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La fábula del “Estado contra el narcotráfico”
La fábula de “policías y ladrones”, de “los malos contra los buenos”, es un falso enfoque pues no se trata de una relación de corrupción ya que el narcotráfico no es un fenómeno marginal. 10 años atrás ya decíamos: “Hace ya mucho tiempo que el capitalismo ha integrado a su mecanismo económico y político esta actividad tan jugosa (…) El capitalismo de Estado ha acabado por asimilar completamente toda su infraestructura, accionar y métodos (…) Las organizaciones de narcotraficantes son poderosas entidades económicas ensambladas incluso perfectamente a la ‘internacionalización y liberalización’… realizan operaciones cotidianas en los mercados financieros y sus capitales se confunden hasta volverse indefinidos en las operaciones mercantiles de todo tipo.” (RM N° 29, nov-dic 1995). Integrado como está al mecanismo del capitalismo, las pugnas entre cárteles expresan efectivamente la continuación y agudización de las pugnas interburguesas en sentido amplio. El seguimiento que la CCI ha hecho de la aceleración de las pugnas entre los distintos grupos de la burguesía al interior del Estado capitalista es un antecedente valioso para explicar la situación actual del narcotráfico. Hemos dicho que el peso de la crisis, que todo lo constriñe, hace cada vez más difícil establecer un acuerdo para mantener un cierto equilibrio en las relaciones entre las diferentes fracciones burguesas; una situación que está determinada directamente por la agudización de la descomposición del sistema burgués cuyo eje fundamental del “cada quien a lo suyo” se ha estado manifestando de manera abierta sobre todo en los últimos años en México.
Esta situación se ve potenciada por la carrera desenfrenada de las fracciones de la burguesía hacia el recambio de gobierno en el 2006, año en que se decidirá qué personaje y qué fracción capitalista habrá de encabezar el poder estatal. “Esta disputa ha venido ocupando una dimensión tal, que en ella toman presencia sectores que mantenían una actividad escondida o silenciosa. Ahora vemos actuar de forma muy abierta a grupos del narcotráfico en alianza con personajes de la política nacional (lo mismo en Sinaloa, Tijuana, Oaxaca o Veracruz) e incluso el clero y el ejército tienen una abierta y permanente actuación”. (RM N° 84, enero/febrero 2005). Efectivamente, la ausencia de una cohesión que discipline a los diferentes grupos que actúan en el interior del Estado, está provocando la explosión actual de la guerra entre los cárteles los cuales son verdaderas prolongaciones de aquellos mismos grupos en pugna. Por si hubiera alguna duda todavía, nada más hay que poner atención a las “campañas contra el narco” que despliega el ejército o la PGR y que “casualmente” atacan a ciertos cárteles beneficiando así a otros; la revista Proceso N° 1476 (13-02-2005) evidenciaba, por ejemplo, al grupo del Chapo Guzmán como el narco del sexenio, dados los privilegios y la manga ancha con la que se ha fortalecido. En el mismo tenor, se encuentran los ajustes de cuentas, por ejemplo, los protagonizados en lo mismos Pinos donde se “descubrió” a un “infiltrado” del narcotráfico; hecho que en realidad expresa un golpe a un determinado grupo dentro de la estructura del gobierno y a cierta parte del PAN. Como si el narcotráfico necesitara de un soplón para obtener información privilegiada, cuando más bien, de las mismas entrañas del Estado capitalista provienen los hilos que dirigen el gran negocio y ahí dentro es donde se están librando actualmente las batallas decisivas para lograr los mejores posicionamientos.
El manotazo sobre la mesa del Gran Padrino
La llamada de atención del gobierno de los EU hacia la administración de Fox no es motivada, claro está, por una preocupación por la delincuencia y la degradación social que generan las drogas, sino por el grado que ha alcanzado la tendencia a la pérdida del control de la situación. La demanda urgente es que se meta orden y disciplina mediante un nuevo equilibrio entre los diferentes grupos; una necesidad manifiesta para garantizar una frontera sur menos inestable y por lo tanto menos vulnerable; y particularmente le advierte de los riesgos de una desestabilización hacia su territorio. El capo mayor no puede menos de exigir orden en su traspatio presionando sobremanera para que este negocio capitalista vuelva en la medida de lo posible a sus cauces y se evite una mayor exposición del funcionamiento real de la actividad del narcotráfico.
En adelante, entonces, las llamadas eufemísticamente “instituciones de orden y disciplina”, es decir la Procuraduría General de Justicia, la Secretaría de Seguridad Pública, el mismo ejército, tendrán que emplearse a fondo para restituir un cierto equilibrio que sustituya al anterior. Pero esta solución, aunque momentánea y a muy corto plazo dada la profundidad y extensión de los efectos de la descomposición capitalista, dependerá en gran medida de la resolución del conflicto principal: la sucesión presidencial; aunque será, claro está, un arreglo relativo pues las diversas fracciones de la burguesía difícilmente podrán alcanzar un acuerdo duradero por las razones antes mencionadas.
RR/febrero-2005