Enviado por Accion Proletaria el
Después de 6 meses de combates, los "rebeldes" libios festejan su victoria contra el todopoderoso Gadafi, que hasta hace poco era miembro de la Internacional socialista y que desde hace 42 años se burlaba de las democracias occidentales jugando al gato y al ratón. Democracias que, después de haber intentado año tras año ganarse los favores del "Guía" libio, han aportado su más activo apoyo militar al Consejo nacional de transición de Libia, desde que la verdadera revuelta popular contra el régimen de la "Yamahiriya" del dictador libio se ha transformado en una siniestra lucha de jefes de tribus coaligados para la ocasión contra aquel. Democracias que han orquestado y dirigido todas las operaciones de los "rebeldes" ¿Cuántos muertos, heridos y tullidos de por vida ha dejado esta guerra entre fracciones burguesas que los medios han intentado hacer pasar por la continuación de "la primavera árabe"? Desde hace meses que no aparece ningún dato claro del número de víctimas de esta carnicería en la prensa, que sin embargo para justificar la intervención de la OTAN no dejó de publicar, durante los primeros meses de la guerra, las masacres provocadas por las fuerzas gadafistas. Desde la primera Guerra del Golfo, nos cuentan la mentira repugnante de los "ataques selectivos", que sólo matan a los "malos" y no a los civiles, cuando miles de ejemplos muestran lo contrario. Según sus propias estimaciones, la OTAN ha efectuado 20000 operaciones aéreas y 8000 misiones de ataques "humanitarios" desde el 31 de Marzo. Y a pesar de que la OTAN ha bombardeado las ciudades para "preparar el camino a los rebeldes", solamente se reconocen oficialmente 9 muertos. Pero a pesar de la censura oficial, se han arrasado barrios y ciudades enteras en diferentes batallas, como en Trípoli y otras ciudades "liberadas"; como ocurre todavía, con los bombardeos en Sirte, donde la población sufre actualmente una verdadera masacre por ser "culpable" de que el ejército lealista y puede que el mismo Gadafi, se hayan retirado allí. Además de todo esto, se perfila una catástrofe humanitaria: en Trípoli no hay agua potable ni electricidad ni provisiones, y los cadáveres se pudren en las calles. Eso es la "liberación" de Libia.
Además, las fuerzas de la OTAN no se han contentado sólo con bombardear para dar, según dicen, "cobertura" a los rebeldes, también han enviado fuerzas sobre el terreno: 500 comandos británicos y cientos de franceses. Y no solamente esto, también han armado a las fuerzas militares anti-Gadafi: Francia ha reconocido haber enviado como "medios de autodefensa" (sic) armas como ¡lanzamisiles, fusiles de asalto, metralletas y misiles anticarro! Y eso sin contar la presencia de fuerzas de la CIA; aunque USA presuntamente se hubiera retirado de la intervención militar.
En esta guerra donde la mentira, la desinformación generalizada, la inhumanidad y el odio a los "pueblos" han sido las palabras clave, la hipocresía asesina, tanto de los jefes tribales libios, como de las grandes y medianas potencias ha mostrado que era una marca de fábrica del pos-Gadafi. Por supuesto que nadie echará de menos a este odioso dictador sanguinario, que desde hace meses exhorta a la población a sacrificarse y arbitra lo que le queda de poder tras verdaderos escudos humanos tomados como rehenes; pero la continuación de los acontecimientos sólo puede estar a la altura de la cacofonía nacional e internacional que ha dominado y aún dominará más, tras los discursos de fachada. Una vez más, después de Irak, de la exYugoslavia, de Afganistán, Costa de Marfil, etc., la "ayuda internacional" a los "oprimidos", abre las puertas de par en par a una situación de caos que no tendrá fin. Nunca antes en la historia tantas regiones y países han sido pasto permanente de la guerra y los atentados, de la destrucción humana y material: desde ahora Libia se une a ese concierto mundial del infierno imperialista.
En efecto, nos cuentan que los "combatientes por la libertad" del Consejo Nacional de Transición van a trabajar ahora por un régimen "de estabilidad, de democracia y de respeto", con el apoyo de la comunidad internacional, que estaría dispuesta a descongelar (con cuentagotas) los haberes libios para financiar el nuevo régimen. Esta coalición (que prevé elecciones en... ¡20 meses!) es un amasijo más que heteróclito, compuesto de jefes de tribus, de islamistas militantes y de antiguos miembros eminentes del gobierno de Gadafi. El jefe del Consejo militar del CNT es un exyhadista, cercano a Al Qaeda, con un pasado afgano y americano más que turbio; el presidente del CNT era hasta hace muy poco el ministro de Justicia de ese régimen execrado, quien había condenado a muerte a las enfermeras búlgaras; el actual Primer ministro es un amigo de la infancia del dictador derrocado...
La breve historia del CNT muestra con creces ya una sombra sobre el escenario. Se trata del asesinato de Younes, jefe del estado mayor y jefe de una potente tribu, fallecido a finales de julio en circunstancias oscuras. Todos estos ingredientes, a los que hay que añadir las rivalidades tribales ancestrales que el "Guía verde" había conseguido acallar, se suman para configurar una verdadera batalla campal. Y por si esto fuera poco, la rapiña a la que van a lanzarse los buitres europeos, americanos y árabes (como Qatar, Jordania, o incluso Argelia), para defender cada uno su parte de pastel de este país petrolífero, va a agravar aún más la inestabilidad.
Francia, cuyo jefe de Estado saca pecho y se aúpa mas que nunca, autoproclamándose salvador del pueblo libio, ha organizado con Gran Bretaña, la "Conferencia internacional de apoyo a la nueva Libia" en París, el 1º de Septiembre. Bella imagen engañosa, porque tras la unidad de fachada de las 60 delegaciones que representan a los "amigos de Libia", se avecina un porvenir lleno de nubarrones. El maná petrolero libio es un asunto de enjundia. París y Londres, jactándose de su apoyo activo a la rebelión, pretenden obtener contratos preferenciales con el nuevo "gobierno", y lo mismo USA, que ya está presente en el país con dos compañías petroleras. Parece que Sarkozy habría negociado la atribución del 35% del crudo libio al Estado francés a cambio de sus buenos y leales servicios al CNT.
Pero detrás vienen empujando países como Italia, Alemania, Rusia y China. Antes o durante el conflicto, hemos visto a estos países mostrar una oposición más o menos abierta. Italia, donde el 21% de las exportaciones están destinadas al antiguo gobierno libio (frente a 4% de Francia por ej.) y que teme que se revisen a la baja sus acuerdos petroleros, no ha cesado de intentar impedir la intervención (¡"por razones humanitarias"!), tanto antes como después de la resol 1973 de la ONU del 31 de marzo; aunque se ha visto obligada a participar so pena de perder toda su influencia. En efecto, como ha dicho el portavoz del CNT en esta Conferencia: "el pueblo libio sabe quien ha apoyado su batalla por la libertad y quien no lo ha hecho". El mensaje es bien claro para Rusia y China, aunque la suerte no está echada.
Puesto que estratégicamente, el territorio de Libia es un elemento de envergadura, no solamente por el petróleo, sino también por lo que concierne al control geográfico de la región. Para empezar, se supone que la misión de la OTAN tendría que durar hasta finales de septiembre y está claro que debería acelerar el derrocamiento de Gadafi (o su muerte -se ha puesto un alto precio a su cabeza- como han preconizado Juppé o Bernard Henri Levy entre otros) a fin de que las fuerzas militares de los países que ha participado en las operaciones encuentren un pretexto para instalarse, como "estabilizar" el país. Un documento de la ONU prevé el envío -oficial esta vez- de una fuerza militar y policial "para el desarme de la población", en el cuadro "del establecimiento de un clima de confianza".
Está claro pues, que la ONU y sus protagonistas principales no van a soltar la pieza: "El mandato de "protección de los civiles" del Consejo de Seguridad aplicado por las fuerzas de la OTAN no se acaba con la caída del gobierno Gadafi". Si la batalla campal en el seno de la guarida de bandidos del CNT está asegurada, no es menos cierta la de las grandes potencias que al mismo tiempo van a atizar las tensiones. Los cuarenta últimos años y sobre todo los últimos diez, nos han mostrado lo que quiere decir eso: aviarse cada uno lo mejor que pueda e inflamar las disensiones entre las diferentes fracciones en presencia, que son numerosas en este país fundamentalmente tribal. Pero las viejas potencias imperialistas, como Francia o Gran Bretaña, así como los USA, tienen una notoria experiencia para sembrar la cizaña y dividir para mejor reinar. Excepto que en esta ocasión aquí no va a reinar nadie, sino el caos y el cada uno a la suya.
La inestabilidad permanente que se anuncia en Libia es una nuevo ejemplo de la locura del sistema capitalista
Wilma ( Septiembre), traducido de Revolution Internationale. Publicación de la CCI en Francia