Una década reclamando el pago de salarios.
En noviembre de 2008 publicamos en nuestra web[1] [1] una primera aproximación a las luchas que ya desde tiempo atrás llevaban los trabajadores de Afema en Alicante. En ese artículo se reproducía un comunicado de estos trabajadores sobre su situación, en el que, entre otras cosas, los compañeros decían: “Los usuarios (personas con enfermedad mental y sus familias) y los trabajadores de Afema también estamos en crisis. Fruto de la pésima gestión que durante años han hecho los poderes públicos de la salud mental, nuestra situación actual es francamente difícil. Como tantas otras asociaciones Afema es una ONG que gestiona servicios y centros subvencionados públicamente. Servicios destinados a la atención de personas con discapacidad. Las administraciones siempre han pagado poco, tarde y mal, pero en la actualidad la situación es escandalosa. Los retrasos en los pagos y la falta de subvenciones ponen los, ya de por si escasos, recursos para estas personas en riesgo de desaparecer y a los trabajadores en riesgo de perder sus empleos, si bien los trabajadores ya estamos sufriendo dificultades para cobrar nuestro sueldo regularmente con todos los problemas que ello nos acarrea”.
Ya entonces, en los inicios de la crisis, estos sectores más vulnerables comenzaban a sentir los ataques a sus condiciones de vida; tanto como trabajadores, como usuarios. Desde entonces la situación no ha hecho más que pudrirse en el tiempo, enquistarse hasta acabar, como exactamente anunciaban ellos mismos, mediante un ERE por el que se despiden a 11 compañeros[2] [2]. Después de más de diez años de sacrificio y de defensa de sus condiciones de vida, diez años en los que han tenido que pelear sencillamente por el cobro de sus salarios, la administración obliga a llevar a cabo despidos y precisamente cuando está a cargo de quienes se presentan como de izquierdas o cuando menos se han mostrado como defensores de los derechos de los más desfavorecidos.
En el citado artículo titulado “Trabajadores de Afema en lucha: una experiencia a retomar por lo demás trabajadores” también señalábamos lo que a nuestro juicio eran elementos positivos en los planteamientos de lucha de los compañeros de Afema, expresando además la necesidad de que otros trabajadores se dotasen de experiencias de lucha similares. En concreto señalábamos los siguientes elementos: -los compañeros planteaban su lucha buscando unidad tanto entre trabajadores como con familiares y usuarios –su combate no lo entienden como propio de su empresa o sector sino que es común a todos los trabajadores -su organización es a partir de asambleas abiertas a todos, con un llamamiento a la comunidad de ideas y de lucha recuperando experiencias recientes de trabajadores como en Vigo 2006[3] [3] – los compañeros han expresado siempre su solidaridad y apoyo a otros trabajadores y han tenido la claridad, como después han demostrado los hechos, de comprender que sin extensión de la lucha no hay posibilidad de victoria.
Después de diferentes luchas y movilizaciones reclamando el pago de sus salarios y buscando la unidad con trabajadores de otros sectores y lugares, al final se han impuesto los recortes y el ataque a estos trabajadores. Lo que también resulta evidente es que al mismo tiempo los despidos tienen un contenido de represalia hacia estos trabajadores por su larga resistencia y por querer organizarse al margen de maniobras sindicales. Esta cuestión y el temor por parte de la administración a que pudieran extenderse sus reivindicaciones, temor en el que están presentes los peligros que para el Estado suponen las movilizaciones como las que tuvieron lugar al principio del 15M[4] [4], ha sido lo que ha impedido que esta misma solución fuera impuesta años antes. Lo que resulta significativo es que se haya llevado a cabo con la izquierda en el gobierno de la comunidad autónoma y sirve de anuncio a los ataques, que, contra las condiciones de vida del proletariado, está preparando el capital ante la ya más que anunciada agravación de la crisis. La experiencia nos demuestra que la izquierda en el poder es la encargada de llevar a cabo ataques contra la clase obrera que se organizan de tal forma que crean divisiones en el seno de los trabajadores con una perfidia y retorcimiento difícil de llevar por partidos de la derecha.
A nosotros nos parece un esfuerzo digno de mención el combate que ha estado llevando este reducido grupo de trabajadores procurando hacer causa común con el resto de trabajadores justo en medio del vacío social generalizado a. El desconcierto y la frustración de los últimos meses en los compañeros, les ha llevado a acciones de protesta carentes de profundidad y en ocasiones en los terrenos que siempre han considerado inútiles, si bien es la desesperación la que se impone. En uno de sus últimos comunicados del pasado mes de diciembre expresaban así su frustrante situación: “Los Trabajadores de Afema, tras años de lucha e intentos por salvaguardar nuestros derechos y los servicios de la red de salud mental que Afema ofrece en Alicante; Tras años de retrasos reiterados en el pago de nuestros salarios; Tras 4 años cobrando un 10% menos de nuestro sueldo y trabajando con motivación y buena voluntad para que los recursos de Afema se mantuviesen, nos encontramos ante una nueva situación que agrava nuestra realidad laboral. En las últimas semanas nos han comunicado, desde la Junta Directiva de Afema, la intención de proponer un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que afecta a 11 trabajadores de la entidad y supone la suspensión de parte de los servicios que ofrece la Asociación en la actualidad, que dejaría sin atención a buen número de usuarios y familiares. Durante los últimos meses, los Trabajadores de Afema hemos llevado a cabo una huelga (mes de octubre), numerosos actos reivindicativos, reuniones con Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas y Ayuntamiento de Alicante ante la situación de impago de 5 meses. También hemos intentado negociar con la Junta Directiva de Afema, en numerosa ocasiones, para poder llegar a un acuerdo que conllevara un plan de pago a los trabajadores; negociación que no llegó a producirse ante la falta de voluntad de la Junta Directiva ..”. Este intento de negociación con empresa y administración tuvo su respuesta en el despido de los trabajadores y en el más que seguro cese de muchas de sus prestaciones. Al final del comunicado expresaban sus demandas, que eran prácticamente las mismas de una década antes:
“Por todo lo expuesto, los Trabajadores de Afema pedimos con urgencia:
1.- retirada de la propuesta de ERTE y negociación de otras medidas alternativas menos drásticas.
2.- pago de la deuda a los trabajadores.
3.- No a la suspensión de servicios.
4.- Intervención y auditoría externa de las cuentas y gestión de Afema por parte de la
Administración de inmediato.”
¿Qué podemos concluir de la experiencia de lucha de los trabajadores de Afema?
Podríamos preguntarnos para qué nos sirve luchar según los medios propios del proletariado si acabamos igualmente en la derrota. Pero a nuestro entender la pregunta está mal planteada y debemos reflexionar sobre cómo estos compañeros han sido capaces de mantener una lucha consciente durante más de una década.
Para comprender lo que esto significa debemos tener en cuenta la realidad de la actualidad social que muestra un capitalismo en descomposición[5] [5] marcado por la cosificación de todos los aspectos de la vida cotidiana y de nuestras relaciones y modo de vida que reflejan esa competencia ciega, descarnada, que parte de la atomización individualista, en el cada uno a la suya, y además marcado por una ausencia de futuro y de perspectiva que hacen mucho más difícil que en el pasado la expresión de la solidaridad y la unidad de los trabajadores. La crisis económica de la última década ha sido encarada mediante constantes ataques a los trabajadores, llevados a cabo en nombre de la “economía nacional” y una supuesta futura recuperación que nunca llega. Y no llega porque no puede llegar, porque la recuperación de la economía es posible solo porque son los trabajadores como los de Afema los que pagan con sus puestos de trabajo o con salarios de miseria la continuidad del sistema capitalista. Si a esto unimos el hecho de que el proletariado está completamente ausente y no da muestras de su identidad y fuerza, más allá de mínimas expresiones que solo sirven para constatar su existencia, como resultado de un profundo ataque ideológico iniciado con la contrarrevolución misma y en particular desde 1989 y todo ello en unas condiciones sociales en descomposición donde las actitudes morales, los principios, la claridad reflexiva, la empatía, la conciencia de ser portador de un porvenir, etc., están completamente ausentes.
La lucha de los trabajadores de Afema por el cobro de sus salarios se ha llevado a cabo en este medio social en descomposición donde sus llamamientos a la unidad y a la extensión de la lucha chocan con el “sálvese quien pueda” en una dinámica general de hundimiento y pérdida de principios, donde el proletariado tiene que realizar esfuerzos aún mayores en su toma de conciencia[6] [6].
Uno de los elementos presentes desde el inicio de sus luchas ha sido la necesidad de expresar la unidad a otros trabajadores en lucha[7] [7] y transmitirles su solidaridad.
“La experiencia histórica nos muestra como el proletariado sin los lazos fraternales y solidarios que le caracteriza, para sostenerse unos a otros en todas sus luchas por su emancipación, es castigado con la derrota de esas luchas aisladas” (K. Marx. “Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores -AIT”, 1864).
Por todo ello las luchas de Afema forman parte de las condiciones de lucha del proletariado y en ese sentido son una contribución al proceso general de la clase. Resultado de las condiciones actuales en las que se mantiene el capitalismo y de la relación de fuerzas entre las clases se confirma lo que venimos denunciando en nuestra prensa y que es el paro, el sufrimiento creciente para los trabajadores y la ausencia de perspectiva.
La lucha de los trabajadores de Afema forma parte de las luchas reivindicativas en la situación histórica actual expresa una rebelión contra la lógica de la producción capitalista. Esta pide a los obreros que sacrifiquen sus necesidades humanas a los imperativos de la acumulación y de la guerra imperialista, al interés nacional del capital. La lucha reivindicativa reclama que la producción sea para la vida, la reivindicación de un mundo donde las necesidades humanas sean la guía de toda actividad social, uno de los pilares del comunismo: la plena satisfacción de las necesidades de todos los seres humanos en la comunidad humana mundial. Esa lucha expresa no sola la reivindicación de unas necesidades sino la idea de que no es posible una sociedad donde lo que se sacrifica son las condiciones de la clase obrera. En “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, Engels recuerda: “¿por qué los obreros van a la huelga si es evidente la ineficacia de la medida? Pues, sencillamente, porque deben protestar contra la reducción de salarios e incluso contra la necesidad de la reducción, porque deben explicar que ellos, como hombres, no tienen que plegarse a las circunstancias, sino que muy al contrario, las circunstancias deben plegarse a ellos, que son seres humanos; porque su silencio equivaldría a una aceptación de esas condiciones de vida, una aceptación del derecho de la burguesía a explotarlos durante los períodos económicos favorables, y a dejarlos morir de hambre en los períodos malos” (pag 306) Como decía una de nuestros camaradas en un debate sobre la lucha de Afema “Caer en el sentimiento de derrota es la peor de las derrotas frente a ello solo cabe ser capaces de comprender la realidad. Lo demás son falsas salidas. La primera manifestación de la derrota es la no expresión de la solidaridad, el esconderse, el culpabilizar etc.. son estas las expresiones de la derrota, pero además conforman el sentimiento de entrega con el que se partirá en la siguiente lucha para ser nuevamente derrotados. Solo hay una salida. Comprender las condiciones de la lucha en la actualidad: sin profundidad y extensión de la lucha mediante la unidad no hay posibilidad de victoria; sin solidaridad y apoyo la derrota es completa y un lastre más grande para futuros combates en cualquier parte de la clase. “
En el periodo actual toda lucha reivindicativa necesita convertirse en lucha política por una serie de razones que es preciso considerar: 1) No enfrenta un patrono aislado, aunque a veces esa es la apariencia que tiene delante de sus ojos, sino el conjunto de la clase capitalista parapetada detrás del Estado con todo el arsenal que este dispone: partidos, sindicatos, policía, jueces, medios de comunicación etc.; 2) La crisis creciente de la economía capitalista impide conceder las reivindicaciones o bien si estas son concedidas, el Estado mediante sus “políticas económicas de reforma” las elimina de forma encubierta; 3) La situación de descomposición social con las divisiones, pérdida de identidad de clase, abyección moral etc., que provoca, obligan a los trabajadores a recurrir a la solidaridad y otras fuerzas morales y, globalmente, a plantearse una politización, si no quieren verse humillados y derrotados sin paliativos. En las condiciones antes descritas, la lucha consecuente por las reivindicaciones planteadas obliga a una reflexión que lleva a concluir que la más tímida de las reivindicaciones necesita finalmente una movilización y un planteamiento políticos. Eso intimida mucho y hace que las luchas no logren estallar, lo que tiene un efecto de círculo vicioso: se hace muy difícil entrar en lucha porque la más mínima reivindicación requiere un desproporcionado esfuerzo político y esto intimida tanto que finalmente no se lucha y la frustración se acumula. Otra conclusión, es que a pesar de la descomposición social y de las dificultades añadidas del proletariado para reconocerse solo la extensión de la lucha hace posible enfrentar al capital. La solidaridad y la confianza en sí mismos son los elementos sobre los que los trabajadores construyen su unidad.
Solidaridad y preparación de futuras luchas
Somos conscientes de las dificultades enormes que hoy tienen las luchas obreras para estallar y manifestarse. Los compañeros de Afema, pese al ejemplo que han dado, no han podido superar ese muro muy difícil de derribar y ello lo han pagado muy caro con despidos, miseria, sentimiento de humillación y e igualmente una sensación de impotencia, una frustración también, porque trabajando con seres humanos de carne y hueso, no disponen de medios para darles el servicio que necesitan. Sentimos hacia ellos, una solidaridad y también una profunda indignación por todo lo que han sufrido.
Se hace necesario sacar lecciones y este artículo es una primera aproximación en ese sentido. No pretende ofrecer respuestas fáciles, de aplicación inmediata, más bien, conscientes de la dificultad, su propósito es plantear un debate que ayude a comprender como deberá ser la lucha futura del proletariado, tanto en el plano económico como en el político.
En luchas pasadas, trabajadores interesados en sacar lecciones de las luchas, se reunión en grupos de discusión[8] [8],. Este puede ser un medio eficaz de preparar luchas futuras. Este esfuerzo necesita tomar en cuenta, no solamente las condiciones más inmediatas de la lucha sino el conjunto de la situación histórica en todos los planos (económico, política, moral etc.). No es sencillo, sin embargo, los revolucionarios nos volcamos en él y apoyamos toda tendencia en esa dirección.
[1] [9] /content/2399/trabajadores-en-lucha-de-afema-alicante-una-experiencia-retomar-por-los-demas [10]
[2] [11] La Generalitat Valencia esta presidida por Ximo Puig del “PSPV” y la vice-presidencia está a cargo de Mónica Oltra miembro de “Compromís” formando un tripartito de gobierno junto con “Podemos”. Además de Vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra es titular de la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas, entre otros cargos, y por tanto la responsable directa de las reivindicaciones de AFEMA. Su consellería de “políticas inclusivas”, la Conselleria de Sanitat a cargo de Carmen Monton, junto con el bloque en gobierno son quienes despiden a estos trabajadores y continuan los ataques a las condiciones de vida de todos los trabajadores valencianos, lo que pone una vez más en evidencia que las condiciones de los trabajadores están dictadas por las exigencias del capital y que el Estado o sus formas de gobierno, sean del color que sean, solo son los encargados de poner en práctica este sometimiento.
[3] [12] Ver Huelga de metal en Vigo: los métodos proletarios de lucha, /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha [13]
[4] [14] Para un balance de la lucha del 15 M, también conocida como movimiento de indignados, ver El 15 M cinco años después, /content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues [15] ; y 2011: de la indignación a la esperanza, /content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza [16]
[5] [17] Véanse nuestras Tesis sobre la Descomposición: /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [18]
[6] [19] Sobre las características y condiciones de la descomposición del sistema capitalista pueden verse los puntos 7 y 8 de nuestras “Tesis sobre kla descomposición en la Revista Intenacional nº 117
[7] [20] Puede verse , por ejemplo, el llamamiento y el comunicado hecho llegar a los trabajadores en Vigo y en Langreo: https://es.internationalism.org/book/export/html/2602 [21]
[8] [22] Ver, por ejemplo, nuestro artículo La organización del proletariado fuera de los periodos de luchas abiertas, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201211/3556/la-organizacion-del-proletariado-fuera-de-los-periodos-de-luchas-a [23]
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En Valencia se han visto carteles que denuncian: “Podemos ha traicionado el 15 M”, “Podemos no nos representa”. Desconocemos quien haya podido escribirlos, ¿se trata de ex militantes decepcionados por la guerra salvaje que han protagonizado los dos grandes jefes, Iglesias y Errejón? ¿Mostrarían una toma de conciencia en defensa de los atisbos proletarios que tuvo el movimiento 15 M?[1]
No sabemos. Lo que sí tenemos claro, sin embargo, es que la pugna que se ha visto en la “Asamblea Ciudadana” de Vistalegre 2 es otra prueba más de la naturaleza capitalista de Podemos. Podemos es enemigo del proletariado y de la humanidad, con la misma saña que la Derecha que dice denunciar[2].
En el capitalismo decadente -desde hace más de un siglo este sistema está en decadencia[3]- el Estado -tanto si se basa en un régimen de partido único como si se presenta bajo la máscara democrática- es en realidad una dictadura totalitaria[4] y esto necesita que tanto el gobierno o la jefatura del Estado, como la estructura de los partidos estén bajo el mando de un individuo al que se le confían todos los poderes. La guerra entre los diferentes aspirantes a la cumbre de esa pirámide suele ser a muerte. El cónclave de Vistalegre 2 tenía como máximo objetivo dilucidar quién iba a ser el nuevo faraón del partido: ¿Iglesias o Errejón? Y para ello han empleado toda la artillería necesaria: ataques personales, insultos, maniobras sórdidas, repentinos cambios de alianzas, chantajes, órdagos...
Esa guerra de jefes es la práctica habitual de todos los regímenes políticos y de todos los partidos. Para afianzar su poder personal, Franco se deshizo de todos los rivales que se cruzaron en su camino. Empezó con el general Mola, eliminado por un oportuno accidente de aviación; sacrificó a su cuñado Serrano Suñer, al falangista Hedilla o al ultra Muñoz Grandes. En el Frente Nacional francés, la señora Le Pen ha llegado hasta el parricidio político de liquidar a su propio padre. En el PSOE Felipe González defenestró a su “amigo del alma”, Guerra, y dejó pudrirse en la cárcel a un fiel colaborador en las tareas sucias, como Roldán. ¡No hablemos de la siniestra batalla campal que están librando el trío Díaz, Sánchez, López, por el mando del PSOE![5] Rajoy llevó una sangrienta lucha por el poder en el congreso de Valencia con la baronesa Aguirre.
Las purgas de Stalin o la noche de cuchillos largos de Hitler, se reproducen a todas horas en los partidos burgueses. Aparentemente se trata de métodos más pacíficos pues nadie acaba delante de un pelotón de fusilamiento, sin embargo, la aniquilación moral de los rivales, la infamia pública, el ostracismo, las intrigas, los golpes bajos, significan en muchos casos la muerte en plena vida.
En los partidos burgueses la verborrea sobre los ideales o el bien público, etc., encubre dos objetivos: por un lado, la defensa del interés nacional del Capital en contra de la clase obrera y de la gran mayoría. Y, en segundo lugar, la promoción de intereses de fracción o de clan, dentro de los partidos, que se alinean detrás de un líder carismático, el cual, a su vez, juega con sus intereses propios.
En la guerra entre Iglesias y Errejón se ha hablado mucho de los “entornos” de cada cual. Ambos aparecían a veces abrazados delante de las cámaras (el abrazo del oso) cuando probablemente en ese mismo momento, alguno de sus adeptos estaba incendiando las redes sociales contra el otro. Se jugaba el reparto del poder y de las prebendas ligados a él, a menudo, esa pugna siniestra ha ido demasiado lejos, creando situaciones conflictivas que han desestabilizado el partido o han creado heridas que pasarán factura con posterioridad.
En todo caso, tanto el interés general del capital español, como los intereses de clan a la sombra del “Amado Líder” expresan intereses propios de la minoría explotadora, es decir, de la clase capitalista. Intereses exclusivos y excluyentes que pertenecen al Capital y participan de un sistema de explotación y opresión que provoca la miseria de la mayoría para conseguir que la acumulación capitalista siga su curso.
Se trata, en concomitancia con lo anterior, del modo de funcionamiento y la moral de una clase que utiliza grandes palabras -solidaridad, tolerancia, derechos- para esconder sus designios egoístas.
Los partidos de la burguesía, sea cual sea su color, son organismos del Estado Capitalista, esa máquina burocrática, fría e impersonal, que defiende la marcha de los negocios capitalistas y los “asuntos particulares” del personal político al servicio del capital.
Ese conglomerado de aparatos políticos, judiciales, policiales, económicos, religiosos, culturales etc., que Iglesias llamaba “La Casta” antes de ser acogido por ella, es, en realidad, la estructura de defensa y organización del Capital, la fusión entre la burguesía clásica -propietaria de los medios de producción- y el Estado para formar el capitalismo de Estado que es el modo de existencia del capitalismo en su decadencia.
En el 15 M se decía que “no hay pan para tanto chorizo”, con la agudización de la crisis capitalista el margen de ganancia tiende a reducirse, mientras que, por el otro lado, son cada vez más los aspirantes a repartirse la tarta obtenida de la explotación de los obreros. Eso endurece los conflictos por el control de los partidos, por el botín que la clase capitalista deja en manos de sus perros falderos (los PP, PSOE, Podemos, C’s…). En el estanque de aguas pútridas y turbulentas que es cada partido no hay sitio para dos cocodrilos, uno de los dos tiene que perecer, en el caso de Podemos, el perdedor ha sido ese individuo con cara de empollón repelente llamado Errejón.
Un factor no menos importante de agudización de las tensiones es el proceso de descomposición social, ideológica y política del capitalismo que provoca “la increíble corrupción que está aumentando, prosperando en los aparatos políticos, la oleada de escándalos en la mayoría de los países”, en un contexto general donde “la falta de la menor perspectiva (si no es la de ir parcheando la economía) hacia la cual pueda movilizarse como clase, y cuando el proletariado no es todavía una amenaza de su supervivencia, lleva a la clase dominante, y en especial a su aparato político, a una tendencia a una indisciplina cada vez mayor y al sálvese quien pueda”[6]. La irresponsabilidad, la ausencia de una mínima lealtad, el “todo vale”, han alcanzado tales proporciones en la “Asamblea” Ciudadana de Podemos que, según El Confidencial, “Responsables de seguridad de la formación liderada por Pablo Iglesias [27] solicitaron esta semana en una reunión con la Policía Nacional que enviara agentes a su II Asamblea Ciudadana Estatal [28], que se desarrolla este fin de semana en el Palacio de Vistalegre de Madrid, para garantizar que no se produzcan enfrentamientos entre las facciones del partido que están peleando por controlarlo. Querían que hubiera efectivos en el interior del recinto para que pudieran frenar inmediatamente cualquier posible altercado”.[7]
La prensa de derechas ha hablado mucho de “pablismo-leninismo”. Iglesias se ha quejado de una conspiración de los medios de comunicación contra él y contra Podemos, sin embargo, no ha desmentido para nada esa acusación de “leninismo”
Desde hace muchos años se ha convertido en un tópico hablar de “leninismo” para caracterizar esas prácticas sórdidas que Podemos ha exhibido con tanta generosidad.
No es objeto de este artículo defender a Lenin de la amalgama que ha hecho siempre la burguesía entre él y Stalin, quien fue el que aplicó estos métodos repugnantes para liquidar la revolución de octubre en Rusia[8].
Sin embargo, lo que queremos mostrar son dos cosas. Primero que llaman “leninistas” son en realidad la práctica de todos los partidos burgueses sin excepción, tanto de derechas como de izquierdas, tanto populistas como anti-populistas. Segundo, que en una organización proletaria esas prácticas no se pueden admitir, se deben combatir de manera intransigente, pues, si son letales para una organización proletaria.
El lubricante que engrasa la máquina de un partido burgués son las intrigas, los golpes bajos, la hipocresía, las maniobras en la oscuridad, las decisiones burocráticas, las relaciones de fuerza… En los partidos burgueses actuales el pelotón de fusilamiento o la tortura -práctica habitual de nazis o estalinistas- ha sido sustituido por los procesos judiciales por corrupción, las campañas públicas en la prensa o en Internet, el espionaje generalizado, el ostracismo por caída en desgracia, las humillaciones delante de las cámaras etc.
Lo que en los partidos burgueses se llama “debate” es en realidad una guerra sucia de insultos, acusaciones, trampas insinuaciones, denuncias, un asqueroso espectáculo que convierte algo tan necesario para la humanidad como la discusión -la cultura del debate[9]- en un combate de boxeo donde no se trata de convencer sino de aplastar.
En una organización proletaria, en cambio, debate es debate. Se busca convencer, se intenta lograr entre todos, una claridad compartida. No se trata de ganar sino de buscar la verdad. No hay vencedores ni vencidos, lo único que se gana es un avance en la conciencia de clase del proletariado. Se intercambian análisis y argumentos, no mentiras o ataques. El debate es un medio para alcanzar la comprensión de las necesidades inmediatas e históricas de la lucha proletaria y de los problemas generales del mundo. En una organización burguesa el acuerdo es el resultado de diplomacias, alianzas contra-natura, intrigas; en una organización proletaria el acuerdo es el fruto de la clarificación, de una discusión intensa, de una decantación. En una organización burguesa los acuerdos se firman para obtener ventajas y se rompen en cuanto uno de los “socios” puede imponerse al otro[10]. En una organización proletaria los acuerdos son la base de la convicción, de la lealtad, de la unidad.
En una organización proletaria se necesita la confianza y la solidaridad, en una organización burguesa la desconfianza y la guerra de todos contra todos. En lo único que están unidos es contra el proletariado y en los cambalaches que se montan para repartirse algún botín conquistado mediante la corrupción y el amiguismo, esta última unidad vuela en pedazos en cuanto alguno de los compinches quiere más o se siente postergado, lo que, a menudo, le impulsa a tirar de la manta.
Si una organización proletaria deja entrar la intriga, la calumnia, las habladurías, la confianza se destruye y con ello la organización ya no puede funcionar. Una organización burguesa se basa en la desconfianza y todo lo que acarrea: los chismorreos, la mentira, el doble lenguaje y la doble moral, las conspiraciones. Como decía Churchill “hay amigos, enemigos y compañeros de partido” pues no te puedes fiar ni de tu propia sombra.
En una organización proletaria la solidaridad es imprescindible. En una organización burguesa es lo contrario: la insolidaridad, el ataque a los “amigos” sin ningún escrúpulo, la ruptura inesperada con los “aliados” cuando se logra pillarlos por sorpresa o cuando se han reunido las fuerzas propias necesarias para deshacerse de ellos.
Un partido burgués es un fiel reflejo de la sociedad actual cuyo fundamento es la competencia, el cada uno a la suya, el quítate tú para ponerme yo, la carrera por repartirse los cargos. Una organización proletaria tiene que llevar una dura lucha para vivir según la confianza, la solidaridad, el respeto mutuo, el trabajo asociado… Estos principios son los de la lucha del proletariado y los que regirán la sociedad comunista que aspira a crear. La vida de una organización revolucionaria tiene que estructurarse según el porvenir revolucionario, la vida de un partido burgués se rige por el pasado y el presente reaccionarios.
Una de las fuentes del populismo de derechas actual[11], protagonizado por Trump, Le Pen etc., es el asqueo generalizado ante el espectáculo denigrante que nos dan “los políticos”, de los que las guerras de PSOE y Podemos, constituyen muestras vomitivas. Este escándalo permanente lleva a muchos proletarios a rechazar la política y, peor aún, a creer que los males del mundo -el desempleo, la miseria etc.- serían causado por “minorías malvadas”: por arriba estarían los políticos, los financieros, los corruptos, pero, por abajo, habría los emigrantes, los extranjeros, los inadaptados…
Esta visión, que se basa en la simplificación y la búsqueda de culpables, se opone frontalmente a la explicación científica e histórica del marxismo que ve en la evolución de los modos de producción, las contradicciones entre las relaciones sociales y el desarrollo de las fuerzas productivas, la lucha de clases, los factores determinantes de los problemas, pero también de las soluciones.
El proletariado y sus minorías más avanzadas deben rechazar y combatir estos subproductos intelectuales del orden capitalista. Por un lado, los partidos y gerifaltes populistas son tan corruptos, cínicos y manipuladores, como sus rivales de “la casta”. Trump ha convertido “su” partido en un cementerio, purgando a unos, presionando a otros, desprestigiando a golpe de Twitter a los rivales molestos. En el Frente Nacional de Le Pen reina una disciplina de hierro y una dinastía incombustible que nada tiene que envidiar a sagas familiares como la de Corea del Norte o de Siria.
Pero, lo más importante es que frente a la barbarie, cinismo, corrupción y manipulación propios de la política burguesa, es posible y necesaria una política de clase proletaria, aunque construirla es duro y difícil y llevará un largo camino lleno de obstáculos. Como decíamos en la hoja internacional de balance de los movimientos de indignados, en ellos se dio “los primeros pasos para que aparezca una verdadera política de la mayoría, alejada del mundo de intrigas, mentiras y turbias maniobras que caracteriza la política dominante. Una política que aborda todos los sujetos que nos afectan, no solo la economía o la política, sino igualmente la destrucción del medio ambiente, la ética, la cultura, la educación o la sanidad”.
En los enfrentamientos entre partidos burgueses o al interior de cada uno de ellos, hay conflictos de camarillas ansiosas de conquistar las palancas de mando. Sin embargo, hay también opciones políticas, orientaciones tácticas y estratégicas. Errejón defendía una “transversalidad”, palabreja detrás de la cual se escondía una política más parlamentaria y menos callejera, una tentativa de abrirse a sectores más conservadores. Esta orientación contenía el peligro de convertir a Podemos en un PSOE-2, lo cual podía llevarlo a verse fagocitado por el PSOE[12].
De ahí, que la política más “radical” de Iglesias consistente en una combinación “parlamento – calle” parece más realista para preservar el perfil particular de Podemos y afianzarlo frente a los “aliados” que tiene: IU, las “mareas”, los “Ahora Madrid”, los “Barcelona en común” etc. Estos “aliados” no son precisamente muy de fiar. Son todos estalinistas experimentados reconvertidos en toda clase de “organizaciones de base apartidistas”, muchas de ellas manipuladas en la sombra por un viejo estalinista, Julio Anguita.
También este “radicalismo”[13] permite a Podemos continuar una obra muy necesaria para la burguesía: desfigurar totalmente el movimiento 15 M, presentarlo como un movimiento democrático, ciudadano, anti-corrupción, contra el bipartidismo etc., enterrando bajo tierra todo lo que lo tuvo, aunque débil, de proletario.
Smolni 060417
[1] Para un análisis del movimiento 15 M ver 2011: de la indignación a la esperanza, /content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza [16] ,y El 15 M 5 años después, /content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues [15]
[2] Sobre la naturaleza de Podemos ver: Podemos, un poder del Estado capitalista, https://es.internationalism.org/cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [29]
[3] Ver nuestro folleto La decadencia del capitalismo.
[4] Un eslogan muy acertado que se gritaba en el movimiento de indignados era: “Le llaman democracia y no lo es, es una dictadura y no se ve”.
[5] Ver ¿Qué le pasa al PSOE? https://es.internationalism.org/revista-internacional/201611/4182/que-le-pasa-al-psoe [30]
[6] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [18]
[7] Ver https://www.elconfidencial.com/espana/2017-02-11/asamblea-podemos-vistalegre-policia-acto-de-alto-riesgo_1329876/ [31]
[8] Hemos argumentado nuestra denuncia de la amalgama entre Lenin y Stalin, entre la revolución rusa y el régimen de capitalismo de Estado que se levantó en su nombre en numerosos documentos, entre otros: en El estalinismo aún despide su hedor contrarrevolucionario en https://es.internationalism.org/cci-online/201302/3644/el-estalinismo-aun-despide-su-hedor-contrarrevolucionario [32]
1989-1999 - El proletariado mundial ante el hundimiento del bloque del Este y la quiebra del estalinismo en https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1151/1989-1999-el-proletariado-mundial-ante-el-hundimiento-del-bloque-d [33]
[9] Ver una denuncia de los debates electorales en Debates electorales, lo contrario de un verdadero debate, https://es.internationalism.org/cci-online/200802/2185/debates-electorales-lo-contrario-de-un-verdadero-debate [34] . Para un análisis teórico más general e histórico, ver La cultura del debate, un arma de la lucha de clase, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2088/la-cultura-del-debate-un-arma-de-la-lucha-de-la-clase [35]
[10]Un ejemplo entre muchos: Pedro Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE apoyado por “Sultana” Díaz y, en cambio, ahora son enemigos irreconciliables.
[11] Ver La Elección de Trump y el derrumbe del orden capitalista mundial, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201703/4201/la-eleccion-de-trump-y-el-derrumbe-del-orden-mundial-capitalista [36] y también, Contribución sobre el problema del populismo, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201610/4178/contribucion-sobre-el-problema-del-populismo-junio-de-2016 [37]
[12] No olvidemos que el PSOE tiene una gran experiencia en absorber sectores de otros partidos. En la transición, muchos franquistas de segunda fila se apuntaron al PSOE que era llamado “la lavadora” por la “limpieza democrática” que otorgaba a fascistas de toda la vida que llegaban a sus filas. Después, en 1982, se llevó una parte de la extinta UCD (el grupo de Fernández Ordoñez) y, sobre todo, más de la mitad de los cuadros del PCE, engrosaron el aparato de PSOE, terminando por el propio Carrillo, incombustible secretario general, que acabó volviendo a la “casa madre” de la que había salido en 1934, traicionando a su propio padre, Wenceslao Carrillo.
[13] En la ideología burguesa y si nos dejamos guiar por la prensa y lo que se llama el “sentido común”, ser “radical” es ser violento, agitador, iconoclasta, rebelde. Sin embargo, ese no es el verdadero sentido que le da el marxismo: “Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo” (Marx: Crítica de la filosofía del derecho de Hegel)
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INTRODUCCION DE LA CCI
Publicamos una contribución de un compañero muy próximo a nuestra organización, dedicada a defender la necesidad de una moral y de unos principios organizativos en el proletariado, en general, y en los grupos de la Izquierda Comunista, en particular.
Contra el cinismo del “todo vale”, el proletariado necesita una moral. Una moral distinta y opuesta de la moral burguesa o de la moral religiosa. Frente a la hipocresía de los buenos deseos (solidaridad, tolerancia, respeto) o frente a la moral sin escrúpulos del pragmatismo, el proletariado y sus organizaciones necesitan una moral de solidaridad, confianza, respeto mutuo, búsqueda en común de la verdad… En concreto, una organización revolucionaria no es solamente programa, su existencia se basa en la unión coherente de programa, moral y principios organizativos. El proletariado lucha por una sociedad sin estado y tal objetivo no puede realizarse afianzando el monstruo del Estado. El proletariado lucha por una sociedad en comunidad y este fin no puede alcanzarse mediante el seguidismo ciego de jefes carismáticos. El proletariado aspira a una sociedad regulada conscientemente por la acción humana y esto no puede brotar de la mentira o la calumnia[1] [39].
El marxismo no se resume exclusivamente a su programa político
Uno de los objetivos principales que este texto se pone por delante es el de demostrar, o al menos contribuir a la demostración, de que tan importantes y esenciales como son las posiciones políticas históricas del marxismo, su desarrollo y la necesidad de que la organización revolucionaria se dé un programa en consecuencia con ese desarrollo, el marxismo no se reduce a ello.
La época histórica que atravesamos y las peculiaridades que pone sobre la mesa para con nuestra clase no son casuales en ese sentido. El proletariado, la única clase que ha podido orquestar un pensamiento y acción conscientes para transformar la sociedad humana moderna de forma revolucionaria, ha sufrido un trauma horrendo, una ruptura histórica que ha cortado el cordón umbilical que une (o mejor dicho, debió haber unido) a las generaciones actuales de obreros con la rica vida política, organizacional, moral y cultural que vivieron muchos de los antepasados de su clase.
Debido a la larga noche de la contrarrevolución que siguió a la derrota de la revolución mundial y el ascenso del estalinismo, a la formación de su corifeo trotskista tras la degeneración de la Oposición de Izquierda[2] [40] y a la Segunda Guerra Mundial, el proletariado se ha visto separado físicamente de su tradición organizacional pasada. No sólo ha sufrido la importantísima derrota traumática de ver identificada su propia causa con la del protagonista de su destrucción en los años 20[3] [41], sino que todas las nociones que un movimiento obrero que hoy no existe albergaba, de forma inconsciente, sobre la moral entre proletarios, sobre las relaciones entre los militantes dentro de una organización proletaria y la defensa de una perspectiva organizacional, se han perdido bajo el peso abrumador de la contrarrevolución del siglo pasado, al que se le suma el de la descomposición y la desintegración paulatina de las mismas bases de la vida humana en comunidad que ésta trae.
Todo esto no sólo pone por delante a los revolucionarios la importante tarea de llevar un debate internacional, histórico, sobre las muchas lecciones que el proletariado necesita retomar y aprender de lo que le pasó (sobre la dictadura de clase, sobre el Estado, sobre el Partido...) sino que impone tomar en consideración algo esencial: ya no basta con el programa político para la minoría revolucionaria del proletariado; si ésta quiere sobrevivir y no implosionar tarde o temprano, debe aclarar las condiciones en las que militan los militantes, en las que se relacionan entre ellos y con la organización y en cómo ésta en su conjunto armoniza sus esfuerzos, resuelve las diferencias y da forma a la manifestación de sus principios. Es decir, debemos aprender qué es la dimensión moral de la lucha del proletariado y en qué consiste verdaderamente la lucha por una organización.
¿Existe o ha existido de veras una moral proletaria?
``Las nociones de bien y mal han cambiado tanto de un pueblo a otro y de una época a otra que a menudo han llegado incluso a contradecirse (alguien podrá sin duda replicar que el bien no es el mal ni el mal el bien, y que si se confunden el bien y el mal se suprime toda moralidad y cada cual puede hacer o dejar de hacer lo que quiera.) Esta es también la opinión del señor Dühring, en cuanto se le quita todo el estilo sentencioso de oráculo.
No obstante, la cuestión no es tan fácil de liquidar. Si tan sencilla fuera, tampoco habría discusión sobre el bien y el mal, todo el mundo sabría lo que son el bien y el mal. Pero ¿cuál es hoy la situación? ¿Qué moral se nos predica hoy? Hay, por de pronto, la cristiano-feudal, procedente de viejos tiempos creyentes, que se divide fundamentalmente en una moral católica y otra protestante, con subdivisiones que van desde la jesuítico-católica y la protestante ortodoxa hasta la moral laxa ilustrada. Se tiene además la moral moderno-burguesa y, junto a ésta, la moral proletaria del futuro, de modo que ya en los países más adelantados de Europa el pasado, el presente y el futuro suministran tres grandes grupos de teorías morales que tienen una vigencia contemporánea y co-presente. ¿Cuál es la verdadera? Ninguna de ellas, en el sentido de validez absoluta y definitiva; pero sin duda la moral que posee más elementos de duración es aquella que presenta el futuro en la transformación del presente, es decir, la moral proletaria.
Mas al ver que las tres clases de la sociedad moderna, la aristocracia feudal, la burguesía y el proletariado, tienen cada una su propia moral, no podemos sino inferir de ello que en última instancia los hombres toman, consciente o inconscientemente, sus concepciones éticas de las condiciones prácticas en que se funda su situación de clase, es decir, de las situaciones económicas en las cuales producen y cambian´´. (Engels, Anti-Duhring[4] [42])
``Por todas estas razones ha sido fundada la Asociación Internacional de los Trabajadores. Y declara: que todas las sociedades y todos los individuos que se adhieran a ella reconocerán la verdad, la justicia y la moral como base de sus relaciones recíprocas y de su conducta hacia todos los hombres, sin distinción de color, de creencias o de nacionalidad. ´´ (Marx, Estatutos generales de la Asociación Internacional de Trabajadores).
La concepción de la moral en el movimiento obrero, aunque nunca estuvo, como pudiera decirse, en el centro de atención ni se desarrollara mucha teoría sobre ella, no es como la pinta el izquierdismo. La moral no es una cuestión ``idealista´´ o escolástica que sólo interesa a los imitadores de los filósofos del Imperio Bizantino, que debatían sobre el sexo de los ángeles mientras los otomanos atormentaban las murallas de Constantinopla. La moral, como todo producto social del ser humano por definición, es una de las principales características de las relaciones sociales que nos hemos dado. Una realidad que bien podría resumirse como el sentido, colectivamente calibrado, de lo adecuado, o no, de la forma y orientación que damos a las relaciones en las que estamos envueltos... ¿debe ser esto algo ajeno al proletariado, a la clase que es a la vez fruto de unas relaciones sociales determinadas y portadora de otras relaciones, de otra forma mucho más elevada de organizar nuestra existencia social? Si en el pasado, a pesar de las importantes citas aquí copiadas, no se desarrolló demasiado la cuestión, fue porque el movimiento del proletariado contaba con una larga y rica tradición de vida organizacional, en la que la mayoría de sus militantes observaban unas reglas para debatir, para dirigirse a sus camaradas, para convivir con ellos, para prestarles auxilio y toda su confianza y solidaridad cuando la necesidad lo requería; es decir, observaban una moral obediente a la naturaleza misma de la clase proletaria: la clase de la solidaridad, de la confianza, la portadora de las verdaderas capacidades creativas de la humanidad y de una verdadera cultura humana. Y lo más importante: esa tradición no había sido quebrantada y arrastrada por el fango como lo ha sido hoy todo lo que tiene que ver con el comunismo, no era acuciante la necesidad de recuperar algo que, para los revolucionarios, sólo empezó a perderse cuando empezó a degenerar la II Internacional.
Sólo a partir de la entrada en la legalidad de la socialdemocracia alemana a finales del s. XIX, sólo a partir de la paulatina acomodación de la fracción más poderosa de la II Internacional a la actividad parlamentaria y sindical, sólo a partir del deterioro de las relaciones de confianza y solidaridad, que debieron forjarse en etapas anteriores debido a una represión abierta del Estado burgués que entonces empezó a moderarse, empezó a sentirse la necesidad de marcar la diferencia con el debate moral y organizacional. Y es principalmente su ala izquierda, en especial Rosa Luxemburgo, quien la siente.
``Por muy grande que sea nuestra necesidad de autocrítica, y por muy amplios que pongamos sus límites, debe haber no obstante unos principios mínimos que mantengan nuestra esencia, nuestra existencia, de hecho, que funda nuestra cooperación como miembros de un partido. ´´(R. Luxemburgo, La libertad de crítica en la ciencia)
El combate de Luxemburgo y sus camaradas por la defensa de la verdadera naturaleza del marxismo y la organización proletaria, por la defensa de la necesidad del desarrollo de sus posiciones y de la crítica que es vida y aliento para el proletariado no es otra cosa que la defensa de la perspectiva organizacional que el oportunismo, floreciente en esas nuevas circunstancias, estaba carcomiendo. Y con la defensa de esa perspectiva, se defiende lo que no es sino la cara opuesta de su moneda: la moral proletaria. Es la necesidad de comprender que el fundamental desarrollo de las posiciones del marxismo es fútil sino se contemplan, conscientemente, las condiciones en las que debaten los militantes, cómo se pasa a ser un militante, qué significa la camaradería y en qué se diferencia de la amistad, cómo de importante es para una organización proletaria hacer comprender todo este universo teórico y su ímpetu a los nuevos miembros y no dejarse caer en dinámicas reclutadoras y activistas, etc.
La moral proletaria tras la debacle de mediados del s. XX
La historia de la Izquierda Comunista no sólo es la historia de su fundamental balance y desarrollo del programa político del marxismo, una vez comienza la decadencia histórica de la sociedad burguesa. Es también la historia de la larga y penosa tarea de recuperar la moral y la lucha por defender la perspectiva organizacional del marxismo. Muchos son los ejemplos de la gran inestabilidad y las crisis que han resultado, en estas organizaciones, de creer que la militancia comunista se reduce sólo a estar de acuerdo con una serie de posiciones sobre la dictadura del proletariado, sobre el Estado, sobre el parlamentarismo y el sindicalismo, etc. Por mucho que éstas sean, insistimos, de vital importancia para definir la naturaleza misma de la Izquierda Comunista, y a la luz de todo lo que le ha ocurrido a nuestra clase, no son suficientes.
La contrarrevolución triunfante de la Segunda Guerra Mundial y el periodo que la siguió fue correctamente descrita por los revolucionarios de la Izquierda Comunista como ''la larga noche'', como un periodo en el que lo que primaba era el balance teórico frente a la ofensiva en masa de una burguesía que estaba dispuesta a todo en dos sentidos: primero en uno más ''práctico'', de enrolar por millones a los proletarios en una guerra imperialista que necesitaba hacer, y segundo en uno más ''subjetivo'': la gran ofensiva ideológica inspirada por su voluntad ferviente de enterrar en lo más hondo del olvido, o de la deformación y la mentira, lo que había pasado en 1917. Teniendo en cuenta que la burguesía siempre será la clase ''del pueblo'', que intenta presentar su punto de vista, ante todo, como el que interesa a todos, a la gran mayoría, casi podría decirse hoy que la burguesía lo único por lo que se ha esforzado es por transmitir a todos y cada uno de los miembros del proletariado lo que no es sino su miedo terrible a lo que 1917 supuso. Eso sí, ha invertido las impresiones; porque lo que verdaderamente aterroriza a la burguesía no son las masacres estalinistas que bien pueden crear un honesto sentimiento de rechazo en muchos proletarios, sino el contenido netamente revolucionario y peligroso para su orden social que supuso 1917, con el cual quiere identificar a toda costa lo que no ha sido sino la compañera de cama histórica de la burguesía: la masacre, la manipulación y la hipocresía de la intelligentsia estalinista que bien pueden aborrecer muchos obreros de forma honesta. A grandes males, grandes medidas: el más brillante momento de un proletariado consciente de su auténtico potencial no podía quedar impune. Y no quedó. Tras la Segunda Guerra Mundial el proletariado ha sufrido tal trauma, a todos los niveles, que todavía hoy no se ha recuperado.
El proletariado que desencadena los ciclos de luchas de los 60, 70 y 80 es un niño que ha nacido sin cordón umbilical, o con uno extremadamente débil y quebradizo. Las nociones de confianza y solidaridad entre los revolucionarios[5] [43], de cómo defender una perspectiva organizada para la clase y de la necesidad, definitoria de la militancia comunista, de esa perspectiva, habían quedado casi tan olvidadas para el proletariado como la vida política que gran parte de la clase llevaba adelante antes de la contrarrevolución triunfante. Al haber fracasado la gran tentativa revolucionaria de la forma en que lo hizo, adoptando la contrarrevolución la forma más dañina posible en el lugar más delicado (como hizo el estalinismo), cada vez más proletarios veían en su propia causa como clase algo ajeno a ellos, y con ello, toda noción de organización, solidaridad, de identidad de clase, de hermandad de intereses entre todos los obreros del mundo, quedó arrastrada por el fango. El proletariado logró hacer surgir expresiones organizadas tras la contrarrevolución, pero lo hizo mucho más débilmente que antes y en condiciones que cada vez se hacían más dificultosas. Sólo tras repetidas y dolorosas crisis (necesarias por otro lado, como demuestra la historia de las organizaciones marxistas) algunas de esas organizaciones lograron estabilizarse. Al ser los revolucionarios no otra cosa sino una expresión organizada de la clase, pensar que no tienen interés las cuestiones morales, de relaciones entre militantes, de qué principios deben regir un esfuerzo de debate y de qué relaciones debe haber entre las organizaciones que defienden una determinada tradición política, etc., es lo mismo que pensar que todos los grandes traumas que ha sufrido el proletariado no arrojan ni una sola lección, que no importan, que no tenemos nada que aprender de lo que se ha perdido y que debe recuperarse para el esfuerzo organizado del proletariado.
¿Darle la vuelta a la rueda de la historia... o seguir hacia delante?
Una determinada lectura de este escrito puede arrojar la interpretación de que lo que se defiende es que nos esforcemos por volver a la organización permanente de masas, a la ''edad de oro'' de la II Internacional.
Nada más lejos de la verdad. Proposiciones del estilo, como la que vertebra casi toda la evolución política reciente de grupos como la Communist League of Tampa – CLT[6] [44], se fundamentan en la ilusión de volver a un pasado del movimiento obrero que no existió como se lo figuran, y en la incomprensión de cómo existió. No es casual que determinados militantes de este tipo de organizaciones sean los primeros en la cola a la hora de, no sólo atacar a las organizaciones que quedan en pie de la Izquierda Comunista hoy, sino de rechazar cualquier noción de moral como algo propio de Partidos estalinistas que quieren regir la vida de sus militantes y los pasos que dan a cada segundo. Son ellos los primeros en rechazar una realidad de primer orden de la época de la II y III Internacionales. Sería inocente pensar que esto se debe exclusivamente, como puede ser el caso de algunos individuos más honestos, a una impresión fruto del trauma del estalinismo (que también tiene su influencia real en este caso) y que no se debe también a lo que la descomposición social y el estado actual de nuestra clase lleva a algunos elementos a defender: el activismo y el inmediatismo más o menos refinado y justificado, y el ataque psicopático a toda organización previa a la suya como una reliquia que debe desaparecer, la actitud fruto del reflejo de ese rechazo de plano del pasado, del borrón y cuenta nueva, de que cada uno tenga su ''tenderete''.
Volviendo a la cuestión central, hemos de defender la idea de que la forma en que los revolucionarios se organizan ha cambiado para siempre, y que ha debido hacerlo. Lo que define la época de la II Internacional no sólo era la posibilidad de la existencia de unos lazos de solidaridad permanentes, de contacto entre amplios sectores del proletariado y de la disposición de un gran espacio de discusión y desarrollo de la teoría revolucionaria, sino también las crisis y el eventual estancamiento de este desarrollo teórico y de estos lazos morales y organizacionales.
La CCI ha analizado en varios de sus artículos muy certeramente no sólo los motivos directos que llevaron al colapso de la II Internacional, sino lo que es incluso más importante: el preludio de ese colapso, la degradación paulatina que precedió a la gran traición de los partidos de la II Internacional, que no se gestó de la noche a la mañana; cómo los mecanismos, más o menos conscientes, de confianza y apoyo entre sus militantes, del favorecimiento del más amplio debate y crítica fraternal en su seno, se vieron paulatinamente degradados una vez el principal partido de la II Internacional (el partido socialdemócrata alemán) fue considerado legalmente por el Estado alemán, y se empezaron a pudrir los fuertes lazos de solidaridad, confianza, debate y desarrollo político que se habían forjado en las condiciones de la represión. Así, esta paralización del desarrollo de la teoría revolucionaria misma y del mundo moral de los hombres y mujeres que la sostenían, convirtió lo que el periodo del capitalismo que alumbró a la II Internacional hacía necesario y posible (trabajo sindical que respondía a una verdadera autonomía de clase, posibilidad de trabajo parlamentario sin traicionar esta autonomía, Partido de masas permanente, etc.) en lo inalterable e indiscutible ad eternum, la excusa perfecta para la justificación de la burocratización y ese estancamiento, que para nada obedecía a la naturaleza ''malvada'' de algún ''líder en la sombra''. Fueron necesarios revolucionarios de la talla de Lenin, Luxemburgo, Pannekoek, Gorter, Bordiga, etc., para empezar a andar el camino que llevaba a la comprensión de cómo debe transformarse la organización de los revolucionarios según el periodo histórico que atraviese, y de cómo debe explicar y extraer lecciones de las formas organizacionales pasadas del movimiento obrero. De la misma forma que algunos se niegan a ver la importancia y la profundidad de la derrota de la revolución mundial de 1917, otros también se niegan a observar la profundidad y el punto de inflexión que supuso la degeneración de la II Internacional.
En ese camino que los revolucionarios mencionados empezaron a despejar, el trabajo de fracción de organizaciones de la Izquierda Italiana como Bilan o la Izquierda Comunista Francesa se nos antoja fundamental. La recuperación de la tradición organizacional de nuestra clase, con los rasgos políticos, organizacionales y también morales y culturales que les son propios, jamás puede llevar a la idealización de una época pasada, a la petrificación del método del marxismo. Los revolucionarios, como la clase en su conjunto, tienen sin duda cosas que recuperar de entonces, lecciones que extraer. Pero sin embargo, llamar a reproducir al detalle formas organizacionales que la historia de nuestra clase y sus protagonistas han demostrado superadas, como hacen los grupos ya mencionados y como hace en cierto sentido también el izquierdismo, cuando en el nombre del muñeco de paja del ''leninismo'', no defiende sino los errores e imprecisiones de revolucionarios como Lenin en estas cuestiones, es lo mismo que salir magullado de un zarzal sólo con la intención de volverse a meter teniendo la esperanza de que, por alguna razón, no habrá tantas espinas como en la primera vez o de que sus aguijonazos dolerán menos. Aun entendiendo lo que en el periodo actual que atraviesa la sociedad llama a asumir tales concepciones, o es una mentalidad muy inocente o muy masoquista, cuando no, sencillamente, innecesaria (al menos, para la clase proletaria y si lo que se defiende es su perspectiva, claro está...).
Una conclusión
La construcción de una organización revolucionaria no es un asunto baladí. Al mismo tiempo que nunca puede imponerse como una carga insostenible para la vida de ningún militante, este esfuerzo tampoco puede ser otra cosa sino la materialización de una necesidad que tiene el proletariado: la necesidad de responder a un ímpetu de comprensión y transformación de la sociedad humana y del pensamiento de los seres humanos, la necesidad de traer a la luz el pasado, el presente y la perspectiva de futuro de una clase que, cuando verdaderamente se descubre y se discute su potencial histórico, es capaz de aunar las energías y las pasiones que más enterradas creíamos. Un esfuerzo tal no puede llevarse adelante sin tener muy claro, primero, qué punto de vista se tiene sobre cómo deben desenvolverse las relaciones entre militantes, entre éstos y la organización en su conjunto y entre todos ellos y el resto de los miembros de nuestra clase y de la sociedad.
La moral proletaria era una realidad que vivían los revolucionarios antes de la derrota de la revolución mundial. Fue precisamente el deterioro de las bases organizacionales y políticas de esa realidad moral, a partir de que se entra en el periodo de la legalidad de la socialdemocracia, contra lo que reaccionaron tan apasionadamente revolucionarios como Luxemburgo y como comenzó el esfuerzo de comprensión y reunificación de los defensores del método del marxismo, que llevaría eventualmente a la fundación de la III Internacional.
Incluso antes, a pesar de lo dicho, ya había ciertas expresiones teóricas en el seno del movimiento obrero que trataban de asaltar la cuestión, cómo hemos visto en la importante cita de Engels y cómo podemos ver en obras como Ética y concepción materialista de la historia de Kautsky. Trayendo de nuevo a colación algo que hemos señalado antes, es de gran interés a este respecto repasar textos como 1914 – El camino hacia la traición de la socialdemocracia alemana [45], en el que se disecciona al detalle todo el periodo de degeneración de la II Internacional, previo a la Primera Guerra Mundial, y todas las impresiones y resoluciones que inspiraba a sus principales protagonistas: Luxemburg, Kautsky, Bebel, etc.
Sin duda, las lecciones sobre todo tipo de cuestiones vitales abundan en los escritos de los antepasados de nuestra clase, y todas ellas apuntan a que cercenar un aspecto de nuestra lucha para separarlo del resto, como se ha hecho con la moral, como la academia intentado hacer con el ''Marx joven y filósofo'' y el ''Marx maduro y economista'', no lleva sino a negar lo que es una realidad natural al proletariado: la continuidad y continuo balance y superación de las expresiones teóricas y prácticas de la conciencia proletaria, que forman una totalidad en la que nuestra clase reúne su visión: su manifestación vital hacia todas las expresiones de la humanidad de la que es parte, ya sean éstas morales, culturales, políticas, económicas, artísticas o emocionales y psicológicas.
Rakov marzo 2017
[1] [46] Ver nuestro Texto de orientación Marxismo y Ética. https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i [47]
[2] [48] Ver nuestro folleto El trotskismo contra la clase obrera donde intentamos explicar porque la Oposición de Izquierdas degeneró y tras una dura resistencia de fracciones proletarias (como, por ejemplo, la de Munis y Natalia Sedova) se convirtió en un organismo del capital. https://es.internationalism.org/cci/200605/911/el-trotskismo-contra-la-clase-obrera [49]
[3] [50] Se refiere al estalinismo. Sobre la formación y triunfo del estalinismo ver, entre otros, El estalinismo aun expide su hedor contrarrevolucionario, https://es.internationalism.org/tag/2/28/el-estalinismo-el-bloque-del-este [51]
[4] [52] Ver https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/anti-duhring/ [53]
[5] [54] Ver nuestro Texto de Orientación sobre la Confianza y la Solidaridad, parte I, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200911/2695/texto-de-orientacion-sobre-la-confianza-y-la-solidaridad-i [55] ; parte II, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200911/2714/texto-de-orientacion-sobre-la-confianza-y-la-solidaridad-ii [56]
[6] [57] Ver La Liga Comunista de Tampa y la cuestión del partido, /content/4145/la-liga-comunista-de-tampa-y-la-cuestion-del-partido [58]
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Ante las inundaciones acontecidas en Perú debido al fenómeno del Niño tomamos posición insistiendo que la única fuerza contra los sufrimientos y destrucciones provocados por el capitalismo y sus desastres no es “Perú una sola fuerza” como ha proclamado en campaña mediática nacionalista el Estado peruano, sino la fuerza que tiene que construir el proletariado mundial.
Lluvias, huaycos[1], desbordes, inundaciones, desesperación, damnificados, enfermedades, miseria y muerte, es el resultado de un Estado en emergencia, en crisis permanente. No se trata de una mala gestión de cualquier gobierno, se trata de un aparato incapaz de solucionar y satisfacer las necesidades de la sociedad en su conjunto. Esta situación es permanente y repetitiva en todo el planeta.
1) EL DESASTRE HA PUESTO AL DESNUDO LA CRISIS DEL ESTADO Y LA AGUDIZACIÒN DE LAS MANIFESTACIONES SOCIALES DE LA DESCOMPOSICION:
Recordemos que poco antes de estallar las inundaciones y huaycos, nos enterábamos que el Estado y los políticos de las diversas fracciones burguesas estaban inmersos en el escándalo de la corrupción y las coimas de Odebrecht y las otras empresas brasileras. Nadie se salvaba. Todos, políticos, empresarios y hasta deportistas están inmersos hasta las uñas en la increíble corrupción[2], en la fiesta de millones y mientras tanto, IMPERABA la NEGLIGENCIA de las autoridades que ya sabían desde enero (quizás antes) que se venía un "Niño" colosalmente destructivo. Sin embargo alcaldes, gobernadores y políticos en general se han dedicado a impulsar obras faraónicas (Puentes de solidaridad, Metro de Lima, coliseos deportivos) en desmedro de la infraestructura de prevención[3].
Otras manifestaciones de la descomposición se ha evidenciado claramente en este desastre: el urbanismo desbocado, con una gran parte de la clase obrera viviendo en asentamientos cerca de las zonas más peligrosas a donde han sido obligados a instalarse por la necesidad de un techo y "gracias" a los traficantes de terrenos entre los cuales se cuenta a las propias autoridades; por otro lado, la increíble precariedad de las viviendas que han sido fácil pasto de los desbordes y aludes[4]. En suma, se desnudó la brutal pobreza en que vive un tercio de la población tirando al suelo el miserable espejismo marketero de "Perú, país del primer mundo al 2021" tan cacareado por la burguesía y sus plumíferos.
Así pues, en esta etapa histórica de descomposición del sistema social, el Estado demuestra cada vez una mayor incapacidad, fragmentación y debilidad. Hemos presenciado aquí como los diferentes bandos políticos de la Burguesía corren como hienas atrás de sus presas, cada fracción de la Burguesía representado en cada partido político han salido cada uno por su lado, a prestar ayuda con donaciones a diferentes zonas, donaciones que se traducirán después en voto popular; situación que demuestra la creciente indisciplina del personal político del Estado. Esta realidad no es únicamente peruana, sino que afecta con diferente intensidad a toda la burguesía mundial, como lo prueba el triunfo de Trump –un político aventurero y caótico- al frente de la primera potencia del mundo, USA[5]. Esto ya lo pusimos de relieve en las antes mencionadas Tesis sobre la Descomposición: “la falta de la menor perspectiva (si no es la de ir parcheando la economía) hacia la cual pueda movilizarse como clase, y cuando el proletariado no es todavía una amenaza de su supervivencia, lleva a la clase dominante, y en especial a su aparato político, a una tendencia a una indisciplina cada vez mayor y al sálvese quien pueda”.
2) LOS LLAMADOS A LA UNIDAD NACIONAL Y EL HUMANITARISMO VERSUS LA SOLIDARIDAD DE CLASE:
Frente su ineptitud e incapacidad para afrontar el desastre la burguesia y su Estado ha hecho llamados a la caridad, al acopio de donaciones y campañas sentimentales con la complicidad de todos los medios de comunicación. El show estuvo acompañado por supuesto con llamados a las víctimas a que asuman su suerte con resignación, a esperar pasivamente la ayuda y a subordinarse a las instituciones tales como la iglesia y las fuerzas represivas (Policía y militares).A toda esa basura mediática le llaman "solidaridad". Falso. La verdadera solidaridad estuvo entre los propios proletarios que inundados hasta el cuello, sin luz ni agua hicieron frente a lo cual se impuso la autoayuda y el compartir lo poco que tenían para alimentarse y no esperar a las autoridades para rescatar ellos mismos a los heridos, niños, ancianos, etc. Como sucedió en algunas zonas de Tumbes, Trujillo y Huarmey. En estas zonas los pobladores mencionaron que no había llegado ayuda por parte del Estado hasta esos momentos. Pero los trabajadores no esperaron pasivamente sino que se unieron para protestar contra el Estado bloqueando los puentes y pistas colapsados, rodeando y tomando los camiones cisterna que se negaban a darles agua si no pagaban e incluso en algunos amagos de saqueo.
La solidaridad innata e instintiva de la clase trabajadora, es natural y siempre brota en estos momentos.
El negociado de las donaciones. Las compras de donaciones es el acto de mayor complicidad entre el Estado y las grandes empresas que se manifiestan en pleno desastre. Primero un incremento brutal de los precios de los pasajes en avión y una serie de productos de primera necesidad; por otro lado la escasez de algunos otros productos, como el agua embotellada. Es más que evidente saber quien se beneficiara en medio de la desgracia y sufrimiento de la población. Todo esto sin mencionar los exorbitantes incrementos de precios de otros productos de primera necesidad como el limón, el arroz o el pollo, que por cosas de la “furia de la naturaleza” nada se puede hacer para evitar los incrementos crueles impuestos por la ley de la oferta y la demanda.
3) LOS EFECTOS CADA VEZ MÁS DEVASTADORES DE LAS CATASTROFES "NATURALES":
Todo este desastre que nuestros hermanos de clase vienen sufriendo en este territorio ES CONSECUENCIA DEL SISTEMA DE PRODUCCION CAPITALISTA,DEL AFAN DESMEDIDO DE GANANCIAS POR LA BURGUESIA Y DE LA INDOLENCIA DE ESTA CLASE SOCIAL DE EXPLOTADORES A QUIENES LES IMPORTA UN RABANO EL PRESENTE Y EL FUTURO DEL PLANETA Y DE LA PROPIA ESPECIE HUMANA. Esta es la verdad que se oculta a los trabajadores y la prensa burguesa echa la culpa a "la furia de la naturaleza" o "la mano del hombre" todos puros eufemismos para ocultar al verdadero culpable de la catástrofe ambiental que ya amenaza con extenderse a nivel planetario como afirman las propias Ongs y otros centros de investigación. Es el Capitalismo y su descomposición actual las causantes del Calentamiento global, de la destrucción y/o contaminación de bosques, ríos, aire, de la desaparición de centenares de especies, de la agudización de huracanes y tornados y por supuesto de la aparición del Fenómenos del Niño cada vez más brutales y destructores. El medio ambiente está siendo degradado a cotas increíbles nunca antes vista y no será de la burguesía y sus Estados del que debemos esperar solución a esta desgracia por más reuniones COP y tratados que firmen pero jamás cumplen. La salvación del planeta y el fin del sufrimiento del proletariado solo provendrá de los propios trabajadores, de la revolución comunista.
¿ANTE TODO ESTE DESASTRE AMBIENTAL Y SOCIAL, CUAL ES LA PERSPECTIVA?
¿Existe una perspectiva diferente ante el actual desastre ambiental ocasionado por el capitalismo? Si. La respuesta es el proyecto histórico revolucionario de la que es portadora la clase trabajadora totalmente antagónica a la barbarie y la explotación ocasionada por el capitalismo.
Ahora en el actual panorama que vive esta región de desastre natural ocasionado por el capitalismo, la manifestación de la clase trabajadora que está saliendo desesperada a cubrir sus necesidades denunciando los abusos y expresando su natural solidaridad. Pone al proletariado ante la disyuntiva de seguir manteniendo el régimen del sistema actual de barbarie y explotación ó toma el otro camino, el camino en que el proletariado se reencuentre consigo mismo y retome sus instrumentos históricos de lucha (El apetito por la teoría, la solidaridad y confianza en sus fuerzas, la huelga de masas, la capacidad de extender sus luchas a nivel internacional, la generación de las asambleas, etc.), en otras palabras que el proletariado marche hacia su repolitización de sus luchas, retomando su vida y su perspectiva histórica, mediante la maduración de su conciencia y su re conexión con su organización que ella misma sabe segregar. Solo así tendremos una perspectiva diferente de vida ante la actual barbarie que estamos viviendo en el capitalismo.
Internacionalismo - perú
Marzo 2017
[1] Huayco: término inca que significa aluvión que se desprende de las montañas provocado por las lluvias.
[2] La corrupción es una lacra crónica del capitalismo mundial en todos los países, en las Tesis sobre la Descomposición, escritas hace casi 30 años denunciábamos “la increíble corrupción que está aumentando, prosperando en los aparatos políticos, la oleada de escándalos en la mayoría de los países, como en Japón, donde resulta cada día más difícil distinguir aparato de gobierno y hampa gansteril”. Ver /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [18]
[3] Como dijo un funcionario de vivienda por TV:"la prevención no da votos, no vende”.
[4] 4 millones de viviendas están ubicadas en zonas de riesgo
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[15] https://es.internationalism.org/content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues
[16] https://es.internationalism.org/content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza
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[18] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
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[23] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201211/3556/la-organizacion-del-proletariado-fuera-de-los-periodos-de-luchas-a
[24] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[25] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/espana
[26] https://es.internationalism.org/files/es/guerra_de_jefes_en_podemos.pdf
[27] https://www.elconfidencial.com/tags/personajes/pablo-iglesias-9058/
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[29] https://es.internationalism.org/cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista
[30] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201611/4182/que-le-pasa-al-psoe
[31] https://www.elconfidencial.com/espana/2017-02-11/asamblea-podemos-vistalegre-policia-acto-de-alto-riesgo_1329876/
[32] https://es.internationalism.org/cci-online/201302/3644/el-estalinismo-aun-despide-su-hedor-contrarrevolucionario
[33] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1151/1989-1999-el-proletariado-mundial-ante-el-hundimiento-del-bloque-d
[34] https://es.internationalism.org/cci-online/200802/2185/debates-electorales-lo-contrario-de-un-verdadero-debate
[35] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2088/la-cultura-del-debate-un-arma-de-la-lucha-de-la-clase
[36] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201703/4201/la-eleccion-de-trump-y-el-derrumbe-del-orden-mundial-capitalista
[37] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201610/4178/contribucion-sobre-el-problema-del-populismo-junio-de-2016
[38] https://es.internationalism.org/files/es/escrito_moral_y_organizacion_0.pdf
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[47] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i
[48] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5774#_ftnref2
[49] https://es.internationalism.org/cci/200605/911/el-trotskismo-contra-la-clase-obrera
[50] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5774#_ftnref3
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[53] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/anti-duhring/
[54] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5774#_ftnref5
[55] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200911/2695/texto-de-orientacion-sobre-la-confianza-y-la-solidaridad-i
[56] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200911/2714/texto-de-orientacion-sobre-la-confianza-y-la-solidaridad-ii
[57] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5774#_ftnref6
[58] https://es.internationalism.org/content/4145/la-liga-comunista-de-tampa-y-la-cuestion-del-partido
[59] https://es.internationalism.org/files/es/toma-de-posicion-ante-los-acontecimientos.pdf
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[61] https://es.internationalism.org/en/tag/6/703/inundaciones
[62] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion