Enviado por Revolucion Mundial el
¿Catástrofes naturales o naturaleza catastrófica del capitalismo?
Debido a las recientes inundaciones, millones de personas resultaron afectadas en varios estados del centro y sur de México. Entre ellas decenas de miles perdieron su casa y todas sus pertenencias y cientos de ellas además a sus familiares que fueron arrastrados por la corriente o sepultados bajo el lodo. Según fuentes oficiales las inundaciones fueron provocadas por el "mayor ciclo de lluvia del que se tenga registro en la historia del país. El año pasado, julio había sido el segundo mes más seco del país en 67 años; en 2009, vino a ser el más lluvioso". Junto con las pérdidas materiales y humanas, está la proliferación de enfermedades de las vías respiratorias y gastrointestinales, dermatitis, conjuntivitis, infecciones debidas a heridas, etc.
Al momento en que se dan las inundaciones en México también las hay en otros países de América Latina, en China, la India, el Reino Unido y Rusia, mientras se padece una fuerte sequía en el sur y este de Europa. Estas catástrofes se suman a una larga lista que crece velozmente desde inicios de este siglo e incluye, por ejemplo el terremoto en Haití en el que murieron decenas de miles de personas.
Las tragedias ‘por causas naturales' se hacen cada vez más comunes. Si nos quedamos en la superficie de los hechos coincidiríamos con los discursos de la clase gobernante que dice o que éstas tragedias son debidas a fenómenos sobre los que el hombre no puede tener ningún control o que las tragedias no han podido ser evitadas por malas gestiones de los gobiernos en turno que no hacen nada frente a la realidad del cambio climático. En ambos casos son las ideas que a la burguesía le conviene difundir para esconder la responsabilidad del capitalismo en estas desgracias que se vienen a agregar al conjunto de males que los explotados y los pobres del mundo tenemos que padecer.
Parece paradójico que ante el desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la humanidad, padezcamos tanto ante fenómenos naturales. Sin embargo, no lo es porque el capitalismo en decadencia no tiene como función mejorar las condiciones de vida de la población, sino sólo la de mantener las ganancias de la clase capitalista a costa de mayor miseria y calamidades para las clases explotadas. El capitalismo en decadencia obliga a los explotados a construir casas en donde se pueda y con lo que se pueda, es decir, en los terrenos más baratos por peligrosos o en los terrenos que no son reclamados por sus dueños por su inutilidad o inseguridad. Y por eso están las casas de adobe y de lámina al borde de los ríos. Por eso están las casas con cimientos débiles en zonas sísmicas.
Pero los asentamientos irregulares y miserables son sólo una parte del problema que engendra este sistema de explotación. A la burguesía tampoco le importa cómo está afectando al medio ambiente, no le importa si contamina el agua, el aire o produce un cambio climático que ponga en riesgo la vida animal y la del propio hombre.
No podemos esperar que la burguesía haga algo para evitar las catástrofes; por el contrario, las aumenta haciendo de la vida una cuestión de negocio. No le interesa ni el medio ambiente ni los sufrimientos de la gente. Como ejemplo de esto está el más grande ambientalista de la burguesía, el ex presidente de EU Al Gore, que afirmó a principios de octubre en la Cumbre Global sobre Negocios y Medio Ambiente que "es el momento del 'capitalismo sostenible'". Este premio Nobel de la Paz de 2007 cínicamente habla del cambio climático en términos de ganancias monetarias para los empresarios: "la contaminación y sus consecuencias han sido excluidas de forma rutinaria del análisis de costos y ganancias económicos. Hay que incluirlos ya que deberían ser medidos en el análisis de cualquier negocio". Esto no es sorprendente ya que las cumbres ambientalistas nacionales e internacionales son otros momentos de hacer negocios como lo es la venta y compra de emisiones de dióxido de carbono. De esa manera, la XVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático del próximo diciembre será otro momento en que la burguesía lucre con la vida del planeta y de la humanidad entera.
¿Por qué habría de importarles a la burguesía los cambios en el medio ambiente y los padecimientos de los explotados si ellos no han sentido frío, hambre y desesperación al ver sus hijos enfermarse?, ¿Por qué habrían de preocuparse si a ellos no se les encoge el estomago y el corazón al saber que no se encuentra trabajo por ninguna parte, y que ahora será peor?
Además de la inestabilidad climática, este verano se ha caracterizado por numerosos accidentes trágicos que son también cada vez más frecuentes y que tienen la misma causa fundamental. La responsabilidad de estos desastres también se encuentra en el sistema capitalista, en su loca carrera por las ganancias que le obliga a producir tan barato como sea posible, lo que deteriora la infraestructura productiva hasta el punto en que se vuelve peligrosa. Es la búsqueda permanentemente de economizar en máquinas, materiales, personal; la sobreexplotación de los recursos sin la menor preocupación por los riesgos para el medio ambiente y, sobre todo con total desprecio por la vida humana.
Un modo de producción tóxico y destructivo
En Ucrania, un tren con 15 tanques de fósforo amarillo inflamable y muy tóxico se descarriló el 16 de julio. Las válvulas se rompieron en los tanques, que debían haber sido retirados del servicio desde hace cinco años, lanzando una nube tóxica que cubrió 86 kilómetros cuadrados en una zona donde viven más de 11,000 personas. 6,000 requirieron atención médica y 184 de ellas fueron hospitalizadas por intoxicación. A pesar de la contaminación de la tierra y el aire, no se organizó evacuación. El Ministerio de Emergencia había dicho que la situación estaba bajo control. Esto pronto fue refutado por la realidad puesto que residuos de fósforo espontáneamente produjeron llamas el 3 de agosto, poniendo, de nuevo, a la población en riesgo de trastornos de las vías respiratorias y de lesiones mortales. El 3 de agosto, en la misma región de Lviv, una locomotora tiró tres vagones de buque tanque llenos de gasolina, causando un incendio en las proximidades de una refinería y una fábrica de pintura. Una semana antes, en la misma estación, otro tren se descarriló y colisionó con vagones no utilizados.
En Niigata, Japón, el 16 de julio, hubo un terremoto con 9 muertos, mil heridos y más de 1000 viviendas destruidas. Estuvo lejos de causar la misma destrucción que el terremoto de Kobe de 1995 (6.400 muertos, 40.000 heridos, 200.000 casas destruidas), pero causó un incendio en la planta de energía nuclear más grande del mundo. El operador de la Tokyo Electric Power Co (TEPCO) no hizo ningún anuncio durante varias horas después de una fuga de 1.200 litros de agua contaminada con material radioactivo. El Instituto de radio-protección y seguridad nuclear localizó al menos 67 anomalías en el funcionamiento del reactor. TEPCO y un competidor ya han admitido haber ocultado varios accidentes hace algunos meses.
Al final de junio hubo un incendio en una planta de energía nuclear en Alemania del Norte, cerca de Hamburgo, debido a que falló la bomba de agua que rodea al reactor y había una serie de fallas en los extintores de fuego automáticos en el reactor.
Un reciente estudio del Banco Mundial reportó que en China hay muertes prematuras de 400, 000 personas debido a la contaminación del aire (30, 000 de ellas son niños) y debido a la mala calidad de la ventilación en edificios, talleres y fábricas (sin contar las debida a las condiciones de trabajo o manipulación de materiales peligrosos). En las zonas rurales pobres la mala calidad del agua es responsable de 60.000 muertes al año.
El capitalismo es una catástrofe para la humanidad
El 1 de agosto se derrumbó un puente sobre el río Misisipi. Unos 50 vehículos cayeron al río con un saldo de 5 muertos, 79 heridos y una docena de desaparecidos. Este puente estaba clasificado con necesidad de reparación desde 2005. Las reparaciones en el marco de metal estaban en curso en el momento del evento durante las horas pico de la noche, sin ninguna decisión para interrumpir el flujo de tráfico. EU tiene 756 puentes con una estructura similar de acero, de los cuales al menos el 27% se piensa que está en un estado de deterioro semejante al que se derrumbó.
El 17 de julio en Brasil un avión sobrepasó la pista de aterrizaje húmeda del aeropuerto de Sao Paulo, derrapando a través de una avenida muy transitada antes de chocar con una estación de combustible, causando la muerte de al menos 207 personas, la mayor catástrofe de aviación en la historia de Brasil. La investigación reveló muchas anomalías: la pista había sido reportada peligrosa durante algunos años, demasiado corta para las condiciones de seguridad de aterrizaje, de tráfico muy denso y sin canales de drenaje. Cuatro derrapones ya se habían producido en esa pista en los últimos meses. El día anterior al accidente, el Gobierno se había negado a cerrar la pista de aterrizaje como lo exigían los controladores de tráfico aéreo en el aeropuerto. Además, al avión le faltaba uno de sus inversores de presión, que permite suavizar el aterrizaje.
El personal de aeropuerto de Brasil ya había estado protestando contra el deterioro de sus condiciones de trabajo durante varios años pues para bajar costos, los aviones utilizan combustible más barato, el equipo no es sustituido cuando está deteriorado, cada vez es más denso el tráfico aéreo y menor el número de mecánicos y controladores. Ante tales peligros y contra tales condiciones de trabajo, los controladores aéreos de Curitiba, Manaos y Salvador se fueron a la huelga, espontáneamente, el 30 de marzo. Lanzaron un mensaje a todos los trabajadores en un manifiesto antes de paralizar el servicio: "hemos llegado a los límites de la resistencia humana, nos encontramos sin condiciones para mantener este servicio.. NO TENEMOS NINGUNA CONFIANZA EN NUESTRO EQUIPO, O EN QUIENES Nos dirigen Este manifiesto y la huelga también denunciaron toda la hipocresía de la burguesía de Brasil que trató de ocultar la competencia desenfrenada entre las compañías aéreas, la política de reducción de costos, la sobreventa de boletos, la aglomeración del espacio aéreo, obligar a los controladores de tráfico aéreo y los pilotos de avión a trabajar en condiciones extremas.
La Ley de la Ganancia, vuelve de inmediato a hacer acto de presencia en estas catástrofes y se hace clara la incapacidad de este sistema de cambiar su dinámica destructora. La intensificación de la competencia entre empresas y entre los Estados, es una permanente amenaza para la humanidad. Los progresos de la civilización se han convertido en instrumentos de muerte en manos del capitalismo decadente que, con total desprecio por la vida humana transforma su sistema de producción en momento y lugar de sacrificios mortales. El capitalismo significa desde su decadencia solo destrucción que amenaza a todos los seres que pueblan el planeta, por eso no hay otra alternativa: ¡HAY QUE DESTRUIRLO ANTES QUE DESTRUYA EL PLANETA ENTERO!
CCI / Octubre de 2010