Sólo la clase obrera puede poner fin a la guerra y a la miseria

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Para juzgar la situación actual del mundo es necesario hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los hechos que han marcado más profundamente el año 2.003? ¿Qué nos manifiestan?.

La multiplicación de las guerras y los atentados por todos los rincones del planeta han entregado de forma permanente a más y más partes de la población a las masacres y al terror, al caos y a la barbarie guerrera.

La nueva y mortífera guerra en Irak ha precipitado a este país en un caos sangriento que no está ni mucho menos superado ni controlado, y no va ser el arresto de Saddam Hussein lo que va a cambiar esta realidad. El Medio Oriente ha continuado siendo presa de una escalada de la violencia en un conflicto israelí-palestino que aparece cada vez más sin ninguna salida.

El desencadenamiento de acciones kamikaces y los atentados terroristas que golpean ciegamente a las poblaciones se han generalizado hasta un punto tal que son susceptibles de abatirse en no importa qué lugar del planeta.

Todo esto manifiesta que bien lejos de todos los discursos oficiales tranquilizadores y de promesas de paz, el mundo se hunde en una barbarie guerrera más y más sangrienta. Cada vez son más numerosas las poblaciones que son las principales víctimas de esta agravación de la barbarie. Al infierno del terror, de la destrucción, de las masacres que ellas sufren en los países entregados a estas carnicerías se une un hundimiento en una miseria espantosa.

Esta dominación de la barbarie sobre una gran parte del planeta converge con una aceleración sin precedentes de los ataques contra la clase obrera en los países centrales del capitalismo.

Las mismas medidas son puestas en marcha en todos los países y por todos los gobiernos, bien sean de izquierdas o de derechas, ya sea en Francia, Austria, Alemania o Brasil, y actualmente en Italia. Además, el desempleo no cesa de agravarse y continúan intensificándose los planes de despidos a repetición, cuando la precariedad del empleo es generalizada. La naturaleza misma de estos ataques revela todavía más crudamente la quiebra del sistema. No solamente el capitalismo lanza a la calle más y más amplias fracciones de la clase obrera, sino que ademas se revela cada vez más incapaz de asegurar los medios de vida más elementales. Las jubilaciones y la sanidad de los proletarios, los subsidios de los que son arrojados al desempleo son atacados de forma simultánea, masiva y frontal, al mismo tiempo que las condiciones de trabajo empeoran y que el poder adquisitivo se degrada a toda velocidad. Es un hundimiento acelerado en la miseria al que ya están confrontados muchas familias obreras en todo el planeta.

La amplitud y profundidad sin precedentes de los ataques de la burguesía contra la clase obrera revelan el hundimiento inexorable del capitalismo en las convulsiones de su crisis mundial. En cuanto a la burguesía, demuestra muy claramente que dispone, cada vez menos, de medios para escalonar sus ataques contra las condiciones de vida más vitales de la clase obrera.

El capitalismo está forzado cada vez más a desvelar abiertamente su quiebra. La aceleración dramática de esta situación sobre la Tierra entera demuestra claramente que, no solamente este sistema de explotación es incapaz de asegurar una mejor suerte para la humanidad sino que constituye al contrario, de forma permanente, una amenaza de hacer desaparecer el planeta en un abismo de miseria y de barbarie.

Frente a la gravedad de la situación , sólo existe una salida: el derrocamiento de este sistema por la única clase que no tiene nada que perder salvo las cadenas de su explotación, el proletariado. La clase obrera tiene actualmente la llave del porvenir.

Solo ella tiene los medios para hacer salir a la humanidad de este callejón sin salida. Ella es la única clase ayer como hoy, como mañana, capaz de oponerse a la perpetuación de este sistema de explotación. Ella es la única clase de la historia portadora de otra sociedad donde el motor de la misma no será el beneficio y la explotación sino la satisfacción de las necesidades humanas. Frente al hundimiento inevitable en la miseria y la barbarie, el desarrollo de sus luchas dentro de su terreno de clase para resistir los ataques de la burguesía podrá hacer surgir una perspectiva para la humanidad.

A pesar de la derrota que los proletarios han sufrido, las luchas obreras que comenzaron en mayo 2003 en Austria o en Francia han demostrado que la clase obrera tiene la capacidad de alzar la cabeza contra los ataques y que, conserva su capacidad para luchar por afirmar su propia perspectiva revolucionaria.

Los temores de la burguesía son plenamente reveladores de las potencialidades del proletariado. La burguesía sabe bien que va a tener que atacar todavía con más fuerza durante los años que vienen y que la clase obrera no podrá hacer otra cosa que desarrollar sus luchas. Justamente para obstaculizar e impedir a la clase obrera tomar conciencia de la quiebra definitiva del capitalismo se ha desarrollado la ideología «altermundialista» (Ver artículo en esta revista). Esta mistificación que trata esencialmente hacer creer que un «otro mundo» sería posible en el cuadro de una «gestión diferente» del capitalismo, está directamente destinada a sembrar la confusión para dificultar el desarrollo de la toma de conciencia de que no existe ninguna posibilidad de mejorar o reformar el sistema.

El porvenir del mundo está en manos de la clase obrera. Como planteamos en el Manifiesto de la CCI, escrito hace más de doce años: «Revolución Comunista o destrucción de la humanidad: Jamás en la historia, los envites han sido tan dramáticos y decisivos que en la actualidad. Jamás una clase social ha debido afrontar una responsabilidad comparable a ésta que tiene el proletariado». Pero más allá de esta necesidad, la clase obrera debe tomar conciencia que tiene plenamente los medios de desarrollar su combate y de hacer frente a esta tarea gigantesca.

De Revolution Internationale, Enero de 2004, publicación en Francia de la CCI.

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