Enviado por CCI Online el
Ante la campaña desatada por la burguesía en torno a la privatización o no de PEMEX, grupos proletarios desarrollan la reflexión y exponen la denuncia, extendiendo las posturas internacionalistas que rechazan cualquier sumisión a la defensa de la patria, de la nación o de la economía nacional. Presentamos una toma de posición que nos han enviado los camaradas del Grupo Socialista Libertario. Saludamos su contenido, y llamamos a ampliar la discusión.
RM. 12-junio-08
¡La clase trabajadora debe romper con toda defensa de la empresa privada y estatal !Ni en defensa de PEMEX ni de los inversionistas: ¡A desatar la lucha en defensa directa de la elevación de nuestras condiciones de vida!
A raíz de la presentación de la propuesta de reforma energética del gobierno de Felipe Calderón, en la cual se pretende privatizar ciertas áreas de la cadena de extracción, exploración, refinación y distribución del petróleo, hoy exclusivamente en manos del Estado a través de PEMEX, ha iniciado en México toda una serie de campañas mediáticas a favor o en contra de la iniciativa de Calderón y su partido: el PAN.
De un lado, a favor de la privatización, se encuentran, como es lógico, el partido del presidente, el ultra-empresarial y derechista PAN, además del PRI y los empresarios de la alta jerarquía de la burguesía nacional, estos últimos dan su apoyo al suponer que puedan recibir una parte del pastel de concretarse la iniciativa, al quedarse con alguno de estos sectores o dando alguna especie de servicio a las empresas transnacionales que se dice están involucradas en el proyecto privatizador.
En el bando anti-privatizador, por su parte, se encuentra principalmente el "movimiento nacional en defensa del petróleo" que encabeza Andrés Manuel López Obrador y los partidos burgueses del Frente Amplio Progresista: PRD, PT y Convergencia. Pero además de estos partidos y movimientos puramente capitalistas en sus programas y propuestas, se encuentran dentro de éste campo a favor de la propiedad estatal de PEMEX una infinidad de organizaciones que se reivindican revolucionarias y dicen luchar contra el capitalismo.
Los mayores alegatos de quienes se oponen a la privatización y defienden la propiedad del Estado sobre el petróleo, son que "el petróleo le pertenece a los mexicanos", "el petróleo es de la nación", "hay que defender la soberanía del país", y demás cantaletas nacionalistas que impiden que la clase trabajadora desarrolle una visión clasista de la sociedad y se libere de todas las cadenas que le unen ideológicamente a su contraparte, la clase capitalista explotadora.
En el caso de las fracciones de la izquierda del capital abiertamente burguesas, como el PRD y sus partidos aliados (además de personajes identificados con el viejo régimen priísta como Manuel Bartlett), es perfectamente entendible que sean portavoces de este discurso nacionalista, pues el nacionalismo es una ideología puramente burguesa que se basa en la unidad de todos los sectores de la nación, burgueses y proletarios, explotadores y explotados por igual, en pos de un supuesto "interés supremo de la patria", este "interés supremo" hoy día es la "defensa patriótica" del petróleo, por tanto, esta defensa por parte de ellos no es de extrañar, pues es la manera perfecta en que se ganan el apoyo de las masas populares, al mismo tiempo que le roban toda radicalidad y clasismo a sus luchas, encauzándolas hacia la legalidad burguesa y la defensa del capitalismo.
¿Pero que hay de los pretendidos grupos anti-capitalistas que gritan a los cuatro vientos los mismos planteamientos y consignas nacionalistas que el ala izquierda de la burguesía? ¿Es que acaso es posible luchar por un movimiento autónomo de los trabajadores frente al Estado y la burguesía al mismo tiempo que se refuerzan los factores ideológicos que unen a los explotados a sus explotadores? Evidentemente esto es imposible, mientras se llama a los trabajadores a defender a la nación, por más radical que pretenda ser este llamamiento, se le esta llamando a hacer un frente con todas las fuerzas "nacionalistas","progresistas" o "anti-imperialistas" que estén decididas a "defender a la patria" de los "saqueadores extranjeros".
Hay quienes llaman a los trabajadores a defender a PEMEX de manera independiente a los partidos de la izquierda burguesa, sin embargo esto es mera demagogia, si ambos bandos plantean básicamente que hay que "defender el petróleo" de las "ambiciones extranjeras" ¿qué les impide llamar a luchar a los trabajadores en un frente con la burguesía nacionalista que también se opone a la privatización? Realmente nada, salvo una retórica forzada por pretender pasar como verdaderos defensores del anti-capitalismo.
Por tanto, quienes están a favor de la inversión de las empresas privadas en PEMEX, como quienes defienden la propiedad del Estado sobre el petróleo, representan simplemente dos visiones distintas de cómo sacar el mejor provecho comercial al petróleo para desarrollar de mejor manera a la sociedad de clases, el capitalismo.
Empresas privadas y empresas estatales: ¡empresas capitalistas, empresas explotadoras!
La defensa de las empresas del Estado por parte de los explotados solo puede significar que éstos no han logrado romper con la cosmovisión burguesa sobre el Estado que nos inculca la educación desde muy temprano. Según las teorías burguesas clásicas, el Estado es el encargado de velar por el "bien común" de la población, de ahí que la burguesía explotadora y todo el aparato de izquierda que tiene a su servicio, hayan promovido que el Estado cumple con un papel social, y que por tanto las empresas que pertenecen al Estado tienen este rol social de producir riqueza que es traducida en bienestar social para la población. Toda esta visión burguesa es falsa, pues la burguesía construyó su Estado no para garantizar el bien común, sino para legalizar su sistema de explotación basado en el trabajo de los proletarios, el Estado es una estructura burocrática que existe para legalizar y defender a través de la jurisprudencia o de la violencia abierta y encarnizada la propiedad privada de los capitalistas, pero las empresas del Estado también son empresas capitalistas orientadas al lucro y la ganancia, donde se explota a los trabajadores y también permanecen privadas de la clase obrera como cualquier otra empresa de algún empresario convencional.
Defender las empresas estatales refuerza la idea fuertemente arraigada en las masas de que el Estado es el representante del bien común y el interés social, que tiene algún tipo de contradicción con los patrones y que puede estar al servicio de las masas trabajadoras. Difundir esta idea no solo es peligroso, sino que abiertamente contrarrevolucionario, pues la liberación de todos los explotados y oprimidos del mundo solo puede ser efectiva colectivizando los medios de producción y destruyendo todos los Estados del mundo, enemigos naturales de la emancipación de los oprimidos.
Un ejemplo concreto de que el Estado, al igual que las empresas privadas, no es un aliado (sino un enemigo) de los trabajadores, es que el mismo Cárdenas quien realizó la nacionalización de la industria petrolera fue quien llevó a cabo una campaña de reducción de salarios y despidos, y acusó de sabotaje a los trabajadores, imponiendo un control total del Estado sobre el sindicato, lo que echa por tierra el mito de que los ataques del capital solo vienen de parte de las empresas privadas.
Uno de los argumentos para defender la empresa estatal e identificarla como algo mejor a la empresa privada, es que la nacionalización representó una conquista de los trabajadores y un golpe al imperialismo anglo-estadounidense. Esto es otro gran mito, pues la nacionalización de PEMEX se efectuó luego de un conflicto entre el sindicato y las empresas transnacionales que duró casi un año entre huelgas, paro parciales y cierres patronales, lo que había generado un desabasto de petróleo para la industria nacional, lo que llevó a Cárdenas a verse obligado a salir del conflicto nacionalizando la industria petrolera para poder abastecer a la burguesía mexicana, la que incluso aplaudió de esta decisión. El régimen de Roosevelt, al contrario de las empresas, no vio del todo mal la nacionalización pensando en el abasto de petróleo para los conflictos bélicos venideros, en los cuales México, ante el bloqueo comercial de las empresas norteamericanas, tuvo que vender petróleo a la Alemania nazi, pero después, gracias a la buena relación de Cárdenas con Roosevelt terminaría abasteciendo a los Estados Unidos, en lo que Cárdenas consideraba un apoyo a los "países democráticos" frente al fascismo.
Empresas del Estado: Migajas sociales y fortalecimiento del sistema.
El padre de todos los mitos y que encadena por completo en la lógica burguesa al proletariado, es el de las finanzas de PEMEX. Se pretende hacer una defensa de PEMEX como empresa nacional porque se dice que cuatro de cada diez pesos que entran a las arcas del Estado mexicano provienen del petróleo y que luego estos recursos son empleados por el Estado como gasto social. Esta es la mentira más peligrosa de todas, pues si bien de los recursos con los que cuenta el Estado una parte va destinada a la salud y la educación, la mayor cantidad de recursos se destina a financiar a las diferentes policías, a militares, servicios de inteligencia, jueces, cárceles, partidos políticos, salarios exorbitantes de altos funcionarios, la farsa electoral... ¡Es decir, a financiar todo el aparato de Estado mediante el cual la burguesía finca su barbárico dominio inhumano y explotador! ¿Nos convendrá a los explotados y oprimidos seguir cuidándole las finanzas al aparato por el cual la clase explotadora nos mantiene con la bota en el cuello?
Grupo Socialista Libertario.