Enviado por CCI el
Un grupo de camaradas de la minoría de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista, desaprobando la actitud oficial tomada por la Fracción frente a la Revolución española, cortó bruscamente todos los lazos disciplinarios y formales con la organización y se puso al servicio de la revolución; llegando, desde formar parte de las milicias obreras hasta luchar en el frente.
Hoy, una nueva situación se presenta llena de incógnitas y de peligros para la clase obrera: La disolución del Comité Central de las milicias Antifascistas, organismo nacido de la Revolución y garantía del carácter de clase de las éstas, y la reorganización de ese último en un ejército regular que depende del Consejo de Defensa, deformando así el principio de la milicia voluntaria obrera.
Las necesidades del momento histórico que estamos viviendo imponen una vigilancia extrema por parte de los elementos de vanguardia del proletariado para impedir que la masa incorporada en el nuevo organismo militar se transforme en un instrumento de la burguesía utilizado algún día contra los intereses de la clase trabajadora. Ese trabajo de vigilancia puede ser tanto más eficaz en cuanto que las organizaciones de clase tomarán conciencia de sus intereses y orientarán sus acciones políticas hacia un sentido exclusivo de clase.
El trabajo político de esas organizaciones asume una importancia primordial no menos interesante que las tareas militares en el frente.
Esos mismos compañeros, a la vez que se mantenían firmes en el principio de la necesidad de la lucha armada en el frente, no aceptaban ser incorporados en un ejército regular que no representa el poder del proletariado y en el seno del cual sería imposible tener una función política directa. En cambio hoy, pueden contribuir más eficazmente a la causa del proletariado español, con el trabajo político y social indispensable para preservar y reforzar la eficacia ideológico-revolucionaria de las organizaciones obreras; las cuales deben recobrar, en lo político y en lo social, la influencia que han perdido, por las nuevas condiciones, en el mando militar.
Los mismos compañeros, al abandonar el puesto de milicianos en la columna internacional de Nin, siguen estando movilizados y a disposición del proletariado revolucionario español y deciden seguir dedicando, en otro terreno de su actividad, su lucha y su experiencia hasta el triunfo definitivo del proletariado sobre el capitalismo y sobre todas sus formas de dominio.
Barcelona, 22 de octubre de 1936.