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Atravesamos un periodo de notable aumento de la combatividad de la clase obrera a nivel internacional. Gran Bretaña y ahora Francia, con la respuesta que se ha encontrado el gobierno de Macron a su reforma de las pensiones1, marcan el camino de una respuesta del proletariado, como reacción a los ataques económicos que la burguesía necesita imponer para hacer frente a una crisis y estancamiento económicos que han sido agravados por la guerra de Ucrania… pero que son anteriores incluso a la pandemia del Covid.
En España se da innegablemente un aumento de la combatividad obrera, que participa de esta tendencia internacional que consideramos la punta del iceberg proletario. No obstante los puntos débiles del movimiento, que comentaremos más a fondo, se hace patente una ruptura de la dinámica anterior de pasividad y reflujo que asentaron las cuarentenas, y que fue reforzada por la intimidación militarista de una guerra a las puertas del centro de Europa. Con nuestra intervención queremos defender el potencial que pueden tener estas luchas , que surgen frente a la descomposición histórica irrefrenable del capitalismo y que se enfrentan a los obstáculos del corporativismo y la lógica sindical.
¿Qué luchas se han dado?
Informamos en primer lugar de las luchas más recientes o en curso de las que tenemos noticia:
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Huelgas en el sector de la limpieza en ciudades de Castilla-La Mancha, Valencia, Islas Baleares, Aragón, Madrid y Canarias.
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Huelgas continuas de abogados de oficio y secretarios judiciales.
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Huelga de conductores de autobús de Mombus en solidaridad con la de los conductores de Avanza, en el Baix Llobregat.
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Huelga de los controladores aéreos del sector privado, en especial en las islas Canarias.
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Huelgas de médicos y profesores que coincidieron e hicieron una manifestación conjunta en Cataluña.
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Amenazas de huelga en el sector de la informática, con formación de grupos de discusión de descontentos con la firma de un acuerdo por parte de CCOO-UGT que supone un aumento de salario muy por debajo de la inflación. Encabeza la protesta el sindicato CGT.
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Huelga indefinida en la panificadora Butrón (Cádiz).
Pero es sin duda el sector sanitario el que encabeza las movilizaciones en intensidad, masividad y persistencia. Es de sobra conocida la difícil situación del personal sanitario, que tras haber realizado un esfuerzo sobrehumano durante la pandemia se ve ante reducciones generalizadas de personal y con ritmos de trabajo incluso aún más agotadores que antes. Tanto en atención primaria como en hospitales la situación se hace insoportable: los médicos tienen que tratar a 50 o 60 pacientes al día, las salas de urgencia se saturan, se mantiene a los pacientes en los pasillos hasta más de 3 días, y en diciembre la situación volvió a empeorar con un rebrote del Covid y una epidemia de enfermedades respiratorias.
Nos sentimos plenamente solidarios con la lucha de estos compañeros que se alzan contra una explotación y unos sufrimientos insoportables, pues no solo se degradan sus condiciones de trabajo, también está en peligro su propia vida, según el Consejo Internacional de Enfermeras entre marzo 2020 y septiembre 2021 habían muerto a causa del COVID 115000 trabajadores de la salud en todo el mundo2
Esta situación desembocó en una serie de huelgas. Comenzó en Madrid, con huelgas que se declararon en octubre, eso sí, de forma escalonada para diferentes categorías: médicos rurales, de atención primaria, de hospitales, conductores de ambulancia, auxiliares… en un marco de un fuerte control por los sindicatos y, en las movilizaciones, por partidos izquierdistas que rápidamente dieron la consigna de la defensa de la “sanidad pública”, la lucha “contra la derecha” y una noción de “extensión” de la lucha que consistía en pedir la “solidaridad” de la ciudadanía madrileña contra el gobierno de Ayuso. El movimiento culminó con una gran manifestación en noviembre3.
Sin embargo, esta maniobra no impidió que la combatividad en el sector siguiera aumentando. Entre diciembre de 2022 y enero de 2023 han seguido estallando nuevas huelgas en los distintos sectores sanitarios, sobre todo atención primaria, con nuevas manifestaciones que alcanzan hasta los 30,000 asistentes. En Castilla-León, en Burgos se manifestaron 11.000 personas, oficialmente. Igualmente, en Salamanca. Y hubo concentraciones en las puertas de los hospitales de casi todas las provincias. Las huelgas se han extendido a otras nueve comunidades autónomas (Andalucía, Valencia, Navarra, Cataluña, Cantabria, Aragón, Extremadura, Galicia y Baleares). Es notorio que haya un gobierno de izquierda en muchas salvo en Cataluña, Galicia y Andalucía.
Primeros pasos y primeros escollos
Es suicida pensar que la burguesía nos deja luchar libremente según nuestros intereses como trabajadores. Al contrario: sus “libertades democráticas” y, sobre todo, la “libertad sindical”, son los instrumentos con los que cuenta para sabotear nuestra lucha y llevarnos a la derrota. Por eso, las huelgas se enfrentan a los mecanismos que pone en marcha la burguesía para quebrar o esterilizar las luchas, y en todo caso, evitar su extensión a otros sectores.
La burguesía siempre es consciente, en un grado u otro, del peligro potencial de la combatividad de los trabajadores. El Estado burgués se apoya sobre tres patas para asaltar por un frente múltiple la conciencia de los trabajadores en lucha, guardando siempre el arma de la represión abierta, que tiene siempre preparada y entrenada dispuesta a intervenir cuando sea necesario.
Las medidas económicas de “apoyo a los más desfavorecidos”
Históricamente las fracciones más inteligentes de la burguesía siempre han intentado acompañar los ataques, e incluso las situaciones de represión abierta y sangrienta, con concesiones a medias en el terreno económico y/o social con las que intentan “dorar la píldora”, y que muchas veces van orientadas a dividir a los huelguistas. Conceder subidas salariales a una categoría de trabajadores y a otras no, acceder a unos pocos puntos menos exigentes de las reivindicaciones de los huelguistas y exigir la retirada de los otros… este tipo de maniobras por parte de la burguesía y sus organizaciones (en especial los sindicatos) son de sobra conocidos.
Además, en un plano más general y en previsión de respuestas de lucha como las que vemos, el gobierno PSOE-Podemos ha lanzado medidas de “protección social” al igual que han hecho otros de la UE, como la reducción del IVA de los alimentos, ayudas a las personas de menor renta, aumento del SMI, etc. Las medidas anticrisis, tanto aquí como en el resto de Europa y del mundo, no harán sino seguir ahondando en la crisis de deuda y aumentando la explosividad de futuros estancamientos económicos. No solo, como podemos ver, son cada vez más raquíticas y limitadas, sino que a largo plazo este tipo de medidas no hacen sino preparar el camino a futuros ataques. La clase obrera no puede confiar lo más mínimo en su eficacia, por mucho que momentáneamente el gobierno consiga desinflar con ellas la inflación desde un “muy mal” a un “bastante mal”4.
La fragmentación de las luchas
Lo esencial de la respuesta de la burguesía frente a las luchas es intentar fragmentarlas, abortar su potencial político para el conjunto de la clase obrera lo antes posible, mientras al mismo tiempo refuerza el papel de los sindicatos como representantes “legítimos” de los trabajadores en cada conflicto particular.
Los sindicatos conforman el centro de la estrategia de la burguesía para organizar la dispersión total de las luchas. Tanto aquí como en Gran Bretaña, Francia… los sindicatos aprueban huelgas por horas, por tramos horarios, por servicios distintos de una misma empresa. A veces es algo que incluso llega al ridículo, a una lógica de huelgas de una hora para una planta del edificio y de la hora siguiente para la de arriba. ¡Esa forma de marear las fuerzas de los trabajadores no tiene NADA que ver con nuestras necesidades ni con nuestra lucha!
En el sector sanitario, el corporativismo extremo, ya presente tradicionalmente de por sí, es defendido por todos los sindicatos particulares del sector mientras que CCOO-UGT parecen quedarse más en un segundo plano, de momento. Quizás se reserven para aparecer con toda su fuerza cuando la combatividad vaya a más. Hasta ahora, las reivindicaciones y las luchas se resuelven con los médicos separados de las enfermeras y los auxiliares asistenciales, cada uno en su sector particular. El protagonismo sobre el terreno de los diferentes sindicatos corporativos-profesionales, además, permite presentar más cómodamente las movilizaciones desde el punto de vista ciudadanista, de que son cuestiones de “gestión” y de “inversiones”. Y lo que es más absurdo todavía: así se puede justificar mejor una situación en la que se ve a los médicos marchar por separado según pertenezcan a atención primaria, urgencias, sector rural, etc. Marchar por separado significa siempre caer por separado.
Mistificación ideológica
La confrontación entre las distintas facciones de la burguesía (derecha-izquierda) se ha servido insistentemente en los medios de comunicación como parte del “conflicto sanitario”, tratándose constantemente a Ayuso y sus constantes insultos a la inteligencia de los huelguistas como prueba de que su inoperante administración se desliza hacia el populismo de derechas al estilo de VOX, y es la culpable de la situación del sistema sanitario en la capital. Una representante del Sindicato de Estudiantes la llegó a llamar “asesina” en uno de los programas de Al Rojo Vivo, el show mediático político de La Sexta, declaraciones como estas a las que nos tiene acostumbrados el trotskismo, que quieren sonar radicales y que están completamente vacías5.
Porque ya sea más de derecha, menos de derecha o de centro o de izquierdas, ¿de qué nos sirve a los trabajadores hacer de chivo expiatorio a un administrador particular de la miseria general con la que el capitalismo nos fuerza a convivir todos los días? Nuestra fuerza reside en la comprensión de que TODOS los gerentes del Estado burgués y de la acumulación de capital, sean del signo que sean, solo sirven un interés de clase opuesto al nuestro. Ya hemos visto como las huelgas de la sanidad se han extendido a muchas comunidades gobernadas por la izquierda. Las crisis, los ataques a nuestras condiciones de vida y los despidos no son responsabilidad particular de una u otra organización de la burguesía, son los estertores de agonía de un sistema capitalista que no tiene nada que ofrecernos en conjunto más que la miseria y la destrucción generalizadas.
La burguesía se aprovecha de las dificultades y debilidades de los trabajadores de la sanidad para mantener su combatividad completamente encerrada e inocular a todos los trabajadores el veneno de una lucha aislada atrapada de lleno en el corporativismo y la empresa:
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Los trabajadores de la sanidad son de los más afectados por la división corporativista, con marcadas separaciones entre médicos, enfermeros, auxiliares, conductores, limpieza, etc.
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Muchos de ellos, y en especial los médicos, han tenido dificultades históricas para reconocerse como parte de la clase obrera, viéndose a sí mismos más bien como “profesionales” o “clase media”.
Por último, y no por ello menos importante, la lucha por la sanidad es un terreno abonado para el desvío de los impulsos de solidaridad y extensión de la lucha hacia el callejón sin salida de la “lucha por la sanidad pública” o “contra las privatizaciones”. La ideología de que se está prestando un “servicio fundamental para la ciudadanía” y para la estabilidad del Estado del bienestar tiene mucha fuerza entre los trabajadores de la sanidad. Sin duda, el ánimo de ayudar a las personas con problemas de salud, y de sumar un granito de arena al bienestar general de la humanidad, es lo que está detrás de las convicciones honestas y la vocación de los trabajadores sanitarios e investigadores médicos. Pero la prestación sanitaria, en su conjunto y tomada en el plano político e histórico, no tiene nada que ver con eso. El sistema sanitario no es esencialmente más que la forma que tiene el capital de reponer y asegurar las condiciones generales de la reproducción de la fuerza de trabajo. Los hospitales, muy lejos de ser remansos de curación agradables a los sentidos y al reposo (tanto para pacientes como para trabajadores) se asemejan a cadenas de montaje gigantescas en las que se les hace el apaño a las averías orgánicas y a las piezas sueltas de las personas que van entrando, para que vuelvan lo antes posible al circuito de la acumulación de capital. Los obreros de la sanidad, más allá de categorías técnicas y profesionales y de la ideología con las que se las quiera recubrir, se ven reducidos a la categoría de mecánicos del cuerpo humano, que van ajustando a lo largo de la cadena todos los “engranajes” sueltos que pueden a lo largo de un día y a marchas forzadas.
No hay cambios administrativos ni de partidos de gobierno que puedan solucionar lo esencial de esta mecánica. Ya sea bajo administración estatal o privada, esa es la naturaleza histórica que tiene la prestación sanitaria para el capitalismo. En el marco de un mercado mundial saturado y con problemas crónicos de crisis de sobreproducción, la burguesía necesita extraer el máximo de plusvalía posible de una población obrera a la que, si quiere explotar eficientemente, no puede dejar caer en un estado de vulnerabilidad constante a epidemias, lesiones físicas dentro o fuera del trabajo, enfermedades, etc. La descomposición histórica del capitalismo y sus efectos, entre ellos la creciente corrupción e inoperancia de los miembros de la burguesía y su cada vez más desesperado enfoque en el beneficio a corto plazo, hacen que para esta clase sea cada vez más difícil preservar los mecanismos que estabilizan relativamente las condiciones generales de la explotación capitalista. Pero eso no cambia lo fundamental de estos mecanismos: no cambia que la burguesía siga luchando por mantenerlos ni que, por supuesto, los recubra de toda una mitología de garantía de “bienestar humano” y de “servicio fundamental para la vida de los ciudadanos”, para así hacer caer a la clase obrera en su conjunto, y a los trabajadores sanitarios en particular, en trampas ideológicas sobre la naturaleza real del trabajo que se ven forzados a hacer, en cada vez peores condiciones, y sobre su propia naturaleza como explotados y como miembros de una clase mundial de explotados.
¿Qué hacer?
Necesitamos reflexionar como clase cuáles son nuestros verdaderos métodos de lucha y la perspectiva que nos une a los que hoy están en huelga en Gran Bretaña y Francia, como desarrollamos en nuestra última hoja internacional en la que llamamos a desarrollar un movimiento unido, masivo y solidario de la clase obrera6.
Estas luchas están rompiendo la dinámica que se había instalado hasta ahora en el estado de ánimo de los obreros, principalmente en Europa, tras el estallido de la pandemia y la implantación de las cuarentenas. Estas últimas representaron y representan un fenómeno que es a la vez producto y acelerador de la descomposición histórica del capitalismo, de su etapa de disolución progresiva, que lleva al conjunto de la humanidad a una encrucijada: o el camino del colapso y la barbarie, a paso lento pero seguro, o el camino de la transformación revolucionaria de la sociedad por parte de la clase obrera, en pos de la comunidad humana universal de la sociedad sin clases que es el comunismo. El capitalismo es la última sociedad de clases posible y lo que ha pasado estos últimos años es solo una pequeña muestra de lo único que puede ofrecernos: guerras y escaladas militaristas cada vez más descontroladas, pandemias, erosión y ataques constantes a las ya mermadas condiciones de vida de los explotados asalariados, de los obreros. Las respuestas de lucha que vemos, aun con las debilidades importantes de los primeros pasos, muestran que va tomando cuerpo un rechazo a esta situación. Una situación dominada por la guerra de Ucrania que tiene una repercusión mundial y que la estamos sufriendo los trabajadores de todo el mundo pues todos los estados multiplican los gastos en armamentos. El gobierno “socialista” de Dinamarca quiso hacer laborable un día festivo para cumplir su compromiso armamentístico con la OTAN, los sindicatos e izquierdistas daneses no tuvieron más remedio que responder con movilizaciones el pasado 5 de febrero para encauzar la combatividad y rabia de los trabajadores ante estas medidas, y el gobierno tuvo que renunciar a llevar adelante su proyecto por esa vía7.
Es testimonio de la barbarie de este sistema que mientras recortan presupuesto en sanidad, educación, prestaciones sociales, los Estados se lancen a una alocada carrera armamentística que supone gastos exorbitantes. En los países donde hay guerra (Ucrania y 52 conflictos esparcidos por el mundo), el Capital sacrifica la vida de los trabajadores, en los países donde hay “paz”, sacrifica sus condiciones de vida.
Por eso vemos que los trabajadores en Gran Bretaña gritan Enough is Enough (¡ya basta!).
Pero no basta con gritar Enough is Enough. Salir a luchar en defensa del salario, contra la lógica de que seamos los proletarios los que tengamos que sacrificar (aún) más de nuestros medios de vida para sufragar los conflictos imperialistas y las crisis del mercado capitalista, es solo el primer paso. En palabras de Marx, si no saliéramos a defendernos de los ataques a nuestras condiciones de vida estaríamos completamente desahuciados para combates mayores. Pero no podemos marchar por separado en procesiones sindicales para luego volver a casa a seguir como si nada. Necesitamos buscarnos entre nosotros, pelear sin descanso para tomar el control de la lucha en nuestras propias manos, es vital romper la cárcel corporativista y la prisión del sector y la empresa, solamente podremos vencer extendiendo y uniendo nuestras luchas, expresándonos como clase, como CLASE OBRERA.
Esta necesidad vital tiene un primer obstáculo evidente: los sindicatos. Antaño organizaciones de la clase obrera hoy día son organismos plenamente integrados en el Estado burgués que solo se dedican a defender el statu quo en cada empresa y a controlar y destrozar la combatividad de clase. Su primera prioridad es reconducir las ansias de lucha y de respuesta de los trabajadores bien a luchas aisladas que llevan a la desmoralización y a la derrota, bien a caminos estériles de negociación corporativa en los que el capitalista siempre gana, imponiendo siempre la “conciliación” (es decir, la aceptación de las bajadas de poder adquisitivo y los ataques, aunque sea “parcialmente”) y haciendo patentes la derrota política y la separación corporativista entre los obreros.
Frente a ese panorama que ofrecen sindicatos y organizaciones izquierdistas de todo tipo y pelaje, los obreros tenemos un arma de la historia de nuestro movimiento: las asambleas de huelga, y en situaciones revolucionarias los consejos obreros, formados por delegados elegibles y revocables en todo momento por los trabajadores. Si toda esta combatividad que se está desarrollando en las filas de la clase trabajadora por toda Europa y más allá puede fructificar en algo realmente valioso, no es solo en el rechazo de la lógica de destrucción y miseria que hasta ahora ha estado imponiendo el capitalismo, sino en la comprensión política activa de que todos los que formamos parte del proletariado, de la clase de los que solo tenemos nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir, formamos parte de una clase internacional. Una clase internacional con intereses históricos comunes que guarda en su seno el potencial de una revolución completa de la sociedad y de sus relaciones de producción, de su organización verdaderamente consciente en una sociedad sin clases que, lejos de ser una utopía, es una necesidad frente al callejón sin salida del capitalismo.
Gauta y C.Mir 26-02-2023
1 https://es.internationalism.org/content/4913/movimiento-contra-la-reforma-de-las-pensiones-ser-muchos-no-basta-hemos-de-tomar
2 https://www.icn.ch/es/noticias/el-cie-afirma-que-la-muerte-de-115-000-tr...
3 Véase el artículo con el que intervenimos en la manifestación: https://es.internationalism.org/content/4882/ante-los-ataques-los-trabajadores-de-la-sanidad-lucha-de-clases-o-confrontacion
4 Se trata de medidas demagógicas, tan publicitadas como limitado es su alcance: https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta
5 https://es.internationalism.org/content/4883/el-trotskismo-defiende-el-capitalismo-y-la-guerra-con-argumentos-revolucionarios
6 https://es.internationalism.org/content/4907/como-desarrollar-un-movimiento-unido-masivo-y-solidario
7 https://peoplesdispatch.org/2023/02/08/danish-working-class-opposes-governments-bid-to-abolish-public-holiday-to-raise-money-for-arms/