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Las derrotas son para el proletariado siempre dolorosas. Sin embargo, como clase explotada y revolucionaria a la vez, no tiene otra escuela que sacar lecciones de sus derrotas. Estas lecciones arman su conciencia, la refuerzan y acaban alimentando su determinación y combatividad. Como decía Rosa Luxemburgo, en el proletariado “sus errores son tan gigantescos como sus tareas. No tiene un esquema predeterminado y válido para siempre, ni un jefe infalible que le muestre la senda por la que ha de marchar. La experiencia histórica es su único maestro, el camino de espinas hacia su propia liberación no sólo está empedrado de padecimientos ingentes, sino también de innumerables errores. La meta de su viaje, su liberación, depende de que el proletariado sepa aprender de sus propios errores”[1]
La lucha en Nissan ha sido una derrota: a cambio de indemnizaciones y de una vaga promesa de “planes de reindustrialización”, 2500 obreros de la fábrica de la Zona Franca de Barcelona pierden su trabajo y los 20000 de las empresas auxiliares ven su empleo prácticamente perdido. De un plumazo el Capital ha impuesto 23000 despidos. Esa es la cruda realidad.
Los sindicatos han servido fielmente al Capital
Los sindicatos “son un aparato que colabora con las empresas y los gobiernos para imponer el orden capitalista en el trabajo. Sin embargo, su función principal es sabotear desde dentro la lucha de los trabajadores” y esto lo hacen encerrando “la lucha dentro de la empresa o del sector. Con ello los trabajadores quedan aislados y todos los instrumentos del Estado capitalista se abalanzan sobre ellos imponiéndoles finalmente la desmoralización y la derrota. En Nissan impidieron que los trabajadores se dirigieran a compañeros de otras empresas y desviaron las acciones a apedrear escaparates de concesionarias de Nissan o hacer un viaje agotador a Corrales de Buelna donde previamente la empresa había prometido mantener la producción oponiendo a los trabajadores de esa factoría contra sus compañeros de Barcelona” [2]
Cuando acallan la respuesta obrera, los sindicatos firman lo que quiere la patronal, eso sí, adornando su canallada con migajas y vagas promesas. Recordemos que en Sony, Delphi y otras muchas empresas prometieron “nuevo empleo” en “nuevas empresas” que jamás se abrieron[3].
Los sindicatos han celebrado ruidosamente el “acuerdo” de los 23000 despidos. CCOO proclama que “prioriza la reindustrialización de las plantas para evitar despidos traumáticos y garantizar el máximo de empleos”, UGT promete que “todos los que queramos vamos a tener trabajo» y «las indemnizaciones van a ser cojonudas, cuantiosas, al mismo nivel que las prejubilaciones». CGT, un sindicato que se las da de “radical”, lo ve como “primera fase de la reindustrialización de nuestras fábricas”. Para Anticapitalistas “críticos” de Podemos, el acuerdo “da tiempo para poner en marcha un plan de reconversión sostenible que asegure los 25.000 puestos de trabajo”.
Estos planteamientos son, por una parte, una promesa que jamás se cumplirá, pero, lo peor es que tienden una trampa al proletariado atándolo de pies y manos al carro del capital.
Nos hablan de “futuras empresas”, de “reindustrialización”. Con ello nos quieren convencer que nuestra vida depende de la acumulación, las inversiones, la ganancia del capital y de la economía nacional. Quieren que hagamos nuestras las necesidades del capital. ¡Y tienen la cara dura de presentarse como “anticapitalistas” y “luchadores por el socialismo”!
Ocultan la verdad: la verdad es que el capitalismo está sumido en una crisis brutal posiblemente la peor desde 1929 y que con el COVID 19 amenaza nuestras vidas, y, en esas condiciones, el “horizonte” de “industrializar” y “crear nuevas empresas” es una utopía reaccionaria que nos encadena a lo que le interesa al capital que es “ser competitivos” en la jungla del mercado mundial. Y “competitivos” significa menos empleo, menos salario, menos jubilaciones, peores condiciones de vida. ¡No existe otra forma para que la economía nacional y las empresas puedan mantener sus ganancias y sus posiciones en el mercado mundial!
Y ocultan lo que de verdad necesitamos como clase obrera: luchar por nuestras necesidades humanas de comer, vivir, dar un futuro a nuestros hijos, defender nuestras condiciones de vida, lo que nos lleva necesariamente a enfrentarnos contra el capital y su Estado, a buscar nuestra unidad como clase internacional y desarrollar la perspectiva de la revolución proletaria mundial.
Corriente Roja: algunas verdades para seguir atándonos a las Grandes Mentiras del Capital
Dentro del aparato político del capital existe un arco iris va desde la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por todos los colores intermedios como el verde de los Ecologistas. En el flanco de extrema izquierda hay grupos como Corriente Roja que reconocen algunas verdades, pero al final ese método acaba siendo el medio para seguir defendiendo el Capital pues no olvidemos que la peor mentira es una verdad a medias[4].
En un texto aparecido en Kaosenlared[5] da como título “Nissan: lo peor de una gran derrota es venderla como una gran victoria”, denuncia que con promesas e indemnizaciones, los sindicatos nos han hecho tragar 23000 despidos. También denuncia el Frente Común que han organizado contra los trabajadores de Nissan los sindicatos, el “independentista” Torra, la ministra Reyes Maroto, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau y la patronal Fomento del Trabajo. Todos se han unido contra la clase obrera.
Alerta de que la derrota en Nissan “deja las manos libres a las patronales del sector para proceder a despidos, reestructuraciones y un empeoramiento general de las condiciones salariales y laborales. Más aún cuando la patronal ha visto la pasividad cómplice con Nissan del Gobierno PSOE-UP y de la Generalitat de Torra y Aragonés”.
Denuncia que los trabajadores de las empresas auxiliares se van a ir a la calle en condiciones mucho peores que sus compañeros de la matriz Nissan. Queremos aquí denunciar una práctica generalizada del Capital en los últimos 30 años dirigida entre otros fines a DIVIDIRNOS: dentro de las grandes plantas de producción, por ejemplo en la industria automotriz, no solo trabajan los obreros de la plantilla de la gran empresa (Nissan, Ford, GM etc.) sino otros muchos trabajadores que pertenecen a cientos de pequeñas empresas. Pero, al mismo tiempo, en polígonos industriales próximos o incluso en otros países, hay una enorme red de empresas auxiliares que realizan partes del carro. Todos estos compañeros tienen condiciones de trabajo mucho peores que sus hermanos de la casa matriz y en caso de despidos sus indemnizaciones son más que miserables.
Sin embargo, los obreros de las empresas matriz no son unos “privilegiados”. Las indemnizaciones como dice Corriente Roja son “pan para hoy y hambre para mañana” pues los empleos que se destruyen o bien nunca serán sustituidos o si se reemplazan es en condiciones de sueldo, trabajo, jubilación, precariedad etc. mucho peores. Desde hace 40 años asistimos a una caída global y permanente de las condiciones de trabajo y vida de toda la clase obrera mundial, aunque en el camino tales o cuales obreros individuales hayan “gozado” de indemnizaciones más o menos jugosas[6].
Hablan de “dirección sindical” para ocultar la naturaleza capitalista de los Sindicatos
Todo lo que denuncia Corriente Roja es cierto, pero su trampa, en primer lugar, está en la “explicación” que da de por qué los sindicatos han vendido a los obreros.
En todo momento no habla de sindicatos sino de “direcciones sindicales”. Denuncia la “estrategia sindical para organizar la derrota” diciendo que se trata de una “estrategia de las direcciones sindicales dirigida desde el principio a organizar la derrota y salvar la cara, arte en el que son virtuosos maestros”.
Para embellecer a los sindicatos y mantener la confianza de los obreros en ellos, Corriente Roja, los Trotskistas etc., hablan de una “división” entre la “base” y la “dirección”. La base sería “obrera” y daría a los sindicatos una naturaleza de “órganos proletarios”, mientras que la dirección sería “burguesa”, “traidora”, “vendida” etc.
Con ello ocultan que los sindicatos fueron integrados desde la primera guerra mundial en el Estado convirtiéndose en un aparato integralmente al servicio del Capital[7]. Esos aparatos son una prisión donde los obreros que caen en ella, o bien solo están para obtener algunas ventajas individualistas (residencias de vacaciones, servicios legales etc.) o si quieren defender a su clase se ven obligados a seguir una directrices que van contra ella y contra ellos mismos. La “base” no hace obrero al sindicato sino que es la carne de cañón, la masa de maniobra, que el sindicato utiliza para someter los obreros al Capital y sabotear sus luchas.
Las direcciones sindicales son la estructura jerárquica que el aparato sindical necesita para integrarse en el servicio del Capital y su Estado. Por ello la dirección¡siempre será anti obrera! Los trotskistas, los izquierdistas, presentan regularmente “candidaturas combativas” que pretenden “renovar la dirección” y “ponerla al servicio de la base”. El resultado es que algunos de esos electos se vuelven aún más burócratas que la cúpula sindical o son como un adorno “radical” de la política sindical.
La prueba de la falsedad de las “explicaciones” sobre la “dirección traidora” de Corriente Roja la da ella misma al mostrar que CGT se ha comportado igual que los grandes sindicatos “oficialistas”: “CGT tenía una magnífica ocasión de demostrar que era un sindicato de clase y combativo frente al oficialismo. Sin embargo, lo que hemos visto ha sido su bancarrota como sindicato alternativo” puesto que “En nombre de la «unidad» por arriba con los burócratas, CGT ha firmado todos los comunicados de los comités de empresa, no ha organizado la lucha de las subcontratas, no ha trabajado por organizar una gran manifestación central, ni por bloquear la Zona Franca, ni por impulsar una huelga general. Por el contrario, en el comunicado final da su apoyo al acuerdo de cierre”.
¡Los sindicatos nunca podrán ser reconquistados para la clase obrera! Es otra ilusión desmoralizante que venden Corriente Roja, los trotskistas y demás izquierdistas. Sindicatos “oficiales”, sindicatos “alternativos”, sindicatos “asamblearios”, sindicatos “anarquistas”… todos son sindicatos y, por tanto, aparatos al servicio del capital[8].
El interés de la “industria” es la negación de los intereses obreros
La segunda mentira de Corriente Roja y que la coloca en la misma trinchera que Sindicatos, Patronal, Gobierno central y gobierno “independentista” es que presenta la lucha de Nissan como la lucha “de toda la Automoción y la de toda la clase trabajadora catalana. Su lucha era una señal tanto para toda la clase obrera como para la patronal y para los gobiernos y su suerte era determinante para el futuro de la automoción y la industria”
Corriente Roja solo habla de lo mismo que sus “criticados”: el futuro de la automoción y de la industria, el porvenir de la clase obrera “catalana”. Es decir, encierra a los obreros en la cárcel del interés de los sectores productivos, de la nación catalana, de la acumulación de capital.
Corriente Roja no habla para nada del futuro del proletariado, del porvenir terrible que encierra el capitalismo en crisis y descomposición, ni de la defensa de las condiciones de vida y trabajo de los obreros, de su solidaridad, su autoorganización, su unidad internacional… Todo eso es un idioma que Corriente Roja quiere que no hablen los obreros para que sólo hablen de “la industria”, la “automoción”, Cataluña… es decir, el idioma del capital.
A Corriente Roja no le interesa el interés de la clase obrera (que históricamente hablando encierra el porvenir de la humanidad) lo único que le interesa es el Capital Español y esto lo revela cuando lamenta que el acuerdo de Nissan “deja las manos libres al gobierno Sánchez para seguir adelante con un «plan de reconstrucción» a medida de las necesidades de las empresas del Ibex y de las multinacionales extranjeras. Como las del automóvil, que condenan las plantas españolas a montar coches de combustión, mientras reservan las actividades de mayor valor tecnológico y la producción del coche eléctrico para sus países de origen”. ¡Denuncia al Gobierno Sánchez por ser “poco español” y dejar para España los “coches de combustión”. ¡Corriente Roja es tan españolista como Vox!
La trampa de las nacionalizaciones
La “solución” que ofrece Corriente Roja es “solo la nacionalización permitía no sólo salvar todos los puestos de trabajo amenazados, sino también contar con una gran empresa pública que, bajo control de los propios trabajadores, tomara el mando en la tarea de la reconversión ecológica del sector del automóvil y salvara los empleos”.
Con propiedad estatal o con propiedad privada, la clase obrera sigue explotada, sigue sometida al trabajo asalariado, sigue produciendo plusvalía, es decir, sigue bajo las leyes del capital. En el artículo antes citado sobre las luchas en España (ver nota 2) expusimos la denuncia de la trampa de las nacionalizaciones que hicieron nuestros antepasados de la Izquierda Comunista mexicana.
Las nacionalizaciones son un instrumento del capitalismo de Estado, una tendencia universal del capitalismo decadente que prepara la guerra imperialista y hace frente a la crisis y a la clase obrera.
La confusión sofística que hacen los izquierdistas y, en general, la Izquierda del Capital, entre nacionalización y socialismo, se basa primero que nada en la negación de la naturaleza internacional de la revolución proletaria y la monstruosidad del “socialismo en un solo país”. Con el sofisma nacionalización = socialismo nos meten en la cabeza que socialismo sería defender la nación.
Esta falsificación se apoya en una error que se expandió en el movimiento obrero de la Segunda Internacional y que la Tercera Internacional no logró combatir con suficiente fuerza: identificar capitalismo con propiedad privada. Ya Engels combatió ese grave error al señalar que “El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, es el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal. Y cuantas más fuerzas productivas asuma en propiedad, tanto más se convertirá en capitalista colectivo y tanta mayor cantidad de ciudadanos explotará. Los obreros siguen siendo obreros asalariados, proletarios. La relación capitalista, lejos de abolirse con estas medidas, se agudiza”[9]
Si, en contra del análisis de Engels compartido por Marx[10], se parte de esa identificación propiedad privada = capitalismo se acaba concluyendo que “toda modificación para limitar esa propiedad privada, significaría limitar el capitalismo, modificándolo en un sentido no capitalista, opuesto al capitalismo, anticapitalista” como dice muy claramente nuestro antepasado de la Izquierda Comunista francesa[11] que denuncia que “A esta teoría del Estado capitalista-anticapitalista se apuntan todos los protagonistas "socialistas" de las nacionalizaciones, del dirigismo económico, y todos los hacedores de "planes” y especialmente los trotskistas para quienes “las nacionalizaciones son, en todo caso, un debilitamiento de la propiedad privada capitalista. Aunque no las califiquen -como hacen estalinistas y socialistas- de "islotes de socialismo" en régimen capitalista, están sin embargo convencidos de que son "progresistas".
La clase obrera no debe confiar en nacionalizaciones, promesas de inversión, “planes del Estado”, debe confiar únicamente en su lucha como clase, por reivindicaciones obreras, autoorganizadas en Asambleas Generales fuera y contra de sindicatos y demás servidores del capital, luchas que deben buscar su extensión, construir la unidad de la clase obrera en la perspectiva de la Revolución Proletaria mundial, única salida a la crisis y la barbarie del capitalismo.
Smolny 31-8-20
[1] La Crisis de la Socialdemocracia https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/La_crisis_de_la_socialdemocracia.pdf
[2] Luchas obreras en España https://es.internationalism.org/content/4600/luchas-obreras-en-espana
[3] Sobre la lucha de Delphi ver nuestras hojas de intervención Delphi: la fuerza de los trabajadores es la solidaridad (https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200705/1917/delphi-la-fuerza-de-los-trabajadores-es-la-solidaridad ) y Cierre de Delphi: Sólo con la lucha masiva y solidaria seremos fuertes https://es.internationalism.org/cci-online/200702/1283/cierre-de-delphi-solo-con-la-lucha-masiva-y-solidaria-seremos-fuertes
[4] Para ver quién es Corriente Roja y sus procedimientos “radicales” de engaño leer Corriente Roja gato por liebre https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200512/348/corriente-roja-gato-por-liebre
[5] https://archivo.kaosenlared.net/nissan-lo-peor-de-una-gran-derrota-es-venderla-como-una-gran-victoria/
[6] Debemos señalar que esas indemnizaciones no son ningún regalo. Salen de la enorme bolsa que es la plusvalía que globalmente es robada a los obreros, además en la mayoría de los casos si son más “generosas” es como arma política para mejor dividir a los obreros, poner fin a sus luchas o evitar que vayan demasiado lejos.
[7] Ver nuestra Serie Los sindicatos contra la clase obrera (https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i , https://es.internationalism.org/content/4586/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-en-la-decadencia-capitalista-ii y https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii) y Apuntes sobre la Cuestión Sindical https://es.internationalism.org/cci-online/201104/3103/apuntes-sobre-la-cuestion-sindical
[8] Ver ¿Es posible un nuevo sindicalismo? https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200601/390/es-posible-un-nuevo-sindicalismo
[9] Del socialismo utópico al socialismo científico https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/3.htm
[10] Ver la Crítica del programa de Gotha https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/critica-al-programa-de-gotha.htm . Ver igualmente Comunismo contra socialismo de Estado en nuestra Serie sobre el Comunismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199412/1845/ix-comunismo-contra-socialismo-de-estado
[11] Ver La experiencia rusa: propiedad privada y propiedad colectiva https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2089/la-experiencia-rusa-propiedad-privada-y-propiedad-colectiva