Enviado por CCI el
(...) El N° 37 de la “Lútte Ouvriere” publica una declaración de Trotski donde éste, después de haber dicho que «si hay una guerra justa, es la guerra del pueblo chino contra sus conquistadores», afirma que «todas las organizaciones obreras, todas las fuerzas progresistas de China, sin ceder en nada a su programa y su independencia política, cumplirán hasta el fin su deber en esta guerra de liberación, independientemente de su actitud frente al gobierno de Tchang-Kai –Tchek». Concluye con una previsión que ha sido naturalmente plenamente confirmada por los acontecimientos: «la derrota del militarismo japonés es inevitable, y se trata de un asunto de un porvenir no muy lejano». Hemos ya visto que la “Lutte Ouvrière” hablaba tres semanas antes de «fraternización de los soldados japoneses y chinos»... En cuanto a la previsión, no dábamos una importancia excesiva al desmentido que los recientes acontecimientos parecen darle, y si lo hemos informado, es únicamente para poner en evidencia que, según Trotski, el desencadenamiento de las luchas de clase en Japón no es el resultado de la reanudación de la lucha de clases en China, sino el contragolpe de los reveses militares. No es otra cosa que el recurso de los socialistas de 1914 para comprometer al proletariado en la guerra: la derrota militar de Francia habría permitido la extensión de poderosas organizaciones del proletariado alemán, y viceversa, la victoria de Francia, habría sacudido la opresión de los junkers en Alemania y por ello mismo propulsado un movimiento hacia el socialismo,
«Jamás hemos puesto y jamás pondremos sobre el mismo plano todas las guerras» dice Trotski. Y he aquí la vieja canción: Marx estaba por las luchas de independencia de Irlanda y Polonia. «Lenin ha escrito centenares de páginas para demostrar la necesidad capital de distinguir entre las naciones coloniales y semicoloniales que forman la gran mayoría de la humanidad.. La conclusión se desprende con una fuerza inquebrantable: Japón y China no se encuentran en el mismo plano histórico, El patriotismo chino es legítimo y progresivo».
Antaño, Trotski se levantaba contra «el método de las analogías literarias, formales y no según el materialismo histórico». Pero en esa época el luchaba contra Bujarin y Stalin que predicaban el “frente único nacional” con la burguesía china. Pero actualmente que su posición se une a la de Stalin en China y que se halla de acuerdo para rechazar “implacablemente a los peores enemigos del interior”, él tiene necesidad también de esas analogías formales, tal como los socialdemócratas alemanes -a los que Rosa Luxemburgo puso al descubierto en su tiempo- tenían necesidad de citar a Marx para justificar su traición.
Marx, Engels y Lenin (Trotski de 1925-27 igualmente), aunque no han puesto todas las guerras en el mismo plano, sin embargo han puesto en el mismo plano todas las guerras cuya naturaleza es análoga desde el punto de vista social. Lenin, por ejemplo, no ha negado la evidencia en 1914-18. Los dos bloques imperialistas “no se hallaban sobre el mismo plano histórico” y cada uno de ellos no era homogéneo y comportaba al lado de Estados imperialistas, países oprimidos por el imperialismo. Pero Lenin se basa sobre la naturaleza de las clases en el poder para calificar la guerra de imperialista.
Siempre la guerra enfrenta a países que no se hallan “sobre el mismo plano histórico” y desde un cierto punto de vista, es ésta una de las causas de las guerras. Pero todo el problema consiste en determinar que clase conduce la guerra y establecer una política adecuada. En el caso que nos ocupa, es imposible negar que es la burguesía china quien conduce la guerra. Que ella sea agresora o agredida, el deber del proletariado es luchar por el derrotismo revolucionario tal como en Japón. No hacerlo, lo que conduce a hacer lo inverso y, como Trotski, enrolar a los obreros chinos «a cumplir su deber en la guerra contra Japón», porque pretendidamente así resultaría la revolución en Japón, es ponerse sobre el mismo camino que los traidores de 1914-18. Y no es asombroso que Trotski, para cubrir su contrabando y su traición, tenga necesidad de recurrir a todo su arsenal de injurias contra los proletarios que se mantienen fieles al marxismo. Lo que por lo demás no es nada nuevo, no se requiere de una inteligencia excesiva: basta con no tener escrúpulos para triunfar. (...)
Por su traición, Trotski tiene necesidad de cubrirse con todas las plumas de su pasado revolucionario: debe presentarse como el monopolista de la inteligencia, debe terminar la obra de Stalin. Este apunta el revólver contra los “peores enemigos del interior”, Trotski a falta de GPU [policía secreta] pone en acción todos los recursos del diccionario de sinónimos para desacreditar a sus adversarios. Es verdad que él puede así reabsorber las crisis en el seno de las secciones de la IV Internacional (¿) como se ha visto en la rápida cabriola efectuada por la sección belga. Pero el empleo de estos métodos por una parte, y la rapidez de ciertas conversiones por la otra indican muy claramente que no nos encontramos más que con unos renegados que son hoy prácticamente inútiles para el proletariado porque no tienen más que una función suplementaria de dispersión ideológica de las filas de la vanguardia, en tanto que los fascistas, los demócratas y los centristas se ocupan del papel principal de la dispersión violenta del proletariado (...)