La burguesía en todo el mundo viene asegurando que la crisis ha sido eliminada, no obstante los ataques en contra de las condiciones de vida de los trabajadores se recrudecen. Los mismos cantos entusiastas de la burguesía filtran en sus pronósticos la amenaza y la justificación de esos ataques que vienen, por ejemplo, el FMI advierte: "El aumento del desempleo constituirá un serio reto para muchas economías avanzadas y la pobreza seguirá siendo un problema para muchas economías en desarrollo. (...) las tasas de desempleo suelen aumentar significativamente después de los shocks financieros y a mantenerse mas elevadas durante muchos años. Para limitar el alcance de la destrucción de puestos de trabajo se necesitara un crecimiento salarial mas lento o incluso recortes salariales para muchos trabajadores." (Perspectivas de la economía mundial, octubre-2009. El subrayado es nuestro).
Esta política anunciada se pondrá en práctica lo mismo en los países de mayor industrialización que en los de menor, y tanto gobiernos de derecha como de izquierda están siempre prestos a incrementar los niveles de explotación, pues es el principal instrumento con que cuentan para salvaguardar la ganancia capitalista. Los discursos de la burguesía en todo el mundo buscarán presentar a estas medidas como "medicinas amargas", que requieren el sacrificio de los asalariados para el beneficio de la economía nacional. Pero salvar la economía significa para los trabajadores olvidar su condición de explotado y suponer que los trabajadores y explotados pueden tener algún interés en común.
El 2009 ha cerrado con una degradación de las condiciones de vida de los trabajadores de todo el planeta. La economía mexicana ha cerrado el año con la caída de su PIB en uno de los niveles más bajos de todo el planeta: -7.3% (según las cifras estimadas del FMI), de la misma forma su tasa de desempleo, aún cuando su medición tiene una serie de trucos estadísticos que le permite esconder la dimensión real, nos da una señal aproximada del problema cuando vemos que alcanzó un nivel superior al 6% (lo cual es significativo, si consideramos que en 1996 había alcanzado el nivel históricamente más alto, es decir del 5.5%), lo que significa que por lo menos 2.9 millones de trabajadores fueron lanzados al desempleo durante el año pasado. Esa sesgada información puede ampliarse cuando notamos que la población que labora en las peores condiciones y con ingresos muy bajos, ubicadas en el denominado "sector informal", tiene una tasa de crecimiento acelerada, que según las cifras oficiales, hizo que este año condujera a la suma de 12.1 millones de trabajadores, lo que representa el 26.8% de la Población Económicamente Activa[1].
Pero a si estos elementos señalados, le agregamos las violentas agresiones contra los trabajadores de la electricidad y el tratamiento ruin que dan a los hijos de los trabajadores en las guarderías, que condujo a la muerte de decenas de niños, ya es posible evaluar el grado de dificultades que los explotados de la región han vivido en 2009, pero la situación no mejorará en 2010, no hay el menor indicio de que estas dinámicas cambien, por el contrario empeorará.
Iniciando el año los trabajadores encontrarán que hay que pagar más impuestos en cada compra, dado que el IVA ha pasado del 15 al 16%, pero además su salario será reducido con el incremento del ISR, que pasa del 28 al 30%. Unido a estos golpes se agregan enseguida los incrementos de precios, tan sólo los ya anunciados son los referentes a la energía eléctrica, que se incrementará en 6%, el metro en la ciudad de México subirá 50% (es decir su costo será de 3 pesos), y por cada 20 litros de gasolina se pagará 1.20 pesos más y la lista se irá haciendo más larga... en cambio los salarios se han de ajustar a los ilusorios niveles inflacionarios que anuncian, es decir a 4.85%, así mismo, las dificultades por el desempleo serán mayores.
Pero reflexionar sobre las condiciones de miseria y explotación de los trabajadores no es para lamentarnos, sino para comprender que el capitalismo no puede ofrecer otra cosa y por ello es necesario echarlo abajo.
La degradación de la vida de los trabajadores no es una característica única o peculiar de los habitantes de países de bajo desarrollo industrial, es una condición general a la que lleva el capitalismo a todos los explotados en todos los países, por eso ante esa evidencia, la clase dominante no tiene más camino que construir ilusiones y velos para encubrir la realidad.
A principios de 2009 congresistas de México organizaron un foro "México ante la crisis, ¿qué hacer para crecer?", en el que asistieron personeros del capital de diversos países para consolarse e inventar salidas mágicas a la crisis. Por ejemplo el presidente uruguayo Julio María Sanguinetti dijo: "no hay milagros para superar las crisis financieras y económicas" pero un instrumento para lograrlo, nos dice, es "preparar a su gente y formar el capital humano necesario y prescindible para enfrentar los desafíos de un crecimiento profundamente competitivo" (La jornada, 28-01-09). Desde los años 60 la burguesía ha construido el concepto de "capital humano" para explicar a "la educación y la formación como inversión que realizan individuos racionales, con el fin de incrementar su eficiencia productiva y sus ingresos..." (André Destinobles, El capital humano en las teorías del crecimiento)... Pero los discursos de los voceros del capital y las categorías de la "ciencia económica" no son sino expresiones huecas muy alejadas de la realidad.
Mientras aseguran que una prevención a la crisis es la preparación individual de las nuevas generaciones, la realidad muestra que esa joven generación es la que carga lo más pesado de la crisis ya que una masa cada vez mayor de jóvenes son alejados de la posibilidad de contar con estudios universitarios, y otra parte de ellos que se han esforzado en prepararse viven la tragedia de no contar con empleo o aquellos que lo obtienen es de una condición muy precaria. Justamente esa realidad ha llevado a que sociólogos españoles para definir a los jóvenes con alta capacitación pero sin empleo los definan como la "generación cero" y antes le llamaron los JASP (jóvenes, aunque sobradamente preparados). Es evidente que esos conceptos describen un problema pero no pueden explicar que es un fenómeno producto de la decadencia capitalista que expone las profundas y crónicas dificultades que tiene el sistema para dar un relanzamiento creciente y continuo a la acumulación de capital, llegando al grado de impedir que grandes capas de proletarios puedan tener la posibilidad de vender su fuerza de trabajo.
Por eso, el capitalismo es un sistema que no puede ofrecer ningún futuro a la humanidad, mientras este mantenga su dominio los trabajadores sólo pueden esperar más miseria, desempleo, guerras y hambrunas.
Tatlin/diciembre-2009
[1] Se define como PEA a las personas entre 14 y 65 años, que tiene capacidad para laborar. En México la PEA la forman 45.2 millones de Hombres y mujeres, la cual muestra un crecimiento anual de 1.2 millones de personas, que representan jóvenes demandantes de trabajo.
Sin duda alguna, las movilizaciones posteriores al decreto de extinción de la compañía de Luz y Fuerza, demostraron un enorme descontento en la clase trabajadora, sin embargo, tales movilizaciones al desarrollarse sobre la defensa de la empresa y del sindicato, fue esterilizada y llevada a un aislamiento que ha dejado arrinconados a los trabajadores de la electricidad.
Una idea desafortunadamente impuesta a los trabajadores es que la defensa del SME significa la laucha por la defensa de los empleos de los trabajadores despedidos, pero la realidad es otra, el SME está saboteando la lucha de los trabadores que dice defender.
La única manera de obligar al Estado a dar marcha a tras es desarrollar un movimiento que enarbolando sus verdaderas necesidades extiende su fuerza, despertando la solidaridad de otros sectores de explotados, de manera que una vez que un sector de trabajadores entre en lucha, es necesaria su extensión, participando diversos contingentes de trabajadores que formen una gran masa que se mueva por su coraje y combatividad pero además creando una conciencia que le permite tomar el control de su lucha. Esto que planteamos no es una ilusión o un discurso abstracto, hace unos meses lo hicieron los trabajadores de la construcción subcontratados en el sector energético en Gran Bretaña y lograron echar atrás los ataques de la patronal. Cuando otras empresas pararon la producción en solidaridad con los 640 despedidos de Lindsey, lograron generar un movimiento huelguístico salvaje (es decir, desarrollado en contra de los deseos de los sindicatos) que tocó importantes puntos de aquel país, logrando así en 20 días la reinstalación todos los despedidos.
De la misma forma en las Antillas a principios del 2009, en Guadalupe y Martinica, la clase obrera se movilizó masivamente, paralizando toda la economía: empresas, puertos, tiendas... todo fue bloqueado. Esta lucha tan larga e intensa fue posible, por un sentimiento profundo de solidaridad. Los huelguistas hicieron todo para ampliar su lucha lo más rápido posible: del 20 al 29 de enero, los trabajadores en huelga no dejaron de movilizarse convocando a sus hermanos de clase a unirse al movimiento... para el 5 de febrero la huelga de masas era un hecho y se demostraba que la fuerza real de los trabajadores puede ser efectiva cuando rompe las ataduras del sindicato, de manera que la práctica masiva y conciente de los trabajadores logran dejar atrás las maniobras de las organizaciones sindicalistas (LPK) que pretendían controlar la lucha... al final el gobierno dio marcha atrás en sus planes anticrisis y firmo un acuerdo donde se concretaba un aumento salarial significativo.
Es falso que el SME ha impulsado la movilización de los trabajadores, lo que ha hecho en realidad es aislarlos y desmoralizarlos. El SME como todo sindicato en el mundo, llama a la "responsabilidad" y promueve la lucha legaloide, con lo que mantiene atados a los trabajadores a la esperanza de la justicia burguesa, de esa manera arrincona en el aislamiento y el desgaste a los trabajadores, lo mismo manteniéndolos pasivos en las puertas de las plantas cerradas que en desmoralizantes huelgas de hambre, al tiempo que desarrolla una campaña que pinta de combativa, y que consiste en la promoción de amparos y el llamado a diputados y "personajes notables" (como son los senadores de negra tradición y a funcionarios de la UNAM e IPN, otrora represores de estudiantes). Así, lejos de desarrollar una lucha colectiva en el terreno de proletariado, hace todo lo contrario, maniobra para llevar la lucha al terreno burgués.
Es importante para los trabajadores analizar de forma fría las acciones que el SME ha impuesto y poder sacar un balance del accionar del sindicato y sacar las lecciones que permitan preparar los próximos combates. De manera concreta, la marcha del 15 de octubre había mostrado la existencia de una gran solidaridad y un descontento masivo, que el SME paraliza mediante una maniobra sutil, es decir hace parecer que promoviendo la controversia constitucional del decreto del 11 de septiembre del 2009 y los amparos contra los actos del gobierno, daban una continuidad a la lucha, pero en realidad lo que hace es abrir la esperanza, no sólo de los trabajadores de la luz sino de gran masa de asalariados que se hermanaban con estos, en que es posible utilizar las instituciones burguesas para defender los intereses proletarios, y sólo basta la utilización de los argumentos judiciales adecuados para parar los golpes que la misma clase dominante impone.
Existe otra forma de sabotaje de la burguesía, aunque es más difícil de detectar, y consiste en que ante el empuje de los trabajadores más combativos, que dudan de las vías legalistas, el SME simula luchar también fuera de las vías legales, de esta manera cubre todo el espectro político para no permitir que la lucha salga de su control, por ello pretendiendo ser más radical intenta organizar una "huelga general". Para eso han llamado a asambleas huecas, en las que la masa de trabajadores de forma contemplativa observa como los sindicalistas deciden y coordinarían los diferentes actos. Estas reuniones se caracterizan por los discursos estrambóticos que les de un toque radical, por ejemplo afirman que "Calderón le ha jalado la cola al tigre, y ahora que se aguante", otros pretendiendo ser más radicales amenazan que "si no hay solución habrá revolución", todo ello mezclado con aplausos a los representantes de Obrador, de Hernández Juárez...
La propia prensa burguesa ha dado cuenta de la conducta que la estructura sindical ha asumido cuando los trabajadores mediante gritos llamaban a los sindicaleros de la CNTE, STUNAM y demás sindicatos a que la solidaridad se expresara no sólo con discursos y dineros, sino mediante la huelga: "... Esparza y los secretarios del interior y del exterior del SME, Humberto Montes de Oca y Fernando Amezcua, debieron calmar los ánimos y explicar a sus compañeros: para que la huelga funcione, tiene que organizarse, los sindicatos deben consultar a sus bases y cuidar todos los aspectos jurídicos." (La jornada 25-09-2009).
No se duda ni por un momento que en estas reuniones acuden trabajadores honestos que realmente son solidarios con los trabajadores despedidos, pero tal solidaridad, está ya anulada, en primer término porque ese apoyo se desvía hacia la consolidación de la maniobra que encabeza el SME.
El Estado ha sabido desviar adecuadamente el descontento y utiliza ahora las expresiones generales de solidaridad que ha despertado para presentar al sindicato como el único instrumento que tienen los trabajadores para defenderse, de tal suerte que nubla a los trabajadores la posibilidad de luchar fuera de las directrices del aparato sindical. Por años el Estado ha remarcado esta idea que en ocasiones es difícil entenderlo por trabajadores que han sufrido una y otra vez las maniobras sindicales. El papel de representante "natural" que el Estado ha creado para los sindicatos lo fortalece mediante la legislación que define al sindicato como el único interlocutor de los "obreros" con los patrones, negándose a negociar con otras instancias que no sean ellos. Así con esta mistificación busca cegar e incapacitar para que los trabajadores reconozcan el papel anti-obrero de los sindicatos y no ven la necesidad de crear espacios de discusión y organización fuera de ese aparto.
Cada día que pasa sin que los trabajadores puedan tomar el control de la lucha, el SME afirma su maniobra. El presentarse como mártir y estructura golpeada le permite extender su maniobra hacia el conjunto de los trabajadores que ve en el sindicato una forma de organización proletaria, y en esta práctica la izquierda del capital juega un papel importante al extender esta idea. Es notorio que la burguesía vigiló cuidadosamente la puesta en marcha de esta trampa, de manera que incluso de la mesa de diálogo se cumple y se recogen algunas migajas, se logra extender la idea que el sindicato es un instrumento obrero y que la lucha no puede existir sin él, pero además la clase dominante ha de usar adecuadamente el chantaje de lo que significa para un trabajador el despido. La inmovilidad y la desmoralización que el SME ha sabido cumplir tenía como objetivo mostrar a los trabajadores que nada se puede contra las decisiones del capital y sólo queda la sumisión y la esperanza de los recursos legales.
Sin embargo, el futuro pertenece al proletariado, lo que sigue es un periodo de balance de la lucha formando grupos de discusión que extraigan las lecciones del papel de saboteador que jugó el sindicato. Es evidente que la burguesía logró infligir una derrota al conjunto de la clase trabajadora, y en esta agresión ocupó en forma escalada a sus instrumentos, por un lado los decretos del gobierno federal, pero esto no hubiera pasado sin la acción saboteadora del sindicato y del aparato de izquierda de la burguesía (en particular Obrador y los diputados del PT) que se aseguraron que la solidaridad viva de los trabajadores de otros sectores no se pudiera expresar verdaderamente, conteniendo e impidiendo la posibilidad de la extensión pero además ciñendo el descontento a la esperanza en las instancias legales.
No podemos esperar una victoria verdadera de la lucha cuando el sindicato ejerce su control de inicio a fin... no obstante, el proletariado es la única clase que en su lucha avanza de derrota en derrota, su paso por la historia no es en vano, por eso requiere para continuar caminando hacia delante, sacar las lecciones de esos golpes, esa es la tarea actual. La burguesía espera que el conjunto de la clase se suma en una desmoralización y sea incapaz por un buen tiempo de responder a los ataques, por ello ante este golpe, no debe haber amargura sino reflexión, que nos ayuden a preparar las respuestas proletarias ante los nuevos ataques que prepara la burguesía y su Estado.
RM/diciembre de 2009
Los ataques llueven sobre nosotros. Todos tenemos temor ante el anuncio de un cierre de fábrica o de un "plan de reestructuración", sinónimo de oleada de despidos. Los jóvenes en edad de acceder al "mercado laboral" se enfrentan a un muro. Las empresas ya no contratan. Las entrevistas para solicitud de empleo se saturan con, en el mejor de los casos, 100 candidatos sobrecalificados para... un puesto. Y aún se proponen como provisionales los pequeños trabajos precarios, mal pagados y en condiciones de explotación infernales. ¡Y todos sabemos que eso será aún peor mañana!
Con todo esto, desempleados, precarios, trabajadores del sector público y privado, dudamos para volver a entrar en lucha. La crisis económica afecta sin distinción a toda la clase obrera con una brutalidad y una ferocidad desconocida en décadas. Ante esta situación insoportable desde hace varios meses casi no hay ninguna reacción, hay muy pocas huelgas y luchas (1 [4]). ¿Por qué?
Es a esta pregunta crucial que responde en gran parte el correo de AL, lector de nuestra prensa, que publicamos enseguida. (2 [5]).
Carta del lector
Sin entrar en detalles, el capitalismo atraviesa una enésima crisis económica [...]. En todos los países, las empresas y los Estados procedieron a despidos masivos. A nivel mundial, el desempleo estalló simplemente. Los impuestos de todo tipo aumentaron y las ayudas sociales disminuyeron drásticamente. Todas estas acciones generan obviamente una degradación importante pero también muy rápida de las condiciones de vida de los obreros a escala mundial. [...]
En la actualidad, un gran número de obreros se preguntan porqué no hay una respuesta masiva por parte del proletariado mundial ante la importancia y la profundidad de la crisis actual y sus consecuencias sobre su vida social. ¿Qué impide a los trabajadores entrar en lucha? Aparte de la rebelión en Grecia entre diciembre de 2008 y enero de 2009, la clase obrera paradójicamente no respondió a la altura de los golpes recibidos.
Es necesario decir que los Estados, apoyados por periodistas y analistas financieros de toda calaña, se ponen a trabajar para hacernos creer en una recuperación de la economía desde marzo de 2009. En particular, en la última reunión del G20, los representantes de todos los países se felicitaron por el éxito de sus respectivos planes, de la economía mundial y los mercados financieros. Un maquillaje que, a propósito, sólo es temporal y se refiere solamente a los mercados bursátiles y que es dirigida por los grandes bancos americanos como Goldman Sachs, contribuyendo a la formación de una nueva "burbuja" bursátil y a su estallido a muy corto plazo. La economía "real", al contrario sigue deteriorándose más. Esta euforia, aunada al golpeteo de información, mantiene ciertamente la confusión en la cabeza de los obreros y contribuye también a la falta de perspectivas. La segunda razón se remonta a una veintena de años, a saber, la caída del muro de Berlín, del estalinismo, del "bloque del Este" y la llamada "muerte del comunismo". En efecto, hoy, simplemente al discutir con un buen número de personas, se da cuenta que para ellos el sistema que tuvo en lugar en Rusia, en los países del Este y Alemania del Este, era el comunismo, cuando no era el caso. Pienso y me doy cuenta que la desinformación y las mentiras sobre el comunismo pronunciadas por la clase explotadora dejaron huellas y están aún desgraciadamente presentes en el espíritu de los proletarios. En la actualidad, muchos obreros piensan objetivamente que este sistema económico está en su fase final de su vida y en agonía, pero no sabe simplemente con que sustituirlo, ya que les martillaron durante años, a través de los medios de comunicación, la prensa escrita, sus libros y sobre todo por la educación, que el comunismo era un sistema económico que no funcionaba y que conducía a regímenes dictatoriales o, en el mejor de los casos, que era una utopía. Lo cual es falso por supuesto, y se trata de una de las mayores mentiras de la humanidad. La tercera y última razón es que la crisis no afecta a todos los asalariados con la misma intensidad y en el mismo momento. Lo que puede explicar porqué un número limitado de obreros entran en luchas desesperadas, aunque aisladas, y que otros están aún en fase de reflexión y maduración de su conciencia.
Aquí quizá un principio de respuesta, y que espero aportará algunos elementos a la reflexión colectiva.
Nuestra respuesta
Estamos de acuerdo con cada punto de este correo. En realidad, la violencia con la cual afecta hoy la crisis económica tiene, momentáneamente, un efecto espantoso y paralizante.
Como lo destaca el camarada AL, las últimas luchas de amplitud tuvieron lugar en Grecia y las Antillas a finales de 2008 y a principios de 2009. No es una casualidad si la situación social se ha calmado en ese momento, exactamente cuando la crisis ha comenzado a afectarnos más. En general, y eso se comprobó frecuentemente durante los cuarenta últimos años, los momentos de un fuerte aumento del desempleo no son el teatro de las luchas más importantes. La clase obrera en efecto se somete a un chantaje odioso pero eficaz: "si no están contentos, muchos obreros están dispuestos a sustituirlos". Además, los dueños y los Gobiernos se repliegan tras un argumento "decisivo": "Nosotros no tenemos nada que ver si aumenta el desempleo o los despidos: es por culpa de la crisis". Se desarrolla pues un sentimiento de impotencia. Los obreros no tienen frente a ellos simplemente un malévolo patrón sino un capitalismo internacional en complicidad. Toda lucha es un cuestionamiento del conjunto del sistema. Toda lucha plantea, básicamente, la cuestión de otro mundo. Para entrar hoy en lucha, es necesario no solamente tener el valor de hacer frente a las amenazas de despidos y el chantaje patronal, sino es necesario también y sobre todo creer que la clase obrera es una fuerza capaz de proponer otra cosa. No basta que perciba que el capitalismo está en un callejón sin salida para que la clase obrera esté en condiciones de dirigirse hacia una perspectiva revolucionaria. Es necesario que tenga la convicción de que tal perspectiva es posible. Y es precisamente sobre este terreno que la burguesía logró ganar puntos tras el hundimiento de la URSS, supuestamente "patria del socialismo". La clase dominante llegó a insertar en la cabeza de los obreros la idea de que la revolución proletaria es un sueño hueco, que el viejo sueño del comunismo murió con la URSS (3 [6]). Los años noventa se han caracterizado mucho por el impacto de esta propaganda. Durante una década las luchas estuvieron en fuerte repliegue. Aunque el efecto de la "muerte del comunismo" comenzó a esfumarse ligeramente a principios de este siglo y que nuestra clase llegó lentamente a reanudar el camino del combate, aún sigue habiendo hoy numerosas huellas. La asimilación del estalinismo y comunismo, la falta de confianza de la clase obrera que debe construir con sus manos otro mundo, actúan como cerrojos.
¿Estamos entonces en un callejón sin salida? Ciertamente no. La perspectiva es sin duda alguna hacia numerosas luchas cada vez más importantes. Momentáneamente, nuestra clase recibió un golpe en la cabeza que resiente como anestesia. Pero la crisis sigue siendo el terreno más fértil al desarrollo de las luchas. En los próximos meses y años, la clase dominante va a intentar hacer pagar a todos los trabajadores los enormes déficit presupuestarios que se acumulan, los planes de rescate de los bancos y de "reactivación" de la economía. La amenaza de despidos pesará menos sobre sus hombros y tendrán entonces la responsabilidad de llevar la ofensiva y de implicar a su lado a los trabajadores del sector privado, los precarios, los desempleados, los pensionados... se impondrá entonces la idea de que solamente la lucha unida, masiva y solidaria, sin distinción de sectores, puede frenar la brutalidad de los ataques. Es en este combate que la clase obrera forjará su confianza en sus propias fuerzas y en su capacidad de llevar a cabo un día la revolución comunista mundial, condición de la supresión de la explotación.
Pawel, 21 de noviembre.
1 [7]) A nivel internacional, sin embargo, el proletariado conduce algunas huelgas silenciadas por un bloqueo casi total de todos los medios de comunicación. (Ver en nuestra página web luchas recientes en Gran Bretaña, Sidney e India .
2 [8] ) No dudar en escribirnos también a nuestro correo electrónico (mé[email protected] [9]) .
3 [10]) Leer artículo aparecido en RM 113 respecto a la caída del muro de Berlín, trata precisamente de esta propaganda nauseabunda asimilando el estalinismo y comunismo.
El golpe de Estado del 28 de junio dado en Honduras por Roberto Micheletti derrocando a Manuel Zelaya ha dejado al descubierto un conjunto de verdades que las burguesías involucradas tratan de ocultar para mantener su apariencia democrática y progresista (ver RM 112, 113, www.internationalism.org [12]).
El golpe de Estado en Honduras desmintió la propaganda sobre ‘el avance de la democracia'. El mito democrático, que la burguesía utiliza para validar su sistema de explotación y muerte en todo el planeta, fue zarandeado en Honduras por la reacción de una fracción de la burguesía contraria a la alineación que tomó la fracción en el poder. Zelaya abandonó los intereses del Partido Nacional y de la fracción que representaba para alinearse, a su conveniencia, a los intereses imperialistas del llamado ‘Socialismo del siglo XXI' liderado por Chávez.
El golpe de Estado, con todo su peso ‘antidemocrático', no sólo buscaba reestablecer las ventajas de una fracción de la burguesía Hondureña, sino que venía muy bien a los intereses de Los Estados Unidos (EU) que le conviene frenar el avance del grupo de países que le dificulta desarrollar su política en América Latina. De esta manera, EU quedó atrapado en la disyuntiva de condenar el golpe de Estado y ‘defender la democracia' o de apoyar a los ‘gorilas' golpistas que le favorecían. El mismo problema se presentó a los países en la órbita de los Estados Unidos, pues no podían condenar un golpe de Estado que los beneficiaba. Así, las opiniones divididas entre los propios funcionarios de los EU, y entre los representantes de los países del mundo, unos condenando y otros apoyando el golpe de Estado mostraban que la mentada democracia es sólo una careta que usan las burguesías y sus fracciones de la manera que más les conviene.
Las elecciones del 29 de noviembre -promovidas por el golpista Micheletti, con candidatos golpistas- no hicieron más que exacerbar las diferencias entre los dos grupos imperialistas. Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia Ecuador y Cuba y ‘gran parte de la comunidad internacional' condenaron las elecciones como ilegales pues no se ha restituido al presidente depuesto.
EU fue apoyado al avalar las elecciones por: Panamá, Perú, y Costa Rica. Colombia, y México lo siguen pensando. Según EU y su grupo las elecciones fueron legales. EU, el régimen golpista y sus aliados gastaron más de 600 mil dólares en cabilderos[1]. Entre los contratados están Lanny Davis, el ex abogado del presidente Bill Clinton y su esposa Hillary Clinton, actual secretaria de Estado. El Tribunal Electoral de Honduras declaró el 21 de diciembre a Porfirio Lobo presidente electo pero esto no significa que el conflicto ha terminado, por el contrario.
Los propios analistas burgueses miden los costos políticos del actuar de los EU en el que Obama se ve obligado a quitarse momentáneamente la careta de defensor de la democracia. "Para el principal director de análisis político del Consejo de las Américas, con la decisión del gobierno de Obama de abandonar el consenso regional de defensa de la democracia en el caso de Honduras, ‘hemos perdido nuestra capacidad y autoridad moral para denunciar violaciones de legislaturas y tribunales supremos en otros países, como Venezuela o Bolivia, cuando ellos toman acciones antidemocráticas'. Argumentó que dar legitimidad al golpe de Estado a través de las elecciones es un error, y ‘daña el perfil de Obama en la región'... Para Mark Weisbrot, copresidente del Centro de Investigación Económica y Política, el gobierno de Obama apoyó el golpe de Estado desde el inicio. ‘Han logrado apoyar el golpe y a la vez aparentar respaldo a Zelaya'. ".[2] De esta manera, las dificultades que los Estados Unidos tienen en el mundo para mantener su liderazgo, aumentaron con la actuación de Obama en este conflicto.
Estos dos grupos imperialistas que se han mostrado claramente en el conflicto de Honduras tienen intereses que chocan en la región, principalmente el deseo de Lula-Chávez y sus seguidores de plantar una cabeza de playa en Puerto Cortéz para favorecer el comercio exterior a través de un canal terrestre en San Salvador y Nicaragua que una el Atlántico con el Pacífico. Este proyecto se contrapone directamente al Plan Puebla-Panamá de EU en México. Brasil se destapa cada vez más como el principal país que se opone a los designios de EU, por ser un país fuerte política y económicamente. Esto pone en evidencia un paso más en la escalada de desestabilización en América Latina.
Con esto se revela que todos los países, aún los más pequeños o ‘pobres', como el Salvador, desarrollan una política imperialista de alianza con potencias imperialistas en contra de los intereses de otras potencias imperialistas, en pugnas en las que la clase trabajadora es la más afectada. "Las relaciones imperialistas constituyen hoy una maraña de desestabilización, caos y guerras que cubre absolutamente todo el mundo. Ningún país, por grande o pequeño que sea, escapa al siniestro juego de las pugnas imperialistas." (RM 113).
Hay quienes afirman que el apoyo de Obama a las elecciones en Honduras es resultado de la ‘presión de las fuerzas conservadoras de EU'. Lo que hay que poner en claro es que aún cuando el lenguaje del nuevo presidente ha sido mejor cuidado por sus agentes de imagen, éste no ha podido ocultar sus verdaderos intereses que no difieren en lo esencial de los de los presidentes anteriores, y que, por el contrario, con la profundización inexorable de la crisis, los apetitos imperialistas se intensifican, lo que significa aún más explotación y más miseria para el proletariado local y extranjero.
La profundización de la crisis ahonda las pugnas inter-imperialistas, marcadas también por el peso de la descomposición del sistema capitalista, que se pudre entre sus contradicciones, y esto es lo que estamos viendo con los acontecimientos en Honduras. Esta crisis política ha dejado al descubierto que los intereses antagónicos de las burguesías de EU y de Lula-Chávez y sus respectivos aliados están creando otra zona de conflictos que plantea graves amenazas a todos los niveles para las capas explotadas, que son las que pagan las consecuencias de las pugnas imperialistas.
Las fracciones de la burguesía están haciendo llamados a los explotados a tomar partido por uno u otro bando imperialista, por uno u otro representante de la clase. Debemos estar claros que no hay mejora posible en el capitalismo y que cualquier oferta de la burguesía esconde tras de ella más explotación, miseria y muerte.
Para el proletariado no se trata de defender, ni la democracia ni la Nación, ni la legalidad o no de las elecciones, ni elegir entre dictadura o democracia, ni de elegir entre el ‘mal menor' del imperialismo ‘socialista' contra el imperialismo ‘yanki'. La burguesía establece su poder sustentada en la fuerza militar, o en un gobierno democrático o supuestamente socialista, cargados de maquillaje para encubrir su faz sanguinaria y en todos los casos se trata de la MISMA DICTADURA DEL CAPITAL. Suponer que existe un "mal menor" en ese escenario, impide a los trabajadores involucrarse en la lucha verdaderamente proletaria y ayuda a desarmarlos, colocándolos en fila tras banderas y consignas que le son ajenas, en donde son solo simple carne de cañón.
De frente a la política imperialista de todas las burguesías, la clase trabajadora tiene sólo su lucha autónoma por la defensa de sus condiciones de vida y trabajo. Sólo esta lucha pondrá los cimientos para alcanzar la unidad y conciencia entre los trabajadores que permita barrer de una vez por todas a este sistema moribundo que va sembrando la destrucción por todas partes.
Héctor /diciembre-2009.
[1] Según la revista The New Yorker.
[2] https://www.jornada.com.mx/2009/11/27/index.php?section=mundo&article=021n1mun [13]
Aunque frente al ataque brutal contra los trabajadores de la compañía Luz y Fuerza del Centro, éstos experimentaron una enorme indignación y descontento (ver artículo al respecto en esta edición y las dos anteriores), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) tenía montada toda una trampa para lograr que los planes del Estado capitalista se cumplieran al pie de la letra. ¡Nada de que el sindicato fue golpeado por el gobierno!, ¡Los sindicatos son los policías del Estado dentro de las filas obreras para hacer aceptar los designios del capital, ya sean “charros” o se hagan llamar “independientes” o democráticos”! Este es el accionar típico de los sindicatos que ya desde principios del siglo XX comienzan a mostrar su carácter antiobrero, un historial que el proletariado debe tener en cuenta para preparar sus luchas futuras:
- Con ocasión de las dos matanzas mundiales los sindicatos impulsan la “unión sagrada” con la burguesía, impidiendo las huelgas y llevando al matadero a los trabajadores; luego, después de la reconstrucción capitalista de posguerra, con la aparición de la crisis y el desarrollo de la lucha, el sabotaje sindical se hace patente;
- Durante la oleada revolucionaria que inició en 1917, los sindicatos se oponen activamente a la lucha revolucionaria. Ante la caducidad de los sindicatos y como producto del auge revolucionario surgen en Rusia, Alemania, Hungría y otros países órganos creados por los propios trabajadores: los consejos obreros.
- Desde 1968 con el resurgimiento de la lucha de clases después de medio siglo de contrarrevolución y durante las oleadas sucesivas de lucha que siguieron hasta 1989, los obreros siempre se han enfrentado a las maniobras y trampas sindicales.
- En la última década, cuando el proletariado hace esfuerzos para reanudar sus luchas de resistencia, invariablemente se ha encontrado de frente contra el sindicato en todas sus variantes (oficiales, democráticos, independientes) que se ha encargado de evitar que la lucha obrera genuina se desarrolle.
En cuanto a México, tan sólo enumeremos los casos más recientes para ilustrar lo que decimos:
- Ahí tenemos desde siempre al sindicato “independiente” de Volkswagen que anualmente aparece cínicamente como el “defensor del empleo” y que, tras sus “radicales” llamados a la huelga, termina por “negociar” en cada ocasión peores condiciones de trabajo para sus afiliados,
- A los sindicatos del IMSS, del ISSSTE, el SNTE o la CNTE que se encargaron de sujetar a los trabajadores para evitar que desplegaran una verdadera lucha contra los despojos a sus pensiones y jubilaciones;
- A los sindicatos de las diferentes universidades, los cuales prestigiándose con el cuento de su independencia han logrado mantener también un férreo aislamiento y control sobre sus agremiados;
- O últimamente el sindicato “independiente” de los trabajadores del Colegio de Bachilleres, el cual sostuvo una huelga de 41 días con el pretexto de defender una cláusula de su contrato colectivo relacionada con las condiciones de jubilación, que al final quedó imprecisa y que anticipa nuevos ataques en ese terreno. El sindicato cumplió su función: los trabajadores desgastados y desmoralizados volvieron al trabajo con las manos vacías.
Estos ejemplos ilustran cómo los sindicatos se las arreglan para montar procesiones que les den prestigio, pero cuidando muy bien que las diferentes huelgas o movilizaciones se mantengan aisladas en cada empresa o sector, e impidiendo que los trabajadores se conozcan, discutan y solidaricen –por ejemplo, mientras las cúpulas sindicales se encargaban de las simulaciones de “unidad” y “solidaridad” (de palabra, claro), los trabajadores de Luz y Fuerza demostraban su coraje en sus consignas, pero se les dejaba aislados en los hechos.
Los sindicatos nacieron en el siglo XIX como instrumentos de la lucha reivindicativa de los trabajadores contra el capital, y expresaban un avance en su organización, su unidad y su conciencia. El capitalismo, al ser un sistema en expansión, podía conceder a los trabajadores auténticas mejoras y reformas: la jornada laboral pasó de unas 16-18 horas a principios de siglo a unas 10 horas a finales y a 8 horas en algunos países antes de la guerra de 1914. En ese periodo el proletariado se dotó de organizaciones de masas de tipo sindical que tenían como meta la mejora progresiva de las condiciones de vida de los obreros. En países como México ese periodo de beneficios duró mucho menos por características del movimiento obrero en la región que veremos posteriormente.
La situación anterior se hace imposible en el período histórico de la decadencia del capitalismo que se inicia en el siglo XX: el capitalismo había conquistado el mercado mundial y con ello sus contradicciones se agudizaron mucho más, “el margen de maniobra que poseían los capitales nacionales y que permitía al proletariado llevar una lucha dentro de la sociedad burguesa por la obtención de reformas, queda reducido a la nada. La guerra despiadada que sostienen entre sí los distintos capitales nacionales se traduce en una guerra interna del Capital contra toda mejora de las condiciones de la clase productora” (ver nuestro folleto “Los sindicatos contra la clase obrera”). Pero no sólo eso: la ferocidad con la que los capitales se enfrentan ha llevado al reforzamiento del Estado y a su penetración en todos los ámbitos de la vida del capital, de modo que el capital ha tenido que incorporar a los sindicatos a su estructura. No es que el Estado se entrometa en los sindicatos, los sindicatos son ya parte del aparato de Estado. Por ello decimos que ya no son un instrumento de lucha de la clase obrera. Tampoco se trata de un problema de “lideres charros” a los que habría que desplazar de la dirección sindical para recuperar el carácter de clase de estos organismos, se trata pura y simplemente de que estas estructuras han perdido completamente su esencia obrera y ahora forman parte del Estado y cumplen de lleno funciones de encuadramiento de los trabajadores.
Los sindicatos se empeñan en convencer a los trabajadores de que los intereses de la economía nacional y de la empresa se pueden conciliar con los de los trabajadores, cuando en realidad la economía capitalista funciona, no para satisfacer las necesidades humanas, sino para la acumulación capitalista por medio de la explotación de la fuerza de trabajo. Para asegurar que las ganancias no disminuyan, la empresa y el gobierno toman medidas que los sindicatos se encargan de hacer aceptar y que esencialmente consisten en abaratar los costos de la fuerza de trabajo: ellos eliminan los puestos de trabajo de la empresa privada y de la administración pública que no les son rentables; promueven los empleos precarios, la flexibilidad laboral y los “pactos de productividad” cuyo real objetivo es beneficiar al capital; reducen los salarios mediante diversas estrategias, eliminan las llamadas “prestaciones sociales” en la salud, pensiones, subsidios de desempleo, indemnizaciones, etc.
La lucha reivindicativa en pro de las necesidades humanas: comer, vestir, ofrecer un futuro a los hijos y, en general, procurarse un mínimo de bienestar y de dignidad también, son intereses irrenunciables de la clase obrera independientemente que haya crisis o no, le vaya bien o no a la empresa o a la economía nacional. El bienestar de los trabajadores y sus familias no pueden depender de las vicisitudes del capital y deben desarrollar su lucha reivindicativa precisamente a partir de la ruptura con la visión de defensa de la economía nacional y de salvación de la empresa.
Los sindicatos buscan que los obreros abandonen sus necesidades en pos de las exigencias inhumanas de la reproducción del capital. Por el contrario, la lucha reivindicativa guarda la perspectiva de una sociedad que destruya la lógica capitalista que sacrifica la vida humana en aras de la ganancia. Por eso la lucha reivindicativa contra el aumento de la explotación está vinculada estrechamente a la lucha revolucionaria por la abolición de la explotación. La burguesía lo sabe muy bien, y por ello da a sus sindicatos la tarea de evitar que esas luchas se desarrollen pues llevan contenidas las potencialidades revolucionarias del proletariado.
El espíritu que propagan los sindicatos es la desmoralización, pues saben que la principal debilidad en la clase obrera es la falta de confianza en sí misma. Buscan impedir a cualquier precio que los obreros salgan masivamente a la calle por lo que tratarán siempre de encerrarlos en su lugar de trabajo. Y cuando los obreros se van al paro los sindicatos lo hacen todo para ponerse a la cabeza del movimiento y para asegurarse que siga los cauces que convienen a la burguesía. Dividen a la clase obrera encerrándola en formas de lucha totalmente ineficaces y, sobre todo, limitando toda lucha al taller, a la fábrica o sector, impidiendo su unificación, su extensión y su generalización.
En particular, impiden siempre que los obreros tomen el combate en sus manos ofreciéndoles falsas alternativas de organización y de lucha, adulterando la esencia de las asambleas generales que convierten en meras cajas de resonancia de las directrices sindicalistas. Imponen desde el principio una lucha aislada sin relación con el resto de la clase, y cuando los trabajadores manifiestan inquietudes para buscar la extensión y la unidad con otros sectores, los sindicatos se apresuran a montar el teatro de la “solidaridad” sindical que es la pantomima que ofrecen a cambio de la verdadera solidaridad obrera.
Ante las dudas que resiente la clase obrera sobre la posibilidad de luchar fuera de la convocatoria sindical, hay ejemplos históricos muy claros de que no sólo es posible sino necesario para poder avanzar en el combate del proletariado. Tan sólo mencionemos que a finales de los 70, en varios países del mundo los trabajadores comenzaron a cuestionar el encuadramiento sindical comprendiendo que la fábrica se había convertido en una verdadera fortaleza resguardada por los sindicatos y que hacía falta ganar la calle para estar en contacto con otros trabajadores y hacer avanzar la lucha.
Esta dinámica produjo la formidable huelga masiva de los obreros polacos en 1980, que mostró a los ojos del mundo entero la capacidad del proletariado para tomar la lucha en sus manos, para organizarse por sí mismo a través de sus asambleas generales, para extender la lucha en todo el país y dejar planteada además la necesidad de su extensión en el plano internacional; un ejemplo que en esos años constituyó un impulso para la clase obrera de todos los países.
Más recientemente, se han producido por el mundo ejemplos significativos que nos indican el camino adecuado a seguir (ver artículo sobre Luz y Fuerza en este RM) y que son la viva muestra de que es posible desplegar el potencial de organización y combate propios de la clase obrera frente a la ideología burguesa que nos vende la falsa idea de que los trabajadores no pueden hacer nada sin los sindicatos.
RR/diciembre-2009
De forma similar a la quema de autos llevada a cabo en los suburbios parisinos en 2005, el día 15 de diciembre pasado se han incendiado con bombas molotov a 7 autos que se encontraban estacionados en una colonia del sur de la ciudad de México. Por este hecho la policía ha detenido a tres jóvenes con edades que oscilan entre 16 y 17 años, a los que relacionan inmediatamente con las explosiones que meses atrás se han llevado a cabo en contra de bancos y comercios, e incluso afirman que estos detenidos forman parte del "Frente de Liberación Animal" de filiación anarquista.
Este tipo de actos y grupos bien pueden ser construcción del mismo Estado para crear provocaciones o motivos de represión, o si efectivamente no tienen una liga directa, la utilidad que tienen para el Estado es la misma que si fueran creados.
Por eso, este tipo de acciones, lo mismo que las realizadas en Francia en 2005, aunque tienen diferente contexto y motivación, ambas son expresiones de una violencia ciega sin objetivo, como es el actuar de las capas sociales sin porvenir histórico, como lo son la pequeñaburguesía y el lumpenproletariado.
Es sabido que muchos jóvenes que ven agredida de forma feroz sus condiciones de vida, al negarles la posibilidad de estudios o incluso la venta de su fuerza de trabajo, no ve más salida que las acciones desesperadas. Por eso cuando se dan este tipo de acciones y las detenciones subsecuentes, abre la urgente necesidad de reflexionar sobre las formas de lucha que los explotados requieren utilizar para enfrentar el poder del capital. Y aunque no podemos dejar de sentir dolor y rabia por la detención de esos jóvenes porque sabemos serán objeto de castigos y sañudas torturas por parte de la justicia burguesa, y se reafirma este sentimiento cuando pensamos que es posible que guarden un verdadero coraje contra el capitalismo, no obstante, es imposible evitar de señalar que los medios que han utilizado no ayudan en ninguna forma al combate por la emancipación y en cambio es de mucha ayuda al propio Estado que dicen combatir. Y cuando decimos esto, no pretendemos defender al pacifismo o al legalismo, por el contrario el marxismo al analizar de forma materialista la historia, puede comprender que el proletariado, por el papel que ocupa en el modo de producción, es la única clase revolucionaria capaz de destruir al sistema capitalista, y para lograrlo tendrá que hacer uso de la violencia, pero esta no es ciega y producto de la desesperación, sino es una violencia CONCIENTE y MASIVA. Y la conciencia proletaria, no surge como imitación o efecto de las acciones individualistas que se presumen "heroicas", sino proviene de la reflexión y la comprensión de su condición de explotado, del significado del sistema capitalista y de la comprensión de que su fuerza se encuentra en la organización. Por eso en la defensa de sus condiciones de vida (por ejemplo de su salario) expone una comprensión de lo que son las leyes capitalistas y de la imposibilidad de que éstas le ofrezcan una mejor vida, de manera que los proletarios no reciben del exterior las razones, ni los "ejemplos" para enfrentar al capital.
No hay que perder de vista que la burguesía en México viene desde hace tiempo preparando un ambiente de intimidación, ya lo hace en algunas zonas rurales con la presencia de militares, y no es extraño que busque extender este ambiente en las ciudades, pretextando el tipo de acciones terroristas que llevan a cabo grupos, que como decíamos arriba bien pueden ser construidos para ese propósito o bien manipulados adecuadamente por el mismo Estado. Por eso los proletarios deben tener claro que el terrorismo no es un instrumento de lucha revolucionario, ya que en vez de favorecer el desarrollo de la lucha en contra del capitalismo, se vuelve un medio adecuado para que la policía lleve a cabo sus manipulaciones y artimañas.
Romeo/diciembre de 2009
El 2010 se perfila como un año especial para la burguesía mexicana. Se cumplirán 200 años de la independencia de España y, al mismo tiempo, 100 años de la llamada "revolución mexicana". En medio de la peor crisis económica en la historia del capitalismo mundial y ante un futuro tan opaco es evidente que el capital se refugiará en ensalzar sus glorias pasadas para tratar seguir machacando que su sistema "marcó el progreso" y que, por tanto, deberíamos confiar en que el mundo pasa por un "pequeño bache" y que, en cuestión de meses, volveremos a ver "la luz al final del túnel". Los festejos están siendo empañados por una degradación terrible de nuestras condiciones de vida y por una ausencia angustiante de un futuro mejor. Sin embargo, la burguesía hará una campaña enorme alrededor de estos temas porque hoy, más que nunca, necesita recordarnos que las revoluciones son "cosas del pasado", que lo peor de la historia ha quedado atrás y que el capitalismo es "eterno" y el "mejor de los mundos". Además, los "valores democráticos" y la construcción de un Estado se nos presentarán como una necesidad para avanzar hacia un futuro radiante... ¡la decadencia de este sistema conlleva sus propios excesos!
Pensamos que es necesario atajar y denunciar los mitos, las manipulaciones históricas y las visiones deformadas que analizarán tales acontecimientos y que nos presentarán como la quintaesencia de la verdad histórica. No se trata de una estéril competencia intelectual a la que nos acostumbra la burguesía, se trata de una denuncia militante, de mostrar que la postura del proletariado es diametralmente opuesta a la visión estática, fraccionada y mistificada de la burguesía (independientemente de las intenciones de muchos de sus representantes -de izquierda y derecha, son lo mismo). El marxismo como arma del proletariado revolucionario, contribuye a entender el pasado y su devenir para poder asumir y asimilar las condiciones que harán posible la liberación de la humanidad. La burguesía como clase explotadora tiene necesidad de justificar su sistema, de mistificar la realidad y de proteger sus intereses de minoría. El proletariado, en cambio, no podrá hacer su revolución mundial antes combatir por desmitificar la historia. El proletariado no es una nueva clase explotadora, es la clase revolucionaria que se propone acabar con toda explotación e instaurar una comunidad humana mundial, en ese sentido, no tiene necesidad de justificar o encubrir las intenciones de su revolución. No hay nada que ocultar, por primera vez la conciencia y la búsqueda de la verdad acompañarán una revolución.
Trataremos de abordar todos estos temas a lo largo de una serie que irá apareciendo en las páginas de Revolución Mundial. La historia que todos conocemos o aprendemos en la escuela es la versión de la burguesía, es la historia que se ha transformado en la ideología de la clase dominante. La intención de la serie que hoy anunciamos es tratar de contribuir a una comprensión marxista de la historia del desarrollo del capitalismo en esta región del mundo. Nos limitaremos a las grandes líneas del desarrollo histórico y tocaremos los momentos más significativos que a nuestro juicio ponen al desnudo el proceso a través del cual el capitalismo se consolidó como modo de producción y cómo su estado, el estado capitalista, evolucionó para dominar el trabajo asalariado y llegó incluso hasta absorber a todo el cuerpo social y a volverse el representante perfecto de la explotación capitalista.
Lo que nos han enseñados en todos los niveles educativos es una colección de hechos sin conexión entre ellos, nos han mostrado una lista interminable de héroes que nos han canonizado hasta volverlos religiosamente "inmaculados", todos ellos de "buenos sentimientos" y de no mejores intenciones; todos, desde Hidalgo hasta Cárdenas, estarían siempre del lado del "pueblo" y, en fin, la historia no sería fuente de enseñanzas sino un oscuro terreno donde no hay procesos sino "próceres", donde no hay reflexión sino memorización pura y simple. La visión que nos transmite la burguesía es la de los Mesías salvadores, del "líder genial" cuya preclara cabeza sería la fuente para explicar el devenir de la historia (existe el mito de que los estadounidenses siguen "analizando" el cerebro de pancho Villa).
El método marxista analiza la historia como un proceso práctico en el desarrollo de los hombres "pero no tomados en un aislamiento y rigidez fantástica, sino en su proceso de desarrollo real y empíricamente registrable, bajo la acción de determinadas condiciones. En cuanto se expone este proceso activo de vida, la historia deja de ser una colección de hechos muertos, como lo es para los empíricos, todavía abstractos, o una acción imaginaria de sujetos imaginarios, como lo es para los idealistas" (Marx y Engels, La Ideología Alemana, cap.I).
Las condiciones concretas de la época que analizaremos corresponden justamente al desarrollo de las fuerzas productivas que han engendrado el capitalismo y su implantación a nivel mundial. El proceso de independencia en América Latina a principios del siglo XIX, corresponde a su vez a las veleidades de las nuevas burguesías locales que buscaban sus propios caminos y la construcción de sus propias naciones. Con ellos se instauraban nuevas relaciones de producción y un nuevo sistema de explotación: el capitalismo. Sin este marco, toda historia se vuelve un rancio discurso edificado sobre "el anhelo de los pueblos".
La visión materialista del proletariado relaciona siempre la historia humana con el desarrollo de la industria y el comercio, es decir, con el desarrollo de las fuerzas productivas enmarcada por supuesto en la lucha de clases. Eso intentaremos a lo largo de esta serie.
La ideología de la burguesía asume su historia nacional como algo singular, inédito, propio. A lo más que llegan es a afirmar que algunos hechos internacionales "influyeron" en ciertos acontecimientos (por ejemplo la invasión napoleónica a España que catalizó la independencia de Ibero América...) pero, algunos hechos más escabrosos como la I Guerra Mundial están casi ausente cuando la historia oficial aborda las convulsiones sociales de México entre 1910-1919. Aún más evidente es la total e interesada ausencia de referencias a la lucha de clases[1]. Siempre nos salen con el cuento que los mexicanos tenemos "nuestras raíces", nuestra "propia historia", pero esto no va en el sentido de afirmar la diversidad humana, sino en el sentido de segregarnos del resto, de dividir a la humanidad en naciones.
El Estado capitalista es el principal promotor de mantener la "historia nacional" como algo desconectado del capitalismo mundial. Aún hoy, por ejemplo nos dicen que la crisis "viene de afuera". El autarquismo medieval o los fenómenos sociales locales son parte del pasado[2], el capitalismo se ha encargado de construir el mercado mundial y, con ello, relaciones de explotación del trabajo asalariado se han generalizado también a nivel mundial. Es por eso que las "historias nacionales" se mantienen con objetivos exclusivos de mistificación. Eso no es, evidentemente, una característica exclusiva de la burguesía mexicana; no, cada burguesía hace exactamente lo mismo.
Es por ello que cuanto más se ha ido expandiendo el capitalismo, cuanto más el mundo se hace estrecho, lo local se ha vuelto una consecuencia de los procesos internacionales. "...cuanto más se destruye el primitivo encerramiento de las diferentes nacionalidades por el desarrollo del modo de producción, del intercambio y de la división del trabajo que ello hace surgir por vía espontánea entre las diversas naciones, tanto más la historia se convierte en historia universal" (ídem).
"Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época (...) La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual (...) Las ideas dominantes nos son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas" (ídem). Lo que nos han presentado como "historia nacional" es, en efecto, la visión de la burguesía, su moral y sus ideas. No es casualidad que el héroe nacional por excelencia sea Benito Juárez, hay varias razones pero diremos en el marco de esta presentación que es el mito ideal del individuo marginado que se hace "máximo dirigente" de una nación, el centro de esta ideología es que "tiene éxito el que trabaja" (¡la realidad está ahí para desmentir esto!), que todos, hasta los indígenas, tendríamos la misma oportunidad de pertenecer a una minoría explotadora. Lo que la ideología burguesa no explicará jamás es el por qué esa minoría es cada vez más reducida y la masa de explotados crece sin cesar.
Hoy todos los políticos de derecha o izquierda derraman discursos sobre el "interés nacional", la "defensa del patrimonio" y eternamente "luchan contra la pobreza". Todo esto parece loable o al menos folklóricas "ideas de nuestros políticos". Lo cierto es que "cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó ante de ella se ve obligada, para poder sacar adelante los fines que persigue, a presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir, expresando todo esto en términos ideales, a imprimir a sus ideas la forma de la universalidad, a presentar estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta" (ídem).
Los festejos del Bicentenario y Centenario vendrán cargados de una enorme campaña de afirmación de las "ideas dominantes", es decir, el eje será machacarnos que el capitalismo es una especie de "interés común" y que la constitución de naciones y la consecuente explotación del asalariado en el marco nacional es la más "racional" de todas las ideas.
A lo largo de esta serie intentaremos contribuir a la reflexión sobre cómo comprender estos acontecimientos en el marco del desarrollo del capitalismo mundial no con fines académicos sino para preparar una verdadera revolución mundial que se plantee la eliminación de siglos de opresión, que la eliminación del trabajo asalariado pueda por fin acabar con la prehistoria humana y podamos empezar la verdadera historia de la humanidad.
Marsan. 4-12-09
[1] "la historia es la historia de la lucha de clases" decían Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.
[2] Por ejemplo, la decadencia del imperio romano, fue, a pesar de su estruendosa caída, un fenómeno limitado a una región del mundo.
El llamado "Bicentenario de la Revolución de
Independencia" en México no es una
celebración solamente de la burguesía "mexicana", sino de la burguesía mundial. No es la
conmemoración del triunfo de las masas revolucionarias que construyen la"
patria", la nación, sino el triunfo de la burguesía nativa en su incorporación
al capitalismo mundial, al mercado mundial, como nuevo Estado-Nación. Una revolución
de independencia que fue producto de la expansión del capital, del carácter
universal de las relaciones de producción capitalista que destruyó los
particularismos de manera acelerada a partir de la segunda mitad del siglo XVIII
con la revolución industrial y, en particular, una expansión que alcanzó a toda
la región latinoamericana. Es pues la consolidación del mercado mundial y cuyo
origen se remonta al siglo XVI. De ahí que Marx y Engels hayan planteado que "La
gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado con el descubrimiento
de América" (Manifiesto del Partido Comunista).
Ideológicamente, el "nacimiento de la patria" es una forma de mantener al proletariado internacional dentro de los estrechos marcos del nacionalismo, común a todos los países del planeta y en México eso se expresa bajo la defensa de la "mexicanidad" burguesa, intentando socavar el carácter internacional de su lucha y de su existencia, encerrándolo en la falsa ideología nacionalista que hoy en día hasta el izquierdismo más radical festeja con tertulias pirotécnicas patrioteras. Seguramente, los representantes gubernamentales de todos los rincones del planeta lanzarán una carretada de felicitaciones al "pueblo mexicano" por su conmemoración: desde los seguidores del "socialismo" del siglo XXI y sus izquierdas oficiales, pasando por las democracias liberales hasta llegar a los salvadores de las democracias que invaden territorios en nombre del Dios de la ganancia: el capital.
Para la burguesía, aunque su dominación es internacional, la Nación es parte de sus mecanismos de dominación; mientras que, para el proletariado internacional, la Patria-Nación no es más que un lastre ideológico, una falsa idea de pertenencia. Ahora bien, históricamente y ubicándonos en el punto de quiebre que ahora nos ocupa y al que nos hemos referido anteriormente, desde el punto de vista económico, el periodo que se abre con la revolución industrial, cuyo nacimiento se registra en Inglaterra, significó ganar para el capital no sólo el mercado interno, sino el mercado internacional (Marx, El capital, Cap. XIII) a partir de la segunda mitad de siglo XVIII, y con ello la universalización de las relaciones sociales de producción capitalista en las diversas regiones del planeta. Desde el punto de vista político, dicen Marx-Engels "la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa" (Manifiesto Comunista). En esa lógica de imposición del Estado moderno se inscriben la revolución de independencia de las Trece Colonias de Norteamérica (1776-1789); la Revolución Francesa jacobina (1789-1794); el proceso de unificación de los Estados alemanes desde 1811 hasta su consolidación en el II Reich en 1871 bajo la conducción de Otto von Bismarck; y las revoluciones de independencia de las colonias hispanoamericanas desde 1808. Es decir, se abre el periodo de las revoluciones burguesas en las principales economías del mundo, con el fin de consolidar su mercado interno y, simultáneamente, entrar en el concierto de la competencia internacional capitalista. Es en este contexto en el que se inscribe la revolución burguesa de independencia de (la Nueva España) México como parte de un proceso histórico mundial en el que surge la clase obrera sin patria dentro de esta entelequia llamada patria creada por la burguesía.
El estallido de la revolución de independencia es parte de ese proceso y no como lo relatan los mitos de la historiografía burguesa sobre el que se monta la escenografía del festejo oficial del Estado mexicano: como la idea repentina de una conspiración descubierta y, ante ello, la vivacidad del futuro "padre de la patria" para empezar a coger gachupines una madrugada del 16 de septiembre de 1910.
En el periodo que va de mediados del siglo XVII a mediados del siglo XVIII, en las colonias hispanoamericanas se registró una crisis sistémica sin precedentes que se manifestó en la disminución del excedente económico que se trasladaba a España desde las colonias. No fue una crisis de la colonia sino la crisis de la dominación colonial lo que aceleró el proceso de independencia, una crisis del sistema colonial de dominación en su conjunto.
En realidad, lo que estaba ocurriendo al interior de la Nueva España era la consolidación del mercado interno en el sentido capitalista (división del trabajo en general, en particular y en específico, como lo plantea Marx en El capital, en el capítulo sobre manufactura). Desarrollo agrícola y manufacturero en el Bajío, centros mineros en Guanajuato, Zacatecas y algunas otros puntos del norte de la Nueva España; ligado al desarrollo de los obrajes, la ganadería y articulados con el centro de comercio de la colonia, es decir, con el Consulado de la ciudad de México que junto a la iglesia desempeñaban el rol principal del sistema crediticio. Es decir, la articulación de las actividades minero-manufacturero-comercial-financiero, protegidos por los presidios pagados por los comerciantes.
Con la llegada de los Borbones al poder en España, en 1700, se plantea entonces retomar los hilos de dominación sobre la Nueva España, y para ello fue necesario emprender en diferentes órdenes las llamadas reformas borbónicas, sobre todo en el último tercio del siglo XVIII (desde 1776, justo cuando las 13 colonias de Norteamérica declaran su independencia respecto de Inglaterra). Es decir, la idea básica de los borbones era romper con el poder de la naciente clase burguesa, sin distinción entre criollos y peninsulares, que es otro de los mitos en torno a la revolución de independencia. Dice Luis Villoro: "Resultaba frecuente la figura del español inmigrante (peninsular) que después de trabajar unos años en el comercio, casaba con la hija de un criollo dueño de una mina, y se convertía, a su vez, en minero. La distinción entre europeo y criollo se resolvía así en una generación. En la industria textil (puebla, Tlaxcala, Querétaro, Celaya, Saltillo, entre las principales) no se podía establecer una distinción clara entre criollos y peninsulares". Es una falacia plantear que la lucha de clases fue inexistente y lo que se estableció fue la lucha de "razas".
De ahí que, la clase hegemónica en la Nueva España a mediados del siglo XVIII no buscara la independencia política formal, debido a que tanto la autonomía política real y la autonomía económica respecto de la metrópoli la habían alcanzado de facto con la conformación del mercado interno. Fue el intento de sujeción de la colonia a la Corona, valga decir las reformas borbónicas, lo que propició las tentativas de independencia política para liberar el proyecto burgués de esa camisa de fuerza.
Surge así la discusión sobre proyectos de "Nación" al interior de la clase dominante, sin distinción entre criollos y peninsulares, hijos de la misma patria, aunque los primeros se hicieran llamar americanos como signo de nacionalidad. Esa discusión se desarrolló con mayor fuerza en medio de un conflicto internacional: la invasión napoleónica a España en 1808 y la consecuente ausencia del monarca (Carlos IV) Fernando VII en el trono Español y que, al mismo tiempo, propiciaría las condiciones para la consolidación del Estado-nación español. Un factor externo que no fue la causa, sino la ocasión para el recrudecimiento de las diferencias al interior del poder si tenemos en cuenta que a principios del siglo XIX, la Nueva España suministraba a la metrópoli el 75 % del total de sus ingresos coloniales. El mercado interno de la Nueva España empezó a ser desestructurado con el despojo del que fue objeto por parte de los borbones.
Los desfavorecidos por las reformas fueron aquellos grupos que estaban interesados en continuar con la consolidación de un mercado interno en la colonia: hacendados, pequeños comerciantes de provincia y el incipiente grupo industrial, incluyendo a la iglesia. Como contraparte, los favorecidos fueron los grupos hegemónicos ligados y conformes con el sistema de dependencia colonial: mineros, comerciantes exportadores, y alta burocracia política.
De dichas diferencias se empezaron a conformar dos "partidos" con propuestas relativamente diferentes a partir de 1808. El primero, hegemónico, tiene su fuerza en la Real Audiencia y recibe el apoyo firme de los funcionarios y grandes comerciantes. Su propuesta: la sociedad debe quedar inamovible ante la falta del monarca español, mientras regresa de nuevo el trono. De esta manera, se prefigura, en líneas generales, una posición política conservadora. El segundo "partido" se manifiesta en una de las instituciones políticas de la Colonia donde los criollos propietarios tienen su principal fuente de poder: el ayuntamiento y, principalmente el ayuntamiento más poderoso, el de la Ciudad de México. En general, aquí se prefigura el partido de los liberales del siglo XIX en México, los reformistas por excelencia. Sin embargo, hasta ese momento, plantean reformas que no atentan contra el derecho del monarca a gobernar. Pretenden, a pesar de las reformas políticas, guardar la corona a Fernando VII. Esta posición reconoce dos poderes legítimos: el del soberano y el segundo el de los ayuntamientos, aprobados por aquél, ya que es en el cabildo donde se encuentra la verdadera representación popular, el órgano primigenio y más representativo en las colonias. Un elemento común que une a estos dos grupos es el temor a la participación de las masas explotadas en el proceso de cambio, es el temor a la radicalización de las masas. En el fondo ambos partidos son conservadores en este sentido. Este proceso conservador y la oposición a las reformas por una fracción de la clase dominante es lo que conduce a la fracción encabezada por Miguel Hidalgo y Costilla (y Morelos) al llamado a las masas para la insurrección aquel mítico 16 de septiembre de 1810.
Hidalgo y Morelos comparten las ideas de su clase y piensan en un Congreso compuesto de representantes de todos los ayuntamientos, y que guarde la soberanía para Fernando VII. Se encuentran en la lógica del partido de las reformas, con la diferencia en que se apoyan en las masas de trabajadoras, principalmente campesinas, y apelan directamente a la llamada soberanía popular burguesa que, a su vez, es delegada en el monarca. Presentan a las masas los intereses particulares de su clase como intereses generales de toda la sociedad porque necesitan el apoyo de los trabajadores. No es que esta ala popular de la revolución encabezada por Hidalgo y Morelos sean herejes desde el punto de vista religioso, sino que son herejes políticos porque van más allá de los cambios impulsados desde arriba por la clase dominante, por los dos partidos que se formaron desde 1808.
Esta postura se expresa de manera clara en el Plan de Paz (marzo 16 de 1812) firmado por José María Cos como portavoz de los insurgentes encabezados por Morelos, en el que se afirma "1º. La soberanía reside en la masa de la nación, 2º. España y América son partes integrantes de la monarquía sujetas al rey, pero iguales entre sí, y sin dependencia y subordinación de la una respecto de la otra" (Alvaro Matute, México en el siglo XIX, fuentes e interpretaciones históricas). Pero es rechazado por los dos partidos y, por lo tanto, no atrae a los grupos hegemónicos. Esa es la gran tragedia de la propuesta de Morelos: el no atraer ni a los representantes de su clase. Y lo que es peor, unifica a las mismas en torno a Félix María Calleja, representante de la monarquía. He ahí la debilidad del ejército insurgente de Morelos y que será, finalmente, lo que explicará su derrota. En este contexto, Morelos presenta al Congreso de Chilpancingo, el documento llamado Sentimientos de la Nación (14 de septiembre de 1813), donde se proclama la independencia de México y propone la República, en lo político, económico y social. Un año más tarde, el 22 de octubre de 1814, fue proclamada la primera Constitución burguesa de la nación mexicana por el ala popular de la revolución.
Mientras tanto, el ala conservadora de la revolución, había negociado en Cádiz (febrero-marzo de 1812) su incorporación al imperio pero como nación independiente: representación igualitaria en las Cortes, libertad de explotación agrícola, minera e industrial, libertad de comercio, supresión de monopolios regios, igualdad de distribución de empleos entre peninsulares y americanos (criollos), entre las principales.
Es esta última fracción de la burguesía la que finalmente triunfa (¡11 años después!) y que negociaría posteriormente la independencia de México bajo la forma de una Monarquía Constitucional con las diferentes grupos de insurgentes, ya diezmados pero de los cuales requería una legitimización de "unidad" (Guerrero, principalmente), y que se expresará con el Plan de Iguala el 24 de agosto de 1821 en la figura de Agustín de Iturbide.
Así, el nuevo Estado nación construido por la burguesía nace bajo la forma de una monarquía constitucional bendecida por la iglesia católica pero efímera al final de cuentas. La "lucha de independencia" es la máscara que esconde la lucha intestina de las fracciones del capital por imponer su poder político como burguesía "autóctona", la "liberación" planteada no era la del hombre sino la de arcaicas estructuras coloniales que impedían un desarrollo potente del capitalismo. Acabar con la encomienda (especie de esclavismo donde el poseedor de la Encomienda podía heredar en propiedad a sus trabajadores) significaba liberar e los trabajadores para que éstos se alquilaran "libremente" a los capitalistas y, con ello, se creaba una clase obrera; condición fundamental para la extracción de la plusvalía, la ganancia, capitalista. La nación tenía que reglamentar, justificar y proteger esa realidad económica.
El establecimiento en México del Estado moderno, del Estado real y político no se resolverá sino hasta 1867 con la república restaurada juarista. Volveremos sobre ello en nuestras siguientes publicaciones.
FDO/diciembre-2009
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/mexico
[2] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases
[3] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/l
[4] https://fr.internationalism.org/ri407/pourquoi_autant_d_attaques_et_si_peu_de_luttes.html#sdfootnote1sym
[5] https://fr.internationalism.org/ri407/pourquoi_autant_d_attaques_et_si_peu_de_luttes.html#sdfootnote2sym
[6] https://fr.internationalism.org/ri407/pourquoi_autant_d_attaques_et_si_peu_de_luttes.html#sdfootnote3sym
[7] https://fr.internationalism.org/ri407/pourquoi_autant_d_attaques_et_si_peu_de_luttes.html#sdfootnote1anc
[8] https://fr.internationalism.org/ri407/pourquoi_autant_d_attaques_et_si_peu_de_luttes.html#sdfootnote2anc
[9] mailto:m%C3%[email protected]
[10] https://fr.internationalism.org/ri407/pourquoi_autant_d_attaques_et_si_peu_de_luttes.html#sdfootnote3anc
[11] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores
[12] https://world.internationalism.org
[13] https://www.jornada.com.mx/2009/11/27/index.php?section=mundo&article=021n1mun
[14] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/honduras
[15] https://es.internationalism.org/tag/2/30/la-cuestion-sindical
[16] https://es.internationalism.org/tag/geografia/mexico