandística. Es la fase imperialista del capitalismo la que exige de cada Estado estar preparado para la lucha a muerte por la defensa de sus intereses si no quiere ser barrido. Vemos por ejemplo a la “anti-imperialista” república bolivariana de Venezuela siendo el principal socio comprador de la industria militar española.

Por tanto, el internacionalismo proletario no tiene nada que ver, ni de cerca ni de lejos, con “la ternura de los pueblos” y similares proclamas izquierdistas de “solidaridad inter-nacional”, al servicio abierto u oculto de algún interés imperialista.

A su vez, dado el carácter mundial del capitalismo, los problemas que este plantea se sitúan en el mismo plano, y sólo así pueden resolverse. Bajo el capitalismo los problemas de carácter mundial no pueden abordarse eficazmente en la medida de que cada burguesía y su Estado intenta tener una posición de fuerza de la que sacar partido. Esto es por ejemplo muy evidente en el caso del medio ambiente y el cambio climático. Tras pretendidas buenas intenciones y manifiestos bondadosos, a la hora de la verdad cada Estado busca sacar provecho o pone condición para reducir sus emisiones de CO2 que lo hagan otros para no perder así su posición en la guerra económica mundial, o si lo hacen (como algunos Estados europeos) es por interés por su posición avanzada en otras fuentes de energía renovables. Sólo la humanidad asociada puede hacer frente de forma eficaz a los problemas globales, lo que es incompatible con la humanidad dividida y desgarrada bajo la civilización capitalista.

El internacionalismo proletario, y la perspectiva comunista de superación revolucionaria de las relaciones capitalistas no implican una uniformidad cultural, ni la eliminación de lo mejor de la cultura y civilizaciones humanas anteriores. Al contrario, es precisamente la persistencia de un capitalismo decadente lo que provoca la cada vez mayor desculturización, desarraigo y desaparición de tradiciones y modos de vida antiguos y/o comunitarios, la ruptura de tejido social y su descomposición, la invención o manipulando de supuestas “tradiciones” y “culturas” con los que moldear a la población o crear sentimiento de permanencia. Sin hablar ya de la destrucción del patrimonio natural (la destrucción de amplios terrenos de la costa mediterránea española por la industria inmobiliaria es un buen ejemplo) y cultural de la humanidad. Como ejemplo dramático de la barbarie capitalista tenemos a Irak y Siria, regiones cuna de la civilización y el saber, sometidas hoy a un baño diario de sufrimiento y destrucción que señalan el camino, junto con las terribles crisis económicas sobre el territorio de dos civilizaciones antiguas como Grecia y Egipto, por el que el capitalismo puede llevar a la humanidad si no es derrocado.[3]


[1] Ver Nada más práctico que una buena teoría, /cci-online/201212/3601/nada-mas-practico-que-una-buena-teoria [21] y también Elemento sobre la experiencia de los Talleres de Trabajadores Indignados /content/3695/elementos-sobre-la-experiencia-de-los-talleres-para-trabajadores-indignados [22]

[2] Ver Matanza en Sudáfrica: la burguesía lanza a sus sindicatos y su policía contra la clase obrera https://es.internationalism.org/node/3453 [23] y Protestas masivas en Cisjordania contra el coste de la vida, el paro y la Autoridad Palestina, https://es.internationalism.org/node/3484 [24]

[3] La presentación lleva un Anexo donde se cita ampliamente nuestro artículo Ante la crisis: la respuesta internacionalista contra la respuesta nacionalista https://es.internationalism.org/node/3484 [24]

 

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Talleres de debate en Alicante

Para defendernos contra los despidos y los recortes hay que superar los métodos e ideologías sindicales

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Las luchas han seguido últimamente en España provocadas en muchos casos por despidos masivos, en otros por recortes salariales y muchos atropellos más. Podemos citar: Iberia, Orizonia, Bankia, Vodafone, Roca, recogida de basura, sanidad, educación…

Es algo evidente que existe un gran brecha en España y a nivel internacional entre por un lado la brutalidad de los ataques a las condiciones de vida y trabajo del proletariado[1] y la gravedad de la crisis del capitalismo mundial, y por el otro, el nivel, sobre todo cualitativo, de las luchas contra los ataques y la conciencia política del proletariado, de momento víctima demasiado fácil de las maniobras sindicales y de la izquierda del capital. Estos dos planos (el nivel cualitativo de las luchas y la conciencia política) no pueden analizarse por separado, sino que se retroalimentan tanto positiva como negativamente. Existen varias razones para esto[2], y entre ellas sin lugar a dudas se encuentra de forma muy destacada la acción de sabotaje de los sindicatos, y de forma más general, del sindicalismo como ideología, como aparatos esenciales de la fachada “democrática” de la dictadura del capital[3].

La gravedad y extensión de los ataques al proletariado y a la gran mayoría de la población no explotadora posee desde luego una potencialidad enorme en cuanto a la posibilidad bien real de unificación y extensión de las luchas. La burguesía es consciente de ello. Sabe del efecto contagio (no necesariamente inmediato) y de acelerador de conciencia de una lucha que apenas esboce las únicas armas eficaces del proletariado para hacer frente al capital: autoorganización de organismos unitarios y aglutinadores (asambleas generales decisorias) y la extensión y coordinación de estos con el mayor número de sectores y capas de la clase trabajadora. El papel de los sindicatos bajo la “democracia” no es sólo canalizar el malestar, aislar las luchas, confundir y “traicionar” a los trabajadores, sino de forma muy significativa el hacer caer a los trabajadores en la desmoralización y la atomización, en la idea de que luchar por hacer retroceder a la burguesía, o es imposible, o a fin de cuentas no lleva sino a la derrota. Un caso significativo es el de Grecia, donde se han producido los últimos años 16 huelgas generales e innumerables protestas y luchas aisladas, y el empeoramiento brutal de las condiciones de vida y trabajo no cesa, con el peligro de que la impotencia y la desesperación implique un aumento de ideologías nacionalistas y reaccionarias.

Los últimos meses se ha visto en España de nuevo la acción de los sindicatos como quinta columna del capital en el medio obrero.

En la huelga en Iberia tras la amenaza de despido de miles de trabajadores y un empeoramiento de las condiciones laborales para el resto, los sindicatos han hecho gala de algunas de sus habituales prácticas: aislar la lucha para tener más fácil el “traicionarla” y derrotarla. La gran combatividad y voluntad de unidad expresada por los trabajadores se ha quedado aislada y encerrada en aeropuertos y aledaños, donde lo ruidoso y “espectacular” sustituye a lo realmente eficaz: las extensión y coordinación con otros sectores en situaciones parecidas de despidos y recortes (es decir, ¡prácticamente todos!). Por enésima vez la incapacidad de los trabajadores para tomar el control de la lucha por medio de organismos decisorios unitarios y extenderla ha dejado el camino libre a los “representantes” sindicales, para “traicionar”, aceptando miles de despidos y preparando el terreno para más en el futuro, por medio de la tradicional puesta en escena de regateos, chantajes, verborrea vacía y desmovilización. Y lo que es más grave: inoculando la sensación de impotencia y desmoralización. Todo aderezado con la colaboración de la administración estatal y los medios de comunicación. Mientras esta incapacidad no comience a superarse, sólo quedan derrotas por delante ante los ataques del capital.

Análisis especial merecería el papel auxiliar de los sindicatos “combativos” en esta y otras luchas. Mientras que los sindicatos “mayoritarios” son vistos de una forma cada vez más evidente para más y más trabajadores como meros organismos del aparato estatal dedicados al medio obrero, los sindicatos “alternativos” pueden ser capaces de recoger y canalizar ese malestar. Aparte de sus excesos verbales y sus ruidosos métodos, estos sindicatos no superan el marco y los métodos de los sindicatos más claramente “colaboracionistas” con el capital: corporativismo y aislamiento en la empresa o sector; mantenimiento de los trabajadores como masa pasiva y fuerza de choque que a lo sumo tendría la posibilidad de aprobar o rechazar lo ya negociado por los “representantes”; y uso de toda clase de ideologías reaccionarias y nacionalistas para confundir y desviar la atención. En la práctica y en el mundo real, los sindicatos “combativos” realmente existentes (sean cuales sean sus proclamas o ideologías) no hacen sino preparar el terreno para la “traición” de los grandes (cuando no son ellos directamente quienes lo hacen), colaborando en el desarme práctico y político del proletariado que lo hace posible. A lo más que llegan es a una versión “radical” de sus socios grandes. Como decía un comunicado de la “combativa” CGT, presente en el conflicto: “Queremos recordar que si queremos paralizar este ERE o masacre obrera, lo que toca es la huelga indefinida y total, sin servicios mínimos.”,(https://www.fetyc.cgt.es/ [28]) Ni una palabra de la absoluta necesitad de tomar las riendas de la lucha y extenderla lo máximo posible. Ese es el concepto de lucha que tienen los sindicatos “radicales”.

Otra central “combativa” también presente en el conflicto, la CNT, manifestaba: “Mientras tanto ¿qué hace el gobierno español al respecto? Posicionamientos tibios y falta de implicación ante el problema (…) El futuro de Iberia no está en la negociación concertada de su capacidad operativa o de tráfico ni en la cesión de flota o el despido de sus trabajadores, si no en la salida inmediata del consorcio IAG haciendo uso de las diferentes cláusulas de salvaguarda, habida cuenta de la actuación depredadora de British Airways. La diletante posición del Gobierno español está dañando cada día que pasa no sólo a Iberia, sino a la conectividad general del país por vía aérea y por extensión al conjunto del sector turístico español. El gobierno esta acumulando una grave responsabilidad en la evolución del conflicto, y no bastará con dañar arbitralmente a los trabajadores de Iberia, se encuentran en juego numerosas expectativas comunes de futuro. (…) El mantenimiento de su actuales destinos, la ampliación a otros nuevos, la sustitución de una flota poco competitiva, la compra de combustible a precios más aquilatados, la mejora del servicio y de las condiciones laborales de sus trabajadores, han de ser los pilares para asegurar un futuro prometedor para Iberia. Cualquier actuación que no tenga en cuenta estos principios está condenada al fracaso. ¡Iberia tiene futuro!” (https://iberia.cnt.es/ [29]).

¿Qué le preocupa a este sindicato “combativo” y “radical”? ¿Las vidas truncadas de los trabajadores despedidos y de sus familias? ¿El empeoramiento de las condiciones de vida de los que restan? ¿Los problemas del conjunto de trabajadores y oprimidos? EN ABSOLUTO. A este sindicato lo que le preocupa es la economía nacional, el futuro del sector aéreo nacional, el futuro del sector turístico nacional. Este sindicato “radical” razona como cualquier ejecutivo de una gran empresa. ¿Qué le reprocha este sindicato al Gobierno español? ¿Su complicidad en la aplicación de los despidos y en el deterioro de las condiciones humanas de los trabajadores? EN ABSOLUTO. A este sindicato lo único que le inquieta es la supuesta “tibieza” del gobierno en defender los intereses nacionales.

Inoculación de veneno nacionalista que desvía la atención de los trabajadores frente al enemigo capitalista y dificulta su solidaridad, y esperanzas en una “gestión correcta” de un capitalismo decrépito que nos depara cada vez peores condiciones de vida y trabajo. Esos son algunos de los rasgos comunes del aparato ideológico y político del capital, de la extrema derecha fascista a la extrema izquierda anarcosindicalista.

Mientras todo esto pasaba, la empresa Roca anunciaba casi 500 despidos en sus fábricas de Sevilla y Madrid. ¿Qué hacen los sindicatos? En Alcalá de Henares (Madrid) plantan una acampada de protesta que tristemente recuerda al lamentable espectáculo sindical de Sintel de hace unos años; en Sevilla organizan marchas a pie al parlamento andaluz, mostrándoles PSOE, PP e IU su “apoyo”, lo que también nos recuerda al espectáculo televisado e inoperante del sindicato SAT hace unos meses. Desgaste y derrota.

Unas semanas antes, se producen huelgas en la recogida de basura en Granada y Sevilla tras el anuncio de las empresas subcontratadas de reducciones salariales y aumento de jornada. Los sindicatos logran convencer a los trabajadores para poner fin a la huelga pese a que estos habían rechazado en primer momento el pre-acuerdo que esencialmente se ajustaba a lo propuesto por la empresa. Les instan a que, “dadas las circunstancias” es lo mejor que se puede conseguir, y les recuerdan su responsabilidad en relación al turismo y la hostelería de las ciudades. Someterse a la “economía nacional” y el beneficio empresarial es lo que entienden los sindicatos por “responsabilidad”.

En los sectores de educación y sanidad, tras las pretendidas “mareas unitarias”, existe toda una clasificación por sectores, convocatoria de movilizaciones y huelgas en distintos regiones, fechas, lugares,… además del uso de la consigna de “defensa de lo público” como maniobra de distracción, utilizándose por el Estado como justificación de despidos y recortes para precisamente “salvar lo público”, ya sea por los gestores de derecha o de izquierda.

Existe todavía un duro camino de derrotas y “traiciones” sindicales por delante para que el proletariado comprenda que tomar el control de sus propias luchas y extenderlas lo máximo posible no es una opción, es una necesidad absoluta para defenderse. Dar a conocer y llamar a la reflexión sobre las experiencias que muestran la verdadera función de los sindicatos, y aunque sea de forma limitada y confusa, aquellas luchas que tienden a romper los métodos de estos, forma parte de ese camino.

Draba, 30-3-2013


[1] Como muestra de la gravedad de la situación social basta escuchar la evolución discurso de los representantes del Estado. Rubalcaba, número uno del PSOE, recientemente declaraba su “compromiso porque ningún español pase hambre”. En Alemania 1 de cada 4 niños requiere ayudas estatales para poder satisfacer sus necesidades básicas por falta de ingresos en el núcleo familiar

[2] /cci-online/201211/3511/por-que-es-tan-dificil-luchar-y-como-superar-estas-dificultades [30]

[3]/cci-online/201302/3622/lucha-aislada-lucha-perdida [31]

 

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Luchas en España

Thatcher: un engranaje en el capitalismo

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Publicamos un artículo de nuestra sección World Revolution en Inglaterra pues aunque parece lejano, y aún ajeno al proletariado de América Latina, el uso mediático de la muerte de Margaret Thatcher por parte de la burguesía constituye un ataque ideológico contra el proletariado de todo el mundo que hay que denunciar y del cual debemos sacar lecciones.

Cuando Margaret Thatcher murió dijeron que, como en vida, su muerte había polarizado y dividido a Gran Bretaña. Por un lado, estuvieron los tributos parlamentarios, las aclamaciones por su grandeza como mujer y sus principios como un político, y un funeral con dignatarios provenientes de todo el mundo. Contra esto hubo fiestas en la calle celebrando su muerte, el canto de “¡Ding Dong, La bruja está muerta! y la efusión de comentarios ácidos contra “El más odiado Primer ministro británico”. Más de veinte años después de que dejara el poder Thatcher era todavía capaz de desempeñar un papel en las falsas alternativas ideológicas de diferentes facciones de la clase dominante.

Para empezar, el Presidente Obama de Estados Unidos llamó a Thatcher “uno de los grandes campeones de la libertad”. Esta curiosa descripción implica un renacimiento del lenguaje de la guerra fría. Margaret Thatcher tenía tanto que ver con la “libertad” como los dirigentes estalinistas de la URSS tuvieron que ver con el comunismo. Lo que sí hizo durante el tiempo en su puesto fue asegurar que el imperialismo británico mantuviera su papel como teniente leal a Estados Unidos, líder del bloque occidental. Y cuando el bloque ruso se derrumbó, y la burguesía británica quiso que el imperialismo británico persiguiera una orientación más independiente, los “hombres en trajes grises” arreglaron su reemplazo. Ya no había un lugar para la retórica de línea dura de la Guerra fría. Thatcher era claramente prescindible.

A nivel de la economía, los denigradores de Thatcher la culpan por el aumento del desempleo al principio de los años 80, por la disminución de la producción en las industrias del acero, las armadoras de coches y de construcción naval, y por el ataque a la minería del carbón. Esto no fue la responsabilidad de una persona. La caída de la producción de muchas de las principales industrias fue resentida internacionalmente, no por el capricho o la personalidad de los políticos individuales sino por el agravamiento de la crisis económica del capitalismo. En ese contexto, el capitalismo británico fue particularmente agobiado por las industrias obsoletas y poco competitivas. Las leyes de la ganancia exigieron que la poda viciosa se impulsara bajo el gobierno de Thatcher.

En cuanto a la función específica del gobierno, los ataques que caracterizaron la década de los 80 no iniciaron con el gobierno conservador, sino con el precedente gobierno laborista de Callaghan y Healey. Por lo tanto, las luchas de la clase obrera, las huelgas y manifestaciones masivas de 1978-79 que llegaron a ser conocidas como el “invierno del descontento” fueron contra los recortes impuestos por el gobierno laborista. Y cuando John Major dejó el puesto en 1997 el gobierno laborista entrante explícitamente se comprometió con los planes de gasto del partido Tory. Además, cuando el gobierno laborista de Gordon Brown fue reemplazado por la coalición encabezada por Cameron siguió el mismo régimen básico.

Bajo Thatcher y Major la izquierda denunció la forma en que continuamente se manipularon las estadísticas de desempleo. Sin embargo, aparte de un par de ajustes, las cifras de desempleo nunca han sido corregidas para que puedan hacerse comparaciones precisas de este rubro en las últimas décadas. Hay en el Reino Unido oficialmente casi 9 millones de personas en edad de trabajar que se describen como “económicamente inactivas”. Cualquiera que sean las cifras de estas estadísticas, el desempleo masivo en el Reino Unido no ha desaparecido en los trece años de gobierno laborista. Ha estado presente, sin interrupción, durante treinta años. Esto no es culpa de cualquier individuo, gobierno o política. Es una expresión de la profundidad de la crisis del capitalismo.

En la década de 1980 había Tories (conservadores) que pensaban que más inversión pública podría cambiar las cosas, de la misma manera pensaban el conjunto de la izquierda que propuso diferentes grados de intervención del Estado. Ninguno de ellos lograba una “alternativa”. En ese sentido, cuando Thatcher dijo “No hay ninguna alternativa”, tenía razón. La crisis económica era una crisis del capitalismo de Estado, algo que no podía más que empeorar a pesar de los recursos de endeudamiento utilizados.

Pero ¿qué hay con la clase obrera de los años 80 en Gran Bretaña? Seguramente estaba claro que Thatcher y los odiados Tories eran los enemigos jurados de los trabajadores y demostraron esto abiertamente durante la huelga de mineros de 1984-85. Sí, el Estado se preparó para la huelga de mineros y utilizó la represión y la propaganda contra la huelga que duró un año. Pero eso es solo una parte de la ecuación. La tarea de asegurar que los mineros permanecieran aislados estuvo a cargo de los sindicatos. El potencial estaba allí para que la lucha se extendiera a los estibadores y conductores de trenes, pero los sindicatos mantuvieron a los trabajadores divididos. A lo largo de los años 80, la izquierda y los sindicatos jugaron bien su papel, como parte del aparato político del capitalismo, proponiendo falsas alternativas. Esto implicó no sólo políticas económicas “alternativas”, sino también campañas alrededor de temas como las amenazas al gobierno local o la presencia de armas estadounidenses en suelo británico. En definitiva, durante los años 80, los trabajadores en Gran Bretaña se alzaron no sólo contra los ataques materiales respaldados por el Estado, sino contra toda la gama de mentiras difundidas por la izquierda. Tony Blair ha dicho recientemente que el partido laborista no debe volver a ser un “partido de protesta”. De hecho, bajo Thatcher, este partido jugó un papel absolutamente crucial por ser precisamente eso. Se podría haber odiado a los Tories, pero el partido Labour, la izquierda y los sindicatos estaban listos y esperando con los brazos abiertos... para socavar cualquier descontento en desarrollo.

Una de las cosas por las que Thatcher será recordada es la guerra de las Malvinas contra Argentina en 1982. Hoy en día sigue siendo un foco para las campañas de propaganda. Algunos dicen que los deseos de los isleños de las Malvinas deberían considerarse en primer lugar, para otros, es un episodio típico en la historia del imperialismo británico. Observando a distancia el contexto se ve algo diferente. Las Malvinas no tenían y siguen sin tener importancia estratégica o material. En la década de 1980, Argentina era un aliado del Reino Unido en el bloque de Estados Unidos. Sin embargo, ya estaban en marcha movimientos para cambiar la situación de las Islas Malvinas. La guerra por las Malvinas no puede entenderse como un asunto militar, sólo puede entenderse a nivel social. El estímulo de esta campaña nacionalista (con el líder laborista Michael Foot en un papel prominente del coro) era una distracción masiva en un momento en que diversos intereses de clase dentro de la población británica se estaban planteando de manera aguda.

Debido a sus constantes invectivas contra el bloque ruso, Thatcher llegó a ser conocida como la “Dama de hierro”. Su reputación como una belicista es indiscutible. Sin embargo, si observamos los despliegues de las fuerzas armadas británicas durante el período de su mandato (Malvinas, Irlanda del norte, etc.) no son nada comparado a la escalada de operaciones realizadas por el partido Labour bajo Blair y Brown con Afganistán, Irak, etcétera.

En el Parlamento, Glenda Jackson criticó los “daños sociales, económicos y espirituales” infligidos por Thatcher. Muchas vidas fueron devastadas durante la década de 1980 sufriendo el impacto de la crisis económica capitalista. En oposición a que la causa fuera Margaret Thatcher, los marxistas dicen que eso existe como resultado del sistema social. Y el sistema capitalista en que vivimos no es solo económicamente miserable; se ha desarrollado una cultura de todos contra todos, de individuos atomizados, alienados, de empobrecimiento emocional. A lo largo de su vida adulta Thatcher ciertamente desem­peñó su papel para la clase dominante, pero fue solamente un engranaje, sin duda importante, en el conjunto de la máquina del Estado capitalista.

Car, 12 de abril de 2013

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Muerte de Margaret Thatcher

¡Nos revientan sus reformas, nos aturde su cruzada de limosnas!

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Que siempre ha habido y siempre habrá pobres y hambrientos es la enmohecida opinión de aquellos que –encogiéndose de hombros– o bien han sucumbido en la insensibilidad frente a la realidad atroz o hacen de ésta su botín.

Los que lucran con la fe consuelan a los desdichados “porque de ellos estará lleno el reino de los cielos”… siempre y cuando colaboren aunque sea un poquito para mantenerle en su existencia parásita detrás de altares y pilas bautismales. Por su parte el burgués -y el pequeño burgués que aún no ha caído en desgracia o que ya ha caído pero que aún conserva intacta su flatulenta ideología reaccionaria y amargada- se bate entre dos posiciones que bien vistas son la misma. O bien asume la asquerosa actitud abiertamente cínica que le es propia y que no deja de pregonar: “el jodido está jodido por huevón” o, cuando la hipócrita condena de sus pares le obliga a moderarse y a sacar a relucir el hecho de que tiene tanta “moral” que hasta para dos le alcanza, asume una típica actitud filantrópica “sin afán de lucro” pero deducible de impuestos: “hay que ayudar a los pobres porque si no los ayudamos nosotros, ¿quién?”.

Y entonces, festejando que gracias a la existencia de los desamparados ella puede exhibir toda su bondad y ganarse un premio, de preferencia terreno, aunque el celestial no está de más, el alma piadosa que habita al burgués avienta sus migajas por el suelo y mira complacida cómo los desarrapados se arremolinan a sus pies al ritmo del buen aplauso de las almas caritativas…

Por su parte el cúmulo de pobres hambrientos y miserables que cada día produce la gran máquina capitalista no sabe qué pensar, si hacerle caso al cura que le dice que se aguante para conseguir el paraíso o si ir a hacer fila para recibir los excrementos humanitarios o ya de plano, enrolarse en la delincuencia y hasta en las “fuerzas del orden”. Pero de trabajar más ni hablar, porque ni con dos ni tres trabajos alcanza. Además, para todos es una evidencia que en este mundo mientras más trabajas menos tienes y al revés. Y de todos modos, ni trabajo hay… Siendo así, la fortuna y la desdicha parecieran fatalidades del destino. Y no es necesario padecer la miseria más brutal que muchos en el mundo padecen para sentirse seriamente afectado por el problema.

Justamente son estos sentimientos de solidaridad humana básica los que aprovecha la clase dominante para chantajear y encuadrar en sus filas al proletariado que aún no figura en las estadísticas de pobreza extrema y que, según esta lógica, debe dar gracias por tener la suerte de poder echarle más agua a los frijoles cuando otros literalmente se mueren de hambre en África y a la vuelta de la esquina. Así, esta trampa ideológica de la culpa y el remordimiento por tener el privilegio de comer así sean alimentos de pésima calidad –y el miedo ante la posibilidad de perder dicho “privilegio”– se cuela en el hogar de toda ama de casa proletaria que no pierde la oportunidad de echarle en cara al que se atreva a quejarse o a dejar algo en el plato, el hecho de que mientras el reprendido se da el lujo de “desperdiciar”, los niños en África se mueren de hambre. Del mismo modo, la burguesía en general usa estos argumentos para culpabilizar al proletariado “mezquino que egoístamente sólo se importa a sí mismo” cuando este tiene el atrevimiento de luchar o de poner en duda sus trampas demagógicas, pintándolo como el responsable poco menos que de todos los males del mundo por no “hacer frente común” con ella en su “lucha” contra los azotes que, por otro lado, no son más que el resultado necesario de su propio sistema.

Las colectas ciudadanas tipo “Teletón” así como la “Cruzada contra el hambre” del gobierno federal, “los objetivos de desarrollo del Milenio” de la ONU y las demás inmundicias afines explotan los sentimientos y la impotencia individual de quienes honradamente se preocupan por la despiadada situación que viven grandes masas de la población mientras que por otro lado al no cuestionarlas, consagran las reglas del sistema capitalista que necesariamente engendra miseria, hambre y devastación.

El uso político de estos infames engaños es variado pero siempre gira en torno al objetivo central: desviar, confundir, mistificar el verdadero origen, la raíz objetiva de estos flagelos sociales: el capitalismo. En cambio, nos dicen que el hambre y la pobreza tienen como causa una mala voluntad de determinados gobernantes, o la “distribución desigual” producto de la codicia de algunos, o el consumismo despilfarrador poco cristiano de los “países ricos”, etc. Y frente a estos “errores ajenos”, la facción burguesa en turno en el poder se viste de blanco y se dispone a realizar el milagro de “ahora sí” acabar “para siempre” con el hambre y la pobreza… ¿Cómo?, con grandilocuentes discursos y más que televisados programas repletos de intenciones hipócritas e imposibles aderezadas con ridículas sobras. Pero el hambre y la pobreza no son eternas porque esperen a ser erradicadas por la burguesía. Muy al contrario, no son eternas –a pesar de la burguesía– porque no es eterno el sistema que actualmente las produce y perpetúa pues existe una clase social capaz de terminar con dicho sistema, el proletariado mundial.

Ante el espectáculo atroz de las cifras que se confirman con solo mirar alrededor, la clase trabajadora debe comprender que mientras haya capitalismo, habrá cada vez mayor pobreza y hambre, porque éstas son el producto necesario de una sociedad de clases que, a diferencia de las que le han precedido, genera miseria de la abundancia, creando indigencia con los mismos medios que podrían ser la base de una sociedad que por fin trascienda de la necesidad a la libertad ([1]). Pero esto no lo dicen ni pueden decirlo los burgueses pues sería reconocer la necesidad de su desaparición. Pero eso sí se llenan la boca de promesas mientras chupan más y más la sangre a sus explotados, ante la crisis insoluble de su sistema: “A dios rogando y con el garrote dando” es el lema actual de la burguesía mundial. Lema que en México como en el mundo, se encarna en la trágica realidad del desempleo rampante, de las mayores cargas y ritmos laborales, de los despidos, de las reformas y en general, del empeoramiento de nuestras condiciones de vida.

En boca de la burguesía la “lucha” contra el hambre y la pobreza y demás, es un himno de gloria imposible. Pero para nosotros los proletarios del mundo, que a pesar de las cortinas de humo filantrópico podemos ver la necesidad de destruir el capitalismo para crear una comunidad mundial verdaderamente humana, la cruel realidad del hambre y la miseria, lejos de ser un motivo de culpa y de chantaje, es un impulso más para rebelarnos contra este mundo atroz. Un motivo terrible por el cual luchar con todas nuestras fuerzas mediante la organización y unidad de nuestra clase.

En nuestro propio terreno en el que las hipócritas y mistificadoras intenciones ciudadanas sean sustituidas por la consciencia de la posibilidad real de un mundo nuevo y diferente del que, si nos decidimos, podemos ser el amanecer.

RM, mayo de 2013


[1]) Para una exposición detallada de la necesidad, del procedimiento objetivo de la producción de miseria en el capitalismo como creación de su propio potencial productivo, véase en este mismo número el artículo “Desnutrición y desperdicio de alimentos”.

 

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Cruzada contra el hambre

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