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Una explotación despiadada para el proletariado
¿Representa una alternativa para los explotados?
¿Adónde vamos a parar? ¿Cómo podemos responder?
Economías emergentes sacudidas por la crisis
Las potencias imperialistas alimentan la barbarie del Estado
Chavismo y “oposición” contra los trabajadores
¡Organizarnos por nosotros mismos es posible!
La maquinaria democrática electoral sigue funcionando a las mil maravillas como se ha demostrado en las pasadas elecciones presidenciales que han registrado la participación más alta después de la registrada en 1994, los partidos políticos de la burguesía (PRI-PAN-PRD, más la “chiquillada”) se han empleado a fondo eligiendo temas de confrontación muy llamativos para sacar a la población, y principalmente a los trabajadores, de sus casas para agolparse tras las casillas con la vana esperanza de cambiar el rumbo de su destino: que si había que dar un voto de castigo al PAN por el desastre de su gobierno, que si la solución era votar por el PRI pues sabe cómo controlar a las mafias y nos dará una seguridad mínima o, que si representaba el PRD y sus aliados la única opción para rescatar los derechos de los trabajadores y, además, recobrar aunque fuera mínimamente, la seguridad en nuestras colonias, en las calles, en los transportes…
Sin embargo, a pesar del éxito logrado por el conjunto de la burguesía, persiste el conflicto entre varios de sus grupos por el resultado de la elección revelando una vez más que la burguesía está profundamente dividida por los jugosos negocios que están en juego. No se trata solo de las quejas de López Obrador (AMLO) y los partidos políticos que están a su alrededor, sino que tras ellos están poderosos grupos económicos que también se emplearon a fondo para hacerse del poder político de la presidencia pues esta posición da una ventaja decisiva para el usufructo de los negocios más rentables. En el fondo, en esta elección estaba, entre otras, por ejemplo, la disputa entre dos bandos alineados tras las grandes televisoras por un lado y alrededor del grupo de Slim-MVS por el otro, quienes compitieron en el juego democrático electoral para imponer a sus propios candidatos y así intentar sacar adelante sus proyectos, en particular, aquéllos relacionados con las telecomunicaciones.
Pero si solo se tratara de eso no tendría mayor interés que el de la anécdota, el problema es que en este conflicto la burguesía está logrando meter en las preocupaciones del proletariado este tema para que tome partido por uno u otro bando. Además del gran circo electoral y toda su mistificación democrática, ahora se le está bombardeando con la campaña política que exige “limpiar la elección” del fraude; repitiéndole hasta el cansancio el cuento de que las elecciones son un “derecho ciudadano” y que es una obligación de todos defender este mecanismo de cualquier tipo de fraude. Como si no fuera conocido que todos los partidos de la burguesía utilizan los mismos recursos, diferenciándose solo por la cantidad de ellos que puedan conseguir. Las manifestaciones masivas que se han sucedido después de la elección están desafortunadamente animadas, sobre todo, por este pensamiento.
Y esta convocatoria se da en el contexto de los peores ataques a las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera, cuando la burguesía para garantizar su sacrosanta acumulación impone la austeridad más brutal y prepara además medidas adicionales, llamadas eufemísticamente reformas laborales (ver artículo en esta edición) que le garanticen una tasa de ganancia mayor del trabajo asalariado. ¡No nos engañemos! La burguesía podrá estar muy dividida por sus apetitos económicos insaciables pero mantiene intacta su unidad para garantizar la explotación y la opresión del proletariado.
Tenemos que alejarnos de esta trampa. El conflicto que enfrenta a las diversas fracciones de los capitalistas no es de nuestra incumbencia. Nuestros intereses como clase están en otro terreno: el de la defensa de nuestras condiciones de vida. Hay que oponer a la campaña democrática nuestras propias preocupaciones. Tenemos que reunirnos para reflexionar juntos sobre las múltiples preguntas que nos atormentan en silencio por lo que está pasando y empezar a expresarlas muy fuerte. ¿De qué ha servido votar cada tres o seis años?, ¿no nos dijeron recientemente que ejerciendo nuestra voto mejoraríamos nuestra situación? Para que entendamos de qué “mejoría” se trata en las últimas semanas la inflación se ha disparado sin control, haciendo inalcanzables ya los productos de primera necesidad para la supervivencia de los trabajadores. ¿Cómo podemos realmente defendernos de los brutales ataques que están arruinando nuestras vidas y la de nuestras familias? Es necesario que empecemos a sacar lecciones de nuestras experiencias a través de la discusión abierta que nos permita clarificarnos lo más posible acerca de cuáles son nuestros propios intereses, cómo podemos lograr organizarnos y tomar iniciativas para preparar una lucha unida a través de nuestros propios medios.
Efr, agosto 2012
El 16 de agosto, en las minas de Marikana, al noroeste de Johannesburgo, 34 personas cayeron bajo las balas de la policía sudafricana y dejó heridas a otras 78. Inmediatamente, las imágenes insoportables de ejecuciones sumarias dieron la vuelta al mundo. Pero, como siempre, la burguesía y sus medios de comunicación, nublan la naturaleza de clase de esta huelga, reduciéndolo a la sórdida guerra que se está llevando a cabo entre los dos principales sindicatos del sector minero, y jugando la vieja carta del “demonio del apartheid”.
A pesar de la inversión de varios cientos de miles de millones de euros para apoyar la economía, el crecimiento es lento y el desempleo masivo ([1]). El país ha basado parte de su riqueza en la exportación de productos minerales como cromo, oro, platino y diamante. Sin embargo, este sector, que representa aproximadamente el 10 % del PIB nacional, 15 % de las exportaciones y más de 800 mil empleos, sufrió una fuerte recesión en 2011. La cotización del platino, del cual Sudáfrica posee el 80 % de reservas del mundo, se derrumba desde el comienzo del año.
Las condiciones de vida y de trabajo de los mineros, ya de por sí particularmente penosas, se han deteriorad brutalmente o: pagados con salarios miserables, alojados en barrios de tugurios, sumergidos a menudo 9 horas en el fondo de las minas sobrecalentadas y asfixiantes, son ahora los que sufren los despidos, los paros de producción y el desempleo. Sudáfrica ha sido así el escenario de muchas huelgas. En febrero, la mina de platino más grande del mundo, operada por Impala Platinum, ya había sido paralizada seis meses por una huelga.
Es en este contexto que el 10 de agosto 3000 mineros en Marikana decidieron parar el trabajo para reclamar salarios decentes: “Somos explotados, ni el gobierno ni los sindicatos han llegado en nuestra ayuda [...] Las empresas mineras hacen dinero gracias a nuestro trabajo y nos pagan casi nada. No podemos darnos una vida digna. Vivimos como animales a causa de los salarios de miseria” ([2]). Los mineros inmediatamente comenzaron una huelga salvaje y sobre la cual se montan dos sindicatos, la Unión Nacional de Mineros (NUM) y el Sindicato de la Asociación de Mineros y de la Construcción (AMCU), que se van a enfrentar violentamente para defender sus recíprocos intereses encerrando a los obreros en la trampa del enfrentamiento con la policía.
El NUM es un sindicato completamente corrupto y subordinado al poder del Presidente Jacob Zuma. El compromiso abierto de este sindicato y su apoyo sistemático al partido en el poder, el Congreso Nacional Africano (CNA), ha terminado por desacreditarlo ante los ojos de muchos trabajadores. Esta pérdida de crédito ha llevado a la creación de un sindicato dentro de sus propias filas de discurso más radical: el AMCU.
Pero al igual que el NUM, el AMCU no se preocupa tampoco por los mineros: después de una campaña de reclutamiento físicamente muy agresiva, el sindicato aprovechó la huelga para permitir que sus grupos de choque pelearan con los del NUM. Resultado: diez muertos y varios heridos entre los mineros. Pero, más allá de la guerra de territorio, estos altercados intersindicales tienen como resultado el aplastar la huelga en la sangre y dan un ejemplo para frenar la dinámica de la lucha de los trabajadores.
En efecto, después de varios días de enfrentamiento, Frans Baleni, Secretario general del NUM, hizo una buena jugada al llamar al ejército: “Hacemos un llamamiento para el despliegue de emergencia de las fuerzas especiales o de las fuerzas armadas de Sudáfrica antes de que la situación esté fuera de control” ([3])... ¿y por qué no un ataque aéreo sobre la mina, señor Baleni? Pero la trampa ya estaba tendida a los trabajadores. Al día siguiente, el Gobierno envió miles de policías, vehículos blindados y dos helicópteros (!) para “restablecer el orden”, ¡el orden burgués, por supuesto!
Según varios testimonios que, dada la reputación de las fuerzas de represión sudafricanas, son probablemente auténticos, la policía tomó su tiempo para provocar a los mineros disparando sobre ellos con balas de goma y cañones de agua, lanzando gas lacrimógeno y granadas incapacitantes bajo el falso pretexto de que los huelguistas tenían armas de fuego.
El 16 de agosto, por supuesto, vista la fatiga y excitación alimentadas por los “representantes sindicales” que habían –feliz coincidencia de circunstancias– desaparecido repentinamente, algunos mineros irritados se atrevieron a “cargar” (sic) contra los policías con palos. ¿Cómo? ¿La chusma vil “carga” contra las fuerzas del orden? ¡Qué insolencia! ¿Pero que podrían hacer miles de policías con sus armas de fuego, sus chalecos antibalas, sus vehículos blindados, sus cañones de agua, granadas y sus helicópteros frente a una horda de 34 salvajes que “cargan” con palos
Y esto da como resultado las imágenes absolutamente repugnantes, insoportables y monstruosas que conocemos. Pero, si la clase obrera no puede sino expresar su indignación ante tal barbarie, debe comprender que la difusión de estas imágenes también tenían por objetivo mistificar subrayando que los trabajadores de los países “verdaderamente democráticos” tienen la oportunidad “libremente” de marchar detrás de sus banderas sindicales. También es una advertencia implícita arrojada frente a todos aquellos que en el mundo se atreven a dirigirse contra la pobreza y el sistema que la genera.
Inmediatamente después de la masacre, se alzaron voces por todo el mundo para denunciar el “demonio del apartheid” y multiplicar las declaraciones formales. La burguesía ahora quiere dar al movimiento una dimensión mistificadora desplazando el cuestionamiento hacia cuestiones étnicas y nacionalistas. Julius Malenna, expulsado del CNA en abril, se trasladó regularmente a Marikana para denunciar a las empresas extranjeras, reclamar la nacionalización de las minas y la expulsión de “grandes terratenientes blancos”.
Haciendo gala de la hipocresía más grosera, el Presidente Jacob Zuma declaró a la prensa: “tenemos que revelar la verdad sobre lo que ocurrió aquí, por eso he decidido establecer una Comisión de investigación para descubrir las verdaderas causas de este incidente”. La verdad es ésta: la burguesía intenta engañar a la clase trabajadora para ocultar la lucha de las clases bajo los mantos mistificadores de la lucha de las razas. Pero ese engaño es un poco insulso: ¿no fue un gobierno “negro” el que respondió a la convocatoria de un sindicato “negro” desplegando su policía? ¿No es acaso un gobierno “negro” el que ha hecho todo esfuerzo legislativo para mantener a los mineros en indignas condiciones de vida? ¿No es un gobierno “negro” el que emplea a oficiales de la época del apartheid y vota las leyes que autorizan a “disparar a matar”? Y este gobierno “negro”, ¿no ha salido de las filas del CNA, el Partido liderado por Nelson Mandela, célebre en el mundo entero como el campeón de la democracia y la tolerancia?
En la noche del 19 al 20 de agosto, esperando sacar ventaja, la dirección de Lonmin, una empresa que opera la mina, ordena a los “3000 empleados en huelga ilegal de regresar al trabajo para el lunes 20 de agosto, de lo contrario se enfrentarán a un posible despido” ([5]). Pero la ira y las condiciones de vida de los mineros son tales que dirigieron una negativa explícita a la dirección, prefiriendo exponerse a los despidos: “¿Es que despedirán también a los que están en el hospital y la morgue? De todos modos, es mejor que nos pongan a la puerta porque aquí se sufre. No van a cambiar nuestras vidas. Lonmin se burla de nuestro bienestar, hasta ahora se han negado a hablar con nosotros, nos enviaron a la policía a matarnos” ([6]). Mientras que Lonmin debía recular rápidamente, el 22 de agosto la huelga se extendía, con las mismas reivindicaciones, a varias minas operadas por Royal Bafokeng Platinum y Amplats.
En el momento en que escribimos estas líneas, es todavía imposible saber si las huelgas resbalaron hacia un terreno de conflictos interraciales o continuaron expandiéndose. Pero, lo que mostró explícitamente la masacre de Marikana es la violencia de un Estado democrático. Negros o blancos, los gobiernos están dispuestos a todas las masacres contra la clase obrera.
El Genérico, agosto 2012
[1]) La tasa de desempleo ascendió oficialmente a 35.4 % al final del año 2011.
[2]) Citado en Le Monde del 16 de agosto de 2012.
[3]) Comunicado del NUM del 13 de agosto de 2012.
[4]) Declaración de la policía después de la masacre.
[5]) Comunicado de Lonmin el domingo,19 de agosto de 2012.
[6]) Citado por www.jeuneafrique.com [2], 19 de agosto de 2012.
Aunque las distintas fracciones burguesas en México y en el mundo –sean conservadoras, liberales o “socialistas”– cual aves de corral cacareen la reforma laboral como la llave maestra para elevar la competitividad de las naciones, atraer inversión extranjera, reactivar el empleo, y la presenten como la reforma fundamental para sacar a las economías nacionales del atolladero, en realidad la crisis mundial del capitalismo, que estalló en la década del setenta del siglo xx y que significó la ruptura del viejo orden mundial establecido en la segunda posguerra, no tiene solución y el capitalismo se hunde cada vez más en un proceso de descomposición acelerada
Las leyes del desarrollo del capitalismo han conducido a la crisis y a la descomposición y, en consecuencia, son éstas las que dictan la necesidad de las reformas. Los personeros del capital, los partidos de derecha, centro o izquierda entran en competencia en el Coliseo político “democrático” contemporáneo para ofrecer la mejor propuesta que beneficie a la burguesía para así poder acceder al poder en el aparato estatal y desde ahí dictar las políticas económicas a seguir.
La continuidad en la imposición de las reformas en el mundo ha sido la característica común, sin importar la fracción burguesa en el poder. En España, desde el socialista Felipe González (1982), pasando por el derechista Aznar (1996), y por el Socialista Rodríguez Zapatero (2004) y ahora con el derechista Rajoy (2012), la reforma laboral ha seguido una línea de continuidad. Lo mismo ha ocurrido en Inglaterra con Thatcher, Major, Blair, Brown o Cameron, ocupantes Tories o laboristas de Downing Street. Y en EUA, desde Reagan hasta Obama (republicanos y demócratas); o en Alemania, desde Kohl, pasando por el socialdemócrata Schröder hasta llegar a la democristiana Merkel. En México, con el PRI o el PAN o el PRD encaramados en los distintos poderes de la república burguesa… la profundización y continuidad de las reformas contra el proletariado no se han detenido ni un ápice.
En realidad, las reformas laborales que desde la segunda mitad de la década de los ochenta se han venido imponiendo a escala mundial tienen un solo objetivo: recuperar la tasa de ganancia mediante la profundización de la explotación de los trabajadores por la vía de la reducción de los costos laborales. Y la flexibilidad laboral, como categoría económica, es la que mejor expresa la puesta en marcha y la continuidad de las reformas para alcanzar dicho objetivo.
Veamos este problema en México. Es justamente a partir de la década de los ochenta que el Costo Laboral Unitario (CLUR) en términos reales empezó a caer de manera abrupta y cuya tendencia podemos observar en el gráfico. El mecanismo: una evolución del salario real (sr) en caída libre, combinado con el aumento de la productividad del trabajo (π). Así tenemos que si el CLUR disminuye entonces la tasa de plusvalía aumenta y, en consecuencia, se produce una elevación de la tasa de ganancia.
Y esta misma tendencia se ha producido en el mundo, tanto en los países desarrollados como en la periferia del capitalismo. Por diferentes medios, la burguesía reduce el costo de la fuerza de trabajo para aumentar sus ganancias y el proletariado se enfrenta a la burguesía para mejorar sus condiciones de vida. Es la clásica antinomia entre el trabajo asalariado y el capital, como lo plantea Marx; por un lado, el capital pugna por disminuir el salario directo e indirecto, produciendo una disminución del valor de la fuerza de trabajo asalariado y, por el otro, aumenta la productividad del trabajo con lo cual se produce un decremento del valor de la fuerza de trabajo. Ambos efectos combinados han producido desde los setenta, pero sobre todo desde la década de los ochenta, un aumento de la tasa de explotación sobre el proletariado. El resultado ha sido, para la clase trabajadora, un empeoramiento brutal y permanente de sus condiciones de vida, menor capacidad de compra de su salario, menor seguridad social y mayor intensidad en los ritmos de trabajo.
La burguesía mundial tiene bastante claro las consecuencias que se producirían en caso de que los salarios aumentaran en mayor medida que la productividad, porque como dice Marx “la acumulación se enlentece tras el acrecentamiento del precio del trabajo, porque se embota el aguijón de la ganancia” (El Capital).
Ahora bien, como señalamos anteriormente, el contenido fundamental de las reformas laborales en el mundo se expresa en la llamada flexibilidad laboral que implica la reducción del CLUR.
1) Flexibilidad numérica que permite al capitalista contratar la cantidad de fuerza de trabajo de acuerdo con las necesidades de la acumulación, introduciendo además los contratos de aprendizaje con su período de prueba y se flexibiliza la terminación de la relación laboral con la inclusión de una prima de antigüedad, sin importar la causa del despido. Complementariamente, reglamentan la contratación de trabajadores temporales. Bajo este mecanismo el capital puede hacer frente a los periodos de crisis o de elevación de la actividad productiva.
En Portugal, por ejemplo, no solo se establece la disminución de vacaciones, eliminación de días festivos nacionales y las rebajas del pago de horas extras, sino que las indemnizaciones por despido, se han reducido de 30 días por año trabajado a ocho días. Y en España, se generalizó el despido otorgando 20 días por año trabajado y si el despido es por razones improcedentes, se redujo desde los 45 a los 33 días por año trabajado. Desde mediados de los ochenta, se generalizó la contratación temporal, creciendo 73 % en el periodo 1985-1993, lo que implica lanzar como ráfagas a trabajadores con contratos temporales sin ninguna o escasa protección. Así, la tasa de temporalidad llegó al 30 % respecto al total de asalariados y desde entonces se ha mantenido y sólo a partir de 2008 se ha reducido notablemente la tasa de temporalidad… ¡Porque la temporalidad es el mecanismo de ajuste frente a las crisis!
Polonia es el país con mayores tasas de temporalidad (26.5 %) dentro de la Unión Europea, seguido de España con un 25,4 %, Portugal muy cerca con un 22 %, y en Holanda los contratos temporales alcanzan el 18 % del total, según los datos de la Oficina estadística de la Unión Europea, Eurostat.
2. Flexibilidad interna, que establece las condiciones para dar manga ancha a los empresarios para mover a sus asalariados entre los diferentes puestos de trabajo al interior del proceso de producción capitalista (trabajador polivalente), trasladarlos geográficamente y mover los días y los horarios de trabajo. Particularmente, flexibilizan la distribución del tiempo semanal del trabajo según los criterios de los empresarios e, incluso, expresan la obligación de los obreros de trabajar horas extras y en días de descanso obligatorio en caso de que las necesidades de la producción lo requieran.
3. Flexibilidad salarial, lo que implica el movimiento de los niveles salariales en función de los niveles de productividad del trabajo. Los mismos datos de la Unión Europea nos muestran que los salarios ajustados a la productividad en Alemania crecieron solo un cinco por ciento desde 2000. Y si con esas medidas los trabajadores no mueren irremediablemente, la burguesía mundial reduce por decreto los salarios, como en el caso de Grecia que con Lukas Papademos en Santa Alianza con los líderes que sostienen a la coalición gubernamental (socialistas, derechistas y ultraderechistas), en marzo de este año decretaron la reducción del salario mínimo en un 22 %, rebajas en las pensiones, despidos masivos en el aparato estatal y un zarpazo al gasto público para intentar el equilibrio presupuestal, como lo recomiendan todos los economistas que intentan salvar el barco capitalista, para quienes el Estado capitalista tiene que comportarse como una buena ama de casa.
Lo anterior explica el por qué, con las reformas laborales en el mundo con sus particularidades nacionales, los capitalistas lograrían aumentar la competitividad internacional pues está basada en una mayor explotación sobre el proletariado, mediante la disminución de salarios directos e indirectos, disminución de la seguridad social, eliminación o reducción de vacaciones, reducción de aguinaldos, y por si fuera poco, a través de la intensificación de la jornada laboral y la eliminación de los tiempos muertos, además de la introducción de tecnologías para aumentar los ritmos de productividad en el proceso de producción capitalista.
Los medios de comunicación de la burguesía, por ejemplo, han realizado una apología de los enormes flujos de inversión extranjera en la China “socialista” porque los costos laborales han llegado al nivel del suelo y amenazan con enterrar tres metros bajo tierra a millones de chinos mientras laboran a ritmos de trabajo insoportables. La inversión extranjera se mueve hacia donde los costos son más bajos, revolotean como aves de rapiña a las naciones donde las reformas laborales avanzan a grandes zancadas. Aunado a lo anterior, avanzan las políticas de austeridad que se han aplicado a nivel mundial y que han significado reducciones al gasto social y aumentos a los impuestos indirectos, es decir, impuestos al consumo.
La burguesía mundial ha vendido la idea de que con dichas reformas, además, se disminuirían las tasas de desempleo, sin embargo, en Europa, durante 2012, se han observado niveles elevados de desempleo según datos de Eurostat: España 23.1 %, Portugal 15.4 %, Grecia 22.5 %, Alemania 6.1 %, Reino Unido 8.2, mientras la media de la Unión Europea ha sido de 10.1 % a principios de 2012. Incluso en la economía más poderosa del mundo, los EUA, la tasa de desempleo ha alcanzado el 10.8 % y en México el 5.9 %. La explotación se vuelve aún más despiadada sobre los trabajadores si consideramos que un porcentaje muy alto de la población ocupada corresponde a lo que se llama trabajadores precarios, con escasa o nula seguridad social.
Ante esto, los “defensores” de la clase trabajadora, esto es, la burocracia de los sindicatos suplican “la corrección en profundidad de la reforma laboral”, y de manera más particular, no es gratuito que, en México, no existan diferencias fundamentales entre las distintas propuestas de los partidos (PAN y PRI versus PRD), empresarios y sindicatos. Coinciden en lo esencial de la reforma en términos de la llamada flexibilidad laboral. Sus “diferencias” solo son matices para dorar la píldora pues mientras que unos, por un lado, plantean la unilateralidad patronal que no implique un acuerdo de por medio con la parte obrera, por el otro, se propone la necesidad de flexibilizar moderadamente las relaciones de trabajo; sin embargo, en lo esencial sostienen completas las medidas comentadas anteriormente. Por ejemplo, la izquierda del capital (PRD) que gobierna la Ciudad de México desde 1997 ha demostrado que es una de las fuerzas políticas del Estado más hábiles para aplicar este tipo de medidas en beneficio de la burguesía por casi tres lustros.
Pero lo peor está por venir. Las medidas comentadas apenas son una muestra de lo que el capital nos depara en el periodo venidero, de ahí la necesidad de que los trabajadores encontremos los medios para empezar a discutir y clarificar cuáles son las verdaderas formas de organización y de lucha obreras capaces de hacer retroceder a los patrones en esta ofensiva que amenaza con arruinar nuestra vida y la de nuestras familias.
Plexus, agosto 2012
El 11 de mayo estudiantes de la universidad Iberoamericana del DF, al expresarse con abucheos y críticas al entonces candidato presidencial del PRI, Enrique Peña, abrieron una secuela de manifestaciones en las que participaron estudiantes de universidades privadas y públicas. El hartazgo por la corrupción de los gobiernos y la certeza de que el sistema no les ofrece sino mayores penurias para el futuro, animó sin duda en gran parte a los estudiantes para participar ampliamente en los actos políticos que culminarían en la formación de la agrupación denominada “#yo soy 132”.
De manera que no se puede dudar que hubo sentimientos de coraje real y actitudes honestas en las expresiones de protesta y repudio a Peña Nieto y al PRI. Es cierto que su perspectiva desde el inicio se mostraba limitada, en tanto ataban sus esperanzas en la democracia y en su accionar como “ciudadanos”, sin embargo detrás de la confusión no deja de percibirse la chispa de una fuerza social cargada de descontento en contra de la actuación salvaje de los gobiernos… pero ¿hacia dónde se dirigió esta fuerza social?
La situación que los explotados viven en todo el planeta se degrada cada día que pasa. En Europa se aplican feroces planes de austeridad y así a través de despidos, aumento de precios e impuestos, reducción y congelamiento de salarios, buscan proteger la ganancia capitalista. En México la situación no es mejor, grandes masas de trabajadores se ven obligados a laborar en condiciones precarias lo mismo en el área “informal” que en el “formal”, la incertidumbre para conservar el trabajo es continua por ello obligan a aceptar salarios miserables y horarios y cargas de trabajo crecientes. Las presiones y amenazas que vienen sufriendo los trabajadores de la educación corroboran esto que decimos, pero de forma aún más grotesca se expone en las minas. Son continuos los “accidentes” laborales que se presentan en las minas de México, lo cual es explicado por el ansia de ganancia de los empresarios que aprovechando la miseria, contratan a trabajadores por míseros salarios y los hacen bajar a los socavones sin las condiciones adecuadas y sin protección.
Pero si la miseria se extiende, también el descontento se acrecienta y empieza a animar respuestas que van marcando una tendencia ascendente y expansiva por todo el mundo, así se ha visto con las movilizaciones en España, Inglaterra, Chile o Canadá, pero también las expresiones de descontento en México, pese a que han sido acotadas por la campaña electoral de la burguesía, se inscriben en esa dinámica que la agudización de la crisis económica ha venido alentando. Pero no basta regocijarnos con lo que puede parecer obvio, hay que tener presente las dificultades que enfrentan, no como un acto para descalificar, sino en la preocupación de sacar las lecciones.
Es indudable que el desarrollo de las movilizaciones por el planeta no avanza de forma homogénea, no obstante se perciben dificultades similares, en mayor o menor medida según el país y el momento específico. En el origen de estos problemas se resalta la falta de confianza de la clase obrera en sus fuerzas, que se expone de manera abierta en el temor para lanzarse a la lucha y colocarse a la cabeza del combate, pero al mismo tiempo esa falta de confianza es notoria por la dificultad para reconocer su identidad de clase, lo que permite que la fuerza de los explotados gire hacia las ilusiones burguesas para buscar alternativas.
Teniendo ese marco, podemos entender que el movimiento que animó a la creación del #132 también es producto de un descontento y una combatividad, no obstante, de forma muy rápida fue atrapada por la burguesía, en tanto que esa fuerza desatada fue encadenada y sometida a la esperanza de que las elecciones y la democracia son medios adecuados para cambiar (o mejorar) el mundo opresivo que impone el capitalismo.
Las manifestaciones de jóvenes impugnando al candidato del PRI levantaron inmediatamente una gran simpatía entre los trabajadores y demás núcleos de la población no explotadora porque en sus primeras expresiones no solo denunciaban la actuación tramposa de partidos, gobierno y empresas de televisión, además incitaban a la unidad y a la discusión colectiva. No obstante, la clase dominante utilizando a su aparato de izquierda, captura ese coraje y lo amarra a la cola de López Obrador para darle “oxígeno” a las elecciones y las mismas empresas de televisión que eran criticadas en las protestas callejeras, se encargan de resaltar la importancia de las preocupaciones de los “jóvenes ciudadanos”. La burguesía así desvía esa fuerza social movilizándola en el terreno minado de la democracia, pero además la aprovecha para reforzar su dominio de clase.
Entendiendo ese proceso es que puede comprenderse que la creación del movimiento “#yo soy 132”, no fue el paso a un nivel superior de las movilizaciones, sino hacia su domesticación, lo que implica que pese a que las movilizaciones actuales que convoca el #132 siguen siendo concurridas por honestos jóvenes con preocupaciones y descontento reales, están siendo obligados a seguir las consignas que el capital ha dictado, por eso más que una organización que ayude al proceso de unidad y reflexión de los explotados es una pesada carga.
En las primeras manifestaciones callejeras del mes de mayo se exponía una fuerza espontánea un poco confusa, sin saber hacia donde avanzar, pero con una convicción de repudio a la realidad que ofrece el capitalismo, luego con la creación formal del #132 se elimina toda posibilidad de reflexión y se impone como única perspectiva a seguir el de asistir mansamente a las urnas.
Así, en el primer acto de la farsa se alienta el “espíritu ciudadano” para crear el “cambio” mediante el voto, después en un segundo acto han de complementar la trampa, llamando a la impugnación de Peña Nieto por haber realizado la compra de votos… todo eso que parece una actuación crítica, no ha hecho sino desviar el descontento hacia objetivos de incumbencia exclusiva de la clase dominante.
Terminado el circo electoral la burguesía, usando al #132 puede continuar alentando falsas ilusiones que ayuden al capital a mejorar la explotación y a sofisticar los métodos de control y dominio, así se percibe por el hecho de que la agenda planteada por voceros de esta agrupación, parece copiar los planteamientos de “Democracia Real Ya” en España, y que consisten en hacer una crítica a la forma en que se levanta la estructura de Estado, para poder plantear como único camino la “democratización del Estado” mediante la “participación ciudadana”, cuidando de alejar toda reflexión que conduzca hacia la crítica del capitalismo.
La masa de jóvenes estudiantes que siguen al #132, no es una unidad social homogénea porque la conforman lo mismo proletarios (que por su origen o por su condición de asalariados los hace formar parte de esta clase), pero también hay individuos adheridos, social e ideológicamente, a la clase dominante y su sistema, por ello, para lograr una fuerza de combate real que enfrente los ataques que el capitalismo viene asestando, los proletarios y demás oprimidos no tienen otro camino que el de la reflexión colectiva de los problemas reales que enfrenta: de la degradación que impone el sistema a su condición de vida y de las trampas (como las elecciones) que tienen como objetivo impedir que tomen conciencia de su condición de explotados.
Para poder hacer pasar mejor los ataques contra los trabajadores, como la reforma laboral (ver el artículo en este mismo número) y ante la poca credibilidad de los partidos y sindicatos, la burguesía requiere procesos y cuerpos que ayuden a oxigenar al sistema; así la imposición del encuadramiento de los explotados bajo la denominación de “ciudadano”, se presenta como una condición necesaria para impedir la expresión de su fuerza de combate, pero además el imponerle preocupaciones falsas como la democratización de los medios o la flexibilidad electoral (entre otras muchas consignas tramposas), le asegura, a la clase dominante, el aprovechamiento del descontento social y, por tanto, el fortalecimiento de su capacidad de dominio.
Tatlin, agosto 2012
Publicamos el volante elaborado por nuestra sección en España a mediados de julio de este año que tiene un interés general pues recoge cuestiones esenciales para la clase obrera en todo el mundo ahora que está sometida a una política de austeridad brutal en un contexto de profunda crisis económica y que, por consecuencia, se le plantea directamente cómo defenderse de estos ataques. A continuación el volante.
En 1984, el gobierno PSOE de entonces lanzó la primera Reforma Laboral, hace apenas 3 meses el Gobierno PP actual aplica la peor Reforma Laboral... hasta ahora. En 1985 el gobierno PSOE hizo la primera Reforma de las Pensiones, en 2011 otra Reforma, ¿para cuando será la próxima? Desde hace más de 30 años las condiciones de vida de los trabajadores han ido empeorando gradualmente, pero desde 2010 la degradación toma un ritmo vertiginoso y con las nuevas medidas del Gobierno PP alcanza cotas que desgraciadamente se quedarán pequeñas ante los nuevos ataques por llegar. Y encima hay un ensañamiento de la represión policial: la violencia con los estudiantes en Valencia el pasado febrero, palizas a mineros, la bala de goma que deja un enorme hematoma en la espalda de un niña, el cierre del Congreso tomado por la policía ante las manifestaciones espontáneas que se vienen dando desde el pasado miércoles y que se repitieron el domingo 15 de julio...
Nosotros, la INMENSA MAYORIA, explotada y oprimida pero igualmente indignada, trabajadores públicos y privados, parados, estudiantes, jubilados, emigrantes..., nos hacemos muchas preguntas sobre lo que está pasando. Hemos de compartir estas preguntas colectivamente en calles y plazas, en los centros de trabajo, para entre todos, empezar a hallar respuestas, dar una respuesta masiva, contundente y sostenida.
Cambian los gobiernos pero la crisis es cada vez peor y los recortes cada vez más sangrantes. Nos presentan en cada cumbre de la UE, del G20 etc., la “solución definitiva”... ¡que al día siguiente resulta ser un sonoro fracaso! Dicen que los recortes hacen bajar la prima de riesgo pero sucede JUSTO LO CONTRARIO. Después de tantas sangrías a nuestras condiciones de vida, el FMI reconoce que habrá que esperar ¡hasta 2025! para recuperar los niveles económicos de 2007. La crisis sigue un curso implacable e inexorable dejando a su paso millones de vidas definitivamente truncadas.
Es cierto que hay países que están mejor que otros pero hemos de ver el mundo en su conjunto. El problema no se circunscribe a España, Grecia o Italia, ni puede reducirse a la “crisis del euro”. Alemania está al borde de la recesión y hay 7 millones de mini-jobs (sueldos de 400 €); en Estados Unidos el paro se dispara en la misma proporción que los desahucios. En China la economía lleva 7 meses seguidos de desaceleración pese a la loca burbuja inmobiliaria que ha hecho que solo en Pekín existan 2 millones de pisos vacíos. Estamos sufriendo en carne viva la crisis mundial e histórica del sistema capitalista del que forman parte todos los Estados cualquiera que sea la ideología oficial que profesen -”comunista” como en China o Cuba, “socialista del siglo xxi” en Ecuador o Venezuela, “socialista” en Francia, “demócrata” en USA, liberal en España o Alemania. El capitalismo, tras haber formado el mercado mundial se ha convertido desde hace casi un siglo en un sistema reaccionario, que hunde a la humanidad en la peor barbarie: dos guerras mundiales, innumerables guerras localizadas, destrucción medio ambiental... y, tras haber logrado momentos de crecimiento económico artificial, a base de especulación y burbujas de todo tipo, actualmente y desde 2007 se estrella en la peor crisis de su historia con Estados, empresas y bancos hundidos en una insolvencia sin salida. El resultado de esta debacle es una enorme catástrofe humanitaria. Mientras el hambre y la miseria siguen creciendo en África, Asia y Latinoamérica, en los países “ricos” millones de personas pierden su empleo, cientos de miles son desahuciadas, la mayoría no puede llegar a fin de mes, el repago de unos servicios sociales súper recortados hace muy precaria su existencia, y encima la carga de impuestos (directos e indirectos) les aplasta.
El capitalismo divide la sociedad en dos polos: el polo minoritario de la clase capitalista que lo tiene todo y no produce nada; y el polo mayoritario de las clases explotadas, que produce todo y recibe cada vez menos. La clase capitalista, ese 1 % de la población que se decía en el movimiento Occupy de Estados Unidos, se muestra cada vez más corrupta, arrogante e insultante. Acumula riquezas con un descaro indecente, se muestra insensible ante los sufrimientos de la mayoría y su personal político impone por doquier recortes y austeridad... ¿Por qué a pesar de los grandes movimientos de indignación social que hubo en 2011 (España, Grecia, Estados Unidos, Egipto, Chile, etc.) continúa, erre que erre, aplicando políticas contra el interés de la mayoría? ¿Por qué nuestra lucha, pese a las valiosas experiencias vividas, está muy por debajo de lo que sería necesario?
Una primera respuesta está en el engaño que supone el Estado democrático. Este se presenta como “la emanación de todos los ciudadanos” pero en realidad es el órgano exclusivo y excluyente de la clase capitalista, está a su servicio, y cuenta con dos manos: la mano derecha compuesta por policía, cárceles, tribunales, leyes, burocracia, con la que nos reprime y aplasta cualquier intento de rebelión. Y una mano izquierda con un abanico de partidos de todas las ideologías, con sindicatos aparentemente independientes, con servicios de cohesión social supuestamente para protegernos... con los cuales nos crea falsas ilusiones para acabar engañándonos, dividiéndonos y desmoralizándonos.
¿De qué han servido los votos que cada 4 años hemos emitido? ¿Los gobiernos salidos de las urnas han cumplido alguna de sus promesas? Cualquiera que fuera su ideología ¿con quién han estado? ¿Con sus electores o con el capital? ¿De qué han servido las innumerables reformas y cambios que se han hecho en educación, seguridad social, economía, política, etc.? ¿No han sido en realidad un “que todo cambie para que todo siga igual”? Como se decía en el movimiento 15 M: “Le llaman democracia y no lo es, es una dictadura y no se ve”.
El capitalismo lleva a la miseria generalizada. ¡Pero no veamos en la miseria más que la miseria! En sus entrañas se encuentra la principal clase explotada, el proletariado, quien con su trabajo asociado –trabajo que no se reduce a la industria y a la agricultura sino que comprende educación, sanidad, servicios, etc.– asegura el funcionamiento de toda la sociedad y tiene por tanto la capacidad para paralizar la máquina capitalista y abrir la vía para crear una sociedad donde la vida no sea sacrificada en el altar de las ganancias capitalistas, donde la economía de la competencia sea sustituida por la producción solidaria para la satisfacción plena de las necesidades humanas. En suma, una sociedad que supere las contradicciones en las que el capitalismo enreda a la humanidad.
Esto, que no es un ideal sino la experiencia histórica y mundial de más de dos siglos de lucha del movimiento obrero, parece hoy difícil y lejano. Una causa ya la hemos apuntado: nos engañan con la ilusión del Estado democrático. Pero hay causas más profundas: la mayoría de los trabajadores no se reconocen como tales. No tenemos confianza en nosotros mismos como fuerza social autónoma. Y, especialmente, el modo de vida de esta sociedad basado en la competencia, en la lucha de todos contra todos, nos lleva a la atomización, al cada uno a la suya, a la división y al enfrentamiento entre nosotros.
La conciencia de estos problemas, el debate abierto y fraterno sobre ellos, la recuperación crítica de las experiencias de más de dos siglos de lucha, nos proporciona los medios para superar esa situación y ser capaces de responder. El mismo día que Rajoy anunció sus medidas empezaron a surgir algunas respuestas. Mucha gente acudió en Madrid a la manifestación solidaria con los mineros. Esa experiencia de unidad y solidaridad se ha traducidos en los días siguientes en manifestaciones espontáneas convocadas desde las redes sociales. Ha sido la iniciativa propia de los trabajadores públicos quién, fuera de los sindicatos, las ha iniciado ¿Cómo continuar, teniendo en cuenta que será una lucha larga y difícil? Algunas propuestas:
La lucha unitaria. Parados, trabajadores públicos y privados, interinos y funcionarios, jubilados, estudiantes, emigrantes, JUNTOS PODEMOS. Ningún sector puede quedarse aislado y encerrado en su rincón. Frente a una sociedad de división y atomización hemos de hacer valer la fuerza de la solidaridad.
Las Asambleas generales y abiertas. El capital es fuerte si delegamos en los profesionales de la política y de la representación sindical que siempre nos venden. Asambleas para pensar, discutir y decidir juntos. Para que todos se hagan responsables de lo acordado, para vivir y sentir la alegría de estar unidos, para romper la barrera de la soledad y el aislamiento y cultivar la confianza y empatía.
Buscar la solidaridad internacional. Defender la nación hace de nosotros la carne de cañón de guerras, xenofobia, racismo, nos separa y enfrenta con los trabajadores del mundo entero que son con los que podemos confiar y crear la fuerza para echar atrás los ataques del capital.
Agruparnos en los centros de trabajo, en los barrios, a través de Internet, en colectivos que reflexionen sobre lo que está pasando, organicen reuniones y debates, impulsen y preparen las luchas. ¡No basta con simplemente luchar, hay que luchar con una clara conciencia de lo que está pasando, de cuales son nuestras armas, de quienes son nuestros amigos y quienes nuestros enemigos!
Todo cambio social es inseparable de un cambio individual. Nuestra lucha no puede limitarse a un mero cambio de estructuras políticas y económicas, es un cambio radical de sistema social y por tanto de nuestra propia vida, de nuestro modo de ver las cosas, de nuestras aspiraciones. Solo así desarrollaremos la fuerza para resistir las innumerables trampas que nos tenderán, los golpes físicos y morales que recibiremos. Un cambio de mentalidad hacia la solidaridad, la conciencia colectiva, que no solamente son el cemento de nuestra unión sino el pilar de una futura sociedad liberada del mundo de competencia feroz y mercantilismo extremo que caracteriza el capitalismo.
CCI, julio 2012
El “boom de posguerra” llegó a su fin en 1967. Este breve periodo de relativa prosperidad económica se produjo después de los horrores de la Primera Guerra mundial, la Gran Depresión y la Segunda Guerra mundial. El espectro de la crisis económica reapareció en ese año. Durante el primer semestre de 1967 Europa cayó en recesión y en el segundo semestre estalló la crisis en el sistema monetario internacional. Desde entonces, el desempleo, la inseguridad, el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo se han convertido en el pan de cada día de los explotados. Sólo un rápido repaso de los acontecimientos más importantes del siglo xx, uno de los más catastróficos y bárbaros de la historia de la humanidad, es suficiente para entender que el capitalismo se ha convertido, como el esclavismo o el feudalismo, en un sistema obsoleto y decadente.
Pero esta crisis histórica del capitalismo fue oscurecida en parte y enterrada bajo una carga de propaganda y de mentiras. En cada una de las décadas siguientes se repetía la cantaleta de siempre: un país, una parte del planeta o de un sector económico, que se estaba desempeñando un poco mejor que los demás, se le daba prominencia para crear una falsa impresión de que la crisis no era fatal, que era suficiente llevar a cabo eficaces “reformas estructurales” al capitalismo para que se reactivara e impulsara el crecimiento y la prosperidad. En el periodo 1980-1990, la Argentina y los “Tigres Asiáticos” se presentaban como modelos de éxito, al inicio del año 2000 fue el turno de Irlanda y España... Invariablemente, estos “milagros” llegarían a ser “espejismos”: en 1997, los “Tigres Asiáticos” resultaron ser tigres de papel; a finales de 1990, Argentina se declaró en bancarrota y ahora Irlanda y España están al borde de la quiebra... En cada ocasión “el crecimiento increíble” fue financiado por el recurso del crédito y cada una de las falsas esperanzas se hundieron con el tiempo por la pesada carga de la deuda.
Sin embargo, los mismos charlatanes están apostando otra vez a la corta memoria de la mayoría de nosotros, para hacernos creer que la enfermedad de Europa se debe a razones específicas de su propia creación: dificultades para realizar las reformas y “mutualizar” las deudas entre sus miembros (es decir, compartir la carga), la falta de unidad y solidaridad entre los países; y un banco central incapaz de impulsar la economía, ya que no puede imprimir dinero a su antojo.
Sin embargo, estos argumentos no se sostienen frente a un minucioso escrutinio. ¿La crisis ha golpeado a Europa porque hay una falta de reformas y de competencia y tenemos que aprender de Asia? Tonterías, estos países también están en problemas. ¿La recuperación no es la suficiente bajo el control del Banco Central Europeo y la respuesta está en la impresión de dinero? Eso es una locura: los Estados Unidos de América (EUA) y su banco central han promovido todo tipo de creación de dinero desde 2007, pero también se encuentran en mal estado.
El acrónimo “BRIC” se refiere a los cuatro países cuyas economías han tenido el mayor éxito en los últimos años: Brasil, Rusia, India y China. Pero como en Eldorado, esta buena salud es más un mito que una realidad. Este “boom” ha sido financiado en gran parte por la deuda y terminan, como sus predecesores, hundidos en el horror de la recesión. Además, ese mal viento está sobre nosotros ahora mismo.
En Brasil, el crédito al consumo se ha disparado en la última década. Pero, como en los EUA durante la década de 2000, los “hogares” son cada vez menos capaces de ponerse al día con sus pagos. La escala de “incumplimientos del consumidor” ha batido todos los récords en esta ocasión. Peor aún, la burbuja inmobiliaria parece idéntica a lo que se vivió en España antes de su explosión: grandes complejos de viviendas de nueva construcción permanecen desesperadamente vacíos.
En Rusia, la inflación está fuera de control: oficialmente es del 6 %, pero según analistas independientes alcanza el 7,5 %. Y los precios de frutas y verduras literalmente se han disparado en los meses de junio y julio, ¡incrementándose en casi un 40 %!
En la India, el déficit presupuestario se está ensanchando peligrosamente (se estima en 5,8 % del PIB en 2012), el sector industrial se encuentra en recesión (– 0,3 % en el primer trimestre de este año), el consumo se está desacelerando bruscamente, la inflación es muy fuerte (7,2 % en abril, mientras que en octubre pasado los precios de los alimentos habían subido casi un 10 %). El mundo financiero ahora considera a la India un país riesgoso para invertir: está clasificado como triple B (la calificación más baja en la “categoría de calidad inferior a la media”). La India se encuentra bajo la amenaza de ser pronto clasificada entre los países que se consideran como de alto riesgo para la inversión.
La economía China sigue en declive y cada vez hay más señales de peligro. La actividad manufacturera se contrajo en junio por octavo mes consecutivo. Los precios de los apartamentos se han derrumbado y los sectores relacionados con la construcción están cada vez menos ocupados. Un ejemplo muy claro: solo la ciudad de Beijing tiene el 50 % de viviendas vacías, más que en todos los EU (3,8 millones frente a 2,5 millones, respectivamente). Pero lo más preocupante, sin duda, es el presupuesto del Estado para las provincias. En efecto, si el Estado no está oficialmente colapsado bajo la deuda, es solo por el hecho que la carga de la deuda se ubica en el nivel local. Muchas provincias están al borde de la quiebra.
Los inversionistas son conscientes de la mala salud de los BRIC, por lo que evitan estas cuatro monedas –el real, el rublo, la rupia y el yuan– como si huyeran de la peste, porque han ido cayendo continuamente durante meses.
La ciudad de Stockton, California, se declaró en quiebra el martes 26 de junio, como lo hicieron antes Jefferson County, Alabama y Harrisburg en Pennsylvania. Sin embargo, durante tres años, los 300,000 habitantes de esta ciudad han soportado cada “sacrificio necesario para la recuperación”: recortes en el presupuesto de 90 mdd, despido de 30 % del cuerpo de bomberos junto con el 40 % del resto de los empleados municipales, recorte de 11.2 mdd a los salarios de los empleados municipales y reducción drástica de los fondos de pensiones de jubilación.
Este ejemplo concreto muestra el estado real de la decadencia de la economía de los EUA. Los hogares, las empresas, los bancos, las ciudades, los estados y el gobierno federal, cada uno de estos sectores está literalmente enterrado bajo montañas de deuda que nunca será cubierta. En este contexto, es muy probable que la negociación futura entre los republicanos y los demócratas, cuando el techo de la deuda se eleve este otoño, se convierta en un psicodrama como ocurrió el verano pasado. Podemos decir que la burguesía estadounidense se enfrenta a un problema insoluble: debe generar cada vez más deuda para reactivar la economía, al tiempo que debe reducir su deuda para evitar la quiebra.
Cada parte endeudada de la economía es una potencial bomba de tiempo: aquí hay un banco cerca de la bancarrota, allá una ciudad o una empresa casi en quiebra ... y si una bomba explota, simplemente veremos una reacción en cadena. Hoy, la “burbuja de préstamos a estudiantes” es una preocupación para el mundo financiero. El costo de estudiar es cada vez más caro y la gente joven encuentra cada vez menos trabajo al salir de sus cursos universitarios. En otras palabras, el incremento de los préstamos estudiantiles se están volviendo cada vez más importantes y el riesgo de incumplimiento cada vez más probable. Para ser más específicos:
– los estudiantes universitarios, después de concluir sus estudios, tienen en promedio una deuda de 25,000 dólares;
– los préstamos pendientes de pago superan a la de todos los préstamos de consumo en el país que es de 904 mmdd (casi se ha duplicado en los últimos cinco años) y corresponde al 6 % del PIB;
– la tasa de desempleo para los graduados universitarios menores de 25 años es de más del 9 %;
– el 14 % de los estudiantes graduados que han recibido préstamos no han pagado durante tres años después de graduarse.
Estos datos muestran en lo que se ha convertido el sistema capitalista: un sistema enfermo que, literal y metafóricamente, sólo puede renunciar a su futuro. Los jóvenes de hoy tienen que vivir en la deuda y “gastar” el salario futuro... no lo van a ver.
No es casual que en los Balcanes, en Inglaterra y en Quebec, la nueva generación ha organizado poderosas manifestaciones en los últimos dos años al incrementarse los costos de inscripción para los cursos universitarios: ahogarse en deudas de 20 años y enfrentar la perspectiva de desempleo y caída salarial en los próximos años, este es el símbolo perfecto del “no futuro” que el capitalismo tiene para ofrecer.
Los Estados Unidos de América, al igual que Europa y todos los países del mundo, están enfermos, y no habrá tregua real y duradera en el capitalismo, porque este sistema de explotación es la fuente de la infección. Después de leer este artículo, ¿alguien puede mantener la esperanza y creer que un “milagro económico” todavía es posible? Si eres una de esas personas ... ten en cuenta que el presupuesto del Vaticano está en números rojos.
Pawel, junio 2012.
[1]) Este es un juego de palabras del artículo en inglés. Brick es la palabra inglesa para ladrillo, por lo que se empleó la homofonía de la palabra BRICS que denomina a las llamadas “economías emergentes”.
El poder letal del Estado moderno convierte en pequeños los crímenes de individuos asesinos de masas, indefensas. El régimen de Siria sigue demostrando su capacidad para sembrar terror a gran escala. Una ciudad tras otra es sometida a intensos bombardeos de la artillería y la población se ve atrapada en casas o sótanos, privada de alimentos y electricidad durante días, incluso semanas. Francotiradores militares secuestran a quien sale en busca de comida para sus familias. Y cuando el pueblo cae, familias enteras son exterminadas de la manera más directa y personal, ya sea por soldados regulares, o con mayor frecuencia (ya que muchos soldados han desertado de las filas del ejército disgustados por lo que se les obliga a hacer) por bandas de delincuentes conocidas como “Shabiha” o fantasmas. Las dos masacres más conocidas han acontecido en Houla y Mazraat al-Qubair, pero no son las únicas.
Con cinismo arrogante, los portavoces del régimen justifican estos asedios al afirmar que “grupos terroristas armados” se han apoderado de la ciudad en cuestión. Se culpa de las carnicerías más conocidas de mujeres y niños a la acción de esos grupos que presumiblemente lo harían para desacreditar al gobierno. El descaro de los crímenes y las mentiras del gobierno sirio no es la marca de un régimen que descansa sobre bases sólidas. Más bien refleja la desesperación de un régimen que se derrumba.
Para enfrentarse a las protestas generalizadas que estallaron contra su gobierno siguiendo la estela de los otros movimientos masivos en todo Noráfrica y Oriente Medio, Bashir al-Assad, trató de seguir los pasos de su padre: en 1982, Hafez al-Assad, enfrentó otro levantamiento en la ciudad de Hama. El régimen envió al ejército y llevó a cabo una masacre: la cifra de muertos se estima entre 17 mil y 40 mil. La rebelión fue aplastada y el régimen ha sido capaz de mantener su control sobre el país de forma más o menos indiscutible durante los últimos dos decenios y medio.
Sin embargo, el terror despiadado ya no funciona de la misma manera, porque la historia ha evolucionado desde mediados de los 80. En primer lugar, la relativa estabilidad que resultó del antiguo sistema de los dos bloques (en el que Siria era el aliado más consistente de la URSS en la región) se vio debilitada por el colapso del bloque oriental y la consecuente desintegración del bloque dirigido por EU. Este profundo cambio en las “relaciones internacionales” desató los apetitos imperialistas de un gran número de Estados –pequeños, medianos y grandes–, que, de repente, se veían libres de la tutela de las antiguas superpotencias que les gobernaban desde lejos. En Oriente Medio, Irán se ha reforzado y juega su propia carta, sus ambiciones han aumentado ampliamente a causa de la invasión americana de Irak. El Irak de Saddam era un importante contrapeso a la posición de Teherán en la región, pero tras ser derrocado Hussein, el país se paralizó por el desorden interno y se rige por una débil facción chiíta que es altamente susceptible a la influencia iraní. Turquía, que en otros tiempos fue un aliado de confianza de los EU, ha empezado a jugar a su propio juego, presentándose cada vez más a sí mismo como el campeón del Oriente Medio musulmán. Incluso Israel ha estado afirmando cada vez más su independencia respecto de EU, una realidad que está siendo corroborada por las voces en Israel que piden un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán ([1])).
Lo que empezó como una protesta popular desarmada contra el régimen de Assad se ha convertido rápidamente en una guerra de poder entre las potencias imperialistas regionales y mundiales. Irán, principal aliado de Siria en la región ([2]), se ha posicionado en pro del régimen de Assad, y ha habido informes de que miembros de la Guardia Revolucionaria u otros agentes de la República Islámica han trabajado como cómplices en la campaña de terror de Assad. Assad también ha sido protegido de Rusia y China, que han participado activamente en el Consejo de Seguridad de la ONU bloqueando las resoluciones que condenan al gobierno de Assad o que pretenden sancionarlo. Rusia ha tenido que moderar su postura ante las críticas recibidas, haciendo incipientes críticas de las masacres de Assad, pero su apoyo a una política de “no intervención” sirve para asegurarse de que las fuerzas rebeldes no consigan armas mientras que el ejército sirio mantiene su gran arsenal. Hillary Clinton, acusó a Rusia de proveer helicópteros de ataque al régimen, a lo que el ministro de exteriores ruso Lavrov, respondió que los helicópteros eran para fines “defensivos” y que igualmente el Oeste estaba secretamente armando a los rebeldes.
Esta fue la primera vez que los rusos hicieron abiertamente esta acusación, pero ha sido así durante mucho tiempo. Una vez que la oposición se unió en una fuerza política burguesa en torno al Ejército Libre de Siria y el Consejo Nacional de Siria, ha habido envíos de armas desde Arabia Saudita y Qatar. Turquía, mientras tanto, ha hecho un cambio radical de postura, poniendo fin a sus relaciones antes amistosas con el régimen de Assad, condenando su inhumanidad y ofreciendo protección a los refugiados que huyen de la masacre. En el plano militar ha acumulado fuerzas considerables en su frontera con Siria; y, en el mismo discurso en el que condena a Moscú por enviar helicópteros a Siria, Clinton sugirió que la concentración de fuerzas sirias alrededor de Aleppo, cerca de la frontera turca, “bien podría ser una línea roja para los turcos en términos de sus intereses estratégicos o nacionales” (The Guardian 13 de junio). Más recientemente, Siria ha estado derribando aviones turcos, incluyendo un avión militar que supuestamente había violado el espacio aéreo sirio, lo cual ha incrementado las tensiones entre Ankara y Damasco.
Por lo tanto, la política de terror, lejos de fortalecer el poder de Assad, ha envuelto a éste en un cada vez más impredecible conflicto imperialista, lo que también tiene el efecto de agravar las divisiones religiosas y étnicas sirias: de la misma manera que los iraníes apoyan a la minoría alauí dominante, los saudíes (y a algunos yihadistas atraídos por el conflicto) pretenden imponer un régimen suní. Hay también divisiones entre cristianos y musulmanes, kurdos y árabes, todas las cuales amenazan con llegar a ser demasiado profundas como para ser manipuladas sin sumir al país en una situación de más caos, siguiendo a Irak.
Como Siria va en el camino de convertirse en un Estado fallido, y las sanciones de la ONU y las misiones de observación se muestran incapaces de detener la matanza, ha habido crecientes llamamientos para una intervención militar “humanitaria” por parte de las potencias occidentales. Después de todo, dicen sus partidarios, “funcionó” en Libia, donde Francia y la GB impusieron una “zona de exclusión aérea”, que propició la victoria de los rebeldes y el derrocamiento del régimen. Pero en el caso de Siria, los estados como GB, Francia y los EU están siendo mucho más cautelosos, a pesar de clamar con más fuerza que Assad se vaya. Hay una serie de razones para sus dudas: el terreno geográfico en Siria es mucho menos susceptible a la guerra aérea de Libia, con sus grandes extensiones de desierto. Y mientras en sus últimos días Gadafi acabó aislado internacionalmente, Siria tiene vínculos mucho más fuertes con Rusia, China e Irán. Con Israel ya incitando a EU a atacar a Irán bajo la amenaza de hacerlo ellos mismos, una escalada de la guerra en Siria también podría encender la mecha en torno a Irán, con consecuencias aún más devastadoras. Por otra parte, el ejército de Assad está mucho mejor equipado y entrenado que el libio. En conclusión, las potencias occidentales corren el riesgo de verse involucradas en un verdadero desastre en Siria y más allá, de la misma forma que les ha pasado en Afganistán e Irak; y en contraste con Libia no hay peligro de que valiosas reservas de petróleo caigan en las manos equivocadas, ya que Siria no tiene petróleo en absoluto. Las repercusiones sociales y políticas de que otro escenario de guerra se forme para las grandes potencias en esta región devastada son, por el momento al menos, demasiado inciertas para hacer que el riesgo valga la pena. Turquía está, a pesar de estar más directamente amenazada por las consecuencias de la catástrofe humanitaria en Siria, maniobrando con cierta cautela hasta el momento.
Hay un estancamiento imperialista sobre Siria, y mientras tanto sigue la matanza. Esto no significa que una intervención militar occidental pudiera evitar que ocurriera. Como podemos ver en la experiencia de Irak y Afganistán (y Libia, donde las secuelas afectan a sus vecinos ([3])), las consecuencias de la intervención militar occidental son cualquier cosa menos humanitarias. Incluso cuando sus intereses imperialistas exigen imponer un cierto orden sobre la situación y así minimizar algunas zonas de conflicto, el resultado en todos estos casos ha sido el de acelerar la tendencia hacia el caos y la violencia. Al igual que la crisis económica a la que se enfrenta ahora el capitalismo como un muro inexpugnable, la proliferación de guerras y tensiones imperialistas en todo el planeta dan testimonio de que el capitalismo se ha convertido en un callejón sin salida para la humanidad.
Amos, junio 2012
[1]) Véase la editorial de la Revista Internacional no 149:
https://en.internationalism.org/internationalreview/201206/4980/editoria... [10]
[2]) El régimen de Assad siempre ha basado su poder en una política de dividir y gobernar, haciendo pleno uso de las diferentes divisiones religiosas y étnicas que tienen una larga historia en el país. En particular, se ha identificado con la minoría religiosa alauí, manteniendo su apoyo a este grupo (que es considerado hereje por muchos musulmanes) a través de una política combinada de repartir prebendas y privilegios e infundir un clima de temor a los miembros de la secta sobre lo que sucedería si sus protectores fueran retirados del poder. Por su parte, los mulás iraníes, para dar peso teológico a su política exterior en favor de Siria, parecen haber aceptado a los alauitas como parte de los musulmanes chiítas.
Ver https://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/16/minority-sect-syria-dictato... [11].
Este artículo muestra que, si bien muchos de los Shabiha son extraídos de la minoría alauita, hay otros, tal vez la mayoría, que están cada vez más preocupados de que se les asociará a los crímenes de Assad.
Las próximas elecciones presidenciales en Venezuela del 7 de octubre, son un momento de máxima tensión entre las facciones burguesas del chavismo y la oposición. Tanto éstos últimos, agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), teniendo como candidato a Henrique Capriles, como los oficialistas, contando con el perpetuo candidato Hugo Chávez, han puesto en funcionamiento sus maquinarias partidistas y con ellas miles de millones de bolívares, para intentar movilizar y ganar los votos, principalmente, de las masas de trabajadores ya exhaustos debido a 13 años de confrontación política, desde el establecimiento del régimen chavista en el poder.
El ascenso de Chávez fue el resultado del alto grado de descomposición de la burguesía venezolana, principalmente de sus fuerzas políticas que gobernaron hasta su llegada al poder en 1999. Debido a su alta aceptación popular, varios sectores del capital le dieron su apoyo en ese entonces con miras a atacar los altos niveles de corrupción, restablecer la institucionalidad y sobre todo, la gobernabilidad, es decir, para intentar mejorar el sistema de opresión y explotación en interés de la nación de la burguesía. Las fuerzas opositoras, aún debilitadas, emprendieron varias medidas de fuerza contra el régimen como el golpe de Estado de 2002 y el paro petrolero de finales de ese año, que resultaron infructuosas y más bien afianzaron a Chávez en el poder, lo que se reflejó en su reelección en el 2006.
Después de más de una década de chavismo, la nueva situación está llevando a los diferentes grupos de la burguesía a un conflicto abierto para disputar el poder central del Estado. Las fuerzas contrarias al régimen se benefician de la baja en la popularidad del chavismo debido a dos causas principales:
• el crecimiento de la descomposición en el régimen chavista, el cual describimos así en un artículo de Internacionalismo: “se conformaron nuevas élites civiles y militares que ocupan los cargos de la alta burocracia del Estado, que han fracasado en su objetivo de superar los problemas acumulados por los gobiernos anteriores, siendo más bien su principal interés repartirse el botín de los ingresos petroleros, ocasionando un crecimiento exponencial de la corrupción y un abandono progresivo de la gestión del Estado; situación que junto a la megalomanía del régimen chavista de pretender hacer una “revolución bolivariana” a nivel continental, ha ido poco a poco vaciando las arcas del Estado y acrecentando la conflictividad social y política, que está llevando a niveles de ingobernabilidad mucho peores que los de los años 90. Es ésta una de las preocupaciones mayores de varios sectores del capital nacional que en el pasado dieron su apoyo a Chávez y que hoy intentan conformar un equipo de recambio”.
• la agudización de la crisis del capitalismo en el 2007, que ha jugado en contra de las aspiraciones del régimen chavista de implantar su proyecto del “Socialismo del Siglo xxi”. Aunque para entonces Chávez, al igual que otros gobernantes, dijo que la economía venezolana estaba “blindada”, la realidad es que la crisis mundial del capitalismo puso al descubierto nuevamente la fragilidad histórica de la economía venezolana: se mueve según lo hacen los precios del petróleo. A esto hay que agregar que los planes populistas han sido posibles gracias a los ataques al salario y a la reducción o eliminación de los “beneficios” como las contrataciones colectivas, que ha propinado el chavismo a los trabajadores.
La estrategia del candidato opositor, basada en visitas diarias a distintas ciudades y pueblos del país (“casa por casa”) busca explotar la desatención social y los fracasos del régimen chavista, lo que ha generado, según algunas encuestas, un repunte de su candidatura. Su estrategia de plantear programas sociales de corte populista similares a los del chavismo y evitar confrontaciones directas le ha dado algún resultado. Sin embargo, el chavismo insiste en los “logros” que su proyecto representa para los pobres y en el planteamiento del “gendarme necesario” para evitar la anarquía que le ofrece al capital venezolano en su conjunto.
El chavismo, aún con todas sus debilidades (enfermedad de Chávez, pérdida de gubernaturas, confrontaciones de intereses en sus filas, etc.) no visualiza su salida del poder y en los últimos meses se orienta a no dejar al azar ningún detalle que pueda significar alguna ventaja para la oposición: inscripción forzada de empleados públicos en el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela, obstáculos a los votantes en el extranjero especialmente en Miami y España, neutralización de partidos que apoyan a la oposición (PODEMOS, PPT, COPEI) vía sentencias del Tribunal Superior de Justicia, etc., además de construir una hegemonía comunicacional que le da una ventaja absoluta en cuanto a la propaganda electoral.
Chávez también considera otros escenarios en caso de perder las elecciones. Desde ya anuncia que la oposición tiene preparado un plan para denunciar un fraude electoral. En estas estrategias, como siempre se apoya en los poderes del Estado, pero particularmente en el Ejército, que ha abandonado su posición de “fuerza profesional al servicio de la nación, no deliberante y apolítica”, para convertirse en una “fuerza patriótica, anticapitalista, anti-imperialista y chavista”. En ese sentido son frecuentes las amenazas de Chávez y su séquito contra los opositores
El oficialismo acusa a la oposición de no querer declarar, desde ahora, que aceptará el dictamen del Consejo Nacional Electoral (CNE); por ello, dicen, que están en alerta ante la posibilidad de que los opositores puedan causar un estado de conmoción nacional cuando el CNE anuncie el triunfo de Chávez. Por su parte, la oposición plantea que no puede extender un “cheque en blanco” a un árbitro que esta parcializado ya que no sanciona las faltas del oficialismo a las reglas que el mismo árbitro ha impuesto, pero sí lo hace con la oposición. En suma, que se trata pura y llanamente de un enfrentamiento interburgués donde cada bando usa las artimañas propias de su clase para sumar la mayor parte de fuerzas posibles a sus candidaturas.
El proletariado venezolano debe estar alerta para no ser víctima de esta “batalla final” que libran las fuerzas del capital nacional y a la cual van a intentar arrastrarlo.
El chavismo cuenta con armas ideológicas muy poderosas para llevar a un enfrentamiento a “los pobres” y “los excluidos”, quienes tienen la esperanza que Chávez cumpla con sus promesas, sobre todo las de las Misiones, “contra la burguesía depredadora, la que quiere volver al pasado”. Pero también se prepara para enfrentarse con las armas, de ser necesario, y para ello cuenta con la Milicia Bolivariana y también con sus fuerzas de choque que conforman varios “colectivos” tanto en Caracas como en el interior del país, armados por el propio Estado.
Las fuerzas de oposición por su parte, aunque no hacen pública su estrategia de defensa del voto en caso de situaciones de fuerza, no se van a quedar de brazos cruzados. Dentro de las fuerzas opositoras se encuentran partidos de la vieja guardia como el socialdemócrata Acción Democrática, quien tiene décadas de experiencia en la organización de fuerzas de choque; también en sus filas hay organizaciones de izquierda e izquierdistas, que en sus inicios apoyaron al chavismo, que conocen bastante bien de los métodos de confrontación.
Los trabajadores debemos tener presente que no hay posibilidad de superar nuestra situación de precariedad y explotación con un cambio de gobierno. La crisis del capitalismo está presente y gane quien gane, sea Chávez o Capriles, las medidas de austeridad y la precariedad van a empeorar.
No podemos caer en la trampa ideológica que nos tienden cuando nos dicen que se trata de una confrontación entre “comunismo” y democracia, o entre “pueblo” y “burguesía”. Chávez y Capriles defienden dos programas capitalistas de Estado, que se basan en la explotación de la fuerza de trabajo del proletariado venezolano.
La contienda electoral es solo un momento en la confrontación entre las facciones del capital nacional. El proletariado debe evitar caer en las pugnas entre facciones de la burguesía, romper con las ideologías democratistas, sacar las lecciones de sus luchas, continuar su esfuerzo por encontrar su identidad de clase, su unidad y su solidaridad, para así poder afirmarse en su propio terreno de clase, única alternativa para empezar a defenderse de los ataques de la burguesía contra sus condiciones de vida.
Internacionalismo Venezuela, agosto 2012
Las reacciones de la clase trabajadora a la crisis económica mundial se han empezado a desarrollar en diferentes partes del mundo mostrando las potencialidades del proletariado pero también sus debilidades. Algo muy importante que contribuye a superarlas es la reapropiación de las experiencias del movimiento obrero, pues permiten analizar cuáles son los obstáculos y hacia dónde y cómo se tiene que avanzar. La Revolución de 1905 aportó importantes respuestas a lo que se planteaba al movimiento obrero en aquel entonces y sin las cuales la Revolución de 1917 no hubiera triunfado. Aún más, 1905 da claves de cómo puede desarrollarse la lucha proletaria en el futuro por lo que presentamos cómo funcionaron entonces las asambleas generales y su relación con la formación de los consejos obreros o soviets ([1]).
Los acontecimientos de 1905 se sitúan en los albores de la fase de declive o decadencia del capitalismo; para cada una de las dos clases principales, el período era el de un inmenso cambio que exigía respuestas diferentes. Para la burguesía, era el final del período de expansión y el principio de un período de rivalidades imperialistas que llevarían a la guerra mundial en 1914. Para la clase obrera, ese cambio significaba el fin de una época en la que las reformas podían ser conquistadas en el marco legal, y el principio de otra época en la que sus intereses no pueden defenderse si no es destruyendo al Estado burgués. Esta situación acabaría desembocando en la lucha por el poder en 1917 y la oleada revolucionaria que le siguió.
Como premisa, la clase obrera se había lanzado a una serie de huelgas cada vez más intensa y extensa. En Alemania, por ejemplo, la cantidad de huelgas pasó de 483 en 1896 a 1468 en 1900 y se habían producido movimientos masivos y huelgas generales en diferentes lugares del mundo. Fue en ese contexto común a la clase obrera internacional, en el que el proletariado en Rusia respondió ante el reto del nuevo periodo creando las nuevas armas de su combate político: la huelga de masas y los soviets.
En Rusia, los acontecimientos de 1905 fueron el producto de una acumulación de experiencias sucesivas de huelgas que se produjeron desde 1896. La gota que derramó el vaso fue el despido de dos obreros de las fábricas Putílov de Petrogrado en enero de 1905, que desencadenó un movimiento de huelgas de solidaridad y una manifestación con la petición al zar de: libertades políticas, el derecho a la educación, la jornada de 8 horas, contra los impuestos, etc. La represión de esta manifestación, fue el punto de partida de la hoguera revolucionaria que se extendió por el país durante un año.
La clase obrera, que empezó suplicando tras los iconos de la iglesia, demostró una fuerza inesperada. Durante aquellos acontecimientos, se le vio desarrollar movimientos masivos, más allá de las fábricas, los sectores, las profesiones y se fue produciendo un cambio muy acelerado en su conciencia. Era la expresión típica del proceso revolucionario durante el cual, los proletarios, a pesar de sus creencias y sus miedos, descubren y toman conciencia de que su unión hace la fuerza: “El país, de un rincón al otro, fue atravesado por una gigantesca marea de huelgas que sacudieron el cuerpo de la nación. Según un cálculo aproximado, la huelga se extendió a ciento veintidós ciudades y lugares… El movimiento arrastraba a millones de seres… sólo guiada por el instinto de solidaridad, la huelga reinó en el país durante dos meses” ([2]).
El haber entrado en huelga por solidaridad, porque “una masa de millones de proletarios descubre de pronto, con un agudo sentimiento lo insoportable, lo intolerable que es su existencia social” ([3]) es, a la vez, una expresión y un factor activo de la maduración, en el seno del proletariado ruso de entonces, de la conciencia de ser una clase y de la necesidad de enfrentarse como tal a su enemigo. Así, de enero a julio las luchas fueron una sucesión de explosiones espontáneas con un nivel muy débil de organización, pero a partir de septiembre la cuestión de la organización general de la clase obrera pasa a primer plano; es un estadio de creciente politización de las masas en cuyo seno se percibe la unidad de la lucha inmediata reivindicativa con la política. Se desarrollaba lo que luego habría de llamarse huelga de masas, la gran extensión y la auto-organización espontáneas de la lucha del proletariado que van a ser características de los grandes momentos de lucha del siglo xx: “La huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso del absolutismo, sino como una forma universal de la lucha de la clase proletaria… más allá del apogeo de la sociedad capitalista” ([4]).
No solo es la huelga de masas la que vivifica todo el año 1905, sino que además su dinámica desembocó, por vez primera, en la creación por el proletariado de los soviets (o consejos obreros), que serán en Rusia de 1917 y en toda la oleada revolucionaria que sacudió Europa, la forma de organización y de poder del proletariado revolucionario.
Fueron los bolcheviques y Trotski quienes primero comprendieron el paso adelante que para el movimiento obrero significaba la formación de esos órganos de la toma del poder. El propio movimiento de la clase obrera había desembocado en la creación de los órganos de poder adecuados para echar abajo el capitalismo agonizante. Los soviets fueron, fundamentalmente, la obra colectiva de la clase obrera: múltiples iniciativas, innumerables discusiones, propuestas que surgían aquí y allá, y la intervención activa de los revolucionarios. Es decir, dos factores determinantes de su nacimiento fueron el debate de masas y la radicalización creciente de las luchas.
Efectivamente, la maduración de la conciencia de las masas que se generalizó desde septiembre de 1905 cristalizó en el desarrollo de una gigantesca voluntad de debate; un fenómeno “nuevo” de propagación de discusiones palpitantes en fábricas, universidades y barriadas: “Asambleas populares absolutamente libres entre los muros de las universidades… el pueblo llenaba los pasillos, las aulas y las salas. Los obreros venían directamente de la fábrica a la universidad… se veía en esta multitud, entre los estudiantes, gran número de personas de ambos sexos venidas del exterior, alumnos de enseñanza secundaria, adolescentes de las escuelas privadas, obreros…” ([5]). Se trataba de un colectivo que discute y reflexiona de manera metódica, ordenada, observando una gran disciplina y madurez. Ese mismo espíritu se observa desde mayo en la ciudad industrial de Ivánovo-Vosnesensk en Rusia central, donde se documenta la aparición del primer soviet.
En Ivanovo-Voznesensk, la ciudad que era conocida como el Manchester ruso, el 12 de mayo estalló una huelga en una fábrica que causó, en unos días, el cierre de todas las fábricas con más de 32,000 obreros en huelga. Tras la sugerencia de un trabajador, en la asamblea fueron elegidos delegados para representar a los obreros en las discusiones. La Asamblea de delegados, compuesta por unos 120 obreros, se reunió con regularidad durante las semanas siguientes. Su objetivo era conducir la huelga, impedir acciones y negociaciones separadas, asegurar el orden y organizar las acciones obreras y que el trabajo solo cesara tras una orden suya. El soviet emitió una gran cantidad de reivindicaciones, a la vez económicas y políticas, incluida la jornada de 8 horas, un salario mínimo más elevado, que se pagaran los días de baja por enfermedad o maternidad, libertad de reunión y de palabra. Creó después una milicia obrera para proteger a la clase de los ataques de la milicia, impedir los enfrentamientos entre los huelguistas y los que todavía seguían trabajando, mantener el contacto con los obreros de las zonas más alejadas.
“Las asambleas plenarias se celebraban todas las mañanas a las nueve. Una vez terminada la sesión [del Soviet] empezaba la asamblea general de los obreros, que examinaba todas las cuestiones relacionadas con la huelga. Se daba cuenta de la marcha de esta última, de las negociaciones con los patronos y las autoridades. Después de la discusión, eran sometidas a la asamblea las proposiciones preparadas por el Soviet. Luego, los militantes de los partidos pronunciaban discursos de agitación sobre la situación de la clase obrera… Así se repetía todos los días” ([6]).
Las reuniones masivas en diferentes partes habían planteado un intenso debate sobre la situación, las experiencias vividas, las alternativas para el futuro, pero en octubre la situación se transforma: esos debates, sin por ello desaparecer, maduran en la lucha abierta que empieza a dotarse de una organización general que no solamente dirige la lucha sino que integra y multiplica el debate masivo. La necesidad de agruparse y de reunirse, de unificar los diferentes focos huelguísticos había sido planteada de manera especialmente aguda por los obreros de Moscú. Darse un programa de reivindicaciones económicas y políticas acorde con la situación histórica y con las posibilidades reales de la clase obrera, había sido la aportación de un congreso ferroviario. Debate, organización unificada, programa de lucha, tales fueron los 3 pilares sobre los que van a levantarse los Soviets. Es pues la convergencia de las iniciativas y propuestas de los diferentes sectores de la clase obrera lo que les da origen y no el “plan” de una minoría. En los Soviets se personifica lo que 60 años antes, en El manifiesto comunista, parecía una formulación utópica: “Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento independiente, de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría”.
El 13 de octubre el soviet de Petrogrado llama al proletariado de la capital a la huelga política general y a la elección de delegados: “La clase obrera se ha visto obligada a recurrir a la última medida de que dispone el movimiento obrero mundial: la huelga general. En el plazo de unos días deben producirse acontecimientos decisivos en Rusia que determinarán para muchos años la suerte de la clase obrera; tenemos pues que ir por delante de los hechos con todas las fuerzas disponibles, unificadas bajo la égida de nuestro soviet común” ([7]).
Este pasaje muestra la visión global, la amplia perspectiva, que tiene el órgano recién nacido de la lucha. Expresa una visión claramente política y, en coherencia con el ser profundo de la clase obrera, se vincula con el movimiento obrero mundial. Esta conciencia es a la vez expresión y factor activo de la extensión de la huelga a todos los sectores y a todo el país, prácticamente generalizada desde el 12 de octubre. La huelga paraliza la economía y la vida social, pero el Soviet vela para que ello no lleve a una parálisis de la propia lucha obrera: “abre una tipografía cuando tiene necesidad de publicar los boletines de la revolución, se sirve del telégrafo para enviar sus instrucciones, deja pasar los trenes que conducen a los delegados de los huelguistas… no consiste simplemente en una interrupción del trabajo para esperar acontecimientos, no es una protesta pasiva de brazos cruzados. Se defiende y de la defensa pasa a la ofensiva… levanta barricadas, asalta armerías, se arma y ofrece una resistencia…” ([8]).
“Cuando la huelga, al intensificarse, se propagó por el país entero, una vez que hubo parado en seco la industria y los medios de transporte y hubo paralizado a las autoridades, los soviets se encontraron ante problemas nuevos. Debían organizar la vida social, velar tanto por el mantenimiento del orden como por el buen funcionamiento de los servicios públicos indispensables, en resumen, hacer las funciones que, normalmente, son propias de los gobiernos. Lo que los soviets decidían, los obreros lo ejecutaban” ([9]).
De esta manera, lo que caracterizó 1905, no fue el enfrentamiento armado, sino la organización del proletariado con bases de clase para alcanzar sus nuevos objetivos generales. Los soviets, necesariamente debían rebasar y suplantar a los sindicatos. Así, en ese primer esfuerzo de formación de soviets podía ya percibirse su naturaleza fundamental: unificación de los intereses económicos y políticos de la clase obrera, y al unir a los trabajadores con una base de clase más que corporativa, el soviet tendió a ser cada día más político, lo cual, irremediablemente, llevaba a un enfrentamiento entre el poder establecido de la burguesía y el poder emergente del proletariado. El que la cuestión de la milicia obrera fuera central en la vida del soviet no se debió a la amenaza militar inmediata que esa milicia presentaba, sino a que planteaba la cuestión del poder de clase.
La situación de doble poder no se alcanzó en 1905, pero la cuestión se planteó desde el principio. Esa es la cualidad esencial del soviet y eso es lo que lo distingue de los sindicatos. Los sindicatos son un arma de lucha del proletariado en el capitalismo en ascenso, en la decadencia esa función del sindicato desaparece y los soviets surgen como un arma en su lucha contra el capitalismo, por su derrocamiento. En 1905, esto se mostró en la manera con la que los soviets iban más lejos pasando por encima de los sindicatos que en realidad los obstaculizaban: “Los consejos de diputados obreros se formaron respondiendo a una necesidad práctica, suscitada por la coyuntura de entonces: había que tener una organización que gozara de una autoridad indiscutible, libre de toda tradición, que reagrupara de golpe a las masas diseminadas e inconexas; esta organización debía ser una punto donde confluir todas las corrientes revolucionarias dentro del proletariado; debía tener iniciativa y capacidad para controlarse ella misma de forma automática; y lo esencial, en fin, poder crearla en veinticuatro horas” ([10]). Por eso es por lo que después de 1905 la forma del soviet, como tendencia o como realidad, volvió a aparecer en momentos de ofensiva de la clase obrera.
1905 muestra lo importante que son las asambleas generales durante la huelga de masas como base para el surgimiento de los soviets. La asamblea general es donde los trabajadores del sector público y privado, desempleados o jubilados, estudiantes, niños y mujeres de familias trabajadoras realmente pueden construir y tomar su lucha en sus manos, decidir colectivamente su desarrollo y extensión. Por ser abierta a todos, no limitada por el corporativismo, la asamblea general une y solidariza los diversos sectores de nuestra clase. Es por ello que los sindicatos y los grupos izquierdistas concentran todos sus esfuerzos para sabotearlas. Aunque tenemos un ejemplo más cercano de lo que es la huelga de masas en la lucha de los obreros polacos en 1980, el proletariado mundial está aún lejos de llegar a este punto, sin embargo, la realización y la defensa de verdaderas asambleas generales está en la agenda en cada lucha de la clase trabajadora en todo el mundo.
CCI, agosto 2012
[1]) Se recomienda la lectura de los artículos de la serie “Hace 100 años, la revolución de 1905 en Rusia” en la Revista Internacional de la CCI.
[2]) L. Trotski, 1905.
[3]) R. Luxemburg, Huelga de masas, partido y sindicatos.
[4]) Idem.
[5]) Trotski, op. cit.
[6]) A. Nin, Los Soviets en Rusia, p. 17.
[7]) Trotski, op. cit., p. 105.
[8]) Ídem, p. 96.
[9]) A. Pannekoek, Los Consejos obreros.
[10]) Trotski, op. cit.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/RM_130.pdf
[2] http://www.jeuneafrique.com
[3] https://es.internationalism.org/tag/geografia/sudafrica
[4] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/marikana
[5] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases
[6] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/conflictos-interburgueses
[7] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/mexico
[8] https://es.internationalism.org/tag/acontecimientos-historicos/yo-soy-132
[9] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana
[10] https://en.internationalism.org/internationalreview/201206/4980/editorial-massacres-syria-iran-crisisthe-threat-imperialist-cataclys
[11] https://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/16/minority-sect-syria-dictatorship?INTCMP=SRCH
[12] https://en.internationalism.org/icconline/201205/4893/mali-coup-d-etat-which-increases-chaos
[13] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/guerra-en-siria
[14] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/venezuela
[15] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/hugo-chavez
[16] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/chavismo
[17] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/socialismo-del-siglo-xxi
[18] https://es.internationalism.org/tag/historia-del-movimiento-obrero/1905-revolucion-en-rusia