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En 2003, Christophe Bourseiller, con sus ínfulas de historiador, escribió una Historia General de la Ultraizquierda, una colección de amalgamas y difamaciones destinadas a empañar la reputación de la izquierda comunista. Hoy repite esta operación con un nuevo libro titulado Nouvelle histoire de l'ultra-gauche, igual de calumnioso1.
En la página 363 de este nuevo libro se puede leer el siguiente pasaje: «Cuando la ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, se refiere en sus discursos a una amenaza procedente del "movimiento anarco-autonómo" y de la "ultraizquierda", desconoce sin duda la compleja historia de las izquierdas comunistas. Sin embargo, los activistas neo-urbanos y post-situacionistas de Tarnac se inscriben en el complejo destino de la corriente ultraizquierdista.» Bourseiller lamenta esta ignorancia de la antigua ministra encargada de la represión de la clase obrera y se propone remediarla. Tras 18 años de leal servicio, continúa su labor de instructor para la policía. Se trata probablemente de una obra provechosa que facilita un mínimo de formación a los encargados de la vigilancia y la represión de los pequeños grupos revolucionarios que, pese a su escasa audiencia en la actualidad, representan el futuro, es decir, el levantamiento y la organización de las masas trabajadoras de todo el mundo para conquistar su emancipación y liberar a la humanidad de la lacra que constituye el capitalismo. Este labor de inteligencia y recopilación, que sólo puede interesar a la policía, es una constante en la historia de la sociedad burguesa, como muestra el famoso libro de Victor Serge Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión.
Bourseiller le hace el juego a la policía
Tras la victoriosa insurrección de octubre de 1917 y el acceso a los archivos de la Okhrana, la policía política zarista, el partido bolchevique encargó a Victor Serge que hiciera una revisión de los principales documentos que allí se encontraban. Victor Serge resumió su trabajo en un libro extraordinario. Allí puede leerse: «Se escriben voluminosos tratados sobre el movimiento revolucionario que sirven para la instrucción de las jóvenes generaciones de gendarmes. El libro contiene sobre cada partido su historia (origen y desarrollo), un resumen de sus ideas y su programa, una serie de cifras acompañadas de textos explicativos que dan el esquema de su organización, las resoluciones de sus últimas asambleas y notas sobre sus militantes más destacados. En definitiva, una monografía concisa y completa. (...). Para el zar, [el departamento de policía] preparó una especie de diario manuscrito en un solo ejemplar, publicado de diez a quince veces al año, en el que se registraban los más mínimos incidentes del movimiento revolucionario (detenciones, registros exitosos, represiones, disturbios). Nicolás II lo sabía todo»2. Esta es la tarea que se impuso Bourseiller: le vemos, escrupuloso como buen funcionario del ministerio, elaborando la lista de nombres en el momento de la constitución y luego de la disolución de los distintos grupos políticos, la lista de quienes estuvieron presentes en tal o cual reunión, etc.
Pero sucede, a menudo, que estos probos empleados no dominan la materia. Esto le pasa a Bourseiller, que comete muchos errores. Algunos ejemplos:
- Típico de quién hace una lectura superficial, confunde a Arturo Labriola (1873-1959), que en su día fue sindicalista revolucionario antes de convertirse en reformista, con Antonio Labriola (1843-1904), amigo de Engels y el hombre que ayudó a introducir el marxismo en Francia e Italia (p. 64).
- Confunde la posición de la Izquierda Comunista de Francia (GCF) y de la CCI con la de Trotsky, quien pensaba que, en el periodo de decadencia del capitalismo, las fuerzas productivas dejarían de crecer: «(...) "La Izquierda Comunista de Francia" desarrolla al mismo tiempo una visión catastrofista y sitúa a sus militantes ante la perspectiva de "los días finales". Las fuerzas productivas han dejado de crecer. Es la hora de la revolución» (p. 129).
- Jean Malaquais o Maximilien Rubel nunca fueron miembros de la Izquierda Comunista en Francia (p. 151).
Y, junto a errores, hay inevitablemente varias estupideces de lo más cómicas, como ésta: «Más de diez años después de su exilio voluntario [en Venezuela], aquí está de nuevo en la escena política. A los ojos de los adolescentes que le rodean, [Marc Chirik] adopta de buen grado el rostro de un segundo "padre" y se deleita en este papel de guía» (p. 137).
Columnista de France Inter, profesor en el Instituto de Estudios Políticos en Lille3, Bourseiller desfila por los salones de la clase dirigente, por los platós de televisión y los campus, pero se muestra incapaz de hacer de un trabajo de historia con la misma seriedad que se exigía a algunos funcionarios de la Okhrana, como señaló Victor Serge. Por ello orienta su trabajo hacia la prensa sensacionalista, la prensa rosa, buscando impresionar a la burguesía con las excentricidades de los situacionistas, o la violencia de los autonomistas, pero dando la espalda por completo a la investigación científica sobre "la compleja historia de las izquierdas comunistas".
Las múltiples campañas ideológicas de mentiras y calumnias
Otro error, que no es tal, pues en realidad responde a su voluntad deliberada de confundir y amalgamar: «El grupo de Cornelius Castoriadis sigue siendo inevitable. Nunca la etiqueta de "buscador" le ha pegado tan bien a un colectivo. Socialisme ou Barbarie es una sorprendente extensión de la escuela germano-holandesa (GIC, Union Communiste, Spartacus)» (p. 159). La realidad científica es que nunca hubo convergencia entre Socialisme ou Barbarie y la izquierda germano-holandesa. Los lectores interesados pueden encontrar la verdadera trayectoria de Socialisme ou Barbarie en nuestro artículo "Castoriadis, Munis y el problema de la ruptura con el trotskismo", en nuestra Revista Internacional nº 161 y 162.
Bourseiller quiere ayudar a la policía, aunque la información que da no es fiable. Pero, sobre todo, hace un inmenso servicio a la clase dominante al atacar a la Izquierda Comunista, al tratar de desacreditarla entre quienes buscan posiciones revolucionarias y los medios para superar, para erradicar el sistema capitalista. La corriente de la izquierda comunista, como expresión política segregada por la clase obrera, es regularmente objeto de diversos ataques y calumnias:
- Como se vincula a la tradición del bolchevismo y forma parte de la lucha histórica por el comunismo, se le trata de meter en el mismo saco que el estalinismo, acusándole así de todos los males que tuvo que sufrir la propia clase obrera: la KGB, el estajanovismo, el Gran Terror, el Gulag4.
- Por su postura contra la Segunda Guerra Mundial imperialista, responsable de 60 millones de muertos, entre ellos Auschwitz y todos los campos de exterminio, los bombardeos de Dresde, Hamburgo, Hiroshima y Nagasaki etc.; se presenta a la Izquierda Comunista como “negacionista”, es decir, que no admite que hubiera un genocidio de los judíos de la parte de los nazis, como lo hicieron en su momento Faurisson y Rassinier. Con esta acusación intentan desvirtuar la denuncia que la Izquierda Comunista hizo de la ideología antifascista que fue precisamente la condición que hizo posible esta guerra y todas las masacres que engendró5.
- Bourseiller, que retoma también esta acusación de negacionismo, es igualmente el iniciador de una nueva campaña de desprestigio de la izquierda comunista arrojándola al mismo caldero que los situacionistas, los anarquistas, los “autónomos” y otros bloques negros. Este caldero, inventado por él, se llama "ultraizquierda" y contra él pretende lanzar sus venenosos dardos: «Así se ha fundido la ultraizquierda con los problemas del nuevo siglo. Enemigo por excelencia del capital, esta serpiente marina no deja de resurgir en la actualidad. Actualmente, los hijos de la ultraizquierda actúan en las ZAD (Zone À Défendre). Se pueden ver en los "bloques autónomos" o "bloques negros" que interrumpen las manifestaciones» (p. 7). «Son los "infiltrados", los "provocadores", los “violentos” que, dentro de las manifestaciones, se enfrentan a la policía, vandalizan negocios, pintarrajean monumentos». (contraportada).
La acusación de negacionismo
Bourseiller simula creer que los revolucionarios «ignoran las persecuciones raciales» (p. 97) de los nazis, y les reprocha que no se implicasen «en la resistencia antinazi» (p. 113). Así el toma partido por la política de "unión sagrada" defendida por los socialchovinistas de 1914 y 1939, y de hecho escamotea el compromiso de los revolucionarios (a menudo a costa de sus vidas) contra las guerras imperialistas y todas las formas de explotación y opresión: desde la república democrática que masacró a los trabajadores revolucionarios en París en junio de 1848 y en mayo de 1871 durante la sangrienta semana de la Comuna, y en Berlín en enero de 19196, hasta el totalitarismo estalinista y nazi que los exterminó en campos de concentración y otras masacres. Un ejemplo de esta posición intransigente del marxismo revolucionario fue la posición internacionalista de Lenin en 1914 denunciando la guerra imperialista: «Los socialistas siempre han condenado las guerras entre los pueblos como una empresa bárbara y bestial. (…) Los socialchovinistas asumen la mistificación burguesa del pueblo, según la cual la guerra se libra en defensa de la libertad y la existencia de las naciones, y se ponen así del lado de la burguesía contra el proletariado.»7
Después, el fracaso y el aplastamiento de la revolución proletaria dejaron las manos libres a la clase dominante para desencadenar una nueva guerra imperialista aún más criminal. Y tras Lenin, la Izquierda Comunista, que seguía enarbolando la bandera del internacionalismo, denunció treinta años más tarde la guerra y la ideología del antifascismo en un Manifiesto dirigido a los obreros y soldados en junio de 1944: «En cada país se os ha movilizado con ideologías diferentes, pero con el mismo objetivo, el mismo resultado, lanzaros a la carnicería unos contra otros, hermanos contra hermanos en la miseria, obreros contra obreros. El fascismo y el nacionalsocialismo reclaman un espacio vital para sus masas explotadas, ocultando únicamente su feroz voluntad de liberarse de la profunda crisis que los mina desde sus raíces. El bloque anglo-ruso-estadounidense pretendía, decían, liberaros del fascismo y devolveros vuestras libertades, vuestros derechos. Pero estas promesas no eran más que el cebo para haceros participar en la guerra, para eliminar, después de haberla parido, al gran competidor imperialista: el fascismo, superado como modo de dominación y vida del capitalismo»8.
Ya hemos respondido a estas infamias sobre el supuesto negacionismo de la izquierda comunista, especialmente en nuestro folleto, Fascismo y democracia: dos expresiones de la dictadura del capital9. En su día la GPU persiguió a los revolucionarios y los denunció como "hitlerotrotskistas", hoy los ideólogos de la burguesía los denuncian como "negacionistas". Todo se hace para desacreditar a la izquierda comunista con acusaciones que son tan delirantes hoy como ayer. Las amenazas de estos gendarmes ideológicos parecen inútiles, pero conocen los efectos destructivos de la calumnia y pretenden apoyarse mañana en la fuerza policial del Estado cuando comience el enfrentamiento revolucionario entre las clases10.
Avrom E, 30 de Abril de 2021.
En la segunda parte de este artículo veremos como Bourseiller se dedica a amalgamar la extrema izquierda del aparato político del capital con la Izquierda Comunista para desprestigiar a ésta.
1 Ver Christophe Bourseiller, Histoire générale de l’ultra-gauche, Paris, Ed. Denoël, 2003, y Nouvelle Histoire de l’ultra-gauche. Ya denunciamos el primero en Révolution internationale n° 344 : “À propos du livre de Bourseiller “Histoire générale de l’ultra-gauche”” (marzo 2004).
2 Victor Serge, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión, capítulo Estudio científico del movimiento revolucionario. Ediciones Serie popular Era. 1972.
3 Imparte un curso titulado. “Aproximación al extremismo en la política”.
4 Ver La Izquierda Comunista y la continuidad del marxismo https://es.internationalism.org/cci/200510/156/la-izquierda-comunista-y-la-continuidad-del-marxismo
5 Ver, entre otros, Campañas sobre el negacionismo: la corresponsabilidad de los Aliados y de los nazis en el holocausto https://es.internationalism.org/revista-internacional/201004/2837/campanas-sobre-el-negacionismo-la-corresponsabilidad-de-los-aliado Campañas contra el "negacionismo" - El antifascismo justifica la barbarie https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1230/campanas-contra-el-negacionismo-el-antifascismo-justifica-la-barba Nazismo y Democracia: todos culpables de la masacre de los judíos https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/840/nazismo-y-democracia-todos-culpables-de-la-masacre-de-los-judios
6 También fue una república democrática la que, con el gobierno provisional de Kerensky que incluía a los socialistas-revolucionarios y mencheviques, intentó masacrar a los obreros rusos en julio de 1917. Este intento fracasó porque el partido bolchevique advirtió a los trabajadores contra la trampa que se les tendía. También fue la república democrática española la que, con un gobierno español de socialistas, estalinistas y anarquistas de la CNT, reprimió a los trabajadores revolucionarios en Barcelona en mayo de 1937, y los sacrificó en los frentes militares antifascistas de la guerra de España 1936-39, un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial Imperialista.
7 Lenin, El socialismo y la guerra (1915).
8 Manifiesto de la izquierda comunista a los proletarios de Europa. Reproducido en el libro de la CCI, La izquierda comunista de Italia.
9 Publicado en francés. Ver en particular el capítulo VI: "Después del 68, la burguesía agita el peligro fascista para debilitar a la clase obrera".
10 Para ver nuestra denuncia de las campañas sobre el negacionismo. “Campañas contra el 'negacionismo': la corresponsabilidad de los 'aliados' y los 'nazis' en el 'holocausto", en Revista Internacional n° 89.