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El 19 de enero, más de un millón de trabajadores salimos a la calle para movilizarnos contra la nueva reforma de las pensiones. El Gobierno afirma que este enfado se debe a una "falta de explicación", a una "falta de pedagogía" por su parte. ¡Pero lo hemos entendido muy bien! Con esta enésima reforma, el objetivo es claro: explotarnos cada vez más y recortar las pensiones de todos aquellos que, por despido o enfermedad, no podrán terminar sus años de servicio. Trabajar hasta la extenuación por una pensión miserable, eso es lo que nos espera.
Pero TODO TIENE UN LIMITE, Ça suffit ¡YA BASTA! Esta expresión se utilizó tan a menudo en las marchas que saltó a los titulares de la prensa. Es casi palabra por palabra la misma frase que los huelguistas llevan meses utilizando en el Reino Unido: Enough is Enough "Basta ya". Y no es casualidad. El vínculo que nos une es evidente: la misma degradación de nuestras condiciones de vida y de trabajo, los mismos ataques, la misma inflación y la misma combatividad creciente. SIIII "ya basta". La reforma de las pensiones, los precios disparados, el ritmo infernal, la falta de personal, los salarios miserables... y qué decir de la nueva reforma del seguro de desempleo, ¡una medida repugnante que reduce la duración de las indemnizaciones en un 25% y permitirá dar de baja a los beneficiarios a voluntad! Y todo para que luzcan las estadísticas y hacer creer las mentiras sobre la "reducción del desempleo".
Nuestras luchas masivas muestran nuestra solidaridad
Al ser más de un millón en las calles hace diez días, quizás aún más hoy, en este 31 de enero, la clase obrera demuestra una vez más lo que hace su fuerza: su capacidad de entrar masivamente en lucha.
Desempleados, jubilados, jóvenes futuros obreros, empleados, de todos los oficios, de todos los sectores, del sector público o del privado, los explotados forman una misma clase animada por un mismo sentimiento de solidaridad: ¡Uno para todos, todos para uno!
Desde hace meses hay pequeñas huelgas por toda Francia, en fábricas y oficinas. Su multiplicación refleja el nivel de ira en las filas de la clase trabajadora. Pero al estar aisladas unas de otras, estas huelgas son impotentes; agotan a los más combativos en luchas sin esperanza. Las huelgas corporativistas y sectoriales sólo conducen a la derrota de todos, cada uno pierde en su rincón, uno tras otro TODOS SOMOS DERROTADOS. La organización de luchas corporativistas y sectoriales no es más que la encarnación moderna del viejo adagio de las clases dominantes: "Divide y vencerás".
Frente a esta fragmentación, bajo el impacto de los ataques constantes a nuestras condiciones de vida y de trabajo, sentimos cada vez más que tenemos que romper este aislamiento, que estamos todos en el mismo barco, que tenemos que luchar juntos. El 19 de enero, con más de un millón de personas en las calles, unidas, no sólo había alegría, sino también cierto orgullo de vivir la solidaridad obrera.
Para estar verdaderamente unidos, hay que reunirse, debatir y decidir juntos
Con más de un millón de personas en las calles, el ambiente está cargado de nuevos ánimos. Existe la esperanza de poder ganar, de hacer retroceder al gobierno, de hacerle doblegarse bajo el peso de las cifras. Es cierto, sólo la lucha puede frenar los ataques. Pero ¿es suficiente ser numeroso?
En 2019 también nos movilizamos masivamente y se aprobó la reforma de las pensiones. En 2010, contra lo que se suponía que iba a ser la última reforma de las pensiones, ¡realizamos catorce días de acción! ¡Nueve meses de lucha! Estas marchas reunieron a millones de manifestantes varias veces seguidas. ¿Para qué? La reforma de las pensiones nos la impusieron. Sin embargo, en 2006, tras sólo unas semanas de movilización, el Gobierno retiró su Contrato de Primer Empleo (el CPE por sus siglas en francés). ¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia entre los movimientos de 2010 y 2019 y el movimiento de 2006? ¿Qué asustó a la burguesía en 2006, hasta el punto de hacerla retroceder tan rápidamente?
En 2010 y 2019, éramos muchos, estábamos decididos, pero no estábamos unidos. Puede que fuéramos millones, pero estábamos unos al lado de otros. Las manifestaciones consistían en venir con los compañeros, marchar con los compañeros bajo el ruido ensordecedor de los equipos de sonido y marcharse con los compañeros. Ni asamblea, ni debate, ni reunión real. Estas manifestaciones se redujeron a la expresión de una simple protesta.
En 2006, los estudiantes precarios habían organizado asambleas generales masivas en las universidades, abiertas a trabajadores, parados y pensionistas, y habían lanzado un lema unificador: la lucha contra la precarización y el paro. Estas Asambleas Generales eran el pulmón del movimiento, donde se celebraban los debates y se tomaban las decisiones. El resultado: cada fin de semana, las manifestaciones reunían a más y más sectores. Asalariados y jubilados se unieron a los estudiantes, bajo el lema "Alacenas jóvenes, picatostes viejos, toda la misma ensalada". La burguesía francesa y el gobierno, ante esta tendencia a la unificación del movimiento, no tuvieron más remedio que retirar su CPE.
La gran diferencia entre estos movimientos es, por tanto, ¡la cuestión de que los propios trabajadores se hagan cargo de las luchas!
En las manifestaciones actuales, la referencia a mayo del 68 surge con regularidad. Este movimiento ha dejado una huella extraordinaria en la memoria de los trabajadores. Y precisamente, en 1968, el proletariado en Francia se unió tomando sus luchas en sus propias manos. Tras las grandes manifestaciones del 13 de mayo para protestar contra la represión policial sufrida por los estudiantes, los paros y las asambleas generales se extendieron como la pólvora por las fábricas y todos los centros de trabajo para desembocar, con 9 millones de huelguistas, en la mayor huelga de la historia del movimiento obrero internacional. Muy a menudo, esta dinámica de extensión y de unidad se había desarrollado fuera de los sindicatos y muchos trabajadores habían roto su carnet sindical tras los acuerdos de Grenelle del 27 de mayo entre los sindicatos y la patronal, acuerdos que habían enterrado el movimiento.
Hoy, asalariados, parados, jubilados, estudiantes precarios, seguimos sin confiar en nosotros mismos, en nuestra fuerza colectiva, para atrevernos a tomar nuestras luchas en nuestras manos. Pero no hay otra manera. Todas las "acciones" propuestas por los sindicatos conducen a la derrota. Sólo la reunión en asambleas generales abiertas y masivas, autónomas, que decidan realmente sobre la conducción del movimiento, puede constituir la base de una lucha unida, llevada por la solidaridad entre todos los sectores, todas las generaciones. Unas Asambleas Generales en las que nos sintamos unidos y confiados en nuestra fuerza colectiva.
No hay que hacerse ilusiones, la historia lo ha demostrado mil veces: hoy los sindicatos hacen gala de su "unidad" y llaman a la movilización general, mañana se opondrán para dividirnos mejor y desmovilizarnos mejor. De hecho, ya han empezado:
- Por un lado, los sindicatos calificados de "radicales" centran la atención en la necesidad de bloquear la economía del país. En concreto, esto significa que los trabajadores de los sectores más combativos en este momento, como las refinerías o los ferroviarios, se encontrarán encerrados en sus lugares de trabajo, aislados de sus hermanos de clase de los demás sectores, que se verán reducidos a la huelga por poderes. ¡Igual que en 2019!
- Por otro lado, los sindicatos clasificados como "reformistas" ya se preparan para la desunión repitiendo "No estamos en contra de la reforma de las pensiones. No somos inconscientes. Sabemos muy bien que tenemos que mantener un sistema de equilibrio financiero en este régimen de pensiones por distribución. (...) Sin embargo, no queremos una reforma que sea injusta. (Geoffrey Caillon, coordinador de CFDT TotalEnergies). Y piden al Gobierno que "escuche" el descontento y negocie. En otras palabras, el Gobierno y los sindicatos ya llevan tiempo planeando ajustes de la reforma para que la píldora acabemos tragándola. ¡Igual que en 2019!
El porvenir pertenece a la lucha de clases
La reforma de las pensiones se hace en nombre del equilibrio presupuestario, la justicia y el futuro. El 20 de enero, Macron anunció a bombo y platillo un presupuesto militar récord de ¡400.000 millones de euros! Esta es la realidad del futuro prometido por la burguesía: más guerra y más miseria. El capitalismo es un sistema explotador, global y decadente. Conduce a la humanidad hacia la barbarie y la destrucción. La crisis económica, la guerra, el calentamiento global y las pandemias no son fenómenos separados; todos ellos son lacras del mismo sistema moribundo.
Así pues, nuestras luchas actuales no son sólo una reacción a la reforma de las pensiones, ni siquiera a la degradación de nuestras condiciones de vida. Fundamentalmente, son una reacción a la dinámica general del capitalismo. Nuestra solidaridad en la lucha es la antítesis de la competencia a muerte de este sistema dividido en empresas y naciones competidoras. Nuestra solidaridad entre generaciones es la antítesis de la espiral sin futuro y destructiva de este sistema. Nuestra lucha simboliza el rechazo a sacrificarnos en el altar de la economía de guerra. Por eso cada huelga lleva la semilla de la revolución. La lucha de la clase obrera es inmediatamente un cuestionamiento de los fundamentos mismos del capitalismo y de la explotación.
Nuestra lucha actual es prepararnos para las luchas venideras. No habrá tregua. A medida que se sumerge en la crisis económica mundial, en su loca carrera por el beneficio, cada burguesía nacional no dejará de atacar las condiciones de vida y de trabajo del proletariado.
Los trabajadores más combativos y decididos deben reagruparse, discutir, reapropiarse de las lecciones del pasado, para preparar la lucha autónoma de toda la clase obrera. Es una necesidad. Es el único camino posible.
Corriente Comunista Internacional 31-1-23
Agruparse y debatir
Marchar unos detrás de otros y luego volver a nuestros rincones es estéril. Para estar verdaderamente unidos en la lucha, necesitamos reunirnos, debatir y aprender juntos de las luchas presentes y pasadas. Debemos tomar nuestras luchas en nuestras propias manos.
Siempre que sea posible, en el lugar de trabajo o aquí, en las aceras, en las plazas, al final de las manifestaciones, debemos reunirnos y debatir.
Si al leer este folleto compartes este deseo de reflexionar juntos, de organizarte, de tomar las luchas en tus manos, no dudes en venir a nuestro encuentro al final de la manifestación para continuar el debate.
La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores