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Bakunin montó una organización secreta dentro de la AIT destinada bien a tomarla bajo su control, o, si ello no era posible, destruirla. La AIT reaccionó frente a esta gigantesca intriga consagrando el Congreso de La Haya (1872) a la defensa de la organización contra esa tentativa parásita de destruirla.
Debemos recordar que este congreso tiene lugar un año después de la Comuna de París, la primera vez en la historia en que el proletariado intentaba tomar el poder, sin embargo, la importancia crucial de defender la organización revolucionaria frente a las tentativas de destruirla fue conscientemente asumida por la AIT dándole una prioridad absoluta y haciendo públicos sus trabajos.
Las lecciones de este combate son vitales. Sin embargo, han sido totalmente enterradas por diversas razones. La primera es que fueron rápidamente olvidadas en el movimiento obrero posterior -con la única excepción de los bolcheviques- y así Franz Mehring -compañero de combate de Rosa Luxemburgo en la Izquierda de la Socialdemocracia- en su biografía de Marx presenta su lucha contra la conspiración de Bakunin como un “enfrentamiento personal”.
Desde luego, los numerosos autores (historiadores, marxólogos, polítologos) que han hablado del Congreso de La Haya han repetido hasta la náusea la misma cantinela: todo se redujo a un “choque de personalidades” o a una “lucha entre autoritarios y libertarios”.
Níngun rigor científico puede esperarse de ellos. Sin embargo, lo que es indignante es que un grupo como la TCI1, que se reclama de la Izquierda Comunista, que dice luchar por el Partido Mundial del proletariado, publique un artículo sobre el congreso de La Haya (150 Years On: The Split in the First International, https://www.leftcom.org/en/articles/2022-09-02/150-years-on-the-split-in-the-first-international) 2 donde se repiten los mismos tópicos falsificadores que durante 150 años se han propagado sobre dicho Congreso.
La trayectoria de Bakunin y su ingreso en la AIT
¿Quién era Bakunin? Según el artículo de la TCI un auténtico revolucionario que defendió ideas equivocadas como el paneslavismo, pero “Cuando estalló el levantamiento de 1863 en la dividida Polonia, Bakunin ofreció sus servicios, pero fue rechazado. Intentó unirse al levantamiento por su cuenta, pero la expedición fracasó, al igual que el propio levantamiento: los insurgentes polacos fueron aislados y aplastados. Estos acontecimientos asestaron un duro golpe a las esperanzas panslavistas de Bakunin y le llevaron finalmente a reconsiderar sus ideas políticas". Según el artículo del TCI, esta reconsideración llevó a Bakunin a "formular una nueva doctrina, caracterizada por el abstencionismo político, el antiestatismo y el federalismo, que recibió diversos nombres: socialismo revolucionario, colectivismo y anarquismo. Primero buscó partidarios entre los seguidores radicalizados de Giuseppe Garibaldi y los francmasones, antes de fundar finalmente una sociedad secreta, la Asociación Revolucionaria Internacional. Los "catecismos" de esta sociedad secreta resumen las ideas en torno a las cuales Bakunin intentaba reorganizar a los revolucionarios en una red internacional".
El Consejo General de la AIT no comparte esta apreciación: “A su vuelta de Siberia [Bakunin], predicó en el Kólokol de Herzen, como fruto de su larga experiencia, el paneslavismo y la guerra de razas. Más tarde, durante su estancia en Suiza, fue designado para el Comité directivo de la Liga de la paz y de la libertad fundada en oposición a la Internacional. Como los asuntos de esta sociedad burguesa iban de mal en peor, su presidente el señor G. Vogt, por consejo de Bakunin, propuso una alianza al Congreso de la Internacional, reunido en Bruselas en septiembre de 1868. El Congreso declaró por unanimidad que, una de dos: o la Liga perseguía los mismos fines que la Internacional y en ese caso, no tenía razón de existir, o su objetivo era diferente y entonces la alianza era imposible. En el Congreso de la Liga, celebrado en Berna pocos días después, Bakunin efectuó su conversión. Allí propuso un programa de segunda mano, cuyo valor científico puede juzgarse por esta sola frase: «la igualación económica y social de las clases». Mantenido por una ínfima minoría, rompió con la Liga para entrar en la Internacional. Iba decidido a sustituir los Estatutos generales de la Internacional por el programa de ocasión que la Liga le había rechazado, y el Consejo General, por su dictadura personal. Y, con estos fines y para su uso particular, creó un instrumento especial: la Alianza internacional de la democracia socialista destinada a convertirse en una Internacional dentro de la Internacional”3.
Así pues, contrariamente a lo que dice la TCI, Bakunin no era un revolucionario que “evolucionó en sus ideas”. Sus cambios de posición no partieron de consideraciones sobre las experiencias vividas. Gran parte de su carrera la hizo dentro de posiciones claramente burguesas e incluso reaccionarias (el paneslavismo, la Liga por la Paz), pero, oliendo que la Internacional podía caer en sus manos, cambió rápidamente de chaqueta, dejó como trasto inservible la Liga por la Paz y la Libertad y se apresuró a entrar en la Internacional inventando para la ocasión un “programa de segundo mano” siguiendo los criterios del “marxismo grouchista” (de Groucho Marx) quien dijo “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros en el bolsillo”. No era un militante sincero que “evoluciona”, era un aventurero político4. Estos personajes son muy peligrosos para el movimiento obrero porque lo que les mueve no es la lucha por los intereses de la clase, sino su ambición personal de ser un “jugador político” que usa las organizaciones obreras para sus fines espurios. Lassalle quería hacer del movimiento obrero alemán un peón de su juego con Bismark, con quien llegó a pactar secretamente5. Bakunin quiso poner la AIT a su servicio.
Además, es falso que Bakunin adoptara un programa “abstencionista, federalista y anti- estatista”, sus “principios” variaban según las circunstancias. Como veremos después, fue ultra – centralista cuando creía tener la conquista de la AIT al alcance de la mano, pero, cuando fracasó, abandonó ese interesado centralismo para envolverse en la bandera del federalismo pues este resultaba ser el mejor instrumento para hostigar a un Consejo General de la AIT que se negó a rendirse a sus pies.
Estamos ante dos visiones antagónicas. La del artículo de la TCI que pinta a Bakunin como “un revolucionario romántico con ideas equivocadas” y la del Consejo General de la AIT que lo ve como un aventurero político intrigante y sin escrúpulos. Nosotros elegimos resueltamente la segunda visión pues proporciona un armamento político para defender y construir la organización. La organización revolucionaria es un arma vital del proletariado que no solamente debe intervenir en sus luchas, sino igualmente construirse conscientemente y defender su existencia frente a la represión burguesa y todos los instrumentos con que esta puede disponer, como son los aventureros, el parasitismo político etc.
Cómo Bakunin entra en la AIT
Bakunin logró entrar finalmente en la AIT. El artículo ignora completamente el peligro que esta adhesión entrañaba e ignora que Bakunin pretendió entrar en la AIT llevando a cuestas su Alianza Internacional de la Democracia Socialista. El Consejo General rechazó esta trampa: “Considerando: que la existencia de un segundo organismo internacional que funcionase dentro y fuera de la Asociación Internacional de los Trabajadores sería el medio más infalible para desorganizarla; que cualquier otro grupo de individuos residentes en cualquier localidad tendría derecho a imitar al Grupo iniciador de Ginebra y a introducir, bajo pretextos más o menos ostensibles, dentro de la Asociación Internacional de los Trabajadores, otras Asociaciones internacionales con otras misiones especiales; que, de este modo, la Asociación Internacional de los Trabajadores se convertiría muy pronto en el juguete de los intrigantes de cualquier nacionalidad y de cualquier partido”.
Ante esta negativa, Bakunin comenzó a maniobrar. Aparentó aceptar los principios de la Internacional y fingió disolver la Alianza. Recurrió a otro engaño: dio a entender al órgano central de la AIT que había sido avalado por el Consejo Federal de la Suiza Romanche (lo cual resultó ser falso). Armado por estos credenciales Bakunin se lanzó a la conquista de la Internacional y fue al congreso de Basilea (1869) con el propósito de imponer su programa de ocasión basado en “la abolición del derecho de herencia” y sobre todo conseguir el traslado del Consejo General a Ginebra.
Con este objetivo Bakunin se mostró como el más ultra del centralismo. Esta maniobra no es captada por el artículo que se muestra “sorprendido”: “Más sorprendentemente, Bakunin también apoyó una moción para ampliar los poderes del Consejo General, de modo que pudiera suspender a cualquier sección que actuara en contra de los principios de la Internacional”.
Tampoco ve la maniobra instrumental que había detrás del “programa” de Bakunin: “Para Bakunin, la abolición del derecho de herencia constituía un punto clave de su programa para la Alianza, un requisito previo para la igualdad social en la sociedad del futuro. Para Marx, toda la cuestión del derecho de sucesión era una distracción jurídica que se resolvería con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción (ya aprobada por la Internacional).”
Según el artículo habría un “debate” entre la posición de Marx y la de Bakunin. Esta apreciación es errónea, lo que había en realidad era un conejo que Bakunin se había sacado de la chistera, como denunció la AIT “el programa de la Alianza, siguiendo los pasos de un "Mahoma sin el Corán", no es más que un amasijo de ideas de ultratumba, disfrazadas bajo frases sonoras, que sólo pueden asustar a los idiotas burgueses, o ser utilizadas como pruebas contra los internacionales por los fiscales bonapartistas o de otro tipo”.
Bakunin no buscaba el “debate”, su propuesta estrella de la “abolición del derecho de herencia”, era un medio, combinado con el ultra- centralismo, para hacerse con el control de la AIT.
Del mismo modo, para la TCI no había nada de anómalo en la pretensión de trasladar el Consejo General a Ginebra donde podría ser “acogido” por Bakunin. Al contrario, su versión es: “los ataques contra su persona no cesaron [se refiere a Bakunin], ya que Moses Hess publicó entonces, en octubre de 1869, un artículo en el que afirmaba que Bakunin pretendía socavar la Internacional y trasladar el Consejo General de Londres a Ginebra. Bakunin respondió con una diatriba antisemita -no publicada- contra los "judíos alemanes" que supuestamente conspiraban contra él (que incluso Herzen y Ogarev consideraron excesiva). Tanto por respeto como por consideración táctica, Bakunin perdonó a Marx, aunque supuso erróneamente que era el autor intelectual de todos estos ataques”.
Aquí vemos que el artículo de la TCI toma claramente partido por Bakunin e incluso elogia su “magnanimidad personal” al “perdonar” a Marx. La TCI no ve – o no quiere ver- lo que estaba en juego que era la maniobra de Bakunin para hacerse con el órgano central de la AIT al proponer trasladar el Consejo General a Ginebra. ¿Qué es un órgano central en una organización proletaria? ¿Un instrumento para que un individuo o grupo pueda controlar la organización? O ¿una expresión del conjunto de la organización que debe ser defendida contra las intrigas y las ambiciones de individuos o grupos? La AIT tiene claramente esta última posición que es la que debemos defender los revolucionarios contrariamente a la de la TCI quien solo ve “conflictos entre individuos”.
La Guerra de Bakunin contra la AIT
El Congreso de Basilia rechazó las “propuestas” de Bakunin, lo que le hizo cambiar su estrategia: como no podía adueñarse de la AIT ahora conspiraba para destruirla.
Al servicio de esta estrategia el centralista extremo de Basilea se convertía a la carrera en el más ultra del federalismo y su nuevo programa a la Groucho Marx era “la abstención en política”, pero todo ello fue “la señal para la guerra abierta e incesante emprendida por la Alianza, no sólo contra el Consejo General, sino también contra todas las secciones de la Internacional, que se negaban a adoptar el programa de esta camarilla sectaria y, sobre todo, la doctrina de la abstención absoluta en materia política.”.
Vamos a ver la pesadilla que provocaron Bakunin y su Alianza en la vida de la Internacional desde 1869. Destacaremos algunos de los episodios más salientes.
El asunto Netchaïeff
“Ya antes del Congreso de Basilea, Netchaïeff había llegado a Ginebra, Bakunin entabló relaciones con él y fundó una sociedad secreta entre los estudiantes de Rusia. (...) El principal medio de propaganda utilizado por esta sociedad consistía en comprometer a personas inocentes a los ojos de la policía rusa, enviándoles comunicaciones desde Ginebra en sobres amarillos, franqueados por fuera en ruso con el sello del "Comité Revolucionario Secreto".
Bakunin no tenía escrúpulos en unirse a un turbio delator que entregaba a los torturadores zaristas personas interesadas en la Internacional. Esta “mala compañía” es vista por la TCI como un “error” de Bakunin, obviando que como muestra el documento de la Internacional era él quien estaba utilizando a Netchaïeff. Según la TCI “La afición de Bakunin a las conspiraciones le cegó ante la magnitud del engaño y cuando finalmente se distanció de Nechayev, ya era demasiado tarde. Borkheim y Utin tenían ahora más munición para alimentar las sospechas de Marx”..
O sea, Bakunin tenía “afición a las conspiraciones” (sic) y esto “le cegó” respecto a los manejos de Netchaïef (sic) y cuando se quiso dar cuenta era “demasiado tarde”, lo cual acabó dando “munición” a Marx mal aconsejado por Berkheim y Utin.
La TCI banaliza que dentro de una organización comunista haya “aficionados a la conspiración”, esto significa que para esta organización que dice reclamarse de la Izquierda Comunista la “afición a la conspiración” sería un “inocente pasatiempo”, un “pequeño defecto” de un “gran revolucionario” como Bakunin…
Esta postura de la TCI es sencillamente monstruosa. Que dentro de una organización burguesa haya “aficionados a la conspiración” es la práctica habitual, pero que dentro de una organización comunista hayan “aficionados a la conspiración” es algo radicalmente incompatible con sus principios de funcionamiento y militancia que la pone inmediatamente en peligro.
El “pobre Bakunin” no vio la amplitud de los engaños de Netchaïef según la TCI. ¡No! La lección que debemos sacar es que Bakunin había utilizado y espoleado a Netchaïef, estaba al corriente de sus repugnantes acciones y cuando empezó a descubrirse todo el asunto, era demasiado tarde para taparlo. En una organización comunista son intolerables esas “alianzas” con elementos turbios y quienes las practican son igualmente incompatibles con las organizaciones comunistas. Esto no pertenece al campo de visión de la TCI y por ello no tiene ningún reparo en colaborar con soplones y ladrones, como la gentuza de la GIGC para montar los comités NWBCW6.
El ataque al Consejo General utilizando un diario de la Federación Romanche
Veamos qué versión nos da la TCI sobre este asunto que tiene lugar en 1870: “La siguiente controversia giró en torno a la Federación Romande, la sección ginebrina de la Primera Internacional, donde L'Egalité, editado por seguidores de Bakunin como Paul Robin y Charles Perron, había presentado una serie de quejas sobre el trabajo del Consejo General.En marzo de 1870, el Consejo General distribuyó una respuesta de Marx, que abordaba las críticas. Sin embargo, Marx parecía tener la impresión errónea de que Bakunin estaba personalmente detrás de esto. Nikolai Utin, otro emigrante ruso con una venganza contra Bakunin vio ahora su oportunidad e hizo un movimiento para hacerse cargo de L'Egalité en nombre de Marx. La sección se dividió: los de Ginebra se declararon seguidores de Marx, los de Jura seguidores de Bakunin, y ambos reclamaron el nombre de la Federación Romande”.
Según esta explicación resultaría que unos seguidores de Bakunin, sin su conocimiento, habrían atacado al Consejo General. En su respuesta, en nombre de éste, Marx habría estado “mal informado” y, además, un adepto de Marx, Utin, con ganas de vendetta contra Bakunin, habría provocado una división en la Federación Romanche.
La AIT tiene otra versión radicalmente distinta: “En ese momento, la Alianza inició una polémica pública contra el Consejo General, primero en Le Progrès de Locle, luego en L'Egalité de Ginebra, el periódico oficial de la federación francófona, donde algunos miembros de la Alianza se habían colado después de Bakunin. El Consejo General, que había despreciado los ataques de Le Progrès, órgano personal de Bakunin, no podía ignorar los de L'Egalité, que debía creer aprobados por el Comité Federal francófono”
En la polémica el órgano L’Egalité acusaba al Consejo General de no cumplir con sus funciones. Este en una circular aclaró que las críticas al funcionamiento de la AIT no debían hacerse en la prensa pública de la organización, sino canalizarse a través de los órganos estatutarios, de otra manera esas “críticas” daban munición a los incesantes ataques de la prensa burguesa contra la Internacional “Cuando el Comité Federal francófono nos haga llegar peticiones o reprimendas por la única vía legítima, es decir, a través de su secretario, el Consejo General estará siempre dispuesto a responder. Pero el Comité Fédéral Romand no tiene derecho ni a abdicar de sus funciones en favor de los redactores de L'Egalité y Le Progrès, ni a permitir que estos periódicos usurpen sus funciones. En general, la correspondencia administrativa del Consejo General con los Comités Nacionales y Locales no podría publicarse sin causar un gran perjuicio al interés general de la Asociación. Por lo tanto, si los demás órganos de la Internacional imitaran a Progrès et Egalité, el Consejo General se vería en la alternativa de desacreditarse ante la opinión pública guardando silencio o incumplir sus deberes respondiendo públicamente. L'Egalité se unió a Progrès invitando a "Le Travail" (periódico parisino) a atacar por su cuenta al Consejo General. Es casi una Ligue del orden”
Para empezar, Bakunin había utilizado a sus lacayos para lanzar un ataque público contra el Consejo General utilizando fraudulentamente L’Egalité, órgano de prensa de la Federación Romanche.
La respuesta de respeto a los principios organizativos por parte del Consejo General es que las críticas a este deben hacerse a través del órgano central de la Federación Romanche y no aireando públicamente estas críticas a espaldas de la organización.
Este ataque al Consejo General se había extendido a otro órgano de París. Como denuncia el Consejo General, se estaba fraguando una “liga” de ataque público contra él. El objetivo estaba claro: desprestigiar el órgano central elegido por el Congreso de Basilia, destruir pues la centralización de la AIT.
Así pues, la cuestión que estaba en juego no era las vendettas personales de Utin contra Bakunin, ni un Marx “mal informado”, sino la defensa de un método de debate centralizado donde las críticas no se utilizan para desprestigiar a los órganos centrales, sino para reforzar a toda la organización y al órgano central. Donde la AIT ve ataques alevosos contra su órgano central, la TCI ve “vendettas personales” contra Bakunin.
El artículo de la TCI es muy llamativo: a cada paso vemos que su principal preocupación es la defensa del “pobre Bakunin” y que todo lo referente a la defensa de la organización revolucionaria, de su centralización, del método de la crítica y debate, ha desaparecido completamente de su radar.
El sabotaje del congreso de la Federación Romanche
Otro episodio de la conspiración de Bakunin contra la Internacional fue la tentativa en el congreso de La Chaux-des- Fonds de adueñarse de la Federación Romanche en abril de 1870.
Veamos las maniobras e intrigas que Bakunin y sus acólitos emplearon: “Aunque, según su propio censo, los partidarios de la Alianza sólo representaban una quinta parte de los miembros de la federación, consiguieron, repitiendo las maniobras de Basilea, obtener una mayoría ficticia de uno o dos votos, mayoría que, según su propio órgano (véase Solidarité del 7 de mayo de 1870), sólo representaba a quince secciones, ¡cuando sólo en Ginebra eran treinta! Tras esta votación, el Congreso francófono se dividió en dos partidos, que siguieron reuniéndose por separado. Los partidarios de la Alianza se consideraron representantes legales de toda la federación, trasladaron la sede del Comité fédéral romand a La Chaux-de-Fonds y fundaron su órgano oficial en Neufchâtel, Solidarité, dirigido por Guillaume. La misión especial del joven escritor era denunciar a los "odiosos burgueses" obreros de las fábricas de Ginebra, hacer la guerra a Egalité, el periódico de la federación francófona, y predicar la abstención absoluta en cuestiones políticas. Los artículos más llamativos sobre este último tema fueron escritos en Marsella por Bastelica y en Lyon por los dos grandes pilares de la Alianza, Albert Richard y Gaspard Blanc”7 .
Tenemos pues :
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Trampas para hacerse con una mayoría ficticia en el Congreso repitiendo la maniobra que había permitido a Bakunin tener un peso en el Congreso de Basilea
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División de la Federación Romanche entre los adeptos de Bakunin y la mayoría fiel a los principios de funcionamiento de la Internacional
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Intriga para destruir la Federación Romanche creando un “órgano central” improvisado totalmente sumiso a Bakunin en La Chaux-de-Fonds
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Ataque a los camaradas fieles al funcionamiento de la Internacional presentándolos como “burgueses odiosos” en el cual entra en escena el lugarteniente de Bakunin, Guillaume.
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Los dos pilares de la Alianza en Lyon eran los agentes bonapartistas Richard y Blanc.
Este episodio y las claras lecciones que nos proporciona es ignorado por el artículo de la TCI que de pasada dice, refiriéndose a la Conferencia de Londres (1871): “Durante la conferencia, Marx pronunció un discurso en el que criticó a la Alianza por no haberse disuelto realmente en 1869 cuando se le pidió y alegó que existía como una sociedad secreta dentro de la Primera Internacional. También argumentó que la sección del Jura no debería utilizar el nombre de la Federación Romande (aunque podría ir bajo el nombre de Federación del Jura en su lugar), y señaló a Guillaume por haber publicado un llamamiento en violación de los estatutos de la Internacional.”.
La Alianza no cometía “errores” como pretende la TCI, sino ataques repugnantes contra la organización. El artículo de la TCI ignora el motivo preciso de la denuncia de Marx: “El 10 de agosto, la Alianza, poco dispuesta a que sus actos fueran examinados por una Conferencia, declaró que estaba disuelta desde el 6 del mismo mes. Pero el 15 de septiembre reapareció y pidió ser admitida en el Consejo, con el nombre de Sección de Ateos Socialistas. Según la resolución administrativa nº V del Congreso de Basilea, el Consejo no podía haberla admitido sin consultar al Comité Federal de Ginebra, que estaba cansado de los dos años de lucha con las secciones sectarias. Además, el Consejo ya había declarado a la Young Mens' Christian Association de Inglaterra que la Internacional no reconocía las secciones teológicas”.
Es decir, la Alianza había fingido disolverse para aparecer a continuación bajo el disfraz de “Sección de Ateos Socialistas” (¡¡¡).
La conspiración de Bakunin seguía y había tomado como eje la Federación Romanche donde tenía (junto a España e Italia) una cuerda de adeptos. Desde la base de operaciones de La Chaux-de- Fonds, la Alianza de Bakunin no cesaba de montar un escándalo tras otro para desorganizar la Internacional y paralizar a su Consejo General con constantes requerimientos. Uno de ellos fue que un delegado de Alianza, Robin, insistió sin descanso en que el Consejo General convocara una Conferencia privada para definitivamente dar la razón a la “Federación del Jura” (el reducto de Bakunin alrededor de La Chaux-de-Fonds) contra la Federación Romanche.
La proliferación de secciones sectarias
Como el Congreso de Basilea había marcado la imposibilidad de tomar la AIT “desde arriba”, Bakunin emprende ahora la política “desde abajo” utilizando a sus adeptos como impulsores de todo tipo de “secciones” con un funcionamiento “autónomo” y que defienden las más fantasiosas alternativas como remedio para los males del mundo.
El Consejo General ve en toda esta agitación dos peligros políticos fundamentales.
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La desorganización de la AIT
La AIT se ve dislocada por una caótica proliferación de grupúsculos cada cual enarbolando una bandera diferente. Además, estos grupúsculos en manos de Bakunin y la Alianza se dedicaron desde el principio al hostigamiento al Consejo General recurriendo a los “argumentos” más disparatados. Por ejemplo, el supuesto “pangermanismo” del Consejo General. Así, un órgano de prensa creado a la carrera por los amigos de Bakunin en Suiza, la Revolución Social, “creyó oportuno encender el fuego del odio nacional incluso en la Internacional. Según él, el Consejo General era un comité alemán, dirigido por un cerebro bismarckiano” ».
La agitación anti – germánica prosiguió con una acción vergonzosa. Una “sección de emigrados de la Comuna” montada en Londres con provocadores policiales como Pyat, se dedicó a la denigración de los militantes obreros alemanes que se habían opuesto a la guerra franco – prusiana “La Conferencia de Londres había aprobado la conducta de los obreros alemanes durante la guerra. (...) Ocho días después, el 20 de noviembre de 1871, quince miembros de la "sección francesa de 1871" insertaron en Qui vive! una "protesta" llena de insultos contra los obreros alemanes y denunciaron la resolución de la Conferencia como prueba irrefutable de la "idea pangermánica" que poseía el Consejo General.Por su parte, toda la prensa feudal, liberal y policíaca de Alemania aprovechó con avidez este incidente para demostrar a los obreros alemanes la inutilidad de sus sueños internacionales” .
Es importante señalar que todas las calumnias e insidias que hacían circular los adeptos de la Alianza encontraban inmediatamente eco en los órganos de prensa burgueses: “ Señalemos de paso que el Times, ese Leviatán de la prensa capitalista, el Progrès (de Lyon), periódico de la burguesía liberal, y el Journal de Genève, periódico ultrarrevolucionario, acusaron a la Conferencia de los mismos reproches y utilizaron casi los mismos términos que los ciudadanos Malon y Lefrançais” .
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La resurrección de las sectas
Toda la agitación bakuninista de creación de secciones sectarias dentro de la AIT hacía retroceder al movimiento obrero a una época ya superada de sus primeros pasos (1800-1848) dominada por las sectas. “La primera fase de la lucha del proletariado contra la burguesía está marcada por el movimiento sectario. Tuvo su razón de ser en una época en que el proletariado aún no estaba suficientemente desarrollado para actuar como clase. Los pensadores individuales critican los antagonismos sociales y proponen soluciones fantásticas que los obreros no tienen más que aceptar, propagar y poner en práctica. Por su propia naturaleza, las sectas formadas por estos iniciadores son abstencionistas, ajenas a cualquier acción real, a la política, a las huelgas, a las coaliciones, en una palabra, a cualquier movimiento general. La masa del proletariado permaneció indiferente o incluso hostil a su propaganda. Los obreros de París y de Lyon no querían a los saint-simonianos, a los fourieristas, a los icarianos, más de lo que los cartistas y los sindicalistas ingleses querían a los owenistas. Para que la fundación de la Internacional fuera posible, el proletariado tenía que haber superado esta fase” ».
Contra esta vuelta atrás, animada por Bakunin y su multiplicación de secciones sectarias, la AIT es “ la organización real y militante de la clase proletaria en todos los países, unida en su lucha común contra los capitalistas, los terratenientes y su poder organizado en el Estado.Por eso los estatutos de la Internacional sólo reconocen simples sociedades "obreras", que persiguen todas el mismo objetivo y aceptan todas el mismo programa, que se limita a esbozar los rasgos principales del movimiento proletario y deja su desarrollo teórico al impulso dado por las necesidades de la lucha práctica, y al intercambio de ideas que tiene lugar en las secciones, admitiendo indistintamente en sus organismos y en sus Congresos todas las convicciones socialistas”
Las conclusiones del Congreso de La Haya
Hemos recordado quién era Bakunin, su trayectoria y la acción de sabotaje y desorganización que había llevado a cabo dentro de la AIT. Este trabajo de destrucción socavaba desde dentro la Internacional. Esta tenía que organizar su defensa y esta defensa pasaba por:
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Denunciar la conspiración parásita de Bakunin y su Alianza
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Afirmar los principios organizativos de la AIT
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Tomar las medidas necesarias para defenderla contra el asalto organizado por Bakunin
Esta fue la obra del congreso de La Haya celebrado en septiembre de 1872: toda la AIT se unió contra 3 años de incesante intriga que le impedían cumplir sus objetivos y la llevaban a la parálisis y la destrucción.
El artículo de la TCI ve las cosas de una manera antagónicamente diferente:
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Estima que había “divergencias políticas” entre Marx y Bakunin: “Marx aceptaba que la Primera Internacional, como organización, podía quedar obsoleta con el desarrollo de la lucha de clases, mientras que para Bakunin la Primera Internacional era el embrión de la sociedad futura. Bakunin, aunque inicialmente aprobaba el aumento de poderes del Consejo General, llegó a la conclusión de que debía reducirse a una simple oficina de correspondencia y estadística entre secciones autónomas. Marx, que veía en el Consejo General un medio para centralizar la acción hacia un objetivo común, respondió que prefería votar por la abolición del Consejo General antes que por un Consejo General que sólo fuera un buzón. Estos eran sus diferentes planteamientos básicos, y eran incompatibles. Pronto se vulgarizaron en un conflicto entre "centralistas" y "federalistas" (distinción que Engels rechazó públicamente)”
Ya hemos puesto en evidencia que ese “debate” era una maniobra instrumental para destruir la Internacional. Que en el seno de la Internacional existían diferentes visiones sobre la centralización, sobre la función de la organización, sobre las medidas para llegar al comunismo, eso era evidente. Pero para ello la Internacional tenía unos Estatutos que propiciaban el debate, como dijo Engels, “Marx ponía toda su confianza en el desarrollo intelectual de la clase obrera, fruto obligado de la acción conjunta y de la discusión. Los sucesos y vicisitudes de la lucha contra el capital, y más aún las derrotas que las victorias, no podían menos de revelar al proletariado militante, en toda su desnudez, la insuficiencia de los remedios milagreros que venían empleando e infundir a sus cabezas una mayor claridad de visión para penetrar en las verdaderas condiciones que habían de presidir la emancipación obrera”8
Las intrigas, los cambios repentinos e inexplicados de posición, las calumnias, las organizaciones secretas, toda la práctica desde 1868 de Bakunin y sus fieles, no hacían otra cosa que impedir el debate pues explotaban esas divergencias para sus fines inconfesables, las mezclaban con tensiones personales e intereses espurios, las enconaban y hacían imposible su clarificación. No era debate lo que buscaban, sino desorganización, división y enfrentamiento dentro de la AIT.
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La TCI da a entender que Marx y “sus partidarios” utilizaron métodos y alianzas turbias en su lucha contra Bakunin: “Por varias razones, fue un feo final para las encuestas9. Al menos uno de los miembros del comité que investigaba la Alianza resultó ser más tarde un espía bonapartista. Y para reforzar el caso contra Bakunin, el comité especial también le acusó de robo e intimidación. Esto se refería a que Bakunin había recibido el anticipo para traducir El Capital, pero no completó el proyecto ni devolvió el dinero. Sin embargo, fue Nechayev, probablemente sin el conocimiento de Bakunin, quien amenazó entonces al editor con violencia”
Así pues, los “partidarios de Marx” hicieron cosas “feas” y se habrían dejado llevar por la antipatía hacia Bakunin lanzando en su contra acusaciones injustas. Esto no es así, fue todo el congreso quien adoptó como punto principal del orden del día la investigación sobre las actividades de la Alianza. Esta decisión fue apoyada activamente por proudhonianos y otras tendencias de orientación anarquista. El Congreso de La Haya no era una lucha entre “autoritarios marxistas” contra “libertarios bakuninistas”, sino un combate para la defensa de la organización. Como dice un artículo nuestro “El Congreso –a excepción de la minoría bakuninista– apoyó rotundamente las conclusiones de la Comisión. En realidad, la Comisión sólo solicitó tres expulsiones: las de Bakunin, Guillaume y Schwitzguebel, y sólo las dos primeras fueron aceptadas por el Congreso, desmintiendo así la falacia de que la Internacional pretendía eliminar, por medios disciplinarios, una minoría incómoda. Las organizaciones revolucionarias, en contra de las acusaciones que lanzan anarquistas y consejistas, no tienen ninguna necesidad de tales medidas, y no temen, sino que, por el contrario, tienen el máximo interés en la más completa clarificación a través del debate. De hecho, sólo recurren a las expulsiones en casos muy excepcionales de grave indisciplina y deslealtad. Como señaló Johannard en La Haya: “la expulsión de la AIT es la condena más grave y deshonrosa que pueda caer sobre un hombre; los expulsados ya no podrán pertenecer jamás a una asociación honorable” (p. 171)”.
El objetivo no era la persona de Bakunin, sino su política y sobre todo la denuncia de la organización secreta que había montado, “una Internacional dentro de la Internacional”, eran sus métodos lo que se quiso denunciar y erradicar. Lo que estaba en juego en el congreso de La Haya no era ver si ganaban los partidarios de Marx o los partidarios de Bakunin, sino afirmar los principios organizativos de la Internacional. Una organización comunista no puede funcionar sin principios claros de organización y militancia. Este es el quid de la cuestión que el artículo de la TCI ignora de forma escandalosa.
Aplastada la Comuna de Paris, la AIT se encontraba en una situación muy peligrosa: “Julio Favre pedía a todos los gobiernos, incluso al inglés, la extradición de los refugiados [de la Comuna de París] como criminales de derecho común; Dufaure proponía a la asamblea rural una ley poniendo a la Internacional en la ilegalidad; en Suiza, un refugiado de la Comuna estaba en prisión preventiva, esperando la decisión del Gobierno federal sobre la demanda de extradición; la caza de internacionalistas era la base ostensible de una alianza entre Beust y Bismarck, cuya cláusula dirigida contra la Internacional se apresuró a adoptar Víctor Manuel; el Gobierno español, poniéndose por completo a disposición de los verdugos de Versalles, obligaba al Consejo federal de Madrid a refugiarse en Portugal; en fin, el primer deber de la Internacional era apretar sus filas y recoger el guante arrojado por los gobiernos”.
El ataque generalizado de los gobiernos europeos era apoyado dentro de la AIT por la quinta columna bakuninista, “el apoyo que la reacción europea encuentra en los escándalos provocados por esta sociedad, en un momento en que la Internacional atraviesa la crisis más seria que ha conocido desde su fundación, obliga al Consejo General a hacer la historia de todas estas intrigas”. La Alianza y sus maquinaciones eran una amenaza total contra la AIT, uno de los miembros de la Alianza, lugarteniente de Bakunin, Guillaume, llegó a decir con desparpajo que: “Todo miembro de la Internacional tiene todo el derecho a unirse a cualquier sociedad secreta, incluso a la masonería. Cualquier investigación sobre una sociedad secreta equivaldría simplemente a una denuncia ante la policía” (Nicolaievsky, Karl Marx).
Desde los albores del movimiento obrero la burguesía ha llevado una guerra a muerte contra sus organizaciones comunistas, tanto cuando son grandes y poseen una gran influencia, como cuando son minúsculas y apenas tienen calado en la clase. La Liga de los Comunistas, una vez disuelta, no fue olvidada por la burguesía que montó contra sus militantes el monstruoso Proceso de Colonia (1852) Del mismo modo, Marx personalmente, fue objeto de una campaña de calumnias orquestada por Herr Vogt, lo que le obligó a un año de trabajo para refutarlas10.
La experiencia de la AIT y la de los últimos 40 años de la Izquierda Comunista, arroja luz sobre otro medio de la guerra de la burguesía contra las organizaciones revolucionarias: utilizar fuerzas que no son directamente creadas por ella, pero que por su odio ciego a las organizaciones comunistas y lo que representan, actúan admirablemente a favor de la burguesía. Este es el caso de los parásitos: “El Congreso de La Haya demostró que la Alianza bakuninista no actuaba por su cuenta, sino como un auténtico centro coordinador de toda la oposición parásita, que, apoyada por la burguesía, actuaba contra el movimiento obrero”.
En Estados Unidos, la Alianza recibió el apoyo de un grupo siniestro, de orientación espiritista, el de Victoria Woodfull quien según una intervención de Marx en el Congreso de La Haya: “El mandato de West está firmado por Victoria Woodhull quien, desde hace años, intriga para conseguir la presidencia de los Estados Unidos, es la presidente de los espiritistas, predica el amor libre, tiene negocios bancarios, etc. (...) Publicó el famoso llamamiento a los ciudadanos norteamericanos de lengua inglesa, en el que se acusaba a la AIT de un sinfín de atrocidades, y que provocó la creación, en dicho país, de varias secciones sobre unas bases similares. En éste (llamamiento) se habla, entre otras muchas cosas, de libertad personal, libertad social (amor libre), moda en el vestir, sufragio femenino, lengua universal, etc. (...) Estima que la cuestión de la mujer debe tener prioridad sobre la cuestión obrera, y se niega a reconocer a la AIT como una organización de trabajadores” (intervención de Marx, p. 133).
También el parasitismo alemán, es decir los lassalleanos que habían sido expulsados de la Asociación para la educación de los obreros alemanes de Londres, se sumaron a esta red internacional del parasitismo, a través del mencionado Consejo universal federalista de Londres, en el que participaban junto a otros enemigos del movimiento obrero tales como los masones radicales franceses, y los mazzinistas de Italia (…) En Italia, por ejemplo, la burguesía puso en marcha la Societa universale dei razionalisti que, bajo la dirección de Stefanoni, se dedicó a atacar a la Internacional en dicho país. Su prensa publicó las calumnias de Vogt y los lassalleanos alemanes contra Marx, y defendió ardientemente a la Alianza de Bakunin.
“El objetivo de toda esta red de falsos revolucionarios no era otro que difamar a los miembros de la Internacional, como hace la prensa burguesa, a la que ellos mismos inspiran. Y, para mayor vergüenza, lo hacen apelando a la unidad de los trabajadores” (Intervención de Duval, p. 99).
Las lecciones del congreso de La Haya son contundentes:
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La historia ha mostrado que cada vez que el proletariado da un paso en la construcción de sus organizaciones comunistas, la burguesía impulsa (o estimula) la formación de organizaciones espurias que tratan de combatir ese paso. Frente a la formación de la Primera Internacional, los medios burgueses dieron nacimiento a la Liga por la Paz y la Libertad. Ante el fracaso de esta, la iniciativa de Bakunin de infiltrarse en la AIT fue jaleada por los medios burgueses. Contra el congreso de formación de la 2ª Internacional en 1889, los posibilitas franceses -con el apoyo de la burguesía- montaron un congreso paralelo; la constitución de la Tercera Internacional fue combatida con la formación apresurada de la “Internacional dos y medio”
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Bakunin y la Alianza eran un medio de división, desorganización y enfrentamiento dentro de la AIT
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Sirvió de centro de reagrupamiento de todas las fuerzas que aparentando “oponerse a la sociedad capitalista” tenían como principal objetivo destruir la organización que luchaba de la forma más consecuente contra el capitalismo: la AIT
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La burguesía utilizó la quinta columna que era la Alianza para sus fines represivos de aplastar la AIT. Al aplastamiento de la Comuna con más de 30000 muertos se unió la tentativa de aplastar la Internacional proletaria.
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La AIT se defendió afirmando los principios proletarios de organización y funcionamiento, nombrando una comisión de investigación para poner al desnudo la conspiración de Bakunin y su alianza.
Estas lecciones son echadas al cubo de la basura por el artículo de la TCI quien saca como conclusión: “Tras una tumultuosa sesión, Bakunin fue expulsado por mayoría y, a partir de entonces, las tendencias rojas y negras del movimiento obrero tomaron caminos separados”.
¡No hubo una escisión entre la “tendencia roja” y la “tendencia negra”! No hubo un contencioso entre Marx y Bakunin, ni las diferencias políticas o de concepción organizativa fueron la causa de la escisión en la AIT, el verdadero problema fue la conspiración parasita de Bakunin contra la Internacional y lo que hizo el trascendental Congreso de La Haya en 1872 fue defender la organización contra esta conjura destructiva.
¿Para qué hace la TCI el artículo del congreso de La Haya?
Vemos pues que la TCI no hace el artículo sobre el congreso de La Haya para recuperar y alimentar la memoria histórica del proletariado. Si ese hubiera sido su objetivo debía haberse basado en los documentos del propio Congreso que no cita en ningún momento. Según el propio artículo el objetivo es: “En esta coyuntura histórica crucial, en la que cada día que el capitalismo sigue sobreviviendo es una amenaza para la existencia misma de la humanidad, hacemos un llamamiento a todos los que se consideran anarquistas dedicados a la lucha de clases para que reconsideren cómo han cambiado las cosas en ese largo camino hacia la autoemancipación de la clase obrera desde hace 150 años”
Aquí hay una trampa, el anarquismo es un pantano donde coexisten muchas tendencias políticas. Las mayoritarias son claramente burguesas, apoyan la guerra de Ucrania y sostienen posiciones como la liberación nacional del pueblo kurdo de Rojava11. Solamente una minoría defiende posiciones situadas en el campo del proletariado. El artículo no se dirige a esta minoría, sino que con un evidente oportunismo se dirige a “los anarquistas en general” y para tenerlos contentos blanquea a Bakunin, oculta su conspiración anti- organizativa, denigra a Marx y oculta las lecciones que la AIT sacó.
Hay dos rotundas manifestaciones de oportunismo en este comportamiento. El primero el de preconizar una “discusión” con el anarquismo ocultando que la mayoría de este medio está claramente configurado por organizaciones burguesas. El segundo, aún más grave, es el blanqueamiento de personajes como Bakunin y sus métodos que, como la AIT puso en evidencia, son incompatibles con las organizaciones comunistas.
Desde luego, debería ser la propia TCI quien explicara los motivos de su artículo, sin embargo, no se nos oculta otro motivo que se desprende de su actual colaboración a través de los comités NWBCW con los parásitos y, peor aún, soplones y parapoliciales, de la GIGC. Resulta evidente que, además del flirteo descarado con el anarquismo, el artículo sobre Bakunin sirve igualmente para blanquear los comportamientos de la GIGC, otorgarle una “legitimidad”, lo cual es sencillamente escandaloso.
Falsificar las auténticas lecciones del congreso de La Haya, blanquear a Bakunin, dar legitimidad a los soplones parásitos de la GIGC, flirtear con el anarquismo… ¿Hasta donde va a llegar la TCI es su oportunismo?
C.Mir 24-08-23
1 Tendencia Comunista Internacional
2 Resulta muy llamativo como el artículo considera las raíces de la AIT: Mientras tanto, en Londres, el levantamiento polaco y la Guerra de Secesión estadounidense impulsaron la fundación de la Primera Internacional en 1864. ¡Es increíble que una organización que se dice de Izquierda Comunista vea así los orígenes de la AIT!, ¡No lo ve como expresión del movimiento obrero, sino como resultado de la revuelta en Polonia o la guerra civil americana! Esto difiera radicalmente de la apreciación de Marx y Engels sobre el origen de la AIT
3 Del texto de la AIT Las pretendidas escisiones de la Internacional, mientras no se diga lo contrario las citas proceden de este documento.
4 Para analizar esta noción ver Cuestiones de organización, IV - La lucha del marxismo contra el aventurerismo político | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
5 Sobre Lassalle ver Lassalle y Schweitzer: La lucha contra los aventureros políticos en el movimiento obrero | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
6 Ver Atacar a la CCI: la razón de ser del GIGC | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) y Un comité que lleva a los participantes a un callejón sin salida | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
7 Hay que señalar que Richard y Blanc eran agentes bonapartistas que ofrecieron a Luis Bonaparte ¡ser el emperador de los obreros!
8 Prólogo a la edición alemana del Manifiesto Comunista de 1890
9 Pensamos que se refieren a la comisión de investigación que hizo el congreso de La Haya sobre el comportamiento de Bakunin y su Alianza
10 Ver El caso Vogt: el combate de los revolucionarios contra la calumnia (I) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) y El caso Vogt: el combate de los revolucionarios contra la calumnia (II) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
11 Ver Los anarquistas y el imperialismo kurdo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)