Enviado por Internacionalismo el
La prolongación por casi siete años de la virulenta confrontación entre las facciones burguesas chavistas en el poder y las de oposición, han encubierto una realidad: existe entre ellas una división de tareas para atacar las condiciones de vida del proletariado. No se trata necesariamente que los altos dirigentes chavistas y sus opositores se sientan alrededor de una mesa a preparar tales ataquesi, sino que tanto unos como otros, pese a sus diferencias políticas, tienen como objetivo central la defensa del capital nacional que se sustenta en el sometimiento y explotación de la clase obrera venezolana. Las diferencias de formas de gestión del estado (órgano mediante el cual la clase burguesa ejerce su dominación de clase) entre unos y otros se da sólo en el plano jurídico, mas no en el plano de la producción capitalista que requiere de la constante extracción de plusvalía mediante la explotación de la fuerza de trabajo.
En otros trabajos de Internacionalismo ii hemos desarrollado nuestro análisis sobre la emergencia del chavismo como una necesidad del capital nacional ante la debacle de los partidos burgueses que gobernaron hasta finales de los 90; en este sentido, el gobierno de Chávez es consecuente con la clase burguesa en lo que respecta a las medidas que ésta requiere aplicar contra el proletariado para enfrentar la crisis económica y para su sobrevivencia en el mercado mundial.
Esta división de tareas se ha dado en dos planos, que se interrelacionan el uno con el otro: un incesante ataque ideológico para debilitar la conciencia de la clase trabajadora y su combatividad; y un también incesante ataque a sus condiciones de vida.
Un ataque sin cuartel a la conciencia de clase del proletariado…
Para preservar su sistema social en plena decadencia, la burguesía requiere oxigenar su aparataje ideológico con el fin de impedir que el proletariado, “sepulturero” del capitalismo, tal como lo planteó Marx en el Manifiesto Comunista, tome conciencia de que la única forma de acabar con la miseria y barbarie a que nos somete el capitalismo es mediante la revolución proletaria.
Nada mejor que oxigenar la ideología democrática, sustento jurídico e ideológico de la dominación de clase de la burguesía. Ya antes del triunfo de Chávez en 1998, chavistas y opositores competían por ser la mejor expresión de la democracia, unos defendiendo la “democracia participativa” y otros la “democracia representativa”, respectivamente. En este “tira y encoge” hemos pasado casi 7 años bailando al ritmo electoral de la burguesía: por un lado el chavismo tratando de darle sustento a su “revolución bolivariana”; por el otro, los opositores tratando de debilitarlo acusándolo de dictador. Mediante las incesantes campañas electoralesiii la burguesía ha podido crear una polarización en la que ha quedado atrapada la clase obrera, creando divisiones en su seno que se han plasmado en una perdida de la solidaridad de clase y una baja significativa en sus luchas reivindicativas contra los capitalistas privados o estatales.
Así mismo, la burguesía chavista para darle sustento social a su “revolución bolivariana” ha desarrollado una serie de órganos de control social: círculos bolivarianos, misiones, milicias, etc., que le permiten tratar de diluir a los trabajadores en la masa del “pueblo”; por su parte, los sectores de oposición intentan hacer lo propio a través de las “asambleas de ciudadanos”; de esta manera se debilita la necesaria autonomía que debe tener el proletariado ante las capas pequeño burguesas y las otras capas explotadas y empobrecidas de la población. En el propio seno de los trabajadores, el sector chavista ha introducido el cooperativismo de manera masivaiv, la cogestión y la autogestión, directamente promovidas y financiadas por los partidos y órganos del estado, queriéndole dar un carácter “obrero” al nuevo gobierno, cuando en realidad se han transformado en medios de control ideológico de los trabajadores, además de someterlos a condiciones de trabajo precario.
Pero el mayor ataque ideológico contra la conciencia del proletariado ha sido la identificación que hace la burguesía chavista de su “proyecto” con el “socialismo”. De esta manera, la burguesía intenta arrebatar a la clase obrera una de sus banderas fundamentales de lucha desde hace más de siglo y medio: la lucha por la superación revolucionaria del capitalismo para implantar el comunismo, sistema mundial basado en la satisfacción de las necesidades humanas y en la abundancia. Pero no es la primera vez que la burguesía disfraza sus políticas capitalistas de estado con una verborrea “marxista” y “revolucionaria”: la burguesía estalinista, después de la derrota de la Revolución Rusa impuso la mas feroz explotación al proletariado ruso por casi 60 años en nombre del “socialismo soviético” y así lo hicieron las clases dominantes que gobernaron los países del extinto “bloque socialista”; hoy, las burguesías de Cuba, China y Corea, hacen lo propio contra los proletarios en sus respectivos países. Pero esta monstruosa mentira de identificar capitalismo de estado o estalinismo con socialismo, no hubiera tenido el impacto ideológico que tiene contra la clase obrera mundial sin la participación de las burguesías del bloque contrario, es decir del llamado “bloque americano”: mientras los burócratas rusos sometían al proletariado a la mas feroz explotación y represión en nombre de la “defensa de la patria socialista”, las burguesías de occidente con EEUU a la cabeza machacaban sobre el proletariado de sus respectivos países las penurias y los males del “socialismo” y el “comunismo”, proponiendo la democracia como el mejor de los mundos.
Esta misma repartición de tareas la vemos hoy en Venezuela: mientras la burguesía chavista explota al proletariado venezolano en nombre de la “revolución bolivariana” preámbulo al “socialismo del siglo XXI”; los sectores de oposición se encargan de atacar al “castro-comunismo” de los chavistas, para vender las bondades de la democracia. Es decir, unos y otros contribuyen a la confusión y debilitamiento de la conciencia de clase, cuando concuerdan en identificar como “socialismo” o “vía al socialismo” el proyecto de explotación implantado por el régimen chavista.
Esta ideología del “socialismo del siglo XXI” es complementada con otra ideología: la del “antiimperialismo”, mediante la cual se utiliza el genuino rechazo de la población (de Estados Unidos y del mundo) a las sangrientas acciones imperialistas de la burguesía norteamericana, para tratar de colocar al proletariado tras los propios intereses imperialistas de la burguesía venezolana. El sector de la burguesía chavista (al igual que otras burguesías en el mundo), le tratan de sacar provecho a las complicaciones de la burguesía norteamericana en Irak, Afganistán y el Medio Oriente, para hacer ver al proletariado que existe un único imperialismo en el mundo, el de los EEUU; lo que les permite victimizarse y camuflar sus propios apetitos imperialistas (ver artículo ““El antiimperialismo norteamericano”: una consigna al servicio de la burguesía” en Internacionalismo 54). En esta ideología también funciona la repartición de tareas de las facciones burguesas chavistas y opositoras: las primeras expresan un antiamericanismo furibundo utilizando el suministro de petróleo como arma de chantaje, mientras que las otras son mas pro-americanas; pero al final, tanto unas como otras están de acuerdo en defender y fortalecer los intereses de la burguesía venezolana en sus área de influencia natural: El Caribe, Centroamérica y los países andinos (Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador) ; lo que requiere de que la clase trabajadora respalde los planes imperialistas de la burguesía.
…para someterlo a una mayor explotación
Todo este bombardeo ideológico que sin descanso lanza la burguesía, mantiene al proletariado venezolano en la duda y el escepticismo. Este contexto ha permitido al conjunto de la burguesía nacional durante el régimen chavista acentuar los ataques a las condiciones de vida del proletariado, sin que hasta ahora éste haya podido responder con luchas importantes.
El mayor y más significativo de estos ataques ha sido contra los trabajadores petroleros. Mediante la acción coordinada de los sectores chavistas y de la oposición, se logró dar el mayor golpe que ha recibido la clase obrera venezolana: no sólo se logró disminuir la nómina de obreros y empleados (la mitad de los 20000 despedidos después del paro petrolero de 2002-2003 contra Chávez pertenecían a estas nóminas), sino que el gobierno chavista ha logrado, entre otros, un viejo anhelo de la burguesía venezolana: la eliminación del comisariato que desde la época de las transnacionales petroleras permitía a los trabajadores y sus familiares obtener alimentos a menores precios que en el mercado, sustentado en el argumento de que “la calle estaba dura” y que los trabajadores petroleros eran unos privilegiados, que conformaban una “aristocracia obrera” (para mayores detalles ver “Los trabajadores deben romper con las divisiones en su seno” en Internacionalismo Nº 51).
Después de este ataque despiadado contra los trabajadores petroleros en el que se unieron partidos y sindicatos oficialistas y de la oposición, el gobierno chavista ha tenido las manos libres para infligir mayores ataques a las condiciones de vida de los trabajadores activos: congelamiento de la contratación colectiva, incrementos del salario mínimo que no llegan a cubrir el costo de la Canasta Básica Alimentaria, compensaciones de salarios a través de bonos sin repercusiones en el salario real, etc. Los trabajadores que intentan huelgas o paros de actividades para luchar por sus reivindicaciones son chantajeados con la amenaza de despidos masivos; tal como ha sucedido con protestas de trabajadores en el sector salud o de la educación a lo largo del gobierno chavista; como ocurrió recientemente con los trabajadores del Poder Judicial, o de la televisora del estado VTV, a quienes el propio Chávez amenazó con “arrasarlos” tal como hizo con los petroleros.
También las condiciones de vida de los trabajadores, principalmente los del sector público, son atacadas mediante las misiones, cooperativas, empresas cogestionadas o autogestionadas que ha creado el gobierno para el control político y social. Mediante estos órganos, el gobierno chavista ha logrado progresivamente “flexibilizar” la fuerza de trabajo, pues los trabajadores contratados a través de ellos son empleados de manera temporal, sin ningún tipo de beneficio social y la mayoría de los casos devengando menos del salario mínimo oficial. De esta manera la burguesía chavista se da la mano con las burguesías de los otros gobiernos de derecha y de izquierda de la región, que aplican las medidas propias del “neoliberalismo salvaje” al hacer mas precario el empleo y mas brutales las condiciones de explotación. ¡ Esa es la verdadera cara del “socialismo del siglo XXI” ¡ Pero también estos órganos son un instrumento de chantaje contra los trabajadores activos: mediante las misiones y las cooperativas, el gobierno ha ido progresivamente cubriendo los servicios públicos, con el fin expreso de debilitar y chantajear a los trabajadores activos que prestan éstos servicios; amenazándolos con despedirlos y sustituirlos con trabajadores organizados en cooperativas, si amenazan con realizar movilizaciones por sus reivindicaciones. También de esta forma el chavismo intenta confrontar a unos trabajadores contra otros, misiones y cooperativas vs. empleados públicos formales.
Detrás de todos estos ataques a los trabajadores del sector público se oculta una vieja necesidad de la burguesía venezolana: reducir drásticamente la nómina de los empleados públicos. Recordemos que durante el gobierno de Caldera, el entonces Ministro de Planificación de izquierda Teodoro Petkoff, decía que había que reducir en 500 mil la nómina de empleados públicos. Las reiteradas declaraciones de Chávez y sus consortes al denunciar la “contrarrevolución burocrática”, lo que persiguen es denigrar a los empleados públicos para justificar mayores ataques a sus condiciones de vida e incluso despidos masivos.
Pero los ataques de la burguesía contra el proletariado no se detienen allí: el chavismo, gracias al trabajo coordinado entre gobierno y oposición, ha logrado implantar una serie de medidas que en otras circunstancias hubieran generado importantes protestas de los trabajadores y la población: un incremento brutal de los impuestos, dentro de los cuales el IVA que grava con un 14% la gran mayoría de los productos y servicios, mediante el cual el estado recauda mas de la mitad del presupuesto del 2005 (alrededor de 30 billones de bolívares al año, mas de 15 mil millones de dólares); para sólo dar un ejemplo, tabacos y licores han sido pechados con impuestos superiores al 30% en el 2005. Para completar, las leyes que aprueba el parlamento con mayoría oficialista contemplan más impuestos, como el previsto para los gastos de salud que pechará con un 4% a todos los trabajadores: activos, desempleados, jubilados y de la economía informal.
Los ataques al salario y las desmejoras en los beneficios sociales de los trabajadores, unido a las medidas impositivas del estado, así como a su política económica y fiscal que ocasiona tasas de inflación que son las mas alta de los países de la región (del 23% en promedio entre 2003 y 2004) que erosionan mes a mes los salarios, está llevando a millones de trabajadores y sus familias a niveles alarmantes de pauperización: según estadísticas no oficiales, el 83% de los trabajadores (de una fuerza laboral total de 12 millones) percibe el salario mínimo de Bs. 405 mil (unos 180 dólares), mientras la canasta básica de alimentos según el propio gobierno cuesta a la fecha 380 mil bolívares, mientras otros organismo no gubernamentales la ubican alrededor de los Bs. 600 mil bolívares. Ni hablar de los niveles de desnutrición, anemia, pandemias, etc. que han crecido en la población. Aunque el gobierno pretende camuflar las cifras sobre la pobreza para hacerlas coherentes con la mentira de “lucha contra la pobreza”, ésta es inocultable v.
Por otra parte, unido a los alarmantes niveles de desempleovi, la pobreza y la miseria reinante en los barrios obreros, está ocasionando una descomposición social que intenta ocultar la propaganda oficialista, pero que está a la vista de todos en las calles y avenidas: indigencia, niños de la calle, prostitución infantil y juvenil, indígenas que mendigan en las ciudades, etc. Uno de los flagelos que se ha exacerbado durante el régimen chavista es el incremento de la criminalidad: cada semana ocurren alrededor de 100 asesinatos a nivel nacional, la gran mayoría de ellos en los barrios pobres, donde habita un alto porcentaje de la clase trabajadora. El gobierno chavista en su manejo mediático llama a su proyecto, la “revolución bonita”, pero lo que vive la clase trabajadora a diario es el horror del capitalismo en descomposición; es la única realidad que nos puede ofrecer la burguesía, sea ésta de derecha o izquierda.
Los sectores burgueses de la oposición “denuncian” de manera hipócrita que este cuadro dantesco ocurre con un gobierno que cuenta con altos ingresos petroleros. Sin embargo, ha sido una constante que la clase burguesa, cuando tiene los medios, lo que hace es repartir algunas migajas entre la población con el fin de mantener cierta calma social; pero el grueso de la riqueza que extrae de la explotación de la fuerza de trabajo lo destina a sus verdaderas prioridades: enfrentar la crisis capitalista, crear y sustentar los órganos para mantenerse en el poder y para desarrollar su política imperialista contra las otras burguesías; y obviamente, para enriquecerse de la manera mas ostentosa, tal como lo hace la “vieja” burguesía y la “nueva” burguesía chavista.
A pesar de los golpes, la clase amenaza con responder
A pesar de todos los chantajes e intimidaciones a los trabajadores, aunque los “revolucionarios” chavistas los acusen de “burócratas contrarrevolucionarios” no les queda otro camino que luchar contra el deterioro incesante en sus condiciones de vida.
Con mas frecuencia se siente la indignación en las filas de los trabajadores: las protestas de los desempleados por un puesto de trabajo, de los jubilados y pensionados por reivindicaciones acordadas y no cumplidas (como ha sido el caso de los pensionados de SIDOR y de la CVG en la Zona del Hierro), de los médicos, de los trabajadores del Metro, etc.; están latentes las amenazas de lucha de los empleados del sector público de la educación, salud, justicia, etc.
Conciente de que la lucha de los trabajadores es su verdadera amenaza y no los golpes de estado o las invasiones del imperialismo yanqui, el gobierno prepara sus fuerzas de disuasión: los reservistas y los milicianos de la Guardia Territorial, que dependen directamente de la presidencia de la república, quienes tienen como tarea intervenir en última instancia ante “convulsiones sociales”. De igual manera, a nivel de los hospitales y otros entes público, el estado insertado la llamada “contraloría social”, grupos pagados por el gobierno para que sirvan de policías contra los trabajadores.
Pero también concientes que no es muchas veces a punta de represión que se acaba con un movimiento de clase, la burguesía en su conjunto se juega una carta más efectiva a nivel de los trabajadores: la renovación sindical y la disidencia sindical dentro del propio chavismo. De allí los intentos de la CTV, con Froilán Barrios y Alfredo Ramos a la cabeza por tratar de recuperar a la CTV a través de “un nuevo modelo de sindicalismo”; pero sobre todo el ascenso de Machuca, dirigente sindical afecto al chavismo que se perfila como un “líder obrero” no sólo en la zona industrial de Matanzas sino a nivel nacional, promoviendo movilizaciones obreras contra el mismo Chávez como la ocurrida en septiembre pasado. Los trabajadores deben desenmascarar a este traidor de la clase: ante las dificultades reales del chavismo por controlar el movimiento sindical, se le da luz verde a “la disidencia” dentro del propio chavismo para que intente controlar el malestar obrero. De la misma manera que la CTV controlada por Acción Democrática mantenía cierta “oposición” y “distancia” con respecto a los gobiernos adecos de turno, de la misma manera así lo hacen hoy elementos como Machuca, que sin duda sabe hacer muy bien su trabajo de controlar el malestar laboral que generan las medidas de hambre del chavismo; no es por pura casualidad que reciba alabanzas tanto de oficialistas como de la oposición.
Los trabajadores no debemos tragarnos nuestra indignación, ni que ésta quede ahogada en la impotencia como sucede con las constantes manifestaciones de indignación de la población ante el abandono del chavismo ante la criminalidad y el deterioro de los servicios públicos. Los trabajadores no debemos ocultar nuestra indignación ante la pauperización que vivimos junto con nuestras familias, mientras los nuevos ricos del chavismo junto con los viejos ricos del pasado, muestran su nauseabunda riqueza nadando en los petrodólares que obtienen de la explotación de los trabajadores. La burguesía es una clase hipócrita, capaz de derramar lágrimas de cocodrilo por la miseria que viven los pobres tal como lo hace su gobernante de turno Chávez todos los domingos en la TV.
El proletariado, para acabar con la burguesía chavista y de la oposición, debe canalizar su indignación para fortalecer su identidad de clase, la solidaridad entre proletarios y su conciencia de que es la única clase que puede y debe liderar la lucha de los explotados para superar la barbarie a que nos somete el capital.
P. 15-10-05
i Esta opción no se debe descartar, ya que existe cierto maquiavelismo de la burguesía que la lleva a hacer acuerdos tras bastidores, sobre todo cuando las luchas representan una amenaza real contra el orden establecido, situación que no aplica en los actuales momentos.
ii Ver en Internacionalismo Nº 54 “El socialismo chavista: Nueva forma de redistribución de la miseria”.
iii Después de la elección de Chávez en 1998 ha habido 9 procesos electorales, y están anunciados elecciones parlamentarias y presidenciales, en diciembre de 2005 y 2006, respectivamente. Como podemos ver hay una verdadera intoxicación electoral.
iv Durante el régimen chavista el número de cooperativas ha crecido de 890 a 67000 de 1998 a junio de 2005. El Nacional, 11-06-05.
v Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Venezuela bajó del puesto 72 que ocupaba en el 2004 al 75 este año en el Índice de Desarrollo Humano que mide ingresos, esperanza de vida y alfabetización. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística organismo del gobierno ha cambiado el método para el cálculo de la pobreza, lo que le permitió disminuir el número de hogares pobres de 53,1% a 38,5% entre el primer semestre de 2004 y 2005: como vemos el gobierno “socialista” de Chávez está dispuesto a disminuir la pobreza así sea por decreto.
vi Según la Confederación de Trabajadores de Venezuela, de una población económicamente activa de 12 millones, sólo 4 millones tienen trabajo formal, más de 5 millones son trabajadores informales y hay más de 2 millones de trabajadores en desempleo.