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Revolución Mundial 92
(mayo-junio 2006)
Patrones, sindicato y gobierno, todos unidos contra los trabajadores
La miseria y la agudización de los niveles de explotación a que es sometida la clase trabajadora cada día crecen como resultado de la profundización de la crisis del sistema capitalista, abierta desde finales de los años sesenta. Este estrangulamiento económico al que los trabajadores son sometidos no corresponde a una región en particular, a lo largo y ancho del planeta los trabajadores cargan con la crisis, de manera que la clase dominante le exige cada día una cuota mayor de sacrificio para proteger su ganancia, así, el conjunto de asalariados tiene que soportar una degradación de su vida, y verse expuesto de manera obligada a cargas mayores de trabajo e incluso a la realización de labores peligrosas por míseros salarios.
La muerte de 65 mineros en Pasta de Conchos (Coahuila) ha puesto al descubierto, incluso para el más terco, el significado real de lo que el capitalismo puede ofrecer a los trabajadores: explotación, miseria y muerte. Pero este suceso no es un caso aislado o actuación particular de la familia Larrea (cabezas visibles del “Grupo Minera México”, propietaria de la mina Pasta de Conchos), es una generalidad que se repite lo mismo en fábricas y minas, que en empleos que se piensan privilegiados como los realizados en oficinas, hospitales o escuelas… y esto mismo que pasa en México se repite en todas las regiones del planeta, aún cuando puedan existir diferencias en los niveles salariales dependiendo del país, los trabajadores se ven hermanados por el hecho de que su sangre, su esfuerzo, su miseria y la de sus familias, es lo que crea y da forma a la ganancia capitalista.
Los sindicatos desvían el descontento y sabotean la lucha
Esta terrible situación que los trabajadores soportan, ha creado descontentos reales que se han mostrado en importantes movilizaciones como las realizadas en Francia en 2003, en Alemania a fines de 2004, en EUA en diciembre pasado y sin duda la realizada por estudiantes y trabajadores apenas hace unas semanas en Francia, en respuesta a la pretensión de imponer el “Contrato de Primer Empleo” (CPE). Estas respuestas han tenido, aún, una serie de dificultades para poder tomar en sus manos el control de la lucha, no obstante muestra que, pese a los discursos de los “sabihondos” que decretan la “muerte del proletariado”, las fuerzas de esta clase se encuentran vivas, lo mismo que sus capacidades revolucionarias.
En el caso de México, ésta misma degradación de las condiciones de vida ha generado descontentos, expresado, por ejemplo, en las movilizaciones de los trabajadores del IMSS en 2004, las cuales mostraron una combatividad importante, y más recientemente, ante la muerte de los mineros de Pasta de Conchos, el descontento y el coraje parecía crecer, no sólo entre el sector de los mineros, sino en el conjunto de la clase, sin embargo esa combatividad y disposición a la lucha, presente en ambos ejemplos, ha sido desviada y sometida por medio del trabajo de sabotaje del sindicato.
Elías Morales y Napoleón Gómez Urrutia, ambos representantes de la burguesía
El seguimiento morboso que la TV y prensa escrita hicieron de la tragedia vivida por los mineros y sus familias, fue utilizado por la burguesía no sólo como espectáculo vendible, también fue aprovechado como telón de fondo para ajustar cuentas entre las diferentes fracciones en pugna de la clase dominante. El coraje expresado por los mineros contra el sindicato (por haber seguido fielmente las indicaciones de la patronal y obligar a los trabajadores de la mina de Pasta de Conchos a bajar al socavón, pese a las condiciones peligrosas que existía) el gobierno federal, a través de la secretaría del trabajo, busca aprovecharlo para golpear al mafioso priísta Napoleón Gómez Urrutia (“Napito”), con el que desde hace tiempo venía teniendo fricciones, imponiendo en la dirección del sindicato minero a Elías Morales.
El golpe que se da a este personaje de negra tradición, aún cuando es expresión de la profunda división existente al interno de la burguesía, no deja de ser aprovechado para afectar la conciencia de los trabajadores. La pugna que se viene escenificando entre el sindicato minero y las autoridades laborales, ha permitido a la burguesía desviar la atención y hacer olvidar el descontento que los trabajadores habían manifestado hacia el sindicato. Bajo el argumento de que se ha “violentado la autonomía” sindical, se llama a los trabajadores a cerrar filas en torno al aparato sindical y colocar la defensa de Napoleón Gómez por sobre cualquier reinvindicación de sus condiciones de vida. En ese sentido, el descontento por los míseros salarios queda sofocado y la incipiente combatividad es atrapada y conducida hacia el apuntalamiento del sistema.
De manera que las huelgas que han estallado en Nacozari, (Sonora) Sombrete (Zacatecas) y Taxco (Guerrero), aún cuando exponen un descontento real de los trabajadores, este ha sido dominado por la estructura sindical, encerándolos en la defensa del tal “Napito”.
Pero la demostración más clara que el sindicato no es ya una estructura de combate de los trabajadores, sino un engrane más del aparato de opresión del capital, la encontramos en la fundidora SICARTSA, Las Truchas (Michoacán), en la que sindicato, patrones y gobierno (estatal y federal), envuelven en una trampa a los trabajadores, resultando dos muertos y decenas más de heridos.
Los sindicatos conducen a la derrota
Los trabajadores de la fundidora SICARTSA, cuenta con cierta tradición de lucha expuesta durante la oleada internacional de luchas durante la década de los setenta. En los últimos años las condiciones de vida de los asalariados de esta fábrica, como la del resto de los trabajadores, se han visto degradadas, lo que alimenta sin duda un gran descontento, no obstante esta disposición que han mostrado otrora para el combate ha sido esterilizada por el sindicato. Las agresiones generales que la patronal (Grupo Villacero) impone mediante los despidos y la degradación del salario, han logrado pasar por la labor de sabotaje que realiza el sindicato. Justo la huelga que estallara el 2 de abril, fue parte de esta gran maniobra en la que el aparato sindical usa como simple carne de cañón a los trabajadores, sometiendo sus necesidades verdaderas (como lo es el salario) por la defensa de Napoleón Gómez, lanzándolos, incluso, como ya se vio, a un enfrentamiento suicida, en la que perdieron la vida dos trabajadores.
Si ahora existe una fricción entre la estructura sindical y la secretaría del trabajo, así como con la patronal, no significa que sea producto de un enfrentamiento de intereses de clase, sino tan sólo hay una disputa por definir una reorganización en las estructuras de poder. De la misma forma que cuando el gobierno en la época de Salinas se enfrentó a la “Quina”, dirigente entonces del sindicato petrolero, para poder adecuar la estructura de poder a las condiciones necesarias del momento, ahora es un conflicto entre pandillas de la burguesía, ante la cual los trabajadores no deben tomar partido por alguna de ellas.
A luchar, pero no tras el sindicato
El aparato de izquierda del capital, haciendo eco de la campaña llevada por el sindicato, aunque pretenden criticar al cacique sindical, no deja de hacer el llamado a defender la “autonomía sindical” e incluso para darle un tinte de mayor dramatismo, “exigen la renuncia” de Javier Salazar (secretario del trabajo), sin embargo es una forma escondida de empujar a los trabajadores a seguir siendo carne de cañón en un enfrentamiento que no le pertenece. El coraje que los trabajadores hoy muestran por la degradación de sus condiciones de vida, así como por el asesinato de 2 de sus compañeros (sumados a los 65 muertos en la mina de Conchos) debe ser canalizado hacia el combate, la solidaridad entre hermanos de clase debe concretarse en la lucha, pero para que este tome una verdadera dimensión de clase, es necesario tomar en manos la lucha, no permitir que la estructura sindical desvíe la combatividad hacia caminos sin salida, y ante todo es necesario sacar las lecciones de esta maniobra que se ha convertido en un verdadero ataque en contra de los trabajadores y en la que patrones, sindicatos, partidos políticos y gobierno han participado.
Organización y conciencia: armas de combate de los trabajadores
La degradación de los niveles de vida, así como el asesinato de los trabajadores de Las Truchas y en general la maniobra desatada por el sindicato, debe ser aprovechada por los trabajadores de toda la región, para sacar las lecciones tan necesarias para preparar los combates de clase que vienen. En ese sentido es que se debe tener en claro que:
- Las movilizaciones por la defensa de intereses ajenos a los trabajadores (por ejemplo: la defensa de la economía nacional, de la autonomía sindical, o de pretendidos líderes), como el sindicato lo promueve, no puede llevar sino a derrotas, después de todo, el sindicato no es ya una organización de los trabajadores.
- En el asalto a Las Truchas, la participación del gobierno federal (lanzando las hordas de policías y marinos) no se diferencia en nada de la actuación del gobierno de Michoacán dirigido por Lázaro Cárdenas Batel (miembro del PRD), mostrándose incluso más sanguinario, por lo que es claro que la actitud represiva y de defensa irrestricta al capital, lo cumple lo mismo un gobierno de derecha que de izquierda, por ello la lucha de los trabajadores no tiene nada que ver con las urnas y la democracia.
- La experiencia que el conjunto de la clase obrera debe recobrar (y aplicar) de la movilización de estudiantes y trabajadores en Francia contra el CPE, es que la fuerza de la clase para expresarse verdaderamente requiere de la organización mediante Asambleas Generales, en la que se designen delegados elegibles y revocables que cumplan los mandatos designados por la masa de trabajadores.
- La clase trabajadora es la única clase revolucionaria capaz de generar un nivel de conciencia que oriente su accionar masivo, por ello, la burguesía busca mediante su aparato de izquierda (por ejemplo el EZLN) envolverlos en movimientos interclasistas en los que pierda su esencia y se pierda en una masa amorfa sin perspectiva histórica.
La agudización de la crisis, que implica para los trabajadores una degradación cada vez mayor de sus condiciones de vida y una actitud más represiva y feroz del capital, debe llevar a la reflexión de que sólo hay un camino: la lucha. De frente al ataque combinado de patrones, gobierno y sindicato, la clase trabajadora no cuenta con más armas que su conciencia y su capacidad de organización.
¡A preparar los combates recobrando la experiencia de las luchas pasadas!
¡La lucha proletaria para ser efectiva, ha de pasar por encima y en contra del sindicato y partidos de la burguesía!
28-abril-2006
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¡Proletarios de todos los países, uníos!
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